Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento
Publicado: Lun May 28, 2018 9:12 pm
9.- El mago del Rauvin
Málar editm34th00k escribió:
Meldibar juraría haber visto esas puertas antes, no en persona pero si en alguno de los muchos tomos que estudió cuando vivía junto a su maestro. Buscó la posada más cercana y tras una buena cena que, debido a las circunstancias, no le supo muy distinto de lo que le habría sabido meterse un puñado de polvo y pergamino en la boca, alquiló una habitación.
Una vez en la intimidad del cuarto se dispuso a meditar, rebuscando entre todo el conocimiento asimilado a lo largo de los últimos más de 40 años. Rara vez le tomaba tanto tiempo poner en orden sus ideas, pero en esta ocasión necesitaba estar seguro y se tomó más horas de las que necesita un humano para dormir. Finalmente lo vio claro, aquellas puertas correspondían a una villa en el norte, la villa de Nevesmortas, ese sería su destino.
El camino sería largo, así que alquiló su habitación durante un día entero para estudiar la estrategia a seguir y encontrar la mejor manera de llegar a destino sano y salvo. La mayor parte del tiempo se dedicó a analizar sus mapas y estudiar su libro de conjuros. Finalmente optó por utilizar conjuros de invisibilidad para evitar los posibles contra tiempos del camino.
El plan funcionó y Meldibar llegó por fin a Nevesmortas. Ni siquiera tuvo tiempo de plantearse qué motivos le habrían llevado hasta allí ni por qué los Seldarine habrían decidido que ese fuese su destino. Al poco de cruzar las puertas de la villa, mientras recorría por primera vez la vía principal de la localidad, topó con un peculiar bárbaro norteño en la fuente, uno que se hacía conocer por el nombre de Nöj.
El carismático y aguerrido personaje invitó a Meldibar a una cerveza en una noche en que la taberna terminó por estar ampliamente concurrida. Allí, en su primera noche en la villa de Nevesmortas, no hubo tiempo para el descanso ni para asentarse, el elfo fue puesto inmediatamente tras la pista de una criatura a la que unos simpáticos medianos habían bautizado como Bragamanta.
También fue allí cuando conoció al señor McDelawer, un veloz y disciplinado mediano que ansiaba lograr que su nombre fuese reconocido por todo el mundo. En el transcurso del viaje también conoció a otros personajes interesantes como el bardo Lucian, un excelente intérprete y simpático elfo con el que haría buenas migas y que posteriormente sería su colega de iniciación en la Orden de Magos; el señor Pepe, un jovial e hiperactivo mediano lleno de vida, pasión y energía; Felaern, un entusiasmado aspirante a convertirse en hojacantante y muchos otros sujetos que tendrían un interesante papel en la vida de Meldibar en los días por llegar.
Siguiendo la pista de Bragamanta, Meldibar se fue poniendo al corriente de la situación, se trataba de un dragón negro conocido también como La Muerte Negra, cuyo verdadero nombre no era Bragamanta sino Voraghamanta y que parecía haber estado en tratos con lo que -por la descripción que escuchó- pareciera ser un contemplador. Dicho dragón parecía tener cierta obsesión con el titanio, un valioso material de artesanía.
El viaje continuó hasta que el grupo llegó a la entrada de una cueva medio sumergida, la cual se presuponía era la guarida de Voraghamanta. Lo que allí vieron fue harto extraño, además de la gran cantidad de cadáveres (lo cual cabía esperar), se encontró también un extraño cuerpo conservado en una especie de constructo cristalino o cualquiera que fuera el sistema, desconocido para el elfo. Además, toparon con un cofre protegido por una peligrosa trampa que resultó contener en su interior un extraño libro escrito en la lengua de los dragones. Meldibar tuvo el placer de poder echarle un vistazo, la lectura fue bastante rápida pues se trataba de una suerte de libro de inventario cuyo análisis resulta bastante mecánico para cualquiera acostumbrado a los libros ya que su estructura formal facilita enormemente la interpretación de los datos allí contenidos.
Sin embargo, el libro tenía de por sí un comportamiento curioso. No era sino hasta leída la segunda página que comenzaban a dibujarse las siguientes, un sistema que el elfo encontró fascinante, desde luego, una sutileza que revelaba el carácter místico de quien lo hubiese escrito o encantado. El contenido fue simple de procesar, en él se mencionaba un registro de cargamentos de titanio y la contabilidad de lo que, según los cálculos del elfo, eran unas 689 armas posiblemente fabricadas con titanio y en su mayoría de manufactura exótica.
La incursión en la supuesta guarida de La Muerte Negra terminó cuando un extraño temblor les alertó de lo que bien podría ser la presencia del dragón y decidieron abandonar el lugar en vez de seguir tentando a la suerte. Una vez hubieron regresado, un peculiar elfo embozado de negro, conocido como Akhilleys, encargó a Meldibar que analizase un pergamino que había encontrado en la guarida. Las investigaciones fueron rápidas, el pergamino chamuscado estaba escrito en dracónico y su contenido correspondía con un conjuro de respiración acuática que había quedado inutilizado por el fuego.
Finalmente, tras la intensa aventura en la que el elfo, quien ahora era conocido con el sobrenombre de «El Mago del Rauvin» (en honor al lugar donde se encontró la presunta guarida del dragón) por parte de algunos habitantes de la zona, se vio arrastrado nada más llegar a la villa, disfrutó de un merecido descanso en La Rosa y el Martillo.