Reuniendo información
//Sep. Ya sé que voy con retraso, y además tarde escribiendo.
La Voz del Cabildo
Seda encontró a Jarol y Alicia discutiendo en Cumbre al calor de los fuegos del Cabildo. Llegó en mitad de protestas, amenazas, y frustración, y lo que le quedó claro de aquella conversación cazada a medias era que Alicia estaba preocupada por Ascore y que Cumbre no iba a tomar ninguna acción al respecto.
Conociendo la dinámica de Cumbre, no era algo que Seda esperara tampoco, pero al menos, confiaba en conseguir de Jarol algo de información y cierta intermediación para sus asuntos… personales. La discusión que terminaba de observar era un buen pie para comenzar y, por suerte Jarol aquel día estaba hablador, y la orientó hacia el significado de las piedras que había recuperado.
Si había algo antiguo, Jarol sabría de ello, y aquellas piedras lo eran.
Jarol jugó con las piedras en las mano mientras las examinaba con curiosidad, y se explayaba con las observaciones.
—Nigromancia, evocación... esas piedras son algo así como piedras alma de golems. Hoy, un golem se construye de forma mucho más elaborada, eso simplemente es una losa de glifo que anima la materia para dar forma a... algo. Hay restos de nigromancia, así que puede que las zonas dañadas del glifo contuviesen un alma o un fragmento de alma, y si había trazas de alma, esas cosas pueden albergar consciencia e inteligencia. Se podría decir que ni es un golem, ni es del todo un no-muerto, pero no tiene los beneficios de un golem y deduzco que si las debilidades del otro. ¿Su punto débil? El de cualquier cosa que se puede destruir.
Había tenido suerte de encontrarlo locuaz, aunque intentar hablar con él de la Ciudad Divina y del Faraón de las Arenas le devolvió a las viejas costumbres de los acertijos y dobles significados burlones. No hubiera sido él sin soltar una frase frustrantemente críptica y un consejo sin demasiado sentido que acabaría teniéndolo en el momento justo en que se convertiría en una burla… pero tampoco podía quejarse, pues por una vez no había tenido que ofrecer ningún pago por la información. Además, Jarol siempre besaba bien y era difícil enfadarse con él.
“A veces no se escucha lo que se oye…”
Tendría que tener eso en cuenta, pero había cosas que le intrigaban más.
Ni un miserable recibo...
Cuarto había conseguido precipitar la situación, con el transcurso natural de los acontecimientos que Seda había advertido a Ashelia: si no era ella, otros aventureros irían a Ascore con menos intención de dialogar. Y, como era de esperar… Cuarto había sido el primero de esos “otros” y había decidido ir, le concedieran paso o no, con toda la caballería a Ascore, preocupado por rumores de que estaban intentando derribar el Muro de Sharnoss.
Cuarto, maldito Cuarto... llevaba días intentando hablar con él mientras los dos se esquivaban por los pelos.
Lo cierto es que la situación con los umbra era cada vez más tensa, la presencia de Ashelia en la villa era un peligro para cualquier acción que se quisiera llevar a cabo con Ascore y los esbirros del faraón, aunque nadie pareciera darse cuenta del riesgo, y los rumores eran preocupantes, aunque resultaba complicado creer que los umbra fueran capaces de liberar a sus más ancestrales enemigos. Algo no cuadraba en toda la situación, y por en medio estaba el Faraón de las Arenas, con unas criaturas que eran muy difíciles de matar.
Seda quería saber a qué se enfrentaba, tenía que averiguar más. Y el único sitio donde se le ocurría preguntar por magia primitiva era Argluna.

La Cámara de los Sabios era un lugar que impresionaba, con sus interminables pasillos de libros, la gran galería con las noticias principales de la región y el exhaustivo control que los sacerdotes de Deneir seguían para regular los accesos y controlar las copias de los tomos y manuscritos.
Seda se encontraba un poco descolocada entre tanto libro, pero si lo que tenía en las manos era tan antiguo… no le quedaba otra opción que recurrir a sus académicos.
Un señor con barba cana y mirada adusta la observó de arriba a abajo.
—Eehm, hola, buenos días. ¿Podría indicarme dónde se encuentra la sección de golemancia primitiva o Historia de la magia, Constructos iniciales?
—Sección 32A8, subsección 4. Planta 5.
—Y eso es… ¿dónde? —mirando la miríada de estanterías.
—Niveles privados —contestó, mirando al techo.
—Ah. Vaya. ¿Y hay posibilidad de conseguir acceso a esa información?
—Con una elaboración detallada de lo que quiere puede contratar a uno o varios de nuestros escribas para que busque lo que desea. Tendrá que elaborar una solicitud por escrito, cuanto más detallada sea el área de estudio deseado, mejor, formulario 38A. El tiempo que tarde dependerá de varios factores, aunque siempre puede contratar más escribas para su labor. La jornada de trabajo por escriba son 5000 a la hora para esa sección en concreto, y un extra por cada respuesta contestada de las que se solicite en el informe.
Seda se encontró confusa mientras le hablaban, en un escritorio, rellenando un formulario para intentar obtener alguna información útil en las 12 horas que faltaban hasta la reunión con Cuarto y con la perturbadora sensación de que la acababan de atracar.
Entregó el oro y el formulario de solicitud, que el escriba procedió rápidamente a guardar.
—Está bien. Se pondrán a trabajar de inmediato.
—Eeeh… ¿y no me vais a dar recibo?
—¿Perdón?
—No sé, no dais un recibo por la petición? Que acabo de dejar 200.000 piezas de oro a cuenta...
Salió de allí media hora después de discusión, dejando a un sacerdote indignado, el bolsillo vacío, y sin recibo. Más valía que aquello mereciera la pena, porque prefería sin duda la violencia de un grupo de bandidos semi-orcos que la institucional.
Las rutas comerciales de Alicia

Horas después, un reservado en Villanieve, un par de copas, Alicia y ella mirándose recelosas, con el hacha de guerra enterrada pero poco ánimo para tonterías.
Fue una conversación rápida: por lo que respectaba a Alicia, Ascore podía explotar. Se la soplaban los umbras hasta el infinito, pero las rutas comerciales, bloqueadas por el problema de Ascore... eso era otro cantar. Ella quería algo del desierto, pero no quería contar qué. Y mientras Ascore estuviera bloqueado, aquello no iba a llegar.
Alicia no sabía que pasaba en Ascore, pero una conclusión común llegaron a sacar: si algo estaba derribando el Muro era difícil que fueran los mismos que lo llevaban protegiendo tanto tiempo aunque se decía que un grupo había salido de allí diciendo que el muro se estaba rompiendo. Y las cosas, cada vez más, comenzaban a oler mal.
Ninguna de las dos sacó el hacha de guerra aquella noche. No se llevaban bien, no habían tenido buenos comienzos, pero por una vez la situación las podía llevar a colaborar, aunque aquello implicara a los jodidos zhents.
Así que ya sólo quedaba esperar.
