Publicado: Lun Ago 13, 2007 3:53 am
------Por qué Sèvel es un capullo? facil! leed lo siguiente!
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Arropado en una fina capa de lino, Sèvel agradeció la húmeda atmósfera del este de Cormanzhor. Según sus cálculos faltaba poco para alcanzar las fronteras del Lago de Sembercina.
Miró hacia abajo, a los sacos que estaban perfectamente atados sobre la yegua, asegurándose de que siguieran alli.
Su aspecto era el de un elfo sencillo, quizá un comerciante, siguiendo la gruta a caballo desde Sembia hacia el bosque. Nada, ni en su aspecto ni en su indumentaria podía revelar que lo que el elfo transportaba era nada más y nada menos que una de las reliquias más importantes de Tel Qassir.
Cuando unas horas más tarde se había bien internado en el bosque, Sèvel hizo parar a la yegua y bajó al suelo, conminándola mentalmente a que se acercara a beber a un arroyo. Esperó. Estaban alli, nada los revelaba, todo estaba en calma, pero los Guardianes de Cormanzhor siempre vigilaban.
Se cruzó de brazos y ni un chasquido de una pequeña rama delató al elfo que, de repente, apareció a su lado.
- Dulce agua, leve risa, os abrazamos en amistad si en vuestro ánimo no existe motivo para querer dañar a los elfos de Sembercina. - El elfo del bosque, vestido con ropas pardas y una capa élfica de tonos verdes sonreia amable a Sèvel, con las palmas de las manos hacia arriba, en señal de amistad. El elfo de la Maraña sonrió abiertamente al escuchar un saludo tan formal e inequívocamente élfico. Se retiró la capucha y mostró las palmas de las manos.
- Dulce agua, leve risa a los elfos de Sembercina, mieles y bendiciones, que Labelas Enoret recuerde este dia y que Corelion Larezhan reparta canciones... Os traigo un regalo, de parte de Rowan BrisaFresca, quien desde Arvandor a buen seguro nos estará mirando.
El Guardian abrió los ojos, comprendiendo las agridulces palabras de Sèvel.
- Debo entender, que Rowan dio su vida por lo que traeis y entiendo que hoy por fin las bendiciones de los Seldarine han vuelto a Sembercina. Os escoltaremos ante los Ancianos.- Alzó el brazo mirando a los árboles y una decena de elfos, vestidos de igual modo, aparecieron para acompañar a Sèvel y la Coraza de los Seldarine a casa.
---- [ mientras tanto, en los picos de las tormentas, en Cormyr] -----
La sacerdotisa de Bane golpeó a la elfa con su maza de armas. Arundriel escupio sangre y un par de dientes a un lado, casi sin respiración. Intentó desatar sus manos de nuevo, en vano y para variar forcejeó con los dos esbirros que la sujetaban, sin éxito.
- Por última vez, antes de que pierda la poca paciencia que me queda, Dama Arundriel....¿Dónde esta la armadura? - Se retiró la capa de la armadura negra con motivos verdes y acarició el símbolo de su dios, mirando a la paladina con furia no exenta de placer.
Arundriel se irguió una vez más con esfuerzo. Le habian despojado de su armadura, su espada y su escudo. Vestida sólamente con la túnica liviana de la bajo armadura habia sido azotada, acuchillada y golpeada mientras tenía que escuchar amenazas sobre la supremacía de Bane.
- Una vez más, os digo que es inútil, no lo sé. - Clavó la mirada con el único ojo con que podía hacerlo, pues el otro estaba totalmente cerrado de un golpe de maza. Para mayor rabia de la Baenita, aquella mujer aún no había sido despojada de su autoridad, aún torturada, Arundriel seguía siendo una fiel servidora de Tyr y su aura no había sido mancillada. No sentía el delicioso miedo que a Bane tanto le satisfacía. Le rompería la espalda para que no pudiera desafiarla, pensó.
- ¿Dónde esta ese elfo de Cormanzhor que siempre te acompaña? ¿El tiene la armadura, verdad? - Hizo un gesto a uno de sus esbirros, que clavó la punta de una daga en la cintura de Arundriel. La elfa gritó y se revolvió inutilmente. Bajó la cabeza y de repente, se la escuchó reir.
- A estas horas, la armadura ya estará en poder de los elfos de Sembercina, lejos de tus manos... y su portador bajo la proteccion de los suyos en Cormanzhor.- El placer de ver la absoluta rabia e impotencia en la sacerdotisa de Bane hizo que Arundriel estallara en carcajadas hasta que una tos sanguinolenta no la dejara seguir.
La sacerdotisa empezó a golpear ciega de ira a la paladina hasta que el ímpetu hizo que sus portadores la tiraran al suelo, después la golpeó hasa faltarle la respiración. Cuando Arundriel no era más que sangre y carne que respiraba con dificultad, la baenita tomo aire y miró a los suyos.
- Matadla de la forma más imaginativa que podais, pero rápido, quizá vengan compañeros suyos.- Miró los cadáveres de la escolta de Arundriel y al resto de sus servidores. - Cuando esté muerta, recoged los cuerpos, dejad sólo sus armaduras y armas, las espadas clavadas en la tierra sobre su sangre. Llevad esa escoria a las simas de Karak y que las arañas den cuenta de ellos. Gloria a Bein y que nos teman...- Miró de reojo a la paladina.- Por que esto aún no ha acabado para mí, pero pena, para tí sí.
Dias más tarde, un grupo de exploradores de la milicia cormiriana encontró un círculo de sangre seca en la hierba, en una hondonada de los picos de las tormentas, al noroeste de Suzail.
Apostados alrededor del círculo estaban las armaduras destrozadas de los seridores de Tyr, llenas de símbolos de Bane. Sus espadas clavadas en la tierra y quebradas, salvo una: La espada sagrada de la dama Arundriel NocheDeEstrellas, la Mano de Justicia, que sostenía su destrozada armadura. Con horror vieron, que en el pomo de la espada que no había podido sucumbir, estaba clavada una mano.
Había sido cercenada y puesta alli como un símbolo inequívoco, un puño de Bane.

Arropado en una fina capa de lino, Sèvel agradeció la húmeda atmósfera del este de Cormanzhor. Según sus cálculos faltaba poco para alcanzar las fronteras del Lago de Sembercina.
Miró hacia abajo, a los sacos que estaban perfectamente atados sobre la yegua, asegurándose de que siguieran alli.
Su aspecto era el de un elfo sencillo, quizá un comerciante, siguiendo la gruta a caballo desde Sembia hacia el bosque. Nada, ni en su aspecto ni en su indumentaria podía revelar que lo que el elfo transportaba era nada más y nada menos que una de las reliquias más importantes de Tel Qassir.
Cuando unas horas más tarde se había bien internado en el bosque, Sèvel hizo parar a la yegua y bajó al suelo, conminándola mentalmente a que se acercara a beber a un arroyo. Esperó. Estaban alli, nada los revelaba, todo estaba en calma, pero los Guardianes de Cormanzhor siempre vigilaban.
Se cruzó de brazos y ni un chasquido de una pequeña rama delató al elfo que, de repente, apareció a su lado.
- Dulce agua, leve risa, os abrazamos en amistad si en vuestro ánimo no existe motivo para querer dañar a los elfos de Sembercina. - El elfo del bosque, vestido con ropas pardas y una capa élfica de tonos verdes sonreia amable a Sèvel, con las palmas de las manos hacia arriba, en señal de amistad. El elfo de la Maraña sonrió abiertamente al escuchar un saludo tan formal e inequívocamente élfico. Se retiró la capucha y mostró las palmas de las manos.
- Dulce agua, leve risa a los elfos de Sembercina, mieles y bendiciones, que Labelas Enoret recuerde este dia y que Corelion Larezhan reparta canciones... Os traigo un regalo, de parte de Rowan BrisaFresca, quien desde Arvandor a buen seguro nos estará mirando.
El Guardian abrió los ojos, comprendiendo las agridulces palabras de Sèvel.
- Debo entender, que Rowan dio su vida por lo que traeis y entiendo que hoy por fin las bendiciones de los Seldarine han vuelto a Sembercina. Os escoltaremos ante los Ancianos.- Alzó el brazo mirando a los árboles y una decena de elfos, vestidos de igual modo, aparecieron para acompañar a Sèvel y la Coraza de los Seldarine a casa.
---- [ mientras tanto, en los picos de las tormentas, en Cormyr] -----
La sacerdotisa de Bane golpeó a la elfa con su maza de armas. Arundriel escupio sangre y un par de dientes a un lado, casi sin respiración. Intentó desatar sus manos de nuevo, en vano y para variar forcejeó con los dos esbirros que la sujetaban, sin éxito.
- Por última vez, antes de que pierda la poca paciencia que me queda, Dama Arundriel....¿Dónde esta la armadura? - Se retiró la capa de la armadura negra con motivos verdes y acarició el símbolo de su dios, mirando a la paladina con furia no exenta de placer.
Arundriel se irguió una vez más con esfuerzo. Le habian despojado de su armadura, su espada y su escudo. Vestida sólamente con la túnica liviana de la bajo armadura habia sido azotada, acuchillada y golpeada mientras tenía que escuchar amenazas sobre la supremacía de Bane.
- Una vez más, os digo que es inútil, no lo sé. - Clavó la mirada con el único ojo con que podía hacerlo, pues el otro estaba totalmente cerrado de un golpe de maza. Para mayor rabia de la Baenita, aquella mujer aún no había sido despojada de su autoridad, aún torturada, Arundriel seguía siendo una fiel servidora de Tyr y su aura no había sido mancillada. No sentía el delicioso miedo que a Bane tanto le satisfacía. Le rompería la espalda para que no pudiera desafiarla, pensó.
- ¿Dónde esta ese elfo de Cormanzhor que siempre te acompaña? ¿El tiene la armadura, verdad? - Hizo un gesto a uno de sus esbirros, que clavó la punta de una daga en la cintura de Arundriel. La elfa gritó y se revolvió inutilmente. Bajó la cabeza y de repente, se la escuchó reir.
- A estas horas, la armadura ya estará en poder de los elfos de Sembercina, lejos de tus manos... y su portador bajo la proteccion de los suyos en Cormanzhor.- El placer de ver la absoluta rabia e impotencia en la sacerdotisa de Bane hizo que Arundriel estallara en carcajadas hasta que una tos sanguinolenta no la dejara seguir.
La sacerdotisa empezó a golpear ciega de ira a la paladina hasta que el ímpetu hizo que sus portadores la tiraran al suelo, después la golpeó hasa faltarle la respiración. Cuando Arundriel no era más que sangre y carne que respiraba con dificultad, la baenita tomo aire y miró a los suyos.
- Matadla de la forma más imaginativa que podais, pero rápido, quizá vengan compañeros suyos.- Miró los cadáveres de la escolta de Arundriel y al resto de sus servidores. - Cuando esté muerta, recoged los cuerpos, dejad sólo sus armaduras y armas, las espadas clavadas en la tierra sobre su sangre. Llevad esa escoria a las simas de Karak y que las arañas den cuenta de ellos. Gloria a Bein y que nos teman...- Miró de reojo a la paladina.- Por que esto aún no ha acabado para mí, pero pena, para tí sí.
Dias más tarde, un grupo de exploradores de la milicia cormiriana encontró un círculo de sangre seca en la hierba, en una hondonada de los picos de las tormentas, al noroeste de Suzail.
Apostados alrededor del círculo estaban las armaduras destrozadas de los seridores de Tyr, llenas de símbolos de Bane. Sus espadas clavadas en la tierra y quebradas, salvo una: La espada sagrada de la dama Arundriel NocheDeEstrellas, la Mano de Justicia, que sostenía su destrozada armadura. Con horror vieron, que en el pomo de la espada que no había podido sucumbir, estaba clavada una mano.
Había sido cercenada y puesta alli como un símbolo inequívoco, un puño de Bane.