No tengas prisa por terminar el verso, me decías después de cada beso; si de cada palabra de amor nace una nueva historia, que nos eleva de la pasión a la gloria, seremos eternos con cada palabra que nazca de tus labios desde el corazón, pues esta vida es la sinrazón del alma, que ansIa ser amada sin encontrar jamás la calma: Entre tormentos de mentiras y angustias sin palabras, quizás sólo la muerte nos salve de la vida. ¿No temes a tu suerte, mi amor? En el final veremos todas nuestras razones y errores, cada falsa palabra y cada verdad vedada; porque amamos para siempre sólo durante un tiempo, luego todo desaparece: no era cierto sinó un sueño que nos dio vida durante un momento, un instante latente en la mente que recuerda de modo constante para no tornase demente ¿No me amas acaso por mi bello cuerpo, hermoso y esbelto? ¿No son las miradas que te otorgan reconocimiento cuando paseas de mi mano? ¿No será ese tu sustento? Renegar de mi cobro me pondría en grave aprieto, pero aceptaré por hoy tu amuleto: Ver que tienes uno gemelo me hace pensar ¿Y si pudiéramos sentir al otro en cualquier momento? Puedes encantarlo con tu magia arcana como cuando me susurras al oIdo los placeres en la cama, así no tendremos que volver a vernos: Nos sentiremos estemos donde estemos, pero viviremos muriendo del mismo modo en que estamos soportando este tormento, pues ni siquiera estando uno frente al otro nos vemos; el amor nos ha sido vedado por no buscarlo en el lugar adecuado... ¿Quién nos salvará de nuestro pecado?
Quizás sólo hayamos complicado la poesía, te dije tras una última caricia; añadiendo versos equivocados por temor a no ser amados, no hemos mentido si procuramos corregir nuestro destino ¿Pero querrás entrelazarlo con el mío? No es sabio soportar el amor sobre precios de amuletos, ni siquiera sobre el recuerdo de instantes ya muertos. ¿Me quieres por lo que te hago sentir en este sinvivir? ¿Son mis palabras sutiles que esconden el veneno de tus artes viles? Dejar esto donde está es lo apropiado, y aunque no voy a negarte el pago que reclamas te prevengo de usarlo por todo aquello que amas, pues dos almas que se quieren buscan siempre comprenderse: en los tormentos, el placer y la muerte se mantienen cercanas; y aunque los tiempos puedan separarlas definitivamente mantienen siempre las esperanzas de encontrar sus mútuos versos algún día, más allá de los sueños tormentosos de esta vida dolorida; porque el amor de un instante puede ser para siempre, aunque quede en una deuda pendiente que jamás pueda saldarse de un modo convincente. Quisiera creer que nos hemos pagado ya mútuamente y que podremos dejar atrás el instante presente, sin dolor consciente que nos arrastre al desastre. Quizás puedas aceptarlo regalado y no como pago, y aunque espero que no sea algo equivocado, puedo susurrarle que te amo para que entiendas lo que yo siento en ese momento, con tu consentimiento; por supuesto puedes hacer lo mismo desde tu lado. Yo te pregunto no obstante ¿No son mejores en ciertos amores las palabras silenciadas, relegadas al ocaso del fracaso, que esperan sin embargo renacer tras el siguiente amanecer?
Al final el tiempo habló desde su lento lamento, arrastrando con el viento todo lo que siempre ha sido cierto. En cuanto a mi estamento escogí el silencio, renegando de cada momento que procuraste entrar a mi aposento a través de pretensiones insensatas, que trataban de colarse como ratas entre las grietas de mis palabras; siempre después de cada cliente añorando de mi temple complaciente un deseo de volver a verte. Pero alejaste con ese desgaste todo afecto de mi corazón, razón y mente, dejando un alma inerte, incapaz de llamarse poeta; convertido en un asceta en busca de la muerte, de toda suerte clemente, mas no decente; pues es uno consciente que ni se añora ni se pretende, sin llamarse o forzarse, llega siempre a una hora consecuente. Es difícil sin embargo aguantar a menudo la espera, nadando entre licores que se atragantan entre los ardores de rencores renacidos, amores desgastados y pasiones mermadas. Quedan sólo intenciones forzadas, dadas a las verdades ilusorias, mentiras miserables con nefastas pretensiones. Toda salida se vuelve tentanción: una daga en el corazón, un vuelo desde el balcón o la posible muerte indolente del loto negro mezclado con aceite y un trago de aguardiente: probablemente un sueño dulce que dure eternamente. Pero a veces la eternidad es sólo un instante, el suficiente para despertar agonizante dentro de un féretro; entre los ecos sordos de las paredes de una caja enterrada, gritos desesperados dirigidos a la nada pronunciando con cada inútil palabra la futil perorata previa al último estertor, interrumpiendo con terror el silencio en ese estrecho vacío inmenso, propenso al descenso y a una última tentación, pues mantuve el amuleto sujeto junto al corazón en todo momento comprendiendo finalmente que el amor es para siempre o no es cierto y sin embargo ¿Cómo evitar desde la tumba permitirte mi sentir sin comprometer mi palabra disfrazada de omisión? Pedí en mi interior tu perdón, antes de decir sin aire que te amé; pues respirar incluso a tientas era ya era imposible en el ataúd, como un laúd sin cuerdas pretendiendo una melodía plausible. Así la magia surtió su efecto de modo perfecto con un estruendoso silencio, pero esperando desde el otro lado tu consentimiento no llegó palabra alguna pues lanzaste el amuleto a la basura con tu último cliente. Sin correspondencia tras tu acto indecente el sortilegio buscó la presencia de la otra parte, transportándome a mi al vertedero para preguntarme sin elogio ¿No pagaste a una prostituta con tu amor verdadero? Desde entonces en mi tumba vacía yace un sólo amuleto mientras canto al viento la historia de una poesía sin dueño que me salvó la vida enterrando un sueño, cuyo verso me hace andar aún cuando ya he muerto por dentro.
//Se dice que esta poesía maldita separa a todos los amantes que la escuchan, a menos que su amor sea tan certero como la muerte. También enseña a no mezclar poesía y magia, los negocios con el amor o la realidad con la fantasía. Y con esto concluye la historia de un bardo cuyo nombre ya nadie
recuerda.