El trato... (por Aluriel y Richard)

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Lerdopatan
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Lerdopatan »

// Ya me he zampao toda la historia :) ¡gran relato, los dos! da gusto leeros.
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Zborze
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Zborze »

Traición.

¿Habría Aluriel acabado con Edharae? No lo creo.Esbocé levemente mi característica sonrisa.

Sentado frente a la chimenea observaría pasar otro día más, otro día gris. Pero antes de que el sol volviese a aparecer, resonó la puerta con firmeza, alguien estaba llamando.

La puerta se abrió y tras ella, una silueta bien definida.

- Vaya, tan puntual cómo siempre.

- Déjate de estupideces Richard, tenemos que hablar.

- Pasa, ve al salón y ponte cómoda.Mis palabras parecieron ser molestas, su gesto así lo decía.

Entró como un huracán, seria y firme como nunca la había observado antes. Me encaminé hacía mi preciado sofá, dónde descansaba antes. Aluriel, haría lo mismo en el adyacente.

- Creo que tienes algo que contarme.

- ¿Por qué? ¿Debería?

- No estaba, Richard, Edharae no estaba y parece que lo sabían. En cambio… Uno de los allí presentes insinuó algo sobre ti. Hay algo que sabes y que ocultas. Su voz sonaba serena pero a la vez furiosa, pausada pero firme a su vez.

- Bien, Aluriel… Si es eso lo que quieres… - Me levanté con tranquilidad del asiento.

La conversación comenzó. Sólo conocería lo que yo quisiese que supiera. Al continuar con la charla, Aluriel se levantó cansada o furiosa al escuchar esas palabras salir de mi boca. – Edharae ha estado aquí, hablando conmigo.

- Ya me lo advirtieron y no hice caso… ¡Maldito bastardo, no eres mejor que ellos!¡Eres miserable! me miró decepcionadaY yo que había decidido confiar en ti…

De espaldas a ella, dejaría que se desahogase, que soltase todas aquellas pestes por la boca. Pero no, no debió hacer eso.

- ¡Mírame Richard! ¿O acaso también eres un cobarde?Su mano tocó mi hombro intentando hacerme girar.

Sólo un codazo fue suficiente para vaciar sus pulmones, un golpe seco en la nuca bastaría para dejarla inconsciente.

- Supongo que no te lo esperabas… - La levanté del suelo y eché sobre el hombro.

Ahora queda llevarla hasta él, pero no podría salir de allí con todos esos malditos guardias y asquerosos fisgones. La cosa era sencilla, usar el Shóndakul para salir de allí y partir hasta Edharae desde otro lugar. No sería la primera vez en hacerlo.

Por suerte, no me crucé con nadie. Quién iba a decir que tan sólo valdría con esquivar los caminos, de todos modos, tenía alguna treta preparada, por si acaso.

Encontrar el lugar no fue costoso. Proseguí por el camino que bordea Khelb hasta llegar allí, me estaban esperando. Edharae y sus vasallos, él sonrió al verme.

- Creí que no vendrías.Me detuve en medio de todos, desafiante como siempre.

- Cállate y dime dónde la dejo.

- Entra y déjala en la celda, mis chicos se ocuparán del resto.


Con una mirada, hice saber que entraría, si ellos se apartasen o no, eso daba igual. Todos se apartaron, por miedo de saber que les pasó a sus camaradas o por estar Edharae presente, para mí era indiferente.

La dejé en la celda y la despojaron de todo su equipo, no le di importancia, ya no era asunto mío. Di media vuelta y me dirigí hasta la salida, Edharae esperaba allí.

- Bien Richard, un trato es un trato… Pronto contactaré contigo y tendrás tu premio y quién sabe, quizá hagamos más tratos.Una carcajada resonó en aquel lugar, demasiado fuerte para una sola persona.

Busqué con la mirada y allí lo pude ver, ésos ojos dorados observándome. Entorné levemente los ojos para intentar reconocerlo. Su rostro se fue dibujando poco a poco, mostrándose en la oscuridad. Ilthür, Ilthür el asesino. Antiguo compañero de mi padre y asesino de mi madre. Allí estaba él, sonriente, cómo si me reconociera.

Di media vuelta y volví a adentrarme dónde tenían a Aluriel enjaulada, Edharae preguntó.


- ¿Dónde vas Richard?Algo extrañado.

- He dejado algo dentro… - Edharae asentiría con la cabeza sin más.

Antes de llegar a la sala dónde estaba Aluriel, pude cruzarme con uno de los lacayos. Por lo que deduje, guardaba el equipo de la elfa, ése arco era inconfundible, tanto casi como el Walaanela Ycanes del Elfo Salvaje.

Me agaché y cogí el arco.

- ¿Qué haces? Edharae ha dado orden de que nadie toque eso.

Recuperé la posición y tapándole la boca con mi mano izquierda, la derecha desenfundaría una de las Gemelas para ensartarle completamente. Susurré - Edharae acabará como tú… Dejé caer el cuerpo y después de limpiar el arma en su ropa recogería el resto del equipo.

Ella aún estaba en la celda, inconsciente. Forcé la cerradura y tiré su equipo a sus pies, excepto el arco. Abrió los ojos sorprendida, tardaría un rato en ubicarse.

- Ponte en pié, y acaba lo que hemos empezado. Le lancé el arco para observar si había recuperado los reflejos.

- Y ahora… ¿A qué viene esto Richard?Sujetó su arma de una sutil manera, como solo un arquero arcano sabría hacer.

- No lo hago por ti, Aluriel.


- Pues si existe una próxima vez, evita la demostración de virilidad.Comentó acariciándose el abdomen.

- ¿Acaso hubieras aceptado si te lo hubiera comentado? No esperes que te lo pida por favor.

- Claro queda… No confías en nadie.

- Deja de lloriquearme y levántate. Ya tienes la situación a tu favor, ahora saldremos ganando los dos. Vamos, es hora de matarlos a todos.Sonreí sádico.



Ambos salieron de la habitación, para dar el siguiente paso… el último.
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Torzai

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Torzai »

Una treta audaz la ultima xD (creia que en cosas asi no podia comentarse ya que era on rol xD pero dado el post de Khay.. comento) Estuvo hasta ahora muy chulo todo ^^ Felicidades a ambos xD
Trovador
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Trovador »

Llevo siguiendo esta historia un tiempo y me encanta, de lo mejor en este apartado sin lugar a dudas.
Zborze
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Zborze »

La caída


Me enfundé los estoques, me colgué el arco y le lancé la peor mirada que jamás hubiese sido capaz de expresar. Él, frío y retorcido, absorbió esa mirada haciéndola suya. El silencio se apoderó de ambos mientras los ojos decían lo que los labios no debían expresar. Por mucho que me doliese, no éramos enemigos, ahora no. Ahora éramos aliados.

Las explicaciones ya vendrían después.

Salimos de la celda y recorrimos los pasillos a oscuras. Le escuché murmurar algo que no llegué a entender y después se enfiló con decisión hacia la oscuridad. Richard sabía moverse como si él mismo hubiese construido aquel lugar, yo me mantuve firme a su lado intentando no tropezar. Mis ojos de elfa me ayudaban en la penumbra, pero aún así estaba demasiado oscuro.

Caminé con firmeza y decisión, cómo siempre. Pero algo en mí aceleraba el paso, como si estuviese ansioso por finalizar aquello. Las Gemelas parecían querer desenvainarse solas, cómo si palpitaran en mi espalda, sedientas de sangre. Un leve vistazo hacia atrás de reojo confirmó mis pensamientos, todo era mi imaginación. Quizá fuese yo quién deseaba teñir las paredes de ese color tan bello.
Antes de volver la vista hacia delante, pude observar como Aluriel también estaba impaciente.


Noté la tensión en sus manos, ambos estábamos nerviosos, no lo podíamos ocultar aunque así lo deseábamos. Mi corazón latía con fuerza y en aquel momento solo pude pensar en Connor. Le había prometido que le avisaría cuando partiese, pero claro, no había predicho que Richard me traicionaría de una forma tan extraña… ¿Me había traicionado realmente o había hecho como que lo hacía? ¿Había engañado él a Edharae? Desvié la mirada hacia sus armas, las Gemelas descansaban en su espalda, seguramente deseosas de combatir.
Su espera no tardaría demasiado, el final del pasillo comenzó a divisarse y la luz hizo más sencillo avanzar.

Richard sonrió.

Avanzamos hasta el final del pasillo, dejando que la luz fuera dilatando poco a poco nuestras pupilas. Entramos en la sala y nos detuvimos observándola. Retiré mi gabardina levemente y reposé mi mano sobre la empuñadura del arma situada en el cinturón, mirando alrededor.
Pude observar como Aluriel había descolgado su arco y apuntaba hacía la puerta contraria a nuestra posición, con el arco completamente en tensión. Al ver la situación, me retiré levemente y esbozando media sonrisa hice resonar el cuero de la gabardina cruzándome de brazos.


Una flecha bufó en el silencio de la sala, mis ojos no fueron capaces de ver el impacto, la velocidad del proyectil fue inmensa. Un cuerpo yacía en el suelo inerte con una bonita decoración en su cabeza.
Aluriel mencionó.


-Continuemos.

Negué levemente con la cabeza y registré el cuerpo. Recuperando la posición, le mostraría una nota, creo que pudo deducirlo sola.

Le quité el papel de las manos y entrecerré los ojos leyendo. Al parecer el pobre desgraciado solo era un mensajero. "Mi señor no responderá de nuevo ante vuestro clero, arded en el abismo mientras las sombras os envuelven".
Muy sharita, sin duda.
Entonces era cierto, Edharae había formado su propia banda de repudiados, sanguijuelas que se arrastraban en silencio por las sombras más traicioneras.
Cabeceé hacia la salida, si estaba en algún lugar, sería fuera. Seguían creyendo que estaba presa y, por alguna razón Richard seguía vivo. Eso sí era algo que no comprendía, algún trato estúpido habría sido el causante. Eso, o Edharae pensaba utilizarlo para sus planes.

- No es nada que deba importarnos. Salgamos de aquí - él alzó una ceja, sin duda mi tono firme no le había gustado, pero no era el momento de discutir la cadena de mando.

Si algo estaba claro, era que Edharae moriría y Aluriel estaba decidida a ser ella quien lo hiciera. Al verla tan convencida, dejé que fuera delante, sin el más mínimo interés.
Justo al atravesar la puerta, una estocada atravesó el aire haciendo resonar un zumbido. Antes de que llegara a su objetivo el arma cayó al suelo junto con el miembro que lo sujetaba. Ante la amputación un chorro de sangre salpicó el rostro de la arquera. No pude evitar sonreír, pero enfundaría de nuevo el arma y dejaría que terminara el trabajo.


- ¿Seguro que quieres seguir delante?

Le vi sonreír por el rabillo del ojo y me limité a mirarle mientras el líquido carmesí goteaba desde el ojo hasta mi barbilla. Sin mediar palabra desenfundé a “Tormenta”, mi recién adquirido estoque, y, agachándome y girando sobre los talones, le atravesé el estómago al pobre desgraciado que gemía dolorido sujetándose el muñón que Richard le había dejado de recuerdo.
Por suerte para él, no recordaría nada más.
Me incorporé y limpié mi cara como pude, sin poder evitar que el sabor metálico llegase a mis sentidos.

- Está bien, ves delante, pero se acabaron los juegos.

Salimos de la sala, evitando el cadáver mutilado. Proseguimos por el pasillo y me detuve en seco.
- ¿Qué pasa ahora Richard? - Su voz aún sonaba molesta.
Sólo con un gesto le hice saber que había trampas entorpeciendo nuestro camino.


¿Santa Selune, pero en qué clase de antro nos había metido este sacerdote loco?

- Pues... Parece obvio que saben que estamos saliendo juntos.

Un toque gracioso en medio de tanta tensión. Desenfundé las Gemelas y corté varios mecanismos de activación, dejándolas inservibles.

- Podemos proseguir.

Sin duda era habilidoso, tenía tanta maña en eliminar inconvenientes como en sacarme de quicio. Caminamos decididos y atravesamos con cautela la puerta.
El frío del exterior me golpeó la cara y sentí mi piel ponerse de carne de gallina. Quizá las caras de sorpresa de los que allí estaban fueran más curiosas que nuestra incredulidad al ver tan solo a cuatro guardianes. O Edharae era muy tonto o muy ingenuo.
Richard fue como una exhalación, se lanzó contra los cuatro con las Gemelas desenvainadas. Pude ver su sonrisa de placer antes de que su figura quedase difuminada por la velocidad.
Yo tensé el arco y apunté con toda la precisión de la que era capaz, es decir, mortal.

Teníamos el factor sorpresa a nuestro favor e iba a hacer un buen uso de él. Mantuve el ritmo en la carrera y seguí corriendo hasta llegar a un carromato que había, ayudándome de el para saltar y caer entre medias de dos de ellos, ensartándolos a ambos con las Gemelas y haciéndolas girar en su pecho. Al reincorporarme, noté una ligera brisa que me arropaba y hacía ondear mi gabardina, los proyectiles que Aluriel había disparado habían pasado realmente cerca de mí.


Varios más salieron de entre la espesura, distinguí cinco figuras pero no me paré a observarlas. Disparé una y otra flecha mientras veía como la sangre saltaba tras certeros golpes por parte del veterano guerrero. Todo sucedió muy deprisa. Clavé mi último disparo justo en la garganta de un enemigo que iba a atacar por la espalda a Richard. Él se giró justo cuando la flecha desgarraba la carne, y esta vez fue mi ataque el que lo manchó de sangre. La sangre resbalaba por su gabardina, pero eso a él, no parecía importarle.
El último cuerpo cayó inerte a sus pies y me dedicó una fría, aunque complacida, mirada.

No hubo tiempo para mucho más, sentí un fuerte golpe en mi cara y un cuerpo que se abalanzaba contra mí usando todo su peso. Mi vista se volvió borrosa por la sangre que ahora manaba de mí, pero entre la nieblilla emborronada pude distinguir dos destellos dorados que me miraron macabros.

Pude observar como Aluriel caía al suelo, e Ilthür sacaba una daga envenenada. Si quería acercarme sin alertarle, tenía que ser más inteligente que él. Sólo un ligero roce con el pulgar activó uno de los anillos volviéndome invisible.
Mis pesados pasos le hicieron volver la vista atrás, pero ya era demasiado tarde. Sólo un puñetazo me bastó para partirle la nariz y derribarle a un lado.


- ¿Nunca te han dicho que no te comas el postre antes que el plato fuerte? Bien... Pues yo soy ese platoesbocé esa sonrisa que bien sabía me caracterizaba.

Escuché el crujir de su nariz y por primera vez no sentí lástima por alguien. Richard se acercó a su oponente y fue entonces cuando le vi. De pie al fondo de aquel solar, serio y sombrío, tal y como un sacerdote sharita debía ser.
Sonrió muy levemente, pero esta vez por satisfacción, y en sus ojos pude ver lo mismo que reflejaban los míos. El último paso en nuestra larga y condenada relación, la absoluta certeza de que hoy, uno de los dos, moriría.

No sé porqué, pero algo me decía que Ilthür no estaría solo, si en algo le conocía era porque nunca iba solo. Al observar a Aluriel mirar en la lejanía, lo cercioré.
Sujeté ambas armas con una mano y extendí la libre hacía ella, ayudándola a incorporarse de nuevo.


- Es hora de terminar EL TRATO, no me gusta que se alarguen demasiado las cosas - apostillé con una sutil sonrisa en mi rostro - No me desilusiones, pequeña Guardiana. Haz que Göyth se sienta orgulloso de su mejor aprendiz.

Me adelanté y tensé el arco apuntándole. Él no se movió ni hizo ademan de desenfundar sus armas. Tan solo se quedo ahí, quieto, observándome. Tras de mí escuché el comienzo de lo que sería la propia batalla de Richard y sentí que podía olvidarme de él. No necesitaría mi ayuda.

Adelanté un pie, entrecerré los ojos y disparé, fallando a posta, haciendo surcar el aire a una flecha que rozaría la mejilla del humano eterno, casi en un insulto sin pronunciar.
Eso fue suficiente provocación para que desapareciera en las sombras. Cerré los ojos y anulé el sonido de la otra batalla, agudizando todos mis sentidos para encontrarle. Y allí estaba, justo a mi lado en el preciso instante en el que apareció. Me agaché y le golpeé en la boca del estómago con el extremo del arco, pero no retrocedió. Me golpeó en la cara y me lanzó al suelo, pero rodé sobre mí misma, me incorporé hincando una rodilla en el suelo y disparé otra flecha que se clavó en su hombro.

Sonreí, por primera vez desde que le conocía sabía que no habría interrupción. Eso, por alguna razón, hizo nuestro baile más emocionante.

Lancé una de las armas al aire, cogiéndola con firmeza con la mano que tenía libre preparándome para el combate. Él, haría crujir de nuevo su nariz, en un intento fallido de colocársela.

- Levántate. Sólo conseguirás...

Antes de terminar la frase y la última gota de su sangre cayera al suelo, rodó con agilidad e impactó su mano contra mi estómago, haciéndome retroceder un par de pasos.
Tanto tiempo esperando éste momento, tantos años trascurridos buscando al ser que robó la vida de la persona que a mí me la había dado. Tantos años entrenando y perfeccionando el manejo de mis armas en aquel sórdido lugar… y ahora escasos centímetros separan a mi objetivo de mis manos.


Antaño, tuve corazón, pero tantos años en La Marca lo fueron pudriendo poco a poco, y eso, hizo que no tuviese compasión.

Hice un giro en el aire con ambas armas, preparándome para un combate mortal. Él o yo. Junté las armas haciendo resonar su afilado filo. Dando por empezado el combate, arremetí contra él.


Mis flechas fueron terminándose una a una. Mis disparos rara vez le alcanzaban, aunque algunos sí lo hacían, con su consecuente sorpresa. Su espada rozó mi cuerpo en un par de ocasiones, pero me mantuve firme, siempre firme. Solo una vez le había dado el lujo de gritar y no iba a repetirse.

Cuando quise darme cuenta, en mi carcaj solo quedaba una flecha. Aquella pequeña rama ennegrecida que portaba la mismísima muerte con ella. Una flecha solo destinada para él, desde el principio, incluso cuando aún no la tenía. Incluso cuando no nos conocíamos.
La extraje y la tensé decidida. Le miré, consciente de que ese sería mi último disparo.

El asesino esquivaba mis embestidas con gran agilidad, tan sólo conseguí herirle levemente tras desgarrar sus ropas en una de mis abatidas. Eso era demasiado poco para lo que deseaba hacerle. Pude contemplar como Edharae estaba muy cercano a nosotros, con tanto movimiento habíamos llegado a su altura.
Pero ésa no era mi guerra, ahora no. Ilthür sería el primero.


Edharae les miró un segundo. Ese fue mi momento. Disparé.
La flecha negra surcó el cielo como una sombra mortífera, rompiendo el mismo aire tan solo con su presencia. Edharae miró al frente en ese instante y la vio.
Nunca hubiese creído que pudiera ser tan rápido, quizá el favor de Shar le otorgaba mucho más que longevidad. Giró con una elegancia envidiable golpeando al chico de ojos dorados en el pecho, tumbándolo tras chocar con Richard. El avezado guerrero se desequilibró y, por algún extraño deseo de algún dios macabro, se puso en la trayectoria del proyectil.
Yo grité su nombre... pero era tarde...
La flecha... mi flecha... se incrustó en el antebrazo de Richard.

Noté como algo se incrustaba en mi antebrazo izquierdo, obligándome a soltar el arma. Una herida más junto aquellas cicatrices... Aquellos respectivos cortes. Poco a poco la piel de mi brazo se ennegrecía y mis fuerzas flaqueaban, haciéndome caer de rodillas. Retuve la caída clavando en el suelo a la solitaria Gemela, pero ya no tenía suficiente fuerza para mantenerme... Poco después, noté el frío suelo en mi pecho.
Última edición por Zborze el Vie Oct 08, 2010 6:57 pm, editado 1 vez en total.
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Keira84

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Keira84 »

Muerte

El tiempo se volvió lento y pesado, vi caer su cuerpo como un árbol, desplomándose a cámara lenta para caer en un sonido desprovisto de cualquier cosa. Mi último ataque, mi baza mejor guardada, utilizada contra aquel que por un lado me había ayudado… aunque también me había traicionado.
Le miré tumbado bocabajo, inmóvil…
Imposible…

Me hubiera gustado correr hacía él, intentar algo. Pero Edharae ya corría hacia mí, con aquella sonrisa en su rostro que tanto detestaba. El chico de ojos dorados había recuperado la compostura y miraba el cuerpo de Richard entre incrédulo y complacido.
Lo único que pude ver, antes de tener que esquivar al sacerdote, fue que le golpeó con el pie levemente, seguramente comprobando su estado. Richard no se movió ni un ápice, y yo tuve que lanzarme al suelo y rodar sobre mí misma.
Desenvainé los estoques. Tormenta vibró en mi mano, la sacudí y una tenue melodía me envolvió, dándole a mi espíritu la fuerza que necesitaba. Edharae no comprendió el cántico y su sorpresa me dio la ventaja. Le golpeé en la cara con la empuñadura de Tormenta, me agaché girando sobre los talones y le rasgué los muslos con el otro estoque, dejando que el ácido hiciera el resto.
No gritó, sonrió complacido. Sabía que iba en serio.
Por el rabillo del ojo vi una sombra moverse y un destello dorado que se acercaba con elegancia. Me lancé hacia delante, apoyando los estoques en el suelo, impulsándome después hacia arriba, para enderezarme.
Edharae lanzó, al que había sido el oponente de Richard, una mirada asesina. Esta guerra siempre había sido nuestra, solo de él y mía, pero ese chico no parecía querer entender la situación. Se adelantó y cargó contra mí. El sacerdote simplemente suspiró y se quedó mirando.

Oscuridad, aquella a la que tantos odian y tantas veces usé. Ahora, era ella dueña de mí y no podía hacer nada para resistirme. Escuchaba el clamor de la batalla cerca de mí, pero no podía sentirlo, todo estaba difuminado... Cada vez se escuchaba todo más lejano. Algo en mí me exigía luchar, pero mi cuerpo seguía sin responder.
Esta no era la muerte que tenía en mente para mí...
Quise combatir, quise luchar como siempre había hecho. Salir de aquel infierno como siempre hice tiempo atrás. Quise alargar mis manos hasta las Gemelas. Las sentía, sabía dónde estaban.
Levántate, me dije. Levántate ahora.


Me rasgó el brazo, las dos piernas y me abrió una herida cruzando el ojo izquierdo. La sangre me nubló la vista, y creo que fue eso lo que me hizo imaginarme el cuerpo de Richard moverse y alargar una mano hacia una de las katanas. Quizá el deseo de contar con su ayuda me jugaba una mala pasada.
Edharae empezaba a impacientarse porque, al parecer, el muchacho contra quien peleaba me superaba.
Mi arte no eran los estoques. Göyth me había enseñado bien, me había guiado, pero yo era arquera. Mis armas se movían con elegancia pero no con la precisión de las que eran capaces las de él.
Edharae susurró algo que mis oídos no alcanzaron a escuchar y desapareció. Me quedé atónita mirando el lugar vacío dónde había estado. Craso error.
Sentí una mano fría que me agarró del cuello, apretando en la cicatriz años atrás hecha. Desvié la mirada hasta encontrar sus ojos, oscuros y siniestros. No sonrió, no hizo el más leve gesto, no hubo la más mínima expresión cuando me tiró de bruces contra un árbol. Me golpeé la nariz, la sangre que manaba del corte en el ojo me emborronó del todo la visión, sentí un fuerte dolor en el costado y un aliento cálido en mi cuello.
- Deja de jugar – me susurró, mientras clavaba un par de centímetros más la daga en mi espalda –. Hoy no habrá piedad, ni intromisiones… ni siquiera amigos que te socorran, Ithiria.
- Me llamo Aluriel.
Eché la cabeza hacia atrás con fuerza, golpeándole en la cara. Escuché un “crack”, que deduje sería su nariz, y me soltó.

El chico de ojos dorados apareció de nuevo. Sus movimientos fueran rápidos y certeros, nos alejamos de Edharae mientras nos seguía con la mirada, cansado e impaciente. Me golpeó de nuevo, tantas veces que dejé de sentir dolor en partes específicas, para sentirlo de forma constante en todo el cuerpo.
Me temblaron las rodillas, me golpeó con fuerza la cara y me tumbó.
- Sí, Ithiria, deja de jugar – alzó el arma y la dirigió con precisión hacia mí.
Algo, no supe en el momento el qué, lo detuvo. Su cara se tornó sombría y la de Edharae se inundó de sorpresa.
- Te ha dicho que se llama Aluriel.

Incrusté la flecha en su cuello, aquella flecha que me había hecho caer poco tiempo atrás. Aquel palo negro que puede hacer caer al más aguerrido guerrero. La clavé con la mayor de mis intenciones, haciéndola desaparecer en su cuello.
Sus ojos estaban fuera de sí, y la boca entreabierta.
- Aunque supongo que no podrás pronunciarlo nunca más...

La punta de la negruzca flecha asomaba por el cuello, le había arrancado la nuez.
Mi brazo izquierdo estába inmóvil. Pero eso no impedía que blandiera una de las katanas con la derecha. Ahora mis golpes serían más lentos, pero más certeros y moríferos.
Observé a los dos intermitente y no pude reprimir una de mis mejores sonrisas.
- Ahora tengo una duda... ¿Con quién debo acabar? ¿El clerigucho? o... ¿Con la estúpida elfa que no sabe dirigir sus flechas?



Vi en sus ojos que era sincero, no hubiera pestañeado ni un segundo arremetiendo contra mí. Pero Edharae fue más rápido. Cuando acabó de hablar le vi alzar una mano, de su túnica surgió una nube oscura que avanzó como una tormenta hacia nosotros. Ninguno pudimos reaccionar.
Escuché el golpe de dos armas y supe que Edharae se había lanzado contra Richard, seguramente para quitarle de en medio. Palpé el suelo hasta encontrar el cuerpo sin vida del chico de ojos dorados, mi mano se pringó del líquido carmesí, que manaba de su cuello, mientras buscaba mi flecha.
La encontré, la arranqué con toda la brusquedad que pude y corrí fuera del globo de oscuridad.

No veía nada, pero sí los escuchaba. Sin duda un combate que hubiera sido digno de ver, pero Edharae era el mejor sacerdote sharita que había conocido nunca, y en consecuencia, tramposo. Apreté la flecha negra en mi mano. No lo vi, pero brilló entre mis dedos.
La masa de oscuridad se deshizo en una pequeña abertura, justo lo que necesité para verles. Edharae me daba la espalda, sus armas se golpearon con fuerza y la del sacerdote se quebró. Dio un salto atrás, sin saber que así se acercaba a mí, y comenzó a conjurar en una lengua que no pude entender.
No hubo tiempo para más, no quise pensar, solo reaccioné.
Nunca había sido tan rápida, y creo que si quisiera hacerlo de nuevo, no podría. Corrí hacia ellos y al alcanzarles golpeé a Edharae en las rodillas, haciéndole caer.
Le apunté con el arco, presionando la punta de la flecha negra contra su nuca.
- Tocado y hundido… se acabó el juego, Edharae.

De sus manos surgieron haces de luz rojiza que nos envolvieron a ambos, haciéndonos desaparecer. Lo único que se escuchó, fue el sonido de una flecha dispararse.
Cuando el haz de luz se disipó, tan solo Aluriel estaba allí. No sé dónde fue el cuerpo del sharita, ni la flecha que tanto había incordiado… y no pensaba preguntarle.
- Se acabó Richard – no parecía complacida - ¿Quieres que trate tu brazo? Tengo un ungüento que...


No pude terminar la frase, enfundó sus armas y me dio la espalda.
- Se cuidarme solo - Me dedicó una última mirada y esbozó su característica media sonrisa - Pero tranquila, aún tenemos que acordar el pago del trato.
No me dejó sanarle, a pesar de que hubiese hecho la recuperación mucho más rápida. Supongo que, al final, Richard era y siempre sería, un hueso duro de roer.

Allí donde el cuerpo sin vida de Edharae y la flecha incrustada en él estuvieran, era todo un misterio. Lo único que sabía, con total certeza, era que se había terminado.

Solo tú, Edharae… o solo yo.


FIN
dreuthon

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por dreuthon »

*se escuchan aplausos de fondo*

¡Que suspense hasta el final!

Enhorabuena por tan buen relato chicos. :idea:
Zborze
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Zborze »

Se agradece Dreu, pero sobretodo el mérito es de Aluriel. Me halaga haber podido relatar algo contigo. :wink:

¡Y ahora sí podéis comentar gandules, que está terminado!
Última edición por Zborze el Mar Sep 18, 2018 8:13 pm, editado 1 vez en total.
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TanisHAnderson
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por TanisHAnderson »

*plas plas*
Chapó para ambos!
Realmente una historia magnifica y digna de releer (cosa que he hecho :P )
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Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Mensaje por Dae »

Enga, mu buena, mu buena. Chuck aprueba.
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