Re: La tragedia en la Noche.
Publicado: Sab Abr 07, 2012 6:51 pm
- Me estoy empezando a cansarme de ti, mago, - dijo el malvado guerrero de armadura oscura -. Y encima te has ido con posibles juguetes.
Malekith empezó a sudar bajo su terrible yelmo. Las preguntas se le agolpaban en la mente junto con todos los hechizos de los que disponía, pero sabía que ni las respuestas le gustarían, ni los hechizos tendrían efecto. No obstante el portal por el que habían huido sus amigos seguía abierto y podría hacerle perder el tiempo al maldito ser antes de que decidiese cruzarlo.
- Y yo me estoy cansando de preguntarte lo mismo, - respondió Malekith con voz desafiante -. ¿Quién diablos eres y qué quieres de mi?
- ¿Por qué crees que todo gira en torno a ti, arcano pretencioso? - el guerrero hizo un sonido que podría haber pasado por una risa -. Tengo muchos nombres, pero puedes llamarme Vizard y he venido a divertirme. Hablando de diversión, aparta del portal, tengo ganas de jugar con tus amigos... sobretodo con esa atractiva mujer de piel oscura.
- No pasarás. Este es mi territorio y aquí dicto las normas.
Entonces el guerrero se puso a reir de manera incontrolable ante la bravata del arcano. De no haber tenido el yelmo puesto, seguro que se podría haber visto a sus ojos llorar de la risa. Tan pronto como empezó, la gorgoteante risa paró y una voz amenazante surgió del yelmo.
- Aparta o me llevaré tus piernas en cuanto se te acabe el campo protector que me impide desmembrate.
- ¡Jamás! - declaró Malekith con convicción. Nunca destacó por ser un valiente, pero sin duda estaba empezando a hartarse de que los tipos más grandotes que él, como Khay en el pasado o el tipo del Plano Elemental del Fuego, le intimidasen a placer. Y no iba a permitir que ese indeseable "jugase" con sus amigos, menos aun con Naja -. Si quieres entrar en el portal, apártame con tus manos si puedes.
Vizard actuó como un resorte tras esas palabras y fue directo a paso ligero hacia Malekith con intención de arrollarlo y empujarlo con el volumen de su cuerpo. Físicamente es imposible atacar o hacerle objetivo de un hechizo a alguien protegido por un Santuario Mayor... pero si el atacante tiene un poco de inteligencia, y Visión Verdadera, puede o bien usar ataques de área parar herir al protegido o empujarle para moverlo. No obstante, el plan del archimago funcionó y tan pronto como Vizard movió a este del portal, la magia que mantenía activo el portal cesó y el portal se cerró.
- ¡Je! - declaró un triunfante Malekith -. Pequeña victoria para mi, imbécil.
- Valientes palabras para alguien que se esconde con su magia, - dijo Vizard con desdén -. Aunque imagino dónde les has llevado. Seguro que de vuelta a Sundabar.
- ¡Los he llevado a Cumbre! - mintió el mago -. A estas alturas estarán escondidos.
- ¡Boh! Que mal mientes, Malekith Frost. Estyo más que seguro que están en Nevesmortas, para poner en aviso a la guardia y a los caballeros, ¿me equivoco? ¿Eh? ¡Ja! ¡Iré ahora mismo y me haré una capa con la piel de tu amigo!
Empezó a rebuscar en un bolsillo suyo cuando apareció un furioso (o entrometido, nunca se sabe) micondio lanzando esporas venenosas y lanzando hechizos de presa contra la oscura figura de Vizard. La valentía del micondio no le duró mucho ya que Vizard lo despachó con insultante facilidad y rapidez, pero le proporcionó a Malekith dos cosas muy valiosas: tiempo para sus amigos y una pista. Acabada la distracción, el guerrero finalmente pudo sacar un pergamino verde, leerlo y desaparecer en un portal. Tras una rápida plegaria a Tymora por darle un poco de suerte, el arcano pronunció las palabras de activación de su amuleto de Shóndakul para regresar a Sundabar. Las tareas de recoger los cuerpos de las calles y atender a los heridos ya habían empezado, y no había ni rastro de la misteriosa compañera de Vizard. Era hora de infligir la ley y regresar a Nevesmortas. Sacó uno de sus pergaminos de portal hacia Nevesmortas, respiró hondo y se preparó mentalmente para lo que se pudiera encontrar... pero ni todas las respiraciones o blindajes para el corazón serían capaces de mitigar el espanto producido al contemplar el horror desatado en la villa que durante años ha sido su segundo hogar.
//Otro día, la parte final.
Malekith empezó a sudar bajo su terrible yelmo. Las preguntas se le agolpaban en la mente junto con todos los hechizos de los que disponía, pero sabía que ni las respuestas le gustarían, ni los hechizos tendrían efecto. No obstante el portal por el que habían huido sus amigos seguía abierto y podría hacerle perder el tiempo al maldito ser antes de que decidiese cruzarlo.
- Y yo me estoy cansando de preguntarte lo mismo, - respondió Malekith con voz desafiante -. ¿Quién diablos eres y qué quieres de mi?
- ¿Por qué crees que todo gira en torno a ti, arcano pretencioso? - el guerrero hizo un sonido que podría haber pasado por una risa -. Tengo muchos nombres, pero puedes llamarme Vizard y he venido a divertirme. Hablando de diversión, aparta del portal, tengo ganas de jugar con tus amigos... sobretodo con esa atractiva mujer de piel oscura.
- No pasarás. Este es mi territorio y aquí dicto las normas.
Entonces el guerrero se puso a reir de manera incontrolable ante la bravata del arcano. De no haber tenido el yelmo puesto, seguro que se podría haber visto a sus ojos llorar de la risa. Tan pronto como empezó, la gorgoteante risa paró y una voz amenazante surgió del yelmo.
- Aparta o me llevaré tus piernas en cuanto se te acabe el campo protector que me impide desmembrate.
- ¡Jamás! - declaró Malekith con convicción. Nunca destacó por ser un valiente, pero sin duda estaba empezando a hartarse de que los tipos más grandotes que él, como Khay en el pasado o el tipo del Plano Elemental del Fuego, le intimidasen a placer. Y no iba a permitir que ese indeseable "jugase" con sus amigos, menos aun con Naja -. Si quieres entrar en el portal, apártame con tus manos si puedes.
Vizard actuó como un resorte tras esas palabras y fue directo a paso ligero hacia Malekith con intención de arrollarlo y empujarlo con el volumen de su cuerpo. Físicamente es imposible atacar o hacerle objetivo de un hechizo a alguien protegido por un Santuario Mayor... pero si el atacante tiene un poco de inteligencia, y Visión Verdadera, puede o bien usar ataques de área parar herir al protegido o empujarle para moverlo. No obstante, el plan del archimago funcionó y tan pronto como Vizard movió a este del portal, la magia que mantenía activo el portal cesó y el portal se cerró.
- ¡Je! - declaró un triunfante Malekith -. Pequeña victoria para mi, imbécil.
- Valientes palabras para alguien que se esconde con su magia, - dijo Vizard con desdén -. Aunque imagino dónde les has llevado. Seguro que de vuelta a Sundabar.
- ¡Los he llevado a Cumbre! - mintió el mago -. A estas alturas estarán escondidos.
- ¡Boh! Que mal mientes, Malekith Frost. Estyo más que seguro que están en Nevesmortas, para poner en aviso a la guardia y a los caballeros, ¿me equivoco? ¿Eh? ¡Ja! ¡Iré ahora mismo y me haré una capa con la piel de tu amigo!
Empezó a rebuscar en un bolsillo suyo cuando apareció un furioso (o entrometido, nunca se sabe) micondio lanzando esporas venenosas y lanzando hechizos de presa contra la oscura figura de Vizard. La valentía del micondio no le duró mucho ya que Vizard lo despachó con insultante facilidad y rapidez, pero le proporcionó a Malekith dos cosas muy valiosas: tiempo para sus amigos y una pista. Acabada la distracción, el guerrero finalmente pudo sacar un pergamino verde, leerlo y desaparecer en un portal. Tras una rápida plegaria a Tymora por darle un poco de suerte, el arcano pronunció las palabras de activación de su amuleto de Shóndakul para regresar a Sundabar. Las tareas de recoger los cuerpos de las calles y atender a los heridos ya habían empezado, y no había ni rastro de la misteriosa compañera de Vizard. Era hora de infligir la ley y regresar a Nevesmortas. Sacó uno de sus pergaminos de portal hacia Nevesmortas, respiró hondo y se preparó mentalmente para lo que se pudiera encontrar... pero ni todas las respiraciones o blindajes para el corazón serían capaces de mitigar el espanto producido al contemplar el horror desatado en la villa que durante años ha sido su segundo hogar.
//Otro día, la parte final.