X - El Áspid Rojo.
Nevesmortas - La Rosa y El Martillo
-
¡Hola chicos! -Sonrío hacia el trío compuesto por mi hermana, Ethan y un hombre de ropajes oscuros que me es desconocido.
-
¡Hola cielo! -Norisse se acerca a mí, se cuelga de mi cuello y me besuquea la mejilla de forma insistente. Se llevó la rama empalagosa de la familia, aunque lo cierto es que, en el fondo, después de tantos años de soledad, no me disgusta. Ojalá pudiera expresarme de la misma manera.
-
¡Hola, Lyn! -Ethan me sonríe, siempre con esa naturalidad dulce e inocentona. Veo a Norisse subirse a la mesa.
-
¡Mira, Krimer! ¡Ella es Lyn, mi hermana! -Me giro hacia el desconocido y le dedico una sonrisa, inclinando la cabeza. Menudas pintas lleva. Me recuerda un poco a Zack.
-
Trovadora y caminante del viento, un placer.
Los cuatro conversamos durante un rato en el que descubro que mi hermana, tal como dijo Keila, ha pasado demasiado tiempo con Katy durante mi ausencia y ésta, por mucho que yo la quiera, ha supuesto una influencia nefasta para ella y ha creado un monstruo. La veo besuqueando a unos y otros y, lo que es peor, lleva esas mismas botas horteras y, encima, ¡en verde moco! Un desastre.
También descubro que Krimer, el enigmático tipo vestido de negro, es algo así como un guía y espada de alquiler. Veo muchos como él últimamente.
-
Así que Ethan... -me giro hacia él, con mi mejor tono de hermana responsable (porque alguna de las dos tiene que serlo)-
¿Qué intenciones tienes con mi hermana?
Se sonroja y me mira desconcertado, parpadeando con evidente confusión; tengo que hacer verdaderos esfuerzos por contener la risa que amenaza con escapárseme entre los labios. Cuando creo que no lo voy a conseguir, entre la mirada desaprobativa de Norisse y los balbuceos de Ethan, de pronto sucede algo inesperado.
Antes de que pueda ser realmente consciente de la situación, veo que Norisse se agazapa encima de la mesa y salta desde ésta a tal cercanía de mí que por un momento pienso que me va caer encima. Krimer desenfunda con rapidez e Ethan descuelga su guadaña con la misma presteza, pero yo tardo un poco reaccionar.
Más que nada, porque intento convencerme de que la cobra que estoy viendo a mis pies, reptando hacia mí, no es fruto de haber bebido demasiado licor de ese negro que encontré en la cueva trasga.
-
¿Estáis bien? -Ethan nos repasa con la mirada. Krimer chasquea la lengua, mirándose una mordedura en el muslo.
-
¿De dónde coño ha salido?
-
¿Qué es ésto, Lyn? -Pregunta Norisse, señalando a la cobra.
-
Hombre, pues... como ser, a mí, así, a simple vista... me parece una serpiente -No sé si son los nervios, que yo no he entendido la pregunta o que Norisse se ha vuelto loca.
Krimer comienza a palidecer a causa del potente veneno de la cobra y Norisse, ni corta ni perezosa, se acerca a él, se arrodilla y se pone a succionar la mordedura para extraer el veneno. De ése momento, saco dos cosas en claro que, como hermana mayor, debo enseñarle cuando volvamos a tener un momento de tranquilidad:
1. - Nunca succiones
NADA de un hombre. Menos de rodillas. Menos en medio de una posada. Pero mucho, mucho, mucho menos de un hombre cuya higiene es altamente cuestionable.
2. - Ayudar está bien, pero succionar el veneno de otra persona para tragártelo tú
NO es inteligente.
De cualquier modo, Krimer parece mejorar ligeramente, mientras que Norisse se desploma en el suelo. Sin saber muy bien cómo reaccionar, hago lo primero que se me ocurre: zarandear a Krimer para que se ocupe de la situación.
En ese momento, procedente de las habitaciones, se acerca a nosotros Sebastian, teniente de la guardia. Compartimos el suceso con él y nos regala un vial de antídoto a cada uno de nosotros, despidiéndose después y marchando hacia el exterior.
Una vez me aseguro de que tanto Krimer como Norisse se han recuperado y todo vuelve a la calma, me encamino a las habitaciones.


Nevesmortas - Ciudad
-
Erurk saludar Pelirroja.
-
¿Hm? ¡Hola Erurk! ¡Y hola chicos!
Giro la cabeza hacia mi izquierda mientras con la diestra termino de cerrar la puerta de la posada. A un lado de la misma, distingo a Erurk junto a mi hermana e Ethan y, un poco más adelante, a Zeras que parece examinar el trabajo de Krimer, agachado delante de ella para rebuscar algo entre la tierra.
Me acerco hasta el semiorco.
-
¿Qué estáis haciendo?
-
Voy a encontrar al gracioso que haya hecho ésto.
-
¿Ésto? -Tardo un instante en caer en que se refiere al asunto de la cobra-
Ohhh... ya veo.
-
Zeras, no consigo encontrar ningún rastro y de haberlo, la nieve lo cubrirá pronto. Ayúdame.
-
Claro -Zeras, parca como siempre en palabras, se acerca y se agacha junto a él.
Con la ayuda de Zeras, descubren un rastro que avanza hacia la parte trasera de la posada. Les sigo algo alejada del camino que trazan las mismas, aunque Erurk no tiene la misma deferencia.
-
¿De verdad creéis que venían a por mí? -Pregunta Norisse. Arqueo una ceja.
-
¿Para qué demonios iban a venir a por ti? Además, soltar una cobra en una posada... no sé, había mucha más gente -Elijo cuidadosamente las palabras y las pronuncio con la mayor suavidad posible, sabedora de que Norisse tiene motivos más que de sobra para reaccionar de esa manera.
Avanzamos tras Krimer y Zeras hasta unas escaleras de subida pertenecientes a una casucha cercana a la posada, que accedían a una balconada de madera. Encontramos dos puertas, pero Krimer avanza directamente hacia la primera. Norisse se ocupa de las trabas que presenta la misma, hasta que la puerta termina por ceder sin mayor dificultad. Entramos con el mayor sigilo posible.
Zeras se inclina y pasa los dedos por el suelo de madera, comprobando así que está limpio de polvo: ha estado recientemente habitada. Krimer y Norisse se desplazan en un baile de movimientos serpentinos y silenciosos, comunicándose entre ellos por gestos que yo apenas consigo descifrar.
Unos desenfundan, otros descolgamos nuestros arcos, todos permanecemos en un silencio tenso, espectante.
Una nueva seña por parte de Krimer. Una respuesta rápida por parte de Norisse. Abren una puerta y, del otro lado, un montón de cobras, como la que nos atacó en la posada, se precipitan hacia el centro de la sala.
Ethan, Zeras y Norisse las combaten cuerpo a cuerpo, Krimer y yo elegimos el arco y el combate a distancia. Sin mayores problemas, acabamos con ellas... pero antes de que podamos celebrarlo, la otra puerta se abre, cogiéndonos desprevenidos.
-
¡Cuidado! -Advierto, pero demasiado tarde.
Una figura encapuchada y ataviada completamente de negro se abalanza hacia nosotros a una velocidad indescriptible. Apesar de que todos mis compañeros le enfrentan cuerpo a cuerpo y yo mantengo el combate a distancia, el enigmático ser les sortea con agilidad, lanzándose directamente contra mí.
Descargo la flecha que tengo cargada en el arco, pero apenas le roza el brazo. Comienzo, entonces, a retroceder sin llegar a darle la espalda en ningún momento hasta que Zeras acude en mi ayuda.
Me alejo lo suficiente como para tener tiempo de cruzar el arco a la espalda y desenfundar el estoque en un ágil giro de muñeca, pero nuevamente nuestro contrincante que empiezo a sospechar como sólo mío, ignora y evade a Zeras para cargar contra mí.
-
¡C-creo que deberíamos ser amigos!
Le chillo, encogiéndome ligeramente cuando veo venir sobre mí un golpe que sé que no podré esquivar. Cierro los ojos (sé que es absurdo, ¿podemos seguir con la historia?) con fuerza, pero nunca llega a impactar. Abro uno, desconcertada, y veo que entre Krimer, Ethan y Zeras han acabado con él.
-
¿Estáis todos bien? -De nuevo Ethan, siempre preocupándose por los demás.
-
¡Ha habido dos bajas, joder! ¡Claro que no estamos bien!
Las palabras resuenan de repente en mi cabeza. Dos bajas. Miro a mi alrededor. El desconcierto de la situación, de un enemigo afanado en mi persona sin encontrar en mi cabeza un por qué, no me había permitido darme cuenta de que Norisse y Erurk permanecían inconscientes, al borde de la muerte.
-
¿Lyn? -Miro a Krimer desde mi posición, arrodillada junto a mi hermana-
¿No piensas ayudarla?
-
Es que me da miedo... -Admito-
La última vez que quise ayudar a alguien terminé por rematarlo.
Resopla y carga con mi hermana, mientras Ethan levanta al semiorco como si fueran un par de recién casados. En ése momento Zeras sale de la habitación de donde nos asaltó la oscura figura, con un pergamino entre sus manos.
-
Es todo lo que he encontrado... pero no entiendo nada.
-
¿Me lo dejas ver?
Extiendo la mano hacia ella y me lo cede sin rechistar, encogiéndose levemente de hombros.
De entre todo el galimatías de palabras, sólo acierto a comprender una:
Lyn.


Nevesmortas - La Atalaya del Alba
-
¿Norisse...? -Pregunto con voz temblorosa-
¿Me ves, puedes oírme...? ¿¡Estás bien!?
-
¿Lyn...? -Y sonríe. Es increíble la capacidad que tiene de sobreponerse a las adversidades.
Ambos, Erurk y ella, se incorporan con lentitud hasta quedar sentados en el frío suelo de la Atalaya. En algún momento que no sabría concretar, Zeras ha seguido su camino. Le enseño a Krimer el pergamino, pero tampoco es capaz de descifrar el contenido. Ni Ethan, ni Erurk.
-
Sigo sin entender por qué, sean quienes sean, van a por mí. Primero la cobra en la posada, luego ese asesino directo hacia mí, el pergamino con mi nombre... no lo entiendo.
-
¿Pergamino con tu nombre...? -Norisse frunce el ceño y caigo en la cuenta de que acababa de recuperar la consciencia, por lo que no sabía nada hasta el momento-
¿Te están buscando a ti? Déjame verlo.
Se lo tiendo y lo observa durante un largo rato, junto a Vargas, ese tipo taciturno y silencioso que suele estar con Dann y que ha llegado hace apenas un momento. Deduzco que ella sí consigue comprenderlo, porque su ceño va frunciéndose poco a poco hasta formar una sola línea, y luego alza sus profundos ojos verdes hasta los míos, con absoluta seriedad.
-
Ésto es una descripción detallada sobre ti, Lyn. Tu nombre, tu forma de vestir, tus rasgos... todo. Pone algo sobre El Áspid Rojo.
-
¿El Áspid Rojo...? -Mi turno de fruncir el ceño. Humedezco mis labios con la punta de la lengua, pensativa, tratando de ordenar en mi cabeza mis conocimientos al respecto.
-
¿Qué ser Áspid Rojo? Erurk no entender.
-
El Áspid Rojo es una asesina de Eternoska que trabaja en la frontera, y ha sido relacionada en alguna ocasión con los Zhentarim. Lo que no entiendo es por q... espera. Espeeera, espera, espera.
Miro a todos, uno a uno. Y todos me miran a mí como si me hubiera vuelto loca de repente.
-
¿Creen que yo soy El Áspid Rojo? ¿¡Me confunden con una asesina y quieren asesinarme a mí?! ¡SOY MUY JOVEN PARA MORIR!
-
No vamos a dejar que mueras, Lyn, tranquilízate.
Norisse trata de calmarme, aparentando una tranquilidad que sus ojos dicen que no siente, pero a mí me da igual, ya me he sumido en un estado de histeria. Erurk sugiere que me tiña el pelo, Norisse elucubra sobre las diferentes posibilidades, añade nuevas y descarta absurdas. Vargas y Krimer permanecen en una indiferencia comprensible, dado que realmente no nos conocemos. Aún así, que el segundo bostece continuamente mientras yo vivo los que probablemente serán mis últimos minutos de vida, hace que le reste puntos como posible pretendiente de mi hermana.
Un rato después, entre plan y plan, llega Tali, esa mediana pelirroja que es siempre un poco... fría. Cuando le contamos lo ocurrido, rápidamente lo relaciona con un suceso que había vivido ella unas horas antes.
-
Estaba yo camino de la posada cuando le descubrí. Una sombra entre las mismas sombras, manejando con extrema cautela algo frente a la ventana de la posada, mientras espiaba. Y de pronto, entre las sombras, una nueva figura, plateada ésta vez, que se abalanza contra la sombra sumergiéndose ambas en una danza de golpes y fintas, dando como resultado que lo que la figura de negro portaba saltara de sus manos y fuera directa hacia la ventana abierta, provocando la posterior huída del sujeto.
Cuando abandono la Atalaya para tomar un poco de aire y aclarar las ideas, dejando atrás al grupo, una serie de preguntas asalta mi mente.
¿Quién maneja a esas sombras? ¿Quién era la figura plateada? ¿Por qué buscan a esa tal Áspid Rojo? ¿Qué tienen que ver los Zhentarim en todo ésto?
Y, sobre todo...
¿Cómo voy a sobrevivir?