//Prosigo pues...
La amplia estancia volvió al silencio por un momento, sólo los rumores de corrientes de agua caer en un sinfín de humedades continuaban incesantes. Restos de algo parecido a enormes hongos humanoides yacían esparcidos por el suelo. Vashard se agazapó tras unas rocas, a lo lejos, viendo a las dos mujeres. Una de ellas actuaba de un modo mecánico. Su lucha era por instinto, apenas hablaba, sólo se encogía de hombros y su mirada permanecía perdida la mayor parte del tiempo. Parecía más un espíritu perdido que una combatiente. Sin duda no le costó reconocer a Isiowien. Por contra, la otra disfrutaba de la situación. Hablaba con voz dulce, en claro contraste con sus armas y sus estocadas fatales. Parecía una niña de camino al patio de juegos. Sus movimientos, sus gestos, todo ello destacaban una agilidad impresionante, una coordinación y gracia escalofriantes. En ocasiones parecía no haber distinción alguna entre el suelo y las paredes por las que se movía, apoyándose, dando gráciles saltos y cambiando de lugar con la misma facilidad que quien bosteza.
¡Maldita sea! Cada vez hay más cosas que coinciden. Esas armas… esos movimientos… esa rapidez… esa ropa… Todo eso ya lo he visto antes, ya he cruzado armas con alguien así. ¿Se la lleva de caza? ¿Va lejos de ojos curiosos? ¿Qué pretende hacer con ella? Mi mano aprieta el pomo de la espada pero lucho por contenerme. ¿Dónde van? ¿Me habrá visto ya? No es mi terreno, no es mi ambiente y… quizás deseo que esto acabe pronto, quién sabe.
Vuelven a moverse, la mujer de oscuro y gran rapidez le incita a seguirla. Desearía que Isiowien se negara, que sospechara algo, que recelara… Por desgracia únicamente se encoje de hombros y sigue a su grácil guía. No puedo dejar de ver una siniestra danza en ésta escena, como la niña que sigue al desconocido sin saber lo que está haciendo.
Dos estancias más y la apertura a otra sima más profunda aparece a lo lejos. ¿Hasta donde quiere bajar? Por un momento quedan fuera de mi ángulo de visión. La roca no me permite ver más. Sólo escucho un susurro cercano pero apenas si se distingue con los ecos de la caverna. ¿Se mueven? No veo y no me gusta eso. ¿Y si vuelvo a perderlas? No hay más remedio, pruebo suerte y me asomo por encima de la piedra, pegado a la pared.
Una sonrisa afloró entre los sensuales labios rojizos de Ysabeth. Lejos de reflejar alegría, había una expresión de grata y cruel diversión en sus dientes.
-Vaaaya- arrastró las vocales dándole más teatralidad al comentario.
Vashard cerró los ojos por un momento y se reprendió a sí mismo por la imprudencia. Le había visto. Finalmente este teatrillo llegaba a la escena final y los actores aparecían en escena. Con un suspiro, tomó aire y acabó por salir del todo de su escondite. Embrazó el escudo con fuerza en su mano izquierda y quedó en mitad de la estancia. Isiowien le dirigió una mirada con un leve atisbo de extrañeza pero nada más podía esperar que se pareciera a una expresión en su rostro.
-¿Y bien?- dijo el hombre observando a ambas mujeres.
-¿Y bien… qué?- respondió con tono irónico la muchacha de negro, situada un par de pasos por detrás de Isiowien.
Vashard resopló sonoramente y arrugó el entrecejo. El tono burlón de la mujer le resultaba casi hiriente.
-¿Qué hacíais aquí?- preguntó a continuación.
-¡Oh! Iba a enseñarle unos manjares drow…- respondió la muchacha con naturalidad.
¡Naturalidad! ¿Cómo pretende que crea algo de lo que dice? ¿Cómo pretende que escuche el veneno que surge de esos labios? Isi no responde, no sabe con quién ir, si con ella o conmigo. ¡Si estuviera en sus plenas facultades! La muchacha ni se inmuta cuando hablo de mis sospechas de que ella sea un vampiro. No quiero luchar aquí, no quiero hacerlo con ella de por medio. Es por ello que aguanto sus burlas y sus desprecios. Si cometo algún error podría dejarnos a ambos a su merced y eso no pienso permitirlo. Parecemos dos perros de presa discutiendo por la comida. Detesto esta discusión, de estar ella bien no duraría apenas. No obstante Isiowien finalmente responde y se coloca a mi lado, ha costado pero ha reaccionado.
-Me la llevo conmigo- dijo tajantemente el explorador.
-¿Y por qué crees que os dejaré marchar?- respondió la mujer con dulce presteza. Su voz sonaba amable, en claro contraste con lo que dejaban entrever sus palabras. La amenaza no dicha pesaba en el aire con tono ominoso.
Vashard suspiró nuevamente, hizo una leve pausa y acto seguido llevó su mano a la empuñadura de su espada. Con un gélido siseo, la hoja salió de su vaina, alegre al fin de poder entonar su mortífero canto.
-Bien… pues a ver qué haces al respecto- añadió con gesto sombrío.
La mujer rió con una carcajada seca. Largos mechones de cabello rojizo asomaron fuera de la capucha por el movimiento. Sus ojos verdes como enormes esmeraldas refulgían presas de un ansia indescriptible, como el gato jugando con el ratón antes de saltar.
-¿Queréis iros sin jugar?- preguntó con tono zalamero. La muchacha parecía emular una humanidad que le revolvía las entrañas a Vashard. ¡Parecía por un momento tan viva… tan… humana! Por un instante no pudo evitar pensar en lo que estaba viendo. Una chica de joven de tez pálida, mirada cautivadora, cabello como el fuego y labios que harían perder la cabeza a muchos hombres.
¿Cómo osa jugar así? Mi mano aprieta firmemente la espada. Cada palabra, cada gesto, no es mas que veneno en mis oídos, en mis ojos. De tan humana que quiere ser no hace sino enojarme aún más. Imagino que usará con muchos su coquetería, sus encantos irresistibles. No sabe que no veo en ella una mujer. No hay corazón que lata bajo ese pecho. No hay calor en esa piel. No hay vida en ese cuerpo. Todo es fachada. Hermosa fachada capaz de enloquecer a muchos. A mí no hace sino enfurecerme. Más de diez años luchando contra estos seres y aún me sorprenden, aún descubro algo que me haga odiarlos aún más. Algo arde en mi interior, algo hace que mis músculos se tensen, que mis dientes rechinen. Ella fustiga con su lengua, con sus melosas palabras, con sus estudiados gestos. Lo que no sabe es que mi único deseo para con ella es ver su cabeza en mis manos. La superioridad que la domina me crispa poco a poco. Recuerdo la última lucha contra ella. Éramos al menos seis y aún así logró escabullirse al final.
-Yo de ti tendría cuidado… es realmente rápida- una cuarta figura desconocida en el reparto entró en escena en ese momento.
Las sombras parecieron tomar forma junto a la mujer y un hombre encapuchado pudo verse apoyado en la pared. Sus brazos permanecían cruzados sobre su pecho parcialmente descubierto por el chaleco azul que portaba.
Vashard maldijo en silencio su suerte. Ya no eran uno, sino dos. La descripción que dio Isiowien de uno de ellos correspondía bastante con éste desconocido. ¿Dos vampiros? Sin mediar palabra observó al recién llegado. Dos armas al cinto, ligeras y finas. Sin duda sería ágil, no parecía ir enfundado en una armadura pesada y había demostrado dotes más allá del sigilo convencional. La situación pintaba peor por momentos.
Con una expresión severa en su rostro, trató de taponar el pasillo y retroceder con Isi tras él. La sensación era como cuando un plato cae al suelo. Ese vértigo antes de que estalle al impactar. Acaso reaccionando a su gesto, la chica de cabellos como el fuego salió propulsada hacia ellos. Fue casi vista y no vista. Para cuando Vashard quiso reaccionar y apartar a Isiowien hacia la pared, manteniéndola junto a él, la mujer de negro estaba dando un salto por encima de su hombro, apoyándose en la pared y desafiando toda lógica para un cuerpo normal en semejante estrechez. Como un animal acorralado, el explorador retrocedió pegando la espalda al muro, dejando a la muchacha entre Isi y él. Su atención seguía centrada en Vashard, acaso no esperaba ningún tipo de ataque por parte de la exploradora elfa. En lugar de ello, aferraba sus kamas con ligereza, acorde a su apariencia frágil. No había engaño más mortífero en ese momento que pensar que la chica era débil.
El hombre se vio de repente con dos rivales, uno a cada lado. Había llegado el momento, de aquí ya no saldrían hablando. Los miró a ambos por un instante, sus ojos refulgían cargados de rabia. No obstante sabía cual era su prioridad.
-¡Isi! ¡Sal de aquí!- gruñó en el tosco idioma animal que bien conocían ambos.
Isiowien le observó con cierta indiferencia y mirada perdida. Mientras, la mujer balanceaba levemente los kamas, disfrutando de esa emoción, de esa expectación. El otro hombre seguía por el contrario en la misma postura.
-¡Vete! ¡Si tengo alguna oportunidad es estando solo!- insistió nuevamente con más énfasis.
Acaso reaccionando a sus palabras, Isiowien giró sobre sí misma e hizo ademán de correr. No obstante, un movimiento demasiado veloz para verlo del todo y un pie de la chica de negro se enredó con el de la exploradora, haciéndola caer. La muchacha giró levemente la cabeza hacia Isi mientras ésta reculaba aún en el suelo.
-¡Vete y no volverás a verlo con vida nunca más!- sentenció con un gélido susurro, perfectamente audible en el túnel. Sus ojos verdes refulgían con fuerza y los colmillos de su sonrisa cruel delataban el gozo que la situación le provocaba.
Vashard apretó los labios con una rabia aún mayor creciendo en su interior. ¿Acaso quería dejarla para un posible postre? Bien sabía que esto iba a ser una lucha a muerte. Apretó el puño con más fuerza en torno a su arma y alzó la voz.
-¡Isiowien!- la miró a los ojos fijamente rogando por que obedeciera- ¡¡Corre!!
Si alguien debía morir ahí, mejor él a solas que no acompañado. Al menos vio esperanzado cómo la elfa se incorporó y salió a toda prisa. ¿Sería la última vez que la vería? ¿Ahí acabaría todo? ¿No podría verla de nuevo sonreír? ¿Saber que ha recuperado su alma? ¿Lucharía contra dos vampiros en un túnel del pozo hasta la muerte para que ella saliera de allí…? ¡Así sea!
-¿Dónde crees que…?- comenzó a mascullar Ysabeth mientras giraba hacia Isiowien.
-¡Eh!- la interrumpió Vashard con una voz- ¡Quédate conmigo! Vamos a jugar…- añadió entre dientes mientras le apuntaba con la espada.
La joven muchacha volvió a mirarlo y dejó ir a la elfa para girarse con una amplia sonrisa en su rostro.
-Pareces fuerte…- frotó repetidamente las hojas de los kamas con un chirriante siseo- me divertiré mucho contigo- añadió como una niña ansiosa que consigue un juguete nuevo.
El explorador, por su parte se colocó en guardia, agazapándose con el escudo cubriendo gran parte de su torso y la espada por detrás de éste, impidiendo que se viera por donde saldría. También miró de reojo al otro individuo, el cual contempló la escena con una sonrisa torcida y comentó:
-Yo sólo voy a ver. Le dejo la diversión a ella.
Por unos instantes reinó el silencio. Ambos rivales se medían como animales salvajes a punto de lanzarse al ataque. Sus músculos estaban en tensión, sus miradas atentas, todos sus sentidos puestos en la lucha que se avecinaba. Y pasado ese instante, con una risa macabra la muchacha se abalanzó sobre Vashard. Los kamas golpearon el escudo, haciendo resbalar el golpe al inclinarlo, no dejando más que un leve rastro de humo por la corrosión de las armas. La espada del explorador salió de su posición y lanzó una estocada que no encontró más que aire a su paso. Un gruñido de frustración animal brotó de ambos contendientes pero a su vez demostraba que la lucha iba a ser especial. Las sombras danzaron en el corredor y los ecos resonaron en la caverna. Las dos figuras se movían a gran velocidad. Sus golpes eran realmente peligrosos y no escatimaban en maniobras. Vashard rogaba para sus adentros que Isiowien siguiera corriendo hasta llegar a la superficie mientras mantenía la lucha. ¡Tenía que aguantar y darle tiempo! Ysabeth, por su parte, disfrutaba sobremanera de esa ocasión que tenía para paladear una pelea.
-¡Te mueves rápido!- sonrió mientras esquivaba un tajo a la cabeza.
El hombre resopló furioso y con una brutal embestida arremetió contra la mujer con todo su cuerpo, con el escudo por delante. Sorprendida por la acometida se vio aplastada contra la pared del túnel. La pared se estremeció por la violencia del golpe y pequeñas piedras se desprendieron del impacto. Vashard aprovechó su aturdimiento para dar un paso atrás y lanzar una estocada terrible. Como si un resorte disparara su brazo, la espada halló ropa, piel, carne y huesos, atravesando su vientre. La mujer alzó un aullido de dolor mientras su rival esbozó una sonrisa de triunfo. Súbitamente, el rostro de la chica cambió a una sonrisa cínica, mostrando sus dientes y colmillos ampliamente, cortando repentinamente el grito. Con un gesto rapidísimo uno de sus brazos se movió cerca del hombro de Vashard, momento en que apartó su rostro de lo que habría sido un tajo brutal. Mechones de cabello castaño cayeron al suelo mientras el hombre sacó su arma y trastabilló unos pasos hacia atrás, recuperando el equilibrio.
-¡Buen golpe!- rió ella- pero, querido… no olvides que…- aumentó su sonrisa y dirigió la mirada a la herida.
Con un chasqueo de lengua el explorador pudo comprobar cómo se estaba cerrando a una velocidad pasmosa. En ese momento reparó en otra sensación, un leve ardor en el brazo. Al mirar de reojo vio una brecha en la cota de mallas del bíceps y una herida humeante.
-Bien…- masculló con los dientes apretados- sólo he de cortar más deprisa- añadió con voz ronca.
Nuevamente la lucha se desató pero esta vez con más crudeza aún. Ysabeth demostraba un manejo excepcional con esas armas. Golpeaba rápido, muy rápido y era realmente difícil verla venir. Combinaba los kamas con su propio cuerpo, se deslizaba por los costados de su rival, tan pronto trataba de hacerle caer con sus pies como daba tajos a la cabeza seguidos de codazos que harían perder el resuello a muchos. Sabía cómo golpear y dónde hacerlo para que doliera más. Vashard por su parte hacía gala de su resistencia fruto de innumerables luchas. Encajaba los golpes con los labios apretados y respondía con más fuerza a cada herida que recibía. Si al principio había combatido de un modo más civilizado ahora daba golpes mortales sin importar cómo. Sus ojos parecían poseídos por una furia terrible. Pese a que podría haber matado a varios hombres con la cantidad de heridas que había provocado, la muchacha continuaba moviéndose como un relámpago, aún así, lejos de desistir en su empeño arremetió con más energías. Espantosas heridas abría en su rival para ver cómo se cerraban al poco tiempo. Cuando conseguía asestar un golpe, la fuerza era tal que Ysabeth retrocedía por el impacto. Ella por su parte, provocaba que Vashard reculara para impedir que le rodeara con sus movimientos fulgurantes.
El combate provocó que ambos acabaran rodando por el túnel, abrazados en una pugna mortal. Se insultaban en sus lenguas y luchaban por asestar un golpe realmente fatal. Espada, escudo, brazos, piernas, kamas, cabezas… todo era un arma tratándose de dos rivales así. Rodaron pasadizo abajo hasta llegar a una amplia estancia plagada de los mismos humanoides con forma de hongo de antes. Lejos de cejar en su empeño, Vashard estrangulaba a la muchacha con el brazo, apretando salvajemente su cuello contra el cuerpo del hombre mientras tanteaba en busca de su espada caída a su lado. Tiraba con todas sus fuerzas resoplando y mascullando maldiciones entre dientes, deseando escuchar un chasquido mientras las figuras comenzaban a moverse lentamente. Ysabeth demostró nuevamente su agilidad sobrenatural y consiguió doblarse hasta el punto de propinarle un fuerte rodillazo en la frente al hombre. Vashard soltó su presa, momento en que la mujer se abalanzó sobre él con una de sus armas. Lejos de estar desvalido, como si de un ariete se tratara, disparó su brazo izquierdo aferrando el escudo y le propinó un terrible golpe en el rostro. En ésta ocasión sí sonó un chasquido y pudo ver cómo el cuello de la chica parecía haberse partido. ¡Era el momento! Mas para cuando consiguió recuperar su espada y girarse nuevamente, otro chasquido sonó y con un gesto brusco el cuello había recuperado su postura habitual. ¡Si hubiera tardado un segundo menos!
Irrumpiendo en la lucha se precipitaron un tropel de humanoides sobre ellos. Las setas andantes cargaron contra ambos con furia por invadir sus dominios. La cueva se inundó de ruido de golpes y tajos. Aún así, no cejaron en su lucha. Apartando a los pobladores de las profundidades a base de golpes de espada, Vashard perseguía a la mujer de cabellos de fuego, la cual reía entre tanta criatura, escabulléndose y luchando a la par. Sus heridas eran muy graves, ya no era tan rápida y su cuerpo antinatural mostraba necesitar más tiempo para regenerarse. No obstante hubo algo de lo que el explorador fue realmente consciente en ese momento. Él estaba vivo. Respiraba y como tal… se cansaba. Ella, por el contrario, no. Seguía con la sonrisa y no tenía resuello que perder. No podría mantener ésta situación indefinidamente y había de ser bien consciente de eso. Ya había ganado tiempo para Isi, o al menos eso quería creer, de modo que o zanjaba esto ahora o lo dejaba en tablas. Apretó los dientes y arremetió con un bramido entre los hongos combatientes a fin de llegar a su rival. Su brazo se alzó y bajó repetidas veces, dejando un reguero de cuerpos a su paso. Nuevamente las armas chocaron. La armadura del hombre humeaba allá donde había sido alcanzado. Las ropas de ella presentaban múltiples cortes y desgarros. Hubo un instante en que ambos estaban cerca y con un golpe certero, se despejaron a su alrededor por un segundo, momento en que aprovecharon para lanzarse el uno contra el otro. Ysabeth se precipitó con un movimiento descendente de sus kamas. Vashard, en lugar de desviar el golpe, ésta vez encaró el escudo hacia ellos. El impacto fue estremecedor y ambos quedaron clavados en el metal, tal y como él pretendía. Era un luchador consumado y sabía provocar estas cosas. La chica gruñó de frustración por la estratagema y vio cómo el hombre alzaba su espada. No obstante, lejos de tirar para alejarse, como cabría esperar en la mayoría, se acercó aún más y le miró fijamente. Sus ojos de profundo color esmeralda refulgieron de modo sobrenatural y provocaron que el hombre titubeara por un instante, momento en que ella aprovechó para desenganchar sus armas de una patada. El explorador sacudió la cabeza recordando en ese instante los terribles poderes de su mirada. Si sucumbía a ella realmente habría acabado todo y aún no sabía si Isiowien había salido sana y salva.
Mascullando entre dientes cambió de planes y se abalanzó sobre un humanoide de la cueva. Lo desestabilizó de un codazo y lo lanzó contra Ysabeth, escabulléndose a continuación por otro túnel. En esta ocasión las tornas se torcieron en el otro sentido y ahora era la mujer la que perseguía al hombre. Entrechocaron armas en un par de recodos pero él luchaba por continuar el ascenso. La apartaba a patadas o a golpes de escudo. Los hongos de la zona le ayudaron involuntariamente en su maniobra y finalmente llegó a la zona de ascenso envuelto por una turba enloquecida. Rodeados por miríadas de hostiles pobladores de las cavernas, ambos recurrieron a los últimos recursos. La mujer apartó furiosa a dos hongos de una terrible patada y sacó un pergamino de su zurrón. El explorador forcejeó como un toro herido contra varios más luchando por zafarse de la presa y llevarse la mano a un colgante. Entre las toscas manos que pugnaban por aferrarle pudo ver a la muchacha concentrada, recitando un sortilegio de terrible poder. Su voz resonaba en la caverna con fuerza. Ya lo había escuchado antes y sabía lo que pasaría de acabar las palabras. Con un grito final, Vashard consiguió deshacerse de la presa que le retenía revolviéndose como un animal acorralado y completó su movimiento. La muchacha terminaba en ese preciso momento de leer el papiro, con sus símbolos refulgiendo uno tras otro. Súbitamente hubo un destello y la cueva vibró y se retorció ante sus ojos. El espacio cambió y se vio libre de enemigos… estaba a salvo en el refugio.
Luchando por respirar cayó de rodillas al suelo, tratando de recuperar el aliento, con multitud de cortes sangrantes y heridas diversas. A cada movimiento de su pecho por retomar el aire los pulmones parecían arderle por dentro. Soltó la espada para apretar el puño y maldecir en silencio. ¡Había estado tan cerca de abatirla! ¡De haber sido una persona normal habría caído! Encajaba los golpes sin perder aire, se escabullía como una sombra y salía de donde menos se lo esperaba uno para recibir su golpe fatal.
Resopló e hizo el esfuerzo de voluntad por centrarse. ¡Isiowien! ¡Tenía que encontrarla! Tomó aire profundamente con un gesto dolido y se alzó, saliendo del claro a toda prisa. Espada en mano y con el escudo aún embrazado corrió rumbo al pozo. Las piernas le pesaban como si calzara botas de piedra. Los brazos le lanzaban punzadas de dolor en las zonas donde los kamas habían conseguido impactar. Se frotó el rostro con la manga, tratando de despejarse y continuó la carrera. ¿Y si no había salido? ¿Y si había vuelto? ¿Dónde estaba? Cargado de una terrible preocupación, se esforzó por acelerar el paso.
El aire nocturno le despejó por el trayecto. La incertidumbre atenazaba su garganta y deseaba con todas sus fuerzas que el esfuerzo hubiera servido de algo, que la sangre no se hubiera vertido en vano, que las cicatrices tuvieran sentido.
Pronto las colinas indicaron la cercanía del bosque sombrío anterior al pozo. El trino de los pájaros señalaba con cierta esperanza que el alba estaba a punto de llegar. Tragando saliva y cargado de nerviosismo, se adentró por ese camino en el bosque. Fue entonces cuando avistó algo en la lejanía, una figura. Frenó en seco y sus ojos se iluminaron al reconocerla. Isiowien había conseguido salir. Sin poder frenar la sonrisa, llegó hasta ella envainando la espada y la cogió rápidamente de la mano, tirando de ella lejos de tan oscura senda.
Una vez fuera y con los primeros rayos del sol asomando en el horizonte, le dedicó un breve vistazo por si tenía heridas. Al ver que estaba ilesa, finalmente dio rienda suelta a su preocupación y la estrechó con fuerza entre sus brazos.
-¡Has salido!- suspiró mientras reía entrecortadamente- ¡Por todos los dioses!
Había arriesgado su vida por esa elfa, se había quedado en la boca del lobo y ella había conseguido salir de allí. Aún con pulso tembloroso se apartó lo justo para llevar su mano a su mejilla. No cabía en sí de la alegría.
-¡Pero dime…! ¿Estás bien?- preguntó ansioso. Su cuerpo le dolía a horrores pero ambos estaban sanos y salvos, eso ya le bastaba para darle ánimos.
Fue entonces cuando Isiowien se encogió de hombros. Su mirada perdida le observó en silencio, en un punto fijo más allá de él. Y ahí toda su euforia cayó por tierra. Ella seguía sin alma y no iba a lograr más respuesta que esa. Vashard bajó lentamente la mirada y trató de tragar saliva para pasar el nudo que tenía en la garganta. Una súbita tristeza le sobrevino y sacudió, sacándole el cansancio a flor de piel.
No recibió un “gracias”. No hubo palabras de ánimo, de apoyo o agradecimiento. No hubo nada. Sólo el trino de los pájaros y el sol que cubría las lomas con su tono anaranjado. La había salvado de aquellos seres. De no haberla visto en el camino a la noche no podría haber impedido todo esto. De no haberse quedado allí a luchar… Pero ella continuaba sin ser la Isiowien de siempre. No era más que la sombra de aquello que fue. Estaba herida pero era algo más allá de una herida física.
El hombre cerró los ojos en silencio tratando de respirar hondo. Finalmente los abrió y la contempló de nuevo luchando en vano por disimular tristeza.
-Está bien…- suspiró- Vamos a descansar…- acabó por decir con voz extenuada.
Había cumplido con su deber, era el único consuelo que podía quedarle. Había evitado que ella fuera mordida pero… el dolor que azotaba su cuerpo, la tensión sufrida, la ansiedad y la preocupación padecida… todo eso clamaba por algo, aunque fuera una mínima reacción por parte de ella, no la sensación de estar solo aún en su compañía.
Con un nuevo suspiro la cogió de la mano y tiró de ella colina abajo para que comenzara a moverse. Pronto reaccionó y comenzó a seguirle sin necesidad de tirar. Había hecho lo que tenía que hacer… aunque fuera un gesto que caería en el olvido, por desgracia. Por el camino apretó los labios en silencio, conteniendo el tropel de emociones que se agolpaban en su interior.
-Busquemos un refugio, Isi…- dijo en voz baja, sintiéndose más cansado que nunca.
-Busquemos refugio…
//*Retoma aire* Uff... ¡ahí queda eso! Si alguno de los aludidos gusta de alguna corrección o yo que se... ya sabéis dónde paro.
