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Publicado: Jue Ene 18, 2007 9:10 pm
por Filoscuro
Wooo....
esto... si escribes un libro, lo compro... Rigrin lo tomara "prestado" pero yo lo compro
Muy Bonita
enhorabuena
Publicado: Mié Ene 31, 2007 8:03 am
por Elenthyl
VII. Cerveza enana
La noche era oscura y fría. La media luna arrancaba destellos de la pausada superficie del río. No habría más caravanas de pasajeros hoy y el encargado de la parada de bueyes de Sundabar dormitaba envuelto en una manta, al calor de la hoguera, arrullado por el murmullo del agua. Prácticamente inconsciente no pudo percibir a la sombra que, surgiendo de la helada corriente, cruzaba fugaz el camino a su lado en dirección a la ciudad. Un instante después lo que fuera que fuese aquello se introducía velozmente por la abertura que servía de respiradero a los desagües de la urbe.
Vamosh Eline, bonita… ponme otra copa de ese vino Calishita… ¡Anda, he hecho un pareado! Ajaja *hics!* jaja
Ya se lo he dicho, señor Will, creo que es suficiente por esta noche. ¡Y no insista! No le llevaré a la casa Balconlimbo, usted sabe muy bien como llegar… ¡Pícaro borrachín!
Con una sonrisa boba en la cara, Will Reyne se levantaba del taburete agarrándose a la barra. Su trato con el maestro Rick Heavensword iban bien, y su trabajo mejoraba a ojos vista. Pronto sería el mejor herrero de la Marca y, algo muy propio de humanos, había decidido celebrarlo por adelantado dándose un tremendo homenaje en La Taberna del Cantor. Sin duda el local merecía su fama, mascullaba mientras arrastraba los pies hacia la salida.
Negra como la noche la criatura esperaba algo, o a alguien, agazapada junto a la boca de una alcantarilla atenta a los sonidos de la ciudad dormida.
Una vez fuera del establecimiento Will respiró aire profundamente mientras contemplaba el empedrado piso de la ciudad. No sentía el frío, al menos no el físico… era su corazón quien necesitaba calor esa noche. Sería un final de fiesta excelente, se dijo. Enfilando la calle hacia la posada sus ojos se desviaron hacia dos busconas que por allí rondaban. Se disponía a saludarlas cortés cuando algo se enrolló en su pie izquierdo, haciéndole perder el equilibrio.
Uohps!
El tremendo batacazo no consiguió espabilarlo. Sentado en los adoquines buscaba torpemente el motivo de su tropiezo, sin encontrar nada alrededor. Nada excepto esos dos puntitos de luz que le miraban fijamente desde la oquedad de una húmeda cloaca.
Ratash… ¡RATAS! Venid aquí, eshtupidash ratash zancadillea *hics!* doras…
Iba por su tercer intento de desembarazar la daga que llevaba al cinto cuando se quedó inmóvil. Boquiabierto contemplaba el brillante pelaje de una nutria que olisqueaba sus pies. Antes de poder reaccionar el animal volvía a la oscuridad del sumidero para regresar un instante después con algo en la boca. Dejándolo ante él, desaparecía de nuevo internándose en el sistema de alcantarillado.
Pero que demoniosh… *hics!*
Will sostenía entre sus manos un pequeño estuche de madera, impermeabilizado por resinas. Un único carácter élfico en su superficie, una E mayúscula. Sobreponiéndose al sopor provocado por el alcohol pudo comprobar que se trataba de dos piezas rectangulares, encajadas con perfección, del tamaño de la palma de su mano. Mirando fugazmente a ambos lados de la calle se puso en pie y recorrió sigiloso los metros que lo separaban de la posada.
Sentado en la cama de su habitación y ayudado por la escurridiza daga pudo abrir al fin la cajita. Un trozo de pergamino con dos grabados. A la luz de las velas podía verse, en una de sus caras, una luna llena atravesada por una flecha, por la otra una jarra rebosante de cerveza en la que se enroscaba un dragón serpenteante. Asintiendo lentamente escondió el objeto entre sus pertenencias.
Volvió inmediatamente al salón de la casa Balconlimbo y, tras ordenar reservar pasaje en la primera caravana que partiese hacia Adbar, con trasbordo en la bifurcación, regresó a su aposento en busca de un sueño reparador.
A cientos de kilómetros de allí una lechuza de las nieves sobrevolaba el tramo de Adbar en dirección Noroeste. Bajando en picado se internó en la espesura como tantas veces había hecho en busca de roedores. Sin embargo aquella oscura y helada noche su objetivo era bien distinto.
Brrrr… ¡que frío hace esta noche! Menos mal que la nieve no consigue atravesar estas preciosidades…
Contemplando las ramas de un inmenso Maderadique, Vcho Klenall se inclinaba sobre su caldero, preparando la cena. Un delicioso estofado condimentado con aquellas extrañas especias Bedín que Artemís le había traído del lejano desierto. El inmenso bárbaro llevaba varios días acampado en aquel bosque seleccionando ramas, realizando injertos y saneando aquellos fantásticos árboles incombustibles de los que la Compañía sacaba los mejores arcos y flechas de la comarca. Algo distrajo su atención.
Ñiiiiiick! ÑEEEEEEECK!
Una bola de plumas blancas y garras se abalanzaba sobre su posición. Ya iba a echar mano del enorme espadón que llevaba a la espalda cuando la lechuza de las nieves, dando un brusco giro en el aire, dejaba caer algo.
Chofff!!!
¡Oye! ¡Que ya estaba condimentada!
Una bárbara carcajada despedía al ave, que se alejaba en la noche volviendo a su territorio una vez cumplida su misión. Con su cucharón de medio metro Vcho luchaba por sacar de su cena aquello que había sido arrojado por el animal. Un estuche de madera.
De inmediato reconoció la E labrada en su superficie. Tras partir literalmente en dos el envoltorio, que identificó como madera de hojazul, extrajo un pequeño pergamino. Una luna llena atravesada por una flecha. Una jarra de cerveza de la que bebía un dragón enroscado.
Vaya, vaya, vaya… ¿En qué lío se habrá metido ahora? Bueno, aún queda casi una semana para la luna llena, acabaré mi trabajo y volveré a la ciudadela enana… hummm ¡me ha salido exquisito!
Tras una cena capaz de alimentar a un regimiento en plena campaña, durmió plácidamente.
Casi una semana después un elfo salvaje surgía de la ventisca a las puertas de Adbar. Embutido en una pesada capa Elenthyl ingresaba en la fortaleza dejando atrás un infierno de nieve y viento, silencioso y desapercibido. Esta vez no se detuvo a admirar las tallas que embellecían el puente defensivo de los enanos sino que, cruzándolo con presteza, dirigía sus pasos al nivel inferior. Tras detenerse un instante a las puertas de la Taberna del Dragón y asegurarse de que nadie lo seguía, ingresó en el establecimiento.
Lemli Axkel, no te fiaré ni una pieza de oro más… Brrrr!!!
Murin Sten amenazaba con un puño en alto a uno de sus clientes, enanos como no podía ser de otra forma, cuando un personaje embozado le llamó la atención. Suspicaz, se aproximó al extremo de la barra que ocupaba el encapuchado y, tras un intercambio de cuchicheos y alguna que otra pieza de oro, le indicaba la puerta de un recinto privado en el interior de la taberna.
El elfo salvaje se dirigió donde le indicaban, abrió la puerta y se introdujo cerrándola rápidamente a su espalda. Una llave colgada junto al pomo por el lado interior le permitió asegurar su intimidad. Al fondo de la alfombrada estancia otras dos figuras encapuchadas compartían una ingente cantidad de cerveza enana en silencio. Con un suspiro dejó caer su capucha sobre la capa que colgaba abierta sobre sus hombros. Al unísono sus acompañantes repetían el gesto a la vez que le acercaban una de las enormes jarras de cerveza. El mango tenía la forma de un dragón que se enroscaba en ella intentando beber de su borde. Como todas las de la taberna enana.
Vcho, Will… Buena Luna, amigos.
Will guardaba silencio, sonriente, mientras el bárbaro saludaba efusivamente a su socio y compañero de la Flecha del Destino.
¡Ajajajaja! Elfo loco, dinos que te hace convocarnos aquí esta noche… ¡y de incógnito! Más te vale que merezca la pena, ¡o te estrujaré como a un trasgo! ¡Ajajajajaja!
Tras brindar por el reencuentro, los tres amigos se miraban alternativamente a los ojos. El elfo salvaje rompió la intriga de sus compañeros.
Chicos, creo que tenemos algo gordo entre manos. Algo peligroso.
Vcho y Will se miraban curiosos, expectantes.
Algo que le hemos arrebatado a… los Umbra...
...continuará
Elenthyl Quart´Hadast
Publicado: Mié Ene 31, 2007 12:47 pm
por maethorgaraf
*aplaude* //bien, bien, esto se anima y va cogiendo un nivel interesante.
Ya te he dicho q de ésta sacas un libro...
Publicado: Lun Feb 05, 2007 1:30 am
por giogioni
vale vale!!!! esto está muy conseguido!!!!
Publicado: Mié Feb 14, 2007 11:55 pm
por Elenthyl
VIII. Secretos compartidos
-Vamos, vamos, ¡asegurad esas poleas!
Mike Meyers, el capataz, dirigía a gritos a sus empleados. Los trabajos habían comenzado una semana atrás y avanzaban a buen ritmo, dentro de unas jornadas estaría lista la excavación y los cimientos de la magna edificación se asentarían al fin en el lugar previsto. El sol rondaba el mediodía cuando se acercó a hablar con el arquitecto.
De pie frente a tres mesas de campaña dispuestas en abanico, Khellendros revisaba los planos y se aseguraba de que todo iba según sus previsiones. Levantando la cabeza del intrincado galimatías de líneas y dibujos recibía a su capataz.
-¿Mike? ¿Ocurre algo? El Gnomo sigue tratando de volveros locos… ¿no es asi? Dime que ha hecho ahora…
-No, esta vez no es el maldito Heltzer… Shar se lo lleve… Conde de Amroth, hemos encontrado algo que quizá le gustaría ver.
Acercándose junto a Mike al borde de la excavación, Khellendros prestaba atención a lo que se le indicaba. El suelo había cedido en un lateral de los cimientos dejando a la vista lo que parecía ser una pequeña cámara enterrada. Tras examinarla unos instantes, ordenó que fuera cubierta de nuevo y decidió incorporar la intrigante oquedad al diseño original por si acaso sus clientes, la Flecha del Destino, consideraban útil aquel curioso recinto.
Aquella noche compartió la cena con todos sus trabajadores. Si bien no era algo que le gustara hacer habitualmente, sería necesario. Se aseguró de “persuadir” a todos los que habían participado de aquel descubrimiento de que, realmente, no habían descubierto nada de relevancia, tan sólo un hueco que debía ser tapado. Dentro de unos días nadie recordaría nada y aquella extraña construcción volvería al olvido… al menos sólo sería revelada su existencia a quien realmente debería interesar.
…***…
“Toc, Toc” ¡Ñiiiic!
-¡Elen! Ven, pasa, están aquí algunos de nuestros compañeros. Seguro que Ari quiere enseñarte algo…
Caía la tarde en suaves tonos anaranjados y el elfo salvaje franqueaba una vez más el abigarrado recibidor de la Montaraz, en su casa de Nevesmortas. Plantas y flores de todo tipo forraban casi cada una de las superficies de la vivienda de la exploradora. Aquel era un refugio vivo, sin duda… Tras saludar a Bola de Pelo, que había corrido a husmearle los pies, Elenthyl pasó al salón.
Ari se encontraba sentada en una silla junto a la mesa principal, colgándole los pies y con una expresión de total alegría e ilusión en su pequeño rostro. Sostenía su brazo derecho levantado en horizontal, como si no pudiera bajarlo, mostrando algo engarzado en uno de sus dedos. A escasos centímetros de su mano Heltzer, el gnomo inventor, apenas podía separarse del gigantesco diamante que coronaba el anillo que Ari mostraba. Se diría que estuviera hipnotizado por su brillo.
-¡Ohhh! Que brillante este brillante… ¿tiene una luciérnaga dentro?
-¡Hola, jefe! ¡Mira, mira!- Ari saludaba al elfo salvaje exudando alegría e inocencia.
-Ari, yo no soy… (para que insistir) … tu jefe *suspiro*
-Nuestra pequeña abogada se nos casa, Elen… Con ese Rigrin…
Artemís miraba a su compañero con una cierta incertidumbre en sus ojos. Aquellos medianos eran tan opuestos en apariencia… No sería una relación fácil, aventuraban los elfos, si bien ellos no eran precisamente maestros de las relaciones personales. Aceptaban la decisión de la mediana como no podrían hacer de otra forma. Y esperaban, de todo corazón, que no se equivocara. La gravedad del rostro del elfo salvaje tornó pronto en otra la conversación de aquella tarde.
-No esperaba encontraros a todos aquí, pero quizá sea una buena oportunidad para poneos al corriente.
Artemís aún no les había contado nada de lo que pasara en aquel viaje a Anaurokh. Tomando asiento mientras la anfitriona servía un refrigerio Elenthyl les contó a sus compañeros de la Flecha del Destino todo lo acontecido, sus descubrimientos y adquisiciones, las muertes y enfrentamientos. Con una paciencia inusual soportó el absurdo interrogatorio del gnomo sobre los más frugales detalles de la aventura. Tras dos horas de larga charla, relató la reunión secreta con Vcho y Will.
-Los tres creemos que lo mejor es mantener esto en secreto. No sabemos que buscaban los umbra allá abajo, pero si es algo de gran poder más de un arcano se volvería loco de deseo por conseguirlo, incluso por averiguar de qué se trata.
La expresión del rostro de Artemís hizo al elfo detenerse. Había dejado la copa de vino lentamente sobre la mesa y miraba al piso alfombrado de césped fijamente.
-Elen, verás… yo…
Los tres compañeros miraban a su amiga. Ari se preguntaba cómo podría ayudarla, si bien no sabía a qué se debía su cambio de humor. El gnomo buscaba en el suelo algo que seguramente era tan fascinante que Artemís no podía apartar la vista. Elenthyl se temía lo peor…
-Veréis, Hoe es mi maestro arcano y… en nuestra última clase le comenté algo. Le hablé sobre un medallón, que parecía mágico. Como él es tan sabio en estos temas, yo… insistió en echarle una ojeada y examinarlo…
Como si se enfrentara a un gigante de la escarcha. Ése era el estado de nervios de Elenthyl cuando miraba fijamente a los ojos de la compungida exploradora. Tieso como una de sus flechas, no pudo aguantar más y preguntó.
-No se lo… entregaste… ¿verdad, Ilmanase?
-¡No! ¡Claro que no! Ni siquiera dejé que lo viera. Le dije que yo no lo tenía encima.
Mientras su compañero suspiraba de puro alivio y el gnomo se levantaba tras restregarse por el suelo un buen rato, Artemís sacaba con dos de sus dedos el colgante aún sujeto a su cuello, dejándolo sobre su pecho a la vista de los presentes. Inmediatamente Elenthyl se relajó y la sombra de dureza que paseó unos momentos por su mirada se desvaneció en el aire. Le resultaba imposible enfadarse con Artemís.
-Bueno, lo hecho, hecho está. Espero que no siga insistiendo, y si así es confío en que le des largas. Ya se que es tu maestro, Ilmanase, pero creo que lo mejor es…
-Desde luego, Elen. Solo que no se me ocurrió- Artemís interrumpía a su compañero con una nueva determinación en sus gestos, superando el trance y entendiendo que no iba a ser reprendida de ninguna de las maneras. –Desde luego tenéis razón. Y quizá sea buena idea ocultarlo… ¡Yo no quiero seguir llevando esto encima!
Con suaves movimientos separaba el antiguo amuleto de su piel, tendiéndoselo a Elenthyl. Sin mostrar prisa ni desconfianza el elfo salvaje lo aceptaba, tomándolo con sus manos como si quemara.
-Esconderlo, si… pero donde… Will cree que los umbra intentarán recuperarlo, aunque confiamos en que no sepan quién lo tiene ahora. Esconderlo…
-¡A ver! ¡Quiero ver eso!- De no ser por el pellizco de clérigo que Ari le propinó Heltzer hubiera saltado la mesa desparramando todo alrededor con tal de acercarse a aquel peligroso objeto. -¡Auch! Pero si ni siquiera brilla…
Haciendo gala de nuevo de su paciencia de cazador el elfo salvaje les mostraba a mediana y gnomo la reliquia. La sombra de una duda pasó por su rostro al contemplar el de Ariel. Estaba comprometida con un mediano cuyo expediente no era, precisamente, ejemplar. Y además le unía una gran amistad con Hoerath. Pero la límpida inocencia de sus ojos le hizo desechar cualquier sospecha sobre la abogada de la Compañía. Aún así, tomó una precaución inconsciente y decidió mentir sobre la marcha a sus recién encontrados amigos. Haría cualquier cosa por protegerlos, y mentir un poco no de sería lo más horrible a que estaba dispuesto.
-Yo lo esconderé. Y lo mejor es que no sepáis dónde se encuentra… al menos hasta que las obras de la Sede estén finalizadas y le hagamos un hueco entre la seguridad de sus muros. Ya tendremos tiempo de averiguar de qué se trata, lo que debéis hacer es seguir con vuestras vidas como si nada de esto hubiera pasado.
No se separará de mí, pensaba Elenthyl. Lo llevaré donde vaya, y nadie lo sabrá. Lo envolvió rápidamente en unos trapos viejos que le servían para limpiar su arco depositándolo al fondo de su mochila, bajo la capa de repuesto. Inmediatamente cambió de tema y, con toda la alegría que era capaz de mostrar su corazón endurecido, le dio la enhorabuena a Ari por su próximo enlace. Artemís le intuyó como ya venía siendo habitual y cooperó para recuperar el tono distendido de aquella reunión, ofreciéndoles “algo de picar”. Heltzer era un gnomo y, de todos es sabido, ninguno de ellos se niega ante la posibilidad de comer gratis y aplaudió con efusión la propuesta consiguiendo otro de los temibles pellizcos de Ariel por su “mal comportamiento”. Pronto los terribles sucesos del pasado no eran más que un recuerdo, anécdotas de viaje que se cuentan al calor del hogar mientras se comparte una espléndida cena con amigos.
Lo llevaré donde vaya, y nadie lo sabrá…
... continuará.
Elenthyl Quart´Hadast
Publicado: Jue Feb 15, 2007 7:34 am
por phandaal
En una amplia estancia, repleta de libros y de algún que otro extraño aparato, un elfo con aspecto de estudioso contempla unas notas sobre su escritorio
- ¿Qué se me escapa? Están ocultando algo, eso es seguro. Fueron demasiado recelosos al hablar sobre una aventura como las que se oyen todos los días en cualquier taberna. Incluso podrían haber conseguido que algún bardo cantase una canción sobre cómo dos valientes exploradores vengaron los muertos de una tribu nómada. Claro que si el bardo fuera Lomi comprendería que no quisieran que cantase nada.
Se pasa las manos por la cara, la falta de descanso debido a las preocupaciones empieza a afectarle.
- Ese medallón del que habló Elenthyl... Es preocupante que los umbras salieran de su escondrijo solo para robar algo sin valor. Además estoy seguro de que miente sobre él. Su descripción fue demasiado viva. Sin embargo estoy seguro de que Artemis no llegó a verlo.
- ¿Por qué escribí en mi informe sobre los bonitos ojos de Artemis? Amara se enfadó conmigo, quizá con razón. ¿Pero por qué lo más que recuerdo son esos ojos cuando me habló del medallón? ¿Me dejé engañar por su penetrante mirada? ¡Imposible! Esa rústica no puede haberme embrujado. Tiene que haber otra explicación, seguro.
- Ya se. Puede que Elenthyl trate de negociar con los umbras en su propio beneficio. Sí, tiene que ser eso. Artemis no ha podido engañarme. Unos hermosos ojos no pueden doblegar mi voluntad ni mi entrenamiento.
De pronto parece que tiene una idea y escribe rápidamente una nota que sella y da a su pequeña amiga Tiery con el encargo de que se la entregue a Amara. La nota dice:
Amara, quizá deberíamos contratar a alguien para que siga los pasos de Elenthyl. Temo que pueda estar negociando con los umbras y traicionando a todos los seres vivos de Faerun.
Fdo. Phandaal
// PD cuando termine todo mandaré todos los informes a Elenthyl para escriba el libro... de momento tendréis que soportas mis pequeñas intervenciones.
// Está reescrita porque no explicaba el verdadero motivo por el que llegué a esa conclusión.
Publicado: Jue Feb 15, 2007 12:39 pm
por Mascara
//A instancias que Elenthyl me ha dado permiso para ello intentaré arrojar otro punto de vista sobre esta historia... aunque estar a su altura es complicado pues el listón está muy alto.
IX. Letras que lleva el viento
Mi muy distinguida señora:
Parto de la necesidad de hablaros y sé que en gran medida antes esperaría vuesa merced una carta del diablo que del que aquí con solemnidad firma.
Sin que vuesa merced me lo haya dicho sé que se me relegó a la región en la que resto esperando que los cargos que se me imputan en la bella y corrupta Atkathla pasen desapercibidos más el destino, una vez más, quiere poner a nuestras gentes en escena.
En parte excusa, en parte ventura, como vuesa merced sabe se me encargó vigilar la actividad de los umbra en la zona entre la ciudadela Adbar y la concurrida villa – lugar de paso para errantes y aventureros – de Nevesmortas.
Alguna escaramuza puso en aprieto mis huesos pero con el mismo talento que cuando vuesa merced me encontró y acogió hoy en día podéis estar segura que a estas manos les quedan muchos bailes que ofrecer todavía blandiendo un fino estoque en la diestra y una hermosa daga de guardamano en la siniestra.
Observando los alrededores de la maldita Ascore admiré más títeres que mueven esos hilos sombríos. Viéndome solo, pues nadie hay en quien confiar este tipo de tretas y lances avancé entre las filas del enemigo sin que estos avistarme pudieren; tal es mi afinidad con las sombras que ni ellos, maestros de la oscuridad y la evasión, detectaron a mi persona en todo el tiempo que estuve observando sus movimientos a escasos metros de distancia.
Entiendo que vuesa merced debe seguir teniendo la misma poca paciencia que en anteriores encuentros demostró hacia mi persona y mi forma de hablar y expresarme. Permitidme pues la licencia - en parte venganza personal y en parte necesidad del tema que nos abarca – explayarme en la descripción de lo acaecido en las últimas horas en este perdido rincón de Toril.
Como explicaba a vuesa merced me adentré entre los fríos muros de la caída Ascore sorteando sus ciegos guardias y vislumbrando a millas de distancia las a simple vista mal armadas trampas que , con motivo de seguridad, aquellos bellacos tienden por doquier.
La jornada estaba siendo afortunada pues la poca luz que hay en el interior del recinto favorecía mis avances , cautos y lentos, pero seguros. Como os refiero, había cientos de ellos en las inmediaciones lo que me hace pensar que nuestras sospechas sobre la ciudadela flotante propiedad umbra en algún rincón del Anaurokh es mas que justificada.
Descender fue algo más complicado pero, como vuesa merced sabe, aún no se ha concebido peligro tal que Deriel Lyonson no ose superar, y estas sencillas y desgarbadas líneas dan fe de mi testimonio… pues abrir pude sin dificultad una puerta que me llevó hacia las entrañas de la tierra sin que ojos algunos repararan en mi presencia.
Voto a Sune que lo que sigue le parecerá más extraño aún si cabe: Si en mis anteriores líneas se me antojaba que las ruinas estaban repletas de rufianes en este lugar tan solo me acompañó el silencio… todo estaba en un silencio tan viperino que más de una vez creí que me habían descubierto y esperaban el momento idóneo para emboscarme… más, para mi sorpresa, no fue así. Nadie había en aquel subterráneo… debo confesar que tiempo tuve entonces para poder contemplar las vastas esculturas enanas de piedra que aún quedan en pie y esas antaño gloriosas columnas que nacen de la tierra y se funden en la oscuridad que allí gobierna.
Traspasé un pequeño lago subterráneo gracias a un pequeño e inseguro puente de piedra, el hedor que emanaba de esas aguas me hizo perder la compostura por unos instantes… incluso pensé en dejar de avanzar por aquellos tenebrosos pasillos, pues ya sabéis que capaz soy de batirme contra cien orcos antes de tener que soportar una situación tan poco decorosa. No recuerdo bien de donde saqué las fuerzas de flaqueza para seguir adelante en tamaña empresa… aunque supongo sería cosa de la , a estas horas, media botella de buen vino élfico que me acompañaba. Y , entonces, mi señora… estaba más cerca del final de lo que mi entendimiento hubiese sospechado. Ante mí, una gran puerta de piedra se alzaba y no tuvo que esperar mucho tiempo a que mi persona atravesara su umbral y descendiera a uno de los infiernos que no todo hombre conoce: el alma de Ascore.
Unos pequeños gorgoteos me hicieron reflexionar… avancé cauto y temeroso y, desde un ángulo favorable observé como unas arpías (me refiero esta vez a esos seres de leyenda no a las mujeres que han devastado mi pecho y mi bolsillo tantas veces) guardaban el pasillo por el que un reflejo opalino y prismático llegaba a mis sorprendidos ojos.
Tragué saliva, me acerqué a la pared más cercana y con paso temeroso pero continuo recé a Sune para que su mirada no me atravesase y sus graznidos perforaran mis sentidos.
Jornada azarosa como anteriormente os refería, esas bestias no se percataron de mi presencia y avancé por las profundidades de Ascore hasta ver uno de los parajes más bellos que concebir la magia pudiese… La estancia central era un mosaico de luces chispeantes que se alternaban entre ellas. Un muro de energia se alzaba solemne entre aquellas paredes agrietadas por el tiempo, más la magia que mantenía inalcanzable una zona de las ruinas parecía inmutable. Los colores del iris se arremolinaban entre ellos dando una lección de humildad, color, espectáculo y magia sin precedentes.
Cerca del muro que tanta luz irradiaba había tres figuras encapuchadas. Por su complexión diríase que elfos eran, mascullando entre ellos. La figura central hablaba con voz serena, más no entendía lo que aquel umbra explicaba mientras que con ágiles dedos deslizaba su pluma por un pergamino sedoso. Yo estaba un tanto apartado de ellos… la luz que emanaba de aquel muro dejaba parte de la estancia sin apenas oscuridad donde acogerse, valía la pena no actuar, dejar hacerles… adopté una postura encorvada, en cuclillas… y esperé la ocasión de actuar y desvelar tanto misterio. Esos pergaminos debían caer en mi poder, nuestra sociedad los necesitaba… y entonces, sucedió:
Puede vuesa merced imaginar la cara de espanto que se me quedó cuando escuché un letal graznido a mis espaldas. Las arpías chillaban endemoniadas… las tres figuras se giraron al unísono hacia la zona donde provenían los chillidos… yo, desde la distancia, era incapaz de ver nada aunque recuerdo que el aire zumbaba con fuerza emitiendo características notas musicales.
A causa de mi naturaleza tan peculiar intenté recordar por un instante si esas notas parten eran de alguna famosa oda… segundos después una flecha se estrelló contra un pilar a escasos centímetros de mi cabeza y se quebró. Decidí dejar los juegos musicales para más tarde y cambié de posición a un ángulo menos accesible.
Los umbra, mi señora, observaban en silencio, los graznidos eran menos frecuentes… sin duda las arpías estaban cayendo pero , ahora comprendía, que ya habían cumplido su función… eran un sistema de seguridad más de aquel endiablado y maldito recinto.
Para mi sorpresa una figura élfica, de mujer – podéis estar segura que si os digo que era hembra lo era – avanzó con paso bastante firme hacia donde estaban los tres umbra. Que me trague la tierra si le miento mi señora...aunque, debo decir, que oteé una vaga figura moverse entre los pilares de aquellas insanas ruinas. Nada entendía a estas alturas, retrocedí por momentos pues no se me antojaba intervenir sin saber a ciencia cierta en que bando se suponía que debía estar mi estoque.
La elfa, embozada en una gruesa capa de viaje nada dejaba entrever de su rostro, por no decir que perdí el rastro de la figura que la acompañaba pues mis sentidos estaban atentos sobre esa inconsciente, temeraria o heroína muchacha.
Empezó a hablar con aquellos malditos seres pero no pude escuchar bien la conversación… sólo recuerdo que de vez en cuando algún extraño ruido que no provenía de ningún lugar en particular hacía acto de presencia en la mágica estancia. Así estuvieron poco tiempo, el tiempo necesario para que se agotase la paciencia de la figura central y con un ademán lleno de desdén de su mano derecha indicase a sus secuaces que la prendieran.
Ella, sin dudarlo, saltó hacia atrás al tiempo que tensaba su arco y empezaba a descargar letales flechas sobre ellos. Más flechas surgieron de un punto indeterminado de la estancia, sin duda su compañero no iba a dejarla sola en ese entremado.
Los umbra movíanse con rápidez inhóspita y ayudados por la oscuridad sus movimientos eran más elegantes, más cuidados, más mortíferos. Sus estoques perforaban el aire buscando algún punto vital de sus inesperados visitantes.
El umbra que daba órdenes empezó a mover las manos y a recitar extrañas letanías… momento en que créi conveniente abandonar ese improvisado campo de batalla y retomar posición en un recodo cercano a donde anteriormente se aposentaban las arpías. No deseaba mi persona que un haz de luz de aquel endiablado mago descubriese mi posición sin saber a ciencia cierta qué diantres estaba sucediendo.
Espero que necesario no sea tener que justificar mi acción y lavar mi honra con estas sencillas letras pues vuesa merced ya sabe que cuando en la baraja pintan espadas lo mejor es salir a bastos y mi persona nunca rechazará un lance si con él se defienda una buena causa o unos dignos ideales más… como en un centenar de veces ya os he narrado saber no podía en qué bando debía estar pues claras no veía las intenciones de los dos elfos que amenizado habían la perenne tranquilidad de Ascore.
Escuché maldiciones, gritos de dolor , descargas de energía, flechas que cantaban conforme surcaban los aires pero mis ojos, que a tanta oscuridad en la lejanía no se acostumbraban no podían ver con claridad lo que acaecía cerca de la muro de pura magia.
Asustado me encontraba, demasiado ruido había alterado Ascore. Los antiguos muros reverberaban como si de un macabro teatro se tratase. Difícil era no pensar que los pasillos superficiales donde tantos asesinos oscuros restaban no hubiesen escuchado nada de lo acaecido en las entrañas de las ruinas. Momento era para replantearse una bella retirada pero aún así tomé un buen trago de vino y me dije… ¡qué demonios! Avancé con el refugio de las sombras y desde la distancia divisé como las dos figuras élficas atendían sus heridas y rebuscaban entre los ropajes de los caídos umbra. Parecióme que adquirían un tosco amuleto y un par de pergaminos de los cuerpos. Con la seguridad de quien encuentra lo que anda buscando retomaron, triunfales, el camino de vuelta.
Conveniente creí no presentar mis respetos a tales figuras pues… si terminado habían sin dificultad aparente con semejantes rivales nada podría hacer yo contra ellos si se torciesen las negociaciones y , voto a Sune que éste no era el lugar más idóneo para conocer a nadie.
Los dos elfos hablaban entre ellos… la voz de la muchacha semejó familiar ante mis oídos… si, Artemis, sin duda… Artemis la Montaraz y el rudo elfo debía ser sin suda Elenthyl. Su paso firme, predestinado, prepotente incluso… ¿qué hacían estos elfos de los bosques inmiscuyéndose en el cruel tejido de las maquinaciones de los umbra?
Mil incógnitas saturaban mi pensamiento a la par mientras retrocedía y avanzaba por delante de ellos… esperando que de un momento a otro los alertados umbra salieran a su encuentro y esta vez, Deriel Lyonson ya tenía bando al que defender. A partir de las referencias que poseía de los elfos y de la conversación amigable que tan solo hacía unos días había mantenido con la montaraz sus propósitos, aunque los desconocía, seguro eran más coherentes y viables que aquellos que, a estas horas, yacían en el suelo en un charco de sangre.
Volvieron a sorprenderme estos intrépidos elfos que se encaminaron hacia una de las grietas que en una de las paredes se extendía. Sin duda la abertura era insuficiente para que sus estilizados cuerpos pasaran por ella.
Un ligero ruido me hizo volverme… con paso cauto un umbra avanzaba hacia ellos envuelto en oscuridad. Oculto y convencido que nadie le veía, avanzaba estoque en mano hacia los dos heridos elfos por su retaguardia. De alcanzarlos habría sido el fin al menos para uno de ellos… sin pensarlo un instante me acerqué a una columna adyacente y con la mano izquierda cogí a aquel umbra por detrás… tapándole la boca con la misma mano y forcejeando mientras que con la derecha mi fina daga de guardamano sajaba su cuello haciendo brotar ese rojizo elexir del que es causa la vida. Apoyé el inerte cuerpo en la misma columna y cuando miré hacia el punto donde estaban los dos elfos habían desaparecido ante mis atónitos ojos… fue cuestión de segundos. Le juro a vuesa merced que imposible era que se desvaneciesen tan pronto.
Sin entender lo que había pasado eché mano de un pergamino para que inscrita magia que en él había me llevara a la cercana Adbar, que es, de donde os escribo esta desgarbada carta.
Sé que vuesa merced tomará cartas en el asunto, por ese motivo os escribo con tanta premura y sin ordenar a conciencia mis ideas. Cuando estéis en la región preguntadle a Lónnor, el tabernero de El Blasón por mí, él sabrá indicaros donde encontrarme.
Aprovecho los días que nos separan para seguir con mis investigaciones. Contra todo pronóstico mis raídos huesos volverán a esa catedral impía buscando el Anaurokh. Hablar quiero con uno de nuestros contactos en esas tierras. Sé que el anciano del pueblo Bedin es partícipe a nuestra causa y nos ayudará de ser , para sus medios, posible.
Conozco bien nuestra forma de actuar pero os pido paciencia mi señora… no decidáis a la ligera pues, agradecería que , pase lo que pase de ahora en adelante… se trunquen los planes o no, esos dos elfos demostraron un coraje tal que merecen conservar la vida.
Esperando noticias de vuesa bella merced se despide siempre suyo:
Deriel Lyonson.
Publicado: Jue Feb 15, 2007 1:00 pm
por Elenthyl
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Buenos dias!
Pues no se si creereis estar "a la altura", pero a mi me han encantado estos dos post. Los incluiré en mi documento de Word inmediatamente, je, je, je. Esto se anima... y me temo que tendreis que esperar aún bastante a que phan me remita sus informes, porque esto ¡acaba de empezar!
Un saludo!
Elenthyl Quart´Hadast
Publicado: Vie Feb 16, 2007 8:24 pm
por Superrudo
esa ari es autentica XD, siempre que habla dice lo que piensa ^^ verdad "jefe"

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Publicado: Dom Feb 18, 2007 8:30 pm
por phandaal
// He reescrito lo que escribí ara aclarar un poco como llegó Phandaal a una decisión tan drástica (y equivocada)