Re: EL RENACER -Quest de Tymora-
Publicado: Jue Abr 04, 2019 5:06 pm
Un gran número de aventureros se reunió en el puente frente a Sundabar y como dice el bien conocido refrán de La Marca: Reunión de Aventureros.... dragón en el aire. Danthalionkraesrian bajó de los cielos reflejando en sus escamas plateados los tonos del amanecer y una vez que tocó tierra tomó la forma de un elfo encapuchado, la cual ya era conocida por los allí reunidos. Todos escuchaban atentos lo que Danthalionkraesrian tenía que decir, quizá inspirados por la devoción de Zalcor... quizá intentando prestar atención entre las constantes quejas e interrupciones de Juliette y Korissa.
El dragón, una magnífica criatura, explicó que uno de sus congéneres azules se dirigía a Nevesmortas cargado con tanto veneno que arrasaría la villa. Los aventureros se agitaron y las sonrisas nerviosas y la tensión se dejó ver en sus gestos y palabras. Las ideas surgieron y fluyeron con rapidez; Daan sugirió que quizá se podría envenenar al dragón de alguna forma que lo hiciera vulnerable a su propia enfermedad... ésta idea revolucionó inexplicablemente a todos los aventureros. Daan, que se vio acosada a preguntas desvió rápidamente la atención a su camarada Gregor, explicando que el mercenario era alquimista. El cambiante, no muy amigo de las multitudes ni de ser el centro de atención levantó las palmas de las manos para frenar la nube inquisitorial que dirigió como saetas hacia él.
Gregor hizo uso de su memoria para recordar una pequeña receta que no había experimentado nunca y tras buscar en uno de sus morrales sacó un libro de tapas verdes que revisó con el ojo de un maestro en la materia: "Sangre de Dragón (o su progenie) y Sangre de Reyes". El alquimista explicó a sus camaradas que tenían que mezclar sangre de un dragón con una pequeña planta, una campanilla, que crece en las ciénagas y es conocida como Sangre de Reyes por su intenso color azul. Gregor miró por un momento a Juliette, discípula del Dragón Rojo, pero ésta antes de que el mercenario dijera nada le espetó que ella no iba a dar ni una gota; de todas formas Danthalionkraesrian se ofreció amablemente a ceder la suya.
Hubo una tormenta de ideas (no literalmente por mucho que ésto sea Faerûn) y algunos de los aventureros sugirieron vehementemente ofrecerle al dragón una cabra envenenada; pero finalmente Zalcor se ofreció para intentar disparar una flecha con el veneno.
Los aventureros se prepararon y pertrecharon para la batalla de proporciones épica que sabían iba a ocurrir y partieron hacia la villa de Nevesmortas. El Danthalionkraesrian volvió a su forma draconiana y extendió el ala para que Gregor y Naila, la clériga de Ilmater que el mercenario había escogido para que le acompañara, subieran. El grueso del grupo se dirigió a Nevesmortas y los dos mencionados volaron a lomos del dragón en dirección al bosque de Arn.
La sensación de volar embriagó a Naila y Gregor; el viento en la cara, la lejanía del suelo y las formas de éste dibujadas como en un vívido tapiz dónde minúsculas casas, ríachuelos resplandecientes y aterciopeladas arboledas se sucedían con una facilidad placentera. Sin embargo el mesmerismo que producían las alturas no duró mucho tiempo más pues un enorme dragón rojo se lanzó sobre Danthalionkraesrian y lo derribó al suelo junto con los dos aventureros. El dragón plateado amortiguó la caída todo lo que pudo pero Naila y Gregor rodaron por el suelo llevándose algunas magulladuras. Danthalionkraesrian se lanzó a la gresca sin pensárselo dos veces y los aventureros -una vez que pudieron incorporarse y comprender lo que estaba pasando- se unieron a la contienda. Naila, a través de la devoción pura y sincera que sentía por el Quebrado, canalizó los poderes curativos de éste sin titubearle la voz en sus rezos. Gregor con sus habilidades de cambiaformas se puso la piel de un atávico hombre lagarto y transformó su arma en un látigo. Mientras ambos esquivaban zarpazos, bocados, alientos de fuego y conjuros, el mercenario consiguió trabar en unas cuantas ocasiones el ala del dragón rojo con su látigo derribándolo al suelo hasta que, finalmente, consiguieron que no volviera a levantar el vuelo. Habían acabado con la criatura.
Aprovechando la oportunidad extrajeron sangre del dragón rojo caído y la guardaron a buen recaudo entre varios pliegos de lienzo. Retomaron el vuelo y no tardaron en llegar al Bosque Arn.
Tomaron tierra en bosque Grevel, el poblado gnomo que da a la ciénaga, y se adentraron en los terrenos pantanosos. Algunos kobolds salieron a su encuentro en una emboscada pero no fueron rival para los aventureros y el dragón. Buscando entre barro, maleza y zarzas Naila divisó unas campanillas azules. Era Sangre de Reyes, Gregor las recogió con extremo cuidado y volvieron a subir a lomos de Danthalionkraesrian.
Llegaron a Nevesmortas antes que el resto del grupo, fueron a la Flecha del Destino dónde Gregor elaboró el veneno autoinmune. Se juntaron con el resto y el mercenario le entregó a Zalcor el frasquito con la valiosa mezcla de sangre y planta. Momento propicio pues por advertencia del mismo guardan todos observaron como el dragón azul sobrevolaba la villa.
Zalcor subió a lomos de Danthalionkraesrian mientras el resto lo animaba y sin demora levantaron el vuelo. Juntos accedieron hasta ser poco más que un punto difuso en la lejanía. Danthalionkraesrian se puso a la cola del Dragón Azul, Zalcor estaba preparado. Danthalionkraesrian mordió y tiró de la cola de su adversario obligando a éste girar el cuello, el viento azotaba con fuerza y el Guardián no veía un tiro claro. Danthalionkraesrian batió sus alas con fuerza y se puso a la par del dragón azul y entonces esa expresión suicida que a veces se dibuja en el rostro de Zalcor emergió y el Guardián saltó hacia la boca abierta del dragón azul.
En un instante congelado en el tiempo, Zalcor miró a los ojos contaminados de la bestia y sintió su respiración ponzoñosa mientras caía hacia sus fauces. En el suelo unos aventureros se llevaban la mano a la boca, algunos a la cabeza y otros apartaban la mirada; temiendo el peor destino para el explorador.
Zalcor apretó la mandíbula y con determinación metió el brazo dentro de la boca del dragón y éste con un chasquido la cerró, desgarrando carne y hueso del guardián, sesgándole el brazo. Gritó de dolor a la par que el dragón azul se preparaba para terminar de engullirlo. En tierra Eregul gritaba preocupado el nombre de su amigo al comprender su inminente final; su vida parecía perdida pero sobre la cabeza de la bestia apareció triunfal empuñando su lanza Juliette. La hechicera se había encaramado a la nuca del dragón azul, y con una sonrisa maliciosa giró y apuntó su arma. “Trágate ésta” le gritó y con todas sus fuerzas hundió la lanza en la cabeza de la criatura haciéndola perder el control del vuelo y rugir de dolor. Juliette se soltó y puso a salvo y Danthalionkraesrian hizo un tirabuzón en el aire bajando a toda velocidad para recoger al explorador, y dejarlo de nuevo a salvo sobre la faz de Toril. Un gran número de aventureros corrió a asistir a Zalcor pero él mismo se cauterizó la herida con una de sus armas encantada con fuego. El guardián, aún habiendo perdido una extremidad sonreía complacido: había introducido en el gaznate del dragón la Sangre de Reyes.
El dragón azul comenzó a perder altura en un tirabuzón caótico, hasta que golpeó contra el suelo en una nube de polvo y las astillas de los árboles destrozados. Los aventureros se lanzaron a la gresca sin titubear. La bestia estaba débil pero no indefensa y luchó tan violentamente que parecía ignorar las heridas. Los aventureros jamás se habían enfrentado a un dragón tan resistente: los combatientes cargaron y atacaron sin tregua hasta el agotamiento, los arqueros terminaron con los dedos despellejados de tanto soltar la cuerda, los magos conjuraron hasta drenar todo su poder y los clérigos curaron a los heridos hasta el borde de sus fuerzas. Sin haber sido el esfuerzo en vano la bestia azul se desplomó sonoramente contra el suelo y todos respiraron tranquilos... Nevesmortas estaba a salvo un día más y ninguno de los defensores parecía haber contraído la enfermedad.
El dragón, una magnífica criatura, explicó que uno de sus congéneres azules se dirigía a Nevesmortas cargado con tanto veneno que arrasaría la villa. Los aventureros se agitaron y las sonrisas nerviosas y la tensión se dejó ver en sus gestos y palabras. Las ideas surgieron y fluyeron con rapidez; Daan sugirió que quizá se podría envenenar al dragón de alguna forma que lo hiciera vulnerable a su propia enfermedad... ésta idea revolucionó inexplicablemente a todos los aventureros. Daan, que se vio acosada a preguntas desvió rápidamente la atención a su camarada Gregor, explicando que el mercenario era alquimista. El cambiante, no muy amigo de las multitudes ni de ser el centro de atención levantó las palmas de las manos para frenar la nube inquisitorial que dirigió como saetas hacia él.
Gregor hizo uso de su memoria para recordar una pequeña receta que no había experimentado nunca y tras buscar en uno de sus morrales sacó un libro de tapas verdes que revisó con el ojo de un maestro en la materia: "Sangre de Dragón (o su progenie) y Sangre de Reyes". El alquimista explicó a sus camaradas que tenían que mezclar sangre de un dragón con una pequeña planta, una campanilla, que crece en las ciénagas y es conocida como Sangre de Reyes por su intenso color azul. Gregor miró por un momento a Juliette, discípula del Dragón Rojo, pero ésta antes de que el mercenario dijera nada le espetó que ella no iba a dar ni una gota; de todas formas Danthalionkraesrian se ofreció amablemente a ceder la suya.
Hubo una tormenta de ideas (no literalmente por mucho que ésto sea Faerûn) y algunos de los aventureros sugirieron vehementemente ofrecerle al dragón una cabra envenenada; pero finalmente Zalcor se ofreció para intentar disparar una flecha con el veneno.
Los aventureros se prepararon y pertrecharon para la batalla de proporciones épica que sabían iba a ocurrir y partieron hacia la villa de Nevesmortas. El Danthalionkraesrian volvió a su forma draconiana y extendió el ala para que Gregor y Naila, la clériga de Ilmater que el mercenario había escogido para que le acompañara, subieran. El grueso del grupo se dirigió a Nevesmortas y los dos mencionados volaron a lomos del dragón en dirección al bosque de Arn.
La sensación de volar embriagó a Naila y Gregor; el viento en la cara, la lejanía del suelo y las formas de éste dibujadas como en un vívido tapiz dónde minúsculas casas, ríachuelos resplandecientes y aterciopeladas arboledas se sucedían con una facilidad placentera. Sin embargo el mesmerismo que producían las alturas no duró mucho tiempo más pues un enorme dragón rojo se lanzó sobre Danthalionkraesrian y lo derribó al suelo junto con los dos aventureros. El dragón plateado amortiguó la caída todo lo que pudo pero Naila y Gregor rodaron por el suelo llevándose algunas magulladuras. Danthalionkraesrian se lanzó a la gresca sin pensárselo dos veces y los aventureros -una vez que pudieron incorporarse y comprender lo que estaba pasando- se unieron a la contienda. Naila, a través de la devoción pura y sincera que sentía por el Quebrado, canalizó los poderes curativos de éste sin titubearle la voz en sus rezos. Gregor con sus habilidades de cambiaformas se puso la piel de un atávico hombre lagarto y transformó su arma en un látigo. Mientras ambos esquivaban zarpazos, bocados, alientos de fuego y conjuros, el mercenario consiguió trabar en unas cuantas ocasiones el ala del dragón rojo con su látigo derribándolo al suelo hasta que, finalmente, consiguieron que no volviera a levantar el vuelo. Habían acabado con la criatura.
Aprovechando la oportunidad extrajeron sangre del dragón rojo caído y la guardaron a buen recaudo entre varios pliegos de lienzo. Retomaron el vuelo y no tardaron en llegar al Bosque Arn.
Tomaron tierra en bosque Grevel, el poblado gnomo que da a la ciénaga, y se adentraron en los terrenos pantanosos. Algunos kobolds salieron a su encuentro en una emboscada pero no fueron rival para los aventureros y el dragón. Buscando entre barro, maleza y zarzas Naila divisó unas campanillas azules. Era Sangre de Reyes, Gregor las recogió con extremo cuidado y volvieron a subir a lomos de Danthalionkraesrian.
Llegaron a Nevesmortas antes que el resto del grupo, fueron a la Flecha del Destino dónde Gregor elaboró el veneno autoinmune. Se juntaron con el resto y el mercenario le entregó a Zalcor el frasquito con la valiosa mezcla de sangre y planta. Momento propicio pues por advertencia del mismo guardan todos observaron como el dragón azul sobrevolaba la villa.
Zalcor subió a lomos de Danthalionkraesrian mientras el resto lo animaba y sin demora levantaron el vuelo. Juntos accedieron hasta ser poco más que un punto difuso en la lejanía. Danthalionkraesrian se puso a la cola del Dragón Azul, Zalcor estaba preparado. Danthalionkraesrian mordió y tiró de la cola de su adversario obligando a éste girar el cuello, el viento azotaba con fuerza y el Guardián no veía un tiro claro. Danthalionkraesrian batió sus alas con fuerza y se puso a la par del dragón azul y entonces esa expresión suicida que a veces se dibuja en el rostro de Zalcor emergió y el Guardián saltó hacia la boca abierta del dragón azul.
En un instante congelado en el tiempo, Zalcor miró a los ojos contaminados de la bestia y sintió su respiración ponzoñosa mientras caía hacia sus fauces. En el suelo unos aventureros se llevaban la mano a la boca, algunos a la cabeza y otros apartaban la mirada; temiendo el peor destino para el explorador.
Zalcor apretó la mandíbula y con determinación metió el brazo dentro de la boca del dragón y éste con un chasquido la cerró, desgarrando carne y hueso del guardián, sesgándole el brazo. Gritó de dolor a la par que el dragón azul se preparaba para terminar de engullirlo. En tierra Eregul gritaba preocupado el nombre de su amigo al comprender su inminente final; su vida parecía perdida pero sobre la cabeza de la bestia apareció triunfal empuñando su lanza Juliette. La hechicera se había encaramado a la nuca del dragón azul, y con una sonrisa maliciosa giró y apuntó su arma. “Trágate ésta” le gritó y con todas sus fuerzas hundió la lanza en la cabeza de la criatura haciéndola perder el control del vuelo y rugir de dolor. Juliette se soltó y puso a salvo y Danthalionkraesrian hizo un tirabuzón en el aire bajando a toda velocidad para recoger al explorador, y dejarlo de nuevo a salvo sobre la faz de Toril. Un gran número de aventureros corrió a asistir a Zalcor pero él mismo se cauterizó la herida con una de sus armas encantada con fuego. El guardián, aún habiendo perdido una extremidad sonreía complacido: había introducido en el gaznate del dragón la Sangre de Reyes.
El dragón azul comenzó a perder altura en un tirabuzón caótico, hasta que golpeó contra el suelo en una nube de polvo y las astillas de los árboles destrozados. Los aventureros se lanzaron a la gresca sin titubear. La bestia estaba débil pero no indefensa y luchó tan violentamente que parecía ignorar las heridas. Los aventureros jamás se habían enfrentado a un dragón tan resistente: los combatientes cargaron y atacaron sin tregua hasta el agotamiento, los arqueros terminaron con los dedos despellejados de tanto soltar la cuerda, los magos conjuraron hasta drenar todo su poder y los clérigos curaron a los heridos hasta el borde de sus fuerzas. Sin haber sido el esfuerzo en vano la bestia azul se desplomó sonoramente contra el suelo y todos respiraron tranquilos... Nevesmortas estaba a salvo un día más y ninguno de los defensores parecía haber contraído la enfermedad.