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Publicado: Lun Feb 19, 2007 12:10 am
por Elenthyl
X. Movimiento Arcano
BBrroowwnnnn!!!
La tormenta eléctrica sacudía sin piedad a la Marca. Rayos, miles de rayos que iluminaban un instante una espesa lluvia, cortina de agua que amenazaba con ahogar a cualquiera que asomara la cabeza por una ventana, seguidos de espantosas explosiones de nubes grandes como ciudades.
BBrroowwnnnnn!!!
Aterrorizada a ver pasar las descargas eléctricas a su lado, Tiery nadaba más que volaba buscando la luz de su destino. Que cómoda la vida del Pixie de un archimago, le decían sus envidiosas compañeras de magos menores. Con el gesto fruncido por el esfuerzo la pequeña hada alcanzaba al fin el alféizar de Amara Myzair.
La estancia resplandecía en suaves dorados. La poderosa líder de la Orden de Magos de Nevesmortas estaba a punto de retirarse a descansar, tras largas horas de estudio, cuando recibió la visita de la exhausta Tiery quien, con un pergamino en la mano, caía más que aterrizaba sobre su almohada. Recogiéndo a la pequeña criatura la acunaba entre sus brazos mientras deshacía el envoltorio para leer con absoluta tranquilidad el mensaje de su amo: Phandaal.
-(Humm... Qué le habrá llevado a pensar eso de Elenthyl? Es raro..)
Tras atender a Tiery abrigándola con una minúscula capa y dejándola en una mesita con muebles a su escala, agua y comida en abundancia, Amara se dirige a su escritorio con la intención de contestar inmediatamente la misiva. La filigrana tallada a lo largo de la mesa se ilumina tenuemente cuando la archimaga se sienta frente a ella, permitiéndole escribir sin dificultad a tan altas horas de una inhóspita madrugada. Mientras la lluvia castiga duramente los vidrios de su dormitorio y los truenos hacen estremecerse a la pixi sobre un minúsculo sofá, la arcana repasa rápidamente anteriores misivas del joven archimago.
Un chico brillante ese Phandaal, piensa Amara. Un arcano de los mejores. Sin embargo sus conocimientos no lograban dominar su fuerte personalidad y su actitud desafiante y poco respetuosa hacia el fundador de la organización, Khellendros Conde de Amroth, le habían impedido alcanzar el rango que realmente le correspondía en la Orden. Caballero Arcano, muchos le tienen por Maestro e incluso se rumorea que no hay mejor candidato que él para Gran Maestro de la Orden Arcana. Phandaal… ese joven elfo llegará lejos, pensaba Amara. Pero sólo si él mismo se lo permite.
BBrroowwnnnn!!!
Dejando los legajos a un lado sobre la autoiluminada mesa cogió al fin su pluma y comenzó a escribir una respuesta.
”Phandaal, no se que te lleva a pensar eso de Elenthyl pero me gustaría saberlo ya que, si bien no conozco tanto al elfo, por lo que lo he tratado realmente lo creo incapaz de hacer tal cosa.”
Fdo. Amara
Tiery duerme plácidamente cuando Amara deposita a su lado el mensaje. En cuanto se recupere, lo entregará. Dirigiéndose al fin hacia la cama, la archimaga se permitía un merecido descanso. La lluvia en su ventana la acompaña hasta quedar dormida poco antes del amanecer. Sobre su escritorio, del cual se extingue la luz lentamente, queda lo que ha estado leyendo hasta hace poco. Los "Informes de Phandaal, Caballero Arcano"...
... continuará
Elenthyl Quart´Hadast
// Este post ha sido posible gracias a que Phandaal me ha pasado material "del bueno" y me ha permitido colgarlo. En el siguiente os cuelgo lo que él ha escrito prácticamente sin tocar porque está realmente bien. Un gran trabajo de Phan!!!
Publicado: Lun Feb 19, 2007 1:01 am
por Elenthyl
XI. Informes de Phandaal. Caballero Arcano
I. Sana curiosidad arcana
Sentado sobre una gran silla de oscurecida talla, Phandaal descansa inquieto en el silencio de la antigua biblioteca. No caía tanta agua cuando la envié, pensaba meditabundo. Cientos de papeles y libros llenan el reducido espacio de estudio del archimago, formando auténticas cordilleras que se elevan desde el suelo culminando en un amplio escritorio. Un candelabro sobre su superficie ilumina el conjunto dibujando complicadas espirales en el aire con sus múltiples brazos.
-Quizá no debí enviarla…
Mientras espera despierto noticias de la Pixie, repasa por enésima vez los informes que sobre la maligna oscuridad ha escrito y remitido a la organización arcana. Teme que algo se le escape y los repasa una y otra vez. Sin embargo esa noche ya no recibirá noticias de su buena Tiery. Y está tan, tan cansado… El joven archimago cae finalmente rendido sobre su trabajo de investigación, el cual comienza asi…
Informe de Phandaal, Caballero Arcano
Para todos los miembros de la Orden.
Algunas notas y propuestas sobre Ascore.
Supongo que muchos de vosotros habréis estado cerca o incluso en las ruinas de Ascore. Recientemente, en una de mis exploraciones, coincidí allí con Turek y el caballero Rick Heavensword. Llegamos hasta lo más profundo de de esa ciudad y nos topamos con una barrera mágica que divide una gran sala. Nos resultó imposible atravesarla o disiparla, incluso con mis mejores conjuros, así que decidimos investigar todo lo que pudiéramos sobre Ascore y sobre los umbras que se han apoderado de las ruinas.
Anteriormente ya había intentado cruzar esa barrera mágica con Carar Magiablanca, pero entonces estábamos demasiado ocupados adquiriendo nuevos conocimientos mágicos y lo dejamos de lado sin investigar en serio.
Sobre Ascore averigüé que antiguamente fue la mayor ciudad comercial del reino enano de Delzun y estaba unida por pasajes subterráneos con Adbar y Felbarr, así como con otras ciudades ahora sepultadas bajos las arenas del desierto de Anaurokh. Las estradas a esos pasajes aún existen en esas ciudadelas enanas, pero permanecen cerradas. Se rumorea que los reyes de Adbar y Felbarr podrían financiar una expedición a Ascore, pero no he conseguido que hablen sobre ello. Es posible que teman lo que puede haber en esos subterráneos ahora.
Los umbras proceden de la ciudad nezherina Umbra. Los habitantes de esta ciudad consiguieron llevarla al plano de las sombras para evitar ser destruidos con el cataclismo que destruyó el reino de Nezher, y han regresado hace poco instalando su ciudad volante en algún lugar secreto del desierto de Anaurokh. Muchos umbras son poderosos magos y todos son inmunes a muchos conjuros, quizá debido a su larga estancia en el plano de las sombras. Por razones que sólo ellos conocen han ocupado las ruinas de Ascore, quizá como avanzadilla para preparar una invasión al resto de Faerun. Se rumorea que tienen espías en las ciudades más importantes de la Marca Argéntea.
Esto es todo lo que he podido averiguar hasta ahora. Quizá Rick haya descubierto algo por su cuenta. En cuanto pueda compararé notas con él. Mientras tanto propongo que la Orden de Magos y Hechiceros se encargue de investigar todo lo posible y que planeemos una expedición a Ascore junto con la Orden de Caballeros, ya que los umbras que han invadido esa ciudad podrían poner en peligro la seguridad de Nevesmortas y de toda la Marca Argéntea.
Fdo Phandaal
Adjunto a este primer informe cuelga una nota en un pergamino de igual tamaño y color, pero algo menos envejecido.
Una pequeña indagación sobre Ascore
A pesar de las sospechas, por ahora no probadas, que recaen sobre Hoerath Almallameante yo le considero una de los mejores magos de Nevesmortas y un gran erudito. Me encontré con Hoerath en la tienda de Jáskar Rivera y le pregunté lo que sabía sobre Ascore, por supuesto con gran discreción y sin decirle que es para una investigación oficial conjunta con la Orden de Caballeros. No fue mucho lo que pudo decirme, aún así me dio un par de datos que no conocía.
Lo primero es que según él esa ciudad perteneció al imperio Netherino, así que es probable que los enanos la edificaran sobre ruinas más antiguas. Eso explicaría el interés de los umbras en Ascore, aparte de ser una ciudad avanzadilla que utilizan para controlar el paso al desierto de Anaurokh donde está su ciudad, es posible que en sus profundidades busquen algún artefacto Netherino de gran poder que podrían utilizar para una eventual invasión de las tierras que antiguamente formaban el imperio de Nether.
También me comentó que el explorador Elenthyl había visto ese muro mágico y que quizá él sepa algo más. Dudo que ese explorador sea capaz de distinguir un muro de piedra de un muro mágico, pero dado que su inseparable compañera Artemís si tiene conocimientos arcanos considero conveniente interrogarlos por si acaso pudieran aclararnos algo. La tal Artemís es vecina mía y nos llevamos relativamente bien, así que en cuanto la vea intentaré concertar una reunión con ellos.
Fdo. Phandaal
//En este color está escrito por Phandaal
Publicado: Lun Feb 19, 2007 1:42 am
por Elenthyl
XII. Informes de Phandaal. Caballero Arcano.
II. Sobre elfos y otros seres del campo, y de cómo estas selváticas criaturas tienen algo que ver con lo que aquí tratamos.
Informe de Phandaal. Caballero Arcano.
Nevesmortas, día primero de Kyzhorn. 1389.
Reunión con un explorador
Como mencioné en mi anterior informe decidí hablar con los exploradores Artemís y Elenthyl para que me contasen lo que supieran sobre el muro mágico de Ascore. Son escurridizos y difíciles de encontrar ya que pasan demasiado tiempo en el bosque, pero por fin conseguí dar con ellos.
La actitud de estos dos elfos suele ser algo hosca y desconfiada, pero cuando les pregunté sobre Ascore ya me pareció excesivamente recelosa. No querían contarme nada de lo que sabían y tuve que insistir mucho hasta que conseguí convencerlos de que si tenían algo de información podría ser vital para la seguridad de todos los seres vivos de Faerun, así que accedieron a acompañarme a mí casa para hablar en un entorno seguro. Quizá no tenga nada que ver, pero la actitud extremadamente amistosa de dos lobos que había por la zona me hizo sospechar que quizá pudieran ser espías de los umbras disfrazados intentando averiguar que hablábamos…
Por supuesto no podía matar a esos dos lobos, a pesar de mis sospechas, sin ganarme la antipatía de los dos amantes de los animales con los que quería hablar. Sin embargo creo que Artemís recelaba demasiado, o quizá tenía miedo, ya que en el último momento decidió no acompañarnos.
En Nevesmortas estaban Rick y Corina a quienes pedí que nos acompañaran, a Rick como representante de la Orden de Caballeros y a Corina porque es un miembro bastante importante de nuestra Orden y podría ser de gran ayuda en el interrogatorio a Elenthyl. Además, ya que mis relaciones con Elenthyl son algo tirantes, la presencia de Rick le podría tranquilizar con respecto a mis intenciones. Por lo que ocurrió después quizá hubiera sido mejor que Rick no asistiera a la reunión, pero ese es otro asunto. Mientras estábamos en mi casa se nos unió Amara.
El relato de Elenthyl nos aclaró poco y nos dejó con más interrogantes aún si es posible. Según nos contó, él y Artemís llegaron a un oasis que hay en el desierto de Anaurokh donde encontraron que había sido arrasado, y gran parte de sus habitantes había sido asesinada. Según el elfo salvaje un anciano mercader les dijo que los umbras les habían atacado y habían robado un antiguo amuleto de poco valor. Siguieron el rastro de los umbras por el desierto hasta que lo perdieron en una rocas enormes junto a la parte superior de una antigua construcción enterrada. Sospechaba que era la entrada a un túnel o acceso, pero no consiguieron entrar a pesar de sus esfuerzos. Sobre el muro mágico no sabía gran cosa, solo que lo había visto, de todas formas no hubo tiempo para preguntarle demasiado sobre él.
Este escueto relato nos da poca información, pero podemos deducir algunas cosas. Lo primero es que el medallón sin valor aparente tiene que ser un poderoso artefacto mágico para que los umbras se tomen la molestia de arrasar un poblado nómada para robarlo. Robarlo o recuperarlo... Si es un artefacto procedente de la antigua Netheril podrían considerar que es suyo y que están en su derecho de matar a quien sea para poseerlo. Por otro lado su misteriosa desaparición en el desierto, capaz de despistar a dos experimentados exploradores una de ellas con conocimientos arcanos, puede que confirme lo que sospechábamos sobre la red de túneles que unían las distintas ciudades del imperio enano de Delzun. Es más urgente que nunca hablar con los reyes enanos de Felbarr y Adbar e intentar que nos permitan utilizar los antiguos túneles si llega el momento.
Por otro lado la descripción que dio Elenthyl sobre el medallón fue demasiado viva, no pareció una descripción de segunda mano y se esforzó mucho por restarle importancia. Sospecho que nos mintió al respecto y que realmente llegó a ver el citado medallón. Eso me hace sospechar a su vez que sabe mucho, muchísimo más de lo que cuenta, pero no podemos obligarle a hablar y no estoy dispuesto a utilizar medios drásticos para conseguir su colaboración. Al menos por ahora… Quizá si se producen más ataques de los umbras o averiguamos que un ataque a gran escala es inminente debamos utilizar poderosos conjuros para someter su voluntad a fin de que colabore. No me gusta esa solución excepto como último recurso.
Mientras tanto tenemos que convencerle de la amenaza que representan los umbras, no solo para las ciudades de la Marca Argéntea y de Faerun, sino para cualquier forma de vida. Quizá “cuele” como farol, pero hay que convencerle de que los umbras pueden querer transformar todo Faerun en una extensión del plano de las sombras donde estuvieron refugiados durante siglos.
Es posible con mucho tacto Artemís se muestre más razonable que Elenthyl, al fin y al cabo gracias a sus conocimientos arcanos puede que sea más consciente de la amenaza que representan los umbras. Intentaré hablar a solas con ella en cuanto pueda para sonsacarle algo más de información.
Al final de la conversación Rick fue demasiado insistente y “amenazante” con Elenthyl y éste se ofendió. Es posible que hubieran llegado a las manos de no haber intervenido yo para calmarlos un poco. Puede que en el trato con los exploradores nos convenga no contar con la ayuda de la Orden. Sus rígidos principios morales les hacen perder de vista la realidad y se olvidan de como tratar a las personas. También creo que es posible que Elenthyl se muestre un poco más receptivo si no está Rick presente.
Seguiré investigando este asunto cada vez más embrollado.
Fdo. Phandaal
Informe de Phandaal. Caballero Arcano.
Nevesmortas, día quinto de Kyzhorn. 1389.
Conversación con la exploradora Artemis
La reunión que tuvimos con Elenthyl nos dejó con más dudas de las que teníamos en un principio. Mi intención era intentar averiguar algo más hablando con la exploradora Artemís, ya que aunque es recelosa y desconfiada por naturaleza, yo la había ayudado en alguna ocasión, aunque también habíamos tenido nuestras diferencias.
Sin embargo no fue fácil, pero la fortuna nos sonrió... Habían encontrado un libro que hablaba sobre la tienda de Tulrun y necesitaban que un mago experimentado les ayudase con un liche, pues suponían que guardaba una gema que les proporcionaría acceso a la tienda. Acudieron a este vuestro humilde servidor en busca de consejo y ayuda, a cambio Artemís nos daría algo más de información. Por suerte no intentaron negociar ya que mi naturaleza generosa me hubiera hecho ayudarles sin pedir nada a cambio.
El combate con el liche fue relativamente sencillo. No es la primera vez que tropiezo con seres semejantes y mi experiencia fue de gran ayuda. A pesar de todo no encontraron lo que buscaban.
Al ver su frustración les hablé sobre la tienda de Tulrun y sobre sus macabros gustos, y que probablemente no solo necesitarían acceso a esa tienda, sino que el granuja de Tulrun les pediría un hueso de dracoliche. Imagino que los necesita para algún extraño ritual porque a todas las personas que conozco que han hablado con Tulrun les ha pedido uno. Eso les animó y estaban dispuestos a lanzarse de cabeza a la guarida del primer dracoliche que encontraran de una forma totalmente inconsciente. Como no era mi deseo mandarles a una muerte segura les advertí de los riesgo que ello conllevaba y me ofrecí voluntario para ayudarle en lo que pudiera.
Por un lado les dije donde se esconde un dracoliche con el cual no hemos conseguido terminar debido a que no sabemos donde esconde su filactelia. Empezamos con los preparativos para esa aventura y ellos fueron directamente a Felbarr, donde se encuentra la citada guarida, y yo fui a aprovisionarme para la dura pelea que nos esperaba. Ya en la ciudadela de Felbarr encontramos a nuestra deslumbrante Gran Maestra Amara quién había acudido allí en su habitual lucha contra los engendros nigrománticos del dracoliche, el cual tiene una legión de muertos vivientes que le protegen y, si no fuera por Amara y otros aventureros voluntarios, pronto invadirían Felbarr y toda la Marca Argéntea.
Llegamos hasta el cubil sin grandes problemas... sin embargo fue una lucha muy dura y, en un momento de desesperación, tuve la genial idea de abrir un portal a Nevesmortas con la intención de que la población se sintiera curiosa y acudiesen a la Orden de Caballeros para que investigasen. Dio el resultado esperado y, como suponía que iba a suceder, el capitán Rick Heavensword entró de cabeza al portal. Si algo se puede decir de los paladines es que son valientes, quizá hasta la inconsciencia. Dudo que ningún mago tuviera el poco sentido común como de meterse de cabeza en un portal hacia lo desconocido sin ninguna preparación ni ayuda. El dracoliche estaba bastante maltrecho, pero sin la ayuda de Rick no hubiéramos podido con él. Quizá esto ayudase a que los exploradores confíen un poco más en Rick ya que durante la conversación con Elenthyl éste salió bastante disgustado con el paladín, como ya comenté. Pero volvamos al tema principal...
De esta forma conseguí que Artemís me prometiera tener una conversación conmigo para darme más información... aunque tendría que ser a solas conmigo, esta vez.
Esa conversación se pospuso en varias ocasiones por distintos motivos, pero finalmente tuvo lugar. Señalo aquí que Corina estaba conmigo cuando encontré a Artemís, pero ésta despidió a Corina de una forma un tanto brusca. Está claro que la vida en el campo no enseña buenos modales.
Artemís es una elfa un tanto ruda, bastante desconfiada y, a pesar de tener ciertos estudios y entrenamiento arcano, parece que muchas veces se guía más por sus instintos que por su inteligencia. Sin embargo no carece de cierto encanto como persona y aún como mujer. Creo que su malhumor permanente tiene que ver con que su amigo Elenthyl no le hace demasiado caso. Al menos cuando les he visto juntos es la impresión que me ha dado. Eso me hacía temer que fuera a exigirme algo más por su colaboración, y me obligó a preguntarme hasta dónde sería yo capaz de llegar por el bien de Faerun y sus gentes. Sin embargo, pese a mis temores, Artemís fue completamente correcta en ese sentido en todo momento.
La conversación tuvo lugar al fin en su morada que, casualmente, es colindante a la mía. Más que una vivienda esa mujer parece que vive en el bosque, con animalillos incluidos. Uno de sus animales hizo sus necesidades en mis pies, con gran aflicción por mi parte que tuve que sobrellevar con una sonrisa de disimulo para no enemistarme con Artemís.
Lo primero que hizo fue preguntarme cual era nuestro interés, el de la Orden, en Ascore. Simplemente le describí lo que podría ocurrir en la Marca si los umbras la invadían. Le hice pensar en como sería todo si la oscuridad cubriera todos los bosques de la misma forma que cubre la entrada a las ruinas de Ascore, una Oscuridad tan innatural como necesaria para esos seres que han vivido durante milenios en el Plano de las Sombras. Creo que fui suficientemente convincente.
Su relato fue muy similar al de Elenthyl. Me contó cómo llegaron al oasis y encontraron a todos sus habitantes muertos excepto a un mercader. Cómo siguieron el rastro de los umbras y, aquí empiezan las diferencias, “entraron en su fortaleza y los exterminaron como a demonios”. Me marcó en un mapa del desierto las entradas que conocía a Ascore, puesto que esa era la fortaleza de los umbras. También me dijo que no entraron como personas normales, aunque no quiso explicarme a que se refería…
Y me habló sobre múltiples trampas repartidas por toda la fortaleza. También me habló sobre lo bonito que era uno de los barcos enterrado en la arena cerca de Ascore. No se si tiene algo que ver o simplemente se estaba burlando de mí... o quizá le ocurrió algo en ese barco cuyo recuerdo le produce felicidad. Sea lo que sea tendremos que investigar esos barcos.
Me dijo que con gente especializada no nos sería difícil encontrar lo que buscábamos. Esto que parece una obviedad creo que encerraba un mensaje oculto. Tengo la impresión de que fue una forma sutil de ofrecer su ayuda ya que, al fin y al cabo, los expertos en buscar rastros y pistas ocultas son los exploradores como ellos... No me cuesta imaginar que estén deseosos de ayudar y resolver el misterio de Ascore, pero creo que son demasiado independientes y orgullosos como para pedir ayuda u ofrecerse a colaborar voluntariamente. Creo que deberíamos reunirnos con Rick para comentar la posibilidad de forjar una alianza temporal un poco más sólida con los exploradores que unos simples interrogatorios.
Sobre el medallón del que nos habló Elenthyl.
Bueno, nos dio la impresión de que Elenthyl mentía cuando dijo que no lo había visto, sin embargo, al hablar con Artemís su respuesta me pareció totalmente sincera cuando me confirmó lo que dijo Elenthyl: ellos no llegaron a recuperar el medallón del mercader Bedin. No tengo motivos para desconfiar de la veracidad de sus palabras ya que sus bonitos ojos eran totalmente sinceros cuando me lo dijo. Quizá Elenthyl sí robó el medallón para sí mismo sin que se percatase Artemís, aunque me parece improbable.
La conversación no se extendió mucho más. Al final de ella Artemís parecía menos fría conmigo e incluso fue algo hospitalaria y se comportó como una buena anfitriona. Nos despedimos de forma amistosa hablando de banalidades y ahí terminó todo.
Conclusiones:
Ahora ya sabemos más o menos otra forma de entrar a la fortaleza umbra Ascore, aunque quizá lo que nos cuenten los reyes enanos de Felbarr sea de gran ayuda. Quizá debamos contar también con la ayuda de los exploradores.
Debemos suponer que ese medallón que robaron los umbras sigue en su poder. Es muy peligroso y deberíamos darnos prisa en actuar, ya que si los umbras se molestaron en ir a buscarlo tiene que ser un artefacto muy peligroso, repito, en sus manos.
Nota muy importante:
Discutir una posible alianza temporal con los exploradores. Puede que sean de ayuda o no. Hay que negociar con ellos a ver que podemos ofrecernos mutuamente.
Podemos sacar otra conclusión. Lo que nos han contado tanto Elenthyl como Artemís realmente no justifica sus recelos para hablar con nosotros. Su desconfianza natural a quienes pudieran considerar demasiado civilizados tampoco lo justifica.
Es evidente que ocultan algo y que quizá no hemos sabido hacer las preguntas correctas.
Elenthyl y Artemís tienen miedo. Miedo de algo o de alguien. Ofrecerles una especie de alianza es como ofrecerles protección. Protección a cambio de la información que nos están ocultando, sea lo que sea. Tienen que vernos en igualdad de condiciones, no como una Orden de Magos que les interroga, nos tienen que ver como aliados.
Fdo. Phandaal.
Los primeros rayos del sol iluminan el agua caída la noche anterior cuando una pequeña pixie despierta a golpes de pergamino a un apesadumbrado archimago. Phandaal tiene su respuesta.
//en este color lo escrito por Phandaal.
Publicado: Lun Feb 19, 2007 6:59 pm
por phandaal
// Gracias Elenthyl por darle un poco de forma y que parezca que tienen sentido mis aburridos informes. Al resto perdonadme por bajar tanto el nivel.. pero comprenderéis que una arrogante archimago tiene poco tiempo para dedicarse a la poesía...
// Y una pequeña aclaración: Tiery se parece bastante a Phandaal en cuanto al comportamiento, aunque es más guapa y simpática. Cuando llegó exhausta con la nota fue a refugiarse al escote de Amara, de donde ésta se apresuró a sacarla xD
Publicado: Jue Mar 01, 2007 7:15 pm
por Elenthyl
XIII. Informes de Phandaal. Caballero Arcano
III. Seres que no existen.
La noche se abate cerrada sobre el corazón de la sala forrada de volúmenes. El majestuoso candelabro que tantas veces le ha acompañado en su escritura no consigue esta vez iluminar la reducida estancia. El corazón del archimago se bate en un mar de oscuridad, golpeado por sus propios latidos. Los ojos vidriosos, el pulso inseguro. Tan sólo su férrea voluntad le permite seguir escribiendo un informe que ha dejado a medias ya cinco veces. Un ejército de pixies no conseguiría animar al apesadumbrado joven. A pesar de todo toma su exótica pluma y, apartando la primera parte, retoma el hilo de sus indagaciones…
Informe de Phandaal. Caballero Arcano.
Nevesmortas, día décimo noveno de Kyzhorn. 1389.
Rumores y suposiciones.
Encontré al explorador Elenthyl casualmente. No tenía intención de interrogarle, pero aún así le tanteé un poco… y creo que él a mi también. Me dijo en un tono ligeramente irónico que aún no había visto que los umbras nos invadieran. En el mismo tono yo le respondí que quizá habían perdido algo que necesitaban, pero que no descansaría hasta no averiguar sus intenciones reales y lo que ocultan detrás de ese muro mágico que hay en lo más profundo de Ascore. Entonces me preguntó si estaba seguro de que los umbras habían construido ese muro.
Cuando leáis la primera parte de éste escrito os podréis imaginar lo que pensé. ¡Ese muro bien podría ser el construido para contener a los Fhaerim! Reconozco que ese pensamiento me aterró. Me sigue aterrando, de hecho. Si no hubiera sido por sus palabras nunca se me hubiera ocurrido que los Fhaerim pudieran estar encerrados tan cerca de las zonas habitadas.
Sin embargo quise mostrarme demasiado interesado, y en vez de preguntarle directamente le dije que me parecía una idea muy curiosa, y que cómo se la había ocurrido eso, y entonces el elfo salvaje me habló sobre unas leyendas que había oído en algún lugar lejano. Habló sobre algo enterrado bajo el desierto de Anaurokh, y más concretamente bajo la ciudad de Ascore. Una respuesta bastante inconcreta y evasiva, la verdad.
Decidí preguntarle si en alguno de sus viajes había tropezado alguna vez con algún Fhaerim, a los cuales describí muy superficialmente en ese momento, y aunque lo negó pareció bastante interesado. Aprovechó que un conocido suyo preguntaba por ese gnomo irritante, Heltzer, del que algunos sospechamos que no le llega suficiente sangre al cerebro, para guiarle a la sede de la Flecha del Destino y de paso invitarme a hablar en privado. No confío demasiado en Elenthyl, pero lo cierto es que siempre voy con algunos conjuros que me pueden ayudar a salir sin rasguños de una encerrona, así que accedí a acompañarle.
Como le veía interesado en los Fhaerim decidí ser sincero con él, pensando que eso podría hacer que se mostrase más confiado. Le describí con todo lujo de detalles a esas criaturas y cómo habían atacado y puesto en jaque al mismísimo imperio de Netheril. Creo que estaba dispuesto a decirme algo que sabía, sin embargo fuimos trágicamente interrumpidos…
Estábamos en lo alto del roble central de la sede sobre el cual, si no lo habéis visitado nunca, hay una enorme plataforma construida en las ramas y es como pisar tierra firme. Pero con unas vistas muy buenas y agradables. Por ahí apareció volando Sabath, esa chica alada con la piel dorada que suele acompañar a la simpática pero pesada Ari. Nos relató cómo, sobrevolando un bosque nevado muy al norte, había oído un grito… ¡Flecha y ayuda! La voz le pareció la de la exploradora Artemís a la cual conoce personalmente. No consiguió posarse en el suelo debido a la espesura de los árboles, por lo que acudió volando donde pensaba que podría encontrar a algún amigo de la elfa de los bosques que pudiera ayudarla en el supuesto caso de que se tratase de ella.
Por supuesto, en cuanto terminó su relato, salimos lo más deprisa que pudimos hacia Adbar para partir desde allí al Bosque Frío, ya que dedujimos que debía ser allí donde había escuchado ese grito…
Dos manchas circulares de tinta diluida vuelven a detener el avance de Phandaal. Su concentración se diluye en lágrimas al recordar aquellos sucesos. Completamente descentrado permite al fin que Tiery le conduzca a sus aposentos privados donde dará rienda suelta a su terrible sensación de pérdida...
... continuará.
Elenthyl Quart´Hadast
//en este color lo escrito por Phandaal
Publicado: Vie Mar 02, 2007 12:38 am
por Elenthyl
XIV. Luna de hielo.
El rumor de la calle comienza a apagarse con la caída de la tarde y los traviesos chiquillos abandonan sus juegos, reclamados por sus madres a la mesa. Es la hora de la cena. Tras cerrar su pequeño establecimiento y despedirse amablemente de sus compañeros del mercado, un anodino alquimista se dirige a su pequeña casa en el barrio inferior.
Abre su puerta del último piso del bloque residencial compartido y se introduce en el modesto hogar, cansado por la jornada laboral. Siete cerraduras parecen demasiadas para tan insignificante personaje, pero toda seguridad es poca en una gran ciudad como Sundabar. O al menos eso es lo que dice a los pocos que se molestan en conocerle.
Atravesando la primera de sus dos habitaciones se dirige arrastrando los pies hacia el dormitorio. Súbitamente se detiene antes de cruzar el único hueco de su pared. Algo le ha llamado la atención en el cabezal de madera de su cama. El cansancio que hasta ahora mostraba desaparece y su rostro cambia de expresión. Una daga clavada sostiene un pergamino en blanco.
Sin quitarse su pesada capa lo toma con naturalidad y da un pase con su mano sobre el vacío papiro. Un instante después aparece sobre su superficie una extraña caligrafía. La presa se mueve, y parece que sola. Ha llegado la hora de actuar, de recuperar lo robado. Suelta con indiferencia el pergamino que, estallando en azuladas llamas, se consume antes de tocar el suelo.
Algunas horas después una figura embozada cuelga un cartel sobre el dispensario de pociones y alivios naturales. Cerrado por defunción, reza la impersonal inscripción. Con una macabra e inadvertida sonrisa en el rostro, el alquimista sale de la ciudad oculto por las tinieblas del fin del día.
El explorador, espía Umbra como él, lo recoge en el lugar acordado a las afueras de la urbe. Es medianoche y la caza ha comenzado. Sin saludarse siquiera emprenden el viaje que les llevará a lejanos bosques en el Norte, atravesando un espeso manto de lluvia.
***
Amanece sobre Bosque Frío. Como en otros lugares inhóspitos de Faerun la vida se abre paso a pesar de las tremendas condiciones adversas. Los árboles lucen adornos de hielo conformando el escenario de la lucha por la supervivencia de feroces criaturas. Una sombra pasa inadvertida junto a una pareja de felinos de gigantescas proporciones. Otro no los hubiera visto y, casi con toda seguridad, sería parte de su dieta. Pero no es el destino de quien es capaz de moverse sin sonido por intrincadas y resbaladizas sendas naturales.
-Vamos, tienes que estar por aquí…
Apretando una gema mágica en su mano Artemís se esfuerza en no perder detalle del escarchado soto que la rodea. Lleva ya algunos días en la zona, y sigue dando vueltas buscando algo que no sabe muy bien qué pinta tiene. La tienda de Tulrun, la llaman, un lugar con fantásticos objetos a la venta perdida en el corazón de aquella vasta región.
-Un momento… el viento no sopla con tanta intensidad… parece que algo mayor que un árbol lo entorpece.
Mascullando una maldición por la dureza de su viaje, la elfa se lamenta de su impaciencia. Sin duda preferiría haber ido acompañada hasta allí pero sucesivos compromisos ineludibles retienen a sus compañeros en la Sede de la Compañía comercial.
-No importa- se dice a sí misma - lo encontraré y traeré de la mano a ese elfo testarudo… me encantará ver la cara que pone.
Con este pensamiento en la cabeza avanza hacia la anomalía en la ventisca. Su gesto contraído por el esfuerzo se relaja rápidamente al observar una pequeña construcción semi escondida en la helada malla vegetal. Poco más que una choza, con un cartel que se agita en el viento. La tienda de Tulrun se muestra a su aguda mirada tras cinco noches de acampada sin fuego.
-¡Si! Lo encontré… no se me escapa nada ¡Ajajajajaja!
Feliz por su éxito Artemís se pregunta qué hacer ahora. Está a punto de volver y memorizar el camino, pero su curiosidad es poderosa. Un vistazo rápido, y vuelvo… además ya no quedan más que unas horas para la medianoche, piensa entre sonrisas de satisfacción. Sin embargo no puede esperar a contárselo a Elenthyl y los demás y, mirando a la espesura, emite una serie de silbidos y gorgojeos mientras extiende su brazo en perpendicular a su cuerpo.
Unos instantes después una preciosa lechuza de las nieves acude a su llamada. Aprovechando un pergamino de escaso poder anota rápidamente un breve mensaje en su reverso, procurando que la tinta de sus útiles de mago no se congele en el frío aterrador del Norte de la Marca. Da la noticia entre bromas y pícaros reproches. Con un suave beso despide al bello animal, que parte raudo en dirección a la Flecha del Destino con su mensaje, atravesando la espesura con acostumbrada pericia.
La lechuza sólo tiene en mente la posición a la que ha sido enviada por la amiga de los animales. Su vuelo rasante es el de un autómata acostumbrado a esquivar ramas con rápidos movimientos.
El breve silbido de una cerbatana pasa desapercibido entre los sonidos del Bosque Frío. No ha recorrido ni una milla cuando siente que algo raspa su ala derecha. Sin entender bien que ya está muerta, rebota torpemente entre el follaje mientras desciende descontrolada hacia el barro del suelo. Tras chocar con un grueso tronco, ya aturdida por el veneno, el argénteo mensajero descansa para la infinitud sobre un saliente rocoso. El explorador Umbra sonríe, satisfecho de su pericia.
La oscura pareja se acerca a la posición de la bella elfa, de sombra en sombra, invisibles y silenciosos. No han conseguido seguir el rastro inexistente de tan hábil exploradora, pero los pergaminos que custodia desde la venganza ascoriana son como un faro en la noche para el poderoso mago, el cual ya no muestra su disfraz de alquimista. La noche y el destino se ciernen sobre el escondrijo del excéntrico Tulrun.
Artemís permanece acampada, sin permitirse un fuego siquiera ahora, mientras devora con avidez sus provisiones de viaje. Comparte la cena con dos crías de zorro blanco que, juguetonas debido a su corta edad, se han aproximado a examinar lo que nunca antes vieron. Una elfa de los bosques es una novedad irresistible en tan apartado lugar.
Algo pasa por el rabillo del avezado ojo de la exploradora… no está segura pero esa sombra arrojada por la luna ascendente era más corta antes. Despidiendo disimuladamente a sus jóvenes amigos con suaves ladridos, acerca la mano lentamente a la empuñadura de su engarzado arco que, como siempre, descansa a escasos centímetros de su mano izquierda.
La segunda vez no es una impresión. Esa sombra se ha movido. Ni dos latidos tarda en agarrar su fantástica arma y en un instante una flecha de Maderadique atraviesa el espacio rauda haciendo estallar en su vuelo los menudos copos que atraviesan, en lenta suspensión, el manto arbóreo.
Blingggg! … Toc!
La flecha se clava en el tronco de un roble provocando un desprendimiento de nieve virgen recién caída sobre sus ramas. No le da tiempo a relajarse por su sospecha infundada, pues el helado polvillo no llega a tocar el suelo y permanece suspendido inverosímilmente en el aire. Dos segundos después reconoce una forma gracias a los pequeños cristales de hielo. Esa sombra no es la del árbol, esa sombra no ha sido arrojada por nada. La pluma aún vibra a escasos centímetros del rostro del explorador Umbra que ahora encara sin disimulo a la valiente viajera.
Un murmullo a su espalda detiene el movimiento de su brazo, que ya buscaba el segundo proyectil. No reconoce el conjuro, pero sabe que no puede ser nada bueno. El Umbra frente a ella sonríe ampliamente, tranquilo y despreocupado, esperando a borrar toda huella de su vil acción.
-Oh, venga ya… ¡no! ¡No!
No hay desesperación en sus palabras mientras eleva su mirada y su grito llena la noche glacial. Sólo resignado fastidio, como si hubiera sido víctima de una broma pesada. Un macabro guiño del destino.
-¡LA FLECHA ACUDIRÁ EN MI AYUDA!
Aún mira hacia arriba cuando la terrible y desconocida letanía arcana acaba de manera brusca. La Luna llena le sostiene la mirada, enfrentándose al verde de sus ojos, mientras el tiempo se ralentiza para Artemís y el eco de sus palabras atraviesa tiempo y distancia.
Sus recuerdos, sus vivencias, sus amigos y compañeros desfilan ante ella en un flashback que le permite disfrutar de nuevo de tantas alegrías compartidas, tantos sueños realizados, viajes interminables y acampadas en lejanos desiertos. Sus lecciones de magia, Bola de Pelo… las largas tardes pasadas montando arcos y flechas junto a Shard y… Elenthyl.
La sonrisa más linda y amarga que jamás vieron los astros es su despedida.
-Buena Luna, mi querido Elenthyl.
Una sola lágrima se desliza por su suave mejilla congelándose en una gema de imposible pureza.
Su alma vuela libre hacia la luna llena… hasta que el mundo estalla para Artemís la Montaraz en una brillante sacudida de prismáticos colores, mientras la nieve cubre poco a poco su cuerpo inerte.
***
A menos de una milla de allí, el mensajero emplumado descansa para la eternidad sobre una roca, lejos de los carroñeros, en el Bosque Frío, mientras una sombra alada de gran envergadura atraviesa la brillante luz lunar en dirección Sur Este.
Un llanto de estrellas fugaces despide a la bellísima elfa Silvana… lejos de allí, muy lejos de allí, un elfo salvaje se agita inquieto en una rama...
... continuará.
Elenthyl Quart´Hadast
Publicado: Dom Mar 04, 2007 1:51 am
por phandaal
// Hay un "arrogante archimago" impacientándose por saber como continuas la historia...
Publicado: Dom Mar 04, 2007 2:46 pm
por Elenthyl
//
Buenas tardes!
Pues resulta que estoy de boda en Cartagena (y van...) y además tengo entrega de un concurso el día 8, asíque... hasta el próximo fin de semana no podré sentarme delante del teclado.
Comprendo que la historia sigue y que no puedo entrar tanto como quisiera, pero son causas mayores. En cuanto tenga un hueco, continuamos.
Paciencia Phan! Y gracias por leerme con interés.
Un saludo!
Elenthyl Quart´Hadast
Publicado: Dom Mar 04, 2007 5:15 pm
por phandaal
// El arrogante archimago de mesa la cresta y se pregunta si no será conveniente mandar un dedo de la muerte...
Publicado: Vie Mar 09, 2007 1:25 pm
por Elenthyl
XV. Destino.
El incansable viento había dejado de soplar y sin embargo la noche no acababa de ser tranquila. El frío y la humedad de Hoscaluz se te cuelan hasta los huesos, superando cualquier barrera de abrigo que te pongas. El archimago y la celestial permanecían acampados en lo alto de un pequeño promontorio, sobre un mar de nubes. Un espeso manto de niebla permanecía unido a la superficie helada de las aguas hasta donde la vista alcanzaba. Agazapados junto al fuego esperaban al explorador.
-Maldita sea, dónde estará ese elfo testarudo… Debemos avanzar más rápido. ¡Más rápido!
Sabath miraba fijamente al fuego, había decidido dejar de contestar las continuas quejas de Phandaal. Aquel viaje estaba resultando duro e incómodo y, la verdad, preferiría mantenerse en el aire. Pero desde allí arriba sólo fue capaz de indicar una vasta extensión, la zona donde escuchó aquellos gritos. No era capaz de precisar y en tierra dependerían del explorador. Si se levantara aquella maldita niebla…
Estaba a punto de amanecer cuando el elfo salvaje ingresó al fin en la esfera de luz anaranjada que formaba la hoguera de sus extraños compañeros de viaje. Tomando unas galletas de viaje y algo de caldo humeante de la olla, informó de que al fin había encontrado un paso libre a través de la marisma. Tres días avanzando sin descanso desde las puertas de Adbar… Elenthyl aún se maravillaba del aguante del poderoso arcano en tierras salvajes. La paladina estaba acostumbrada al esfuerzo y al sacrificio, pero aquel joven y escuchimizado elfo… Se preguntaba de dónde provenía ese extraño brillo en su mirada, esa fuerza que le hacía avanzar cada vez que pronunciaba el nombre de Artemís. Estaba visiblemente preocupado, mucho más de lo que jamás hubiera pensado el elfo salvaje. Aquel arrogante archimago lo estaba sorprendiendo… quizá fuera la excepción que confirmara la regla.
Sin embargo, no había de qué preocuparse. Ella era la mejor exploradora que conocía, podría sobrevivir años en casi cualquier entorno natural. Seguro que estaría bien y les regañaría por preocuparse… Elenthyl sonreía ante el recuerdo de Artemís enfurecida.
Recogieron el campamento y continuaron la búsqueda atravesando la laguna helada sin encuentros inesperados. Lo cual es muy aconsejable, estando rodeado de gigantescos elementales de agua que pueden ahogarte en un suspiro. Progresaban juntos, casi pegados, evitando chapoteos y pisando en piedras emergidas. Fatigosa y silenciosamente atravesaron la laguna de Hoscaluz sin delatar su presencia, avanzando sin descanso todo el día.
El cuarto día de marcha transcurrió a través de tierra bárbara. Uthgard, la sola mención de su nombre provocaba un escalofrío en los corazones menos templados. Formidables guerreros, un reto digno de cualquier luchador, permanecían en aquella desolada región por motivos que se le escapaban al elfo salvaje. Guiaba la marcha a ciegas, intuyendo el camino gracias a las difusas explicaciones de lo que Sabath recordaba haber visto desde el aire. Aquella región era prácticamente desconocida para el explorador pues sólo la había recorrido un par de veces junto a la que buscaban con tanto ahínco, buscando la famosa tienda del tal “Tulrun”. Seguramente por esa razón se encontraba Artemís en aquel bosque helado… le había insistido para que le acompañara una vez más, pero aquel Tulrun seguiría allí una semana después y los compromisos de la Flecha eran numerosos… finamente llegaron a un punto en el que los árboles eran tan frondosos y altos que lo visto desde arriba no tenía nada que ver con lo que sus pies encontraban.
-Habrá que peinar la zona
-¿Cómo? ¿Has perdido el rastro?
-Phandaal, Ilmanase no deja rastro alguno… os he estado guiando según las indicaciones de Sabath, pero en este punto debemos hacer un barrido ya que no conocemos el destino al que se dirigía… aunque… puede que estuviera buscando la tienda de Tulrun.
-Una tienda aquí…- Sabath miraba incrédula al explorador
-Oh! Elfo estúpido, haberlo dicho antes… conozco un camino que conduce a ese lugar, de hecho lo hemos seguido a tramos hace unas horas. Encuentra esa senda y te llevaré a Tulrun.
-Sé de lo que hablas, archimago… sin embargo los tramos que hemos evitado han sido los ocupados por las patrullas bárbaras. Estamos en su terreno, un encuentro sería peligroso.
-Peligroso… ¡Artemís puede estar en peligro también!. Dejemos de arrastrarnos como tejones y tomemos el camino. ¡Rápido! ¡No estaremos muy lejos!
Asintiendo no muy convencido de lo que iba a hacer, Elenthyl condujo a los “exploradores” a través del bosque buscando una pista forestal que habían cruzado anteriormente. Una vez en el camino fue difícil evitar que el archimago se echara a la carrera a través del barro. Avanzaban cada vez más rápido y con menos sigilo. El elfo salvaje con una flecha en la mano, convencido de que así llamarían la atención y provocarían un encuentro. Mejor que le pillaran preparado si era inevitable, pensaba mientras corría ya al trote detrás de Sabath y Phandaal.
Tras perseguirse a la carrera casi toda la tarde el grupo se detuvo en seco. El archimago señalaba jadeante una curva en el camino mientras miraba hacia el suelo. Huellas, visibles para cualquiera, una patrulla. Seis hombres, de gran estatura… muy cerca, decía el explorador. Mientras se adelantaba a confirmar la posición de los bárbaros, Phandaal y Sabath comenzaban a prepararse para el combate. Decidieron que Elen se internaría en el bosque y dispararía desde allí. Una vez hubiera llamado la atención Sabath cargaría desde el camino junto a Phandaal, que los reduciría con algún hechizo.
Se escuchó un trueno en la lejanía y comenzó a nevar. El manto blanco de aquellas tierras se renovaba, y la patrulla Uthgard contemplaba el espectáculo desde una curva en el camino que se elevaba por encima del bosque bajo. La brisa parecía cantar acompañando el movimiento de los copos al caer. Dos flechas y el grito de carga de la paladina rompieron la tranquilidad de aquel atardecer en las tierras de los bárbaros. Los formidables guerreros aún estaban decidiendo hacia que lado partir cuando la nube mágica se materializaba a sus pies, y con un tremendo chillido les arrebataba sus vidas en un instante. Sabath detenía su carga en seco y miraba tranquila a Phandaal, que apenas se detenía para comprobar que estaban bien quietos y continuaba por el sendero, hacia la tienda, pues gritaba que estaba muy cerca. Elenthyl miró un instante los cuerpos caídos en el camino, lamentándose de que tan bravos rivales tuvieran un final tan poco decoroso. Merecían haber luchado al menos… con un suspiro de resignación se lanzó en pos de sus acompañantes.
Siguieron al trote durante media hora más hasta que al fin se toparon con una pequeña construcción. Escondida entre los árboles sólo era visible desde muy corta distancia, perfectamente camuflada en aquel entorno.
La brisa se había congelado, la nieve caía lentamente. A los pies de la pequeña cabaña yacía un cuerpo semienterrado por finos cristales de hielo…
... continuará
Elenthyl Quart´Hadast