Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Reunidos en el improvisado cuartel general de los Irregulares de Nevesmortas Kael, Dublin y Briddo curaban sus heridas y arreglaban las abolladuras de sus armaduras. Entre los gruñidos de Dublin y el silencio solemne de Kael podían oírse las quejas de Briddo.
- Si es que es siempre lo mismo. Desde el día en que se empeñaron en no avisar a la Legión Argéntea hasta hoy, pasando por todas las embarcadas en las que nos han metido.
Kael había oído contar alguna vez a Briddo el origen del problema, el como las cazadoras llegaron persiguiendo a los orcos desde el Bosque Alto y las muchas veces que los luchadores de Nevesmortas habían acudido a enfrentarse a las hordas del Colmillo Ensangrentado. Había vivido pocas de aquellas brutales escaramuzas, pero ya iba aprendiendo.
- La verdad es que no han dado unas instrucciones muy adecuadas. Primero no te contestaron cuando les preguntaste cuantos eran, y luego la forma de organizar nuestras tropas...
Kael se cuidó de decir delante de Dublin que la posición había sufrido un golpe muy duro al confundirse en un conjuro que machacó a las Cazadoras en vez de a los orcos. Ya se lo contaría luego a Briddo.
- Yo casi no me enteré de nada -terció Dublin-. Al rato de combatir me debieron dar un buen porrazo y casi no me acuerdo de nada hasta que me reanimaste, Briddo. Y nada más levantarme del suelo me volvieron a machacar. Pero no entiendo la razón por la que dividiste así las tropas, Briddo. Estoy deseando patear culos orcos para desquitarme. ¡Vamos a Fellbar!
Briddo sonrió mientras extraía con unas pinzas una esquirla metálica del brazo del enano.
- Calma, Dublin. Yo creo que nos hemos ganado un descanso. Estate quieto que no atino. Ahora -dijo mientras la extraía y dejaba el pedazo de metal junto a otros en una bandeja. Si separé las tropas fue porque las cazadoras me lo pidieron. Ellas escogieron el lugar para la "emboscada" y se suponía que tenían vigilados a los orcos. Aseguraron que ese flanco tendría atacantes más débiles y allí puse a los menos veteranos. Luego resultó que no tenían ni idea, y desde luego el lugar para tender la emboscada era absurdo. Los orcos nos atacaron de arriba hacia abajo, al revés de lo que tenía que haber sido. Y el flanco débil era de largo más fuerte que nuestros compañeros. Si no es por Merlinius y Azalea, no sé que hubiera ocurrido. Las cazadoras son muy valientes, pero de táctica de combate no tienen ni idea. Tienen mucho que aprender de sus primos los drows.
El joven Kael sonrió un instante al recordar algo que había dicho Briddo antes del combate.
- ¿Y Felgolos? ¿Cuándo vamos a ver al dragón?
- Eso -le apoyó Dublin-. Tú siempre hablas de él y nunca le hemos visto. A ver si te lo has inventado...
Briddo sonrió, pues sabía que Dublin bromeaba.
- Pronto, amigos, pronto.
//Saludos a todos y espero que a los dos implicados les parezca bien que me apropie de sus personajes un ratín.
Fernando/visifuz/Briddo
- Si es que es siempre lo mismo. Desde el día en que se empeñaron en no avisar a la Legión Argéntea hasta hoy, pasando por todas las embarcadas en las que nos han metido.
Kael había oído contar alguna vez a Briddo el origen del problema, el como las cazadoras llegaron persiguiendo a los orcos desde el Bosque Alto y las muchas veces que los luchadores de Nevesmortas habían acudido a enfrentarse a las hordas del Colmillo Ensangrentado. Había vivido pocas de aquellas brutales escaramuzas, pero ya iba aprendiendo.
- La verdad es que no han dado unas instrucciones muy adecuadas. Primero no te contestaron cuando les preguntaste cuantos eran, y luego la forma de organizar nuestras tropas...
Kael se cuidó de decir delante de Dublin que la posición había sufrido un golpe muy duro al confundirse en un conjuro que machacó a las Cazadoras en vez de a los orcos. Ya se lo contaría luego a Briddo.
- Yo casi no me enteré de nada -terció Dublin-. Al rato de combatir me debieron dar un buen porrazo y casi no me acuerdo de nada hasta que me reanimaste, Briddo. Y nada más levantarme del suelo me volvieron a machacar. Pero no entiendo la razón por la que dividiste así las tropas, Briddo. Estoy deseando patear culos orcos para desquitarme. ¡Vamos a Fellbar!
Briddo sonrió mientras extraía con unas pinzas una esquirla metálica del brazo del enano.
- Calma, Dublin. Yo creo que nos hemos ganado un descanso. Estate quieto que no atino. Ahora -dijo mientras la extraía y dejaba el pedazo de metal junto a otros en una bandeja. Si separé las tropas fue porque las cazadoras me lo pidieron. Ellas escogieron el lugar para la "emboscada" y se suponía que tenían vigilados a los orcos. Aseguraron que ese flanco tendría atacantes más débiles y allí puse a los menos veteranos. Luego resultó que no tenían ni idea, y desde luego el lugar para tender la emboscada era absurdo. Los orcos nos atacaron de arriba hacia abajo, al revés de lo que tenía que haber sido. Y el flanco débil era de largo más fuerte que nuestros compañeros. Si no es por Merlinius y Azalea, no sé que hubiera ocurrido. Las cazadoras son muy valientes, pero de táctica de combate no tienen ni idea. Tienen mucho que aprender de sus primos los drows.
El joven Kael sonrió un instante al recordar algo que había dicho Briddo antes del combate.
- ¿Y Felgolos? ¿Cuándo vamos a ver al dragón?
- Eso -le apoyó Dublin-. Tú siempre hablas de él y nunca le hemos visto. A ver si te lo has inventado...
Briddo sonrió, pues sabía que Dublin bromeaba.
- Pronto, amigos, pronto.
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Fernando/visifuz/Briddo
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
hitman007 escribió:*Diario de Merlinius y pagina compartida con el diario de la orden de magos y hechiceros*
*Merlinius Entrega una carta a la Gran Maestra Lili en sobre cerrado*
Salia de compras de Sundabar encontrando un nutrido grupo de aventureros preparando una batalla contra esos orcos que están molestando por el norte, decidí acompañarlos para enterarme por que se les ha hecho tan difícil eliminar a esos orcos.
Según comentaron las llamadas cazadoras les informaron de que los orcos pasarían por el puente del Río Rauvin, Conjure Piel pétrea y armas de electricidad sobre las personas que era posible que necesitarían algo de ayuda mágica.
Sobre el puente encontramos a las cazadoras ya listas para la defensa, con sus arcos largos y túnicas verdes, capuchas cubriendo sus rostros, listas para el ataque Orco que se avecinaba. Todos tomamos un lugar preparándonos.
Primero enviaron arqueros atacando los flancos, sus duras flechas y puntería acabaron con algunos que no portaban escudo. Por mi parte use el anillo de invisibilidad para ocultarme hasta que se acercaran mas, Antes de usar magia use mi ballesta aprovechando que estaban distraídos intentando acabar con los que seguían en pie, junto a otra señorita que usaba arco con las cazadoras lanzamos virotes y flechas acabando con varios orcos, luego enviaron a orcos con largas espadas furiosos y otros con látigos.
Me enfrente a uno que usaba látigos pero debí retroceder ya que sus golpes eran bastante fuertes con la mala suerte de que mas se orcos se unieron a perseguirme, nadie podía ayudarme ya que cada uno estaba combatiendo contra tres o mas orcos por cabeza de los presentes a si que decidí por conjurar oscuridad y atacarlos con algunos conjuros gracias a ese conjuro los orcos no podían ver nada ni se enteraron de mi posición de ataque.
Cuando acabe con ellos salí de ahí viendo que solo quedábamos en pie Briddo y otra señorita llamada Azaela. El resto de aventureros estaban inconscientes, por parte de los orcos solo quedaba un orco que escapo. Las cazadoras también quedaron bastante mal.
Después de esto me doy cuenta por que no han podido acabar con ellos rápidamente, son muchos y muy fuertes. Ademas de todo eso tienen algunos orcos con cabeza de jabalí y cuerpo orco, una criatura bastante extraña, temo de que estén experimentando con una clase de magia que pueda hacer daño a la Urdimbre, aun recuerdo antes de ingresar a la orden de magos y hechiceros, durante los viajes al frió Norte la primera vez que los sentí cerca, hondas poderosas de magia que inundaban el paisaje.
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//Hoja no compartida con nadie,, dias despues...
El día aparentaba ser otro mas de nuestros aburridos días de ver al cielo como llueve, pero no fue de esa así.
Escuche un llamado de la flecha del destino, Blackwood con quien he compartido bastantes viajes llamaba la atención sobre esos orcos de la otra vez. En el pasado estaría presionando a las autoridades para que trabajen en el tema, pero ahora pertenezco a la orden de magos y hechiceros, un deber es contribuir en estos temas de alguna forma. fui corriendo hasta el lugar, encontré personas que no se quienes son pero a juzgar por el uniforme era obvio que pertenecen a esa organización de mercenarios también otros aventureros que tenían mas ganas de morir que de luchar.
Nos explico del delicado tema. Los orcos acortaban paso por el camino del orco muerto, sundabar esta cerca de ese lugar. Casi que estaba dando cálculos de lo que podía pasar si no les fastidiábamos a si fuera un poco. paso por mi cabeza la pesadilla de ciudades sin autoridad ni leyes que las ampararan, con mas ganas asistí a esa lucha, sin contar los relatos sobre las brujas, un duelo arcano con ellas me llamaba la atención en el fondo, lastima que no se llevara a cabo como quería.
Al terminar la reunión, un sujeto de esa organización de mercenarios abrió un portal a sundabar, para acortar paso. casi lo hago yo, me ahorro tres mil monedas, en fin. fuimos al paso, donde cruentos encuentros pasamos y otros nos abandonaron.
//le toca a Daetinus continuar con algo xD o el que quiera edito mi post por si meti la pata por algun lado.
La Bestia (parda)
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
"Con la guerra no se determina quién está en lo correcto - solo quién queda vivo."
-Burtrand Russell
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Más noticias de los orcos. Con la Cábala dispersada, la Horda destruida (en gran parte por mi hacer) y los caballeros perdiendo el tiempo mientras debaten como actuar en vez de tomar acción; era cuestión de tiempo que esto sucediera.
Daedelath se encontraba entre las líneas de quienes decidieron esa vez acudir al llamado de Blackwood. ¿Qué le impulsaba a ir? Ganancia. En una guerra siempre habían ganadores y perdedores. Al final la guerra desistiría y unos quedarían en pie, otros muertos. Él cobraría su recompensa con los vivos, indiferentemente de quienes fueran.
Blackwood guiaba esta vez. Batía la zona en la que él había asegurado ver el movimiento de las tropas de los orcos. Y no lo hacía nada mal. Tenía un paso firme, un andar sigiloso y un ojo agudo. Daedelath no tenía problema con seguirlo, más aun cuando el grupo de choque estaba siendo dirigido por Gloin Saltazanjas.
El grupo de vigías fue divisado al momento, y fue arrasado sin piedad por las tropas de choque dirigidas por el enano. La expedición iba bien, demasiado bien. Mientras Gloin reorganizaba las tropas, el par de montaraces se adelantó a cumplir con su labor.
Al ver la vastedad del cañón que debían recorrer en busca de los orcos, Blackwood tuvo una idea. Con un gesto detuvo a Daedelath, quien en silencio le obedeció. Blackwood esperó unos momentos, sintiendo la gélida briza del cañón en su rostro, esperando el momento adecuado. Al sentir la dirección del viento cambiar hacia Este, dejó escapar un silbido largo y lleno de misterio para quien no tenga la empatía con la naturaleza de la que este explorador disfrutaba. Comprendiendo lo que intentaba, Daedelath no hizo más que mantenerse en su lugar, esperando mientras sentía como el mensaje viajaba hasta su destino, hasta el Bosque Legendario.
Dos águilas respondieron ese llamado. Majestuosas con cada pluma del color del más puro oro, sus picos más afilados que cualquier espada que hubiera visto la Marca. Volaron cada vez más bajo, hasta llegar a los hombros de quien las llamó y posarse sobre los mismos.
-"Gracias por acudir al llamado, hermanas"- Dijo Blackwood en la lengua que los cuatro presentes comprenderían. -"Necesitamos su ayuda, sean nuestros ojos y busquen a esos orcos que rastreamos."
Atendiendo a las palabras de Black, lasa aves retomaron nuevamente el vuelo, solo para regresar momentos después con noticias. Unas buenas y unas malas para variar. -"Las águilas han visto a los orcos avanzar desde el norte, Daedelath. También han visto a las Cazadoras, se acercan."-
-"Bien... al menos no estaremos solos en esto"- Respondió el asesino.
-"Creo que será mejor mantener en secreto el asunto de las cazadoras por el momento." Replicó Blackwood, intuyendo al mismo tiempo lo que Daedelath pensaba.
Con una frase tan burlista como la sonrisa que le acompañaba, Daedelath respondió.-"¿Crees que una tropa dirigida por enanos se molestará por tener que combatir al lado de elfas? Nah..."- Ambos estaban de acuerdo. Guardarían el pequeño secreto hasta un momento oportuno.
Regresando con el informe, acompañado de un segundo que mencionaba otro grupo de avanzada de los ejércitos orcos les esperaba adelante. Gloin dio la señal de atacar. El segundo ataque fue tan exitoso como el primero, aumentando la confianza del líder.
Al caer el último cuerpo orco, y ver una cueva frente a ellos, Gloin decidió lanzar un segundo asalto a las fuerzas. Las tropas, emocionadas por el éxito de la estrategia del enano decidió avanzar. Pero tres se mantuvieron detrás.
Daedelath sabía en su mente dos cosas. Ya habían perdido el elemento sorpresa; los gritos de guerra se habrían encargado de eso. Y también era obvio que la misma táctica una y otra vez dejaría de funcionar eventualmente. Las tropas de choque eran la especialidad enanil, claro. Quizá si Gloin contara con una tropa de finos guerreros enanos que empuñaran sus armas de la misma manera que él, lograría vencer con su táctica; pero los aventureros eran varios, desorganizados, todos deseando levantar su propio estandarte... Eran eso: aventureros, no soldados.
Quizá los otros dos tuvieron la misma idea, o quizá una corazonada les dijo que era mejor quedarse atrás. En cualquier caso, Blackwood se mantuvo lejos de la cueva. Kael, un arcano joven pero talentoso también decidió no avanzar.
Mientras los gritos de guerra que desaparecían dentro de la cueva se mezclaban con el eco del viento en el cañón, los tres presentes debatían. ¿Como hacer frente al los centenares de orcos que se presentarían dentro de poco? Los tres lo sabían. Cada uno, en su momento, se detuvo a notar que combatían no con los Colmillos Ensangrentados, sino con la tribu local. Eran violentos, fuertes y brutales, como cualquier orco, pero los colores con que teñían sus cueros demarcaba que luchaban contra una tribu que no era la que venían a enfrentar.
Mientras formulaban ideas y estrategias que llegaban hasta emular las emboscadas drow; los tres decidieron entrar a la cueva a descansar, que para entonces ya debería estar desierta. Al dar el primer paso dentro de la caverna, el asesino supo que algo estaba mal. El eco del combate se escuchaba aún, pero los pasos predominantes no eran armaduras pesadas o pasos firmes. Eran toscos marchares de orco.
Sin decir palabra, el asesino doblegó una vez más la voluntad de las sombras a su merced, permitiendo ser transportado al mundo de misterio que estas encerraban, y saltando de sombra en sombra llegó a verlo. Los pocos sobrevivientes de su diezmado grupo luchaban por su vida contra una cantidad desmedida de orcos. Estaban acorralados.
Mientras que su alma improperaba un insulto que dejaría pasmado al mismísimo Asmodeus, su voluntad convocó a las sombras del lugar, obligandolas a sumir todo en tinieblas, cegando a todos por igual. Un grito golpeó el aire, dando esperanza a los demás. -"¡REFUERZOS! ¡ERA HORA MALDITA SEA!"-
Con una voz rasposa y llena de comando, el asesino les dio una única orden. -"No salgan de las sombras, busquen la salida."-
La retirada fue estruendosa y apresurada, pero exitosa. Pero justo cuando los aventureros lograban divisar la luz del cielo nuevamente, cuando intentaban retomar su aliento una nueva noticia cayó sobre ellos.
Blackwood los escuchaba acercarse, Daedelath notaba el suelo temblar con su marchar. Los orcos se acercaban... la Bruja estaba llegando.
//Quien quiera continuar, bienvenido sea ^^
-Burtrand Russell
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Más noticias de los orcos. Con la Cábala dispersada, la Horda destruida (en gran parte por mi hacer) y los caballeros perdiendo el tiempo mientras debaten como actuar en vez de tomar acción; era cuestión de tiempo que esto sucediera.
Daedelath se encontraba entre las líneas de quienes decidieron esa vez acudir al llamado de Blackwood. ¿Qué le impulsaba a ir? Ganancia. En una guerra siempre habían ganadores y perdedores. Al final la guerra desistiría y unos quedarían en pie, otros muertos. Él cobraría su recompensa con los vivos, indiferentemente de quienes fueran.
Blackwood guiaba esta vez. Batía la zona en la que él había asegurado ver el movimiento de las tropas de los orcos. Y no lo hacía nada mal. Tenía un paso firme, un andar sigiloso y un ojo agudo. Daedelath no tenía problema con seguirlo, más aun cuando el grupo de choque estaba siendo dirigido por Gloin Saltazanjas.
El grupo de vigías fue divisado al momento, y fue arrasado sin piedad por las tropas de choque dirigidas por el enano. La expedición iba bien, demasiado bien. Mientras Gloin reorganizaba las tropas, el par de montaraces se adelantó a cumplir con su labor.
Al ver la vastedad del cañón que debían recorrer en busca de los orcos, Blackwood tuvo una idea. Con un gesto detuvo a Daedelath, quien en silencio le obedeció. Blackwood esperó unos momentos, sintiendo la gélida briza del cañón en su rostro, esperando el momento adecuado. Al sentir la dirección del viento cambiar hacia Este, dejó escapar un silbido largo y lleno de misterio para quien no tenga la empatía con la naturaleza de la que este explorador disfrutaba. Comprendiendo lo que intentaba, Daedelath no hizo más que mantenerse en su lugar, esperando mientras sentía como el mensaje viajaba hasta su destino, hasta el Bosque Legendario.
Dos águilas respondieron ese llamado. Majestuosas con cada pluma del color del más puro oro, sus picos más afilados que cualquier espada que hubiera visto la Marca. Volaron cada vez más bajo, hasta llegar a los hombros de quien las llamó y posarse sobre los mismos.
-"Gracias por acudir al llamado, hermanas"- Dijo Blackwood en la lengua que los cuatro presentes comprenderían. -"Necesitamos su ayuda, sean nuestros ojos y busquen a esos orcos que rastreamos."
Atendiendo a las palabras de Black, lasa aves retomaron nuevamente el vuelo, solo para regresar momentos después con noticias. Unas buenas y unas malas para variar. -"Las águilas han visto a los orcos avanzar desde el norte, Daedelath. También han visto a las Cazadoras, se acercan."-
-"Bien... al menos no estaremos solos en esto"- Respondió el asesino.
-"Creo que será mejor mantener en secreto el asunto de las cazadoras por el momento." Replicó Blackwood, intuyendo al mismo tiempo lo que Daedelath pensaba.
Con una frase tan burlista como la sonrisa que le acompañaba, Daedelath respondió.-"¿Crees que una tropa dirigida por enanos se molestará por tener que combatir al lado de elfas? Nah..."- Ambos estaban de acuerdo. Guardarían el pequeño secreto hasta un momento oportuno.
Regresando con el informe, acompañado de un segundo que mencionaba otro grupo de avanzada de los ejércitos orcos les esperaba adelante. Gloin dio la señal de atacar. El segundo ataque fue tan exitoso como el primero, aumentando la confianza del líder.
Al caer el último cuerpo orco, y ver una cueva frente a ellos, Gloin decidió lanzar un segundo asalto a las fuerzas. Las tropas, emocionadas por el éxito de la estrategia del enano decidió avanzar. Pero tres se mantuvieron detrás.
Daedelath sabía en su mente dos cosas. Ya habían perdido el elemento sorpresa; los gritos de guerra se habrían encargado de eso. Y también era obvio que la misma táctica una y otra vez dejaría de funcionar eventualmente. Las tropas de choque eran la especialidad enanil, claro. Quizá si Gloin contara con una tropa de finos guerreros enanos que empuñaran sus armas de la misma manera que él, lograría vencer con su táctica; pero los aventureros eran varios, desorganizados, todos deseando levantar su propio estandarte... Eran eso: aventureros, no soldados.
Quizá los otros dos tuvieron la misma idea, o quizá una corazonada les dijo que era mejor quedarse atrás. En cualquier caso, Blackwood se mantuvo lejos de la cueva. Kael, un arcano joven pero talentoso también decidió no avanzar.
Mientras los gritos de guerra que desaparecían dentro de la cueva se mezclaban con el eco del viento en el cañón, los tres presentes debatían. ¿Como hacer frente al los centenares de orcos que se presentarían dentro de poco? Los tres lo sabían. Cada uno, en su momento, se detuvo a notar que combatían no con los Colmillos Ensangrentados, sino con la tribu local. Eran violentos, fuertes y brutales, como cualquier orco, pero los colores con que teñían sus cueros demarcaba que luchaban contra una tribu que no era la que venían a enfrentar.
Mientras formulaban ideas y estrategias que llegaban hasta emular las emboscadas drow; los tres decidieron entrar a la cueva a descansar, que para entonces ya debería estar desierta. Al dar el primer paso dentro de la caverna, el asesino supo que algo estaba mal. El eco del combate se escuchaba aún, pero los pasos predominantes no eran armaduras pesadas o pasos firmes. Eran toscos marchares de orco.
Sin decir palabra, el asesino doblegó una vez más la voluntad de las sombras a su merced, permitiendo ser transportado al mundo de misterio que estas encerraban, y saltando de sombra en sombra llegó a verlo. Los pocos sobrevivientes de su diezmado grupo luchaban por su vida contra una cantidad desmedida de orcos. Estaban acorralados.
Mientras que su alma improperaba un insulto que dejaría pasmado al mismísimo Asmodeus, su voluntad convocó a las sombras del lugar, obligandolas a sumir todo en tinieblas, cegando a todos por igual. Un grito golpeó el aire, dando esperanza a los demás. -"¡REFUERZOS! ¡ERA HORA MALDITA SEA!"-
Con una voz rasposa y llena de comando, el asesino les dio una única orden. -"No salgan de las sombras, busquen la salida."-
La retirada fue estruendosa y apresurada, pero exitosa. Pero justo cuando los aventureros lograban divisar la luz del cielo nuevamente, cuando intentaban retomar su aliento una nueva noticia cayó sobre ellos.
Blackwood los escuchaba acercarse, Daedelath notaba el suelo temblar con su marchar. Los orcos se acercaban... la Bruja estaba llegando.
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
El suelo retumbaba al paso del grupo de élite orco. No seguían un sendero, hacían el suyo propio obedeciendo la voluntad de la hembra que los guiaba. Joven aún y con los colmillos bien afilados Yarkhab imponía un ritmo brutal a su escolta. La Quinta bruja de la renacida horda tenía una nueva misión que cumplir. Atravesando los helados bosques del Norte se acercaba a la frontera más meridional de su nuevo territorio de caza. De nuevo se entrevistaría con el líder de los Cráneos Rotos, de nuevo en su mente se formarian las imágenes adecuadas, aquellas que moldearían el tejido de una manera sutil e instintiva hasta hacer caer en sus redes a todas las tribus orcas del Norte. No había voluntad que resistiera el conjuro de las brujas. La habilidad de la Gran Madre al combinar con acierto los poderes divinos que impulsaban el alma negra de sus iguales con la magia, esa que ella era capaz de ver cubriendo su salvaje existencia, impulsaba el renacer de su pueblo. Donde no llegaba la magia, lo hacía la fe. Y a los dioses orcos no parecía importarles.
Ell viento helado azotaba su rostro, revolviendo sus cabellos trenzados en la nube de nieve que levantaba su escolta. Un pequeño ejército capaz de poner en dificultades a más de una villa del Norte. Cincuenta orcos armados con las recién adquiridas alabardas de titanio a las órdenes de tres capitanes, auxiliados en los flancos por Cazadores de élite y sus criaturas de colmillos como espadas. Tres Trolls de guerra cerraban la marcha rodeando a la hembra, manteniendo bajo control a los orco-jabalí, esas deformes criaturas que llamaban "Colmillos Sangrientos" en un alarde de gráfica imaginación.
Avanzaban por un profundo valle de árboles helados, gigantescas moles amenazantes que llenaban el camino de sombras y reflejos. Caía la tarde, ya estaban muy cerca de las cuevas de clan que ahora les servía de guardia fronteriza.
Olfateando, Yarkhab detuvo a sus orcos.
Ell viento helado azotaba su rostro, revolviendo sus cabellos trenzados en la nube de nieve que levantaba su escolta. Un pequeño ejército capaz de poner en dificultades a más de una villa del Norte. Cincuenta orcos armados con las recién adquiridas alabardas de titanio a las órdenes de tres capitanes, auxiliados en los flancos por Cazadores de élite y sus criaturas de colmillos como espadas. Tres Trolls de guerra cerraban la marcha rodeando a la hembra, manteniendo bajo control a los orco-jabalí, esas deformes criaturas que llamaban "Colmillos Sangrientos" en un alarde de gráfica imaginación.
Avanzaban por un profundo valle de árboles helados, gigantescas moles amenazantes que llenaban el camino de sombras y reflejos. Caía la tarde, ya estaban muy cerca de las cuevas de clan que ahora les servía de guardia fronteriza.
Olfateando, Yarkhab detuvo a sus orcos.
La Bestia (parda)
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Glóin Saltazanjas estaba en una esquina de la taberna, mirando a una hembra que se sentaba unas mesas mas allá, esperando el momento en el que ella se distrajese para echarse a la mochila las botellas vacías de las cervezas que se había tomado. Pero la hembra comentaba algo con el varón que tenía enfrente, al que el enano solo veía el cogote, que le hizo olvidarse del rastrero hurto y poner la oreja a trabajar. Al parecer esa hembra había oído que un montaráz, hacía muy poco tiempo, había visto algo importante relativo a los orcos del norte, escuchó algo sobre clanes, y sobre la Flecha del Destino, asique el enano guardó las botellas vacías en la mochila sin importarle quién lo viese y salió corriendo hacia el oeste de la villa, pensando en lo grande que podría ser el día si encontraba a ese montaráz (Blackwood), y a los orcos se les ocurría seguir vivos cuando él llegase.
Al llegar a las tierras de la Flecha del Destino, preguntó a todos los presentes hasta encontrar al montaráz (Blackwood), y lo acosó a preguntas hasta averiguar qué era lo que había visto. Ese tipo había encontrado un pasaje subterráneo que comunicaba entre ellas a dos importantes tribus orcas, que podrían formar una peligrosísima alianza. Al parecer, los orcos todavía no habían visto el pasaje, pero era cuestión de tiempo. Poco tiempo, además.
El enano esperó a que el resto de aventureros que se fueron presentando se enterasen del asunto, sonriente y distraído, imaginándose ya las escenas a acontecer, viéndose correr entre la masa verde, sobre los erizados riscos del norte, embistiendo sin piedad a cada una de las odiadas béstias, empujándolos por empinados acantilados, y mutilándolos sin piedad, gritando como un salvaje y haciendo silbar el enorme hacha contra el aire helado - Hoy es un gran día - Se decía a sí mismo, estirando aún más la horrible sonrisa. Pronto comenzó la marcha, Glóin no cabía en sí de excitación.
Al llegar al paso del Arco-Iris, empezó a dar órdenes al grupo, guiado por el instinto. Matar orcos es un asunto delicado, hay que hacerlo rápido, se trata de que ellos mueran antes de conseguir matarte, y el enano sabe pegar donde más duele. Dos batidores: Astinus (Dae), miembro de la hermandad de mercenarios a la que también pertenece Glóin, que fortalecía la confianza del enano en un éxito rápido para una batalla ya expuesta de antemano, y el montaráz (Blackwood), un completo desconocido, que parecía guiarse muy bien. Ambos encabezaban al grupo, detrás iba Glóin con el resto de aventureros, gritándoles, insultándolos y azuzándolos, como a perros, para soltarles la correa en el momento justo, y que callesen del risco como una ola de muerte sobre el enemigo... o esa era su intención.
Los primeros grupos calleron en cuestión de segundos, el enano daba ejemplo de lo que quería ver en el resto, abalanzándose el primero, rugiendo cada vez que cercenaba un miembro al enemigo - ¡NI UN PASO ATRÁS, PERROS! ¡SI NO OS VEO LUCHAR, ESPERO VER VUESTRO CADÁVER EN EL SUELO! ¡NO HAY ESPERANZA PARA NOSOTROS SI NOS SUPERAN! - Gritaba a los aventureros mientras, hacha en ristre, se metía de cabeza enmedio del grupo de orcos, y los miembros verdes empezaban a volar, y la sangre salpicaba en todas direcciones, entre alaridos de dolor y silbidos de flechas.
Tras unas horas marchando feroces por los riscos, se encontraron frente a una cueva. Glóin señaló la entrada y luego miró a los batidores. - ¿Está ahí ese subterráneo del que hablaste, montaráz? - - No lo sé - (Por los siete infiernos) - Pues todos adentro - Y se metió el primero, con paso firme, y cubierto de sangre hasta las orejas. Los batidores y un chico joven no entraron, y Glóin se sintió perdido un instante, pero pronto retomó la marcha. Si los batidores no saben donde está el jodío subterráneo, habrá que buscarlo. Asique el grupo comenzó a abanzar por los oscuros pasajes de la cueva. El enano abanzaba a grandes zancadas, sin mirar atrás, pero no todos le seguían el ritmo. La batalla no se hizo esperar, el grupo se había dividido, y fué asaltado por dos frentes. Glóin hacía alarde de su naturaleza atacante, pero casi no veía apoyo, y los orcos crecían en número a su alrededor, cuando algunos rezagados llegaron heridos, gritando que nos atacaban por la retaguardia - ¡QUIERO VEROS LUCHAR Y MORIR! ¡NO LES DEIS NI UNA OPORTUNIDAD! - El enano devolvía cada golpe con rabia, Gorm y Aku no andaban lejos, y eran una potente fuerza combativa. Glóin se adentró sólo hasta lo más profundo de la sala de la que parecía salir un ejército entero, gritando como un salvaje, y dejándo un rastro de orcos mutilados lamentándose sobre la piedra. Los clérigos lo seguían de cerca, pero la masa verde llenaba la estancia, y todo era confusión, sangre, gritos y muerte. Pronto dejaron de escucharse los gritos del enano.
Despertó en la entrada de la cueva, lo primero que hizo fué buscar su arma, cuando la tubo a mano, suspiró aliviado, y se puso en pié. El joven y los dos batidores estaban allí, discutiendo, y también los clérigos, y el resto del grupo. El chico joven (Kael) tenía mucho que decir, al parecer los batidores habían visto un gran grupo de orcos abanzando hacia nuestra posición, y estaban discutiendo sobre el asunto.
Tras un largo rato de debate, en el que el enano no tomó parte, se encaminaron hacia el norte, precisamente al camino por el que deberían aparecer los orcos. Eso devolvió la sonrisa a Glóin. Pero al abandonar los riscos, no fué orcos lo que encontraron, sino elfas. El enano contó al menos cuatro puños, y todas portaban grandes arcos. Informaron de la posición de los orcos, pero tenían más noticias. No eran un grupo de orcos cualquiera, sino la guardia de élite de una de las brujas del clan Colmillo Ensangrentado. La escoltaban hacia el Paso del Orco Muerto, y nosotros estabamos enmedio de su camino. No tardarían en llegar, asique, a las órdenes de Kael, el grupo tomó posiciones, y se preparó para lo peor. - Una bruja del clan Colmillo Ensangrentado y a éstas no se les ocurre otra cosa que lanzarle palitos con una vara y una cordel - Refunfuñaba, mirando a las cazadoras. Batidores orcos se acercaron primero, pero los aventureros no les dieron ninguna oportunidad, tiñendo la nieve de rojo una vez más. Kael discutía con el resto del grupo la mejor estrategia para acabar con la bruja, pero el enano estaba harto de esperar, asique se puso el preciado anillo plateado, y atravesó invisible la masa de orcos, hasta llegar a la bruja. En cuanto la tubo a la altura del hacha, la atacó con fiereza, sin piedad, ni retirada. Pero el enano no sabe mucho de embrujos, y por muchos golpes que atinase, el arma que tantas veces le había salvado la vida, revotaba contra esa bestia aberrante. No desistió, siguió golpeando, con más ahínco si cabe - Ya se te acabará el embrujo, perra del demonio - Pensaba mientras golpeaba a la bruja con una gracilidad pasmosa, pero sin hacerle ni un rasguño. De nuevo el enano dejó de gritar.
Al llegar a las tierras de la Flecha del Destino, preguntó a todos los presentes hasta encontrar al montaráz (Blackwood), y lo acosó a preguntas hasta averiguar qué era lo que había visto. Ese tipo había encontrado un pasaje subterráneo que comunicaba entre ellas a dos importantes tribus orcas, que podrían formar una peligrosísima alianza. Al parecer, los orcos todavía no habían visto el pasaje, pero era cuestión de tiempo. Poco tiempo, además.
El enano esperó a que el resto de aventureros que se fueron presentando se enterasen del asunto, sonriente y distraído, imaginándose ya las escenas a acontecer, viéndose correr entre la masa verde, sobre los erizados riscos del norte, embistiendo sin piedad a cada una de las odiadas béstias, empujándolos por empinados acantilados, y mutilándolos sin piedad, gritando como un salvaje y haciendo silbar el enorme hacha contra el aire helado - Hoy es un gran día - Se decía a sí mismo, estirando aún más la horrible sonrisa. Pronto comenzó la marcha, Glóin no cabía en sí de excitación.
Al llegar al paso del Arco-Iris, empezó a dar órdenes al grupo, guiado por el instinto. Matar orcos es un asunto delicado, hay que hacerlo rápido, se trata de que ellos mueran antes de conseguir matarte, y el enano sabe pegar donde más duele. Dos batidores: Astinus (Dae), miembro de la hermandad de mercenarios a la que también pertenece Glóin, que fortalecía la confianza del enano en un éxito rápido para una batalla ya expuesta de antemano, y el montaráz (Blackwood), un completo desconocido, que parecía guiarse muy bien. Ambos encabezaban al grupo, detrás iba Glóin con el resto de aventureros, gritándoles, insultándolos y azuzándolos, como a perros, para soltarles la correa en el momento justo, y que callesen del risco como una ola de muerte sobre el enemigo... o esa era su intención.
Los primeros grupos calleron en cuestión de segundos, el enano daba ejemplo de lo que quería ver en el resto, abalanzándose el primero, rugiendo cada vez que cercenaba un miembro al enemigo - ¡NI UN PASO ATRÁS, PERROS! ¡SI NO OS VEO LUCHAR, ESPERO VER VUESTRO CADÁVER EN EL SUELO! ¡NO HAY ESPERANZA PARA NOSOTROS SI NOS SUPERAN! - Gritaba a los aventureros mientras, hacha en ristre, se metía de cabeza enmedio del grupo de orcos, y los miembros verdes empezaban a volar, y la sangre salpicaba en todas direcciones, entre alaridos de dolor y silbidos de flechas.
Tras unas horas marchando feroces por los riscos, se encontraron frente a una cueva. Glóin señaló la entrada y luego miró a los batidores. - ¿Está ahí ese subterráneo del que hablaste, montaráz? - - No lo sé - (Por los siete infiernos) - Pues todos adentro - Y se metió el primero, con paso firme, y cubierto de sangre hasta las orejas. Los batidores y un chico joven no entraron, y Glóin se sintió perdido un instante, pero pronto retomó la marcha. Si los batidores no saben donde está el jodío subterráneo, habrá que buscarlo. Asique el grupo comenzó a abanzar por los oscuros pasajes de la cueva. El enano abanzaba a grandes zancadas, sin mirar atrás, pero no todos le seguían el ritmo. La batalla no se hizo esperar, el grupo se había dividido, y fué asaltado por dos frentes. Glóin hacía alarde de su naturaleza atacante, pero casi no veía apoyo, y los orcos crecían en número a su alrededor, cuando algunos rezagados llegaron heridos, gritando que nos atacaban por la retaguardia - ¡QUIERO VEROS LUCHAR Y MORIR! ¡NO LES DEIS NI UNA OPORTUNIDAD! - El enano devolvía cada golpe con rabia, Gorm y Aku no andaban lejos, y eran una potente fuerza combativa. Glóin se adentró sólo hasta lo más profundo de la sala de la que parecía salir un ejército entero, gritando como un salvaje, y dejándo un rastro de orcos mutilados lamentándose sobre la piedra. Los clérigos lo seguían de cerca, pero la masa verde llenaba la estancia, y todo era confusión, sangre, gritos y muerte. Pronto dejaron de escucharse los gritos del enano.
Despertó en la entrada de la cueva, lo primero que hizo fué buscar su arma, cuando la tubo a mano, suspiró aliviado, y se puso en pié. El joven y los dos batidores estaban allí, discutiendo, y también los clérigos, y el resto del grupo. El chico joven (Kael) tenía mucho que decir, al parecer los batidores habían visto un gran grupo de orcos abanzando hacia nuestra posición, y estaban discutiendo sobre el asunto.
Tras un largo rato de debate, en el que el enano no tomó parte, se encaminaron hacia el norte, precisamente al camino por el que deberían aparecer los orcos. Eso devolvió la sonrisa a Glóin. Pero al abandonar los riscos, no fué orcos lo que encontraron, sino elfas. El enano contó al menos cuatro puños, y todas portaban grandes arcos. Informaron de la posición de los orcos, pero tenían más noticias. No eran un grupo de orcos cualquiera, sino la guardia de élite de una de las brujas del clan Colmillo Ensangrentado. La escoltaban hacia el Paso del Orco Muerto, y nosotros estabamos enmedio de su camino. No tardarían en llegar, asique, a las órdenes de Kael, el grupo tomó posiciones, y se preparó para lo peor. - Una bruja del clan Colmillo Ensangrentado y a éstas no se les ocurre otra cosa que lanzarle palitos con una vara y una cordel - Refunfuñaba, mirando a las cazadoras. Batidores orcos se acercaron primero, pero los aventureros no les dieron ninguna oportunidad, tiñendo la nieve de rojo una vez más. Kael discutía con el resto del grupo la mejor estrategia para acabar con la bruja, pero el enano estaba harto de esperar, asique se puso el preciado anillo plateado, y atravesó invisible la masa de orcos, hasta llegar a la bruja. En cuanto la tubo a la altura del hacha, la atacó con fiereza, sin piedad, ni retirada. Pero el enano no sabe mucho de embrujos, y por muchos golpes que atinase, el arma que tantas veces le había salvado la vida, revotaba contra esa bestia aberrante. No desistió, siguió golpeando, con más ahínco si cabe - Ya se te acabará el embrujo, perra del demonio - Pensaba mientras golpeaba a la bruja con una gracilidad pasmosa, pero sin hacerle ni un rasguño. De nuevo el enano dejó de gritar.
Última edición por Krumm_cne el Lun Oct 19, 2009 12:16 am, editado 1 vez en total.
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
// Solo una corrección en la historia que puso Gloin... Por favor, no confundan... Las brujas son de la tribu del COLMILLO ENSANGRENTADO... Los del COLMILLO SANGRIENTO somos los bárbaros XDD.
Por todo lo demas, pese a que no estuve en la quest, muy buenas las que estuve leyendo hasta ahora.
Por todo lo demas, pese a que no estuve en la quest, muy buenas las que estuve leyendo hasta ahora.
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
La horda de orcos se acercaba a la posición donde los aventureros encontraron a las extrañas elfas. El grupo era demasiado dispar y Kael es famoso por confiar solo en quien conoce, así que tras discutir con Blackwood sobre las posibilidades que tenían, decidieron atacar desde un flanco tras localizar a la bruja en una parte atrasada de la columna, pues una columna orca enfrentada de frente es un rival absurdamente poderoso.
Dicho y hecho, ese otro batidor al que todos llaman Astinus y el joven Kael corrieron por la ladera Oeste, manteniendo unos sesenta metros de distancia con la columna mientras Blackwood preparaba unas trampas para retenerles si trataban de seguir avanzando. Había orcos apostados en esa ladera y el combate fué inevitable, así que el batidor cortó arterias y atravesó unos cuantos tendones para despejar el camino, gracias a lo cual dieron con la -hasta el momento- desprotegida bruja. Ahí es cuando Kael lo decidió: No iba a liberar aquel potencial que contenía sino en pequeñas fracciones, para no perder el control en ningún momento. No estaba dispuesto a morir ahí, no por falta de honor o cobardía, sino por su deuda de sangre con Onduler, algo que no pensaba dejar de hacer antes de morir.
Con esa premisa, se lanzó al combate aprovechando el desconcierto que todavía reinaba entre los recientemente alertados orcos, planeando sobre la marcha su uno contra uno contra aquella despreciable arcana. "Ningun problema, no es la primera vez ni será la última que me las veo con un arcano así" -pensó-. Fué inutil, las ráfagas de pura energía que brotaban de su cuerpo se dispersaban entre la guardia de la bruja, en esos instantes incluso el mismísimo flujo del tiempo se quebró por el choque de energías de aquel combate arcano, por un instante Kael afiló la mirada y se replanteó de nuevo si darlo todo en ese combate, si quebrar a posta su férrea voluntad y dejarse llevar liberándose a sí mismo, por el bien de la Marca, por el bien de los que allí viven y aprecia... pero el hecho de recordar la dulce voz de Wacawea fue suficiente para decidir retirarse y replantear la estrategia con el resto.
Nada en claro: la discusión no llevaba al grupo a ningún punto de provecho y el tiempo corría en su contra, no podían darle mas tiempo a la embrutecida comitiva. Entre las discusiones Kael decidió alejarse para comprobar el estado de la bruja, a la cual no había mirado siquiera a los ojos desde su anterior retirada, de camino decidió el plan: aprovecharse de la estupidez y orgullo orcos.
Desde lo alto de una colina, invisible, liberó parte de su energía, las corrientes mágicas le envolvían desde los pies a la cabeza y su gabardina ondeaba sin cesar mientras el joven miraba abajo, a la masa orca, esperando llamar la atención de quien era capaz de sentir las perturbaciones de la Urdimbre... y unos segundos después, entre la masa de desproporcionados músculos y armas, unos brillantes y rojizos ojos se clavaron en él, furibundos por la enorme cantidad de poder que Kael estaba liberando, los orcos de su alrededor no eran capaces de sentirlo, tal como el chico había imaginado.
Había captado la atención de la bruja, la segunda parte de su improvisado plan era sencilla: sobrevivir. La bruja, furiosa, apartó a empujones a su guardia y les ordenó esperar saliendo a la carrera, pues aquel niñato humano no era rival para ella... lanzó todo su poder, un conjuro detrás de otro. Kael esperaba inmóvil hasta que los proyectiles y orbes mágicos de todo tipo estaban a punto de impactarle antes de desviarlos con sencillos gestos de la mano gracias a su escudo arcano, para seguir enfadando al inmundo ser y retarle claramente. Todo iba tal como debía ir.
Entonces el joven comenzó a retroceder lentamente, desviando conjuros sin parar mientras la bruja le perseguía sumida en un estado de irrefrenable ira, conjurando sus más terribles conocimientos "Está funcionando... no me lo puedo creer, ese orgullo va a matarte monstruo" -pensó el chico-.
Retrocedió hasta el resto de su grupo en busca de apoyo, dando un rodeo por el lateral del pequeño ejército, para que los orcos perdieran de vista a su ahora descontrolado lider. Una vez el resto del grupo de aventureros estuvo cerca para respaldarle, Kael decidió lanzarse al ataque, a pesar de que liberar parte de su poder comenzaba a crearle su conocido dolor de cabeza. En primer lugar decidió emplear un pergamino que el propio Astiunus le dió, ahorrandose usar su propio poder interior para disipar la protección mágica de la bruja, que ahora le miraba incrédula. El grupo corría hacia ella, pues ahora estaba indefensa y expuesta.
La bruja entonces comenzó a recitar versos arcanos para enfrentarse a la nueva situación, pero antes de darle tiempo de terminarlos, el joven musitó unas palabras, moviendo a la par la palma de una mano en dirección a la bruja para canalizar una onda de aire que la aturdió, impidiéndole recitar los complejos conjuros que conocía. Hecho esto, fue cuestión del apoyo del grupo, en especial de aquel enano tan valiente (Grom, un poderoso clérigo) sumado a los constantes conjuros que Kael canalizaba, que la bruja terminase sucumbiendo. Victoria.
Dicho y hecho, ese otro batidor al que todos llaman Astinus y el joven Kael corrieron por la ladera Oeste, manteniendo unos sesenta metros de distancia con la columna mientras Blackwood preparaba unas trampas para retenerles si trataban de seguir avanzando. Había orcos apostados en esa ladera y el combate fué inevitable, así que el batidor cortó arterias y atravesó unos cuantos tendones para despejar el camino, gracias a lo cual dieron con la -hasta el momento- desprotegida bruja. Ahí es cuando Kael lo decidió: No iba a liberar aquel potencial que contenía sino en pequeñas fracciones, para no perder el control en ningún momento. No estaba dispuesto a morir ahí, no por falta de honor o cobardía, sino por su deuda de sangre con Onduler, algo que no pensaba dejar de hacer antes de morir.
Con esa premisa, se lanzó al combate aprovechando el desconcierto que todavía reinaba entre los recientemente alertados orcos, planeando sobre la marcha su uno contra uno contra aquella despreciable arcana. "Ningun problema, no es la primera vez ni será la última que me las veo con un arcano así" -pensó-. Fué inutil, las ráfagas de pura energía que brotaban de su cuerpo se dispersaban entre la guardia de la bruja, en esos instantes incluso el mismísimo flujo del tiempo se quebró por el choque de energías de aquel combate arcano, por un instante Kael afiló la mirada y se replanteó de nuevo si darlo todo en ese combate, si quebrar a posta su férrea voluntad y dejarse llevar liberándose a sí mismo, por el bien de la Marca, por el bien de los que allí viven y aprecia... pero el hecho de recordar la dulce voz de Wacawea fue suficiente para decidir retirarse y replantear la estrategia con el resto.
Nada en claro: la discusión no llevaba al grupo a ningún punto de provecho y el tiempo corría en su contra, no podían darle mas tiempo a la embrutecida comitiva. Entre las discusiones Kael decidió alejarse para comprobar el estado de la bruja, a la cual no había mirado siquiera a los ojos desde su anterior retirada, de camino decidió el plan: aprovecharse de la estupidez y orgullo orcos.
Desde lo alto de una colina, invisible, liberó parte de su energía, las corrientes mágicas le envolvían desde los pies a la cabeza y su gabardina ondeaba sin cesar mientras el joven miraba abajo, a la masa orca, esperando llamar la atención de quien era capaz de sentir las perturbaciones de la Urdimbre... y unos segundos después, entre la masa de desproporcionados músculos y armas, unos brillantes y rojizos ojos se clavaron en él, furibundos por la enorme cantidad de poder que Kael estaba liberando, los orcos de su alrededor no eran capaces de sentirlo, tal como el chico había imaginado.
Había captado la atención de la bruja, la segunda parte de su improvisado plan era sencilla: sobrevivir. La bruja, furiosa, apartó a empujones a su guardia y les ordenó esperar saliendo a la carrera, pues aquel niñato humano no era rival para ella... lanzó todo su poder, un conjuro detrás de otro. Kael esperaba inmóvil hasta que los proyectiles y orbes mágicos de todo tipo estaban a punto de impactarle antes de desviarlos con sencillos gestos de la mano gracias a su escudo arcano, para seguir enfadando al inmundo ser y retarle claramente. Todo iba tal como debía ir.
Entonces el joven comenzó a retroceder lentamente, desviando conjuros sin parar mientras la bruja le perseguía sumida en un estado de irrefrenable ira, conjurando sus más terribles conocimientos "Está funcionando... no me lo puedo creer, ese orgullo va a matarte monstruo" -pensó el chico-.
Retrocedió hasta el resto de su grupo en busca de apoyo, dando un rodeo por el lateral del pequeño ejército, para que los orcos perdieran de vista a su ahora descontrolado lider. Una vez el resto del grupo de aventureros estuvo cerca para respaldarle, Kael decidió lanzarse al ataque, a pesar de que liberar parte de su poder comenzaba a crearle su conocido dolor de cabeza. En primer lugar decidió emplear un pergamino que el propio Astiunus le dió, ahorrandose usar su propio poder interior para disipar la protección mágica de la bruja, que ahora le miraba incrédula. El grupo corría hacia ella, pues ahora estaba indefensa y expuesta.
La bruja entonces comenzó a recitar versos arcanos para enfrentarse a la nueva situación, pero antes de darle tiempo de terminarlos, el joven musitó unas palabras, moviendo a la par la palma de una mano en dirección a la bruja para canalizar una onda de aire que la aturdió, impidiéndole recitar los complejos conjuros que conocía. Hecho esto, fue cuestión del apoyo del grupo, en especial de aquel enano tan valiente (Grom, un poderoso clérigo) sumado a los constantes conjuros que Kael canalizaba, que la bruja terminase sucumbiendo. Victoria.
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Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Aillesel Tel´Quessir !!!
Como un viento huracanado, como el chillido de un águila Walax descargaba la furia de las doncellas elfas sobre la tropa de élite orca.
Observando desde su aventajada posición, las Cazadoras habían seguido con interés la estrategia de los tres batidores tras reprimir una carcajada ante la destrucción del valeroso enano. Sólo a un ser de esta raza se le ocurriría aparecer en medio de una columna de orcos para darle un hachazo a una de sus más poderosas Brujas. Con toda seguridad no había previsto que la alertada hembra ya había conjurado sobre su visión, probablemente cegado por su ímpetu no acertó a ver la cara de sorpresa de Yarkhab. La hembra miraba atónita al enano acercarse, rodeándose de un aura de energía que convertiría cualquier intento de dañarla en una absurda empresa. Mientras el enano comenzaba a dar hachazos al aire sólo tuvo que incrementar la visión del Troll de guerra a su lado para que éste descargara su terrible maza, de abajo a arriba, elevando al fornido cuerpo del enano veinte metros sobre el valle. Siguiendo con la mirada la trayectoria del barbudo proyectil las cazadoras apostaban sobre su supervivencia, cuando una tromba de proyectiles mágicos cruzó súbitamente el aire, trazando una parábola en persecución del ya sentenciado guerrero.
Sin embargo, ese arcano parecía ser mucho más inteligente. Enredada en su estrategia la Bruja se alejaba unos metros de su escolta, no necesitaban más para tensar todos los músculos de su cuerpo y comenzar a conjurar la magia que corría por sus venas. Dos docenas de Cazadoras Sy-Tel´Quessir, comandadas por Walaxyrvaan, se deslizaban ladera abajo en dirección a la tropa orca con sus arcos preparados, sumidas en un silencioso ritual. Sus flechas caerían sobre ellos como el granizo de una tormenta invernal.
Un gesto imperceptible y al unísono se detuvieron, distribuídas en una media luna que cubría el sendero norte del valle. La Bruja parecía en dificultades, los orcos ya habían reaccionado y se lanzaban ladera arriba a la carrera. El conjuro se extendió desde la líder hasta las puntas de la media luna, haciendo brotar en el sendero, delante de los orcos, un mar de zarzas animadas que impedían el avance de las pesadas bestias, dividiendo el valle en dos. Entonces se escuchó el grito de guerra de sus antepasados, y el cielo se cubrió de lágrimas plateadas iluminadas po el último rayo de sol que abandonaba el valle.
Aillesel Tel´Quessir !!!
Como un viento huracanado, como el chillido de un águila Walax descargaba la furia de las doncellas elfas sobre la tropa de élite orca.
Observando desde su aventajada posición, las Cazadoras habían seguido con interés la estrategia de los tres batidores tras reprimir una carcajada ante la destrucción del valeroso enano. Sólo a un ser de esta raza se le ocurriría aparecer en medio de una columna de orcos para darle un hachazo a una de sus más poderosas Brujas. Con toda seguridad no había previsto que la alertada hembra ya había conjurado sobre su visión, probablemente cegado por su ímpetu no acertó a ver la cara de sorpresa de Yarkhab. La hembra miraba atónita al enano acercarse, rodeándose de un aura de energía que convertiría cualquier intento de dañarla en una absurda empresa. Mientras el enano comenzaba a dar hachazos al aire sólo tuvo que incrementar la visión del Troll de guerra a su lado para que éste descargara su terrible maza, de abajo a arriba, elevando al fornido cuerpo del enano veinte metros sobre el valle. Siguiendo con la mirada la trayectoria del barbudo proyectil las cazadoras apostaban sobre su supervivencia, cuando una tromba de proyectiles mágicos cruzó súbitamente el aire, trazando una parábola en persecución del ya sentenciado guerrero.
Sin embargo, ese arcano parecía ser mucho más inteligente. Enredada en su estrategia la Bruja se alejaba unos metros de su escolta, no necesitaban más para tensar todos los músculos de su cuerpo y comenzar a conjurar la magia que corría por sus venas. Dos docenas de Cazadoras Sy-Tel´Quessir, comandadas por Walaxyrvaan, se deslizaban ladera abajo en dirección a la tropa orca con sus arcos preparados, sumidas en un silencioso ritual. Sus flechas caerían sobre ellos como el granizo de una tormenta invernal.
Un gesto imperceptible y al unísono se detuvieron, distribuídas en una media luna que cubría el sendero norte del valle. La Bruja parecía en dificultades, los orcos ya habían reaccionado y se lanzaban ladera arriba a la carrera. El conjuro se extendió desde la líder hasta las puntas de la media luna, haciendo brotar en el sendero, delante de los orcos, un mar de zarzas animadas que impedían el avance de las pesadas bestias, dividiendo el valle en dos. Entonces se escuchó el grito de guerra de sus antepasados, y el cielo se cubrió de lágrimas plateadas iluminadas po el último rayo de sol que abandonaba el valle.
Aillesel Tel´Quessir !!!
La Bestia (parda)
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
El clérigo caminaba decidido adentrandose en el territorio de la tribu de Ugrezh, los dados habian augurado buena fortuna para el dia de hoy y Aku Seiscaras se sentia protegido por su diosa.
No tardó en llegar a la entrada del campamento y ver al pequeño grupo de centinelas orcos que la custodiaban sin mucha atención, bastaron unos cuantos conjuros para paralizar al grupo por completo y darles muerte uno a uno, sin prisas, el clerigo tenia muchos defectos, pero la impaciencia no era uno de ellos.
Empapado de sangre y victoria se adentró en el campamento, seguro de si mismo e ignorante de lo que dentro aguardaba, para cuando se dió cuenta ya era demasiado tarde. Decenas de orcos se extendian por el campamento como una plaga sobre los cultivos, eran demasiados, muchos más de lo normal, y lo peor de todo, le habian visto.
El clérigo puso en práctica una de sus numerosas estrategias de huida, en realidad no demasiado elaborada, conjuró santuario y se dió a la fuga dejando a algunos orcos confundidos y dudosos de haber visto a alguien.
Volvió corriendo a Nevesmortas mientras la sangre y los pensamientos se agolpaban en su cabeza, era extraño pero esos orcos parecian diferentes a los de Ugrezh y lo que más le preocupaba eran esas figuras humanoides inmensas, tuvo un escalofrío al pensar en un orco de 4 metros.
Minutos mas tarde habia llegado a la ciudad, tras pensarlo detenidamente decidió dar parte a la guardia, no le convenia que hubiesen tantos orcos reunidos tan cerca de Nevesmortas. El clerigó explicó lo sucedido a la guardia, pero estos le tomaron por loco o por mentiroso y no le hicieron ningún caso, antes esto solo se le ocurria una alternativa...
Redactó un mensaje para el tablon con la idea de reclutar aventureros (evitó utilizar la palabra mercenario, puesto que no pensaba pagar a nadie), y una vez formado un grupo investigar ese lugar. Ahora solo quedaba esperar...
//Para los que habeis posteado en el tablón y quereis participar, tenemos que ponernos deacuerdo para un dia y avisar a Malar//
No tardó en llegar a la entrada del campamento y ver al pequeño grupo de centinelas orcos que la custodiaban sin mucha atención, bastaron unos cuantos conjuros para paralizar al grupo por completo y darles muerte uno a uno, sin prisas, el clerigo tenia muchos defectos, pero la impaciencia no era uno de ellos.
Empapado de sangre y victoria se adentró en el campamento, seguro de si mismo e ignorante de lo que dentro aguardaba, para cuando se dió cuenta ya era demasiado tarde. Decenas de orcos se extendian por el campamento como una plaga sobre los cultivos, eran demasiados, muchos más de lo normal, y lo peor de todo, le habian visto.
El clérigo puso en práctica una de sus numerosas estrategias de huida, en realidad no demasiado elaborada, conjuró santuario y se dió a la fuga dejando a algunos orcos confundidos y dudosos de haber visto a alguien.
Volvió corriendo a Nevesmortas mientras la sangre y los pensamientos se agolpaban en su cabeza, era extraño pero esos orcos parecian diferentes a los de Ugrezh y lo que más le preocupaba eran esas figuras humanoides inmensas, tuvo un escalofrío al pensar en un orco de 4 metros.
Minutos mas tarde habia llegado a la ciudad, tras pensarlo detenidamente decidió dar parte a la guardia, no le convenia que hubiesen tantos orcos reunidos tan cerca de Nevesmortas. El clerigó explicó lo sucedido a la guardia, pero estos le tomaron por loco o por mentiroso y no le hicieron ningún caso, antes esto solo se le ocurria una alternativa...
Redactó un mensaje para el tablon con la idea de reclutar aventureros (evitó utilizar la palabra mercenario, puesto que no pensaba pagar a nadie), y una vez formado un grupo investigar ese lugar. Ahora solo quedaba esperar...
//Para los que habeis posteado en el tablón y quereis participar, tenemos que ponernos deacuerdo para un dia y avisar a Malar//