Destino último (Historia de Eenna Blackwood)
Publicado: Dom May 31, 2015 12:25 pm
Los finos oídos de un elfo salvaje encapuchado escuchan la siguiente conversación en la taberna de la villa a la que acaba de llegar. Es de noche, y la luz del interior de la taberna evita que su figura se delate a través de la ventana entreabierta desde la que se ha asomado a observar el gentío.
"Acércate chico. Vamos, no tengas miedo. El calor de la lumbre te confortará... al menos durante un rato. Nunca te acostumbres a las comodidades en el norte, pues son arma de doble filo: Primero crees que vigorizan, pero luego te vuelven débil si no aprendes a privarte de ellas. Esto me recuerda a la historia de un desgraciado montaraz que solía vivir en esta tierra ¿Quieres oirla? Bien, pero antes de que preguntes, no te voy a dar de comer. Y menos de mi guiso. Aprende a cazar, inútil."
Varias contraventanas se cierran en la aldea. Las gentes del norte se recluyen para el descanso: Esa molesta pérdida de consciencia que caracteriza a las razas menos afortunadas.
"Blackwood. Así le llamaban. Era un tipo valiente, nadie lo duda. Un idiota también. Aún recuerdo cuando llegó a Nevesmortas. Yo apenas era un chiquillo algo más flaco que tú, pero seguro que más guapo. No te ofendas, pero eso no es muy difícil. Blackwood era joven cuando empezó a recolectar plantas para Morwenna, la vieja estirada de la calle de enfrente. Ella le enseñaba las artes de la alquimia mientras él aprovechaba el amparo de la noche para recolectar lo necesario para la villa. Otro recolector, un don nadie, dirás... en cierto modo, supongo. Pero lo cierto es que ese chico amaba estos bosques, tanto era así que aprendió a convivir con ellos, como les ocurre a casi todos los que tengan sangre de orejas largas. Sí, era un medio elfo pero no me preguntes por su pasado más allá de su vida en esta tierra, eso es un misterio para mi y, de todos modos, no puedo afirmar que me interese más que los pedos de las hadas. Sí, las hadas existen, mequetrefe, al igual que los elfos salvajes ¿No has oído hablar de Elenthyl, el legendario elfo salvaje de la Marca? Bueno, eso está bien porque esta historia también tiene un sitio para él. Resulta que nuestro querido idiota (me refiero al semielfo, no a tí. Y deja de mirar así mi bolsa. Ese vino de Cormyr no es robado) comenzó a pasar más tiempo en los bosques que en las villas, guiando a los caminantes a través de las rutas del norte, protegiéndolos de emboscadas orcas y trasgas y auyentando a los animales salvajes del camino como hacen todos esos comehojas, en vez de empalarlos con la espada. Eso llamó la atención de los guardianes del bosque, separatistas por antonomasia, fundadores de la sede de La Flecha del Destino en un lugar al oeste de aquí (no, allí no te darán de comer, muerto de hambre: el lugar está casi abandonado). Uno de estos guardianes era el elfo salvaje Elenthyl, quien tenía en su poder un poderoso arco nacido, dicen, de la propia furia de la naturaleza. ¿No has oído hablar del arma? Bueno, no me extraña; pocos lo han hecho y tú sólo eres un inculto pueblerino que además huele mal. Walaaa.... Walane... ¿Wakanake Ycánnezze? su nombre real es casi impronunciable si no sabes hablar la lengua de los elfos, pero en el idioma de tus desafortunados padres es nombrado Destino Último.
Tras su ingreso en la Flecha del Destino el semielfo comenzó a ser conocido por, entre otras cosas, su pericia con el arco. Sus habilidades, junto con las de sus compañeros y las de los cabezas enlatadas de la orden de caballeros, consiguieron repeler una de las mayores invasiones orcas que han sufrido estas tierras. Elenthyl le recompensó por ello con el mencionado arco. No, cállate, no intentes pronunciar su nombre en élfico, ya tengo suficiente con tu aliento. Muchas aventuras corrió desde entonces, de las cuales no me apetece lo más mínimo hablar... excepto por la última de ellas.
El semielfo no era precisamente conocido por la suerte de sus amoríos. La única mujer que le amó, una bella elfa arquera también, le dio calabazas por otro tipo más fuerte y más alto. No es de extrañar que acabara como acabó. Sí, se trata de otro desafortunado guiño de Sune. El pobre imbécil se enamoró de una criatura infernal a la que derrotó: Un súcubo (no me preguntes que es, bien lo sabes, marrano. Te vi arrancar una hoja del libro de un mago con una ilustración bien precisa). La criatura infernal, tras ser derrotada, le rogó que le cortara las alas, pues deseaba renegar de su condición demoníaca, y abandonar su camino como tentadora de hombres. Eso hizo el semielfo, ahora ya un hombre maduro: calentó una espada al rojo vivo y cortó las alas de la criatura, tras lo cual se vio forzado a cuidar de ella durante meses. Nadie sabe lo que ocurrió con exactitud después de eso. Unos dicen que ambos viven juntos en algún lugar recóndito del bosque, otros que el semielfo fue asesinado durante una noche de lujuria y enterrado en algún lugar remoto, al no ser capaz la criatura demoníaca de renegar para siempre de su condición o que, quizás, dejarse cortar las alas fue el plan del súcubo para ganarse su confianza y robarle el poderoso arco... Patrañas tan extravagantes como tus excusas cuando el posadero te pilla robándole del bote. Lo cierto es que Blackwood probablemente murió de viejo como todo buen norteño, con una cerveza en la mano y la pipa en la boca, mientras la brisa invernal le congelaba los huevos. De cualquier modo, Destino Último sigue en algún lugar de la Marca Argéntea.
¿Que cómo lo sé? Escúchame, baboso, yo sé casi todo lo que ocurre en esta tierra ¿Acaso no sabes que hay elfos salvajes acercándose a la civilización de nuevo? Nunca se aproximan, a no ser que busquen o necesiten algo. Un consejo: No te metas en su camino cuando vienen a reclamar lo que es suyo. Y ahora lárgate, me avinagras el vino con tu presencia. "
Walaanela Ycanes, Destino Último. Una leyenda en las bocas de su tribu. Tal vez perder el rastro de su gente durante la lucha en el paso del orco muerto, tras atravesar el Bosque Frío, no fue un incidente tan desafortunado. El elfo salvaje falló en su rito de iniciación como cazador adulto al no lograr abatir, junto con sus compañeros, al cacique orco del lugar. No podía regresar sin vengar a los caídos de su expedición y terminar su tarea... Pero, ¿Qué diría su gente si volviera con la cabeza del cacique en una mano y con Destino Último en la otra?
Si lo logra, podrá al fin obtener su nombre de cazador adulto: Felahya Lavme, Bosque Negro. Al fin y al cabo quizás llegue a compartir el mismo destino que ese semielfo idiota, Blackwood.
P.D: Aprovecho para saludar a la gente que aún no he visto dentro. Los nuevos mapeados son la rehostia!
"Acércate chico. Vamos, no tengas miedo. El calor de la lumbre te confortará... al menos durante un rato. Nunca te acostumbres a las comodidades en el norte, pues son arma de doble filo: Primero crees que vigorizan, pero luego te vuelven débil si no aprendes a privarte de ellas. Esto me recuerda a la historia de un desgraciado montaraz que solía vivir en esta tierra ¿Quieres oirla? Bien, pero antes de que preguntes, no te voy a dar de comer. Y menos de mi guiso. Aprende a cazar, inútil."
Varias contraventanas se cierran en la aldea. Las gentes del norte se recluyen para el descanso: Esa molesta pérdida de consciencia que caracteriza a las razas menos afortunadas.
"Blackwood. Así le llamaban. Era un tipo valiente, nadie lo duda. Un idiota también. Aún recuerdo cuando llegó a Nevesmortas. Yo apenas era un chiquillo algo más flaco que tú, pero seguro que más guapo. No te ofendas, pero eso no es muy difícil. Blackwood era joven cuando empezó a recolectar plantas para Morwenna, la vieja estirada de la calle de enfrente. Ella le enseñaba las artes de la alquimia mientras él aprovechaba el amparo de la noche para recolectar lo necesario para la villa. Otro recolector, un don nadie, dirás... en cierto modo, supongo. Pero lo cierto es que ese chico amaba estos bosques, tanto era así que aprendió a convivir con ellos, como les ocurre a casi todos los que tengan sangre de orejas largas. Sí, era un medio elfo pero no me preguntes por su pasado más allá de su vida en esta tierra, eso es un misterio para mi y, de todos modos, no puedo afirmar que me interese más que los pedos de las hadas. Sí, las hadas existen, mequetrefe, al igual que los elfos salvajes ¿No has oído hablar de Elenthyl, el legendario elfo salvaje de la Marca? Bueno, eso está bien porque esta historia también tiene un sitio para él. Resulta que nuestro querido idiota (me refiero al semielfo, no a tí. Y deja de mirar así mi bolsa. Ese vino de Cormyr no es robado) comenzó a pasar más tiempo en los bosques que en las villas, guiando a los caminantes a través de las rutas del norte, protegiéndolos de emboscadas orcas y trasgas y auyentando a los animales salvajes del camino como hacen todos esos comehojas, en vez de empalarlos con la espada. Eso llamó la atención de los guardianes del bosque, separatistas por antonomasia, fundadores de la sede de La Flecha del Destino en un lugar al oeste de aquí (no, allí no te darán de comer, muerto de hambre: el lugar está casi abandonado). Uno de estos guardianes era el elfo salvaje Elenthyl, quien tenía en su poder un poderoso arco nacido, dicen, de la propia furia de la naturaleza. ¿No has oído hablar del arma? Bueno, no me extraña; pocos lo han hecho y tú sólo eres un inculto pueblerino que además huele mal. Walaaa.... Walane... ¿Wakanake Ycánnezze? su nombre real es casi impronunciable si no sabes hablar la lengua de los elfos, pero en el idioma de tus desafortunados padres es nombrado Destino Último.
Tras su ingreso en la Flecha del Destino el semielfo comenzó a ser conocido por, entre otras cosas, su pericia con el arco. Sus habilidades, junto con las de sus compañeros y las de los cabezas enlatadas de la orden de caballeros, consiguieron repeler una de las mayores invasiones orcas que han sufrido estas tierras. Elenthyl le recompensó por ello con el mencionado arco. No, cállate, no intentes pronunciar su nombre en élfico, ya tengo suficiente con tu aliento. Muchas aventuras corrió desde entonces, de las cuales no me apetece lo más mínimo hablar... excepto por la última de ellas.
El semielfo no era precisamente conocido por la suerte de sus amoríos. La única mujer que le amó, una bella elfa arquera también, le dio calabazas por otro tipo más fuerte y más alto. No es de extrañar que acabara como acabó. Sí, se trata de otro desafortunado guiño de Sune. El pobre imbécil se enamoró de una criatura infernal a la que derrotó: Un súcubo (no me preguntes que es, bien lo sabes, marrano. Te vi arrancar una hoja del libro de un mago con una ilustración bien precisa). La criatura infernal, tras ser derrotada, le rogó que le cortara las alas, pues deseaba renegar de su condición demoníaca, y abandonar su camino como tentadora de hombres. Eso hizo el semielfo, ahora ya un hombre maduro: calentó una espada al rojo vivo y cortó las alas de la criatura, tras lo cual se vio forzado a cuidar de ella durante meses. Nadie sabe lo que ocurrió con exactitud después de eso. Unos dicen que ambos viven juntos en algún lugar recóndito del bosque, otros que el semielfo fue asesinado durante una noche de lujuria y enterrado en algún lugar remoto, al no ser capaz la criatura demoníaca de renegar para siempre de su condición o que, quizás, dejarse cortar las alas fue el plan del súcubo para ganarse su confianza y robarle el poderoso arco... Patrañas tan extravagantes como tus excusas cuando el posadero te pilla robándole del bote. Lo cierto es que Blackwood probablemente murió de viejo como todo buen norteño, con una cerveza en la mano y la pipa en la boca, mientras la brisa invernal le congelaba los huevos. De cualquier modo, Destino Último sigue en algún lugar de la Marca Argéntea.
¿Que cómo lo sé? Escúchame, baboso, yo sé casi todo lo que ocurre en esta tierra ¿Acaso no sabes que hay elfos salvajes acercándose a la civilización de nuevo? Nunca se aproximan, a no ser que busquen o necesiten algo. Un consejo: No te metas en su camino cuando vienen a reclamar lo que es suyo. Y ahora lárgate, me avinagras el vino con tu presencia. "
Walaanela Ycanes, Destino Último. Una leyenda en las bocas de su tribu. Tal vez perder el rastro de su gente durante la lucha en el paso del orco muerto, tras atravesar el Bosque Frío, no fue un incidente tan desafortunado. El elfo salvaje falló en su rito de iniciación como cazador adulto al no lograr abatir, junto con sus compañeros, al cacique orco del lugar. No podía regresar sin vengar a los caídos de su expedición y terminar su tarea... Pero, ¿Qué diría su gente si volviera con la cabeza del cacique en una mano y con Destino Último en la otra?
Si lo logra, podrá al fin obtener su nombre de cazador adulto: Felahya Lavme, Bosque Negro. Al fin y al cabo quizás llegue a compartir el mismo destino que ese semielfo idiota, Blackwood.
P.D: Aprovecho para saludar a la gente que aún no he visto dentro. Los nuevos mapeados son la rehostia!