Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

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Malar
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Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

Mensaje por Malar »

Malar escribió://Hilo oficial de la quest en marcha, aquí podéis colgar vuestros escritos "on rol" sobre lo que os ha sucedido y os va a suceder...

No uséis barras, por favor. ¡Ánimo! Se considerarán los escritos para que aporten experiencia directa al personaje.

P.D: No podeis cambiar de área... :P
Resumen hasta la fecha (OFF ROL) Esta información está disponible para jugadores, los pj´s que quieran disponer de ella deberán averiguarla on rol en el servidor encontrando y hablando con los protagonistas de cada escena.
Malar escribió:Resumen de escenas off roll

PRIMERA ESCENA: Nevesmortas

En la primera escena se presentó la casa Silmarüre i Daeron de Eternöska. Los Silmarüre son seguidores de Sehanine, su casa lleva siglos manteniendo una lucha en la sombra entre Sehanine y Málar. La casa tiene sacerdotisas y guerreros elfos consagrados a la diosa, y Málar les envía de vez en cuando algunos "regalos" para tratar de menoscabar su poder e impedir que sigan progresando: sin embargo la casa Silmarüre ya es muy poderosa en Eternoska y tiene el favor de su diosa, y estos sucesos son casi recurrentes para ellos no dándoles mayor importancia.

Se ha dejado ver que existe una conexión entre la casa Lanzagélida y la casa Silmarüre que se remota a los tiempos de la última guerra con los Orcos, y que existe algo de información circulando en las más altas esferas.


SEGUNDA ESCENA: Sundabar


La casa Silmarüre busca Destino Último, el arco de Elenthyl "el elfo salvaje". Para ello está reclutando aventureros en Sundabar, y allí acuden nuestros amigos. La noche anterior al reclutamiento se reúnen en la Taberna del Cantor, donde son observados sin percatarse por varios agentes de Eternöska.

En Sundabar finalmente se inscriben los aventureros para la búsqueda del arco legendario, algunos firman un contrato legal, obteniendo algunas pistas a través del trasfondo del pasado de la Marca, como la historia de Blackwood, que les llevará a investigar la Flecha del Destino.

TERCERA ESCENA: la Flecha del Destino

Los aventureros comienzan a investigar, se cruzan con Artemis la Montaraz y obtienen algo de trasfondo de la Flecha. Artemis les lleva al claro de Silvanus en el tramo de Adbar, sintiendo un repentino impulso por visitarlo. Allí encuentran unos extraños seres reptilianos registrando el lugar, la tribu de la Garra Oscura. Son eliminados y encuentran dos pergaminos ocultos, uno es una profecía que nadie memoriza ni recuerda, el otro un mensaje privado de Elenthyl anunciando a Artemis que partía al Anauroch en una búsqueda personal indeterminada, dejando su arco a Blackwood. Se deja entrever que el arco debe permanecer en la Marca, que está oculto y que varios grupos lo buscan.


Posteriormente los aventureros registran la sede de la Flecha del Destino, encontrándola deshabitada pero ordenada y con apenas algo de polvo. Encuentran una partida comercial de la última misión de Blackwood como Guía de Caravanas, que los dirige al oasis bedín de la Luna en el desierto del Anauroch, pero el documento es de hace 187 años. Es la última pista y todo lo que obtendrán del registro, que se produce en la parte residencial de la compañía, los salones y habitaciones de los artesanos.

CUARTA ESCENA: Argluna

Se celebra el Festival de primavera de Argluna. Los Silmarüre se encuentran allí reuniendo información sobre una vaga amenaza que se extiende por el norte, como cíclica y recurrentemente ocurre. Norfin, líder de la casa, participa del Festival acompañando a las autoridades en las entregas de premios y dejándose ver por los eventos que se celebran. Al festival han acudido gran número de elfos de toda la zona circundante, pero la representación de Eternöska es especialmente relevante.

Norfin desactiva un intento de pjs artesanos por obtener el arco legendario ofreciendo una mayor recompensa, deja ver sus conexiones con la cúpula de la Gema del Norte, su gran poder como archi mago y la amenaza que puede representar oponerse a su familia.

Los aventureros, disfrutando de las celebraciones, olvidan investigar a cerca de los SIlmarüre y se dedican a participar de ellas activamente obviando las preocupaciones presentes.

QUINTA ESCENA: el Valle del Rauvin, Puntalhuven

Finalizando el Festival de primavera de Argluna se organiza una partida de caza de Trolls guiados por la Patrulla de las Estrellas fugaces, ya que sus incursiones son frecuentes y parecen haber crecido en número algunos grupos de Troll de los bosques que ocupan zonas de Bosque Alto. Son llamados a acudir a Yálanzhar para comenzar la partida de caza y desahogar la presión sobre las zonas civilizadas del Valle del Rauvin.

Sin un buen explorador que los guíe, los aventureros eligen al camino más largo para llegar a Yálanzhar. Cruzan entonces todo el valle desde Eternlund para llegar al punto de encuentro.

Por el camino encuentran grupos organizados de reptilianos de la Garra Oscura, pero fallan al tratar de obtener pistas. Acampan en Puntalhuven a medio camino, y descubren el asentamiento atemorizado y envuelto en un ambiente de silencio y oscuridad. Un gran cargamento de armas espera en el embarcadero a ser despachado a algún lugar desconocido, en la ruta de Eternlund o más allá.

Los aventureros descubren a duras penas que el motivo del terror es la presencia el la zona de un dragón negro, del cual los reptilianos parecen ser sus esclavos o sirvientes, y con esfuerzo obtienen su nombre: Waervaerendor “la Garra Oscura”.

Investigan y llegan al claro de druidas del Valle, donde encuentran a Filferil “el Halcón Peregrino”, druida de Bosque Alto y líder o consejero superior de la arboleda del Rauvin. Éste les confirma que un dragón negro de los Páramos Eternos está multiplicando y organizando sus tropas reptilianas y aumentando la presión sobre el Valle del Rauvin desde el Oeste, se desconoce el motivo o qué le empuja hacia el Valle pero es posible que las rutas comerciales de Eternlund están amenazadas, y la propia ciudad también. También les informa de que ha aumentado la presión de Trolls desde el sur, desde Bosque Alto, y se han visto obligados a rechazar incursiones cada vez más numerosas, lo cual complica bastante la situación en aquella zona de la Frontera salvaje.

En ese momento se produce una incursión muy numerosa, losa ventureros contienen la invasión en el puente Este del valle, sin embargo, algunos Trolls ya han cruzado y asaltan Yálanzhar. Los aventureros deciden resistir en el puente hasta que contienen el ataque, y después acudir en auxilio de Yálanzhar, donde a duras penas las fuerzas civilizadas han conseguido repeler el asalto, llegando justo a tiempo para evitar una tragedia. La Patrulla de las Estrellas fugaces es evacuada a Argluna con heridas de consideración, el asentamiento ha sido diezmado y los aventureros regresan a Nevesmortas una vez controlada la situación.

SEXTA ESCENA: el Oasis de la Luna

Un grupo de aventureros sigue la pista del Anauroch obtenida en la sede comercial para tratar de encontrar alguún rastro de Blackwood, al elfo salvaje o al arco legendario y deciden visitar el oasis bedín. Por el camino se cruzan con una caravana Zhent, deciden asaltarla y con dificultad consiguen eliminar a los combatientes y hacer huir al resto de la comitiva. Descubren 20.000 po y un importante cargamento de titanio, así como un pergamino en clave de lo que sólo consiguen descrifrar una palabra: Eternlund – Rauvin.

Una vez en el oasis relatan al líder comercial bedín lo ocurrido y para ganarse su confianza le ceden la localización del cargamento de titanio. Gracias a esto los bedín comienzan a colaborar con ellos, les dicen que la Flecha está casi extinta y sólo queda un pequeño grupo de comerciantes realizando una ruta con el Oeste, pero actualmente llevan tiempo sin conseguir buenos tratos por culpa de la presión de la Red Negra, que parece están extendiendo sus ramas hacia la Marca, al parecer tratando de conectar con las rutas principales que parten hacia y desde Eternlund a través del paso del norte.

Una vez los aventureros abandonan el Oasis, el grupo de la Flecha que aún sobrevive se reúne con los bedín e intercambian información: son aliados desde hace siglos. Deciden partir hacia Nevesmortas aprovechando el interés de los aventureros para reactivar las rutas comerciales del pasado y reflotar así la compañía comercial, quedando en el Oasis el último Maestro de Caravanas. Sin embargo, son asaltados por un comando Zhent liderado por un arcano antes de llegar a la sede. Sólo un explorador escapa con vida y se refugia en la cocina de la taberna más sórdida de Nevesmortas: el Blasón. Temiendo encontrar espías ocultos y asesinos en todas partes no informa a las autoridades y yace moribundo.

SÉPTIMA ESCENA: zona comercial y tienda de armas de la Flecha del Destino

Algunos aventureros encuentran al explorador moribundo y le salvan la vida. Éste les dirige hacia la sede comercial, a fin de repeler el ataque y buscar pistas sobre el mismo, aunque es evidente que es parte del hostigamiento zhentarim a las rutas comerciales de la compañía. A la entrada encuentran dos rastros, uno que se aleja y otro hacia el interior de la sede.

El rastro que se aleja es seguido por un pequeño grupo hasta el cruce de la bifurcación, donde caen en una emboscada y lo pierden, quedando malheridos.

El que lleva al interior conduce a la zona comercial de la compañía, la tienda, los despachos y salas de reuniones donde encuentran un reducido grupo de Zhents registrando todo minuciosamente. Parece que buscan armas, en concreto arcos, específicamente Destino Último. El explorador es malherido de nuevo y evacuado al exterior de la sede comercial.

Los aventureros encuentran un pasaje escondido al fondo de un almacén que lleva a las cámaras acorazadas de la compañía comercial. Consiguen abrir a duras penas varias puertas y penetrar en la zona principal, donde sorprenden y son sorprendidos por un mago Zhent y su escolta. Apenas sobreviven al combate. Encuentran dos cámaras abiertas, y una tercera que ni siquiera el mago Zhent ha conseguido abrir. Ellos tampoco lo logran, parece que protege algo extremadamente precioso.

Abandonan las sede comercial para encontrar al moribundo explorador agonizando. Les entrega a cada uno una Piedraprendiz, distintivo de aspirante a la Compañía Comercial de la Flecha del Destino, y le emplaza a acudir al Oasis a los que estén interesados en formar parte de ella para una misión de iniciación. Finalmente, muere el último explorador de los artesanos, llevándose consigo todo un comando Zhent gracias a la colaboración de los posibles nuevos aspirantes.

OCTAVA ESCENA: la corriente de Nevesmortas

Salta la alarma en el enclave de buscavidas debido a un aumento inusual de presencia orca en zona de la corriente de Nevesmortas, la casa Lanzagélida lanza una batida de aventureros para dar caza a los orcos que se aproximan peligrosamente a las zonas habitadas.

Los aventureros se adentran en territorio orco descubriendo tropas de élite y chamanes de una tribu que no es de la zona, así como un botín de 30.000 po y 14 lingotes de titanio. Descubren también una alabarda de titanio con las fauces de un dragón grabadas en la hoja. Parece que estos orcos vienen del Oeste, más allá de Eternlund, probablemente de los Páramos Eternos. Existe una leyenda/rumor que habla de una tribu orca que fue exterminada por un Dragón negro en aquella zona, pero si es cierta, estos orcos no deberían estar vivos. Abandonan la zona después de intensos combates sufriendo algunas bajas y deciden investigar la presencia de orcos extranjeros en estas tierras, siendo recompensados con oro por la casa Lanzagélida por eliminar la mayor parte del contingente orco de la zona, aumentando así su reputación en la zona de Nevesmortas.

NOVENA ESCENA: Eternlund, la Torre Brilunar

Norfin convoca a la Torre Brilunar a los aventureros que firmaron el contrato de búsqueda del arco legendario. Al llegar a Eternlund coinciden por designio de Tymora con otros aventureros que, si bien parecen tener intereses diversos, resultan coincidir finalmente. Un enano que busca alguien que le diga qué significa el grabado de una alabarda. Un clérigo de Sune intrigado por la presencia de elfos nobles en la villa de Nevesmortas. Un clérigo de Kosshut que se asegura de que sean buenas sus intenciones, y que finalmente acaba arrojando algo de luz sobre la naturaleza de la Alabarda.

Cuando finalmente son recibidos en la Torre Brilunar, la conversación (tensa, muy tensa) con Norfin, que desconfía de sus habilidades como aventureros, les lleva a obtener suficientes pistas para deducir una conexión global entre todos los hecho acontecidos recientemente: el dragón negro de Puntalhuven, los cargamentos de titanio, la presencia de orcos, los asaltos reptilianos, todo parece tener relación y converger sobre el valle del Rauvin y, particularmente, Eternlund.

DÉCIMA ESCENA: el Valle del Rauvin, estanques Staunt

Finalmente la presión sobre el Rauvin de las fuerzas monstruosas se deja sentir, y el flujo de titanio en bruto en la Marca Argéntea queda interrumpido. La escasez lleva al desabastecimiento en las forjas de Sundabar y Adbar, y las reservas de Felbarr se agotan rápidamente. Se reportan movimientos de cargas y monstruos a lo largo del Rauvin y un grupo de aventureros decide investigar, con la esperanza de recuperar el preciado metal y obtener pingües beneficios.

Alquilan un barco y remontan el río, sin perder de vista las orillas. Cuando llegan a los estanques Staunt, logran avistar un extraño brillo en el fondo que les lleva, tras arduos intentos y prácticamente la muerte por ahogamiento de alguno de ellos, a descubrir una cueva sumergida repleta de lingotes de titanio. La presencia de un dragón negro los ahuyenta.

Desembarcan cerca de Cumbre, siguiendo la pista a un herrero Zhent que al parecer estuvo allí escondido poco tiempo atrás. Logran contactar con espías de la casa Silmarüre, siendo informados de la desaparición de dicho herrero, sin embargo no consiguen dominar su hostilidad ante el trato distante de los elfos y terminan por enfrentarse a sus aliados, dejándolos malheridos.

UNDÉCIMA ESCENA: el Valle del Rauvin, estanques Staunt, el cubil sumergido de Waervaerendor

Pasado un tiempo, los aventureros regresan a los estanques Staunt a pie desde Sundabar, notando una presencia inusualmente escasa (casi nula) de orcos en el paso de la Luna, y restos de naufragios y asaltos a embarcaciones mercantes por doquier.

Tras una intensa búsqueda, encuentran un acceso semi-sumergido a una cueva con la amplitud suficiente como para permitir el paso de un dragón adulto. Encuentran grupos dispersos de reptilianos de la Garra Oscura, y ni rastro del titanio. Descubren e investigan algunos experimentos donde se imbuye con sangre de dragón negro una criatura reptiliana, así como diversos cadáveres de todo tipo de criaturas, entre ellas un humano con apariencia noble. Obtienen diversas cantidades de oro, armas de titanio, una carta sellada y cifrada, y un libro mágico llamado "La Muerte Negra" que parece ser un magro registro en dracónico de cantidades de titanio convertidas en armas de titanio, llegando a desentrañar los aventureros una cifra total: 689 armas.

Finalmente llegan al cubil sumergido de Waervaerendor "la Garra Oscura" sin atreverse a introducirse en él más que a realizar una breve exploración. Temblores y ruidos en los niveles inferiores hacen huir al grupo de aventureros, que parece desistir a enfrentarse al dragón negro.

Algunos días más tarde, un archi mago en Nevesmortas conseguirá, junto a varios aventureros y un joven arcano, desentrañar la magia del libro "la Muerte Negra", perdiéndolo en el intento pero obteniendo una visión a través de un altar de adivinación de una gran forja en lo que parece ser el Anauroch, con herreros orcos dirigidos por un oscuro personaje que viste de negro y rojo, ocultos bajo una formación rocosa con forma de media luna.

DUODÉCIMA ESCENA: el Desierto del Anauroch, bajo la media luna de roca

Un numerosísimo grupo de aventureros de toda clase y condición, animados por los avances en la investigación a cerca del titanio y deseando demostrar a los Silmarüre de qué está hecho un nevesmortiano auténtico (además de enriquecerse notablemente con la venta del metal) arman una expedición al Desierto del Anauroch digna del cantar de tres bardos en busca del protagonista de la adivinación mágica.

Tras días de tormentas de arena y noches heladas de desventuras huyendo de monstruos de leyenda, consiguen reagruparse en el Oasis de la Luna, el enclave comercial y capital informal de las tribus Bedín. Desde allí parten, bien organizados y pertrechados, en busca de la media luna de roca. Durante su larga travesía enfrentan orcos de piel parda montados sobre enormes jabalíes domesticados, adaptados a las condiciones de la desolación mágica del Anauroch.

Encuentran una vasta zona ocupada por campamentos, y montan el propio cerca de allí. Se internan por la noche en ellos, a la sombra de la media luna de roca, descubriendo dos facciones allí establecidas: un pequeño contingente Zhentarim, de tropas ligeras, que parecen acompañar a un poderoso arcano según lo que logran averiguar de sus tiendas de campaña. Y una nutrida tribu de orcos pardos del Anauroch, entre los cuales se encuentran algunos chamanes y clérigos de Yurtrus de piel notablemente más oscura y complexión mucho más voluminosa, pertenecientes a la Tribu de la Runa Malvada.

Toman al asalto el campamento Zhent. Arrasan hasta encontrar el agua que escondía el campamento orco. Irrumpen finalmente en una amplia cueva que alberga una forja de proporciones épicas, dando muerte a la mayoría de orcos allí reunidos en labores propias de una mina, eliminando las tropas que los protegían.

Al fondo, al final del pasillo, les acecha la muerte. Confiados por el relativo éxito de la expedición y pensando ya en el vil metal, son sorprendidos por el poderoso arcano líder de las tropas zhent el cual, junto a un guerrero y dos sombras que le escoltan, consiguen incapacitar a prácticamente la totalidad de los aventureros, escapando dos con vida a duras penas y siendo desechados los cuerpos de los demás en las arenas eternas, de donde son rescatados por el pueblo Bedín, y enviados de vuelta a Nevesmortas a lamer sus heridas.

Las consecuencias del asalto fallido son desconocidas.

DÉCIMO TERCERA ESCENA: la taberna del Dragón, Ciudadela Adbar


Aprovechando el festival de la cerveza de Marpenot, un nutrido grupo de aventureros se reúne en la taberna del Dragón, y entre tragos ponen en común la información de la que disponen, decidiendo emprender el descifrado de la carta sellada y encriptada obtenida en la guarida del dragón. La carta, escrita apresuradamente, junto a un saquito mágico con gran cantidad de monedas de oro, se halló escondida en un cuerpo ahorcado que según las averiguaciones podría tratarse de un sirviente del dragón.

Los aventureros logran descifrar el contenido de la misma, que parece ser un aviso o alarma, lo que les lleva a pensar que el cuerpo ahorcado pudiera tratarse de un espía de las fuerzas civilizadas. EL mensaje decía así:

El ojo ha cumplido.
La garra oscura está armada.
Eternlund comprometida.
Ataque en luna llena.
Viene la muerte negra.

Encuentran cuatro jeroglíficos en la carta: un ojo, una garra, una muralla y unas fauces. Identifican al ojo como uno de los líderes contempladores Zhentarim. La Garra Oscura como la tribu reptiliana sometida al dragón negro, la muralla como una ciudad o bien una tribu orca desconocida, las fauces como el dragón negro.

En un movimiento intuitivo, un arcano lanza luz sobre la carta, apareciendo un arpa dorada oculta en ella, identificando a la organización de los Arpistas. Queda claro entonces que el cuerpo ahoracado fuera de un espía de los arpistas infiltrado entre las huestes del dragón. Ante las graves implicaciones de la carta y las fuerzas implicadas, los aventureros deciden recurrir a una autoridad más alta, decidiendo entonces acudir a la casa Lanzagélida por su cercanía con la mayoría de aventureros allí presentes.

DÉCIMO CUARTA ESCENA: el río Cursograna


Un pequeño grupo de aventureros, mientras participaban en una partida de caza de gigantes en las proximidades del Cursograna, detectan extrañas criaturas poco comunes por aquellos parajes: troll de los bosques con poderosos chamanes, una oscura silueta alada surcando los cielos sobre el río con probabilidad de ser un dragón de grandes dimensiones, y un numeroso grupo de reptilianos de la Garra Oscura. Deciden espiarlos, pero son descubiertos y se enfrentan a ellos, huyendo los aventureros sobrepasados en número por los monstruosos humanoides.

La Garra oscura se mueve con cierta libertad por el Rauvin, y parece estar extendiendo sus operaciones por otras corrientes, hacia el norte y hacia el camino de la bifurcación. Grandes barcazas surcan las vías pluviales de noche, camufladas y escondidas por magia de ocultación, sin llamar la atención de las tierras civilizadas.

Se recuperan del encuentro en Sundabar, y en la Taberna del Cantor contactan con Filferil, el halcón peregrino, un druida que parece estar al tanto de los movimientos draconianos del valle en las proximidades de Eternlund y Puntalhuven. Este personaje está bien considerado en Argluna y en la arboleda del Rauvin, donde actúa de consejero. Antes de retirarse les informa de los últimos movimientos detectados de troll y reptilianos, que coinciden en parte con la información de la que disponen los aventureros, mostrándose preocupado especialmente por la esporádica aparición de orcos de piel oscura entre las filas del dragón. A pesar de sus sospechas, los aventureros no consiguen confirmar la pertenencia del druida a los Arpistas.

DÉCIMO QUINTA ESCENA: biblioteca de la casa Lanzagélida, Nevesmortas


Un numeroso grupo de aventureros se reúne en Nevesmortas con la intención de poner en común las últimas informaciones, destacar un bardo representante y entrevistarse con la dama Lanzagélida para ponerla sobre aviso con respecto a los sucesos relacionados con La Muerte Negra. Y quizá emprender un curso de acción que les lleve a retomar la iniciativa en estos asuntos.

Al llegar a la mansión fortificada, encuentran un grupo del clero de Lunarco custodiando los alrededores, así como una gran recepción en marcha, donde son bien recibidos al portar emblemas y símbolos de las ordenes y compañías que operan en la región algunos de ellos. Una alta clériga Vidente del Cielo acompaña a la Dama, la cual les acompaña a su biblioteca personal para tratar con mayor privacidad tan graves asuntos. La Vidente del Cielo, que porta emblemas de nobleza élfica, desaparece con la intención de dar aviso a su superior.

Mientras se encuentran allí reunidos detallando las últimas informaciones, y en el momento de mostrar la carta encriptada, irrumpe entre ellos Norfin Edranor, primero de la casa Silmarüre i Daeron de Eternoska. La dama lo presenta como aliado y buen amigo de su casa, y les indica a los aventureros que traten con el archimago los asuntos que allí les han conducido, pues éste puede aportar algo de luz sobre ciertos eventos, como así se demuestra a través de complicadas ilusiones, elaboradas adivinaciones y otros artificios mágicos con los que el elfo regala a los asombrados espectadores.

Se confirman los siguientes puntos:

El cuerpo ahorcado donde se halló la carta encriptada pertenecía a un agente arpista infiltrado, el Sapo, del cual se desconocía su paradero. Este agente encubierto portaba el legendario y desaparecido arco Destino Último, siendo su última localización conocida la guarida del dragón o sus proximidades.

Se desvela la historia de la creación del arco y su poder oculto; además de una extremadamente poderosa arma bendecida por los Seldarine para la protección de los elfos, si su portador es un elegido por los dioses (o un Vidente del Cielo, por ejemplo) es capaz de vislumbrar el Destino Último de aquel a quien apunte, sus últimos instantes de vida, siendo capaz de alterar leve o gravemente el transcurso de los acontecimientos dando buen uso a la información obtenida. Motivo por el cual el portador lo introdujo en la guardia del dragón, o bien lo ocultó cerca esperando su oportunidad.

El arco forma parte de una colección de tres arcos ("los hermanos de rama") tallados por el elfo salvaje: Destino Último, para el explorador. Ojo de Artemís, para la Montaraz. Voluntad de la Dama, para lady Iruss Oira. Cada uno de estos arcos emite una única nota musical distintiva al ser disparado.

Los aventureros deciden incursionar en los Páramos Eternos a fin de obtener mayor información a cerca de los movimientos de las huestes del dragón, citándose en la Torre Brilunar de Eternlund con el fin de preparar la expedición y seleccionar a los participantes.

DÉCIMO SEXTA ESCENA: Posada del Roble Dorado en Argluna; río Rauvin, el paso de Argluna a Eternlund; la Torre Brilunar en Eternlund


Con el fin de probarse y el objetivo de reunirse en la Torre Brilunar, un numeroso grupo de aventureros parte desde Argluna hacia Eternlund, encontrando por el camino diversas dificultades: enjambres de avispas gigantes, un numeroso contingente de la Garra Oscura, y un enorme dragón negro que los acecha durante parte del camino. Los reptilianos parecen estar tomando posiciones cada vez más cerca de la ciudad amurallada, sin embargo al interior de las defensas la urbe continúa con su frenética actividad comercial, como si ninguno de sus habitantes quisiera ser consciente del peligro al que enfrentan. Sus fuerzas armadas parecen sobre aviso, pero no intervienen lejos de la ciudad si las caravanas comerciales siguen llegando sin problema, como así parece ser.

Consiguen superar toda dificultad y llegar a la Torre Brilunar, donde nadie les espera. Un libro mágico animado los inscribe como visitantes y les confirma que tienen permiso para el uso de las instalaciones. Tras descansar y asearse, mientras se encuentran reunidos esperando a su anfitrión en uno de los salones, junto a una cálida chimenea y protegidos por gruesos vidrios tras los que repica incesante una violenta lluvia, un portal se materializa entre ellos, desplomándose dos elfas sucias, embarradas y gravemente heridas sobre las alfombras del salón.

Una de ellas muere inmediatamente sin poder hacer nada por su vida, a la otra consiguen estabilizarla mientras balbucea algunas palabras difícilmente inteligibles: "archimago desvanecido" y "dos dragones son el mismo dragón" Antes de expirar su último aliento, activa el broche de su capa, que las teleporta mágicamente a ambas a un lugar desconocido.

Tras pasar algunas jornadas en la urbe sin obtener nueva información, los aventureros regresan a su base de operaciones en Nevesmortas

DÉCIMO SÉPTIMA ESCENA: terraza superior de la casa Lanzagélida


Tras el cambio de planes motivado por la desaparición del noble archimago Norfin Edranor, el grupo de aventureros se reúne de nuevo, seleccionando una noble elfa como portavoz para acudir al consejo de la dama Lanzagélida en Nevesmortas. La encuentran en la terraza superior, bajo la lluvia, con la mirada clavada en el Oeste y ensimismada entre suspiros de melancolía y preocupación.

Norfin no sólo faltó a su cita en la Torre Brilunar, pues según les informa la dama debía haberse presentado hace dos noches en su mansión, tal es el motivo que la mantiene en la terraza superior avistando el horizonte. Tras informarle del extraño suceso con las elfas moribundas, la dama las reconoce como Cazadoras Sy-Tel´Quessir, un grupo de jóvenes elfas consagradas a los Seldarine que patrullan las áreas salvajes combatiendo los enemigos del bello pueblo.

La dama les informa del posible paradero de la líder de estas Cazadoras, Walaxyrvaan, una veterana elfa de cabellos pelirrojos que vigila en tramo de Adbar por motivos sentimentales, al ser el lugar donde fue abatida su alma gemela en un pasado distante.

Debatiéndose entre incursionar inmediatamente los Páramos Eternos, o buscar el consejo de la líder de las Cazadoras Sy-Tel´Quessir, los aventureros abandonan la mansión Lanzagélida emplazándose para una nueva reunión posterior donde trazar un plan de acción acorde a los últimos acontecimientos.


***

Actualizado 09/07/2018

***

Iré editando este post para que estemos al corriente del avance de la trama general "Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento" y para que podamos entender la relación entre escenas y escenarios tan diversos, ya que yo tengo una idea general en mi cabeza pero entiendo que desde fuera todavía no hay suficiente información para comprenderla con precisión.
La Bestia (parda)
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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

Mensaje por Malar »

"Suenan cuernos en el aire
claman fuerza y corazón
alzad las armas y que comience el baile
gritad con furia y emoción.

A los guerreros y valientes
que sangraron desde su interior
a los que brillaron en la cacería latente
a ellos doy esta canción.

Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor.

A todos los que la muerte encontraron
y aún sabiéndolo de frente la esperaron.
A todos los caballeros y guardianes
cuyos gritos de ánimo fueron esenciales.

A todos los que allí acudieron
y por salvar la esperanza su vida dieron.
A todos los que hoy faltan a nuestro lado,
ahora ellos son parte de nuestro legado.

Dioses de los cielos
darles un lugar mejor.
Dioses de los cielos
acogerles con honor.
"


Aluriel Lathaniel
La Bestia (parda)
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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

Mensaje por Malar »

1.- Un desgraciado Montaraz.

Los finos oídos de un elfo salvaje encapuchado escuchan la siguiente conversación en la taberna de la villa a la que acaba de llegar. Es de noche, y la luz del interior de la taberna evita que su figura se delate a través de la ventana entreabierta desde la que se ha asomado a observar el gentío.

"Acércate chico. Vamos, no tengas miedo. El calor de la lumbre te confortará... al menos durante un rato. Nunca te acostumbres a las comodidades en el norte, pues son arma de doble filo: primero crees que vigorizan, pero luego te vuelven débil si no aprendes a privarte de ellas. Esto me recuerda a la historia de un desgraciado montaraz que solía vivir en esta tierra ¿Quieres oirla? Bien, pero antes de que preguntes, no te voy a dar de comer. Y menos de mi guiso. Aprende a cazar, inútil."

Varias contraventanas se cierran en la aldea. Las gentes del norte se recluyen para el descanso: esa molesta pérdida de consciencia que caracteriza a las razas menos afortunadas.

"Blackwood. Así le llamaban. Era un tipo valiente, nadie lo duda. Un idiota también. Aún recuerdo cuando llegó a Nevesmortas. Yo apenas era un chiquillo algo más flaco que tú, pero seguro que más guapo. No te ofendas, pero eso no es muy difícil. Blackwood era joven cuando empezó a recolectar plantas para Morwenna, la vieja estirada de la calle de enfrente. Ella le enseñaba las artes de la alquimia mientras él aprovechaba el amparo de la noche para recolectar lo necesario para la villa. Otro recolector, un don nadie, dirás... en cierto modo, supongo. Pero lo cierto es que ese chico amaba estos bosques, tanto era así que aprendió a convivir con ellos, como les ocurre a casi todos los que tengan sangre de orejas largas. Sí, era un medio elfo pero no me preguntes por su pasado más allá de su vida en esta tierra, eso es un misterio para mi y, de todos modos, no puedo afirmar que me interese más que los pedos de las hadas. Sí, las hadas existen, mequetrefe, al igual que los elfos salvajes ¿No has oído hablar de Elenthyl, el legendario elfo salvaje de la Marca? Bueno, eso está bien porque esta historia también tiene un sitio para él.

Resulta que nuestro querido idiota (me refiero al semielfo, no a tí. Y deja de mirar así mi bolsa. Ese vino de Cormyr no es robado) comenzó a pasar más tiempo en los bosques que en las villas, guiando a los caminantes a través de las rutas del norte, protegiéndolos de emboscadas orcas y trasgas y auyentando a los animales salvajes del camino como hacen todos esos comehojas, en vez de empalarlos con la espada. Eso llamó la atención de los guardianes del bosque, separatistas por antonomasia, fundadores de la sede de La Flecha del Destino en un lugar al oeste de aquí (no, allí no te darán de comer, muerto de hambre: el lugar está casi abandonado). Uno de estos guardianes era el elfo salvaje Elenthyl, quien tenía en su poder un poderoso arco nacido, dicen, de la propia furia de la naturaleza. ¿No has oído hablar del arma? Bueno, no me extraña; pocos lo han hecho y tú sólo eres un inculto pueblerino que además huele mal. Walaaa.... Walane... ¿Wakanake Ycánnezze? su nombre real es casi impronunciable si no sabes hablar la lengua de los elfos, pero en el idioma de tus desafortunados padres es nombrado Destino Último.

Tras su ingreso en la Flecha del Destino el semielfo comenzó a ser conocido por, entre otras cosas, su pericia con el arco. Sus habilidades, junto con las de sus compañeros y las de los cabezas enlatadas de la orden de caballeros, consiguieron repeler una de las mayores invasiones orcas que han sufrido estas tierras. Elenthyl le recompensó por ello con el mencionado arco. No, cállate, no intentes pronunciar su nombre en élfico, ya tengo suficiente con tu aliento. Muchas aventuras corrió desde entonces, de las cuales no me apetece lo más mínimo hablar... excepto por la última de ellas.

El semielfo no era precisamente conocido por la suerte de sus amoríos. La única mujer que le amó, una bella elfa arquera también, le dio calabazas por otro tipo más fuerte y más alto. No es de extrañar que acabara como acabó. Sí, se trata de otro desafortunado guiño de Sune. El pobre imbécil se enamoró de una criatura infernal a la que derrotó: Un súcubo (no me preguntes que es, bien lo sabes, marrano. Te vi arrancar una hoja del libro de un mago con una ilustración bien precisa). La criatura infernal, tras ser derrotada, le rogó que le cortara las alas, pues deseaba renegar de su condición demoníaca, y abandonar su camino como tentadora de hombres. Eso hizo el semielfo, ahora ya un hombre maduro: calentó una espada al rojo vivo y cortó las alas de la criatura, tras lo cual se vio forzado a cuidar de ella durante meses. Nadie sabe lo que ocurrió con exactitud después de eso.

Unos dicen que ambos viven juntos en algún lugar recóndito del bosque, otros que el semielfo fue asesinado durante una noche de lujuria y enterrado en algún lugar remoto, al no ser capaz la criatura demoníaca de renegar para siempre de su condición o que, quizás, dejarse cortar las alas fue el plan del súcubo para ganarse su confianza y robarle el poderoso arco... Patrañas tan extravagantes como tus excusas cuando el posadero te pilla robándole del bote. Lo cierto es que Blackwood probablemente murió de viejo como todo buen norteño, con una cerveza en la mano y la pipa en la boca, mientras la brisa invernal le congelaba los huevos. De cualquier modo, Destino Último sigue en algún lugar de la Marca Argéntea.

¿Que cómo lo sé? Escúchame, baboso, yo sé casi todo lo que ocurre en esta tierra ¿Acaso no sabes que hay elfos salvajes acercándose a la civilización de nuevo? Nunca se aproximan, a no ser que busquen o necesiten algo. Un consejo: No te metas en su camino cuando vienen a reclamar lo que es suyo. Y ahora lárgate, me avinagras el vino con tu presencia. "

Ina Blackwood
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2.- Nobleza élfica

Cómodamente sentado en uno de los sillones de cuero de la sala de mapas de su caravana mágica (al exterior un simple carromato, más de diez salas profusamente decoradas al interior), un poderoso arcano elfo y líder de su casa repasaba el último informe encriptado de la Vidente del Cielo, en Sundabar. La lista de aventureros era cada vez más numerosa. Se preguntaba qué tal le habría ido a Sharwyniel en su misión de infiltración.

- Erand? Valiente personaje, recuerdo que rompió el eje del carro con su cabeza... me sorprendería que alguien de entre esos artesanos de medio pelo y muertos de hambre nos diera si quiera algo de información útil *una pixie revolotea sobre los pergaminos* Vamos, no me mires así - Norfin la ahuyenta con cuidado - No es necesario que me recuerdes de nuevo las profecías...

El archimago rebusca en una bolsa de seda que reposa en una estantería labrada donde puede leerse "el Norte Salvaje", y extrae un ajado mapa de piel de ciervo

- Nevesmortas... *contempla detenidamente la localización del asentamiento de buscadores de oro, con expresión de incredulidad y resignación* ... al menos sigue allí la Casa Lanzagélida...

De nuevo la pixie se acerca a su meditabundo amo, esta vez con la señal convenida para anunciar el fin del viaje. Argluna, la Gema del Norte, se extendía al final del camino. Las cúpulas doradas de Alústriel brillaban con intensidad en el limpio y helado aire norteño dando la bienvenida a la extensa comitiva.

- Aquí encontraremos respuestas... El tiempo está cumplido y la hora es cierta, nuevos héroes se alzarán para caer sacrificados, ¿prevaleceremos esta vez? *sonrie al bajar de su transporte, el aire siempre tuvo un especial aroma en Luruar y le retrotrae a la felicidad de su juventud como estudiante de la Universidad*

Mientras cae la noche, la ciudad se prepara en un contagioso frenesí, son los últimos días de Mirtul y el Festival de primavera está a punto de comenzar. Cientos de artistas de todo tipo se reúnen en abarrotadas posadas. Mientras distintas melodías se elevan para recibir al astro lunar, un poderoso arcano elfo y líder de su casa abandona inadvertido su comitiva y se confunde con la multitud.
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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

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Lothar I escribió:3.- Una conversación entre amigos.

"Está bien, lo admito, viejo beodo, ha sido la mejor historia que he escuchado en mi vida. ¡Ni tan siquiera he escuchado una azaña así de boca de los pomposos juglares! Debiste ser un fiero guerrero en tu juventud, amigo Dick. Y aunque una parte de mí sospecha que mientes más que un mediano hablando de la noble procedencia de su dinero, maldita sea, ¡incluso así es una grandiosa mentira! Y una promesa es una promesa, así que toma, la botella es para ti, bebe. ¿Qué más da lo que sea? ¿Ahora te vas a poner exquisito?

¡Bebe y escucha, ahora viene mi historia!"

El sonido de risas y botellas de cristal resuena entre la lluvia en uno de los callejones de Nevesmortas.

"Todo sucedió después de haber ganado un buen dinero y visitar al viejo Martillo. Sí, claro, después fui a Villanieve a ver a Betty la Mole, ¡nadie sabe achuchar como ella! Desde entonces tengo un extraño picor en la entrepierna, esa fulana tenía el bosque negro como el sobaco de un orco, ¡pero no hay mujeres como ella en todo Nevesmortas!

¿Qué? ¡No sabrías valorar una auténtica mujer ni aunque estuviese en el fondo de una botella de vino! La última vez que disfrutaste de la compañía de una, Clari aún estaba aprendiendo a andar. Ahora calla y escucha, ¡presta atención a algo por una vez en tu vida!"

La noche es oscura, encapotada por nubarrones oscuros, y apenas se puede ver la luz de una antorcha reflejarse en los fríos muros de piedra, donde dos hombres conversan al calor del fuego mientras beben.

"Como intentaba contarte, sucedió hace varias lunas. Regresé a Nevesmortas después de lo que espero fuese un dinero bien gastado, pues no recuerdo nada después de los turgentes senos de Betty, y pronto me embarqué en otro trabajo. Sí, sí, no te adelantes Dick, ¡déjame seguir! No, no eran los bueyes, he aprendido la lección, y ni todo el oro del mundo merece guiar a esas bestias estúpidas. En esta ocasión se trataba del viejo de Fuerte Nuevo. Ese mismo, al que ya rescatamos en otra ocasión. Había vuelto a desaparecer el viejo senil. O está confabulado con los trasgos o realmente no quiere pasar sus últimos días de vida con su familia, pero ese es otro asunto y ese viejo ahora no importa. Nos reunimos Aku, el elfo Satori, y, maldita sea mi suerte, Pepe. Sí, ese mismo Pepe.

Creo que alguna bruja me lanzó una maldición y estoy condenado tener a mi lado a esos molestos medianos. Sí, sí, ya sé que te dije que en el fondo era un buen mediano, ¡pero no hagas caso a todo lo que digo cuando voy borracho! ¡¡No siempre estoy borracho, no me confundas contigo maldito soplador de cebada!! Sí, lo sé, lo siento. Pero deja que cuente mi historia en paz, yo he escuchado la tuya incluso cuando has contado lo de que acabaste con el dragón escupiendo fuego, y aunque no voy a decir que sea mentira, suena sospechoso, Dick."


La lluvia se torna nieve, mientras el tono de las voces va volviéndose más alto, y a la vez más confuso y atropellado, mientras la bebida corre por la garganta de los dos hombres que comparten charla, fuego y alcohol sin que parezca importarles nada más.

"Teníamos un buen grupo para sacar al viejo y devolverlo a su hogar a patadas. Mi espada, el arco de Stachel, la magia del elfo, y... bueno, al mediano de pies ligeros, manos hábiles y corazón de gallina. El primer contratiempo lo encontramos en la Bifurcación, donde descubrimos que estaba la semielfa fisgona escondida, espiándonos como una vieja viuda que se asoma por la ventana a fisgonear lo que hacen las jóvenes para después cotorrear con el resto de viejas. No, no creo que quisiera nada de eso, maldita sea Dick, deja de pensar en mujeres. No, no me fijé, está flaca como un palo, no tiene nada que me interese. Creo que estaba siguiendo al elfo, supongo que tendrán algún lío, o tal vez el mediano había hecho alguna de las suyas y quería vengarse. No, no voy a decirte cómo es, has debido de verla decenas de veces, y tampoco importa.

Lo importante es que alejándonos de ella por el bosque, el mediano escuchó algo acercarse a través de la espesura. Rápidamente nos preparamos, y recibimos a un grupo de trasgos tal y como se merecen: con fuego y acero. Ah, Dick, no puedes imaginarlo. Tus manos solo saben del peso de una botella, tu cuerpo tan solo conoce la emoción de la embriaguez, pero la batalla tiene algo mucho más seductor. El acero cortó el aire, mientras las flechas silbaban atravesando a esas bestias y la magia crepitaba y chisporroteaba alrededor del elfo.

¿Qué, Pepe? Supongo que se escondía detrás de algún árbol, no sé. Cuando lucho solo siento mi espada, como una parte de mi cuerpo. Los trasgos caían, y, bebe y prepárate para esto, ¡volvían a alzarse como bestias sarnosas! Fieros cánidos de afilados colmillos que se desprendían de las apestosas pieles de trasgos para arrojarse sobre nuestras gargantas. Fue una refriega confusa y sucia, y cuando solo quedó silencio no sabía muy bien qué acababa de ocurrir, o si algo más saltaría desde las sombras, pero no ocurrió nada. No, no, la historia no termina aquí, esto es solo el principio. ¡No es mi problema que hayas terminado ya la botella, desgraciado, bebe más despacio! Toma, tengo más, ¡pero modérate!"


El suelo comienza a cubrirse de una fina capa blanca, alrededor de la cual los dos borrachos continúan con su verborrea, ignorando las siluetas de los guardias que se ven de vez en cuando a lo lejos.

"Al parecer eran tragos de un clan extraño. Un clan que no se veía por la zona hasta hacía poco, en algún altercado con un carruaje del que hablaron pero al que no presté mucho atención. Lamentablemente estaba pensando en el pasado, y no me gustaba lo que esos pensamientos me hacían ver... No, no lloré, inútil. Bebí, ambos sabemos que es una cura mucho más efectiva. Al final seguimos sus huellas. Bueno, el mediano las seguía. Ese diablillo tiene buenos ojos, y tras desbaratar las infructuosas emboscadas de un desafortunado grupo de bandidos, el rastro de los trasgos terminó por llevarnos hasta el territorio del clan Veruz. ¿Qué, Verluzh? ¿Estás seguro? Bueno, tú sabrás, llevas en esta cloaca mucho más tiempo del recomendable, así que te haré caso.

Ascendimos la montaña combatiendo con algunas de esas alimañas fornicadoras de arañas. Por aquel entonces creo que ya había bebido demasiado, ya que no sentía el frío, y apenas me preocupaba otra cosa que no fuese enfrentarme a esas bestias. Quería ver si realmente era un desafío, y, por el momento, apenas tenía unos rasguños. El ambiente era tenso entre mis compañeros, estaban todos muy serios por algún motivo, peor en fin, supongo que es normal en la gente que se preocupa por su vida. Perdona, no quería sonar sombrío. Sí, mejor beberé, ¡esto es una celebración después de todo! ¡¡Cuidado, idiota!! ¡¡Casi me vomitas encima!!"


Unos cuantos gritos después y mientras la caída de nieve afloja, el tuerto continúa su historia, mientras su compañero se limpia la cara con la nieve calentándola entre sus rechonchas las manos.

"¿Estás mejor? ¿Seguro? Apenas he entendido nada de lo que has dicho, pero sé que eso no es impedimento para ser una buena compañía. Finalmente llegamos a la cueva de los Verluzh, y dentro encontramos algunas nuevas sorpresas. La primera fue que el sendero que se adentraba en la cueva había sido protegido por brujería. El elfo dijo que si pasábamos por allí sonaría una campana que aletaría a los trasgos. No vi que eso fuese un problema, pero me obligué a mí mismo a seguir a los demás. Es mejor que ver como tus compañeros mueren por tus imprudencias...

¿Qué estaba contando? Ah, sí, la cueva. Las galerías de la caverna estaban bloqueadas por enormes telarañas, o la brujería que cortaba el túnel principal. Para colmo de males, la salida de la cueva, justo por donde habíamos entrado, había sido alterada de algún modo. Avisé de esto a los demás, y el mediano, sin conocimiento alguno, decidió trastear con aquello. No sé qué diantres tocó, pero una enorme mano que parecía haber surgido de los planos de pesadilla apareció y lo lanzó varios metros por el aire contra la roca, como si fuese un muñeco viejo con el que ya no quisiera jugar el hijo malcriado de un noble. El ruido que hizo al estrellarse no fue nada agradable, y el pobre diablo quedó tirado en el suelo con la cabeza sangrando y en una postura lamentable.

De verdad creí que había muerto, pero esa rata se agarra a la vida como tú a la cerveza. El elfo trató sus heridas mientras la cueva iba llenándose de personas. Al parecer el rastro que habían dejado aquellos trasgos salvajes no había pasado desapercibido, y uno tras otro el resto de actores de esta desdichada obra de arte fue llegando a escena. Comenzaba a ponerme nervioso. Todo el mundo parecía alterado, y mi corazón se agitaba ante aquella pausa cuando sabía que más allá de la oscuridad de los túneles me aguardaba el destino. Como respuesta a mi silenciosa súplica, una pequeña horda de trasgos apareció entre las sombras, despertando a todos del extraño sopor que se había apoderado de ellos. Los recibí con alegría, y mi espada los arrojó a los brazos de la muerte para que esta les diera la bienvenida a su nuevo hogar. Fue una batalla caótica, donde en más de una ocasión creí haber partido en dos a uno de mis compañeros, mientras tanto yo como ellos combatíamos abriéndonos paso entre esos pequeños seres en aquel estrecho lugar.

El cuerpo quedaba cubierto por los cadáveres de aquellas fieras que vestían pieles de trasgos, y aunque muchos parecían sorprendidos, a mí no me importaba. Una vez matas a uno, la sorpresa pasa a segundo plano, y lo único que queda es continuar con los demás. Todo terminó con algunos heridos, y por suerte habían conseguido proteger al mediano, que poco a poco volvía en sí. Aku, tomó control de la situación, y por los dioses que lo agradezco. Es la frialdad y la serenidad que necesito en la tormenta. En aquel momento ya había bebido demasiado, y si no fuese por sus palabras quién sabe dónde habría terminado. Aunque tal vez tampoco me habría importado..."


El silencio inunda los callejones, mientras las nubes van despejándose, dejando que los rayos de luna abriéndose camino entre las ramas de los árboles y los estrechos callejones de la ciudad. La voz grave y arrastrada rompe el silencio para continuar su relato.

"Continuamos adelante, dispuestos a acabar con aquellas criaturas. Luché contra decenas junto a la semielfa, mientras escuchaba gritos a mi espalda. El resto también luchaba, pero lo cierto es que me había olvidado de ellos. Escuché mi propia risa, mientras mi mano sujetaba con desesperación la espada y la dejaba caer contra las bestias. Una, tras otra, tras otra, caían despedazadas, mientras me habría camino entre sus cadáveres. El éxtasis de la batalla lo era todo, hasta que todo lo que me rodeaba se volvió difuso, y mi cuerpo no me respondía. No creas que soy un cobarde, Dick, pero de verdad que se me heló la sangre. Apenas podía levantar mi espada y comprender lo que sucedía. Me apoyé en la fría roca tratando de volver en mí, mientras escuchaba gritos, el restallar del acero y las plegarias y palabras sin sentido de Erand y los magos. Creo que Drum me protegió, me pareció ver una sombra negra que apartaba de mí a las criaturas que se habían enganchado a mis pies y que trepaban por mi espalda clavando sus garras. Y estoy convencido de que las flechas de Aku y la magia de Satori se ocuparon de darme el tiempo suficiente para recuperarme. Cuando volví en mí ataqué con más rabia, arrastrado por el miedo. No quería morir, no aún, no allí...

Al final todo fue cosa de un dios, Málar... Su nombre volvió a hundirme en mi miseria, y mientras el resto se ocupaba de solucionar el problema, lamentablemente yo me aparté y me quedé junto a uno de aquellos portales de donde salían sus criaturas.

¿No soy patético, Dick? Quería que creyeran que custodiaba el portal, lancé bravuconadas, pero en el fondo estaba temblando, mientras bebía para ahogar esos recuerdos que traban de regresar de la oscuridad de mis difuntas memorias. Creo que lo hice bien, y bebí mirando al abismo de la enorme grieta que descendía hacia los abismos en aquella cruta, seducido por el vacío que prometía su caída. Y esta es mi historia, viejo borracho. Sí, dioses que aparecen para espantar al rebaño. Sé que suena increíble, pero... ¿acaso no son ellos los que siempre nos traen desgracias? Solo somos siervos y sacrificios en sus guerras, e incluso aquellos que dicen protegernos solo nos ven como piezas en un juego cuyas reglas no comprendemos...

Al final consiguieron cerrar los portales, pero sé que la Bestia no se dará por vencida hasta que, sea cual sea la cacería que ha iniciado, tenga un final sangriento... Y creo que con esto termina mi historia definitivamente. Se me ha helado el trasero, y me parece que llevas inconsciente un buen rato. Toma, viejo amigo, te has ganado el resto de la botella por escuchar mis lamentables llantos. Y unas monedas para que te compres unos nuevos pantales, no quiero que vayas con esa mancha de orina por ahí. Descansa, y no malgastes ese dinero, estúpido borracho. Y haz algo útil con tu vida, si es que despiertas de ésta.

Ahora, si me disculpas, la noche es joven, y aún tengo dinero que gastar en el Martillo. A mí me cuesta algo más conseguir esa paz."



Tambaleante y sin apenas poder mantenerse en pie, el tuerto sale del callejón, dirigiendo sus pasos a cualquier lugar que prometa descanso, aunque supiese que lo que deseaba, siempre estaba lejos de él.

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MrSatorii escribió:4.- El pescador elfo.


Vaya, me habéis pillado en el pequeño rato de descanso que tengo entre mis estudios, así que os contaré una historia que ocurrió el otro día. Pero primero deja que termine de pescar ese pez, el maldito es escurridizo como un trasgo untado en aceite, y precisamente de trasgos trata esta historia. ¡Demonios!, al final se me ha escapado. ¿Por qué pones esa cara?, ¿un mago no puede pescar?, me ayuda a pensar y desconectar de tanto libro, conjuro y encantamiento. Vamos, acércate para que te cuente esa aventura. Que no te eche para atrás el olor a pescado, seguro que has arrimado el hocico a cosas que olían igual.

Era una mañana tranquila en Nevesmortas, bueno, todo lo tranquila que podía ser con Pepe y Lajato discutiendo. Ese par de medianos es capaz de sacar de quicio a cualquiera, creo que es lo que me gusta de ellos. Como iba diciendo, todo se desarrollaba con normalidad, salvo por una visita inesperada. En la puerta norte permanecía, a la espera de ayuda, una caravana de mis compadres elfos. Iban muy bien preparados, eran de una casa noble del Gran Valle y se habían visto obligados a parar ahí debido a que se les había roto un eje.

No me gusta hacer favores a ese tipo de gente, que se cree mejor que tú sólo por el hecho de poseer un título o pertenecer a algo. Pero cuando ofrecen un dinero por ello, el favor se convierte en negocio, una simbiosis básica. Pagaban por el simple hecho de avisar a un carpintero, una pena que Aku no estuviese por ahí cerca para darle algo de trabajo fácil. El problema fue cuando Erand complicó todo: con sus buenas intenciones se llevó por delante una de las ruedas del carro mientras medía las dimensiones de éste. Al final el pobre tuvo que pagar todos los gastos por órdenes de estos refinados "Tel'Quessir", como les suele gustar decir, o "Talqueasí" como me dice Aku. Yo no hubiese pagado, esta gente está acostumbrada a obtener todo lo que quiere. Vienen a la pequeña villa a por ayuda y al final acaban exigiéndola.

Una vez reparada la rueda y el eje, tenían otro trabajo que ofrecernos. Ayudar a escoltar la caravana compuesta por un carro de pasajeros y un carro con mercancías. El lugar estaba aquí al lado, en el camino de la bifurcación, trabajo fácil y bien pagado de nuevo (si es que no nos la jugaban).

Tardaron poco en hacernos la primera emboscada, eran una especie de extraños trasgos cambiaformas que nunca había visto, además una oscuridad mágica envolvía el terreno. Aguantando incursión tras incursión logramos llegar al destino. Adivina quién bajó del carro, un trasgo similar a los que nos asaltaron en el camino. No no, era broma, bajó un mago, Norfin, que manejaba todo el cotarro. ¿No te ha hecho gracia? Qué poco sentido del humor. Nos pagó y nos ofreció otro trabajo, más interesante y emocionante que escoltar un par de carros, para más detalles deberíamos reunirnos con él en Sundabar dentro de un tiempo.

Si no te importa voy a agarrar la caña de nuevo mientras termino de contarte la historia, esto aún no ha acabao y se han arremolinado varios lucios ahí pidiendo a gritos un anzuelo. Sí, otro día quizás también te cuente mis comienzos en la pesca, emocionante ¿verdad?.

El caso, pasaron unos días, tiempo que también estuve sin ver a Lothar, el borracho que mejor he visto luchar en toda mi vida. Lo daba ya por muerto en cualquier puerta de una taberna sin nombre, rebozado en barro y su propio vómito. Pero de repente ahí estaba, cruzando (cómo no) el umbral de la Rosa y el Martillo, saludándonos a Aku y a mí con su cuerpo íntegro, salvo por lo de su ojo (algún día tengo que saber esa historia). Sin duda era una situación que celebrar, pero Pepe nos estaba esperando al norte para resolver algunos asuntos. Nos reunimos con Pepe, y mientras Lothar nos ponía al día con algunas novedades, alguien nos estaba espiando, Drum. Parece que la curiosidad puede con esa semielfa, habrá que llevar cuidado en situaciones similares.

Decidimos seguir la ruta y de inmediato fuimos emboscados por los mismos trasgos cambiaformas que nos asaltaron en la caravana, lo que te he contado antes ¿piensas que no iba a tener relación una cosa con otra?. Seguimos el rastro que nos llevó a la cueva de los trasgos que usan a las arañas como montura, no te aconsejo que visites ese lugar si no estás preparado de verdad. Nuestra investigación había llamado la atención de varios aventureros del camino, la mayoría de ellos conocidos, que desde lejos siguieron nuestros pasos. Acabamos todos atrapados en esa cueva.

Esos trasgos no eran normales, procedían de otro plano y servían a Málar. Estaban accediendo a nuestro plano, justo en la cueva, por medio de portales. Había que cerrarlos de alguna manera, cosa que hicimos con la ayuda de Poe y su pergamino para leer otras lenguas. Hay que ver lo odioso pero útil que puede llegar a ser ese loco mago rojo. Descifró un libro escrito en trasgo y pronunció las palabras de mando para cerrar los portales, zanjando así la amenaza.

Eh, no te duermas y sujétame la caña un momento, ¿acaso no quieres saber lo que ocurrió en Sundabar días más tarde? Sí, al final fuimos a informarnos sobre el trabajo que tenían que ofrecernos. Para poder asistir a la cita tuve que dejar a medio una investigación arcana (ajena a este tema) que estaba llevando con otros magos. Básicamente el trabajo era encontrar un arco legendario. Pagaban, y de hecho pagan (el trabajo sigue sin finalizar) bastante por ello.

El arco se llama Destino Último, tiene un nombre también en mi lengua, élfico, que no te voy a decir porque ya te estaría dando demasiadas pistas ¡y no quiero que me hagas la competencia!. Obviamente los trasgos cambiaformas de Málar y estos elfos están relacionados. Quizás van también detrás de ese arco, o simplemente se debe a antiguos conflictos que tiene Málar con Sehanine. De cualquier manera, se avecina algo gordo, lo presiento.

Si estás intere... ¡eh! ¡ha picado un pez!... vaya, se te ha escapado... déjame la caña. Como iba diciendo, si estás interesado en participar en la búsqueda sin hacernos la competencia, habla con Aku, que tiene una lista con los nombres del equipo de búsqueda, o con Erand, que en la reunión en Sundabar hizo de portavoz. Ahora si no te importa, ¿me ayudas a llevar todos estos peces al Blasón?.

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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

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Tymora escribió:

5.- El Festival de primavera de Argluna

El arte y la música son el alma de Argluna, y los arglunenses tienen muchas oportunidades para gozar de ambos. Los templos de Argluna son obras de arte en sí mismos, y albergan algunas de las esculturas y pinturas más grandiosas del Norte. La música se puede disfrutar en cualquier momento en las tabernas de la ciudad, y los recitales continuos de Foclucán proporcionan otra fuente de entretenimiento a su público. Cuentacuentos y titiriteros asombran a los niños en los parques, mientras que casi todas las doncellas de la ciudad aprenden a tocar algún instrumento para entretener a los invitados de su familia. Debido a los largos inviernos y lluviosas primaveras, los arglunenses se han acostumbrado a aprovechar el verano para disfrutar la vida a tope.

El Festival de primavera, al final de Mirtul, señala el comienzo de la temporada de fiestas, aunque la mayoría de celebraciones en Argluna se realizan en los meses centrales de Kyzhorn, Flamarûl y Eleasis. También son muy frecuentes en esta época las ceremonias solemnes como los matrimonios. No es de sorprender, por lo tanto, que Khes y Tarsakh sen los meses con mayor natalidad de la ciudad. Durante los meses de verano las calles están abarrotadas de artistas callejeros de todo tipo, y cada día se inicia o celebra algún tipo de festividad. La Fiesta fluvial de Estival es otra celebración importante para la ciudad. Durante su vigencia sólo se permite a los artistas levantar sus tiendas y pabellones a lo largo del río, aunque a menudo alquilan parte de su espacio a mercaderes locales a cambio de una comisión de sus beneficios.

Los músicos vagan por toda la zona y tocan en los diferentes estrados que se colocan a lo largo del río. Se ofrece un concierto en primicia la tercera noche del festival, en el cual los músicos tocan desde el puente de la Luna mientras la Guardia sortílega hace que las aguas del Rauvin se alcen formando pautas asombrosas, y los ilusionistas llenan el aire de luces iridiscentes. El festival culmina con un baño ritual en el río, que representa la igualdad de todos los habitantes de la ciudad. Cada ciudadano planta a continuación una semilla en el Jardín de Silvanus, cuyos frutos de invierno y vegetales se emplean para alimentar a los pobres.


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Es por eso, que en los próximos días quedará oficialmente inaugurada la más famosa feria de Argluna,donde todo el mundo tiene cabida. Cualquier raza, edad, sexo y religión, aqui no harán distinción.

Le feria la conforman tres zonas divertidas donde podrás desde beber una buena jarra de cerveza hasta ordeñar una vaca.. Música,juegos, arte, espectáculos para todas las edades y un sin fin diversión asegurada
.


//Dia 23 de abril, lunes. Hora por determinar. Proximamente avisaremos y daremos más detalles.
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Alan escribió:spotify:track:1joas1KqpqEkOUmdNT5AWX


6.- El primer susurro
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El sunita mojó sus manos en el agua fresca y hundió sus dedos en su cabellera rubia, peinándose resultonamente. Se encontraba en la mansión de los Lanzagélida, en el recibidor, esperando en una pose tranquila y observando a su alrededor. La mansión era antigua, mas una verdadera belleza por dentro. Las alfombras eran de importación; motivos ensortijados representaban figuras extrañas a lo largo y ancho de un salón que podía ver desde el punto en el que esperaba. Los muebles brillaban por sus años, no como la moda emprendedora de Argluna, y sin embargo, tenían una elegancia sobria que, como pensó finalmente tras ser recibido por Arlheza Lanzagélida, iba acorde con la dama de la casa.

Como venía siendo costumbre, el clérigo sunita solía entregar periódicamente una remesa de ungüentos, tónicos y consejos para el cuidado personal cada vez que penetraba en la vieja mansión. Se había hecho un hueco rápidamente entre esas gentes, y sus actos y susurros se habían vuelto promesas de brillantez y mejoría para la mayoría de ellos. El frío cortaba demasiado la piel, dijo con una amplia sonrisa a la muchacha de cabellos negros, coqueto.

—Querido Galen, ¿qué tenéis hoy para mí? —Preguntó Koren Datter. La mujer tenía un cabello largo y tan oscuro como el cielo de noche, a la par que brillante como los reflejos de la luna sobre el río Lanzagélida. Se acercó al sunita con picardía, tirando ligeramente de uno de los cordones que unía las dos lenguas de tela sobre su busto.

Galen esbozó una sonrisa y se inclinó ligeramente acorde a la etiqueta de la nobleza, la mar de cortés.

—¿Qué podría tener para la mujer más bella de estos lares? —Galen dio un par de pasos hacia ella y, divertido, se cubrió parcialmente la mitad del rostro y su boca susurrándole—. Agua de rosas y una resolución para la Dama Lanzagélida.

Koren parpadeó sin comprender al sunita, pero sonrió igualmente al escuchar de la mercancía. Cada vez que lo veía se lo comía con la mirada, cosa que el rubio sabía y disfrutaba.

—Es un regalo. Aceptadlo sin miramientos. Ahora, no diré que no a la información sobre aquel tomo, ya sabéis.

Galen se acomodó la camisa de mangas rojas y dio un repaso por los salones. La Dama Lanzagélida entraba y salía tan apresurada que su secretario apenas podía alcanzarla. Cada vez que ella entraba a su despacho se topaba con él, siguiéndola. La capitana de la guardia, Rivha Stormevik, se movía inquieta con las manos entrelazadas tras su espalda. Ni si quiera la pianista que tocaba tranquilamente una canción dulce conseguía calmar los ánimos de la aristócrata. Lanzagélida era la única noble de Nevesmortas, por lo tanto, también la única en acoger todas las responsabilidades de la villa.

—¡Cómo sois! Está bien. Se lo llevó mi prima a Fuerte Nuevo.

—¿A Fuerte Nuevo? —Galen alzó las cejas, torciendo ligeramente los labios—. ¿Qué se supone que hace en ese fuerte? No veía a vuestra prima en un lugar así.

—Ni yo tampoco —Se encogió de hombros la mujer—. No tengo control sobre ella, pero al pedírmelo así, tuve que prestárselo. Sabréis como somos entre familia.

Galen asintió, medio sonriendo. Nada más lejos de la realidad; no, no sabía cómo era. Hacía mucho tiempo que viajaba solo.

—¿Procedemos? —Galen se llevó las manos a la cintura y volvió a mirar a la mujer, que cacharreaba observando el vial de agua rosa frente al candelabro con velas prendidas.

Koren asintió, bajando la mano con el vial de agua fresca guiando al sunita hacia sus aposentos en el segundo piso de la mansión. Cuando llegaron allí, cerró la puerta tras él, sonriéndole. Galen se acercó a la mesita de noche y sacó varios botes con líquidos aromáticos, igual que dos o tres velas de cera tintadas de una fuerte tonalidad carmesí. Mientras procedía con los preparativos escuchó la ropa al deslizarse por el cuerpo de la mujer, cayendo poco después al suelo. Se dio media vuelta y la observó en toda su desnudez tumbada boca abajo en la cama de sábanas limpias y frescas. Tenía un cuerpo bonito, con curvas pronunciadas y un busto lo suficientemente prominente como para que le levantara ligeramente el torso.

Galen mojó sus manos con el aceite de camomila y vertió el líquido espeso sobre la espalda de Koren. La mujer gimió entrecortadamente al sentir el líquido frío.

Mientras el sunita movía sus manos con maestría por la piel de la muchacha, estuvieron conversando sobre la situación actual de Nevesmortas y sobre los muchos viajes que realizaba ella cuando finalizaba con sus deberes; deberes que, en realidad, no distaban mucho de atender la cámara de la Dama. Galen se limitaba a asentir, con tranquilidad, y reír cuando ella gastaba alguna broma, o le contaba sobre los escarceos y encontronazos amorosos que había mantenido en sus muchos viajes. Era un alma libre. En eso, le recordaba a él.

—Entonces me encontré con aquel elfo tan brillante… ¿Sabéis? —Koren ladeó la cabeza para mirar a duras penas al sunita moviéndose sobre su espalda—. Era un encanto, una figura delgada que se movía como si fuera de puntillas.

—La belleza élfica siempre ha sido así —comentó el sunita hundiendo sus dedos en la piel de sus hombros.

—No, no, querido. Ese elfo no era otro más que un guardia de los Silmarure, la escolta personal de la Vidente del Cielo —soltó ella retorciéndose ante el toque del hombre.

Galen se detuvo, observando la cabellera negra de la mujer desparramada por la almohada.

—¿Habéis dicho Silmarure?

Koren respondió con un monosílabo y una queja ante el cese del movimiento del sunita sobre ella. Entonces continuó con el masaje, pensativo.

—Casualmente se encontraban en Sundabar… ¿sabéis para qué? Contrataban aventureros para buscar un arco. Dicen que es un arco legendario; Destino Último. Y partirían hacia Argluna poco después…

—Había escuchado su nombre —Galen se sentó en la cama limpiándose las manos con un paño de tela humedecido—. Así que Destino Último… No es algo que se vea muy a menudo por aquí. Qué curioso… y extraño.

—¿El qué? —Koren se levantó cubriéndose los pechos con un brazo y cruzó las piernas mirándole. No parecía que le diera especial vergüenza su desnudez frente a él.

—Los Silmarure son una de las familias nobles más antiguas del Gran Valle. Escuché de ellos hace años en Argluna. Aunque ahora no consigo recordar exactamente cómo, es posible que estén vinculados con la Joya del Norte.

Galen lo creía así ciertamente. Estrujaba su cerebro para intentar encontrar unas respuestas que hacía mucho tiempo yacían en lo más profundo de sus memorias. Rara vez encontraba problemas para recordar, todo fuera dicho. Quizás, simplemente, no había coincidido con un Silmarure; pero aquello no quitaba el hecho de que supiera de su presencia antaño en Argluna.

Se levantó con un sentimiento de interés arraigado en su pecho, pero Koren le cogió de la mano tirando suavemente hacia ella.

—¿No podéis quedaros esta noche? —Preguntó con un ronroneo.

El sunita sonrió levemente. Se dio media vuelta y le dio un beso en la punta de la nariz.

—No, hoy no. Ya han pasado las dos semanas de cortesía en la mansión. Me marcharé a Argluna.

Koren hizo un mohín y le dio un manotazo, disgustada. Sin embargo, al ver la sonrisa que el rubio tenía en el rostro, su enfado se difuminó tan rápido como Galen la cubrió con la seda de su vestido azul.

—Os voy a echar de menos. Si tanto predicáis sobre el amor, ¿por qué no lo hacéis conmigo?

Galen ya se había plantado frente a la puerta, con la mano en el pomo, cuando la escuchó y ladeó el rostro.

—El amor es un sentimiento que nace de improviso. No es algo que podamos forzar, Koren.

Le guiñó un ojo y cerró la puerta tras él cuando salió. Ahora tenía algo más importante en mente. Hacía tiempo que no le picaba la curiosidad. El arco legendario, los Silmarure en Sundabar… No, los Silmarure en Argluna. La esplendorosa Lunargéntea había sido su hogar desde que era un chiquillo joven. La conocía como a la palma de su mano. Solía enterarse de los chismorreos más pronto que tarde cuando paseaba por las calles; se apoyaba, también, en su apariencia y labia.

La caravana ya avanzaba en un silencio sólo roto por los caballos al relinchar, tirando de ella. El Valle de Sundabar se abría en un manto de verdes y nieve frente al sunita, pero éste no se fijaba en aquello, recordaba su vida en Argluna, y más aún, lo que había dejado atrás.

Sintió un pinchazo en el corazón al recordar la imagen del Puente de la Luna con su brillo azul fantasmagórico, y aquella pareja cogida de la mano con una sonrisa. Que Sune le retorciera el corazón. La imagen de Derek desposado le perseguía dondequiera que fuera. Pasara lo que pasara, no deseaba encontrárselo en Lunargéntea. Después de todo, sí, tenía miedo.
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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

Mensaje por Malar »

Ark Roywind escribió:7.- CORRIENTE DE SANGRE


8 de Mirtul del Año 1564. Atalaya del Alba, Nevesmortas



- Señor Lothar, disculpe mi atrevimiento, pero me sorprende que pueda sentir algo con todo lo que está bebiendo...

- Calla y cose, maldita sea.


El anciano clérigo suspiró mientras preparaba hilo y aguja para suturar las heridas en el abdomen del borracho que sangraban profusamente. No eran las únicas, su estado era lamentable, pero esos cortes tan profundos debían ser tratados de inmediato. El guerrero había llegado a la Atalaya del Alba apenas pudiendo caminar por su propio pie. Cuando los guardias lo vieron entrar por la puerta lo llevaron rápidamente a la sala de curaciones. Ahora estaba recostado en un camastro, bebiendo un licor fuerte y barato mientras se desangraba. No era buena idea, pero al menos serviría para enturbiar la mente y mitigar el dolor.

- ¿Está preparado, señor? - una vez se hubo limpiado las manos y con el material preparado, el sanador se sentó junto al guerrero, presionando con delicadeza la zona que se disponía a punzar.

Lothar apretó los dientes, asintiendo a la vez que daba un nuevo trago. Para el anciano lo sorprendente es que siguiera consciente, no solo por el dolor, sino por el ritmo al que ingería alcohol. Ya había una botella vacía en el suelo. Las manos del guerrero temblaban, y tenía el pulso acelerado. Piel macilenta, sudor frío, vista nublada. El infeliz necesitaba más una intervención divina que sus cuidados, pero por algún motivo se negaba a que Ashnar impusiera sus manos sobre él. Limpió la sangre de la laceración con un paño húmedo y comenzó a suturar lentamente para cerrar la herida. El guerrero apretó los dientes y ahogó cualquier queja. "Se nota que estás acostumbrado a esto", pensó para sí el sanador. Los quejidos de los enfermos y heridos que ocupaban otros camastros en la sala eran mucho más audibles que el hombre que se desangraba a su lado y al que estaba atravesando con aguja.

- Señor Lothar – atrajo la atención del hombre al verlo parpadear varias veces rápidamente mientras sus pupilas se contraían. Necesitaba hacerlo hablar, mantenerlo consciente - he oído que usted participó hace poco en el asalto a los orcos que están asentados al oeste, cerca la corriente de Nevesmortas. La tribu Úgrezh, creo recordar. Debe ser un gran guerrero.

- Un gran guerrero no estaría aquí, dejando que un viejo matasanos le haga una sangría.

El guerrero sonrió mientras miraba como el hilo unía poco a poco la carne. El anciano se lamentó, debía estar aturdido después de perder tanta sangre, y el ambiente malsano del lugar no debía ayudarlo en absoluto.

- Hasta los dioses sangran, señor Lothar. No se avergüence de hacerlo.

- No estaría así si tuviera mi arma, te lo aseguro, pero algún malnacido debe habérmela robado en un descuido.


"O cuando ibais borracho" se guardó para sí el comentario el anciano. Volvió a limpiar la herida, antes de seguir cosiendo, enjuagando el paño en un cazo cuya agua ya se tornaba roja. La palidez del hombre comenzaba a preocuparle seriamente. Cabeceaba de vez en cuando, levantando la cabeza únicamente para llevarse a los labios el morro de la botella.

- ¿Y cómo fue? Ese día recibimos a muchos aventureros heridos bajo nuestro techo.

- ¿Qué cómo fue? Fue una auténtica estupidez, desde el inicio. El dinero no lo resuelve todo, pero parece que esos Lanzagélida prefieren enviar a extranjeros prometiéndoles dinero que a hombres armados y entrenados del regimiento de la villa. Esos aristócratas pedigüeños se creen que pueden conseguir lo que quieran con su oro. ¡Pero ya le dije hace tiempo a esa damisela que tenéis que no necesitaba su cama ni su comida!

- La Dama hizo lo que creía mejor para los ciudadanos, señor. Quienes respondieron debían saber que corrían un riesgo, y el oro es solo su gratitud por asumirlo. Los guardias debían proteger la villa, y a sus gentes, quienes le aseguro que sí que no han recibido entrenamiento.


El guerrero no pareció convencido por las palabras del anciano, y continuó su retahíla de quejas e improperios. La ira había conseguido despabilarlo, pero era mejor que no siguiera por ahí, o podría acabar entre rejas. El clérigo sabía que aquellos insultos en realidad no iban hacia la Dama, sino a alguna mala experiencia en el pasado que lo marcó. Había que devolverlo al presente.

- Además, al final todos volvieron con vida, e hicieron un buen trabajo. No se ha vuelto a ver a los Úgrezh por las inmediaciones desde aquel asalto.

- ¡No eran Úgrezh, maldita sea! Los orcos que encontramos allí venían de otra tierra, e iban mejor armados. No pude identificar su puñetera tribu, pero sí comprobé que luchaban bien. Sus golpes eran duros, y combatián con fiereza. Esos bastardos pieles verdes estaban bien curtidos, acostumbrados a luchar, no eran simples guerreros. Luché codo con codo con el enano, mientras el resto nos cubrían las espaldas y los mantenían a raya. Disfruté como un crío mientras mi espadón cercenaba su carne y aplastaba sus despreciables cráneos. Poco después escuché que venían del oeste, de los Páramos Eternos.

- ¿Los Páramos Eternos? Eso está muy lejos, ¿qué podría haberlos traído hasta aquí?

- ¿Y yo qué puñetas sé? Eso es lo que tratamos de averiguar. He tratado lo suficiente con ellos para saber que aquello no era la preparación a un simple asalto. Cuando llegamos al territorio de los Úgrezh vimos un campamento enorme. No sé cuánto tiempo habían estado reuniendo fuerzas, pero me preocupa que una horda así haya podido moverse libremente desde el oeste sin que nadie los detectara hasta llegar tan cerca de Nevesmortas. ¡Había una puñetera legión, decenas de guerreros dirigidos por sus malditos chamanes!

- Chamanes... La magia de los orcos es pérfida y salvaje, como los dioses a los que adoran. Me alegro que consiguieran acabar con ellos.

- Pues no fue gracias a tu dios, te lo aseguro. Los magos nos protegieron con su brujería, mientras Krön y yo nos habríamos paso entre los orcos hacia sus brujos. No fui tan rápido como hubiese deseado, yo... la rabia tan solo me dejaba ver lo que tenía delante, necesitaba aplastar a esas bestias, silenciar sus aborrecibles lenguas...


La voz fue apagándose mientras hablaba y comenzó a cabecear. El sanador soltó la aguja y vació el contenido de una pequeña botella en un cuenco, obligando al guerrero a beber. El hombre tosió, soltando alguno de los puntos y gimiendo de dolor mientras sus músculos abdominales se contraría ante la tos y hacían que la sangre volviera a manar.

- ¿Qué cojones me has dado? Es asqueroso...

- Bebe. Es una mezcla de alcohol y hierbas. No preguntes, solo tómalo. Te mantendrá despejado.


La dosis tal vez era demasiado grande, aletargaría la mente del hombre, pero lo mantendría despierto. Ayudó al guerrero a terminar de beber y luego apoyó la cabeza de éste en la almohada. Su respiración se relajó, pero el color no volvía a su cara.

- Recuerdo los gritos... Siempre hay gritos en la guerra, algunos no se van nunca. Te persiguen para siempre, como la sangre que has derramado. Pero no los ayudé, los vi corriendo, tratando de salvar sus vidas mientras las flechas y la magia de hombres mejores les daban el apoyo que yo me negaba a otorgarles. Sólo quería matar. Tan solo quería caminar sobre sus cadáveres, ver morir hasta el último de esos seres...

- Es normal, señor Lothar. No se castigue. En el caos de la batalla es difícil pensar en otros, y más si como usted dice estaba luchando en primera línea.

- No... No lo entiendes. Atravesamos el campamento, acabando con todos ellos, abriéndonos paso hacia la cueva dónde creía que estaría su líder. Lo demás carecía de importancia para mí, ignoraba la voz de la elfa que la casa Lanzagélida había enviado como portavoz. Ignoraba el peligro que corrían los demás. Sí, al principio traté de advertirles, pero una vez empezó la batalla, nada importaba. Combatí por los escalones de roca, arrojando orcos muertos al abismo, atravesamos la gruta y continuamos la lucha dentro de la montaña. El combate fue difícil, eramos demasiados, y el espacio cada vez era menor. Recuerdo... recuerdo estar combatiendo contra varios orcos, recuerdo el aroma de la magia, recuerdo el dolor del metal orco en mi carne y, después, sólo oscuridad.

- ¿Oscuridad? ¿A qué se refiere?


El anciano realizó la última punzada de la sutura, cortó el hilo y lo anudó para que mantuviera la herida cerrada. Lo siguiente era colocar un cataplasma para cauterizar las heridas y cortar el sangrado. Mezcló las hierbas y comenzó a molerlas mientras escuchaba al guerrero hablar. El hombre volvía a tener la botella entre sus manos, que ya no temblaban. Con un suspiro, se resignó a decirle que no era necesario que siguiera bebiendo, que ya no iba a sentir ningún dolor.

- No... No lo sé. Todo se apagó, y un horrible frío me envolvió. Escuché voces, de nuevo, llamándome. Gritos, sí. Siempre hay gritos en la guerra, algunos no se van – repitió, dando un largo trago -. Una parte de mí se alegró, después de tanto tiempo... había paz en esa oscuridad, y era bienvenido pero... me asusté. Huí... La luz regresó, y ...

- ¿Vio a un ángel?


El guerrero soltó una carcajada que hizo que alguna herida volviera a sangrar. Con un suspiro, el sanador volvió a colocar el cataplasma por esas zonas. El tono rosado volvía lentamente a sus mejillas, y el pulso se estaba estabilizando.

- No, no, no. Por todas las fulanas del mundo que no. Vi el apestoso y feo rostro de Krönn pegado a mi cara mientras me zarandeaba y gritaba con esa molesta voz que sale de su boca. Parece que está masticando piedras todo el puñetero día. Cuando comprendí donde estaba y miré a mi alrededor vi más heridos que poco a poco iban siendo atendidos. Yo estaba hecho polvo, casi como estoy ahora. Ese tipo, el... el hijo de un tal L, trató mis heridas lo mejor que pudo con el material que tenía. Registramos todo el lugar, pero ni rastro de un caudillo, y juro por mi ojo que ninguno de los cadáveres lo era. Había lingotes de titanio, y encontramos una alabarda escondida. Era un arma ceremonial, pero mortal, con un grabado similar a las fauces de un dragón. ¡Que alguien me diga qué cojones pintan los dragones aquí! - bufó frustrado y agitando las manos de forma aireada derramando parte del contenido de la botella que sujetaba con una de ellas -. Alguien debería estudiarla para ver qué es lo que piensan forjar, y para qué, porque está claro que preparan algo. Pero aquí parece que preferís rascaros las pelotas con el pretexto de "ya estamos acostumbrados a los orcos en el norte". ¡Os aseguro que no lo estáis!

- Tranquilícese, por favor, le aseguro que todos estamos preocupados por la amenaza que suponen los humanoides en estas tierras. Hicisteis una buena labor en la batalla y gracias a vos y a otros valientes hoy muchos podremos dormir sin preocupaciones. Trate de alegrarse señor Lothar, dio paz a los lugareños.


El curandero terminó de extender la cataplasma y se limpió las manos en la túnica dorada. Con una agradable sonrisa, anunció al guerrero que había terminado su trabajo. Se fijó en el parche que apenas ocultaba una horrible cicatriz mientras su paciente respiraba más tranquilo.

- ¿Quieres que mire esa herida? Tal vez pueda hacer algo. ¿Cuánto hace que la tiene?

- ¡No te acerques!

El hombre se llevó las manos al ojo de forma impulsiva, tapándolo a la vez que su pecho se hinchaba. El sanador le pidió disculpas y le dijo con voz calmada que se tranquilizara. Cuando fue a advertirle sobre la delicadeza de su estado físico y aconsejarle que permaneciera en reposo por un tiempo, el guerrero ya estaba levantándose con un quejido, ignorando al sanador y cada una de sus palabras bienintencionadas.

- Gracias, viejo, pero no te esfuerces. No soy un hombre al que le guste estar en la cama. No merezco tanta atención, ocúpate de los demás, ya he malgastado demasiado tu tiempo.

- Eres demasiado tozudo, Lothar
- el anciano se despidió, haciendo un gesto a los guardias para que lo dejaran marchar -. Que la luz de Láthander ilumine tu camino.

El guerrero respondió con una risa ronca mientras caminaba con dificultad hacia la salida, sujetando con firmeza la botella de la que continuaba bebiendo.

- Dile a tu dios que ilumine los ojos de aquellos ciegos con el poder de tomar decisiones importantes y les haga ver que no eran orcos preparándose para un simple asalto, y mantén a tu Señor del Alba lejos de mí, es lo mejor para todos. El único dios al que le importo me desea muerto, y yo a él y a "sus hijos"...

Salió de la sala de curas, frotándose el ojo herido.

El sanador se puso en pie escuchando sus viejas rodillas crujir y sintiendo un pinchazo en la espalda. Mandó a sus ayudantes a que cambiaran las sábanas del camastro donde había estado el guerrero y que limpiaran toda la sangre que había derramado.

"Los jóvenes siempre se empeñan en desperdiciar su vida y sus dones...", pensó el anciano mientras se preparaba para antender a otro herido.
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Re: Cazadores del Norte: el Ojo Sangriento

Mensaje por Malar »

8.- La Fuente de las Lágrimas
Alan escribió:El enorme jardín floral de Ciudad Nueva se abría con una infinidad de aromas y olores ante Galen. La noche apenas comenzaba a raspar los colores anaranjados del crepúsculo y todavía proyectaba haces de luz etérea, o eso es lo que se vislumbraba estando en Argluna. Aquella visión siempre le había encantado al sunita; era bella, hermosa, pero sobre todo tranquila y le ayudaba a ordenar sus pensamientos. No importaba que el gentío y el bullicio se encontrara fuera de los pequeños muros del jardín; mientras él estuviera bajo los fresnos y los mantos de caléndulas, amapolas y rosas, podría concentrarse.

Estiró las piernas, sentado sobre el tocón. Delante de él tenía una fuente con una escultura de Alústriel Manoargéntea que lloraba el agua con una eterna parsimonia. Hilos acuosos que se escurrían por su largo cuerpo hasta alcanzar un lecho profundo desde el cual se atisbaba el fondo musgoso.

¿Estáis bien, Galen? —Preguntó Ayala— Os noto distraído.

Galen parpadeó lentamente y ladeó la cabeza. Allí se encontraba la siempre preciosa Ayala, una sacerdotisa de la Dama de los Cabellos de Fuego, como él. La conocía desde hacía mucho tiempo, quizás demasiado, porque se había dado cuenta de que la confianza confería cierta repulsa cuando daba gratuitamente los sentimientos del otro sin mediar palabra.

Muy observadora —sonrió levemente—. Sólo tengo mucho en mente.

¿Puedo preguntar el qué? —Ayala pasó un mechón de cabello cobrizo tras su oreja y observó con sus ojos verdes como la hierba al hombretón.

Tenemos un voto de secreto y confianza, ¿no es así? —Preguntó Galen.

Ayala sonrió levemente, asintiendo.

En ese caso os hablaré sobre lo que ha estado sucediendo últimamente, y lo que deseo hacer.

¿Es sobre Derek? —Preguntó repentinamente la mujer.

Galen alzó las cejas y abrió los ojos repentinamente, sorprendido. En ningún momento había hablado con Ayala sobre su ex amante, sobre aquel hombre que había conseguido arrebatarle el corazón y, de algún modo, todavía lo poseía.

¿Cómo sabéis sobre él?

Ayala se cruzó de piernas, apoyando sus manos sobre sus rodillas con elegancia.

Estáis hablando con Ayala Roserín. Y somos amigos desde hace muchos inviernos. ¿Creíais que iba a pasar desapercibido vuestro semblante triste? Puedo veros incómodo todavía estando en Argluna. Sé que estáis molesto y enfadado al saber el enlace del Guardia Sortílega con aquella mujer.

Galen entornó los ojos y apartó al mirada molesto hacia la estatua de la fuente de Alústriel. Se fijó en sus ojos, llorando las aguas que llenaban la misma.

No, no se trata sobre Derek ni su esposa.

—Deberíais hacer algo al respecto
—susurró la otra.

No sois nadie para decirme eso.

Ayleen sonrió ampliamente, observándolo.

¿Ah, no? El amor y el desamor es competencia nuestra. Entiendo que estéis molesto, pero, por el amor de Sune, ¡piensa lo que vais a decir antes de decirlo!

Galen se rascó la cabeza, desesperado.

¡Está bien, maldita sea! Tenéis razón. Estoy nervioso por si vuelvo a encontrármelo, es cierto. Pero no se trata de eso, no esta vez.

¿Entonces qué os preocupa, amor? —Ayala cogió del brazo al sunita y se acercó a él, confidente.

Es algo que he descubierto. Llevo tiempo con una investigación y lo cierto es que no es algo que me ayude a descansar por las noches.

Galen suspiró, mirándose las puntas de las botas de piel de zorro rojo.

Hace tiempo que seguía a la familia Silmarüre... Buscan Destino Último. ¿Sabéis lo que es?

Ayala negó lentamente, observándolo.

Es un arma legendaria. Escuché de ella por aquí y allá. Volví a Argluna precisamente buscándolos. Recibí información de que habían contratado aventureros en la ciudadela de Sundabar y que, poco después, habían partido hacia la Joya del Norte. Sin embargo, al poner un pie aquí, ya era tarde y habían marchado hacia Eternlund.

—¿Por eso os perdisteis el festival?
—Ayala se separó ligeramente de él. Se pasó el largo cabello cobrizo a un lado de su rostro y observó al atractivo sunita.

En realidad… no deseaba venir a Argluna por si…

—Por si os encontrabais con Derek
—finalizó la frase de Galen la mujer—. Entiendo.

Fuera como fuese —carraspeó Galen—. Sabéis que pasé a saludaros y volví a retomar contacto con vosotros.
—¡Ya era hora!
—Exclamó ella—. ¡Hacía más de un invierno que me enteré de que habíais vuelto de Tezhyr, y todavía no os habíais dignado a pasaros por Argluna!

¡No es que no quisiera! —contestó el otro.

Pero no lo hicisteis.

Galen no supo rebatirle el argumento a la mujer. Simplemente guardó silencio, levantando la mirada hacia el cielo recortado por las largas ramas y hojas de los fresnos que cubrían el siempre precioso jardín de Ciudad Nueva de Argluna. Quedaron un largo minuto en silencio. No necesitaban decir nada, o al menos, el rubio no creyó que fuera necesario. Cuando reunió la información en su interior, decidió decirla en voz alta.

Cuando llegué a Eternlund busqué activamente información sobre Norfín Edranor, y sabía que no podía hallarse en otro lugar más que en La Torre Brilunar. Ese castillo de piedra negra brillante es magnificente y sus cuatro torres cilíndricas son dignas de admiración.

Ayala asintió escuchándolo.

Preguntando por la ciudad de las caravanas me enteré de que el Valle del Rauvin está siendo hostigado por numerosos trolls organizados al sur, y que los reptilianos Garra Oscura al oeste parecen mejor pertrechados —Galen ladeó la cabeza, mirando a la mujer—. Por lo visto Eternlund está sufriendo de un cese del comercio, abarca desde la tierra a las rutas comerciales del río Rauvin.

—Eso es preocupante. Eternlund es el primer punto por el que pasan las caravanas y mercancías desde el sur
—comentó ella prestándole atención.

Efectivamente. Si bien al principio me movió la curiosidad de los motivos de los Silmarüre respecto a su búsqueda activa de Destino Último, empecé a empaparme de las preocupaciones de las gentes de la ciudad. Hablé con la guardia y les sonsaqué lo sucedido. Al final, acabé encontrándome con un genasí de fuego, Zaph. Kossut —dijo él.

Ardiente, me gusta —Ayala se cruzó de piernas, escuchando.

Ambos estábamos interesados en los sucesos de la ciudad… Y al final, nuestros caminos acabaron cruzándose con el de otros conocidos que, curiosamente, tenían un contrato con el noble elfo que buscaba.

—¿Norfín?

—El mismo
—asintió Galen.

El crepúsculo estaba a punto de desaparecer completamente. Ya se vislumbraba la miríada de estrellas en el firmamento y la preciosa y plateada Selûne en el cielo nocturno como un faro en el mar nocturno.

Ese grupo peculiar entre el que se encontraba Krönn, un enano guerrero que no querríais ver en vuestra vida, había realizado un contrato con Norfín para encontrar Destino Último, el arco legendario. Todavía desconozco el por qué, pero puedo imaginarme los motivos de la búsqueda de los Silmarüre.

¿Por qué? —Preguntó, más larga que ancha la sacerdotisa.

Por egoísmo. Independientemente del fin posterior, es egoísmo. Pude verlo en el rostro del elfo en la torre. También, sin embargo, intuyo que planean encontrarlo para usarlo contra alguien o algo, y empiezo a atar cabos.

Ayala se cruzó de brazos, bajo sus pechos, levantando su escote prominente.

Siempre fuisteis muy perceptivo, dulzura.

Galen esbozó una sonrisa arrebatadora, cosa que hizo que la mujer se acercara y le diera un beso en la mejilla.

Fuera como fuese… Aquel grupo y nosotros mismos penetramos en la torre Brilunar en pos de dialogar con el señor Edranor y, durante la espera… la conversación se sucedió entre nosotros. Krönn, Zaph, y tres hombres. Aparentemente hicieron una expedición en el desierto del Anaurokh y encontraron una alabarda con una simbología extraña… Dicha simbología se corresponde a… Bueno, prefiero comentarlo después. Diré que los zhentarim están involucrados en esto.

El semblante hasta el momento dulce y risueño de Ayala se quebró en una mueca seria. En aquel momento, Galen supo que había ganado su completa atención.

Mientras el sunita conversaba no se percató de las personas que entraban y salían del jardín observándolos con cierta admiración. Allí, bajo la luna y el reflejo de la luz en la fuente, que proyectaba pequeños chorros luminosos hacia los cuerpos del sunita y Ayala, amos representaban a la perfección una visión arrebatadora y bella.

Nos recibió Norfín. Y entonces llegó una sucesión de desdichas hechas palabras. No culpo al elfo por ser prepotente, sabéis de sobra, Ayala, que conocemos a los elfos, su edad y su actitud regular. Más si ha estudiado en la prestigiosa universidad de Argluna y conoce su poder mejor que nadie —Galen apoyó las manos sobre el tocón y estiró las piernas de nuevo—. Después de un diálogo exhaustivo y agotador a partes iguales, conseguimos sonsacarle lo que realmente sucedía en el norte.
»Un dragón negro, Ayala. Un dragón negro está detrás de todo o, al menos, una parte. Creo firmemente que está involucrado con los Garra Oscura, esos reptilianos asquerosos que han mejorado notablemente su armamento. No es casualidad. Igual que… bueno, aquel zhentarim. Desapareció un maestro zhentarim en Cumbre… y curiosamente, después me enteré de que el grupo de Krönn interceptó una caravana zhentarim en Anaurokh cargada de titanio, mismo material del que estaba hecha aquella alabarda con simbología extraña que encontraron después. ¿Es casualidad? No lo creo. Sabéis que suelo atar cabos rápido.


Ayala posó su mano sobre la del sunita suavemente. Aquel gesto hizo que el hombre sintiera apoyo y fuerza. No es que sintiera que era su responsabilidad todo aquello, porque cierta y verdaderamente, no lo era. Pero había algo que Galen sabía a ciencia cierta, y era que había muchas cosas por las que merecía la pena luchar en el norte. Había criaturas que podían causar mucho mal, mucho caos, mucha muerte… Lo sabía, podía olerlo, notarlo y sentirlo en su fuero interno.

Galen sentía un tirón innecesariamente fuerte hacia lo correcto, pero lo correcto era personal para él, por lo que había tomado todo aquello como un móvil y lo relacionaba extrañamente con el mandato de la Dama de los Cabellos de Fuego. Sentía, después de todo, la responsabilidad de hacer que prevaleciera lo más bello en el norte, y eso implicaba muchas cosas aunque no estuviera dispuesto a explicarlas.

¿Qué pretendéis hacer entonces? Parece que falta información ahí, ¿qué haréis? —Preguntó Ayala.

Galen se volvió para observar el rostro pálido de la mujer.

Buscaré al zhentarim en Cumbre para reafirmar ciertas teorías. Puede que el mismo fuera capturado por el dragón negro y obligado a trabajar para él, en pos de pertrechar a sus tropas…

¿Con qué fin? —Preguntó ella.

Probablemente con el fin de asaltar Eternlund, tomar el Valle del Rauvín, o abrirse paso por el norte.

Ayala negó lentamente con la cabeza, preocupada.

Galen, llevad cuidado, por favor…

El sunita estrechó la mano de la mujer con fuerza, sonriendo, risueño como solía ser él.

No os preocupéis por mí.

Pero Ayala sabía que había mucho por lo que preocuparse. Se limitó a sonreírle de vuelta con un semblante de preocupación reflejado en su rostro.

Sune vela por sus siervos —contestó él con voz aterciopelada.

Alan.

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