Del viejo Brokk

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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ARMAGO

Del viejo Brokk

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Junto al Camino de la Bifurcación, una sinfonía de ronquidos perturba la noche. Alrededor de una hoguera, una piara enanos duerme tumbada en las posturas imposibles que sólo ingentes cantidades de cerveza pueden inspirar. Sus gargantas, secas por el humo de la pipa, exhalan un hedor propio de la axila de un troll… Dornidrin, hijo de Morinn, intenta inspirar, pero su garganta está atorada por una mucosa densa y por una parte de la barba que tragaba mientras dormía.

Cuando abrió los ojos, el martilleo demoledor que pitaba en su cabeza fue silenciado rápidamente por una inyección de adrenalina, y de lo más hondo de su ser brotó “¡¡NOS ESTÁN ROBANDO, A LAS ARMAS!!”

El compás cambia rápidamente conforme los enanos se desvelan, viendo a una avanzadilla de osgos robándoles los bueyes con que traían mercancías desde Adbar. Aturdidos, se levantan como pueden y haciéndose con troncos prendidos y unas cuantas cacerolas sucias, comienzan a perseguir a los osgos—que lejos de amilanarse, les reciben con una tanda de flechas y profiriendo unas humillantes carcajadas.

A pesar de que Brokk siempre lo negase, estaba tan ebrio (o más) que los otros tantos enanos de la caravana. Esa noche, le robaron sus únicas pertenencias de valor: la armadura y el hacha que hubiera heredado de su padre décadas atrás, hechos en las antiguas forjas de Adbar. Perderlas le supuso una mirada inevitable en el espejo de la vergüenza. Mientras deambulaba con rumbo a ninguna parte, la sensación de no haber conseguido nada en su vida le generó una inusitada sensación de angustia y de bochorno. Era, a fin de cuentas, poco más que un habitual de las tabernas.


Oriundo de Adbar, Brokk nunca fue un héroe. Su vida transcurría entre el mercado, donde vendía cosas de poco interés, y la taberna, donde sí ponía su único interés. Quizá por esta vida anodina, o quizá por sentir su corazón latir por la aventura, un día se sumó a aquella caravana con rumbo al puerto de Sundabar… donde Brokk nunca llegaría.

Tras una jornada errando, en que divagó entre sus pensamientos desde la incómoda atalaya de la edad, sus pasos le llevaron a Nevesmortas. Lejos de las grandes urbes de la Marca, esta pequeña villa le ofrecía el entorno tranquilo donde poder empezar otras experiencias. Hacer amistades fuera de los círculos enanos le ayudó a abrir nuevos caminos lejos de la fanfarronería y la taberna. Aun no siendo un cobarde, le habría sido impensable precipitarse ante los grandes peligros a los que el destino le empujó.

No se puede decir que conocer elfos y arcanos alumbrase en Brokk gran aprecio por ellos, pero sí que Brokk ha expendido sus otrora rígidos horizontes intelectuales. En cierto modo, su carácter alegre y despreocupado le abrió la puerta a ser afable con los distintos viajeros de Nevesmortas. Entre sus nuevos amigos podríamos citar a Gubi, Gala, Satori, Kronn, Lajato, Tellhar, Lothar, Finrod, ... Gracias a esta nutrida diversidad, partió con ellos a varias aventuras, como la captura de la Cocatriz, la búsqueda de un arco legendario, o dar con el rastro de la nueva amenaza sobre la Marca: el Clan de la Garra Oscura, hijos del Dragón.


No obstante, nada de esto ha influido en Brokk tanta aversión como la gran amenaza Drow—que presumiblemente sólo existe en su mente. Persiguiendo a unos osgos en el bosque, Brokk entró en una gruta donde se topó por un lich realizando prospecciones para una dama Drow. Incluso Brokk conoce de los quehaceres de los Drow en la superficie: hacer esclavos. Nevesmortas es una ciudad relativamente frágil, y probablemente sufra si los Drow lanzan un ataque nocturno. Brokk ha advertido de esto a los clérigos de Nevesmortas, quienes no parecen tener gran preocupación por el asunto. Entre otras razones, esto despertó en Brokk un sentido del honor con notas caballerescas: hay que defender a las gentes de Nevesmortas. Porque, ¿para qué iban a hacer los Drow prospecciones en la superficie cerca de la villa si no es para encontrar una brecha por la que brotar de la Infraoscuridad?

Brokk miró entonces hacia Márzhammer en busca de protección. No sólo entre los enanos es conocida la labor de Márzhammor, el Ojo Vigilante, y los enanos que le sirven velando por los viajeros, especialmente junto a las rutas caravaneras. Brokk visita a menudo la Abadía en el bosque junto a Nevesmortas, y siendo cierto que su falta de costumbre le hace extraño estar al servicio de un dios, es su empeño avanzar su fe para alcanzar el fervor y la inspiración necesarios para emprender la ruta de los enanos defensores. Sólo así estará preparado para para poder defender Nevesmortas cuando los Drows asaltan la villa bajo el manto de la noche.


Paralelamente, Brokk se ha obsesionado por la idea de crear un martillo digno de ser empuñado con honor. Nunca antes prestó gran atención al arte de la forja (está claro que prefería la comodidad de la taberna). Pero sí ha vivido entre grandes maestros forjadores, de los que espera, llegado el momento, recuperar conocimientos para el arte de la fabricación de martillos de guerra. ¿Pero volver a Adbar a aprender la forja? Brokk es conocido por ser un fanfarrón… ¿podrá retornar con la honra necesaria para ser aceptado en la Forja? Queda claro que ha de imbuirse en el arte del forjado suficientemente antes de siquiera postular por un puesto de aprendiz entre los grandes de Adbar… Pero Brokk está decido a luchar las lunas que le restan para no morir en el olvido.
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