Página 1 de 1

Dicha y desdicha de Elvandor In'Alion

Publicado: Jue Ene 11, 2007 12:47 am
por el_vakilla
Desde pequeño a Elvandor le fueron mal las cosas. Los In'Alion eran una familia de elfos del bosque muy respetada en Tethyr, aunque sus padres no vivían allí. Se mudaron a Bosque Brumoso al poco de nacer él cuando unos asesinatos en su ciudad natal incriminaron a su padre, Elvantos, primigénito y heredero de la casa In'Alion en Riatavin. Su padre el señor Elvaond sabía que él no sería capaz de hacer tal cosa pero las prubas eran concluyentes y Elvantos debía ser condenado a muerte. Elvaond, incapaz de matar a su propio hijo ni de faltar a su propia ley hizo que se fingiera una huida ayudada por bandidos que convirtió a Elvantos en un proscrito, aunque le salvó la vida. Así las vidas de Elvaond y Elvantos no volvieron a cruzarse nunca más. El crimen nunca fué aclarado por completo; pero al caer la casa In'Alion, Aërunmil, la casa rival, tomo el testigo de ésta muy rápidamente
55 años más tarde llegó a los oidos de la mujer de Elvantos, Miriêl que un señor de Tethyr se había cortado el cuello después de más de medio siglo de amargura. Esto Miriêl nunca se lo dijo a su marido, pues sabía firmemente que se trataba de su suegro. La huida fué larga y desastrosa: uno a uno fué cayendo la escolta que Elvaond les proporcionó, victimas de extrañas enfermedades y ataques de bandidos, orcos e incluso de muertos vivientes.
Después de 7 años vagando por Faerun, llegaron a un bosque en el que descubrieron un claro donde unos bandidos osgos habían asesinado a una familia de elfos que se habían asentado y fundado una posada en un camino que cruzaba el bosque. Decidieron relevar a la familia en la posada y hacer de aquel claro su hogar.
Elvantos era un buen guerrero y Miriêl habia llegado a ser duida antes de tener que huir de su lugar de origen. Esto hizo que la posada funcionase bien y que adquirieran una buena posicion en la sociedad de la zona, amén de que además Miriêl fundó una tienda al lado de la posada que poco a poco fué tomando renombre entre los siempre necesitados viajeros de aquel brumoso bosque.
Estos fueron los años más dichosos de Elvandor, que con las enseñanzas de sus padres no pudo ser otra cosa que explorador, en lo que parecía tener un talento innato. Aprendió bastante, hizo buenos amigos y disfrutó de lo que la vida le ofrecía; hasta que poco a poco todo se fué torciendo.

//Continuará...

Continuando

Publicado: Sab Feb 10, 2007 12:22 am
por el_vakilla
Uno de esos felices días fué en el que, con 60 años, jugando en el bosque sin compañía cayó en una trampa para tejones; no se dañó mucho pero no podía quitársela él solo. Pasó 3 horas gritando y esperando a que pasase alguien, hasta que por casualidad pasó por allí un joven enano llamado Urekdín. Éste, receloso del elfo, no le ayudó hasta que estuvo bien seguro de que solo era un elfo en apuros y adolescente como él. Ésto fué durante una conversación de 3 cuartos de hora en la que el enano apenas se acercó al elfo. Luego de esta conversación, Elvandor le dió las gracias y estuvo otros 3 cuartos de hora preguntándole a Urekdín sobre él como el enano hizo. Elvandor no comprendía porque existía esa animadversión entre elfos y enanos, porque el que acababa de conocer le parecía muy simpático e interesante.
Uriekdín le comentó que buscaba un conejo para la cena y que ya se retrasaba bastante. Entonces se ofreció a ayudarle para devolverle el favor y en menos de 20 minutos Elvandor le consiguió uno y además una perdiz de regalo. Antes de despedirse quedaron para ir a explorar una parte lejana del bosque al día siguiente.
Cuando los padres de Elvandor se enteraron que iba de exploración con un enano le prohibieron salir de la posada, mas se fugó por una ventana y los padres no se dieron cuenta de su escapada hasta pasadas 2 horas. Decidieron ir a explorar a un monte donde decían los viajeros que habian visto algunos trasgos; no fue a esos humanoides lo que encontraron.
Ya oscureciendo, vagaban por una cañada de vuelta a casa cuando vislumbraron de lejos una construcción ruinosa: una especie de capilla milenaria rodeada por una verja. De planta cuadrada y una pequeña torre, esta supuesta capilla de muy pocos detalles arquitectónicos estaba cubierta de musgo, hongos y un edor a carne putrefacta perceptible a 50 metros por un simple humano. Cuando llegaron a ella se dieron cuenta que era la capilla de un antiquísimo cementerio de unas 200 tumbas. Con la temeridad que da la edad que tenían se acercaron a la puerta de la capilla. Elvandor iba armado con un arco corto que su padre le había hecho hace unos meses por su cumpleaños y Urekdín manejaba un hacha de mano y una rodela finamente manufacturados por herreros de su raza. Con estas armas como defensa abrieron sigilosamente dicha puerta, que fuése abriendo poco a poco y quedaron petrificados al ver a dos zombies de espaldas royendo la cabeza de un desafortunado kobold en el centro de aquella capilla destechada y con el suelo cubierto de huesos. Con un gesto de cabeza y una cara de terror Urekdín dijo a su compañero que no quería formar parte de aquella cena y comenzaron a retroceder andando hacia atras. Entonces, Elvandor pisó topicamente una tibia y los muertos vivientes dejaron sus viandas con lógico enfado por su parte. Sabían que incluso Urekdín era más rápido que los zombies, así que sin echarles más cuentas se volvieron y comenzaron a correr. Pero no iban a tener tanta suerte, en la puerta de la verja les espareba el tercer zombie en discordia. Se miraron por un instante sabiendo que no había más alternativa que la lucha, cada uno tenía claro lo que había de hacer. El elfo comenzó a usar su arco con la rapidez que le dió la descarga de adrenalina que otorgaba aquella situación, aunque no con mucha puntería, el miedo parecía desviar sus flechas. Mientras, el enano corría enfurecido hacia su oponente dispuesto a vender caro su pellejo en el cuerpo a cuerpo.
La cuarta flecha de Elvandor fué la primera en acertar, clavándola en el torax en el momento en el que Urekdín descargaba su hacha contra la pierna derecha del no muerto. Éste lanzó su siniestra garra contra el adversario que tenía cerca siendo parado el golpe por la rodela que pertrechaba, no sin dejarla sin utilidad. Elvandor, ahora con miedo a darle a su amigo, apuntaba a la cabeza de su enemigo con nulo resultado. Los otros zombies estaban ya a escasos dos metros. El muerto viviente, con una sorprendente rapidez agarró la cabeza del enano con sus descarnadas y podridas manos y lanzó un bocado a su frente. Sin poder pensar en otra cosa, Urekdín lanzó un puñetazo al mentón del muerto terminando con su puño dentro de la boca de éste siendo mordido por él. El elfo, harto de desperdiciar flechas, paró un momento, cogió aire cerrando los ojos y cuando los abrió lo único que vió fué la garganta del zombie, a la que seguidamente disparó su penúltima flecha. En ese momento otro zombie se lanzaba contra él. Le pareció que la saeta tardaba meses en llegar pero al fin atravesó la garganta del zombie (que cayó hacia atrás soltando su bocado) rasgando el proyectil levemente la piel del antebrazo del enano. Con un arco sin munición y un brazo inutilizado comenzaron a correr colina abajo hacia la cañada.
La noche ya era dueña de la suerte de ambos. El brazo del enano no paraba de sangrar y para colmo, al llegar al camino les esperaban al menos una docena de zombies más 3 esqueletos armados con espadas largas. Veían claro su final pero morirían luchando. Elvandor lanzó la ultima flecha contra un esqueleto, acertándole en el hombro y haciendo que cayese hacia atrás; aunque seguía moviéndose, no había acabado con él. Se vovió a ver qué hacía el único al que le quedaba un arma útil y, para su desesperación, lo vió de rodillas, jadeando como el perdedor de una pelea de perros.
Dejó caer el arco y se arrodilló dándose por vencido esperando su triste final, cerrando los ojos para no ver lo que le esperaba.
Esperaba que fuese un gran dolor en la cabeza lo que sintiese al morir, pero no sentía nada. Tras unos instantes abrió los ojos algo desconcertado y vió de bruces tirados a los cuatro zombies que tenía más cerca con sendas flechas en sus craneos.
//Continuará