El Viejo Grahwolve
Os voy a contar la historia del Viejo Grahwolve. Ésta es una historia que me contó mi abuela cuando aún era un crío. Ella fue la chamán más anciana del Clan del Águila Plateada, de la Tribu del Grifo.
Dice la leyenda, que existía en Bosque Acecho un lobo viejo, más astuto que ningún otro. Lo habían llamado Grahwolve porque cuando cazadores, pastores y niños escuchaban sus aullidos, los cuales sonaban como el rugir de un león; aterrados, se encerraban en sus casas. Los que lo habían visto y habían sobrevivido a sus fauces, contaban que Grahwolve era un lobo viejo de pelaje blanco, tan grande como un buey.
Cada invierno, los pastores se preparaban para proteger a sus rebaños criando cuantos más perros mejor. Porque cada invierno, el Viejo Grahwolve hacía aparición. Y cuando salía de los bosques, acababa con todo aquel que se cruzase en su camino: animales salvajes, pastores, perros, e incluso con los guerreros más bravos. Por supuesto, para los asentamientos cercanos al bosque era un problema, pues los inviernos son duros, y perder el ganado significa perder la vida. Muchas habían sido las partidas de caza que habían salido en su busca, pero ninguna había vuelto. Cuenta la historia que cada vez que el Viejo Grahwolve devoraba a un cazador, devoraba también sus habilidades y sabiduría. Y así, el Viejo Grahwolve se había vuelto más astuto que ningún otro cazador. Evitando ser cazado y volviendo cada invierno a darse un festín con el ganado de las tribus y pueblos cercanos.
¿Sabéis cuánto vive un lobo? ¿No? Pues un lobo lo suficiente astuto puede llegar a vivir alrededor de ocho años. Pero... ¿y el Viejo Grahwolve? Nadie sabe con certeza cuántos años vivió el viejo Grahwolve. Pero cuenta la leyenda que continuó volviendo cada Hibernal por más de cien inviernos. Las gentes del lugar ya se habían acostumbrado a él y cada año encerraban su ganado en cuevas que escavaban en las colinas. Y dejaban fuera un pequeño rebaño con las mejores ovejas como ofrenda. Dicen las viejas que para entonces, el Viejo Grahwolve, que era tan grande como un Gran Salón; se había convertido en un dios. Y puede que así fuera.
Entonces, llegó a aquellas tierras un gran guerrero y cazador Uzhgardt que había escuchado las historias. Se llamaba Hornbaldr, del clan Piedranegra. Hornbaldr Piedranegra, como Úzhgar, no temía los retos. Así que tomó su lanza y su arco, y sin miedo se adentró en las profundidades de Bosque Acecho. Nadie sabe qué sucedió en aquel bosque mientras estuvo allí, pues Hornbaldr era un hombre de pocas palabras. Pero, durante siete días y siete noches, se escucharon los aterradores rugidos del Viejo Grahwolve. Todo animal, gigante y criatura del bosque se fue a otro lugar. Y la séptima noche, el bosque quedó en silencio.
Al amanecer, el poderoso Hornbaldr Piedranegra salió del bosque cubierto de sangre, cargando en su hombro un lobo blanco y viejo del tamaño de un buey. Y cuando llegó frente a los jefes de las aldeas cercanas, que se habían reunido para esperar los resultados de la lucha, lo arrojó a sus pies. Los jefes, impresionados, le ofrecieron grandes riquezas, mujeres y tierras para que permaneciera con ellos. Pero Hornbaldr Piedranegra no quiso nada de ello. Lo único que se llevó fue la piel del lobo, y con ella marchó para volver a su tribu, la Tribu del Grifo.
Dice la leyenda, que con esa piel, Hornbaldr Piedranegra hizo una armadura de pieles: la famosa Colmillo Centenario. La cual aún sigue en el clan Piedranegra y es una de sus regalías sagradas. Y que de ésta forma se convirtió en líder del clan, y thane de la tribu, nombrado por el mismísimo Králgar Quebrantahuesos, jefe de ésta. Cuenta la historia que gracias a tal hazaña él y la armadura recibieron la bendición del mismo Úzhgar y que ésta lo hizo invencible en batalla hasta el final de sus días.
Dice la leyenda, que existía en Bosque Acecho un lobo viejo, más astuto que ningún otro. Lo habían llamado Grahwolve porque cuando cazadores, pastores y niños escuchaban sus aullidos, los cuales sonaban como el rugir de un león; aterrados, se encerraban en sus casas. Los que lo habían visto y habían sobrevivido a sus fauces, contaban que Grahwolve era un lobo viejo de pelaje blanco, tan grande como un buey.
Cada invierno, los pastores se preparaban para proteger a sus rebaños criando cuantos más perros mejor. Porque cada invierno, el Viejo Grahwolve hacía aparición. Y cuando salía de los bosques, acababa con todo aquel que se cruzase en su camino: animales salvajes, pastores, perros, e incluso con los guerreros más bravos. Por supuesto, para los asentamientos cercanos al bosque era un problema, pues los inviernos son duros, y perder el ganado significa perder la vida. Muchas habían sido las partidas de caza que habían salido en su busca, pero ninguna había vuelto. Cuenta la historia que cada vez que el Viejo Grahwolve devoraba a un cazador, devoraba también sus habilidades y sabiduría. Y así, el Viejo Grahwolve se había vuelto más astuto que ningún otro cazador. Evitando ser cazado y volviendo cada invierno a darse un festín con el ganado de las tribus y pueblos cercanos.
¿Sabéis cuánto vive un lobo? ¿No? Pues un lobo lo suficiente astuto puede llegar a vivir alrededor de ocho años. Pero... ¿y el Viejo Grahwolve? Nadie sabe con certeza cuántos años vivió el viejo Grahwolve. Pero cuenta la leyenda que continuó volviendo cada Hibernal por más de cien inviernos. Las gentes del lugar ya se habían acostumbrado a él y cada año encerraban su ganado en cuevas que escavaban en las colinas. Y dejaban fuera un pequeño rebaño con las mejores ovejas como ofrenda. Dicen las viejas que para entonces, el Viejo Grahwolve, que era tan grande como un Gran Salón; se había convertido en un dios. Y puede que así fuera.
Entonces, llegó a aquellas tierras un gran guerrero y cazador Uzhgardt que había escuchado las historias. Se llamaba Hornbaldr, del clan Piedranegra. Hornbaldr Piedranegra, como Úzhgar, no temía los retos. Así que tomó su lanza y su arco, y sin miedo se adentró en las profundidades de Bosque Acecho. Nadie sabe qué sucedió en aquel bosque mientras estuvo allí, pues Hornbaldr era un hombre de pocas palabras. Pero, durante siete días y siete noches, se escucharon los aterradores rugidos del Viejo Grahwolve. Todo animal, gigante y criatura del bosque se fue a otro lugar. Y la séptima noche, el bosque quedó en silencio.
Al amanecer, el poderoso Hornbaldr Piedranegra salió del bosque cubierto de sangre, cargando en su hombro un lobo blanco y viejo del tamaño de un buey. Y cuando llegó frente a los jefes de las aldeas cercanas, que se habían reunido para esperar los resultados de la lucha, lo arrojó a sus pies. Los jefes, impresionados, le ofrecieron grandes riquezas, mujeres y tierras para que permaneciera con ellos. Pero Hornbaldr Piedranegra no quiso nada de ello. Lo único que se llevó fue la piel del lobo, y con ella marchó para volver a su tribu, la Tribu del Grifo.
Dice la leyenda, que con esa piel, Hornbaldr Piedranegra hizo una armadura de pieles: la famosa Colmillo Centenario. La cual aún sigue en el clan Piedranegra y es una de sus regalías sagradas. Y que de ésta forma se convirtió en líder del clan, y thane de la tribu, nombrado por el mismísimo Králgar Quebrantahuesos, jefe de ésta. Cuenta la historia que gracias a tal hazaña él y la armadura recibieron la bendición del mismo Úzhgar y que ésta lo hizo invencible en batalla hasta el final de sus días.
