La piedra del Pixie

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Malar
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La piedra del Pixie

Mensaje por Malar »

Forigirl escribió:
- ¿Cómo corres tanto? - Escuchó la voz repelente de la niña detrás suya

- Pues para empezar, tengo las piernas mas largas que las tuyas - respondió con desgana Juliette.

Había ido a Villanieve para hablar un poco con la gente de allí, pero estando la niña cerca tampoco podría preguntar todo lo que quería, así que se resignó y decidió esperar a tener una oportunidad mejor para hacerlo. Por suerte había quedado allí con Nelline así que entre las dos seguro que podrían darle esquinazo a la niña y podrían seguir con sus planes.


-Ho...hola...estabas....aquí.... -Ese era Zalcor dirigiendose a la niña

- (Venga ya...y este que hace ahora aquí) - suspiró resignada

El explorador venía acompañado por Novan, un aventurero con el cual tampoco es que hubiese intercambiado muchas palabras y que parecía algo parado y con pocas luces. Al poco rato un enano se les acercó curioso, ya que les había estado escuchando hablar y les dijo que tal vez podrían ayudarle con un asunto, no les dio mucha información pero si les entregó una carta con las indicaciones sobre quien necesitaba dicha ayuda.

- (Perfecto, dinero y además si consigo hacerlo bien el enano me verá con mejores ojos y podré sacarle más información relevante sobre Villanieve) - Miró complice a Nelline. Pocas palabras hacían falta entre ambas para entenderse en esa situación.

- SIIIII AVENTURAS!!! -gritaba la niña mientras iba dando vueltas alrededor de los aventureros. Se la veía inquieta, entusiasmada y animada con la situación.

Por suerte y sin saber cómo, Zalcor tenía consigo un mapa del lugar y pudo indicarles hacia dónde había que dirigirse.

Emprendieron su camino hacia Sutchard que era donde se encontraba la persona que necesitaba ayuda. La niña seguía con su infinita energía dando vueltas y correteando por todo el lugar hasta que terminó con la paciencia de la hechicera, y ésta le pegó un fuerte grito para que se estuviera quieta. La niña lejos de achantarse le recriminó que solo su madre podía hablarle de esa manera, como era previsible por otro lado.


- (Solo espero que la recompensa valga la pena, o eso o la niña no vuelve de una sola pieza.)

La noche había descendido sobre el grupo de aventureros mientras viajaban hacia el sur y no era seguro seguir el camino, y más sabiendo que ninguno de los presentes sabían hacia dónde se dirigían con exactitud, a excepción quizá del explorador, ni tampoco sabían qué o quién podían encontrarse por el camino, así que decidieron acampar y esperar a que amaneciera para continuar el camino.

- Haremos guardias para que nadie pueda asaltarnos mientras descansamos - Dijo Nelline - Empezaré yo.

- Como veáis, yo no pienso hacer guardia alguna, la haces tu por mi. - Sonrió Juliette mientras se metía en su tienda de campaña. - Y no quiero gritos, voy a intentar descansar - dijo mirando fijamente a la niña.

Finalmente se turnaron entre Nelline y Zalcor parar hacer dichas guardias mientras el resto descansaba.
Tras el descanso todos fueron saliendo de sus tiendas de campaña, todos menos la niña que seguía durmiendo a pierna suelta sin enterarse de nada. Inadvertidamente, eran observados por una pixie invisible.


- VENGA HORA DE PARTIR!! - empezó a zarandear Juliette la tienda donde se encontraba Helenca. - O te levantas o nos vamos sin ti -reía

Rauda y veloz la pequeña salió pidiendo que no la dejaran ahí y quejándose porque quería comer.

- No hay tiempo que perder, si quieres comer lo haces mientras andas - le recriminó Nelline.

El camino transcurrió sin muchas dificultades y como contaban con varios exploradores en el grupo tampoco tardaron mucho en llegar a su destino, era un asentamiento de gnomos, lleno de inventos e instrumentos raros por todos lados. Tenían que buscar una herrería, taller o similar, así que se dispersaron y empezaron a investigar por el lugar.

- (Así les pierdo un poco de vista, porque mi paciencia se está agotando ya...) - Juliette fue junto a Nelline y empezaron a preguntar a la gente del lugar hasta que finalmente les indicaron que debían dirigirse a la torre, a la habitación que estaba mas alta,y que a quien buscaban era a Graeln conocido como "Maestro Maravilloso".

La entrada a la torre estaba custodiada por dos guardias y tras enseñarle la carta que llevaban consigo, les dijeron que podían pasar, no sin antes limpiarse las botas. Muy amablemente les ofrecieron un artilugio que había fabricado el primo de uno de los guardias, aunque parecía que carecía de seguridad y eficacia y finalmente todos decidieron limpiarse las botas como bien pudieron, antes que arriesgarse a que una de sus piernas fuera limpiamente seccionada por la sierra que servía de superficie limpiadora.

Tras preguntar de nuevo un poco finalmente se abrieron paso hasta la habitación que les habían indicado, era una habitación repleta de inventos, libros volando, maquinarias extrañas... Y poco tardó la cría en perderse entre esos artilugios y dejar de molestar.

Al poco apareció el gnomo, saliendo de un portal mágico completamente empapado, aunque con una sonrisa en la cara.


- Venimos a ayudarte - le comunicó sin rodeos la hechicera enseñándole la carta.

- Vaya ¿sois profesionales? que veo que hasta lleváis con vosotros una niña.

Al principio ninguno de los aventureros sabía el por qué había dicho eso, pero a medida que fue contando la historia fueron entendiendo el motivo por el cual dijo lo de la niña. Todo tenía que ver con una ¿tribu?¿asentamiento? de Pixies de un bosque no demasiado lejos de allí.

Al parecer las Pixies habían conseguido en un pasado remoto una piedra de Ioun, la cual habían llevado al centro de su ¿poblado? como reliquia fascinadas por la magia que de ella emanaba; fruto del empleo masivo y sin control de su poder mágico empezaron a enfrentarse entre ellas para poder estar más y más cerca de la fuente de sus novedosas cualidades arcanas, hasta que finalmente partieron la piedra en dos y se dividieron en dos grupos. Eso no hizo mas que enfrentarlas más todavía y por culpa del vinculo que existía entre las dos mitades, si una Pixie de un bando moría, automáticamente moría una del otro bando, así que por culpa de ese enfrentamiento la colonia de Pixies se estaba viendo afectada y reducida en número, abocada a su desaparición en un corto espacio de tiempo.

El gnomo lo que quería era terminar con ese conflicto para que éstas a cambio le concedieran el poder estudiar y trabajar con el polvo que emanaba de ellas. Ese polvo se dice que es el que hace volar a estas criaturas, sin embargo no funciona para otras razas, lo cual es todo un misterio arcano. A cambio les ofreció a los aventureros una importante suma de dinero a cambio o el poder coger un artilugio de los que ahí tenía.

-Yo...eh...cuando...hacía la guardia....vi...una. -dijo Zalcor. - pe..pe..pero...no...pude comunicarme....con ella...miraba...el campamento...fijamente.

- Buscaremos por el bosque aquí cerca de Sutchard como ha indicado el gnomo, si no encontramos nada podemos ir de nuevo donde acampamos y a ver si ahí tenemos suerte. Aunque deberíamos buscar un sitio donde el agua fluya, a las pixies les suelen gustar esos sitios. - acabó por decir la hechicera mientras salían de la torre.

- Yo he visto antes mucha agua!!!! -dijo enérgicamente Helenca

- Pues miraremos ahí, a ver si hay suerte.

Cuando estaban cerca del lugar que había indicado la niña encontraron a tres aventureros que habían acampado allí.

- (Ya es mala suerte... tsk) -de nuevo su rostro cambió y Juliette puso su cara de pocos amigos.
Al parecer esos aventureros habían estado persiguiendo una pixie y segun explicaron fue volando hacia la catarata que tenían en frente y desapareció. Zalcor como bien pudo explicó a esos tres que el gnomo les había contratado y que estaban buscando a las pixies para arreglar la piedra.


- (Si es que esta gente no sabe estarse callada... no ven que ahora pedirán ellos parte de su recompensa, idiotas) - suspiraba mientras miraba al fondo de la catarata malhumorada

- Bueno, yo no pienso compartir mi parte de la recompensa con ninguno de vosotros, si decidís venir es porque quereis y estais muy aburridos, pero repito no pienso compartir nada con vosotros -terminó por decir la hechicera a los presentes.

No pareció que nadie le hiciese mucho caso y seguían con sus conversaciones triviales, dejando a un lado el motivo por el cual estaban allí.

- Y si ha sido una ilusión mágica por la cual ha cruzado la Pixi tan rápidamente por ahí? - se acercó lo suficiente como para ver que ahí había una urdimbre mágica.

- ¿Estas segura? - preguntó Nelline

La hechicera le asintió lentamente y sin pensarselo dos veces Nelline se acercó desapareciendo así del lugar tras lo cual la hechicera hizo lo mismo. De repente estaban en un bosque el cual estaba repleto de esferas brillantes y que emanaba una paz y tranquilidad a los exploradores algo inquietante y placentera a la vez. Se adentraron en el bosque buscando alguna Pixie o indicio de que estuvieran ahí pero sin resultado.

-Sssshht, tú, ven aquí - Juliette le hizo un gesto a la niña para que se le acercara y se agachó poniendose a su altura y susurrándole al oido. - Mira haz una cosa, tu ahora adéntrate en el bosque sola y sin miedo, si lo haces bien, una de esas haditas se hará amiguita tuya y podrás jugar con ella. - la hechicera sabía la debilidad que tenían estas criaturas con los niños de cualquier raza y tal vez así, si veían a la niña sola e indefensa se acercarían curiosas y también si algo le ocurría a la niña, tampoco pasaría nada, una molestia menos.

Como el resto de aventureros estaban absortos en sus conversaciones y discusiones no se dieron cuenta de que la niña se había ido hasta que al poco rato un pequeño grupo de Pixies empezó a aparecer y acercarse hacia la niña. Probablemente siempre estuvieron allí, invisibles, pues se materializaban en el aire, como de la nada.

La niña estaba encantada de verse rodeada de esas mágicas criaturas y empezó a entablar conversación con ellas junto a Zalcor, que enseguida que vió que la niña estaba sola corrió raudo y veloz a su lado. Juliette no quiso intervenir mucho pues la última vez que había tenido relación con una Pixie la historia no había acabado muy bien y sabía que si intervenía la cosa podría terminar mal y quedarse sin la ansiada recompensa. Se apoyó en un árbol y observaba desde la lejanía lo que ocurría hasta que de repente ante sus narices apareció un unicornio, el cual parecía ser el guardián del bosque del que les había hablado el gnomo anteriormente, un Unicornio Celestial concretamente. La hechicera fijó la vista en él mientras el resto observaban curiosos a la criatura. Gracias a sus conocimientos mágicos y el vinculo arcano que yacía en su interior consiguió comunicarse mediante pensamientos con el guardián y explicarle el motivo por el cual estaban ahí.

- El explorador de Mielikki, bajo cuya protección se encuentra este bosque, puede ir a la cueva a por una de las mitades, pero él solo pues las Pixies no le harán nada y no tiene de qué preocuparse - le comunicó el unicornio a la hechicera y así lo hizo saber al resto de aventureros.

- Bien, Zalcor - se dirigió hacia el explorador - Irás tu solo a la cueva, no te preocupes las Pixies no te harán nada. Ve, coges el fragmento que queremos y vuelves. El resto - volteó hacia los demás - nos quedaremos aquí, no admito ninguna réplica, se hará así pues así lo pide el guardián.

Aunque algunos se resignaron al principio ante tal petición finalmente decidieron ceder y Zalcor desapareció en el bosque junto al guardián. Estuvieron esperando un buen rato hasta que la niña fue corriendo hacia ellos gritando

- ANTIDOTO!! VENENO!!! ZALCOR!!!!! AYUDADLE!!!!!!

Juliette se levantó perezosa mientras algunos corrían raudos a ver que era lo que ocurría. En cuanto la hechicera estuvo cerca del explorador le preguntó:

- Y bien, tienes el fragmento? - poco le importaba su estado de salud o lo que le hubiese ocurrido ahí dentro mientras hubiese hecho su parte del trabajo.

Zalcor asintió con dificultad y Juliette no pudo mas que sonreír.

- Bueno, entonces morirás sabiendo que has sido un héroe - rió ante la atónita mirada del resto que hacían todo lo imposible por saber que era lo que le pasaba al mestizo. Parecía que le habían envenenado y tras varios intentos en vano del resto de intentar hacer nada por Zalcor y viendo cómo estaba aconteciendo la cosa Juliette le indicó al explorador que agarrara el cuerno del guardián y que eso le ayudaría a mejorar y disipar lo que fuera que tuviera inyectado en el cuerpo. Ella sabía del poder que tenía ese unicornio y que el cuerno de su cabeza tenía el poder de disipar ese tipo de venenos y ponzoñas y aunque el explorador no era un gran amigo suyo, tal vez pudiera necesitarle en un futuro y por ese motivo decidió ayudarle. El explorador se recuperó casi al instante tras eso y ante la estupefacción del resto de presentes. Ahora les faltaba la otra parte de la piedra para poder llevársela al gnomo.

-Mira esa seta de ahí, con la ayuda de un explorador podréis llegar rápido al lugar donde se encuentra el otro fragmento - le dijo el guardián a Juliette.

Ésta se acercó a Nelline y le dijo que fuera a mirar al lugar indicado por el unicornio pues no se fiaba del resto de acompañantes, y así lo hizo la exploradora. Nelline cogió unas raices que había cerca de esa seta y las puso sobre ésta quedando en trance, lo que ocurrió a continuación fue algo que no había visto ni sentido con anterioridad y algo que ni siquiera sería capaz de explicar, pero en cuanto se acercaron a la exploradora y casi en lo que dura un parpadeo estaban en otro bosque totalmente distinto, con un ambiente enrarecido, una niebla densa y una sensación en el cuerpo muy dispar a la que sentían en el bosque original.

Se adentraron con mas cautela y de repente un pequeño grupo de Pixies, con colas de polvo mágico de color anaranjado, empezó a atacarles sin más a lo cual los aventureros respondieron de la misma manera. Una de las Pixies lanzó un conjuro a Nelline dejándola totalmente fuera de sí y empezó a perseguir como una loca a la niña, agitando las espadas sin medida intentando herirla. Al rato pareció irse el efecto del hechizo y empezó a recibir una fuerte reprimenda por parte del resto del grupo por intentar matar a la pequeña sin entender que no había sido su propia voluntad el hacerlo. Juliette se acercó a Nelline susurrándole:

- Lástima que no hubiese imbuido tus armas en llamas, porque la hubieses matado así.... - sonrió. Fueron abriéndose camino entre serpientes, sapos y pequeñas oleadas de Pixies furiosas y fuera de sí.

- ¿Sabéis que cada pixie que matéis aquí morirá una en el otro bosque no? - rió Juliette, aunque parecía que no le hacían mucho caso y continuaban blandiendo sus armas sin miramientos.

Finalmente llegaron frente a una gran torre donde parecía que estaba el fragmento que buscaban. De repente un gran número de pixies empezó a atacarles y confundirles haciendo que se pegaran unos con otros así que la hechicera no lo dudó ni un instante y conjuró una invisibilidad sobre sí misma alejándose del grupo para no salir lastimada. Gracias a la gran destreza de Nelline con las armas pudieron acabar con la horda de pixies que dejaron gravemente heridos a Zalcor y Helenca.

Exhaustos tras la batalla se miraron unos a otros y al ver los cuerpos agonizantes en el suelo trataron de sanar sus heridas con todo lo que tenían a mano mientras Juliette se acercaba tranquilamente a Nelline y le susurró:

- Ve a por ese fragmento - luego volteó hacia el resto - No os esforcéis, no se puede hacer nada por ellos, al menos han dado su vida por salvar a las Pixies -rió. Aunque de nuevo no le hicieron caso y siguieron por todos los medios intentando conseguir que al menos pudieran mantenerse en pie hasta poder llegar a un templo para poder terminar de sanar las graves heridas de sus cuerpos.

- Tsk...idiotas - musitó la hechicera.

Nelline no aparecía con el segundo fragmento y la hechicera se internó tras ella en la torre, encontrándola vacía. Después de rebuscar un rato se decidió a salir y dar aviso al resto del grupo, dirigiéndose al arco de entrada. Tras cruzarlo llegó sin embargo de improviso de nuevo al bosque donde encontraron las primeras Pixies, viendo como un gran número de cuerpos de éstas yacían en el suelo sin vida. Poco a poco el resto de aventureros repitió la operación, apareciendo por la puerta de esa torre, que era la misma a la que entraron, pero situada ahora en otra parte del bosque por arte de magia al parecer.

- Lo avisé... que sepáis que habéis sido vosotros quienes las han matado - recriminó con una sonrisa de oreja a oreja la hechicera. El guardián Unicornio parecía darle la razón mentalmente.

Helenca empezó a sollozar y gritar sin entender el por qué había pasado esto y recriminando al unicornio que no las hubiese protegido.

- Eres una asesina de pixies - le decía Juliette mientras reía. - Ahora vamos a entregar los fragmentos al gnomo, poco más podemos hacer aquí. Al menos al resto las salvaremos y tendremos la recompensa prometida.

Estaba el ánimo muy caldeado y alterado tras lo acontecido y hasta salir del bosque no intercambiaron muchas palabras entre ellos, unos maldiciéndose por lo ocurrido, otros pensando en la recompensa. Pero cuando salieron ahí les esperaba el gnomo. En cuanto le dieron ambos fragmentos cumplió con su palabra y les pagó lo prometido y al final, gracias a que algunos de ellos rechazaron recibir el pago en oro, eligiendo un objeto mágico, Juliette se llevó más de lo esperado.

El Maestro Maravilloso les desveló sus averiguaciones al respeto; al parecer no había dos tipos de Pixies, eran las mismas, desdobladas. La piedra se partió por un mal uso de su magia, arrastrando la esencia de las criaturas del bosque pues se encontraban íntimamente unidas a ella después de largos años de relación y uso de su magia arcana. Al repararse la piedra, todo podría volver a la normalidad. Con un buen puñado de Pixies muertas por cierto, las cuales el Gnomo atribuyó a un "desgraciado accidente mágico", estando al parecer el guardián de acuerdo con esta valoración y contento por evitar la extinción de esta diminuta comunidad voladora.

- (He podido matar pixies y encima me pagan por ello, mejor no podría haber salido la cosa) - se fue junto a Nelline sin despedirse del grupo y contando sus monedas por el camino.
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La Bestia (parda)
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