Mynnalaushee y la música ilusionista
Publicado: Vie Sep 14, 2018 1:55 am
El día de mi Devenir al fin tocó a mi puerta. Ya no más será el calor de aquel hogar mientras mi padre lee en silencio y mi madre escribe en la esquina más oscura de la habitación. Ya no más serán tardes en el muelle, esperando a que mi hermano llegue en barco con tesoros de aquel mundo afuera de este muro - pues aquel mítico mundo... Es mío ya, para morarlo a como guste.
Los Antiguos ven mi marcha hacia el portón con un aire de preocupación en su mirada, mi padre llora en el umbral de nuestra casa y mi hermano observa desde los tejados, con aquella expresión que nunca pude comprender. En mi morral cargo su daga y en mis manos, mi cítara. Éste es mi Devenir.
Ahora... Creo prudente que si yo fuese a morir, o a perderme lejos de mi hogar - sin algún día regresar - al menos haya dejado en estas páginas lo que es este momento del que hablo: el Devenir es un ritual ancestral de mi ciudad materna y secreta. Es un deber de todos nosotros cuando llegamos a la edad en la que el tiempo comienza a "congelarse", cuando dejamos de crecer como niños y humanos y los años nos comienzan a pasar por alto: como a las montañas o los árboles...
Como elfos propiamente.
En nuestro Devenir pedimos monedas puerta a puerta y cada vecino nos otorga una cantidad equivalente a nuestro valor hasta el momento - cabe mencionar que este oro es precioso, mi lector, pues en mi hogar no lo utilizamos: el oro es una comodidad rara con la cual hacemos trueque con gente extraña en nuestros muelles y nada más.
Una vez hemos juntado nuestro fondo, utilizamos este oro para emprender un largo viaje en el cual buscamos aprender lo que es vivir por nuestra cuenta, lejos de la fundación de nuestros padres, de nuestras tradiciones, lejos de nuestros muros y el soporte de nuestra comunidad... Lejos de del camino empedrado hacia la calle del Cedro y la librería de Ishtarniima, lejos de los juegos de esconderse y buscar al malo en la plaza de Corellon y las tardes solitarias en la academia Melira: de música y de trucos... Mientras la lluvia acariciaba las ventanas.
Mi sabia abuela tenía un decir, "busca hacer lo que realmente amas - algo en lo que realmente brilles, pero asegúrate que tu pasión sea útil para alguien más."
Y yo... Yo he crecido en un rincón de risa y de luz, querido lector - la oscuridad y el peligro siempre me ocultos por aquellos elfos que han crecido antes de mi. El mundo que conozco no necesita una cantante soñadora, pero tal vez ésta Marca Argéntea de la que he leído...
La tormenta llegó al alba bajo los cielos grises del mar de mil Espadas. La brisa susurraba una melodía de violencia mientras la lluvia caía en dagas sobre mis hombros, como una multitud de cristales rotos - afilados, hostiles... Y mucho más bellos que aquellas brisas monocromáticas de verano que eran todo lo que yo solía conocer.
El vórtice se abrió ante la proa, los relámpagos formaron una multitud de aristas violetas, blancas y azules, las nubes en el zenit eran negras e imposibles...
"Conmigo ahora, bucaneros!" Gritó el humano más cercano al mástil y la tripulación rugió con él, desafiando a la tormenta. Las olas se llevaron a este hombre y lo arrastraron a las profundidades - aquellas aguas tan oscuras de las cuales yo sé bien que aquel humano no podrá escapar jamás:
El Profundo toma a quien Él quiere, pero perdona a quienes tienen aguas por cruzar, y yo tengo un mar de vida por delante...
Por mi Estrella, desperté. La caravana que me lleva casi llega a la frontera de mi nuevo hogar - Luruar, la tierra de mi Devenir y de un millar de historias que estas mismas manos habrán de escribir.
Yo soy Mynnalaushee Aethervoz, querido lector,
¡Que el camino nos lleve hasta donde vaya y más allá!
Los Antiguos ven mi marcha hacia el portón con un aire de preocupación en su mirada, mi padre llora en el umbral de nuestra casa y mi hermano observa desde los tejados, con aquella expresión que nunca pude comprender. En mi morral cargo su daga y en mis manos, mi cítara. Éste es mi Devenir.
Ahora... Creo prudente que si yo fuese a morir, o a perderme lejos de mi hogar - sin algún día regresar - al menos haya dejado en estas páginas lo que es este momento del que hablo: el Devenir es un ritual ancestral de mi ciudad materna y secreta. Es un deber de todos nosotros cuando llegamos a la edad en la que el tiempo comienza a "congelarse", cuando dejamos de crecer como niños y humanos y los años nos comienzan a pasar por alto: como a las montañas o los árboles...
Como elfos propiamente.
En nuestro Devenir pedimos monedas puerta a puerta y cada vecino nos otorga una cantidad equivalente a nuestro valor hasta el momento - cabe mencionar que este oro es precioso, mi lector, pues en mi hogar no lo utilizamos: el oro es una comodidad rara con la cual hacemos trueque con gente extraña en nuestros muelles y nada más.
Una vez hemos juntado nuestro fondo, utilizamos este oro para emprender un largo viaje en el cual buscamos aprender lo que es vivir por nuestra cuenta, lejos de la fundación de nuestros padres, de nuestras tradiciones, lejos de nuestros muros y el soporte de nuestra comunidad... Lejos de del camino empedrado hacia la calle del Cedro y la librería de Ishtarniima, lejos de los juegos de esconderse y buscar al malo en la plaza de Corellon y las tardes solitarias en la academia Melira: de música y de trucos... Mientras la lluvia acariciaba las ventanas.
Mi sabia abuela tenía un decir, "busca hacer lo que realmente amas - algo en lo que realmente brilles, pero asegúrate que tu pasión sea útil para alguien más."
Y yo... Yo he crecido en un rincón de risa y de luz, querido lector - la oscuridad y el peligro siempre me ocultos por aquellos elfos que han crecido antes de mi. El mundo que conozco no necesita una cantante soñadora, pero tal vez ésta Marca Argéntea de la que he leído...
La tormenta llegó al alba bajo los cielos grises del mar de mil Espadas. La brisa susurraba una melodía de violencia mientras la lluvia caía en dagas sobre mis hombros, como una multitud de cristales rotos - afilados, hostiles... Y mucho más bellos que aquellas brisas monocromáticas de verano que eran todo lo que yo solía conocer.
El vórtice se abrió ante la proa, los relámpagos formaron una multitud de aristas violetas, blancas y azules, las nubes en el zenit eran negras e imposibles...
"Conmigo ahora, bucaneros!" Gritó el humano más cercano al mástil y la tripulación rugió con él, desafiando a la tormenta. Las olas se llevaron a este hombre y lo arrastraron a las profundidades - aquellas aguas tan oscuras de las cuales yo sé bien que aquel humano no podrá escapar jamás:
El Profundo toma a quien Él quiere, pero perdona a quienes tienen aguas por cruzar, y yo tengo un mar de vida por delante...
Por mi Estrella, desperté. La caravana que me lleva casi llega a la frontera de mi nuevo hogar - Luruar, la tierra de mi Devenir y de un millar de historias que estas mismas manos habrán de escribir.
Yo soy Mynnalaushee Aethervoz, querido lector,
¡Que el camino nos lleve hasta donde vaya y más allá!