Los relatos de Mynnalaushee, la jilguera azulada

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Sophie Romanziere

Los relatos de Mynnalaushee, la jilguera azulada

Mensaje por Sophie Romanziere »

*Estos relatos son entregados en montones mayúsculo de cuartillas de pulpa reciclada, envueltas en papel de estraza y atadas con hilo lazo que esperan a Lucian el Bardo a su puerta, con una tarjetilla atorada que llevaba siempre un dibujo de un pajarín azulado y la palabra 'tarea' escrita en mano de aquellas que ya sólo tenían las bibliotecarias de la vieja guardia o los notarios nuevecitos de escuelas bien que no habían tenido el 'privilegio' de llenar un-mil actas aún. Todo iba en tinta azul y con semejante alevosía de las artes caligráficas.

Y pues, que los escritos decían así:*
Última edición por Sophie Romanziere el Mar Sep 25, 2018 6:10 am, editado 1 vez en total.
Sophie Romanziere

Primera entrega: El Comienzo De Una Senda

Mensaje por Sophie Romanziere »

Eran ángeles - ángeles azules, inmaculados y estoicos, posados cual soldados de madera a espacios precisos y en posturas perfectas...
Todos menos la hermana y el hermano, que cruzaban ya entre las bancas de camino hacia el altar, donde les esperaba el destino.

Entre la audiencia, el silencio. Al frente, la comandante Iruss Oira, el capitán Yandar Filastro y el recientemente nombrado capitán Sir Gavin Stern, quien con su sonrisa surrealista y sus ojos que rinden al cielo, da un paso al frente y se dirije a este par de novicios cuyo valor se había probado ya... Pero no como se irá a probar en un futuro, a la hora de la hora cuando por los juramentos que han de tomar este día lo tendrán que arriesgar todo para salvaguardar a Nievesmuertas, y a todos nosotros que en ella vivimos.

Sobre el libro del Código, dos manos. En el aire de partículas doradas que bailaban en el aire, dos alientos de voz.

"Lo juro."

Por aquella ventana de vitrales catedráticos que recorría la pared, la luz de un nuevo día se asomaba cada vez más reluciente hasta que la habitación quedó bañada de energía divina. El Leal Torm les había escuchado... Y ya no habría marcha atrás. Sea cual sea el destino que buscaban al haber venido desde Amn, a los hermanos Montero les había encontrado este - que cuando de épicas se trata, es éste el que elije a sus campeones y no lo inverso.

"Mi honor es mi vida," una voz solemne y elegante entonó. La comandante Iruss Oira les miraba con una expresión indescriptible.
"¡Mi honor es mi vida!" Se le respondió de alguna esquina de la habitación, por los labios de algún soldado de madera que adornaba un rincón previamente inmóvil. Sir Gavin desenvainó su espada - Juramento Leal - y la alzó alto. Un rayo de radiancia etérea se fragmentó en su filo y formó una estrella de luz que por un momento ahogó todas las sombras del mundo.
"¡Mi honor es mi vida!" Las voces se sumaron una a una hasta que formaron un coro de intención y honor de cuento de hadas que erizaba la piel. La habitación, por un segundo inmortal en la memoria de esta humilde pluma, se inundó en un resplandor divino.

Los aplausos comenzaron, y un bardo cronista de la Orden de Magos - junto con su aprendiz - alzó sus notas. Fue ahí, enfundados ya de gloria y en sus nuevas armaduras que les sumaban a aquella pintura de aspecto impresionista donde los caballeros eran ángeles estoicos, que los nuevos escuderos de la Orden de Caballeros se miraron...

Y una humilde narradora nunca había visto emoción como aquella lágrima singular que el escudero Alley Montero soltó en el momento. Nunca una sonrisa tan llena de promesa como la de Annie, su hermana.
Los dos fueron otorgados con regalos de iniciación - para ella, una espada reluciente y el viejo escudo pavisa del capitán Stern, con el cual había servido cuando él también era escudero. Y para su hermano, un kukri antiguo pero bien cuidado, envuelto en intrigas pasadas que sólo el tiempo habría de revelar.

La tarde que siguió fue de copas llenas de cristal y vino rojo como sangre. De canciones y alegría... Que pronto se les habría de quebrantar en las manos y mudarse a la memoria, cuando el sonido oscuro de un cuerno de alarma se alzó, arrebatando a los presentes de aquel mundo efímero de sonrisas y devolviendoles al presente... Donde había ahora un juramento que cumplir.
Última edición por Sophie Romanziere el Mar Sep 25, 2018 6:16 am, editado 1 vez en total.
Sophie Romanziere

Segunda entrega: El Segundo Asedio De Medianoche

Mensaje por Sophie Romanziere »

Moría ya en los cielos sobre Nevesmortas un atardecer de fuego y de vino, como si la luz de Lathander estuviese siendo seducida por embrujes de Sharess, cuando se escuchó el primer aullido, congelando la noche en su largo y terrible eco. Por las calles, las voces de aventureros y de la guardia local advertían al poblado que hasta el amanecer todos sellasen sus casas... Pues la noche venía fría e indiferente y olía a violencia y belladona.

Antorchas, barricadas y cañones - la guardia montaba ya su primera y última línea de defensa mientras los aventureros preparaban sus conjuros y alzaban sus voces con fuego en las venas. La curandera y clériga local conocida como La Salvadora clamó que la luz de Selûne iluminaría la noche y derrotaría a aquellas sombras que se movían y gruñían en la oscuridad distante del bosque, el escudero Alley Montero de la Orden de Lanzagélida clamó en el nombre de Tempus, que en la batalla por venir los aventureros encontrarían la victoria y resguardarían a la aldea a toda costa... Y tras un épico discurso del rompecorazones local Denoreth, un grito de guerra ya famoso en la comunidad desde aquella ceremonia de juramento de escuderos de la Lanza Gélida la semana pasada, se escuchó en la voz del renombrado bardo Lucian de la Orden de Magos, justo antes de que los cañones cantaran su letal letanía y los licántropos cargasen desde la oscuridad:

"¡Mi honor es mi lira!"

La danza de la muerte se bailó al son de balas de cañón silbando en el aire y en el tempo de explosiones cercanas. La tierra volaba al impacto de esta bélica pirotecnia y besaba la piel mientras el acero de los aventureros y las garras de los licántropos se encontraban bajo la luna. Los heridos abundaban, y la noche se derramó cual sangre hasta el amanecer, en un waltz de emboscadas, contraataques y retiradas...
Hasta que el silencio se hizo.

El licántropo líder salió de las sombras, solo, y en su forma humanesca que se movía con confianza predatoria.
Su voz baja y ronca, como gruñido seductor, retó a que el líder de los aventureros saliera a encararle. El bardo y maestro arcano Lucian salió a su encuentro.
Las palabras de ambos se perdían en el silencio ensordecedor de una madrugada podrida, que olía a pólvora y a muerte, y no fue hasta que el bardo regresó, perseguido por la última ola de asalto, que la advertencia del licántropo llego a oídos de los defensores de Nevesmortas...

Que al caer la segunda luna desde esa noche, si el poblado de Nevesmortas no le devolvía su presa el licántropo alfa regresaría - ésta vez, con un ejército para arrasar con el poblado, y acabar con todo por lo que juntos hemos luchado.
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