Lagrimas de Luna "Quest general de Tymora"

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Tymora
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Lagrimas de Luna "Quest general de Tymora"

Mensaje por Tymora »

LAGRIMAS DE LUNA
No recuerdo mucho de esa batalla… por más que intento recordarla… algunas lagunas apedrean mi alma… Muchas lunas pasaron desde entonces, y yo ahora estaba aquí solo… a la luz de una hoguera con una niña, fue la única manera que encontré para poder escapar. Ella estaba fuera del campamento con el resto de la familia. Decidí llevarla conmigo, así me aseguraba de que no me dispararían flechas mientras huya. Ella estaba muerta de miedo, había sido mordida, ya pronto comenzaría el ritual de transformación.

Mientras estábamos descansado en el oscuro bosque, ella me había contado parte de la historia, de cómo ella lo había vivido, y así pude darme una idea de lo que había ocurrido…


Todo transcurría en silencio, la noche comenzaba con una brisa placentera, las mujeres de la aldea esperaban pacientes el regreso de sus guerreros, los cuales habían partido a tierras extranjeras guiados por las tropas Argeenteas para dar fin a las guerras Orcas.

Al norte de la aldea se alzaba una de las tiendas mayores, la cual era habitada por el líder la tribu. Una anciana ayudaba a su hija a amamantar a su retoño, mientras conversaban recordando las gloriosas victorias de sus antepasados bárbaros.
En la parte trasera de la tienda, y tan solo separada por una fina tela verde, reposaba sobre su saco el líder de la tribu. Había permanecido en la aldea, enviando a uno de sus mejores guerreros en su nombre. Aún se reponía de una vieja herida, y el sacerdote le aconsejó esperar y quedarse junto a su esposa.

Hacía dos noches habían recibido una extraña visita. Algunos hombres encapuchados se acercaron a la tienda del líder. Vestían ropas oscuras, con largas capas de fina seda, su tez se tomaba a un tono blanquecino, y su mirada parecía vacía. Estos pidieron
hablar solo con él, y para esto, dijeron a la mujer que venían en busca ayuda. Ella les dejó pasar, y les guió hasta el aposento. Su marido era un hombre muy conocido entre los bosques del norte, por eso no era extraño ver que la gente fuera a pedirle ayuda o
consejo. Esa misma noche, el líder mandó acomodar a los viajeros, aprovisionarlos en la mejor tienda de la aldea y pidió también no fueran molestados.

Habían pasado largas horas hablando, pero no se había escuchado ni una voz más alta que la otra. Los extraños hablaban casi en susurros y por alguna extraña razón el líder también lo hacia. Extraño digo porque a él siempre se le conoció por poseer un gran vozarrón y poca delicadeza.

Pero el viento comenzó a silbar como nunca antes lo habían oído, los árboles bailaban al son y el tintineo de las hojas de la primavera se hizo presente en las tiendas. Aún así las mujeres seguían en silencio, tan solo apagaron sus hogueras para que el viento no extendiera el fuego por el bosque. Pertenecían a los bosques, eran tan salvajes como él y conocían todos sus secretos. No obstante estaban preparadas para la tormenta que en los próximos días caería sobre sus cabezas.

Las horas se hacían eternas, el viento no cesaba y la oscuridad penetraba en sus almas. Los niños se aferraban a las manos de sus madres, y ellas alzaban sus oraciones a los Dioses y pedían protección y salvación para el campamento.

Un relinche se escuchó en la lejanía, y al cabo de un rato este se hizo más cercano. No era uno, sino medio centenar de caballos que montados por los hombres se aproximaban al campamento. Una voz firme y serena, trajo la calma a las mujeres anunciando el regreso de los combatientes.

Y con la llegada de los hombres, días siguientes se organizó una gran fiesta. Tras tratar sus heridas, escuchar sus historias y brindar por la victoria, el líder los reunió a todos para una cena. Todo el mundo asistió, hasta los hombres extraños que días antes habían aparecido en nuestra aldea. Yo no escuché lo que el líder les contaba a los hombres, pero esa noche cuando mi padre regresó a la tienda, mi madre muy curiosa le preguntó. Mi padre le confesó su preocupación, en torno al líder, diciéndole que cuando había partido y había dejado al batallón a su cargo, el sabía que su estado de salud era malo, pero no tanto como para ver que el líder carecía de fuerza, que ya ni sus ojos desprendían vida, y que su voz estaba apagada y marchita.

Mi padre contó a mi madre que se había dado la voz de alarma. que la aldea estaba en peligro y que cuando menos lo esperáramos una gran amenaza acecharía nuestra aldea. Debíamos estar preparados.

En los próximos días se aprovisionó a las gentes, con suficiente comida y bebida. Los niños y las mujeres fueron separados del resto de la aldea, dejándoles a las afueras en grupos de diez familias. Recuerdo con tristeza aquel día. El día que mi padre y mi madre se abrazaron por última vez, vi llorar a mi madre y sentir su cuerpo sobre el mío, protegiéndome, dándome su aliento, y despidiéndose de mí entre llantos y besos.

Después de eso, son vagos los recuerdos que tengo. Unas grandes zarpas, me cogían por el cuello y me alzaban varios palmos del suelo. Unos ojos brillantes penetraban
en los míos cegándome y unos colmillos afilados y ensangrentados se aproximaban a mi.. Al rato caí desplomada al suelo y sentí como era arrastrada.

Se que caminaron varios días como también sé que el trato que recibí por su parte, no era grato. Apenas me alimentaban o me daban agua para saciar mi sed, y cuando la noche caía su paso se aceleraba. Recorríamos los bosques como si fuéramos caballos desbocados, sus pasos eran ágiles, acelerados, salteaban obstáculos como el que salta a la pata coja. Yo trataba de ver algo del paisaje que recorríamos, pero a aquella velocidad me era imposible. Al alba aquellos seres, se cobijaban en cuevas o en alguna posada desviada del camino.

Pasé un año entero sin mediar palabra. Ya conocía bien a lo que me rodeaba, les entendía e incluso les estudiaba intentando seguir sus pasos. No se porque su forma de vivir me llamó la atención, hasta tal punto de querer ser como ellos. No sentía rencor hacía ellos, por haber matado a mis padres y despojarme de lo que más había querido. Tan solo desea ser como ellos, vivir y correr como lo hacían ellos, cazar sin piedad y atrapar a su mayor enemigo. Seguramente aquellos colmillos sobre mi cuerpo, aquella sensación extraña al ver ponerse a la luna, al escuchar sus agudos aullidos, o al celebrar una victoria cuando algún estúpido vampiro caía en una de sus emboscadas... Todo aquello me hacía sentirme viva.



Yo me había quedado estupefacto al escuchar la historia contada de esa manera a través de los ojos de una niña. Era así como nos veía, era así como nos sentía…

Ahora todo cobraba sentido, aquellos malditos vampiros habían tomado la voluntad del señor de esas tierras… los humanos siempre tan débiles… pagaran por todo eso.
Pero hoy no era el día, primero teníamos que descansar y pensar que íbamos a hacer
Largos años han pasado desde que Mainandie dió sus primeros pasos como licántropo. Actuó siempre a las órdenes de lesk pues fue él quien la mordió y le dió la oportunidad de formar parte de su manada. Pero a ella no le gustaba estar a las órdenes de nadie, quería volar libre y ser dueña de su propia manada.
Las discusiones entre ambos cada vez eran más rutinarias e insoportables. Los dos con distintas opiniones sobre como liderar una manada. Como era predecible, una guerra interna estalló y ambos decidieron separarse.
La fijación de la bárbara era destruir todo aquello que había amado una vez y luego le habían arrebatado. Si bien es cierto que nunca quiso ser lo que es ahora, sus pasos y acciones le habían llevado incluso a ser más poderosa y negarse a volver a ser solamente una humana.


Proximamente capitlo II "La historia de Liara"

//Agradecería que postearais en este hilo vuestra historia sobre vivido en la quest. Gracias y un saludo.

Tym
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TanisHAnderson
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Re: Lagrimas de Luna "Quest general de Tymora"

Mensaje por TanisHAnderson »

El Puzzle se resuelve

Licantropos.
Manadas enfrentadas.

En las ultimas dekhanas era lo que más oía rumorear por el villorrio de Nevesmortas.
Centenares abatidos.
Eso decían.

Había pasado las últimas noches centrado en dar con pistas de que movimientos se producían.
Arañazos, restos de caza, antiguos rastros…

Mientras se rascaba la descuidada barba escuchando a los aventureros locales, había ido uniendo pieza a pieza lo que parecía un amplio puzzle.

Hubiese sido más simple, si la fortuna le hubiese sonreído en encontrar algunos rastros frescos que seguir de ambas manadas. Las respuestas habrían fluido ante su preguntas, al igual que la sangre.

Pero tarde o temprano, todo llega.
Las piezas que tenía encajaban pobremente en los laterales del puzzle mental.
Solo tenía que pasar lo justo para unirlas, encontrar el punto en que comprendiese lo que sucedía.

Un viaje en busca de restos recientes de una manada acechando Fuerte Nuevo.
Un grupo de aventureros dispuestos a encontrar a una joven.
Una información de la supuesta líder de la manada que le faltaba.
La ahijada de Frost. La pieza perfecta que daba claridad al puzzle. Una pieza tan obvia que se le había escapado por completo planteársela.

La manada había estado allí, eran huellas y rastros recientes. Muy recientes.
Acechaban a la joven que buscaban los aventureros. Clérigos, Azulones,…

El Cronista le ofrecía el oro. La información en este caso valía más que eso
- Quién se supone que es la cria?
- La hermana de Kiara.

La hermana de … ¿Main?

Tamborileó con los dedos en las empuñaduras de los machetes sin perder el rastro de los movimientos en la espesura del bosque.
Sabia como actuaba Lesk… esperaría a la caída de la noche, cuando el atardecer comenzase a rozar el horizonte.

Esperaba que al menos, con los años, no hubiese cambiado en sus formas de actuar.

Los aventureros continuaban con la charla con la chica. Sêlune, redención, cura, juicio, ajusticiamiento…
Palabrería. Meras palabras que no marcaban una presa, ni un desafío digno.
La manada que les acechaba podía ser digna, sin embargo, en esta noche, sus objetivos eran más personales.

Conocía a la bárbara desde hacía mucho. Se respetaban lo suficiente como para tratarse cordialmente.

Lo escuchó.
Los aullidos.
El quebrar de ramas y troncos.
Ahí venían.
El grupo se adelantó haciendo un frente contra la manada que se abalanzaba.
Capturar o matar. Seguramente ese era su objetivo.

Un chasquido de la mandíbula acompañado por un par de pasos atrás, hicieron que las sombras engulleran al Cazador.

Distraídos por delante, completamente centrados en una ardua batalla al inicio de la noche.
La fuerte musculatura del Cazador cogió a la joven por detrás.
Las rápidas zancadas y el conocer el terreno, hicieron que para cuando los aullidos y ruidos de combate sonasen, él y la joven hubiesen puesto una amplía distancia hacia un lugar tranquilo.
Un lugar de paso.
Un lugar para dar el siguiente paso.
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Re: Lagrimas de Luna "Quest general de Tymora"

Mensaje por Tymora »

A pesar de que eran muy diferentes tenían un vínculo muy especial entre ellas, a veces se odiaban pero luego no podían vivir la una sin la otra, eran un apoyo demasiado grande la una para la otra y sobretodo Kiara se preocupaba mucho de su hermana pequeña, la cuidaba y protegía siempre de todo aunque eso le acarreara problemas.
La pequeña miraba por todos lados del problema esperando que su hermana llegara, pues eran muchas las veces que esta escapaba y Liara la cubría, pero esta vez se estaba demorando mucho y empezaba a preoparse ¿Le habría ocurrido algo? ¿Tenía que avisar a su padre para que fuesen en su búsqueda? De cada vez estaba mas inquieta y nerviosa sin saber que hacer. De repente un grupo de aventureros llegó a la ciudad y traian consigo a Kiara. -Menos mal- murmuraba y suspiraba la pequeña al ver que su hermana estaba bien.
Su padre se adentró a su tienda junto a Clarisa, sin duda era la más grande y mas ostentosa de todas, estuvieron ahí hablando un buen rato mientras las dos crías ajenas a todo estaban junto al resto de la tribu y los rescatadores de Kiara comiendo y bailando sin parar. La celebración se alargó mucho pues pasaron toda la noche y casi el resto del día siguiente con el jolgorio y sin saber lo que estaba a punto de ocurrir.
No sabría decir exáctamente cómo pasó pero lo siguiente que veían sus ojos era gente corriendo, gritando, sangre por todos lados.... Empezó a correr mientras sus ojos se inundaban de lágrimas pues no sabía que estaba ocurriendo y había perdido de vista a toda su familia. De repente alguien la agarró de la mano tirando de ella y le decía:
- Vamos niña tenemos que irnos - era Clarisa no había duda, su voz era inconfundible.
¿Pero cómo podía irse de ahí sin más? ¿Y sus padres? ¿Y su hermana?
- No te preocupes por ellos, estarán bien y se reunirán con nosotras seguro. - dijo la anciana.
Cuando estaban ya casi saliendo de la aldea una de esas bestias iba a abalanzarse contra ellas, pero ahí estaba Kiara como siempre cuidando de su hermana y sacando su furia y fuerza y sin dudarlo ni un momento fue directa hacia él desviando su atención y permitiendo que las otras dos pudieran seguir huyendo del lugar. Y esa sería la última vez que vería a su hermana con vida.

Fueron hacia Argluna y durante las primeras semanas tenían la esperanza de que la gente de la aldea acudiera y volvieran a por ellas, pero eso nunca ocurrió. Además empezaron a llegar los rumores de que la aldea había sido arrasada y que no había habido ningún superviviente. Así que no les quedó otra que aposentarse ahí y continuar con su vida.
Ya estaba asentada en Argluna y gracias a Clarisa había podido aprender y leer infinidad de libros, realmente le gustaba esa ciudad y estaba muy a gusto ahí, ya se sentía como una más. Pero un día mientras hacía uno de sus habituales paseos por la ciudad un hombre con un peculiar tatuaje de lobo en el brazo se le acercó y le dijo que tenía información sobre su hermana, que si quería volver a verla debía dirigirse a las afueras de Fuerte Nuevo y que el la acompañaría, estaría varios días por Argluna y que cuando estuviera preparada le fuese a buscar a la posada.

Al principio dudó un poco pero al cabo de unos días decidió ir a ver si lo que le había dicho ese hombre era verdad o no, además desde ese día había sido incapaz de conciliar el sueño pensando en que podrían decirle o no. Avisó a Clarisa de que estaría unos días fueras y que se iría a Sundabar, le puso la excusa de que quería visitar la Biblioteca de la ciudad y fue directa a la posada a buscar a ese hombre que efectivamente ahí estaba.
El corazón se le iba a salir por la boca, estaba nerviosa, ansiosa. La travesía en barco se le hizo eterna, pero al fin estaba ya en Sundabar y dispuesta de víveres para hacer el camino hacia Fuerte Nuevo. El hombre que le acompañaba se le veía fornido y ducho en batalla así que el camino fue relativamente fácil, además de que sorprendentemente en las afueras de Sundabar había dos caballos esperándoles para poder llegar con mas presteza.
Una pequeña parte de ella esperaba incluso que ahí donde se dirigían se encontrase su hermana pero cuando llegaron vio que no fue así. Su lider le invitó a pasar a su tienda y empezó a contarle que su hermana se había convertido en uno de esos seres que tanto odiaba. También le contó todo lo que había hecho y en quien se había convertido, en un principio se negaba a creerselo pero a medida que le contó lo de la pata de oso que tenía en la nuca, una marca de nacimiento que solo Kiara y ella tenían así que no le quedó otra que ir asimilando lo que estaba pasando y que le estaba contando la verdad.
Quedaron en verse otra vez en el mismo lugar al cabo de una semana y que entonces sería cuando le contaría el plan que tenía pensado y que necesitaría contar con su ayuda, pues sabía que Liara era su debilidad.
Su mundo se acababa de desmoronar, su rostro se tornó serio y lejos de ponerse a llorar, sus ojos reflejaron un profundo odio. ¿Cómo había podido acabar así? ¿Que se le había pasado por la mente para terminar convirtiendose en una de esas repugnantes criaturas? En su vuelta a Argluna pocas fueron las palabras que intercambió con la pobre anciana que le había recibido con una amplia sonrisa y preguntándole sobre los libros que había podido encontrar o no en Sundabar, pero Liara no tenía ganas de hablar no quería saber nada de nada ni nadie.
Los viajes a Sundabar fueron de cada vez más constantes pues debían urdir un plan que no tuviera fisuras y debía salir todo perfecto, porque además solo tendrían una oportunidad para atraerla hasta su hermana, ya que seguro que no caería dos veces en la misma trampa.
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Rugnus
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Re: Lagrimas de Luna "Quest general de Tymora"

Mensaje por Rugnus »

Era una noche como muchas otras para el enano, aunque ignoraba lo que realmente le atravesaría aquella noche. Saliendo de Sundabar se encontró con un grupo que marcharía a buscar una mujer que parecía de extrema importancia para la resolución de un problema con licántropos. Era algo que él apenas podía llegar a comprender antes de haber atravesado las vivencias que acontecerían aquella noche y las historias que llegaron a sus oídos.

El viaje comenzó con una embarcación que los llevó a una ciudad que el enano no había planeado nunca visitar tan tempranamente... Argluna; allí fue donde comenzó la investigación. El enano no podía dejar de pensar que no comprendía los motivos principales que se encontraban detrás de las intenciones del resto, aunque no tenía forma, al menos sabía que lo que estaban haciendo sería de provecho y posiblemente pudieran darse a salvar al menos a unos cuantos.

Después de algunas preguntas, para sorpresa del mago, alguien parecía haberles comenzado a dar la información que buscaban… y sin mucha demora estuvieron dentro de la casa de una anciana que decía haber cuidado a dos niñas; una de ellas la que buscaban y otra la que parecía haberse vuelto una licántropo con deseos de ver sangrar hasta los árboles de la villa de Nevesmortas.

La mente del enano trabajaba mientras escuchaba la historia que contaba la anciana… era una historia triste, que claramente podría haber dado lugar a muchos bardos a que contarán leyendas y cuentos para los niños. Sin embargo para él guardaba otro significado… les estaban dando información importante para deducir cómo acabar con aquel problema derramando la menor cantidad de sangre posible.

La información fue agradecida y luego de escuchar toda la historia el grupo entero marchó, el enano en especial con un gusto agrio en la boca al no haber descubierto demasiado y no haber podido encontrar a la hermana buena; pero al menos podían saber ahora dónde encontrarla con suerte.
Unos días después se dio la oportunidad de viajar junto con un grupo, compuesto principalmente por aquellos que lo habían acompañado en la primera vez… ¿O él les había acompañado considerando que sólo era de ayuda de forma pasiva en toda la historia?

En Fuerte Nuevo se encontraron con la chica, así como también muchos licántropos que los atacaron… pero lo que era relevante de aquél encuentro eran las palabras que se hablaron con la chica. Ella no creía que su hermana tuviera una forma de regresar a la normalidad. No podía evitar empatizar un tanto con ella ya que en su propio clan él había sido visto como quien no tenía forma de ser “llevado” al camino de sus ancestros peleando con un hacha.

Aún y así, él no podía coincidir con la mentalidad que estaba presentando la chica… pero no era su lugar ni su mayor habilidad el dialogar con la chica como lo estaba haciendo por ejemplo Lucian. Sólo dijo un par de palabras para comunicarle lo que pensaba a la chica.
Él creía que esto debía resolverse y que se resolvería de una forma u otra… claramente agradecería que ella los ayudara, pero sólo para evitar la muerte de alguien.
Una última vez, con el grupo, se encontró para enfrentarse a quien deseaba traer muerte a la licántropo nada más…. un hombre llamado Lesk al que conoció a través de estas historias como una basura pero también como una suerte de parte interesada más en la que había estado sucediendo. Al final todo era una lucha entre licántropos por ver quién era el líder de donde... no podía elegir un bando y no podía brindar conclusión a nada. Sólo dudas se formaban en su mente.

//Mejor tarde que nunca xD//
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