Daa, una mediana de Khult

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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c4nel4
Tigre Terrible
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Daa, una mediana de Khult

Mensaje por c4nel4 »

La tormenta arreciaba con fuerza, y el carcelero un gordo sudoroso y con sedas sureñas, con una cara más parecida a la de un orco que a la de un humano apuraba en la bodega del barco los últimos tragos de un vino rojo y avinagrado.
La tribu permacecía junta arropada en una esquina de la celda, los hombres a vabor, mujeres y niños a estribor, Daa afinaba el oído pero apenas podía percibir nada con el vaivén del barco, mientras que los piratas se afanaban en cubierta por mantener la embarcación a flote correteando peligrosamente por las mojadas tablas de madera.

El gordo borracho se acercó a las celdas de los pequeños medianos de Khult, cubiertos con pieles, y tatuajes, soportaban ya varias dekhanas de viaje en barco, de vez en cuando piratas, mercaderes calishitas y demás escoria viajaban a la isla para cazar o engañar a algunas de las tribus y luego venderlas como esclavos en la metrópolis sureña, eran duros y eran resistentes, se pagaban bien.

Una porra no más grande que el brazo de la mediana golpeaba rítimicamente los barrotes de la celda opuesta a la de la hembra, la falta de sueño y algunas pequeñas torturas más eran el pan de cada día en el encierro, Daa se acercó a los barrotes a gruñir al seboso humano para que dejara de molestar y se fijara en ella; -¡DAAA GRRRR!

El humano fijó su rostro y con un rápido movimiento mucho más de lo esperado para alguien de ese tamaño golpeó los dedos de la mediana que sujetaban los barrotes, de la celda, pero Daa no sentía dolor, solo rabia, solo furia, no había nacido para estar encerrada y mucho menos para ser una esclava.


- Jajaja, ¿qué haces pequeña salvaje, gruñes como un perro rabioso?
- Daaaaaaaaa, ¡Grrrr!, la mediana se había retirado un par de pasos hacía atrás.
- ¿Esperas que me asuste?, reía el rechoncho humano mientras agachaba su cabeza para ponerla a la altura de la mediana.

Había cometido un error, nunca se había acercado tanto a la celda, y este era el momento que Daa llevaba esperando tanto tiempo, saltó al instante con la agilidad de un gato agarrando por la pechera ahora a su altura a la bola de sebo del carcelero, desbocada, con las venas hinchadas y roja como la sangre fresca comenzó a gritar fuertemente apoyando los pies en los barrotes casi como un simio, empujando y estirando al carcelero contra los barrotes una y otra vez, empotrando su cabeza con fuerza contra el metal mientras él trataba de golpearla con la maza, el resto de mujeres ayudo a la joven mediana a sujetarlo pero la furia se apoderaba de la mediana y cuando consiguió volver en sí la cabeza del carcelero era poco más que una pulpa sanguinolenta en el suelo de la bodega, convertida en cárcel.

Las más ancianas ya andaban arrastrando el cadáver hacía los barrotes, y rebuscando entre el cinto, tratando de encontrar esa extraña pieza de metal que conseguiría abirles la puerta a la libertad, tras los intantes de euforia y libertad, los medianos rebuscaron cualquier cosa que pudieran utilizar como arma para defenderse, o para matar a sus captores, fue cuando Daa cogió por primera vez una espada de metal, grande, más pesada y ancha que una espada larga, sintió como el arma se adaptaba a ella al momento, ella era fuerte, era una guerrera, era Daa.

Los piratas apenas pudieron reaccionar cuando la avalancha mediana se les vino encima, la tormenta comenzaba a amainar, pero espadas, dagas, y la pequeña maza de madera del carcelero en manos de una tribu isleña acabaron con la vida de mucha tripulación aunque no sin que algunos de los pequeños guerreros cayera.

Cuando el sonido de la batalla cesó Daa pudo ir claramente pasos acelerados en el camarote grande de cubierta, de una patada la puerta doble se abrió resonando con fuerza en su interior, donde un hombrecillo con buenos ropajes y de tez oscura se agachaba en uno de los rincones tratando de esconderse.

-¡No me hagáis daño! alzaba las manos sobre su cara mirando con la cabeza de lado a los medianos de la tribu.
- DAAA ¡GRRR!
- ¡No no no! ¡Estamos en medio del mar me necesitáis!

Una de las ancianas, la que mejor hablaba en común se acercó al capitán y tras una breve charla comentó al grupo que le había perdonado la vida a cambio de que los llevara de vuelta a casa.

Los días pasaron, los medianos ayudaban a manejar el barco como podían y el capitán, un calishita menudo y de tez morena llamado Mabd guíaba el barco bajo la atenta vigilancia de los medianos, que apenas podían entender lo que les rodeaba.

Al cabo de la siguiente dekhana los medianos vieron tierra, y los corazones de los pequeños se alegraron, pero no todo es lo que parece y tras las maniobras de acercamiento a tierra los medianos observaron a su alrededor como varios barcos llenos de hombres armados se aproximaban al barco, los habían engañado, y el rumbo era el de siempre, los había llevado al continente, al norte de tezhyr.

- ¡JAJAJA! ¡Seréis míos, y gracias a vosotros no tengo que pagar ni una moneda a esta estúpida tripulación!, gritó enloquecido el capitán justo antes de arrojarse al agua.

La pequeña gran batalla sobre la cubierta fue larga y sangrienta, los medianos trataban de proteger a los jóvenes, mientras trataban de parar a los piratas que abordaban el barco con botes por todas partes, Daa solo podía gritar y pelear imbuída por una furia guerrera de la cual el mismísimo Tempus estaría orgulloso, cuando todo terminó y casi al límite de sus fuerzas, agotada y medio moribunda se desmayó, oscuridad. Silencio.
Imagen
Krönn Forjardiente, enano escudo
Lucian Siannodel, elfo lunar
Kalen, elfo solar
Daa, da
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