Julen
Publicado: Jue Nov 29, 2018 1:28 pm
El mismo día que cumplió los 18 años le dejaron salir de ese apestoso orfanato en el que se había criado desde que tiene memoria. Según le dijeron, su madre murió durante el parto. De su padre, ni rastro.
Ahí estaba Julen, sólo ante el mundo, sin oficio, ni nadie conocido para echarle una mano, sólo con su viejo y desgastado laúd, uno de los pocas cosas útiles que aprendió en su antigua vida. Casualidad o destino, eran las fiestas de Luskan, que era dónde estaba el orfanato, y había una pequeña feria y circo montados, así que sin nada que perder, fue a buscar el responsable, gracias a su sonrisa y habilidades con el instrumento no le costó convencerle de que le contratara, al menos de prueba al principio, y solamente por comida.
Ahí fue cuando empezaron las pesadillas. Siempre al rededor de un mismo tema.
Despierta. Busca tu verdadero destino.
Despierta, Julen.
¡DESPIERTA!
Aunque su vida como feriante le gustaba, sentía un vacío en el pecho que ni la música ni el viajar le podían llenar. No sabía qué le faltaba, qué llenaría ese hueco que le hacia sentir tan diferente. Pero sabía que no podía quedarse en el circo si quería descubrirlo, no puedes hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Y así fue como dejo de ser un feriante, a ser un aventurero. Se despidió de sus amigos e inició una nueva vida.
No recordaba cómo había llegado a esa cueva, pero ahí estaba, se deslizó por las sombras movido por su curiosidad, y ahí lo vio, pero él le vio antes, un enorme dragón rojo le miraba fijamente a unos 50 metros, tomó airé y escupió su aliento de llamas. DESPIERTA.
Otra vez a las puertas del mundo, solo, sin nadie, y con una misión, aunque no sabía cuál. Sabia lo suficiente para defenderse de asaltantes, el circo hace que sepas manejarte con cuchillos, sabía muchas nuevas canciones con su laúd, y había aprendido a utilizar otros instrumentos, así que con eso, podría o bien ganarse unas limosnas para vivir, o poder tocar en alguna posada a cambio de cobijo y comida. Le embargó la emoción de las aventuras que estaban por venir, buscando llenar ese vacío, comprender esos sueños que se repetían.
Busca tu verdadero destino, no eres un bufón, eres un dragón.
Estando un día buscando algo que hacer por uno de los caminos, dio con una cueva excavada en la montaña, la cueva le sonaba de sus sueños, no era una cueva excesivamente grande, pero podía caminar de pie sin tener que agacharse, oscura como el abismo, lejos de tener miedo, un hormigueo en su interior le animaba a entrar. Haciendo caso omiso a su raciocinio, entró despacio, paso a paso, el hormigueo iba creciendo conforme recorría el túnel, una hora después llegó a una caverna enorme, tan grande como el castillo más imponente que hubiese podido ver en su vida. Cuando avanzo unos pocos metros más, lo vio, un enorme dragón,pero esta vez era de color dorado, respirando pesadamente con los ojos cerrados, en un profundo letargo desde saben los dioses cuando.
Se acerco al majestuoso reptil con una mezcla de miedo y excitación, el cosquilleo parecía que lo iba a dejar inconsciente, localizándose en el pecho. Dio un paso más, hasta llegar a menos de un metro de la cabeza, y estiró su brazo, cuando lo tocó, el ojo del dragón se abrió de sopetón, y en ese mismo instante sintió un estallido en el pecho y perdiendo el conocimiento.
Cuando recobró el conocimiento no había ni rastro del dragón, sólo un hombre a su lado, leyendo un libro mientras Julen estaba tumbado encima de un camastro.
-¿Quién eres? ¿Qué ha pasado?- Preguntó confuso Julen.
-Bueno, soy el mismo de antes, sólo que con una forma menos... abrumadora.- La voz le resultaba familiar, no recordaba de dónde, pero la había oído antes.
-¿El de antes? ¿Quién? ¿El dragón? ¿Tú? ¿Cómo es posible?.
-Demasiadas preguntas... Soy Eleinokonozr.
-Sí claro, y yo soy un dromedario.
-Ignoraré ese comentario, no has llegado aquí por azar, el destino te obligaba a llegar hasta a mí, y por eso te envié mensajes, en tus sueños. - De ahí era la voz, de sus sueños.
-En serio, ¿qué?.
-Verás, hace más de 100 generaciones, uno de tus antepasados yació con un dragón, en forma humana, claro, como sabrás, los dragones podemos adoptar cualquier forma. Tú has heredado parte de ese legado, y hay en tu interior una pizca de sangre dracónica, te he hecho llamar, porque quiero encomendarte una misión. Los seguidores de Bahamut, tenemos la misión de luchar contra los adoradores de Tiamat, la diosa de los dragones cromáticos, que busca erradicar a todos los dioses de Faerun para dominarla ella.
-Como parte de tu ascendencia es dracónica, es tu misión, tu deber, desarrollar tus "cualidades" y unirte a nosotros en esta guerra sin fin.
La conversación se prolongó durante horas, y concluyó con una invitación de Eleinokonozr para que Julen se quedará aprendiendo a desarrolar sus habilidades. Una oferta que no pudo rechazar, parecía que había llenado ese vacío que tanto tiempo le invadía.
Después de 6 meses en esa cueva, Julen salió de allí controlando de forma limitada su magia interior, había perfeccionado sus habilidades en combate hasta un punto más que aceptable, y había encontrado su destino en el mundo de una forma que jamás nadie habría imaginado. El agujero en su pecho era la magia deseando salir, era su alma de dragón esperando aflorar.
Así anduvo por Faerûn, tratando de seguir el camino que le habían marcado, el que él creía que debía seguir, y así empezó a viajar sin un rumbo fijo, buscando de ayudar al continente, buscando la manera de desarrollarse plenamente, y buscando la forma de ser quién era.
Tras un par de años, ha llegado a una pequeña ciudad llamada Nevesmortas, dónde parece ser que se han avistado más de un dragón, ¿qué mejor sitio que éste para poder seguir la nueva senda que se abre a sus pies?.
Ahí estaba Julen, sólo ante el mundo, sin oficio, ni nadie conocido para echarle una mano, sólo con su viejo y desgastado laúd, uno de los pocas cosas útiles que aprendió en su antigua vida. Casualidad o destino, eran las fiestas de Luskan, que era dónde estaba el orfanato, y había una pequeña feria y circo montados, así que sin nada que perder, fue a buscar el responsable, gracias a su sonrisa y habilidades con el instrumento no le costó convencerle de que le contratara, al menos de prueba al principio, y solamente por comida.
Ahí fue cuando empezaron las pesadillas. Siempre al rededor de un mismo tema.
Despierta. Busca tu verdadero destino.
Despierta, Julen.
¡DESPIERTA!
Aunque su vida como feriante le gustaba, sentía un vacío en el pecho que ni la música ni el viajar le podían llenar. No sabía qué le faltaba, qué llenaría ese hueco que le hacia sentir tan diferente. Pero sabía que no podía quedarse en el circo si quería descubrirlo, no puedes hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Y así fue como dejo de ser un feriante, a ser un aventurero. Se despidió de sus amigos e inició una nueva vida.
No recordaba cómo había llegado a esa cueva, pero ahí estaba, se deslizó por las sombras movido por su curiosidad, y ahí lo vio, pero él le vio antes, un enorme dragón rojo le miraba fijamente a unos 50 metros, tomó airé y escupió su aliento de llamas. DESPIERTA.
Otra vez a las puertas del mundo, solo, sin nadie, y con una misión, aunque no sabía cuál. Sabia lo suficiente para defenderse de asaltantes, el circo hace que sepas manejarte con cuchillos, sabía muchas nuevas canciones con su laúd, y había aprendido a utilizar otros instrumentos, así que con eso, podría o bien ganarse unas limosnas para vivir, o poder tocar en alguna posada a cambio de cobijo y comida. Le embargó la emoción de las aventuras que estaban por venir, buscando llenar ese vacío, comprender esos sueños que se repetían.
Busca tu verdadero destino, no eres un bufón, eres un dragón.
Estando un día buscando algo que hacer por uno de los caminos, dio con una cueva excavada en la montaña, la cueva le sonaba de sus sueños, no era una cueva excesivamente grande, pero podía caminar de pie sin tener que agacharse, oscura como el abismo, lejos de tener miedo, un hormigueo en su interior le animaba a entrar. Haciendo caso omiso a su raciocinio, entró despacio, paso a paso, el hormigueo iba creciendo conforme recorría el túnel, una hora después llegó a una caverna enorme, tan grande como el castillo más imponente que hubiese podido ver en su vida. Cuando avanzo unos pocos metros más, lo vio, un enorme dragón,pero esta vez era de color dorado, respirando pesadamente con los ojos cerrados, en un profundo letargo desde saben los dioses cuando.
Se acerco al majestuoso reptil con una mezcla de miedo y excitación, el cosquilleo parecía que lo iba a dejar inconsciente, localizándose en el pecho. Dio un paso más, hasta llegar a menos de un metro de la cabeza, y estiró su brazo, cuando lo tocó, el ojo del dragón se abrió de sopetón, y en ese mismo instante sintió un estallido en el pecho y perdiendo el conocimiento.
Cuando recobró el conocimiento no había ni rastro del dragón, sólo un hombre a su lado, leyendo un libro mientras Julen estaba tumbado encima de un camastro.
-¿Quién eres? ¿Qué ha pasado?- Preguntó confuso Julen.
-Bueno, soy el mismo de antes, sólo que con una forma menos... abrumadora.- La voz le resultaba familiar, no recordaba de dónde, pero la había oído antes.
-¿El de antes? ¿Quién? ¿El dragón? ¿Tú? ¿Cómo es posible?.
-Demasiadas preguntas... Soy Eleinokonozr.
-Sí claro, y yo soy un dromedario.
-Ignoraré ese comentario, no has llegado aquí por azar, el destino te obligaba a llegar hasta a mí, y por eso te envié mensajes, en tus sueños. - De ahí era la voz, de sus sueños.
-En serio, ¿qué?.
-Verás, hace más de 100 generaciones, uno de tus antepasados yació con un dragón, en forma humana, claro, como sabrás, los dragones podemos adoptar cualquier forma. Tú has heredado parte de ese legado, y hay en tu interior una pizca de sangre dracónica, te he hecho llamar, porque quiero encomendarte una misión. Los seguidores de Bahamut, tenemos la misión de luchar contra los adoradores de Tiamat, la diosa de los dragones cromáticos, que busca erradicar a todos los dioses de Faerun para dominarla ella.
-Como parte de tu ascendencia es dracónica, es tu misión, tu deber, desarrollar tus "cualidades" y unirte a nosotros en esta guerra sin fin.
La conversación se prolongó durante horas, y concluyó con una invitación de Eleinokonozr para que Julen se quedará aprendiendo a desarrolar sus habilidades. Una oferta que no pudo rechazar, parecía que había llenado ese vacío que tanto tiempo le invadía.
Después de 6 meses en esa cueva, Julen salió de allí controlando de forma limitada su magia interior, había perfeccionado sus habilidades en combate hasta un punto más que aceptable, y había encontrado su destino en el mundo de una forma que jamás nadie habría imaginado. El agujero en su pecho era la magia deseando salir, era su alma de dragón esperando aflorar.
Así anduvo por Faerûn, tratando de seguir el camino que le habían marcado, el que él creía que debía seguir, y así empezó a viajar sin un rumbo fijo, buscando de ayudar al continente, buscando la manera de desarrollarse plenamente, y buscando la forma de ser quién era.
Tras un par de años, ha llegado a una pequeña ciudad llamada Nevesmortas, dónde parece ser que se han avistado más de un dragón, ¿qué mejor sitio que éste para poder seguir la nueva senda que se abre a sus pies?.