Crónicas sueltas.
Publicado: Mar Ene 22, 2019 3:16 pm
Nota del escriba: Como en el foro no se puede tachar, las palabras que deberían ir tachadas estarán entre dobles guiones: --ejemplo--
Crónica 1.
La Saga del tabaco.
Por Kurwen con la colaboración de Daan
Estando en la taberna un puñado de cuestionables individuos y Gregor, fumando tabaco rancio y bebiendo cerveza barata, Rosa la mesonera los contrató para investigar por qué el proveedor de Sutchard, que le suministraba tabaco, chocolate y zumos a La Rosa y el Martillo, no estaba cumpliendo las entregas, argumentando que en ausencia de zumos los magos de Nevesmortas no tardarían en ponerse histéricos con, presumiblemente, terribles consecuencias.
Daan llevó la negociación muy diligentemente mientras el resto del grupo, integrado por Drappi, Danowl, Esel, Mongor el clérigo de Hanseath y el propio Gregor, observaban y no perdían el compás de sus pipas y jarras, menos éste último que tuvo un ataque de hipo.
Con una recompensa acordada y ansias de mejor tabaco (o hierba mediana según algunos entendidos del tema) los aventureros se encaminaron a paso acelerado hacia la colonia gnoma.
Una vez en aquel poblado de gentes de nariz respingona y frente a la puerta del tabaquero, observaron que ésta llevaba un tiempo sin abrirse. En una deliberada aunque un tanto cuestionable decisión abrieron el portón con ayuda de Daan. Tiene que aclarar aquí éste narrador que la intención era buena aunque la práctica reprobable pues, quién sabe: se podrían haber encontrado al tabaquero muerto dentro y que nadie se hubiera acordado de él; pero por suerte o desgracia no fue así.
Esel se quedó vigilando, muy eficientemente, la puerta mientras el resto inspeccionaba a fondo el taller, lugar que distaba mucho de parecer un local de almacenaje y cortado de tabaco. Los --mercenarios-- aventureros advirtieron que las medidas de seguridad eran un tanto extremas, pero no hubo incidentes. Danowl, con sus ojos de elfa, encontró un pequeño mapa que guió a los --mercenarios-- aventureros a un bosque al sur de Sutchard, y Drappi, con su lengua de gnomo, tradujo unos papeles que parecían recoger ciertas preocupaciones del "tabaquero" con respecto al tráfico de mercancías.
El grupo se desplazó siguiendo la pista hasta un pequeño bosque que parecía más frío y húmedo de lo que era común: tan frío que entumecía los músculos y mordía los huesos tanto como las cobras negras gigantes que salieron de la maleza y se abalanzaron sobre el sorprendido grupo. Se defendieron, con algunas complicaciones pero triunfaron. Encontraron un carromato con tabaco desperdigado y mojado por la lluvia; pérdida que todos y todas lamentaron sin excepción. Y aunque parecían perdidos, tanto Drappi como Gregor divisaron una torre al otro lado del bosque, recortada bajo una luna llena que observaba al grupo mientras callaba sus secretos.
Llegaron al torreón, donde una puerta mágica lo guardaba y tanto Esel como Gregor divisaron pixies moviéndose tras las troneras. Drappi, mago muy decidido y un tanto impaciente, tomó la iniciativa y pidió a los pixies que abrieran la puerta. Éstas criaturas mágicas del bosque se negaron en redondo pues exigían probar a los --mercenarios-- aventureros que no eran brujas malignas y el mediano, que debía parecerles mucho una bruja, no supo cómo reaccionar //y sacó un 1 como una casa//. Finalmente, entre una cacofonía de voces y quejas de los --mercenarios-- aventureros, los pixies cedieron y su representante salió a parlamentar.
El pixie (macho y bien dotado según demostró agarrándose sus partes genitales a mano llena) explicó al grupo que unas sagas malignas los habían engañado con tretas e ilusiones (o polimorfismo) y les habían robado su manantial donde cultivaban el apreciado tabaco calidad premium. En algún momento alguien del grupo pidió una recompensa extra, a lo que el pixie respondió que pagara Pitter; lejos de ser un chiste, broma o chanza se refería al tabaquero, quién se llamaba así y ninguno de los --mercenarios-- aventureros se habían percatado hasta el momento (aún siendo el objetivo principal de la misión y estar escrito con letras grandes en la puerta de la “tabaquería”).
El hecho de saber que se iban a enfrentar a unas sagas puso un poco nervioso al grupo, pero reaccionaron como deben hacer los --mercenarios-- héroes y pusieron rumbo al manantial, al menos con la esperanza de, en caso de triunfar, recibir un nuevo encargo más lucrativo de los pixies, cuya vida parecía ser un melodrama.
Bajaron la escalinata y súbitamente se vieron zambullidos en un tétrico escenario con extrañas runas pintadas en el suelo y cajas con tabaco del bueno por doquier. El grupo llegó a la conclusión de que las runas eran de carácter divino, para algún ritual de polimorfismo, transmutación o algo similar, y que éste ritual requería grandes cantidades de tabaco. Encontraron el dinero de Pitter (pero ni rastro de éste) que decidieron repartir justamente a partes iguales sin reparar en más implicaciones morales.
En éste momento unas Sagas verdes asaltaron a los --mercenarios-- aventureros y gracias a la resistencia de Danowl, las espadas de Daan, la magia de Drappi, las flechas de Esel, los salmos de Mongor y la varonil presencia de Gregor rechazaron el ataque. Aunque les acojonó un poco la ferocidad de las sagas fumadoras (será que la nicotina las pone más agresivas) se encararon a la siguiente puerta, que estaba atrancada. Entre Danowl, Mongor, Esel y Gregor empujaron con fuerza hasta desatrancarla (sabiendo que la mayoría del mérito lo tenía la primera a pesar de su escualidez) y cayeron de bruces a un pasillo lúgubre.
Al final del corredor había una cocina del infierno dónde las sagas guisaban (https://www.youtube.com/watch?v=ob9F1lsULIA) a sus víctimas en dos horrorosos hornos frente a los que Daan quedó ciega (temporalmente) al exponerse al calor y luz que irradiaban. Drappi encontró algunos anillos que se repartieron. Finalmente se prepararon para pasar a la siguiente sala.
Llegaron al manantial, un hermoso lugar de exuberancia vegetal y agua cristalina manchado por la presencia perturbadora de las sagas verdes. El combate fue duro, ya que las sagas eran numerosas. Todos lucharon salvajemente mientras Mongor, el clérigo de Hanseath bendecía al grupo en la retaguardia rociándoles con cerveza y brindando con su dios.
Para rematar la contienda emergió de entre las sombras la maestra de las brujas, una saga azul y terrorífica como el hielo del Octavo Infierno. La melé intercambió golpes, cortes y heridas y puso en entredicho la habilidad del grupo pero, finalmente, salió victorioso.
Concluyendo: volvieron a Nevesmortas y, habiendo restablecido el flujo de tabaco con la mano de obra barata pixie del manantial, cobraron su recompensa.
Eso sí, nadie más se ha vuelto a acordar de Pitter….
málar edit
Crónica 1.
La Saga del tabaco.
Por Kurwen con la colaboración de Daan
Estando en la taberna un puñado de cuestionables individuos y Gregor, fumando tabaco rancio y bebiendo cerveza barata, Rosa la mesonera los contrató para investigar por qué el proveedor de Sutchard, que le suministraba tabaco, chocolate y zumos a La Rosa y el Martillo, no estaba cumpliendo las entregas, argumentando que en ausencia de zumos los magos de Nevesmortas no tardarían en ponerse histéricos con, presumiblemente, terribles consecuencias.
Daan llevó la negociación muy diligentemente mientras el resto del grupo, integrado por Drappi, Danowl, Esel, Mongor el clérigo de Hanseath y el propio Gregor, observaban y no perdían el compás de sus pipas y jarras, menos éste último que tuvo un ataque de hipo.
Con una recompensa acordada y ansias de mejor tabaco (o hierba mediana según algunos entendidos del tema) los aventureros se encaminaron a paso acelerado hacia la colonia gnoma.
Una vez en aquel poblado de gentes de nariz respingona y frente a la puerta del tabaquero, observaron que ésta llevaba un tiempo sin abrirse. En una deliberada aunque un tanto cuestionable decisión abrieron el portón con ayuda de Daan. Tiene que aclarar aquí éste narrador que la intención era buena aunque la práctica reprobable pues, quién sabe: se podrían haber encontrado al tabaquero muerto dentro y que nadie se hubiera acordado de él; pero por suerte o desgracia no fue así.
Esel se quedó vigilando, muy eficientemente, la puerta mientras el resto inspeccionaba a fondo el taller, lugar que distaba mucho de parecer un local de almacenaje y cortado de tabaco. Los --mercenarios-- aventureros advirtieron que las medidas de seguridad eran un tanto extremas, pero no hubo incidentes. Danowl, con sus ojos de elfa, encontró un pequeño mapa que guió a los --mercenarios-- aventureros a un bosque al sur de Sutchard, y Drappi, con su lengua de gnomo, tradujo unos papeles que parecían recoger ciertas preocupaciones del "tabaquero" con respecto al tráfico de mercancías.
El grupo se desplazó siguiendo la pista hasta un pequeño bosque que parecía más frío y húmedo de lo que era común: tan frío que entumecía los músculos y mordía los huesos tanto como las cobras negras gigantes que salieron de la maleza y se abalanzaron sobre el sorprendido grupo. Se defendieron, con algunas complicaciones pero triunfaron. Encontraron un carromato con tabaco desperdigado y mojado por la lluvia; pérdida que todos y todas lamentaron sin excepción. Y aunque parecían perdidos, tanto Drappi como Gregor divisaron una torre al otro lado del bosque, recortada bajo una luna llena que observaba al grupo mientras callaba sus secretos.
Llegaron al torreón, donde una puerta mágica lo guardaba y tanto Esel como Gregor divisaron pixies moviéndose tras las troneras. Drappi, mago muy decidido y un tanto impaciente, tomó la iniciativa y pidió a los pixies que abrieran la puerta. Éstas criaturas mágicas del bosque se negaron en redondo pues exigían probar a los --mercenarios-- aventureros que no eran brujas malignas y el mediano, que debía parecerles mucho una bruja, no supo cómo reaccionar //y sacó un 1 como una casa//. Finalmente, entre una cacofonía de voces y quejas de los --mercenarios-- aventureros, los pixies cedieron y su representante salió a parlamentar.
El pixie (macho y bien dotado según demostró agarrándose sus partes genitales a mano llena) explicó al grupo que unas sagas malignas los habían engañado con tretas e ilusiones (o polimorfismo) y les habían robado su manantial donde cultivaban el apreciado tabaco calidad premium. En algún momento alguien del grupo pidió una recompensa extra, a lo que el pixie respondió que pagara Pitter; lejos de ser un chiste, broma o chanza se refería al tabaquero, quién se llamaba así y ninguno de los --mercenarios-- aventureros se habían percatado hasta el momento (aún siendo el objetivo principal de la misión y estar escrito con letras grandes en la puerta de la “tabaquería”).
El hecho de saber que se iban a enfrentar a unas sagas puso un poco nervioso al grupo, pero reaccionaron como deben hacer los --mercenarios-- héroes y pusieron rumbo al manantial, al menos con la esperanza de, en caso de triunfar, recibir un nuevo encargo más lucrativo de los pixies, cuya vida parecía ser un melodrama.
Bajaron la escalinata y súbitamente se vieron zambullidos en un tétrico escenario con extrañas runas pintadas en el suelo y cajas con tabaco del bueno por doquier. El grupo llegó a la conclusión de que las runas eran de carácter divino, para algún ritual de polimorfismo, transmutación o algo similar, y que éste ritual requería grandes cantidades de tabaco. Encontraron el dinero de Pitter (pero ni rastro de éste) que decidieron repartir justamente a partes iguales sin reparar en más implicaciones morales.
En éste momento unas Sagas verdes asaltaron a los --mercenarios-- aventureros y gracias a la resistencia de Danowl, las espadas de Daan, la magia de Drappi, las flechas de Esel, los salmos de Mongor y la varonil presencia de Gregor rechazaron el ataque. Aunque les acojonó un poco la ferocidad de las sagas fumadoras (será que la nicotina las pone más agresivas) se encararon a la siguiente puerta, que estaba atrancada. Entre Danowl, Mongor, Esel y Gregor empujaron con fuerza hasta desatrancarla (sabiendo que la mayoría del mérito lo tenía la primera a pesar de su escualidez) y cayeron de bruces a un pasillo lúgubre.
Al final del corredor había una cocina del infierno dónde las sagas guisaban (https://www.youtube.com/watch?v=ob9F1lsULIA) a sus víctimas en dos horrorosos hornos frente a los que Daan quedó ciega (temporalmente) al exponerse al calor y luz que irradiaban. Drappi encontró algunos anillos que se repartieron. Finalmente se prepararon para pasar a la siguiente sala.
Llegaron al manantial, un hermoso lugar de exuberancia vegetal y agua cristalina manchado por la presencia perturbadora de las sagas verdes. El combate fue duro, ya que las sagas eran numerosas. Todos lucharon salvajemente mientras Mongor, el clérigo de Hanseath bendecía al grupo en la retaguardia rociándoles con cerveza y brindando con su dios.
Para rematar la contienda emergió de entre las sombras la maestra de las brujas, una saga azul y terrorífica como el hielo del Octavo Infierno. La melé intercambió golpes, cortes y heridas y puso en entredicho la habilidad del grupo pero, finalmente, salió victorioso.
Concluyendo: volvieron a Nevesmortas y, habiendo restablecido el flujo de tabaco con la mano de obra barata pixie del manantial, cobraron su recompensa.
Eso sí, nadie más se ha vuelto a acordar de Pitter….
málar edit