Rendar

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Rasechimba
Jabalí Terrible
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Mensaje por Rasechimba »

Criádo humildemente en unas de las "tranquilas granjas" de Nevesmortas, el joven se miraba como buenamente podía en un trozo de espejo adosado en la pred de la humilde vivienda. De modo borroso, podía verse así mismo. Un jovenzuelo de 12 años, de corto y castaño pelo. Ataviado con unas tristes prendras de lino grises. Pero con un fulgor. El brillo de sus dorados ojos de intensa mirada. Una triste cuerda hacía de cinturón sosteniendo un corto palo que el interpretaba como espada.
Tanto tiempo imaginando. Tanto tiempo soñando. Sus deseos iban a precipitarse de un modo u otro en la realidad. El joven, aunque protector (moralmente) y servivial miembro de su familia, desde hacía tiempo tenía algo en mente. Cortos pero intensos momentos había vivido obsrvando el ir y venir de caballeros y otros miembros de la orden. Es esos momentos, sus ojos brillaban si era posible con mayor fuerza. Eran los protectores, aquellos que se sacrificaban por lo demás. Aquellos que anteponían el bienestar de los demás al suyo propio. Una vida de honor, una vida sin arrepentimiento. En su memoria estaban grabadas a fuego escenas en las que la comandante, el capitán u otros caballeros recorrían con su honorable caminar la ciudad. Quería formar parte de ello. Quería ser el apoyo de todo aquel que lo necesitar. Por la buena gente de la ciudad, por sus conocidos, por su familia.
Aún con la realidad en el espejo, en su mente se dibujaba una brillante armadura, una afilada espada, un hombre hecho y derecho dispuesto a cualquier cosa por proteger a quienes le rodeaban.
A su padre no le hacía ninguna gracia la situación. Pero su madre, conmovida por el puro corazón de la inesperada naturaleza de su hijo, no pudo negarse por enésima vez a su petición. Quería que lo llevasen a la orden y que pidiesen que allí lo inculcaran y enseñaran a ser un hombre digno de nobles tareas.
Llegaba el momento. Tras los consejos de su madre, dejó su querido palo junto a su catre.
- Madre: Hijo, recuerda, no sabemos que dirán. Pase lo que pase, no dudamos en que te combertiras en alguien imporante. Pero sobre todo, siempre te querremos y nos tendrás a tu lado.
- Rendar: Madre, digan lo que digan, luchare por lo que amo. Y por puf.. veces que os lo he dicho, sois los mejores padre del mundo. *Arquea una ceja* y nada de ñoñerias, que te conozco.
- Madre: ¡Que te lo has creido! *Lo abraza con fuerza y comienza a besuquearle sin parar*
- Rendar: ¡Madre! ¡No me hagas esto alli! *Mientras luchaba inultimente tratando apartar el rostro de la mujer*
Tras unos instantes de cariños y refunfuños del padre, llegaba el momento de partir. Sin dudarlo, se aventuró a salir el primero, decidido, dispuesto a buscar su destino.

- Rendar: ¡Jo pies! *Se frota los ojos con los puños tras meterse arena en sus ojos* ¡Menudo viento!
- Padre: Pues empiezas bien *ríe*
- Rendar: ¡Ja! Esto no me detendrá.
*El corto recorrido hacia la orden fue largo. El padre silencioso, cabezón sin querer mostrar sus sentimientos, encabezaba la marcha. La madre no paraba de darle consejos, tanto para cuidarse si no volvía a casa, como para animarle si sus sueños quedaban en nada antes de empezar. El joven, sonriente, sólo podía soñar con lo que podía encontrar allí. Un brazo armado, sin fama alguna, sin reconocimiento de aquellos que vivían sus cotidianas vidas. Un apoyo para todos, pero sólo una figura más en las historias que se contaban. La voluntad de ayudar no quiere gloria. Y por fin, llegaron a las puertas, con un cohibido padre pidiendo audición para que escuchasen a su hijo*
Rasechimba
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Re: Rendar

Mensaje por Rasechimba »

Al final entró en el enorme edificio de la orden. Boquiabierto miraba a todos lados, un lugar hermoso con muchos ornamentos. Pasó un rato así hasta que Lady Iruss llamó su atención. Tras una breve presentación le pidió que le acompañase a su despacho. Allí estaban también Annie y Terinnen, a las cuales también se presentó sonriente. Nuevamente fascinado por la sala, tuvieron que darle permiso para pisar la alfombra sobre la que estaba la silla en la que debía sentarse.
Lo primero que aconteció en ese lugar fue el nombramiento de Terinnen como escudera. Tras ello llegó su turno. Tras varias preguntas sencillas, llegó la cuestión clave.
- Iruss: ¿Por qué quieres pertenecer a la orden en vez de llevar una vida tranquila?
- Rendar: Yo no estoy tranquilo viendo todo lo que pasa, lo que sufre la gente. Quiero poder ayudar a mis padres, la ciudad, a todos. Quiero ser como tú!!
Tras aceptarlo como iniciado, y aclararle lo que era, le cedieron dos libros que debía leer para aprender:
- Rendar: ¿Cuántos años tengo para leer esto?
- Iruss: No te preocupes, mi hermana Delediel te ayudará.
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