Con las piernas cruzadas sobre la cama, colocó la carta del colgado frente a sí. Sannish seguía pensando qué significaba. Por sí sola podrían ser tantas cosas que tratar de averiguar cual era la correcta era poco más que una entretenida pérdida de tiempo. ¿Significaba que debía esperar? ¿O hacía referencia a un sacrificio? Sannish no quería pensar en esa parte, era demasiado grande para él.
"Soy Sannish. La otra persona está ardiendo en el infierno del que nació. Está muerta, y no yo. Él era solo alguien que ocupó este cuerpo lo desaprovechó. Lo abandonó, y ahora es mío."
Se levantó de un salto, riendo ante su gran suerte. La dama pálida estaba contenta, le había dado otra oportunidad para extender sus dones entre aquellos humanos que caminaban ajenos a todo al otro lado de la ventana.
"Otra vez él".
Notó algo revolverse en su interior al distinguir al joven escudero en las calles de Nevesmortas, andando entre sus habitantes como uno más. Agitando sus relucientes y bonitas alas, formando parte de ese orden que tanto pregonaba. A Sannish no le gustaba Rendar, nada de nada. Lo despreciaba profundamente. Era una mancha de luz que eclipsaba el colorido caos. Le ponía nervioso tenerlo cerca, le alteraba como nada lo había alterado hasta ahora. Le hervía la sangre ver esos rasgos tan puros y perfectos. Y aunque notaba el odio bullir en lo más profundo de su ser, eso, en parte, le agradaba, le divertía. Sí, Rendar era divertido. Muy divertido. Le hacía sentir vivo, le hacía tener ganas de destrozar algo bonito y angelical. Deseaba poder enseñarle que por más rápida que sea la luz, la oscuridad siempre está allí, esperándola.
Clavó sus afiladas uñas en la carne de su antebrazo, rasgándola, estremeciéndose de placer al sentir la sangre recorriendo su piel. "Rendar", repitió el nombre para sí, relamiéndose los labios mientras dejaba que la imaginación de Sannish jugara con él, regresando a la cama y escuchando con gozo el tamborileo de las gotas de sangre precipitándose al suelo.
Observó la carta una vez más. Sí, Sannish debía seguir esperando.