La Marca Argéntea

.......Un grito, y después un oscuro silencio. Su sangre derramada por todo el cuarto cubría la fina capa que poco antes llevaba sobre sus hombros. Un escalofrío...... Y después esa sombra danzaba a su alrededor con la daga que puso fin a su corta vida. ...

A cierta distancia del agua, sentado a la sombra de un peñasco, Santino trazaba líneas sobre una página de su cuaderno, plasmando fielmente el paisaje del valle fluvial que se extendía a sus pies, mientras Lobo correteaba ladera arriba y abajo excitado por la abundancia de aromas propia del bosque.
En algún momento y lugar se produciría un cambio que pondría fin a sus temores, al menos por ahora. No se atrevía a acercarse más, no de forma innecesaria; Hurón se lo advirtió, estos asesinos danzan mejor que muchos.
Bajo la coraza de cuero, envuelta en un trozo de tela negro, guardaba la daga que acabó con la vida de Ciervo. Fue el pago exigido por un acto de venganza, un contrato verbal que debía cumplir quisiera o no, siempre que esos tres no se adelantaran. Daba igual que lo hiciera en su nombre, si alguien quisiera usarlo contra la cofradía, lo haría igualmente; pero no era eso lo que le mantenía en vilo últimamente.
A lo lejos, una delgada columna de humo empezó a brotar de una chimenea solitaria. Se le escapó un suspiro de alivio, era la señal de vida que estaba esperando.

A pesar del sol de mediodía, la carpintería de Nevesmortas se hallaba en semioscuridad, con el aire cayendo a plomo sobre sus cabezas y los truenos relampagueando muy cerca de la superficie. Esel dedicaba su atención a tallar una rama de fhandar para darle la forma adecuada, mientras Santino amontonaba otra brazada de flechas recién fabricadas, cuando algo interrumpió su labor. Desde el este, avanzando subrepticiamente, se acercaba una figura femenina, con sus plumas de cuervo adornando hombreras y brazales.
- Hay alguien ahí - señaló Esel con la rama todavía en la mano.
Santino hizo un gesto para dar a entender que también la había visto.
- Qué haces aquí - preguntó a Cuervo, cruzando los brazos sobre el pecho.
- Pasear... ¿Acaso está prohibido?
- Ya... - no era creíble.
- Si quieres.. puedes unirte a mi paseo...
Santino dudó un momento antes de decidirse, por norma general actuaba de forma prudente, sin buscarse problemas innecesarios, pero esta vez la curiosidad venció al pragmatismo.
- Ahora vengo, Esel - echó a andar tras la mujer.
Se alejaron de la carpintería adentrándose en la arboleda una decena de metros, Cuervo mantenía las distancias en todo momento.
- Será suficiente - dijo, deteniéndose entre un grupo de árboles que mecían sus ramas perezosamente, lejos de ojos y oídos curiosos.
- ¿Encontraste lo que buscabas en casa de la elfa? - preguntó el mestizo, apoyando las manos en los pomos de sus espadas.
- Oh si.. de gran ayuda fue. Y en la habitación del grillo equivocado también.
Santino echó un vistazo alrededor - No veo a tu compañero por aquí.
- Tranquilo, el si te ve a ti - la risa de Cuervo espantó a una alondra, y alertó los sentidos de Santino.
- Podemos llegar a un acuerdo... - comenzó a decir Cuervo de nuevo.
- Habla.
- Entrégame la cabeza de todos los sombras danzantes que conozcas y nos iremos. Es un buen acuerdo.. ¿Cuantos son? Dos.. tres tal vez..
- Ya acabasteis con todos.
- No querido, no me refiero a nuestras sombras. Vamos.. Se mueven a tu alrededor. Se de algunos por la zona - miró sus dedos, contando - Tres...
- ¿Quieres a los que nunca han sido Filo Oscuro?
Cuervo movió la cabeza despacio afirmativamente, lo cuál provocó que al mestizo le diera la risa.
- ¿Y qué opina la Gran Sombra sobre eso?
Hubo una pausa, antes de que Cuervo reaccionara.
- Oh vaya.. Esto si que no me lo esperaba. ¿Que has oído de la Gran sombra?
- Rumores... - respondió Santino de forma evasiva, no muy seguro de cuanto sabían sobre el asesinato de Buitre.
- Bueno, su opinión es importante. Más lo es su palabra y su órden. Tú entrégame la cabeza de los tres danzantes y yo haré que la Gran sombra nos ordene marchar.
- Lo pensaré.
Cuervo se echó a reír al tiempo que negaba con la cabeza.
- No hay tiempo para pensar. He dado una orden.. En dos días habrá otra limpieza. Y yo necesito una respuesta aqui mismo.
Hubo una nueva pausa, Santino miró a uno y otro lado con la esperanza de hayar la posición de Lobo, si es que realmente estaba allí.
- ¿Y bien? - Cuervo se envolvió en la capa.
- Siento decepcionarte, pero no sé de qué tres me hablas - era una pobre excusa, él lo sabía.
- Una cosa es no saberlo, y otra diferente no querer reconocerlo.
- ¿Sabes sus nombres?
- Es posible.
- Eso es que no.
Ambos rieron.
- Prestas poca atención... Santino - dijo Cuervo sonriendo de lado.
- Lo reconozco, me aburrís - no se molestó en negarlo.
- Entonces estarás de acuerdo conmigo en que todo esto termine pronto.
- Solo estoy esperando a que os mostreis. No soy amigo de palabras ni medias tintas.
- Tienes dos días para traerme sus cabezas. Y entonces, me mostraré y nos iremos.
- Dos días - repitió Santino - ¿Dónde estarás?
- En Ascore.. como dicen los rumores.
Ambos asintieron dando por finalizada la conversación.
- Buena noche, Santino.
- Buena noche, Cuervo.