Val Heleanor

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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TanisHAnderson
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Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

La joven se dejó caer sobre la cama, estirándose en ella y disfrutando de la comodidad.
Pasó las manos por la cabellera rojiza. Desde el cuero cabelludo hasta la punta del pelo, despacio.

Este lugar le apasionaba. Tanto por ver. Por descubrir. Por hacer.
Había recorrido ya innumerables caminos, paladeando como los desafíos se levantaban ante ella y como uno a uno caían destrozados.

Insectos. Todo estaba lleno de insectos que zumbaban de un lado a otro.
Pero quizás Sannihs tuviese razón. Había que darle el beneplácito de que su conocimiento y forma de ver el mundo era, por así decirlo, más amplio que la de la propia Val, de momento.

La joven se giró poniéndose de costado en la cama, con la vista en el espejo de la pared.

Tanto por ver. Tanto por hacer. Tantas cosas que habían cambiado.

Anhelaba muchas cosas. Deseaba y quería un sinfín de cosas.
Pero desde el primer día que había llegado a la pocilga que era Nevesmortas, las cosas habían cambiado. Poco, pero lo habían hecho.

Aquí y allá despuntaban algunos que merecían la atención de Val. Por uno u otro motivo.
No había casi fronteras que la joven estuviese dispuesta rechazar, aunque cada vez comprendía más que en ciertos momentos su poder y habilidad eran insuficientes.

Volvió a acostarse de espaldas con la vista en el techo.

Nombres y caras. Algunos no habían demostrado ser dignos de su interés la primera vez. Pero ver, oír y sonreír… y tener paciencia. Parecía dar sus frutos.

Había cosas interesantes a hacer, a explorar. Nombres que merecía la pena aprender.

Mujeres, hombres. Elfos o humanos. Enanos o mestizos.

Levantó la mano y abrió y cerró los dedos unas cuantas veces.
Una sonrisa se perfiló en los rojizos labios.

Si. Sin duda la paciencia era un buen consejo. Había cosa divertidas que hacer y planear.

Cerró los ojos viendo unas alas blancas a las que poco a poco. Una a una. Iba arrancando sus plumas.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

La sala era pequeña.


Un cubículo. No mayor de 13 por 13 pies.
Un camastro, una silla, una mesa, algo de papel y una pluma en un tintero.
Sin ventanas.
Una pequeña sala vacía.

La gruesa puerta de madera y hierro, la única forma de entrar o salir, se abrió bruscamente.
Dos pares de brazos lanzaron violentamente un fardo al interior de la misma.
Envuelta en harapos, la pequeña niña se incorporó mientras retiraba la sangre que le salía por la nariz, producto del impacto contra el frio suelo de piedra.

- Ahí te pudras, insecto.

Con un fuerte portazo y el correr de un pesado cerrojo, vino el silencio.

La pequeña jugueteó con el pelo rojizo del flequillo mientras miraba la sala. Los ojos iban aquí y allá, buscando y examinando todo aquello que ahora componía su reducido mundo.
las raídas ropas molestaban al moverse.
La fría piedra helaba los descalzos pies.
Un mundo pequeño.

La comida entraba puntualmente por la puerta. Algo tan rítmico, o eso creía ella, como puntual.
El descorrer del cerrojo, los cuencos de comida y agua y el cubo vacío.
La pequeña se agazapaba en una de las esquinas más alejadas a la puerta, acariciándose las picudas orejas, mientras eso pasaba.
Veía la ira en los ojos de sus captores y algo más que no reconocía.
Escuchaba las voces, el suave idioma elfico que la maldecía y denigraba.

- ¿Aún sigues viva, insecto? Muérete de una vez.

Las formas bruscas asustaban a la pequeña, esos breves momentos en que la monotonía del silencio se rompían eran aterradores y a la vez los anhelaba.

¿Cuántos años podrían pasar desde su llegada? Años, tras años. Decenio tras decenio. La niña desapareció, dando paso a una joven de bellas facciones y ojos penetrantes.

Los años habían pasado.
Algunos de los guardias se habían acostumbrado a la joven. Otros la despreciaban e insultaban igual que el primer día.

Dibujaba y garateaba. No conocía ningún idioma escrito.
Un viejo guardia le había dado un tablero con unas extrañas figuras. Val las movía de un lado a otro, imaginando sus propios juegos.

Decenio tras decenio. ¿Un siglo quizás? El tiempo es algo raro para alguien que deja de comprender lo que es el día o la noche. El verano o el invierno.

El tiempo que pasó desde su primer día en esa habitación era incontable para ella. Inimaginable.

Pero un día, llegaron los gritos, los golpes, el fuego.
La puerta se resquebrajó.
La madera se quebró, el hierro se retorció.
El olor a cobre, a humo… inundó en un momento la habitación que era su mundo.
Una figura la observó desde el umbral de la puerta y pronunció una palabra que removió lo más profundo de la memoria de la joven.
La figura se alejó, dejando el umbral libre. Abierto a la cálida luz de las antorchas.
El suelo de piedra estaba empapado. Un líquido rojo y brillante mojaba sus pies.

Un mundo más amplio se abría ante ella.
La frontera que era la puerta había caído.

Los pasos de la carrera resonaron en el chapoteo del líquido carmesí.

Una guerra se libraba alrededor de Val. Pero ella siguió y siguió.

Hasta que una noche brillante, fría y extensa le dio la bienvenida.

Pasó los dedos por el enredado y sucio pelo rojo, mirando lo que tenía por delante. Y comenzó a buscar su nueva frontera.

Meses después de esa noche un viajero le había tendido la mano y la había invitado a viajar con ella. Otra historia, otro momento.


Val pestañeó y sacudió la cabeza apartando la vista del desnutrido cadáver de la pequeña sala.
Volvió la vista a la espalda de Daan y se frotó los antebrazos.
No pensaba quedarse encerrada.


// Con la cantidad de cosas que tengo pendientes, no me conteis en el concurso :P Ya sabéis que escribo cuando me cuadra y doy terminado uno de los mil relatos empezados.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Una mesa.

Val levantó la vista ante el suave toque en la puerta, la cual se abrió antes de que ella pudiese decir nada.
- ¿Entretenida, mi niña?
- Es fascinante. – la mano de Val cerró el libro y acarició la cubierta. Muchos otros ejemplares y pergaminos de diversos lugares, tiempos e idiomas se acumulaban en ella, la suave luz de las esferas que orbitaban por el cuarto mantenían una tenue iluminación.
Su padrino entró en la amplia sala que constituía la biblioteca.
- Espero que devuelvas cada volumen a su sitio, mi niña. No me gusta el desorden y lo sabes.
- Si, lo sé. – la joven se recostó en la silla, hundiéndose en el cómodo respaldo de plumón. - ¿crees que podré irme pronto?
Los ojos de Val buscaron el contacto visual de los de su padrino. Un leve chispazo la hizo sentir incomoda, como siempre, y se removió inquieta en la silla.
- ¿Irte pronto? Mi niña, eres libre de buscar esas codiciadas fronteras que tanto buscas. Hemos viajado, visto y aprendido. Pero nada nuevo para mí y mucho te queda por aprender a ti. – Cogió un par de libros y los devolvió a su lugar.
- Entonces, ¿mañana?
- Si es lo que quieres, mi niña.
La joven abrió y cerró los dedos de ambas manos con la mirada fija en la mesa.
- Padrino, tengo mucho que aprender por mí misma. Hay muchos caminos por ver, muchas…
- ¿Fronteras?
- Si. Que romper. Y muchos…
- ¿insectos?
- ¡Para ya! – la voz de la joven rompió la monotonía del tono suave y melodioso de ambas voces. Y solo la risa del padrino mientras continuaba devolviendo cada cosa a su sitio fue la respuesta.
Val pasó los dedos por su pelo, desde la raíz hasta la punta de su rojizo cabello.
- Mi niña, eres libre de buscar lo que quieras. Solo no olvides que sigo aquí. Si necesitas consejo, sabes dónde buscar.
- Ya me has enseñado y dado mucho.
- Nada que tú no puedas aumentar, mi niña. Solo he puesto las bases para tu futuro. Y aún así, sigo y seguiré aquí.
- Entonces mañana.
- Entonces recoge antes de irte. Y prepara tu arco. – dejó los libros, posó suavemente una mano en el pelo de Val y salió de la biblioteca.


Val permaneció unos minutos más con la mirada perdida en la mesa.
El silencio que ahora la rodeaba era similar. Todo parecía en quietud.
La amplia mesa carecía de libros, de la comodidad de la suave madera de acacia.
Solo un cadáver del último insecto que antes que ella parecía haberse aventurado en este inhóspito lugar.
Estaba siendo un largo camino. Pero una frontera más parecía estar a punto de caer.
Abrió y cerró los dedos de ambas manos, sonriente. Se levantó del trono y se encaminó a las escaleras.

Era hora de que otra frontera cayese.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Una espada

Había visto esos garabatos en muchos sitios.
Fuese quien fuese. Parecía tener las mismas ansias de romper fronteras que ella.

Fuese donde fuese. Frontera que rompiese. Él. Siempre él.
En donde menos lo sospechaba. En los lugares más comunes o en los lugares más inesperados.
Val había ido y venido. Había recorrido bosques helados. Cálidos desiertos. Bosques oscuros y luminosos. Caminos tranquilos y peligrosos.
Sus fronteras, una a una, caían. Cada día era un pequeño paso más lejos.
Pero él. Siempre él. Estaba allí donde ella llegaba.
Y en parte, eso, la frustraba.
Desconocía cuándo, cómo o por qué. Pero siempre sabía quién.
Había fronteras en todas las direcciones. ¿En cuál no se encontraría con él?

Y pasaron las dekhanas, si. Muchas. Y los meses. Y los caminos se hacían más largos.
Y aun así, siempre él.

Decidida, preparó sus enseres, repasó el amplio surtido de carcajs que le había comprado a Daan.
Tenían que ser más que suficientes.

Y desapareció. Quizás fueron días. Quizás un par de dekhanas.
Pero la joven de pelo rojizo buscó una nueva frontera. Llena de peligros. De muchos caminos.
Avanzaba orgullosa. Confiada en que tarde o temprano, encontraría una frontera que fuese suya y pudiese romper.

Había luchado por cada pie del viaje.
Se había aventurado y arriesgado más que nunca.
Recogió las flechas de los maltrechos cuerpos abatidos con una sonrisa y apartó el flequillo.
Sus ojos percibieron un leve destello. No muy lejos de donde se encontraba. Cogió una nueva flecha y tensó el arco girándose por instinto.

No era nada amenazante. Ni peligroso. A simple vista.
Destensó la cuerda y devolvió la flecha al carcaj.
Se acercó curiosa a la espada clavada y deteriorada.

En la oscuridad. En la tranquilidad de aquella región donde el silencio reinaba y el ruido era un peligro.
Un grito de furia proveniente de una pelirroja se oyó por un largo minuto.


Él. Siempre él.

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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

La joven pelirroja que tienes delante de ti, te sonríe dulcemente mientras te mira de pies a cabeza, como si valorase si eres útil o un insecto molesto.

En el lateral izquierdo de la cabeza, sujeto en el pelo, lleva un broche cuidadosamente labrado con un rubí engarzado, que nada hace por impedir que el flequillo le caiga constantemente sobre los ojos.

Val viste ropa cómoda y ligera, tal vez algo impropia para una región tan fría, aunque rara vez suele quejarse del frío… o dar muestras de sentirlo.
Suele moverse rápida y certeramente, raro es que algo escape de su alcance si se lo propone. Su agilidad roza casi lo sobrenatural al igual que su atractivo.
Suele tener predilección por la ropa con matices rojos, seguramente es su color preferido si es que realmente tiene alguno.

A la espalda suele llevar uno o dos arcos sin montar cuando está por alguna ciudad. Y siempre uno en la mano cuando emprende viaje, bien armado y con una tensión apropiada.
El carcaj pende en su cintura, siempre con los penachos a mano para contarlos o hacerse con las flechas que necesite. El carcaj tiene dos puntos de agarre, uno al cinturón y otro a una bandana que ha añadido en el último mes.
La bandana se ha convertido en una canana con múltiples portarrollos , siempre al alcance de su mano libre y de fácil expedición, lo que hace que Val sea, de alguna manera, una pequeña lanzadora de conjuros si la necesidad lo requiere.

En su cintura también pende un zurrón, sin duda encantado, de donde suele sacar y guardar una buena infinidad de cosas, así como un puñal curvo cuidadosamente asido.

Val parece haber cambiado desde sus primeros días en estas tierras.
Suele sonreír bastante y tratar con algo de respeto a quien ya conoce.
Lejos queda su actitud de estirada y borde que no se mordía la lengua y parecía ser inmune a cualquier cosa. O al menos, no tanto.
Y es que como él dijo, una sonrisa es un arma peligrosa.

Suele estar calmada y parece analizar todo desde una perspectiva fría desde la que, en muchas ocasiones, ha demostrado ningún reparo o desdén en realizar cosas que algunos consideran nauseabundas o simplemente raras. Ella simplemente responde, a quienes se atreven a preguntarle, que le gusta investigar todo lo que puede para comprender mejor todo lo que la rodea y las fronteras que existen.
Si bien su carácter es calmado y tranquilo, en varias ocasiones ha demostrado tener una furia explosiva y a la par bastante temible, dejando patente que sabe imponerse a casi cualquiera que la moleste con un gesto o unas palabras justamente dichas.

Sus constantes abrir y cerrar de los dedos de las manos son algo permanente en ella.
Y aunque en ocasiones ha demostrado delante de unos pocos ser más de lo que aparenta ser, tal vez aún queda mucho por descubrir de ella.

De momento, esta es Val Heleanor.

// Me he tirado a los lápices pero estoy bastante oxidado como para algo decente. :oops: Así que ya subiré un borrador a color de Val.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

De una sala a la antesala del mundo.

Deambuló por los bosques y caminos.
Con los harapos que la habían cubierto en aquella ya lejana celda.
Su pelo se enredaba en las ramas, llenándolo de ramitas y hojarasca.
Las zarzas arañaban la piel, causando numerosos cortes en las piernas, los brazos y la cara.
Los guijarros se clavaban en las plantas de los pies, rasgando y punzando la piel.

Los días pasaban uno tras otro. El sol salía, se ponía, la luna aparecía a veces, otras no y el sol siempre volvía a salir.

Robaba comida de donde podía. Dormía en cualquier lado. Rápida y furtivamente.

Veía algún camino en ocasiones y lo seguía con la esperanza de llegar a algún destino que la aceptase.

Pero cuando veían y comprendían lo que era, los gritos y las armas. Siempre. Igual que el Sol.

Pasaron semanas. ¿O tal vez meses? La joven seguía fascinada por la comprensión del tiempo.

Fuese el tiempo que fuese, llegó el día en que su camino se cruzó en el de otro.
Una suave sonrisa, la voz pausada y la mano firme y extendida hacia la temblorosa Val
- ¿Estás bien, pequeña?
Huir. Huir lejos. Fue la primera reacción y elección. Sabía que tarde o temprano la voz gritaría y la mano portaría algún arma.
Se incorporó del camastro de hojas y trató de huir, de escabullirse.

- ¿Seguro que estás lo suficientemente bien como para correr, pequeña?

La voz seguía siendo pausada. Val sostenía una rama con su mano derecha, apartándola de su camino y lo suficientemente tensa como que , al soltarla, se convirtiese en un arma.
Pero esa voz.

- No soy ninguna pequeña. – dijo sin girarse.
La risa fue algo que n oesperaba. Liviana, casi musical.
Se giró solo para ver como su interlocutor asentía sin dejar de reírse.

- Cierto. No eres pequeña.
- No, no lo soy.
- Está bien, está bien. ¿Quieres decirme que haces aquí?
- ¿Y a ti que te importa?
- Bueno, me importa. Estás en los límites de mi propiedad.
- ¿propiedad?
- Mi territorio. Mi hogar.
- ¿Tu habitación?
- ¿mi habitación?
- El lugar donde pasas tu tiempo.
- La mayor parte de mi tiempo. Tal vez. Curiosa forma de reducir el mundo.
- ¿reducir?
- Una habitación no es muy grande.
Val dejó poco a poco la rama mientras observaba.
- ¿Quién eres?
- Ya te lo he dicho. El Señor de estas tierras.
- ¿no vas a gritarme?
- ¿debería?
- ¿ni a atacarme?
- ¿eres peligrosa?
- Si – dijo lo mejor que pudo.
- Entonces para que voy a gritarte o atacarte. Vamos, puede que un buen descanso te haga valorar algo más que una habitación.
Echó a andar sin mirar si Val le seguía.
Y por supuesto que le siguió. Era una nueva frontera que le mostraría lo equivocada que estaba respecto a muchas cosas.
Una frontera que no sería más que la línea de salida de una larga y divertida carrera.
Padrino le enseñó a leer. Le enseñó a ver y a pensar. A ser ella misma y a la vez a no serlo.
Le enseñó que todo principio tiene un porque. Y que todo, absolutamente todo, tiene algo que merece la pena.
Le enseñó a atacar desde lejos. A no dejarse alcanzar. Le enseñó su potencial y el principio de sus habilidades.
Si el tiempo fuese algo que Val supiese medir por aquel entonces, podríamos aventurar a que pasó largos años con su Padrino. ¿o tal vez hablemos de más tiempo?
Seguro que alguien, en algún lugar, lo sabe.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Cuestión de estilos.

Abrió y cerró los dedos.
Norte. Sur. Este. Oeste. Muy arriba. Muy abajo.
La taza de té humeaba delante de ella, intacta, mientras unos ojos la miraban curiosos.
- Hacía tiempo que no veía a alguien tan interesante como tú.
- ¿de verdad? Creo que hasta debería sentirme un poco halagada. – dijo mientras se mordía el labio inferior y continuaba abriendo y cerrando los dedos de las manos.
- Se te enfría el té. Es un buen té. Una buena mezcla de hojas de diversos sitios. Deberías probarlo. – dijo mientras cogía su propia taza.
- No tengo sed.
Su interlocutor dio un sorbo a su taza mientras sonreía.
- No vas a asustarme si es lo que pretendes.
- No quiero asustarte. Solo te recuerdo que no voy a ponértelo fácil si me tocas las narices.
- ¿Soltándote el pelo?
- ¿qué?
- Si, haces eso con el pelo. De la raíz a las puntas. – dijo mientras movía las manos en el aire.
- ¿Qué eres? ¿Un maldito mirón? No suelo tolerar que rompan mi intimidad.
- Woo, woo, cálmate. Solo era un comentario.
Dejó la humeante taza de nuevo sobre la mesa y dirigió una sonrisa a la pelirroja.
- A fin de cuentas, estamos aquí charlando tranquilamente de negocios, ¿no?
- Yo no charlaba, te has sentado en mi mesa.
- Es una taberna pequeña últimamente. Muchos gnolls, un buen refugio. Ya sabes. Muchos peligros en los caminos.
- Eso no es algo nuevo. Y dudo que sea nuevo para ti. Así que, habla o lárgate.
- Una chica directa. Verás quiero tus mercancías. Todas.
- ¿Solo eso? Afloja el oro y veremos cuales te interesan.
- No, no me has entendido. Quiero la mercancía, al completo. – una espada corta apareció sobre la mesa.
- ¿Bromeas? – sonrió Val.
- A veces, pero no ahora.
Val echó una ojeada a los Páramos. La noche había caído hace horas y los gnolls seguían merodeando. Mucha gente se reunía allí pero poca pasaba el tiempo necesario en la planta baja. Las ventanas y la puerta se cerraban y atrincheraban.
Un par de borrachos. Una elfa en una esquina inmersa en un libro. Poco más que Val viese.
- En serio. No sé si estás como una cabra o solo quieres amenizarme la noche. – Descolgó su daga del cinto y la puso sobre la mesa.
- ¿Cómo una cabra? Algunos me dicen que como un rebaño. Pero ya sabes lo que quiero. Busco la mercancía.
- Tú mismo. – movió la daga al frente solo para toparse con una parada de la espada corta.
Su oponente se levantó de la silla mientras desenvainaba un estoque con su mano diestra. La espada corta se movía juguetona en su zurda.
- ¿Solo usas ese pinchito?
El estoque se lanzó hacia el frente, buscando un hueco, la pelirroja lo rechazó con la daga solo para recibir un corte producto de la espada corta.
Era ágil. Su oponente, lamentablemente, también.
Retrocedió ganando espacio mientras su oponente pasaba por encima de la mesa, sin perder la sonrisa.
- ¿No hablas? Vamos, una buena pelea merece una buena conversación.
Lanzó una embestida cargando con el estoque, val fintó solo para recibir un nuevo corte de la punta de la espada corta.
- ¿Nada? ¿ni un gritito de dolor?
La pelirroja frunció el ceño mientras movía la daga, tanteando. Era hora de tomar la iniciativa. Amagó una finta y lanzó una estocada con la daga directa al pecho de su oponente.
Oponente que no estaba en el camino del ataque. El estoque se hundió en el costado de val mientras la espada corta rasgaba el antebrazo que portaba la daga, la cual cayó al suelo.
- Bueno, bueno. ¿Suficiente? – miró la sangre rojiza en sus filos y luego a la pelirroja.
Val mantenía el brazo derecho colgado mientras con la mano izquierda presionaba la perforación del estoque.
- Serás hijo de mil padres.
- Puede ser. Puede ser. Bueno, llegado a este punto – pisó la daga de val- es hora de rendirse a la evidencia. ¿Derrota?
Apartó el flequillo con el brazo derecho mientras sonreía.
- Si. Derrota. La tuya. – extendió el brazo con tres dedos extendidos y la energía crepitó en ellos. Un haz de energía impactó en pleno pecho de su oponente mandándolo varios metros hacia atrás y dejándolo por el suelo de la taberna.
Recogió la Daga y la colgó del cinto, continuó avanzando mientras retiraba la mano izquierda del costado herido.
- Primero, no me gusta sangrar. Mancha mi ropa. Segundo, no me gusta que me intimiden. Tercero, no me gusta que me den una paliza. Y cuarto… - tomó la taza de té y se la bebió de un trago. – da gracias de que estamos donde estamos y no te remato.
- Nada mal.
- ¿Decías?
- Que nada mal.
- Pues procura que no te vuelva a ver o me encargaré de que lo consideres como algo malo.
- Si no te importa – dijo mientras se incorporaba- ha sido un bonito combate. Pero te equivocas en algo.
Val enarcó una ceja mientras abría y cerraba los dedos de la mano derecha.
- ¿En qué?
- Derrota. Tuya. – sonrió.
Val negó y sonrió.
La figura de su oponente se desdibujaba. La posada entera parecía deshacerse ante sus ojos, como si una densa bruma saliese de la nada.
Lo siguiente y último que recordó fue una bota justo delante de su nariz, mientras yacía tendida en el suelo.
- Nada mal, pelirroja. Pero como ya dije. Quiero la mercancía. Y esa eres tú.
El elfo cogió su propia taza y la vació en el suelo.
- No vaya a ser que haya un accidente si alguien bebe esto.

La elfa había levantado la vista de su libro y se había incorporado. El elfo cargó a Val sobre el hombro, miró a la elfa y le sonrió mientras se llevaba el índice a los labios.

El amanecer llegaría en otro sitio muy distinto.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Agua fría. Helada.

Eso fue lo que hizo abrir los ojos de Val y sacarla de un extraño sueño forzado.
Le costaba enfocar la vista, todo parecía desdibujarse entre neblina y así pasó un largo minuto.
Parpadeó y alzó la vista del suelo.
Agua helada. Un nuevo cubo en plena cara.

- ¿Despertaste?
La única respuesta fue el grito de ira de la pelirroja mientras cargaba contra el elfo.
La carrera se vio bruscamente cortada, cuando los eslabones no dieron más de si y cortaron el impulso de la acometida, dando un latigazo en los hombros de Val y forzándola a retroceder y caer.
-Tomaremos eso como un si. – Dijo sonriente el elfo dejando el cubo de madera a sus pies.

El pelo empapado le caía sobre los ojos, la ropa pesada y pegajosa por el agua.
No es que tuviese frio… la sensación de ira provenía de otro lado.
El ruido de una silla siendo arrastrada por el suelo de piedra.
El crujir de la madera cuando el elfo tomó asiento.
El ruido de las mangas de la gabardina siendo recolocadas.
El ruido metálico de un arma saliendo de su vaina.

- ¿Qué infiernos quieres?
- Muchas cosas.-dijo fríamente antes de estallar en carcajadas.

Sacudió la cabeza, apartando el pelo como pudo.
El elfo sostenía un estoque apuntando hacia ella, la punta a escasos centímetros de su pecho.
- ¿Todo esto para matarme?
- ¡Justamente!
- ¿Bromeas?
- A veces.
- No me jodas. ¡Suéltame!
- Vamos, ¿tienes miedo a morir?
- Yo no tengo miedo.
- ¿Segura? – el frio metal se apoyó en la piel y comenzó a hacer presión.

Val alzó la mirada hacia el elfo, quien sonriente continuaba haciendo más presión con el arma, hasta que finalmente el estoque hizo manar sangre.
- Solo es sangre. ¿Solo vas a hacer eso?
- Oh, no. Eso solo era el calentamiento. – El estoque se retiró solo para volver a hundirse en un punto no muy alejado de la primera incisión.

El grito de dolor resonó en la celda seguido de una maldición malsonante en un idioma que el elfo no comprendió.
- ¿he mejorado tus expectativas?
- Maldito bastardo.
- No hablemos de bastardos, preciosa.
El estoque se retiró solo para volver a perforar la piel en un nuevo punto.
Y en otro.
Y en otro.
Y en otro.



El charco de sangre era abundante. Las múltiples heridas se cerraban lentamente ante los graves daños.
Val colgaba de las cadenas. Desmadejada como una muñeca.
El elfo limpiaba el estoque con un paño.
- ¿Sigues viva, no?
- Vete…… a ……al….
- Eso es un si.
El grito de val se apagó a mitad del mismo mientras perdía la consciencia.
Una vez más.

Despertó en el mismo sitio. Sola.
Su sangre se había secado y las heridas se habían curado.
Estaba sola en la habitación pero la silla del elfo seguía en el mismo sitio.
Abrió y cerró los dedos de las manos.
Le dolía el orgullo más que el propio cuerpo.
Se incorporó como pudo, tratando de no resbalar en el charco que su propia sangre había formado.

Le dolía la cabeza. Ese zumbido en las sienes.
La movió lentamente hacia los lados notando como si algo dentro de ella se moviese dolorosamente.

- Buenos días, princesa

La puerta se abrió dejando pasar al elfo con una humeante taza en una mano.
Los ojos de Val se quedaron fijos en la puerta abierta unos segundos antes de volver al elfo.

- ¿Qué quieres?
- Matarte. Ya te lo dije.
- ¿Y sigo viva porque no sabes hacerlo?

El elfo soltó una breve risa y dio un sorbo a la taza.

- Bueno, es que todo necesita su tiempo. No voy a matarte sin más ni más. ¿Qué sentido tiene eso tras tanto esfuerzo?
- Y yo que sé…
- Eso es. No lo sabes. Podía haberte matado en esa posada. O mientras estabas inconsciente rematarte.
- Vete al cuerno. ¿Qué quieres?
- Matarte.
- Y dale…
- Verás, princesa. Me han dado un encargo. Y desde luego es bien difícil. Pero no pude decir que no.
- ¿un encargo? ¿Quién te ha mandado matarme?
- Bueno, eso en su momento, princesa.
- Deja de llamarme asi.
- No quiero.
- Me importa una mierda. ¡Suéltame! – dijo la pelirroja mientras sacudía las cadenas.

El elfo dejó con cuidado la taza en el suelo y se acercó a ella…

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Val Heleanor
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Libertad
… alzó una mano y realizó un simple gesto que hicieron que los cierres se abriesen, dejando caer el cuerpo de la pelirroja de improviso al suelo.
- Ya estás suelta, princesa.
Apartó el flequillo mientras se incorporaba y abría y cerraba los dedos de la mano derecha.
- Coge. – el elfo sacó un paquete de tamaño mediano y lo lanzó delante de ella.
Tela rasa, atada con cinta. No era muy grande, parecía envolver una caja.

- ¿Qué demonios planeas ahora? – dijo sin apartar la vista del paquete y sin dejar de flexionar los dedos de la mano.
- Eso, venía con esto.
Un sobre en la mano del elfo se movía ondulante. Estaba cerrado a simple vista.
- ¿A qué estúpido juego quieres jugar ahora antes de matarme?
- Bueno, abro el sobre y vemos que tiene. A lo mejor es un juego entretenido.
Val abrió y cerró los dedos de ambas manos con la mirada puesta en el elfo y el sobre.
- Dame eso.
- ¿segura? Quizás sea importante. Para mi.
La pelirroja se alzó lo más firme que podía mientras sostenía la mirada fríamente al elfo, el cual sonrió divertido y dejó caer el sobre.
Los ojos de Val siguieron el baile del papel en el aire. Casi eterno pese a los pocos segundos que duró.
Con paso vacilante se acercó a recogerlo, emitió un leve quejido, que esperaba que el elfo no hubiese oído, cuando se agachó a por el sobre.
Un sobre y un paquete.
¿Qué muerte se puede hacer con eso?
Rasgó el sobre y un fino pergamino, doblado cuatro veces sobre si, cayó sobre su mano.
Se dejó caer sobre el suelo. Sentándose al lado del paquete mientras deshacía los pliegues y las líneas que contenía el pergamino comenzaban a mostrarse.

Mi querida niña.

Mucho ha pasado desde que decidiste tener la libertad de explorar tus fronteras.
Has vivido por caminos de luz y oscuridad.
En medio de muchos y sola.
Sin embargo, mi niña, no olvides quien eras cuando nos conocimos.
No olvides quien eras cuando decidiste adquirir el potencial.
Recuerda, mi niña, que sigues siendo más de lo que quieres mostrar. Recuerda que tus limitaciones son autoimpuestas y no por ello debes olvidar tu propio ser.

Mi niña.
El dolor es pasajero.
Las fronteras no existen.
Nada es importante si tu no decides darle la importancia que merece.

Recuerda quien eres y que no debes dejar de ser aquello que te honra.
Recuerda que el temor es de ignorantes. Y los ignorantes no merecen vivir.

Mi querida niña.
Te dejo un regalo junto a esta carta y los pesares que has podido sufrir en las últimas horas.

Estoy convencido que pese a todo, no has querido liberar tu potencial.
Te has autoimpuesto una atadura. Una frontera que está en tu propio interior, mi niña.

Se la que eres y recuerda ser quien eres.


Sin firma. No necesitaba una firma.
Solo una persona en toda su vida la trataba como a una hija.
- Padrino – musitó mientras pasaba los dedos por la tela del paquete.
Lo desenvolvió con cuidado, con cariño y respeto.
La caja de suave madera de maderadique era simple. Sin ornamentos. Sin cierres.
Levantó la tapa y ojeó su interior.
La sonrisa se formó mientras los dedos acariciaban la tela.
Levantó la vista solo para darse cuenta que estaba sola. El elfo se había retirado sin que ella se hubiese percatado.

Se quitó su vestido rojo ensangrentado, lo dobló con cuidado y lo dejó sobre la tapa de la caja.
Con un leve temblor en las manos retiró el vestido que contenía la caja y se vistió.
Cómoda. Ropa ligera y firme. Adaptada a tener movimientos rápidos y certeros.

Se miró por un momento ambas manos y pasó los dedos por el pelo. Desde la raíz hasta las puntas.


El elfo jugueteaba con su estoque. Sosteniéndolo en un precario equilibrio sujeto por la punta entre el índice y el corazón.
Escuchó los pasos acercarse, como la puerta se abría y como de un leve salto la joven salía nuevamente a la luz.
- ¡Guau! ¿Eres tú, princesa?
La pelirroja le miró por un instante, sonrió y dijo:
- Llámame otra vez así y me quedaré con tu lengua como trofeo.

El elfo soltó una carcajada antes de hacer una leve reverencia y alejarse.
- Libre para ser yo misma. – Dijo antes de alzar el vuelo.
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Re: Val Heleanor

Mensaje por TanisHAnderson »

Si hay algo que el tiempo le ha enseñado es que, aparte de que no existen fronteras para ella, cualquier cosa puede pasar.

Siempre es divertido ser una guía. Una arquera. Una persona de confianza.

Una taimada joven a la que en numerosas ocasiones habían depositado confianzas y objetos con un gran valor.

Si, desde luego. Cualquier cosa puede pasar.

En poco tiempo los eventos se habían precipitado como un alud en las montañas del Gran Hielo.
Los sentimientos de aburrimiento que la habían impulsado a viajar más allá de cualquier horizonte se habían agotado.

Ahora de vuelta en estas, tierras infinidad de puntos de luz en la oscuridad atraían su atención.
Algunos más que otros. Pero todos eran interesantes.

Sobre la mesa había 6 cosas cuidadosamente colocadas.
Un sombrero azul.
Un extraño cuadro.
Un colgante.
Un trozo de espejo.
Un pergamino garabateado con una especie de dibujos.
Y un grueso libro.

Pasó la yema del dedo índice con suavidad sobre el borde de la ornamentada copa de cristal.
Había tanto que hacer. Tanto.
Y por si no era suficiente se sumaban más cosas curiosas.
Eventos extraños, asesinatos, un jardín, viejos amigos y caras nuevas, …

Tomó la copa y dio un leve sorbo al contenido azulado.

¿Por dónde continuar?

Cada objeto representaba un camino.
Extendió la mano para dejar a un lado el grueso libro. Ya habría tiempo. Siempre habría tiempo para eso.

Los dedos repiquetearon sobre la mesa , desplazándose entre el resto de objetos.

La pelirroja sonrió y cogió uno de ellos. Luego otro. Y otro. Y …

- Siempre busca lo prioritario y más provechoso. – dijo para sí misma rememorando una de las frases de su Padrino.
Todo era provechoso. Solo había que darle la prioridad adecuada a cada cosa.

Quizás lo primero de todo, era hacer una par de visitas.
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