Hers

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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cloudiar
Tejón Convocado
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Hers

Mensaje por cloudiar »

La pérdida y el comienzo
En las afueras de Aguasprofundas se encuentra Elembar, uno de sus muchos asentamientos a los alrededores de la gran ciudad, entre el barro y bajo la lluvia se encuentra un niño de no más de 5 años, llora desconsolado mientras la poca gente que queda en las calles observan impasibles el llanto del niño, por fortuna para él un hombre de mediana edad que casualmente pasaba por ahí se le acercó para preguntarle qué le ocurría, porqué estaba allí en mitad de la calle. Cuando el muchacho, entre sollozos y terribles espasmos de terror le terminó de contar lo que había ocurrido, cómo unos bandidos habían entrado en su casa y asesinado a sus padres, el hombre le pidió que le guiase hasta el lugar de lo ocurrido y le prometió que él se encargaría de todo y que no tenía porqué tener miedo. Cuando llegaron a la casa en la que vivía el muchacho, aún se podía oír el ruido de los bandidos revolviendo las cosas en el interior. El buen hombre le pidió que no se moviera de allí, que él volvería en un momento, y así fue, antes de que pudiese darse cuenta, el hombre estaba allí de nuevo y el ruido de los bandidos había desaparecido, aunque imperceptible, eso le produjo cierta calma interior al muchacho, el hombre le miró directamente a los ojos, con compasión y le posó una mano sobre el hombre mientras con la otra le limpiaba la cara llena aún del barro de la calle y se presentó cómo Hanor de la Orden del Alma Solar y le prometió al chico que si iba con él, nunca más tendría que tener miedo y que no se quedaría solo. El muchacho, aún entre balbuceos le dijo que se llamaba Hers Manfeld y que por favor, no le dejase allí solo pues ya no tenía a dónde ir, a lo que Hanor le respondió:
- No, tú no eres Hers Manfeld, ahora ya no, a partir de ahora serás Hers de la Hermandad del Sol, allí encontrarás tu nueva família.- Hers, aún aturdido por lo acontecido no supo que responder mas que un leve asentimiento mientras las lágrimas corrian libremente por sus mejillas.

Hers se marchó a vivir a Aguasprofundas junto con Hanor y otros monjes de la orden, allí encontraría muchísimos otros chicos de edades similares, la mayoría huérfanos de guerras, bandidos o directamente abandonados por sus progenitores. Hanor se dedicaba a recorrer los alrededores de la ciudad en busca de pobres almas a las que les habían arrebatado sus vidas y les entregaba otra opción, la de vivir como monjes de la hermandad del sol, no era una vida fácil en absoluto, las rutinas diarias de entrenamientos, estudios y disciplina eran rigurosos y extensos, eso pronto lo descubriría Hers en sus propias carnes.
Pasaron muchos años y Hers fue progresando, poco quedaba del chico tembloroso y sollozante que encontró Hanor en mitad del barro, ahora era fuerte, esbelto y siempre parecía en calma -aunque en su interior hervía una furia sin parangón, la cual desahogaba contra sus enemigos en el combate- gran parte de su rutina consistía en entrenamientos físicos, meditación, estudio y en los ratos libres que les quedaban se dedicaban él y sus hermanos monjes a ayudar a las gentes de los alrededores del Monasterio del Sol -su sede más importante en el Norte-. Hers agradecía mucho haber encontrado a Hanor y que le hubiese dado la oportunidad de vivir allí y encontrar así otro medio de vida, su objetivo era perfeccionar su estilo de combate más allá de lo concebible para no tener que temer nunca quedar indefenso contra la injusticia del mundo, y en su fuero interno sabía que solo con entrenamiento y meditación no lo iba a conseguir, si quería mejorar tenía que salir de su zona de confort, salir al mundo y comprobar con sus propios puños -ahora convertidos en armas letales si así lo requiriera la ocasión cuan fuerte era. Casi como bendecido por la diosa de la fortuna, no tardó en presentarse mejor oportunidad. Hanor reunió a los mejores y más hábiles entre sus muros para pedir un voluntario, hacía mucho tiempo que no sabían de sus hermanos en el monasterio oculto de la Marca -pues exceptuando su sede central, la ubicación del resto no era de dominio público- y empezaba a preocuparse pues no era normal dejar de recibir correspondencia, necesitaba que alguien de confianza fuese a ver qué ocurría. Sin tiempo para pararse a pensar, Hers saltó con entusiasmo casi infantil para prestarse voluntario -esta era la oportunidad que estaba esperando para salir a las afueras- otros también se prestaron voluntarios, pero Hanor ya había tomado una decisión, no podía evitar sentir cierta conexión con Hers. Le reunió en sus aposentos para darle instrucciones más precisas, pues el monasterio estaba oculto y nadie sabia exactamente dónde se encontraba excepto él, el secreto debía guardarlo con celo para que sus enemigos no puedan atacarles desprevenidos y así le hizo prometer a Hers que se llevaría el secreto a la tumba. Con la información y un pequeño petate con no más que lo justo para llegar y sobrevivir por el camino, partió hacia la Marca Argéntea a ver que conseguía averiguar, su primera parada sería la ciudad más occidental, Etherlund, empezaría por ahí.

Cuando llegó a la ciudad, pasaron dekhanas antes de encontrar los primeros rastros de sus hermanos de la orden, poco se sabía de los monjes de la orden por aquella región - también debido el hermetismo de estos mismos, pues suelen vivir alejados del resto de los habitantes - lo único que consiguió feron rumores de taberna, pero era mejor que nada, así que empezó su viaje a través de la Marca argéntea hacia la gran ciudad de Argluna dónde parecía que cerca de sus montañas en el paso de Argluna algunos comerciantes habían visto a hombres con túnicas doradas meditar cerca del río que cruza por allí, podría ser cualquiera pero era mejor que perder el tiempo en aquella bulliciosa ciudad dónde no podía encontrar la paz interior que necesitaba para meditar y entrenar, el camino seguro que le ofrecería un reto con el que poder medir su nueva fuerza adquirida con los duro años de entrenamieno.
Bardin Bardinson - Paladin de Moradin; Adolphus Fenris - Cruzado de la luna;
Altris - Conjurador; Garr la Bestia - Osito feliz;
Goinar Undurr - El gemelo cabrón; Umeris Glynmaer - El Murciélago;
Thror Barbabronce - La llama de la creación
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