Un arte inigualable

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--Savras--
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Un arte inigualable

Mensaje por --Savras-- »

ACTO I
Imagen
Encontraron el cadáver al norte de Nevesmortas, cubierto por la nieve. Su piel desnuda, mancillada tan solo por la sangre seca de las flechas que atravesaban su cuerpo. Era joven, apenas debía llegar a los veinte años. Ninguno de los guardias la reconocía, aunque a todos le resultaba familiar. La pobre era un fantasma, una de esas personas que se mueve entre los demás pero nunca llama la atención de nadie.
Cuando apartaron la nieve vieron que la carne de la muchacha había sido cortara y retorcida para formar pequeñas flores. Pétalos de piel alrededor de capullos de carne. No había sangre más allá de la que se derramaba por las heridas punzantes de las flechas. Los numerosos cortes que deformaban el cuerpo habían sido limpiados, cuidados. La visión era grotesca, extraña. Finalmente, asqueado, uno de los guardias tapó el cuerpo y, entre varios, se lo llevaron de ahí.

Más tarde, en el sur, hallarían un cadáver mutilado en el interior de una de las granjas. La escena era una carnicería ejecutada por algún sádico demente y salvaje. El cuerpo era apenas reconocible entre las numerosas heridas, pero pudieron cerciorar que se trataba del marido de la chica. Era extraño, como si hubiesen dejado ilesas las facciones concretas para poder hacerlo.

Los interrogatorios no llevaron a nada.



Imagen
Sentía el metal afilado abrirse paso en su cuerpo. Cada corte despertaba un dolor profundo e intenso. Sus gritos no eran escuchados por nadie, no salían de su desgarrada garganta. No podía moverse, no podía ver, no podía hablar. Tan solo sentir, tan solo escuchar. Tan solo sufrir.

“Moldeaste marionetas para que te obedecieran y bailaran al ritmo de tu voz. Lo intentaste, eso te lo condedo, pero no captaste la esencia. El dolor es un arte y el arte es dolor, Zack. No entiendes los conceptos básicos con los que trabajabas, solo eres uno más de esos aficionados que temen evolucionar. Tu comprensión de la materia es burda e insultante.”

Nuevos cortes. Desollamiento. Agua hirviendo. Dolor.
El dolor era lo único real en su oscuridad.


“Tu primer títere cortó los hilos, demostrando la imperfección de un aficionado. Luego hubo más, ¿verdad? Siempre invisibles, a las que nadie preguntaría por esas marcas, a las que nadie echaría de menos. Hasta llegar a la flor más pura de ese barrizal. Era perfecta para alimentar tu ego y saciar tu creciente sed. Quisiste encadenarla y hundirla en el fango que hasta entonces la había mantenido. Mi pobre Zack, confundiste el arte con ser un dios. Es tan vulgar que un artesano caiga en ese tópico, tan… previsible. Careces de alma, de gracia. No fuiste capaz de apreciar el lienzo que había ante ti, una pieza perfecta que escondía en su interior un hermoso tesoro. Tan solo eres un monstruo que ha tratado de apoderarse de la belleza y guardar su arte tosco para sí, en vez de mostrarla al resto del mundo. Como artista lamentable, como ser humano, feo y ordinario.”

Ya no sentía los dedos. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Acaso estaba ya muerto y ese era el castigo por sus actos? Estaba comenzando a enloquecer en ese espacio oscuro, zambulléndose en sus turbias profundidades. ¿Acaso no había final?
Trató de gritar y luchar cuando algo afilado se abrió paso bajo uno de sus ojos. Los pensamientos se fundieron y ríos de agonía llenaron su mente y destruyeron cualquier consciencia de sí mismo. Ya no existía nada más en su mundo, nada más que el sufrimiento.


“Saborea la perfección de tu arte. Solos tú, y él. Tal vez así logres entenderlo.”


Imagen
El cuerpo reposaba con la armonía que se alcanza tras la muerte, descansando en paz en mitad de hermosas flores. Su obra estaba casi preparada para ser presentada al público. Pronto todos apreciarían la perfección de su arte. Había convertido la más pura fragilidad y la sumisión en belleza, desprendiendo la máscara que la ocultaba y mostrándosela al mundo. Sí, no hay nada más hermoso que el fango del jardín en el cual germinan flores únicas.
Todos habían ignorado el dolor y la vida de aquel hermoso cervatillo, pero ahora sería recordada, amada. Apartada de la oscuridad para ser mostrada ante una luz que atraería a todo espectador. Eterna en la magnificencia de su obra.
Solo quedaba el último acto para que diera por finalizada esa bella creación. La búsqueda de un último abrazo desesperado que le será negado. Sí, así sería una presentación perfecta, maravillosa.

Gloriosa.
--Savras--
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por --Savras-- »

ACTO III

- Sabes que en cuanto pueda moverme te partiré el cuello y mearé sobre tu cadáver, ¿verdad? - rugió el viejo guerrero hablando con gran esfuerzo.

El hombre ante él tan solo asintió. Sin moverse, con las manos cruzadas a la espalda, lo observaba con cierta admiración. Lothar trató de luchar, de hacer que su cuerpo reaccionara, pero era imposible. No sabía donde demonios estaba, ni quién era aquel desgraciado. ¿Una taberna? ¿Dónde? Nunca la había visto antes.
Estaba desnudo e indefenso, con Canto del Cisne clavada en el suelo a apenas 20 centímetros de distancia. Trató de estirar la mano para cogerla y partir en dos al hideputa enfermo que solo lo miraba, pero, de nuevo, fue imposible.

Aquel tipo movió una de sus manos y susurró algo muy bajo, tras lo que, sin más, hizo una reverencia y se dirigió a una puerta, cerrando con llave. Lothar rugió furioso, dándose cuenta de que ningún sonido nació de su garganta. La rabia tan solo aumentó...

El tiempo pasaba, y su cabeza cada vez daba más vueltas. Los susurros que nacían de la espada empezaban a ser cada vez más insistentes, más perniciosos. A lo lejos pudo ver sus botellas, colocadas con esmero en el suelo. Luchó con todas sus fuerzas por alcanzarlas, pero solo consiguió frustrarse más.

El tiempo siguió pasando. A veces escuchaba una puerta abrirse tras él, los susurros de la voz del hijo de puta que lo tenía encerrado pronunciando quién sabe qué galimatías, y un portazo.

¿Cuanto tiempo llevaba ahí? Comenzaba a costarle respirar, a ver lo que debía ver... Las sombras empezaron a asomarse en los límites de su visión, acechantes, infecciosas... Las voces... ¡No callaban, no dejaban de hablar!


"Asesino..." "Monstruo" "Solo eres un perro..." "¿Por qué nos hiciste esto?" "¿Por qué?" "Traidor" "¡¿Por qué?!" "¡No, por favor!" "¡¿POR QUÉ?!"

Intentó gritar, taparse los oídos, golpearse la cabeza desesperado contra el suelo, pero cualquier esfuerzo solo lo hacía peor...

Más tiempo consumido...

Aumentaba el dolor... La culpa... La consciencia de la inmundicia de su ser...


Las sombras lo rodearon, le gritaban a la cara, y no podía tapar su ojo herido para evitar ver el desprecio en ellas. No podía hacer nada para huir de ellas. Para no recordar esos momentos... El cuerpo sin vida de su hermano bajo él, con sus manos llenas de sangre rodeándole el cuello... La única persona que había amado descuartizada y humillada por no haber confiado en ella... La persona que decidió creer en él y ofrecerle un futuro convertida en un monstruo por su traición, su cuerpo sin vida atravesado por su hoja... Compañeros en llamas por su venganza personal... Hombres y mujeres asesinados por su ira ciega cuando nada más importaba...
Un mundo de sombras y dolor construido por sus manos, por no morir cuando debió haberlo hecho... Almas atormentadas que no encontrarían la paz mientras él siguiera en pie... Había intentado redimirse, pero, en el fondo... solo sigue siendo un perro rabioso...

El espadón vibraba ante él con un rojo tan intenso que teñía todo a su alrededor. Azotado como un muñeco roto en mitad de la tormenta de voces imperiosas, no se dio cuenta del momento en que aquel hombre volvió a aparecer. Sus labios se movieron, y Lothar cayó de rodillas al suelo. Movió los dedos de la mano, pero no le importó. Ni tan siquiera se molestó en mirar al extraño. Las sombras lo ayudaron a ponerse en pie, las voces guiaron sus manos.

Ya era hora de darles paz... De que todos descansaran... De dejar de huir...

Canto de Cisne atravesó su pecho entonando su última melodía, liberando una vida de sufrimiento. Rompiendo las cadenas que ataban decenas de almas a su tormento.

Paz... Finalmente, paz...
Daan
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por Daan »

De nuevo tirada en la cama con Jinx en el regazo, una mano acariciando al gato, otra sujetando una botella de aliento de dragón, y una borrachera bastante avanzada, intencional. Honorífica. Desde la cama todo giraba un poco, pero daba igual. Miró al gato y se rió levemente, pensando por un momento en que podría ser el Basilisco.

– Si eres ese mierdas, disfruta de estas caricias ahora porque pienso hacerte sufrir cuando te atrape, maldito cabronazo. No sabes lo que has iniciado… –dijo al vacío.

La primera muerte dejó claro que se trataba de un loco. Un nigromante maniático con una extraña idea de justicia, con una visión enfermiza del arte y con paciencia para causar sufrimiento. Un loco metódico y retorcido, de esos que Daan más detestaba, pero el mundo estaba lleno de chalados y no era su responsabilidad detenerlos a todos.

Cuando la carta apareció en su puerta conduciéndola hacia la siguiente víctima, se sintió molesta, e incluso se planteó por un momento que estaban intentando tenderle una trampa o jugar con ella. Comenzó la irritación. Encontraron una víctima desconocida más, un lienzo más, una carta más y una puesta en escena –literal– cuidada. Reconocía, no obstante, que sentía curiosidad. “De esas que matan a los gatos”, pensaba sarcástica mientras acariciaba a Jinx entre las orejas.

Sin embargo, no fue hasta que encontraron los bocetos cuando se despertó su ira. Tenía por ahí el cuaderno. Sentada sola junto a la fuente, riendo en la taberna, bebiendo... Caminando en entornos oscuros, envuelta en sombras... Mordiéndose las uñas... Acostada en su cama… ¡Acostada en su cama! ¿Cómo había podido pasar? Se cabreó con el voyeur que la espiaba, pero no por pudor. Se cabreó con ella misma por haber cometido semejante desliz, por haber sido observada sin detectarlo. Por comprobar que sus precauciones no eran suficientes y dejar brechas de seguridad.

Ahí, conforme aparecían los bocetos y los actos numerados, comenzó a volverse personal. Acto IV: Aku. Acto V: Percy. Acto VI: Daan. Dejaba de contar ahí porque estaba segura de que no iba a pasar de ese. Había más imágenes: Logan con sus libros, un ser con alas membranosas que parecía Julen, imágenes de una mujer que ardieron en manos de Val por un descuido y el colofón: un retrato de Iruss.

Pero lo que no encontraron y Daan no esperaba era el tercer acto. Tuvo un mal presentimiento al notar que la llave que habían dejado colgada de su puerta olía a alcohol… pero no imaginaba realmente lo que iban a encontrar en La Cocatriz.

La imagen de Lothar estaba grabada en su retina. La espada en el pecho, clavada por su propia mano. Los fantasmas y las sombras quejumbrosas, cuyas voces había oído una vez emanando de su escalofriante arma, rodeando un cuerpo que había sido acicalado con esmero. El cadáver de Lothar levantándose y Danowl horrorizada, terminando con la carcasa vacía. Y todo meticulosamente dispuesto. Pistas, o amenazas según se entendieran, de un asesino retorcido. Y el lienzo. El puto lienzo que quería destrozar, pero que no lo haría hasta tener a su autor delante y sangrando.

Porque de la ira había pasado a un odio profundo. Y mientras una parte de su cabeza recorría todo el escenario con precisión enlazando cabos y buscando elementos discordantes, otra parte sólo quería desatar violencia sobre cualquier cosa para vengar a un tipo que no se merecía ese final, que era obvio que ya había sufrido bastante, y que se merecía mucho más respeto del que le dirigían los imbéciles del pueblo. Lothar era un compañero de armas y de borrachera. No un Acto de ese chalado.

Siguieron las discusiones de clérigo sobre suicidio, resurrecciones, almas robadas, la certeza de que el asesino era un suplantador, el nacimiento de la desconfianza, pero también de una pequeña esperanza. Y las miradas preocupadas al siguiente de la lista, Aku. Un cebo al que no iba a tocar un pelo.

¿El Basilisco quería un duelo de ingenio y habilidad? Lo tendría. Al igual que un final lento y doloroso. ¿Les buscaba? Les iba a encontrar, y se toparía con el peor lado de Daan. El más oscuro.

Aquella noche no durmió.
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TanisHAnderson
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por TanisHAnderson »

Cerró la puerta de su habitación.
Demasiada gente dentro de su habitación.
Demasiada.

Había perdido los nervios una vez más.
Ese ser la inquietaba. La ponía furiosa. Más que Rendar.
Aku estaba destrozado. Deliciosamente destrozado al parecer. Un trabajo elaborado y digno de elogiar, si no fuera...
Había un orden en sus planes. Y exceptuando que solo una cosa la molestaba y otra la enfadaba, no habría tenido nada en contra de ese Basilisco.

Hizo repaso a los datos que tenía de los actos. Los rumores. Los balbuceos de Aku.

Podía hacerse una idea de a lo que se enfrentaba. Había detalles para reducir la lista a dos.
Podía pedir consejo a Padrino. Seguro que él la ayudaría.
No. Ella podía hacerlo sola.
Podía seguir demostrando que el poder que bullía en ella era suficiente para todo lo que se propusiera.

Promesas.
Últimamente hacía demasiadas .
A un mentiroso moribundo. A un alma atormentada.

Abrió y cerró los dedos de ambas manos, andando de una a otra punta de la habitación.

Se paró ante el espejo y se observó fríamente.

- Vas a cogerlo Val. Y le harás pagar su pecado.

La ardiente mirada que le devolvía el espejo, era el vivo reflejo de la furia que le rugía en su interior.


- Basilisco. Daan.

La puerta de la habitación se cerró con un fuerte portazo por parte de la pelirroja.
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por --Savras-- »

ACTO VI


El hombre se abrió paso tranquilo, sonriendo. Los caballeros que vigilaban la entrada le dieron el alto al aproximarse a los dominios de la orden.

- Disculpe, señor. ¿Podemos ayudarle?

El joven levantó sus delicadas manos, mostrando que no llevaba ningún tipo de arma y estaba indefenso.

- Soy el Basilisco, vengo a entregarme por mis crímenes.

Poco después, la Comandante Iruss ordenó que lo encerraran en una celda.

Maravilloso.
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por Daan »

ACTO VII
Ángela y Logan se habían ido ya, aunque Daan esperó a que el barco zarpase antes de abandonar Eterlund. El río se llevaba flotando hacia el oeste el último cabo suelto y lo que esperaba que fuera un mensaje claro para aquellos que volvieran a por ella. En su mochila, el peso de la mano petrificada de su hermano le causaba una profunda satisfacción, compensando los momentos de auténtico pánico que había pasado con él en aquella mazmorra.

No había sido fácil, y era consciente de que estaba viva gracias a Ángela; a su velocidad mental recuperando el anillo cuando la inesperada superioridad numérica de los asesinos había llevado todo su plan al garete y Wilhelm se había llevado inconsciente a Daan. Pero ahora él partía lejos y ellos estaban vivos. Los tres. Nadie más había muerto por estar a su lado. Eso era una extraña novedad. Una sensación agradable.

Amanecía sobre el río Rauvin.
*****
Regresó a Nevesmortas y sus primeros pasos la llevaron al cementerio, donde una tumba abandonada largo tiempo atrás contenía ahora los restos de su mentor y amigo, por fin descansando en paz. No quería pensar en los meses de tortura que había padecido, fragmentada su alma por el Basilisco, tan sólo para hacer que ella sufriera, enloqueciera como el maestro Frasquicelli, y fuera una presa fácil. Aunque no lo había conseguido, no podía evitar reconocer que el dolor la había llevado a tomar decisiones peligrosas. Especialmente en Cumbre, una ciudad cada vez más intrigante con un escriba demasiado listo al que, ahora, tarde o temprano, tendría que devolver un favor.

Al menos, quedaba ya atrás el desolador momento en el que los restos malditos por el Basilisco se habían levantado contra ella, suplicando al mismo tiempo la muerte definitiva: incluso bajo aquella maldición, Armin había intentado protegerla. Sólo habían podido darle descanso de una forma, la violenta, pero al menos ahora ya nada le perturbaría. De nuevo, Logan y Ángela habían estado allí. Una más que sumaba en la cuenta.

Con un suspiro, dejó una flor y una moneda para Tymora sobre la tumba –asegurándose de que nadie la observaba– y partió hacia la villa. Dejaba detrás una triste paz.
*****
En la oscuridad del sótano abandonado que había establecido como refugio contempló, con una botella de negro amargo en la mano y varias vacías y rotas tiradas por el suelo, el lienzo que Basilisco le había dejado como regalo y que tenía un significado claro: la había dejado expuesta en todos los sentidos. Secretos, pasado, emociones y hasta su propio cuerpo. Incluso cosas que desconocía.

Mirarlo la ponía furiosa. Lo imaginó satisfecho en su celda, tranquilo y bien alimentado, sin preocupaciones, y estuvo a punto de vaciar la botella sobre el lienzo y quemarlo por la ira… pero se contuvo.

Primero, concentrándose en la idea de que él no había vencido. No del todo. Por mucho que lo hubiera intentado, por muchas tensiones y padecimientos, sus secretos seguían siendo secretos y el anillo estaba en su poder. Segundo, porque tenía que averiguar todavía el porqué de ciertos detalles del cuadro que presentía importantes para ella y que giraban alrededor un mismo punto.

No. Tenía que tomárselo con calma y aguardar. Las palabras de Jarol en Cumbre –o de lo que fuera que había dentro de Jarol– resonaban en su cabeza. “Es ajeno al miedo a la muerte, a la destrucción y al dolor. La muerte no le detendrá. La venganza no le afectará. Si pierdes la cordura, él gana.”

Y no iba a dejarle ganar. Si no podía detenerle, encontraría la forma de controlar los daños y de devolver el golpe, fríamente.

Bebió un largo trago mirando los detalles del cuadro. Cada vez sabía más del pintor… y cada detalle que averiguara la haría más fuerte. Hall Drak… Damien… o como se quisiera llamar… Aquello no había terminado.

Logan no estaría sólo ante el Basilisco.
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por --Talos-- »

En otro lugar
El Capitán permanecía sentado sobre el camastro, pasando una y otra vez la dura piedra sobre la hoja del arma.
Unos movimientos mecánicos, fruto de los años y la repetición, que le dejaban liberar su mente mientras su cuerpo hacia la tarea con perfección.

- Oye, ¿sabes que últimamente eres muy famoso?
- Piérdete. – respondió el capitán sin volver la vista a su interlocutor, el cual asomaba la cabeza por la puerta con una amplia sonrisa en el rostro.
- ¡Aún encima! No me habías dicho que eras tan querido.
- A ti no tengo nada que contarte de mi vida, Jarol.
Jarol asintió mientras entraba en la amplia habitación del capitán, quien volvió su mirada hacia él.
- Pues ya podías contarme algo. Hacía como mil años que no me divertía de semejante manera. ¡Y la chica besaba bien!
- ¿La chica?
- Una morena embutida en ropas negras. No recuerdo el nombre. – negó Jarol mientras cogía y se sentaba en el camastro al lado del Capitán.
Por unos minutos hubo un completo silencio salvo el rítmico afilado de la hoja.
Jarol observó hasta que le pareció algo tedioso y una pérdida de tiempo.
- Nunca entendí ese afán por las armas. Y menos por estas de tales dimensiones.
- Piérdete, Jarol.
- Vale, me voy. –dijo casi saltando del camastro.- Pero 125, tus amigos o lo que sean no dejarán de buscar.
- Mi nombre es Lothar, Jarol.
- Nombre, titulo. Capitán, 125, Lothar, Canto de Cisne. Como sea, te buscan tus amigos. ¿Qué vas a hacer?
El tuerto dirigió por primera vez la mirada a Jarol.
- Piérdete.
Jarol salió silbando de la habitación mientras negaba.

Lothar bajó la vista a Canto. Los murmullos, los gritos,... seguían ahí. Sin embargo su alma parecía estar menos castigada en este nuevo cuerpo.
Pasó la mano por el antebrazo sobre el único tatuaje que tenía visible.
- 125.- Clavó la punta del arma entre la rendija del enlosado- Joder, lo que daría por unas cervezas.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
--Savras--
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por --Savras-- »

ACTO VIII

En un lugar desconocido...
- ¿Realmente es necesario tenerlo vigilado día y noche aquí abajo? - susurró a su compañero.

- Esas son nuestras órdenes - respondió el otro mirando hacia la puerta de la celda que custodiaban.

En los ojos de su compañero vio el mismo atisbo de duda, pero tenía razón, no debían cuestionar su labor, por más tediosa que resultara. Aquel hombre llevaba allí meses. Tras las primeras semanas les habían prohibido incluso hablar con él, y no estaba seguro de por qué. Había rumores, claro, siempre los había con aquellos prisioneros sobre los que se toman tantas medidas de seguridad pero... Diablos, ni tan siquiera parecía peligroso. Incluso parecía amable. Es decir, él había visto a auténticos hideputas, delincuentes de la peor calaña. En cambio, este era... bueno, era un joven atractivo, sin duda. Y muy bien educado.

- ¿De verdad crees que hizo todo eso?

- ¿Te han dicho lo que hizo? - preguntó su compañero con cierto tono de reproche.

- Bueno... solo rumores. Seguro que tú también los has escuchado. ¿No te parece raro que no nos digan exactamente por qué está aquí?

- Lady Oira así lo ha mandado, es suficiente. Si está aquí, es por algo.

La puerta del pasillo se abrió, mostrando a uno de los guardias de la zona alta portando una pequeña bandeja con comida y agua. La dejó con desprecio sobre una mesa y sin decir nada, se fue dando un portazo.

- Hoy te toca a ti - dijo su compañero -. Oye, voy a mear, vuelvo en seguida.

Asintió, cogiendo la bandeja y dirigiéndose a la celda. La puerta metálica no poseía ningún tipo de apertura, tan solo una rendija en la parte baja por la que pasaban la comida al prisionero. Se agachó y antes de tocarla, esta se abrió.

- Buenas noches, Tom - saludó con tono encantador la persona al otro lado.

- ¿Cómo sabes que es de noche aquí abajo? - preguntó mientras le daba el plato.

- Solo es necesario saber contar. Oh, alubias, da las gracias al cocinero por su esfuerzo.

¿De verdad era peligrosa una persona que agradecía el trabajo de un simple cocinero? Miró al fondo del pasillo, nervioso, y bajó la voz. Sabía que no debía hablar con él, pero con el tiempo no había podido evitarlo. Demasiadas horas, demasiada curiosidad. Cerró la rendija y se quedó junto a la puerta, aguardando pare recoger el plato cuando acabara. Al otro lado, se oía la dulce voz del preso cantando mientras comía. Nunca había escuchado a nadie cantar tan bien. Era... un buen motivo para esperar junto a la puerta.
"Un alma más a la llamada, por todos, en silencio.
Vienen dos almas más a la llamada, por todos, en el tiempo.
Tres almas más a la llamada. Ellos caen, aún más.
Cuatro almas más a la llamada, no serán todos.
Y lo sabes."
La rendija volvió a abrirse, mostrando el plato completamente vacío con los cubiertos ordenados pulcramente en la bandeja. Se agachó y los recogió.

- Oye, ¿qué era esa canción? - susurró agachándose. Al otro lado no vio nada, hasta que el preso se agachó y le dedicó una radiante sonrisa iluminada por sus bellos ojos azules.

- No lo recuerdo, a veces, me vienen melodías a la cabeza.

- Era... extraña.

- Gloriosa.

Escuchó como se abría la puerta de la letrina, lo que le hizo cerrar la rendija de la puerta y levantarse de golpe, volviendo a su puesto.

- ¿Ya ha comido? - inquirió su compañero.

- Ha limpiado el plato, como siempre.

- Maldita sea, parecería que ese desgraciado se lo pasa bien aquí...
- - -


Mientras tanto, en Nevesmortas, durante una tormentosa noche...
Varias manos sujetaban la suya, haciéndole escribir. Las palabras fluían de su interior, susurradas por aquellos que lo rodeaban. Las paredes ardían y del suelo fluía agua sin parar. De la madera del escritorio caían gusanos constantemente que se retorcían y chillaban mientras se ahogaban a sus pies. Al menos estaba ella, siempre sonriente, mirándolo al otro lado. Su sonrisa a veces se retorcían, se derretía o desgarraba, pero siempre volvían. Siguió escribiendo, dejándose llevar, lo único que podía hacer era dejarse llevar. Había intentado luchar, pero siempre dolía. Nadie podía entenderlo, solo ella... Cerró los ojos y dejó que aquellas frías manos guiaran la suya sobre el pergamino.
Cuando finalizó salió fuera, se afianzó el roído sombrero sobre la cabeza y echó a caminar hacia la oscuridad. Había intentado vivir, vivir en la luz, pero no era posible. Todos los caminos que había sopesado siempre llevaban al mismo lugar así que... ¿para qué luchar? Las innumerables figuras que lo rodeaban le daban la razón, era mejor dejar que todo acabara. Rendirse. Al final, era una lucha que no podía ganar. No podía ganar contra sí mismo.

Dejó aquella los pergaminos donde debía, cogió la mano de la niña que había a su lado, y se adentró en la oscuridad que había intentado esquivar.

- Adios, Logan - susurró antes de desaparecer.
- - -


Al día siguiente, en el tablón de Nevesmortas todos podrían ver un pergamino inscrito con una caligrafía pulcra y ordenada.
Suficiente...
Con la luz...
Dime una...
Otra vez...
Mi sangre...
Tu línea...

¿Este eres tu en el interior?

Muerte
A los vivos...
La llama que no tiene corazón vivo.

En la orden de la vida, ellos saben que tú estás ahí...
Como has visto su plan, un verdadero disparo en la oscuridad.

Llegó demasiado tarde...
¡Se acabó!

Llamando, a los niños...
Concepción, y muerte
Silencioso, ¡pero gritando!

Daño hecho a la carne, lo que dijo, en nombre de ...
Daño hecho al corazón, es el comienzo del final!
Daño hecho a mi alma, ya sabes, donde está mi ...
Daño hecho a mi vida, maldiciendo en voz alta,
¡como el caos!

Tú estás aquí
Te has ido...
No es justo...
Estoy perdido.
Tu Dios...
Tu miedo...
¿Merece la pena el precio?

Orar...
Por los niños.
Te perdiste...
A lo largo del camino.
Aun recuerdo los nombres y rostros...

Frío y abandonado
Ellos lloran...
Su fe está en tus manos
Cuando acabe
¡¡Ellos vendrán a cazarte!!

Perdido...
Confusión...
Mortal...
Ilusión...
Pesadilla...
¡¡¡Intrusión!!!

Un alma más a la llamada, por todos, en silencio.
Vienen dos almas más a la llamada, por todos, en el tiempo.
Tres almas más a la llamada. Ellos caen, aún más.
Cuatro almas más a la llamada, no serán todos.
Y lo sabéis.

Sacrificio...
Vida perdida...
Destino redifinido.
Alguien te eligió...
Afortunado, cierra tus ojos. Tu familia sabe que estás aquí.

Llamando a los niños...
Concepción y muerte...
Silencioso, pero gritando.

Ocho almas más a la llamada...
No serán todas, ¡¡Y LO SABÉIS!!
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Re: Un arte inigualable

Mensaje por --Savras-- »

- ¿Es cierto lo que dicen? - preguntó el guardia mirando hacia el fondo del pasillo de celdas, donde solo una de ellas estaba ocupada -. He oído que hay un imitador que está continuando con sus asesinatos.

Su compañero siguió la mirada, frunciendo el ceño.

- No es bueno hacer preguntas, limítate a hacer tu trabajo.

- Lo sé, lo sé, pero no entiendo por qué estas medidas, es imposible que escape de aquí. Si hasta han trasladado al resto de presos a otro ala. Y ahora además han ordenado cambiar semanalmente de guardias, que nadie pase más de siete días aquí. Es decir, no voy a quejarme, esto son casi unas vacaciones, pero sabe Tyr que es raro.

- Como has dicho, es solo una semana, nos quedan seis días. Cuando acabemos, pregunta lo que quieras.

- No me van a responder. Al compañero de Tom incluso lo enviaron a otro destino cuando exigió respuestas tras el incidente. Desde que Tom se suicidó, los mandos se han vuelto más herméticos y evasivos.

- Por Tempus, eso solo son rumores. Tom era un buen hombre, cabalgué muchas veces con él. Tenía una esposa que le quería, un hijo al que amaba y una buena vida. No se sabe cómo murió pero me niego a creer que se... Mira, mejor dejemos el tema, estar aquí abajo no me hace gracia. Haz honor a tu uniforme, y céntrate.

El guardia lanzó un último vistazo a la puerta, suspirando. Del otro lado de ésta, les llegaba una agradable melodía y, antes de darse cuenta, estaba acompañando el ritmo con el pie. Tan solo unas palabras se dejaron oír junto a aquella tonada:
"Mi honor es mi vida"
Ah, la belleza de la perfección, la satisfacción de hacer brillar lo impuro. De convertir la mugre en cristalina plata, resplandeciente y pura. La figura derramó con meticuloso esmero la sangre, creando una flor a partir de ocho grandes manchas. Una flor carmesí de belleza inigualable que brotaba de la Orden de Caballeros. Da igual lo podrida que estuviesen las raíces, la más pulcra belleza siempre nacía de la podredumbre.

Colocó su última obra en uno de los pétalos de su sangrienta flor, protegido de la lluvia para que no enturbiase los más bellos detalles. Con delicadeza, limpió con agua y un pañuelo perfumado las zonas en las que había salpicado algo de sangre, dejando el cuerpo y la armadura impolutas. Abrió los pétalos que había creado en el rostro de aquel hombre al que había salvado del olvido, de una vida vulgar y soez, convirtiéndolo en una bella obra de arte. La magnificencia de la flor que había creado a partir de su rostro eclipsaba la mentira que representaba su uniforme. El contraste entre la libertad de su arte y la falacia de aquel atuendo eran la clave en aquella hermosa representación.
Colocó los detalles alrededor de su pequeña performance, dejó el lienzo y la carta y se marchó con la satisfacción de aquel que otorga una nueva nota de color al mundo, que comparte con los demás la belleza, expandiendo su limitada visión hacia la grandeza del arte.

- Un alma más a la llamada. Glorioso.
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