CAZA A MEDIANOCHE
Por los bosques de Nevesmortas, siempre han circulado historias de lo más curiosas, desde asesinatos en apariencia sin explicación, hasta asaltos de osgos hambrientos de riquezas, e incluso de víctimas drenadas de sangre... si te quieres creer ciertas historias.
Los animales, suelen reaccionar ante los extraños con miedo y a veces con furia, pues son cazados a menudo, ya sea por pieles, comida o incluso crueldad. Eso siempre ha generado una actitud agresiva, que se ha ido perpetuando de generación en generación como un hábito producto del aprendizaje de las manadas.
Es mera supervivencia.
Cuando los cazadores se enfrentan a esas presas, se produce un momento crucial en el que el papel del cazador y la presa aún no ha sido asignado y en el que cualquier ventaja o error puede decidirlo todo en un momento.
Pero cuando hay una muerte, sea del aspirante a cazador o del animal que pretendía ser una presa, se acepta como el orden natural de las cosas. Es la magia de la caza, unos son devorados, otros se alimentan y quizás otro dia sea del revés.
Hay caza respetuosa, la caza que mantiene el orden, aquella que se caza a los más ancianos para que puedan alimentar a otra especie, respetando a los jovenes y los débiles para que crezcan, perpetuando así el ciclo de la vida y la muerte.
Y luego está la
Canción de la sangre.
Eso fue lo que Katherine, la Inoportuna, una mera aldeana errante, contempló cerca de las inmediaciones del suroeste de Nevesmortas, mientras viajaba con Annie, tras volver de observar a unos orcos que frecuentaban peligrosamente los caminos más cercanos.
La Canción de Sangre, nace de un Dios primigenio enloquecido, Malar, el señor de las Bestias.
Sus fieles más aguerridos, suelen iniciar cazas para honrar a esa deidad motivados por un ansía de sangre desmedida sin ninguna razón más allá de saciar unos segundos ese ansia de matanza. No es como si una horda de lobos te asaltara, es mucho más peligrosos, porque se unen los alfas y los aspirantes a serlo de las manadas más salvajes y brutales de la faz de Faerun.
Y dicen que la mejor presa, suelen ser la carne de presas inteligentes, como la humana.
Sucedió, que los lobos y los aullidos empezaron a rodearnos, y en cuanto sentí lo que eso podía significar, observando el cambio de luna, supe que corríamos un grave peligro. Debo admitir, que sentí miedo por lo que podía suceder, por eso inste a Annie de correr hacia la seguridad de la villa, dónde en caso de una matanza, por lo menos tuvieramos compañeros de armas con los que defendernos.
Pero la cosa se puso tensa, su falta de reacción, quizás movida por el miedo que la congeló, y la velocidad de los depredadores, quiso que nos acabaran rodeando licantropos manchados por la rabia infinita de Malar. Esos licantropos, mayormente lobos, no tienen salvación alguna, viven y mueren para la eterna carniceria.
Rodeadas, luchamos como podimos, y logramos vencer a las primeras oleadas que nos asaltaron. Pero pronto se unirían los más poderosos, interesados en aquellos que vencían a los aspirantes más jovenes.
En esos instantes, Mel quizas movida por el ruido de la batalla, apareció y las insté a escapar, mientras trataba de frenar el avance (con más suerte que pericia), pero lejos de irse, decidieron quedarse... Esta aldeana, tuvo que contener los nervios, y enfrentarse a un licantropo jabalí, que embistió. Alabada sea mi suerte, cuando convoqué un halo de oscuridad a mi alrededor que me permitió sortearlo y hacerlo empotrarse en un árbol, momento que aproveché para decapitarlo de un golpe, esperando que fuera suficiente.
La sangre salpicó alrededor, y por fin tomaron consciencia del peligro que corriamos, no tuve que volver a repetirlo. Mi mirada, mi respiración agitada (y mi rabia contenida) lo dijo todo.
Al volver, avisamos a las autoridades locales, mientras las buenas gentes buscaban refugios tras las murallas.
Esa noche vivimos un dia más, otros menos afortunados morirían durante la Canción de sangre.
Debemos preguntarnos, siempre, quienes fueron los más afortunados, los que siguen o los que se quedaron... pues el Ciclo se volverá a repetir. Resguardaos, afilad las armas, practicad y coged valor,
ellos siguen fuera.