Davkul de Ilmáter

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Tellhar
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Davkul de Ilmáter

Mensaje por Tellhar »

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La juventud de Davkul fue muy distinta a cómo es ahora, creció en los suburbios de alguna ciudad, ni si quiera recuerda cuál, tenía que robar para ganarse la vida y poder comer algo.

Esto le llevó a involucrarse con una banda de maleantes, los cuales le iban dando trabajos. Ganó fama, pues el hambre aviva el ingenio, y resultó ser un ladrón de lo más hábil, dándole cada vez trabajos mejor remunerados y más peligrosos.

Cierto día, le ofrecieron una buena suma por robar y matar a una persona. La cosa empezaba a dar un cambio importante, pues hasta ahora nunca había matado a nadie. Pero aceptó, la oferta era muy buena, no se podían rechazar cien mil lunas tan fácilmente.

Llegada la noche, estaba en el lugar indicado, y por ahí, tal y cómo le habían dicho, pasaba una persona , mirando constantemente hacía atrás. Claramente temía que la siguieran. Cuando salió a su paso pudo ver en la mirada de esa mujer un temor como nunca había visto. El silencio reinó en el callejón. Hasta que el llanto de un bebé lo rompió, estaba en los brazos de la mujer, algo en su interior le dijo que no podía hacer por lo que le habían pagado. Pudo ver dos sombras a varios metros, acercándose a la posición de la mujer, se arrancó la llave que llevaba en el cuello, y se la tendió a la mujer.

-Id a la calle de los tintoreros, y preguntad por Marga, ella os dará cobijo. No temáis, nada os pasará.

La mujer, dudó durante un instante, pero sabiendo que no disponía de mucho tiempo, cogió la llave y huyó.

Así fue que las dos sombras llegaron a su altura, buscaron con la mirada a la mujer que perseguían. Al no verla le preguntaron a Davkul.

- ¿Dónde está la mujer? ¿Qué has hecho?.

No opuso resistencia cuando le golpearon, perdió el sentido de un sólo golpe.

Cuando abrió los ojos estaba en un sótano, le resultaba familiar, había estado allí antes, seguro. Pero en otra situación, ahora se encontraba con la cabeza y los brazos metidos en un cepo.

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Tellhar
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Re: Davkul de Ilmáter

Mensaje por Tellhar »

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Tardó unos segundos en percatarse de que no estaba solo. En una esquina de la habitación, estaba su contratista, un hombre de aspecto demacrado, con más de diez lágrimas tatuadas cayendo del ambos ojos.

-Oh bien, ya podemos empezar.-

Le dedicó una sonrisa fingida a Davkul antes de levantarse y buscar de forma desinteresada en una mesa repleta de cuchillos.

La tortura duró más de una hora. No dijo ni una palabra de dónde estaba la mujer, ni siquiera después de los latigazos, ni siquiera cuándo le arrancó el ojo de su cuenca.

Cuando iba a arrancarle el otro ojo, un golpe sordo sonó en las escaleras de bajada, y un segundo después, apareció una de las dos sombras que perseguían a la chica en la noche. La traía a empujones, y en la otra mano, cómo si se tratara de un bulto cualquiera, llevaba al bebé.

-Estaban en casa del cagón. -

Señaló con la cabeza al hombre del cepo mientras empujaba a la mujer a una esquina de la habitación, metió esa misma mano en una bolsa y sacó una cabeza con una mueca grabada en su rostro. Era Marga.

-Bueno, en ese caso, me temo que los juegos han terminado, ¿eh? ¿Dav? Con lo bien que lo estabamos pasando... Tú, mata a la zorra.

Hizo un gesto hacía la chica con el cuchillo. La asesino dejó caer al recién nacido envuelto en mantas al suelo y se dirigió a la mujer cuchillo en mano.

Quizá fueron los dioses, pero los más probable fuera que después de haber usado ese mismo cepo, con el mismo candado durante años estuviera tan oxidado que hasta un niño lo hubiese podido romper. Bastó un golpe enérgico de Davkul para que eso pasara. El torturador se quedó mirándolo unos instantes. Los suficientes para que el prisionero se levantara, y cómo movido por los dioses, se plantase a su lado, propinándole un fuerte puñetazo en el mentón y dejándolo inconsciente con ese mismo golpe, Davkul se agachó y cogió el cuchillo, y sin haberlo hecho antes, lo lanzó contra el corpulento hombre que se disponía a matar a la moza. Acertó en el pecho.

Lo siguiente que recuerda es un dolor casi tan insoportable cómo cuando le arrancaron el ojo. Se encontraba tendido en una camilla, mientras un sacerdote hurgaba en dónde debía estar el globo ocular.


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Tellhar
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Re: Davkul de Ilmáter

Mensaje por Tellhar »

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Pasaron semanas y aún no estaba recuperado, pero estando en el templo de Ilmáter descubrió una nueva perspectiva de su vida. Había vivido siempre pensando en sí mismo, hasta que se encontró con ella. La madre de un bebé, no sabía quién era ni si quiera después de haberla salvado. Pero aún así se sacrificó por ella. Habría muerto por protegerla.

Cuando el monje que trató sus heridas anunció su partida, Davkul preguntó si podía acompañarle, nada le ataba a esa ciudad, y era hora de cambiar. El curandero accedió, además de para terminar de sanar el ojo de su paciente, había visto algo en él, no muchos son capaces de sacrificarse así por alguien a quién no conocen.

Se despidió de la desconocida, ni si quiera preguntó porque la buscaban, pero los asesinos ya estaban muertos, no debía temer.

Así Davkul emprendió su camino, como paladín de Ilmáter. Su aprendizaje fue largo. Veinte años después, Davkul se había convertido en un fiel devoto del Dios Quebrado. Había ingresado en la orden de Los Quebrantados, una orden monástica dedicada a vagar por el continente, prestando su ayuda como sanadores y luchando contra el mal en cualquiera de sus formas.

Llegó el momento de separase de su maestro, ya era un miembro de pleno derecho de la orden, y dos monjes juntos, abarcan la mitad del camino, separándose llegarían al doble de sitios.

Davkul continuó su camino, y así es como llegó a las frías tierras del norte.

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Tellhar
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Re: Davkul de Ilmáter

Mensaje por Tellhar »

PUÑOS QUEBRADOS DE ILMÁTER

En su estado de trance podía verse a sí mismo desde otro ángulo, fuera de su cuerpo.

Meditaba con las piernas cruzadas, mientras sus brazos descansaban apoyados en sus rodillas. Desde su posición, unos metros más arriba de dónde estaba su cuerpo físico pudo vislumbrar una luz, blanca y brillante. Era extraño, pues de ese lugar sólo podía salir oscuridad. Abrió su único ojo, y su alma y cuerpo volvieron a fundirse en uno. Se incorporó despacio, cogió su bastón y empezó a andar hacía el bosque.

Anochecía cuando llegó a la entrada de la arboleda. Bebió un par de los brebajes qué el mismo preparaba y se internó entre los árboles con sonrisas macabras.
Mientras caminaba a la entrada de la cueva tres espectros tomaron forma frente a él. Alzó el bastón al cielo y entono una plegaria.

-Ilmáter, expulsa a estas almas impías, devuélvelas a dónde deben estar.- Los espectros se retorcieron durante un segundo, profirieron un lamento ensordecedor y se evaporaron lentamente. Asintió al cielo y dio las gracias para sus adentros.

Llegó a la entrada de la cueva, subió las escaleras en silencio, tratando de no ser oído. Miró hacía abajo, y dónde debía haber estado la luz que vio, sólo había oscuridad, como siempre que había venido a por hongos. Nuevamente imploró ayuda al Dios Quebrado, y una luz tan clara como la del día lo envolvió, desvaneciendo las sombras a su alrededor. Saltó por el agujero de unos treinta metros de profundidad, aterrizó con gracilidad, y los vio, tres medianos, parecían esperarle, sus armas producían un rojo maligno, y sin dejar que se incorporase empezaron el ataque.

Antes de que el primero de los tres atacase, ya había recibido un golpe con el borde de la mano del paladín, el mediano se llevó la mano a la sien y se quedo aturdido un instante, suficiente para que el siguiente golpe de Davkul, esta vez con el bastón, le alcanzará en el otro lado de la cabeza, dejándolo fuera de combate y cayendo como un muñeco roto. El segundo, al ver la facilidad con la que había caído su compañero, se detuvo e invoco poderes malvados, pronunció una oración a su diosa oscura y su mano se torno del mismo color que las armas rojas, e intentó alcanzar a su enemigo. Davkul esquivó el toque, barrió con el bastón los pies del clérigo sharita y propinó otro bastonazo, esta vez en la cara, otro menos. El tercero corrió hacía él esperando cogerlo por sorpresa mientras luchaba con los otros dos, el paladín le golpeó con la palma de la mano en la nariz, incrustándosela en el cráneo. Miró los tres cuerpos y susurró unas palabras.

-Ilmáter, si estas almas tenían luz en su interior, no dejes que se pierda.-

Una risa malvada resonó en la cueva al oír la plegaria. Davkul miró a dónde creía que provenía el sonido, pero no vio nada. Cerró su único ojo y se concentró unos segundos. No podía verlo, pero sí sentir su mal, tan palpable como si fuera físico, a unos pocos metros delante de él.

Aún con el ojo cerrado, sintiendo la mezquindad, invitó a rendirse al contrario.

-Ríndete, y juro que seré clemente. Una carcajada volvió a romper el silencio de la cueva, aunque está vez salió un humano de entre las sombras que no eran alcanzadas por la luz divina. El hombre iba ataviado con una túnica negra con un símbolo en ella, un círculo negro con el borde de color púrpura; Shar. Davkul abrió su ojo y lo míró.

-Luna oscura. – Dijo con una mueca en su rostro, apoyó el bastón en la pared, soltó el broche que sujetaba su capa dejándola caer a un lado, después, se puso en guardia con lentitud.

El monje de Shar ya tenía las kamas en la mano, y se abalanzó de un salto sobre el paladín lanzando un corte doble que pretendía ir desde el pecho al abdomen, éste esquivó y lanzó una que no alcanzó a nadie, aprovechando la cercanía del asesino intentó golpearle con el codo en la sien, pero también evadió el golpe. Ambos luchadores esquivaban sin parar, arriba y abajo, abajo y arriba, una y otra vez, se separaban y volvían a enzarzarse lanzando puñetazos, patadas y cortes, sólo un ojo entrenado podría ver todos los movimientos. El sharita entonces trató dar un tajo, de derecha a izquierda y está vez acertó a Davkul, que saltó hacia atrás. Cayó con una rodilla al suelo y presionó la herida con la mano, estaba sangrando abundantemente, pero con el toque del paladín empezó a sanar. El monje oscuro, creyendo tener a su merced al enemigo, se acercó despacio y preparó las cuchillas en forma de tijera, dispuesto a decapitar a Davkul, quién aún arrodillado apretó el puño que empezó a brillar imbuido en poder divino, se puso en pie de un salto, propinándole un puñetazo en el mentón, el asesino dio dos pasos atrás llevándose las manos a la garganta y algo empezó a hervir en su interior, hasta que al final se desplomó de espaldas.

-Siente tu maldad.-

Tardó unos instantes en recobrar el aliento, volvió a cerrar el ojo y concentrarse, tratando de detectar maldad a su alrededor. No parecía haber más. Buscó algo que pudiera explicar porqué estaban ahí, y entonces encontró una caja. Al abrirla vio en su interior habían un par de vendas que emitían un brillo, median cerca de dos metros cada una y con un agujero en el extremo. Metió el dedo en el agujero y las enrolló en las manos, apretó los puños y pudo sentir el poder del bien, el poder de Ilmáter.

Ilmáter le había encomendado encontrarlas, esas reliquias no debían estar en manos de unos adoradores de la oscuridad.

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