Jennefer
Publicado: Lun Jul 13, 2020 4:29 pm
Aquí estoy iniciando una especie de… diario que nunca pensé que tendría pero siento que lo necesito. Dicen que sienta bien a las personas que han vivido ciertas experiencias difíciles de asimilar y también para poner en orden algunas ideas. En fin, yo lo usaré para eso y para documentar todo lo que estoy descubriendo en esta villa que cada vez me está pareciendo más y más tétrica. E irónicamente es lo que me impide marcharme a pesar de haber sido la primera en decirles a Marshall y a Dana que solo estaríamos de paso. Bueno… allá va. No estoy del mejor humor del mundo esta noche pero como no puedo dormir, relataré lo que ha ocurrido en la zona sur de la villa. Y mi historia… supongo que ya escribiré sobre ella. Cuando me encuentre con ganas y sobre todo, fuerzas.
Todos estábamos estupefactos y sin tener mucha idea de lo que hacer. Yo me dispuse a rodear el árbol para inspeccionarlo mejor, intentar ver algo que el resto no hubiera visto por el momento para al menos ayudar en el asunto. Fue entonces cuando me percaté de que la marca que había en la corteza aparte de estar marchitándose, rezumaba una savia negra y espesa, aparte, en el suelo donde se hallaba la bruma también habían unos extraños gusanos que se retorcían. Se me puso la piel de gallina. Mientras, Marshall estuvo hablando de quemar del árbol para acabar con el problema, abriéndose así un debate sobre lo que hacer. Reise se evadió de ello para entrar en la acción, por lo que se dispuso a concentrarse antes de emitir una plegaria.
Mientras tanto, volví a observar el árbol, especialmente la marca marchita que lucía en la corteza y entonces, como si de una iluminación celestial se tratara… caí en su procedencia. Supe que estaba relacionado con demonios aunque no pude decir de quién se trataba. No dudé en comunicarlo al resto para que entendieran que lo mismo nos superaba y que iba siendo hora de acudir al templo de Lazhander. Comenzaba a ponerme muy nerviosa, con más razón cuando Reise declaró que el árbol estaba maldito de “algo” que trató de poseerle.
Llegaron más aventureros que poco a poco se fueron aglomerando alrededor del árbol, incluido nosotros… y vaya error… Fuimos incautos y estúpidos por no habernos alejado en su debido momento porque al poco experimenté algo que dudo mucho que olvide algún día. Como si ya no tuviera hechos traumáticos con los que lidiar, se me sumaba uno más.
De pronto me vi sumida en una escalofriante ilusión aunque para mí fue muy real, de hecho aún tengo mis dudas pero me lo callo para que no me tomen por loca. Mi cuerpo fue sacudido por un intenso dolor que me hizo retorcerme y mi cabeza parecía que iba a estallar. Cuando me quise dar cuenta me encontraba rodeada de llamas… Otra vez. Fuego ardiente. Llamas bailando a mí alrededor, caldeando el ambiente y devorando mi piel. Pude sentir su roce, al igual que pude sentir la presencia de enormes criaturas que se movían entre el fuego. Vi sus enormes formas, sus movimientos. Estaba histérica. Me recuerdo gritar como una histérica y caer al suelo presa del terror. Durante esos agónicos minutos no supe qué pasaba a mí alrededor. Todos mis sentidos estaban atentos a esas criaturas que me acechaban y que cada vez estaban más cerca de mí hasta que todo fuego desapareció.
El entorno cambió abruptamente para encontrarme entonces frente a una enorme montaña de hielo y en cuyo centro algo había encerrado que me observaba, muy fijamente. Es algo de lo que estoy muy segura porque lo sentía en mi interior. Y cuando pensaba que esa criatura terminaría por ejecutarme, algo me saca de ese gélido lugar. Reise. Aun no le he dado las gracias por haberme sacado de ese trance pero no estaba en condiciones de hacerlo en esos momentos, demasiado asustada.
Habían venido más aventureros que antes no estaban, ¿Cuánto tiempo estuve así? Entre ellos se encontraba Ángela que junto a Reise trataban de purificar el árbol o lo que fuese para que dejara de estar maldito. Necesité varios minutos más para tranquilizarme, un elfo vino a mí para adelantar el proceso y pude por fin levantarme. Expliqué lo que me había pasado aunque no sé si lo hice bien o solo soltaba frases sin sentido, no me acuerdo, aun me sentía mal y aterrorizada.
El suelo empezó a temblar y el árbol se resquebrajó al tiempo que era rodeado de la bruma que se alzó. El ambiente se caldeó por la desagradable brisa ardiente que procedía del árbol. Uno de los presentes, el espadachín, cayó al suelo, levitó y estuvo a punto de ser tragado al interior del árbol pero el resto logró salvarles. Todo sucedió muy rápido. Y entonces, después de que se oyera un desgarrador alarido, surgieron demonios que no dudaron en atacar a los que allí estábamos. Yo no participé en el combate, quedé oculta tras el edificio. Nunca antes los había presenciado. Eran enormes, fieros y emanaban malignidad por cada parte de su ser. Afortunadamente lograron derrotarlos y de ese modo, el árbol, que ya se había convertido en un portal, estalló en llamas lo que atrajo consigo a todo aquel que estuviera cerca pero no hubo que lamentar ninguna pérdida…
Ante nuestros ojos vimos que ya no había rastro de la bruma, solo los gusanos que seguían retorciéndose en el suelo. Y la marca… La marca dejó de expulsar aquella savia negra pero se seguía viendo. Todo parecía haberse acabado hasta que la pronunciación de un nombre extraño me provocó una nueva punzada de dolor en la cabeza y la visión de la montaña helada que guardaba algo malévolo que me observaba.
La espada negra
Marshal y yo habíamos vuelto de un viaje a Sundabar y nos disponíamos a descansar en La Rosa y El Martillo cuando Reise y un elfo que le acompañaba nos saludaron. Nos preguntaron si olíamos algo extraño pero siendo sincera… yo no olía absolutamente a nada. Marshall sí parecía notarlo y comentaron que se trataba de azufre. Les seguí hacia la zona sur de Nevesmortas donde suelo acudir para dirigirme a la mina de la villa aunque para esa ocasión sería para descubrir un hecho escalofriante. Allí el olor a azufre era casi insoportable, obligándome a taparme la nariz con la mano. Nuestros pasos fueron guiados por esa peste hasta un gran árbol que tantas veces había visto, no obstante, ese día lucía diferente… Aparte de emanar aquella pestilencia, en el suelo que lo rodeaba había una densa bruma y para acabar, una marca en la corteza que en un principio no logré identificar. 
Mientras tanto, volví a observar el árbol, especialmente la marca marchita que lucía en la corteza y entonces, como si de una iluminación celestial se tratara… caí en su procedencia. Supe que estaba relacionado con demonios aunque no pude decir de quién se trataba. No dudé en comunicarlo al resto para que entendieran que lo mismo nos superaba y que iba siendo hora de acudir al templo de Lazhander. Comenzaba a ponerme muy nerviosa, con más razón cuando Reise declaró que el árbol estaba maldito de “algo” que trató de poseerle.
Llegaron más aventureros que poco a poco se fueron aglomerando alrededor del árbol, incluido nosotros… y vaya error… Fuimos incautos y estúpidos por no habernos alejado en su debido momento porque al poco experimenté algo que dudo mucho que olvide algún día. Como si ya no tuviera hechos traumáticos con los que lidiar, se me sumaba uno más.


Habían venido más aventureros que antes no estaban, ¿Cuánto tiempo estuve así? Entre ellos se encontraba Ángela que junto a Reise trataban de purificar el árbol o lo que fuese para que dejara de estar maldito. Necesité varios minutos más para tranquilizarme, un elfo vino a mí para adelantar el proceso y pude por fin levantarme. Expliqué lo que me había pasado aunque no sé si lo hice bien o solo soltaba frases sin sentido, no me acuerdo, aun me sentía mal y aterrorizada.
El suelo empezó a temblar y el árbol se resquebrajó al tiempo que era rodeado de la bruma que se alzó. El ambiente se caldeó por la desagradable brisa ardiente que procedía del árbol. Uno de los presentes, el espadachín, cayó al suelo, levitó y estuvo a punto de ser tragado al interior del árbol pero el resto logró salvarles. Todo sucedió muy rápido. Y entonces, después de que se oyera un desgarrador alarido, surgieron demonios que no dudaron en atacar a los que allí estábamos. Yo no participé en el combate, quedé oculta tras el edificio. Nunca antes los había presenciado. Eran enormes, fieros y emanaban malignidad por cada parte de su ser. Afortunadamente lograron derrotarlos y de ese modo, el árbol, que ya se había convertido en un portal, estalló en llamas lo que atrajo consigo a todo aquel que estuviera cerca pero no hubo que lamentar ninguna pérdida…

“Bulbinbenbul… La espada negra dentro de una montaña”
Shondakul brindó a Reise con más información del demonio responsable de lo ocurrido, al menos se tenía un nombre y yo por desgracia, unas vivencias ilusorias que describían bien la montaña donde se alojaba ese mal. Hoy no, ni mañana… Pero me encantaría visitar a Ashnar para hablar sobre el tema, para saber qué sabía sobre lo ocurrido porque no por nada acudía cada semana a reforzar las protecciones que sellaba el portal.