Los orcos que están por venir

La fuente es el lugar donde todos los acontecimientos de la Marca son comentados. (Foro "on-rol" del servidor)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Daan
Araña Terrible
Araña Terrible
Mensajes: 150
Registrado: Lun Dic 10, 2018 6:54 pm

Los orcos que están por venir

Mensaje por Daan »

El día de Seda

Los orcos coreaban rítmicamente el nombre de Gruumsh. Los tambores resonaban con eco entre las cuevas. El incienso en honor a la deidad impregnaba sus fosas nasales con un olor fuerte y pesado, aturdidor. En el suelo, Seda intentó realizar un movimiento leve, hundiendo los hombros con toda la discreción posible para tapar sus manos con la capa y poder gesticular sin llamar la atención.

¡Sin tonterías, rea!

El gran orog tuerto tiró de las cadenas que la inmovilizaban con violencia, levantándola y volviéndola a tirar al suelo de un bofetón en la cara. Guantazo tamaño extra-grande.

¡Oufchhh! Fi fa fido affcidenfal... –se quejó a través de la mordaza, intentando escurrir el bulto con todo el cuerpo maltrecho tras la captura.

El orog reía sin escucharla.

Habéis venido en el momento propicio– volvió a tirar de las cadenas desequilibrando a la humana–. Los Clanes hemos oído cosas. Cosas que vendrán. Es hora de congraciarnos con Gruumsh. Tú y tus compañeros seréis parte del festín de los Clanes…

Sus compañeros. ¿Dónde cojones estaban sus compañeros? ¿Por qué estaban tardando tanto? ¿Y quién le mandó seguir a Tellhar a las cuevas orcas? Vaya mierda de día estaba teniendo…
Tellhar necesitaba un polvo. Un polvo mágico. Vamos, un componente para sus conjuros. Y ese componente se encontraba en lo profundo de las cuevas llenas de orcos que horadaban Felbarr.

Era un sitio peligroso, pero normalmente las patrullas no eran muy grandes, ellos contaban con el factor sorpresa y se había reunido un grupo competente. Yerilian y sus flechas, que eran muchas; Max con su espadón y tesón draconiano; Idril con su magia y Tellhar con su ego, que podía servir para parar a un ejército. Ella se encargaba de trampas y cofres, como de costumbre: un trabajo sencillo, hasta que empezaron a sonar los tambores.

Seda sabía por experiencia que los tambores orcos nunca auguraban nada bueno. Se había enfrentado a muchos de aquella raza en su vida pasada y, cuando estaban organizados, eran de temer. Además, sonaban a su espalda. Acercándose y bloqueando la salida. Acompañados de un rumor sordo en el que se distinguía el nombre de Gruumsh. Qué manía tenían con su dios…

Decidieron quedarse e investigar qué pasaba, porque tanto revuelo no era normal. En sigilo, conectada por cuchicheos mágicos con Yerilian y desapareciendo de la vista de todos, Seda retrocedió para explorar. Llegaron los orcos, con una primera oleada liderada por un ejemplar enorme y regio que fue el último en caer de los suyos. Pero eran más.
Apenas llegó a advertir a Yerilian de la llegada de un numeroso grupo de orogs antes de que se interpusieran entre ella y sus compañeros. Quizás no era tan mala situación, pudiendo atacar a su chamán por la espalda.

Pero el chamán la encontró antes de que pudiera abatirlo y parecía que su dios le tenía en bastante aprecio.

Sus cánticos dispersaron todas las capas de Urdimbre que la protegían. Con un gesto, una mano espectral la sujetó haciendo crujir sus huesos; y así, entre imprecaciones, Seda atisbó a ver cómo un soldado orog se acercaba a ella con cara de pocos amigos antes de que se hiciera la oscuridad.

Atacar al chamán no había sido tan buena idea.
Despertó terriblemente dolorida, amordazada y encadenada por un gigantesco orog que portaba un espadón casi del tamaño de Seda. Era enorme, más que cualquier otro que hubiera visto, tuerto como su maldito Gruumsh y bastante competente, para su desgracia. Al menos, para su suerte en este caso, parecía relativamente hablador aunque tocara temas poco agradables.
Siéntete honrada –tiraba de las malditas cadenas–. Tus huesos serán puntas de lanza. Tu sangre vino. Todo en honra a Gruumsh.

¡Fe vendrá una fiarrea, cafullo! ¡Fienso infigesfarme!– se revolvía ella sin mucho éxito.

Insultar servía de poco. Su argucia para intentar soltar las cadenas había sido percibida y contestada con golpes. Los numerosos orcos y orogs de la sala hacían impracticable ninguna de sus invocaciones para escabullirse sin salir malparada. Sólo le quedaba ¿parlamentar?

Sí, ganar tiempo, tiempo escaso. ¿Dónde se habían metido los otros?

Oie, ¿y feguro fe fieres fafrificar a alfien tan alfenique fomo yo? Fería máf úfil afuyándoos...

El orog comenzó a reír.

¿Qué ayuda puedes prestar tú que no nos preste Gruumsh?

Contorsionándose un poco, mordiendo y aflojando una tela que salía de vete tú a saber qué armario orco, se liberó de la mordaza escupiendo.

No preferiríais sacrificar... ¿qué se yo? ¿A algún sacerdote? ¿O un elfo? Sé que Gruumsh aprecia a los buenos luchadores, y mírame a mí... –dirigió la mirada a su cuerpo pequeño–. Tú me sueltas, y en unos días te traigo a alguien.

En unos días… en unos días nos alzaremos sobre las tierras, devastándoos en nombre de Gruumsh. ¡Da gracias que tus huesos harán terminar la vida de otros guerreros!

Que sí, que sí. Mis huesos. Pero mis huesos no son ni mondadientes para Gruumsh... Venga, en un solo día. Soy buena trabajando bajo presión.

Tus huesos harán caer a otros, que por la gloria de Gruumsh serán desollados. Sus huesos afilados para flechas o lanzas. Sus ligamentos reforzaran nuestros arcos…

Pues que sepas que mis huesos se romperán. Y no tengo los ligamentos tan fuertes. ¡No sacarás buenas armas de mí!

El orog continuaba hablando, ignorándola y dirigiéndose a la multitud.

¡POR LA GLORIA DE GRUUMSH Y LO VENIDERO RECLAMAREMOS LAS TIERRAS!

Los vítores rompieron en la sala y los cánticos y tambores se acallaron. Aquello era mala señal.

¡Gruumsh te va a mandar a la mierda por ofrecerle sacrificios tan endebles! ¡Puedo traerte cosas mejores que yo misma si me sueltas!

El tuerto volvió a reír.

Tú ruega por tu vida: has caído en batalla y serás la primera de muchas.

¿En batalla? ¡Me ha atrapado un chamán por la espalda! –omitió cautelosamente que la que había atacado por la espalda era ella– ¿Eso es lucha gloriosa?

Sus argumentos caían en saco roto una y otra vez, el tiempo se agotaba y le quedaban uñas porque no podía mordérselas. Empezaba a ponerse seriamente nerviosa por su situación, cuando todo se precipitó.

Un instante, Max placaba contra el orog tuerto, saliendo de la nada e impactando contra el gigantesco cacique como quien golpea contra una pared, saliendo despedido hacia atrás. Al mismo tiempo, Yerilian disparaba varias flechas con ácido hacia las cadenas y escuchaba a Idril conjurar: en mitad del caos apareció un portal, un bendito portal, que se abrió cerca de ella.

No había tiempo que perder. Un tirón rápido tomó por sorpresa al orog terminando de quebrar las cadenas corroídas, y con un salto, cabeza por delante y ojos cerrados, se zambulló en las ondas mágicas para salvar su culo.
Golpeó con fuerza las losas de Adbar al caer, y vio desde el suelo cómo cruzaban Yerilian, Max y, finalmente, Idril. El arcano cerraba la abertura mágica, terriblemente malherido, pero con el hálito suficiente para mantenerse con vida hasta que Max y Yerilian le estabilizaron. Tellhar no estaba, pero más tarde le explicaron que había montado una maniobra de distracción.

Incrédulos, tras comprobar que estaban todos a salvo, se derrumbaron en mitad de la plaza enana, ignorando las miradas de los asombrados viandantes que pasaban por el lugar.

Os debo una, chicos, pero ahora… ¿me contaréis por qué habéis tardado tanto?
Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
LoneStar
Tejón Convocado
Tejón Convocado
Mensajes: 22
Registrado: Mar Abr 14, 2020 10:28 am

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por LoneStar »

El día de Max


Al mismo tiempo del relato de Seda…


Una cosa es contar con el privilegio de los poderes de Idril para irrumpir con furia castigadora en un campamento fortificado, con un plan mediante y suficientes garantías de éxito como para poder concentrarse únicamente en la batalla.

Otra cosa muy distinta era “aquello”. Estaban atrapados en los dominios del Cráneo Roto, agotados y con los recursos justos. Se suponía que tenían que operar bajo invisibilidad para localizar a Seda mientras Tellhar les daba tiempo distrayendo a las patrullas que les estaban buscando, pero en un instante… un suspiro, todo se torció.

Acababan de revisar la despensa. Los tres compañeros tenían la esperanza de encontrar a Seda atada a un espeto, con una manzana en la boca y salvarla a tiempo de un cálido destino. No tenían muchas esperanzas de encontrarla viva, pero al menos esperaban rescatar algo que pudiera volver a ser Seda, con los correspondientes cuidados divinos. Pero la joven no estaba ni allí ni en los calabozos.

El siguiente paso era buscarla en el altar de sacrificios, pero fue entonces cuando de súbito, la invisibilidad de Max se disipó en medio de la cámara principal.

Un personaje enorme y alado, con un espadón enorme y en llamas; ataviado con una armadura enorme y dorada, apareció de repente en medio de la cámara poblada de orcos. Ni siquiera hizo falta que dieran la voz de alerta. La mera estampa del brillante guerrero era de por sí una alarma viviente.

Empezaron a salir orcos y orogs de todas partes. Max jamás había visto tantos juntos. Guerreros y chamanes en proporción de combate, emergían de los corredores gritando como bestias frenéticas. Uno de ellos salió de una de las chozas con el cinto y el hacha al hombro tratando de subirse los pantalones. Llegó a la escalera, tropezó con su propio atuendo y se precipitó rodando hasta el suelo. La escena era cómica, sin duda, pero en aquel momento Max no tenía ni la más mínima gana de reír.

Eran orcos y orogs del Cráneo Roto, una de las tribus de élite más peligrosas y temidas que tenían en jaque a la fortaleza de Felbarr.
Max entendió que iba a morir. Que todos ellos: Yerilian, Idril, Seda y quizá Tellhar, estaban condenados. Pero también sabía que la negociación con aquellos seres era inútil, sobre todo después de haber aniquilado un destacamento completo apenas una hora antes.

Así pues, hizo lo que mejor sabía hacer y lo único que había funcionado hasta ahora: Seguir repartiendo mandobles con generosidad.

La escena fue infernal: Venía uno, caía. Otro detrás, otro que caía. Un golpe fortísimo por la espalda, se gira y se encuentra con un chamán rodeado por un sinfín de chispas y luces. Dos estocadas precisas y las luces se disipan. Otro enemigo menos. Apenas recompone su guardia y ya se le acercan dos más…. Una sombra pasa por su lado y ve a Idril gravemente herido perseguido por un mastodonte con ojos sanguinarios. Intercepta la carrera del orco para dar una oportunidad a Idril y le derrota con un formidable tajo que le parte el cráneo en dos.
-(Cráneo Roto, je je….) - Pero los otros dos ya le flanquean y las fuerzas le empiezan a fallar pues tiene más heridas de las que es consciente. Max se enfrenta a ellos a sabiendas de que será su último combate, pero entonces una lluvia de proyectiles mágicos impacta contra uno y lo envía al paraíso de los orcos imbéciles. ¡Es Idril devolviéndole el favor! El otro orco se queda sorprendido por un brevísimo instante, que es todo cuanto el guerrero necesita para incrustarle a “La Impaciente” sobre su hombro y enviarlo junto con su compañero.

-(Por fin un par de segundos para recompo….) -Max no termina la reflexión. Algo ocurre en una esquina de la gran cámara. Yerilian está acorralado por dos orcos enormes y un poco más alejado un chamán empieza a hacer gárgaras (o tal vez entonar un cántico de conjuración) Idril corre hacia allí mientras se aplica un torniquete sobre una herida que no pinta bien. Adiós a los segundos de paz. Vuelta al infierno.

Un largo y violento minuto después, una flecha de Yerilian se incrusta entre los ojos de un chamán que se queda de pie un instante, con cara de unicornio estúpido. Su caída es el último sonido producido por la batalla más complicada en la que Max se había visto jamás. Y eso que había luchado con dracoliches en el pasado.
Solo los tambores lejanos y la agitada respiración de los tres supervivientes, se escucha con fuerza en la penumbra de la gran cámara principal. A sus pies, una veintena de orcos y orogs del Cráneo Roto yacen inmóviles entre charcos de sangre y enormes manchones de quemaduras.

- ¿Estais bien? -El tono de voz del semidragón denotaba que no se creía que los tres estuvieran aún respirando.
- Nosotros sí, pero tú estás mal herido.

Era cierto. Max había usado la valiosa poción que Pactoscuro le había regalado y eso había cambiado las tornas de la batalla. Pero desde aquella milagrosa recuperación, hasta el momento actual, al menos seis enemigos habían burlado con sus armas las defensas del guerrero.

Empezó a beber todos los viales de curación que iba encontrando en su revuelto inventario al tiempo que sus dos amigos le aplicaban alguna cataplasma de urgencia aquí y allá.

De nuevo bajo la protección de la invisibilidad, llegaron a la cámara del Altar Sagrado. Estaba desierta. Por lo menos parecía que Tellhar estaba haciendo bien su trabajo.

-(¿Pero dónde cojones está Seda?)

Más perdidos que un pulpo en Adbar, los tres compañeros avanzaron ocultos siguiendo el ruido de los tambores como buenamente pudieron.
Finalmente alcanzaron la cámara de mando y contemplaron con horror que la parte complicada de todo aquello, aún estaba por venir…
Última edición por LoneStar el Dom Dic 13, 2020 2:12 pm, editado 7 veces en total.
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Talonar alejó de un manotazo al ser escamoso que de la nada se abalanzó sobre él.

Mientras los orcos se precipitaban sobre el grupo que parecía aparecer bajo un conjuro, dos flechas impactaron en la cadena que sujetaba a la rea y vio como un portal rojizo se abría con un destello.

Lanzó la cadena corroída a un lado y se adelantó con una profunda estocada a quien mantenía el portal abierto.
El espadón se hundió en el costado del arcano mientras este, tras el paso del último de sus compañeros , se adentraba en el portal.

Poco faltó para ensartar al mago en la hoja y dejar el Portal abierto a donde fuese. Poco.
Lamentablemente Gruumsh no le permitió estirar el brazo los centímetros necesarios para pasar de costado a costado la dura hoja de titanio.

El moribundo arcano desapareció en el último destello del Portal.
Talonar y los orcos reunidos se quedaron en silencio...

....Talonar alzó el espadón ensangrentado...

... Y las risas recorrieron las intrincadas galerías de las cuevas.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
kurwen
Jabalí Terrible
Jabalí Terrible
Mensajes: 70
Registrado: Mié Nov 14, 2018 1:06 pm
Ubicación: Seguramente en la taberna.

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por kurwen »

El día de Yerilian
_________Y las flechas de Yerilian volaron majestuosas, silbando y cortando el estruendo de los tambores de la guerra con halos multicolor de urdimbre, elementos y magia. Como una patada a un avispero la amalgama verde se revolvió hacia los aventureros. Cuando el caos y el polvo de un par de decenas de pies sanguinarios se posó de nuevo en el suelo de la gruta la eterna encapuchada había desaparecido.

_________Siguieron un rastro de sangre, ocultos con sombras y magia, preocupados y abotargados por el palpitante vibrar de las pieles de tambor; sin embargo en una cueva llena de orcos y restos de otros aventureros y viajeros desafortunados no es fácil distinguir unas manchas de sangre de otras.

_________Idril, Max y Yerilian decidieron retomar fuerzas antes de continuar la búsqueda y descansar la cabeza de aquel martilleo inhumano. Yerilian sabía que su socia de negocios y compañera de aventuras sabía cuidarse sola y así se lo comunicó al grupo. Idril dibujó un portal mágico en el aire y entraron a una dimensión de bolsillo dónde recobraron fuerzas. Al fin o al cabo, si la magia les abandonaba y el cansancio atenazaba los ánimos no iba a ser posible de ninguna manera encontrar a Seda.

_________De vuelta en la mugre fueron concienzudos como nadie y no dejaron una rendija sin registrar a excepción, por supuesto, de la que estaba cautiva Seda. Frente a unas chozas, toscas y podridas por la humedad, a susurros se hicieron patentes sus frustraciones, pero no hubo tiempo. Quizá se disipó la magia de invisibilidad, quizá los escucharon o quizá Yerilian disparó primero. La duda quedará enterrada para siempre bajo los cadáveres de aquella madriguera.

_________Se agitaron como una manada de perros de presa, fieros y rabiosos bajo el atronador nombre de Gruumsh que hacía crujir la voluntad de los aventureros con cada nueva repetición. El magnífico espadón de Max reaccionó presto a aquella jauría y al primer orog que se acercó al sangre de dragón le enseñó matemáticas, pues lo dividió en dos. Yerilian corrió, haciendo distancia entre él y los atacantes. Dos flechas en el costado de uno de los orcos que rodeaban a Max, tres más disparadas al mismo tiempo en la garganta de uno de los chamanes. Un aluvión de golpes azotó al elfo de Siempre Unidos, una rápida varita de invisibilidad, un pergamino de restauración, vuelta a la contienda, un chamán abatido, más golpes.

_________Yerilian maltrecho volvió a hacerse invisible, se cruzó con Idril, casi chocando, engulló varias pociones y retornó a la gresca. Vió como Idril, no lejos de él, desintegraba a un orog en una explosión de cenizas. No le preocupaba su hermano élfico, sabía que un mago tel-quessir podía apañárselas para sobrevivir, lo que le removía las entrañas a Yerilian era el apuesto Max.

_________El medio-dragón era sin duda un luchador formidable, pero aún así, aunque no lo quisiera, sabía que el desgaste hacía mella incluso en los mejores luchadores tarde o temprano y temía que Maximilian se derrumbara a causa de las heridas. Dirigió sus flechas a un orco que flaqueaba a Max, pero por su diestra le asaltaron al arquero varios orogs y quedó rodeado y trabado en la melé. Gracias a Corellon que Max se había destrabado y liberó a Yerilian de sus agresores. Poco después el último orco era abatido por una certera flecha.

_________Los tres aventureros hundieron los hombros, agotados, exhaustos. Pusieron pié de nuevo en el rastro y lo siguieron hasta un enorme portón. Cruzado el umbral el estruendo de los tambores y los cánticos de los chamanes cobreban un ritmo impío pero, entre aquella orgía sonora, se distinguían dos voces y una de ellas era la de la desaparecida Seda.

_________Cuchichearon un plan, parecía sólido aunque con riesgos. Con una varita de Portal Silencioso se escurrirían dentro de la sala, invisibles, luego Idril abriría un portal mágico a la Ciudadela de Adbar y Max intentaría lanzar a Seda dentro. Lanzaron el conjuro, abrieron las puertas sin hacer ruido y… vieron como la encapuchada, encadenada y sujeta por su captor, intentaba convencer de algo a un enorme orog.

_________Una vez más dos flechas surcaron el aire...
PJs:

Gregor (Serpenthelm) - Mercenario.
Cañamo (en común) - Druida elfo del bosque.
Yerilian - Miembro de la Compañía de la Flor Olvidada
Hispanator
Tejón Convocado
Tejón Convocado
Mensajes: 3
Registrado: Sab Jun 02, 2018 4:41 pm

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por Hispanator »

Tras despedirse del grupo enfiló directo a la posada, aunque era de gustos refinados y de finas telas para descansar, ese día el cuerpo no le daba para más, demasiadas emociones en un día, cualquier sitio con una cama y una mesa le valía.
Abrió la puerta de la sucia y vieja habitación y con un sencillo conjuro la iluminó de un azul pálido. Separó la silla de la mesa y se sentó. Rebuscó entre sus enseres hasta dar con el libro que andaba buscando, sí esas historias eran de esas que deben ser escritas, pensó el elfo solar. Al ir a tomar la pluma y el tintero reparó en que su túnica estaba desgarrada de par en par a la altura del costado, y aún húmeda por la sangre que la recubría entera. La mano aún le temblaba de la emoción y los nervios, tuvo que sujetársela con la otra para poder escribir de manera clara.
[...]
El solar andaba recorriendo las pétreas estancias de la ciudad de Felbarr, posaba su mano sobre la roca, deslizando sus largos dedos sobre la fría piedra mientras caminaba lentamente y meditaba sobre el último tomo que había leído, Astrología y sus aplicaciones. Siguió así, hasta que sus piernas le llevaron a la parte baja de la ciudad. A los lejos había un grupo reunido que destacaba entre el resto de la muchedumbre y al acercarse advirtió voces conocidas. Eran aventureros con los que ya había recorrido numerosos caminos, criptas, el pozo de la oscuridad y un sinfín más de lugares no exentos de riesgos, pero aquel día, la cosa sería diferente.
Se estaban preparando para ir a por provisiones para el arcano, necesitaba polvos mágicos, y yo no siendo menos, no desaproveché tal oportunidad para acompañarlos y hacerme con acopios. La aventura en principio si bien peligrosa, era sencilla, adéntranos en la cripta de los Orcos Cráneo Roto y hacernos con el material.
Al principio la aventura fue un riesgo calculado, la expectativa era encontramos de cuando en cuando alguna patrulla, y a lo sumo algún chamán, nada realmente peligroso si lo manejábamos con cuidado.
[…]
Nos habíamos adentrado bastante, cuando empezamos a sentir la roca vibrar, de menos a más, a cada segundo la vibración era más fuerte, era el sonido de tambores acompañados por los pasos de Orcos y Orogs con sus pesadas armaduras y armas, cantando al unísono: GRUUMUSH. Lo cierto es que no se tardó mucho en debatir entre los allí presentes qué se iba a hacer. No era normal verlos tan organizados así que se decidió quedarnos e investigar, dada la extrañeza del suceso.
[…]
La primera oleada nos cogió prevenidos, estábamos en una fuerte posición, dónde la única dirección por dónde nos podían venir era por el frente, sin posibilidad de que nos rodearan, ya que dos empalizadas de madera formaban unos muros infranqueables, dejando sólo paso por el medio de estos. Antes de que los primeros orcos pudieran atravesar la empalizada, a la entrada, por la parte exterior, me había encargado de que les esperase una espesa neblina verde, que irradiaba vapores tóxicos, y que deja atontado a todo aquel que la inhalaba.

Así mis compañeros de primera línea podrían empezar a batirse con alguna ventaja, contra aquel enjambre de bestias que se abalanzan bruscamente y sin piedad ninguna: Max, el imponente caballero alado, ataviado con su pesada armadura dorada y espadón en mano, se encargó de recibirlos gustosamente y Tellhar, ese humano engreído, del mismo modo hizo una excelente gala de sus dotes como arcano de combate. Según atravesaban la empalizada los primeros orogs, estos se encargaron de darles acero, haciendo que tragaran suelo con bastante facilidad, pero claro, eran solo los primeros...el resto seguía llegando.
Por el rabillo del ojo veo un espadón alzarse y bajando con una fuerza brutal, a aquél pobre desgraciado no le dio tiempo a asestar el golpe, cuando Max le amputó el brazo. Por otro lado, mientras Tellhar se está batiendo en uno contra uno, otro se le acercó para flanquearle, versado en el combate y perro viejo, le da tiempo a conjurar una ráfaga de aire verdoso que rodea al enemigo, para materializarte en una enorme mano que lo apresa, dejándolo inmóvil.

No sé cómo, pero uno de ellos logró zafarse de Max y Tellhar, para cuando me di cuenta, se me estaba echando encima, me tenía enfilado, pues su mirada estaba fija en mí, llena de rabia. No me lo pensé dos veces, extendí mi mano derecha y tras conjurar rápidamente, un rayo rojo intenso emergió del índice, apenas tocó su cuerpo éste se desconectó, sus ojos dejaron de rabiar para tornarse blanquecinos y sin expresión alguna en el rostro, cayendo a plomo en la dura roca.

Seda llegó corriendo desde la parte posterior, fue a confirmar que no nos pudiera atacar desde allí, para cuando llegó, el combate de la primera oleada estaba en su apogeo. Saco un virote de su carcaj, la punta parecía rezumar de alguna sustancia ácida, lo introdujo rápidamente en la guía de la ballesta, apuntó al que tenía más cerca, y disparó, el virote salió despedido, impactando entre los pequeños huecos que dejaban las láminas de la armadura. Sacó otro virote, yendo a parar este otro entre los espacios que quedaban entre el casco y la armadura, y un tercero que asestó en el todo el entrecejo, desplomándose como un muñeco roto. ¡Guau, eso sí que son tiros certeros!

Mientras tanto en la retaguardia, se lanzaban flechas con una rapidez y una precisión tan diestra que sólo podía ser una persona, el hermano Yerilian. De vez en cuando en el aire surcaba alguna flecha dejando tras de sí un rastro de color, era alguna flecha imbuida en algún conjuro, ¡Pobre el que fuera el destinatario de dicha flecha! Apuntaba a los objetivos prioritarios, como el chamán o el líder de esa primera oleada, el cual a pesar de que recibió innumerables espadazos, flechazos y conjuros, fue el último en caer.

Tras vendarnos y recomponernos, aquellos tambores se seguían escuchando, no cesaban, se seguía acercando. Fue entonces cuando Seda, con sus habilidades para esconderse decidió adelantarse para otear el terreno y darnos más información de los que nos iba a acontecer. Se marchó agazapada, disimulando su silueta con las sombras y contornos que la rodeaban.

Por un momento quedó todo en silencio. Lo único que se llegaba a escuchar era alguna roca desprendiéndose por las resonancias que habían producido aquellos tambores, para acto seguido volver a retumbar los timbales con más fuerza.

Seguido, una segunda oleada marchó contra nosotros, con una implacable fuerza. Era en aquellos momentos en los que daba gracias de estar rodeado de tan experimentados aventureros, cada uno experto en lo suyo. Durante varios minutos la cueva era un cúmulo de sonidos, colores y explosiones, se escuchaban el tintineo de los hierros cochar entre sí, las espadas de Tellhar y Max impactando contras las gruesas armaduras, y la de orogs y orcos haciendo lo mismo, las flechas de Yerilian susurraban al viento, y en la retaguardia de cada bando se escuchan y se veían extraños sonidos acompañados de gestos con manos y brazos.

El lugar quedó lleno de charcos de sangre, así como varias pilas de cadáveres que yacían en el suelo. Pero…faltaba algo, o mejor dicho, alguien…¿y Seda?

Mientras tanto, aquel sonido no rebaja la intensidad. Con aquel escenario dantesco apenas se podía distinguir nada más que muerte en lugar dónde estaban. Se decidió rápidamente lo siguiente, Tellhar iría a contrarrestar a algunos orcos que se acercaban mientras Max, Yerilian y yo seguíamos en busca de Seda.
Tras buscar en las cercanías dónde se habían desarrollado las oleadas, no se encontró rastro alguno de Seda, así que seguimos investigando hasta que Max dio con un rastro de ella ¡al fin! Seguimos el camino, aunque esta vez bajo un manto de invisibilidad ya que las fuerzas, los conjuros y cataplasmas empezaban a escasear. Max nos iba señalando el camino por el que se llegaba a entrever el rastro que había dejado cuando…

¡PLOP!


Se desvanece el conjuro de invisibilidad de Max, en medio de un par de decenas de Orcos, Orogs y algunos chamanes. La única palabra con la que puedo describir los siguientes hechos es una: CAOS.
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »


La sala bullía.
Un Rey había muerto durante el Concilio.
El inmenso Orog tuerto golpeó la mesa, astillando la madera de la misma.
- ¡Silencio!
El griterío de la sala de mando se convirtió en un inusual silencio.
- Esa intrusión sólo ha demostrado lo que Grummsh proclama. ¡Somos débiles! Nuestros hogares horadados en la misma tierra, son de un Clan y del de Todos. Grummsh nos los hizo, no para mantenernos separados. ¡SI NO PARA DOMINAR CADA RINCÓN!
Los vítores coreando el nombre de la deidad prorrumpieron con violencia.
El Orog alzó una mano y nuevamente el silencio reinó.
- ¡Yo soy Talonar de los Orog! ¡ Talonar, El que Ve! ¡Talonar, Hijo de Grummsh! Y YO OS DIGO QUE BAJO MI MANDATO Y JUNTOS ¡REINAREMOS!

Talonar se sentó en el trono mientras la jauría de orcos proclamaban su nombre.
Los Líderes de los Clanes bajaron la cabeza hacía él.





Horas después.


- Si, Talonar. Os daré apoyo si es preciso. Puedes decírselo. - La imagen del Gnoll de cabello de fuego se difuminó del espejo.

El Orog alzó el espadón y sonrió.
Se avecinaban tiempos oscuros. Así lo proclamaba Grummhs. Y antes de ellos, los Orcos dominarían primero.

Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »


Todos le abrían paso.
El inmenso orco portaba a su espalda el estandarte de su Clan y un nuevo emblema.
Arrastraba el filo de la alabarda por el suelo de piedra, encaminadose a la sala del fondo.

Apartó la pesada lona que cubría la entrada.
Varios orcos custodiaban al ocupante del trono.
El orco dejó caer la lona nuevamente tras de si.

- No hemos recibido respuesta.

El ocupante del trono se removió con un gruñido hacía el recién llegado.

- No participaremos.

El filo de la alabarda apuntó al techo mientras el contrapeso golpeaba con fuerza.

- ¿Por qué?
- Somos pocos. Aislado en esta cueva. Asaltados por guerreros y aventureros.
- Igual que otros Clanes.
- ¡NO PARTICIPAREMOS!
- Entonces Grummsh os dejará de lado. Y cuando la guerra termine... os erradicaremos como al resto o seréis esclavos.

El orco se giró sin decir nada más. A su espalda escuchó la orden. Escuchó el pesado tronar de las botas de los guerreros que custodiaban el trono de Ugrezh.

La alabarda hendió el aire, carne, sangre, músculo y hueso.

Grummsh debía ser honrado.
Y las deshonras debían ser esclavas... o diezmadas.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Los Parias. Los descastados.
Orcos sin Clan que ahora se inclinaban con el fin de portar el emblema del Gran Clan. Uno que portar, al menos.

Como un enjambre saliendo de cualquier cueva olvidada. De cualquier lugar distante, recóndito, donde se ocultaban a la espera de asaltar viajeros.
Un reguero de ellos acudían casi ininterrumpidamente entre gritos de guerra, de alegría y promesas de fiel servicio.

Vencedores o Vencidos.
Por el Honor del Gran Clan y de Gruumsh.

El gigantesco Orog había observado a un gran número de ellos apiñados en la gran cámara.
Débiles. Pateticos. Inferiores. Sin instrucción.
Pero orcos.

Gruumsh les había dado una vida. Y ahora cumplirían su propósito.
Toda exploración, conlleva bajas.

Ante la gran mesa donde un enorme mapa permanecía desplegado, el gran orog tuerto sonrió y clavó un puñal.

Pronto llegaría el siguiente paso...
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Orcos en las grutas.
Orcos en los Caminos.

¿Un aviso? ¿Una amenaza?

Los Páramos han quedado cerrados.
Los orcos han pasado.
Han luchado.
Han muerto.


Han cumplido.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
--Talos--
DM
DM
Mensajes: 5655
Registrado: Sab Mar 12, 2011 6:34 pm
Ubicación: Ojeando desde el cielo tormentoso

Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Mojó el pincel en el cuenco lleno de líquido carmesí.
Con rápidos trazos marcó la nueva información reportada por los parias.
Guardias, Milicias, Infanterías, Legionarios.

Los Clanes habían oído los augurios de los Chamanes. Algo se avecinaba en las lindes del entendimiento.
Antes de que todo sucediese, Grummsh extendería su mano y ahogaría.

El inmenso orog observó el vial sobre la mesa. Una botella casi terminada.
Cada trago era un paso más a la gloria de Grummsh.
Cada trago era el dolor de mil heridas.
Había dado su ojo en honra a Grummsh .

Ese vial, reliquia de un movimiento que comenzaba a desdibujarse en la memoria de los habitantes, había sido el origen de todo.


Sangre de Grummsh.

Observó el mapa, sonrió grotescamente y echó mano al vial para dar un nuevo trago, quizás, con la gloria de Grummsh, fuese el definitivo.
Y de los cielos surgiran rayos que iluminaran hasta la más oscura sombra... y los truenos acallaran los gritos de panico y dolor.
Imagen
Responder