Un giro inesperado
Un día antes del asedio...
Umeris se disponía a salir en busca de información, hacía días que Seda le había contado por encima lo sucedido con el tal llamado Talonar y la picaba la curiosidad por saber hasta dónde llegaría ese orco y su supuesto ejército, de momento solo tenía rumores y las conjeturas de Seda. Estaba sumido en sus pensamientos mientras se abrochaba su antigua capa de seda roja que tanto le ayudaba a ocultarse mejor en el camino cuando entraron en tropel varios aventureros por la puerta de la Rosa y el Martillo, entre ellos, Seda.
Todos tenían el gesto serio y parecían preocupados, los orcos habían hecho su movimiento y se preparaban en Cruce para atacar una ciudad, que suponían que podría ser Sundabar, aunque podría haber sido cualquiera de las colindantes al Rauvin también, todo eran conjeturas y Umeris escuchaba atentamente sin interrumpir al grupo, no quería que se dejasen de contar nada, a fin de cuentas necesitaba información si quería que sus planes llegasen a buen término.
Durante el viaje a Cruce, pudo averiguar que Zalcor "el Guardián" poseía un broche que le permitía comunicarse con el mismísimo Elminster. ¡Eso si que era algo interesante! Al fin dejaban de gimotear sobre lo terrible que sería todo si esos orcos tomaban una de las ciudades.
¿Y qué si lo lograban? lo importante era descubrir quién iba a ser el bando ganador antes de posicionarse pensaba para sus adentros mientras atravesaba una gran charca de agua y limo.
El lugar estaba hecho un desastre, encontraron una pira ardiente con los cuerpos de varios humanos aun crepitando, de la cual se oían chillidos de ultratumba. Si seguían perdiendo el tiempo, la partida de orcos se le escaparía del alcance...
La pista de los orcos era difícil de seguir a través de ese terreno embarrado y encharcado. Seda señalaba que había que subir el muladar, que había visto algo al otro lado que prometía. Sin dudarlo, todos como ovejitas la siguieron, escalando la viscosidad con dificultad. No quedaba más remedio. Se pringó hasta más no poder, para cuando ascendió arriba, sus ropas eran un lodazal en si mismo.
Al subir, lo que se apreciaba era el increíble agujero que se había formado en el río, por dónde caía el agua como si de una cascada se tratase. No tardaron en confirmar que la partida de orcos había usado ese agujero para atravesar el río por debajo y así atacar sin ser vistos. Mientras los demás debatían si había que informar a Sundabar o no antes de seguirles la pista, Umeris no lo dudó y saltó al agujero. Solo llegó a escuchar de fondo a seda gritar
- Locoooos! que existen las cuerdas!!
Durante la caída, pudo ver cómo al que llamaban Gregor, se había transformado en una especie de elemental de agua e intentaba atraparlo, para evitar que se hiciese daño con la caída suponía.
¡Ilusos! él no era ningún loco, si no tuviese forma de evitar la caída no hubiese saltado sin más, ¿por quién le tomaban esta gente? pensó indignado mientras se dejaba escurrir de los aquosos brazos de Gregor y se envolvía en un manto de invisibilidad para que no le viesen durante el descenso.
Llegó abajo el primero, seguido de cerca de Gregor, ahora transformado en un gran cubo gelatinoso. Aprovechó esos momentos de distracción mientras el resto iban saltando por agujero para adelantarse algo y ver si estaban cerca de la partida de orcos y cual era la situación actual.
El lugar era una gran caverna subterránea, semi-inundada por el agua del río y al parecer, quedaban pequeños grupos de orcos bien rezagados o bien apostados ahí para detener a los intrusos.
-
Maldición - murmuró entre dientes mientras miraba al grupo cómo se preparaba para continuar la expedición a través de la caverna -
tengo que sacármelos de encima y adelantarme como sea
Unas horas antes del asedio...o no
Por el camino cometió un error, confiar en otros para su seguridad. No volvería a hacerlo se prometió a si mismo mientras despertaba de la larga oscuridad que le había envolvido. En uno de los encuentros con los orcos, se adelantó para conjurar una oscuridad profunda y así dejar ciegos a los orcos y atacarles desprevenidos, pero dolorosamente recordó las lecciones de su maestro.
Conjurar en combate conlleva un gran riesgo pues debes no perder la concentración en tu hechizo y eso te deja vulnerable al ataque físico de tus enemigos Hacía mucho que no le tenían que traer de vuelta...
-
Gracias - respondió escueto al grupo mientras se masajeaba un poco los hombros y se ponía de pie nuevamente.
Estaban tal vez a medio camino de Sundabar, era difícil calcular las distancias bajo tierra. Lo curioso es que habían ido encontrando ciertos escombros por el camino por los cuales se filtraba algo de agua y una idea se empezó a formar en su cabeza. Si conseguían inundar el túnel, se quitaría de encima al resto y podría adelantarse sin problemas y al mismo tiempo parecería que intentaba ayudarles, era perfecto. Seda le sacó de sus pensamientos.
-
Oye, ya lo tengo! - exclamó. -
Si inundamos el túnel, ahogaremos a los orcos y así evitaremos el desastre en Sundabar!.
Umeris esbozó una sonrisa de satisfacción al oir el plan de Seda, todo iba a salir a pedir de boca, ni siquiera tenía que proponerlo él mismo!.
Pero el guardián rápidamente se opuso a semejante plan.
-
El río...no se toca- aseveró con firmeza el guardián.
A lo cual siguió una acalorada discusión sobre la moralidad, la ética y todos los efectos que podría conllevar menguar el caudal del río. Mientras tuviesen a Zalcor cerca, el plan sería terriblemente difícil de llevar a cabo, había que preparar una distracción. Seguramente eso mismo pensó Seda, pues se conformó con facilidad en dejar el plan atrás y continuar el camino siguiendo a los orcos.
Llegaron a un punto en el que había que tomar decisiones sin vuelta atrás. Un poderoso grupo de orcos, chamanes y batidores les aguardaba delante. Era el momento de decidir si retirarse o continuar luchando abriéndose paso hasta la ciudad. Aunque había una tercera opción que pocas mentes contemplaban en ese momento.
En un rápido consenso decidieron que retirarse no era una opción y así se lanzaron al combate. Gregor con sus transformaciones, esta vez convertido en un elfo drow. Delor espada y magia combinada en mano. Zalcor con sus dos katanas parecía que bailaba entre los enemigos. La niña Iö -la cual Umeris no entendía aún que demonios hacía allí- se mantuvo alejada, moviendo las manos y pronunciando palabras extrañas. No manipulaba la urdimbre, de eso estaba seguro. Y él, bueno. Esta vez se mantuvo bien lejos lanzando sus dagas en ráfaga desde una distancia prudencial.
La pregunta clave era ¿dónde estaba Seda? hacía rato que no se la veía y Umeris solo podía que sonreír pues sabía perfectamente a dónde se había dirigido la pícara muchacha, pero optó por callar y dejar que los acontecimientos se desarrollasen por si solos.
Cuando dieron cuenta del último enemigo y Zalcor ya podía volver a centrarse en los problemas que tenían delante...soltó un grito y salió corriendo cuando en su cabeza se formó la terrible imagen de Seda destruyendo la roca para permitir que el agua fluyese a través, inundando así la cueva.
Zalcor le gritaba y advertía una y otra vez a Seda, al aire, pues no se la veía por ningun lado. Mientras de vez en cuando se oía el chisporroteo de algo impactar contra la roca y agrietarla un poco más. Estaban todos allí...excepto Gregor. Umeris se escurrió mientras Zalcor y Seda estaban sumidos en su particular guerra fría y Io y Delor miraban anonadados. Necesitaba que todos estuviesen allí juntos, tenerlos localizados.
Fue a buscar a Gregor que aun estaba transformado en elfo drow, vigilando el paso y le advirtió sobre lo que estaba sucediendo más abajo y corrieron juntos de vuelta para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
Umeris ya tenía preparado el pergmino de portal en mano, listo para pronunciar sus mágicas palabras y salir de allí en cuanto el agua empezase a brotar sin control. En cuanto el último chispazo agrietó la roca y todo empezó a irse al garete, vió una luz azul y desaparecieron de allí. Io también tenía sus propios medios al parecer, esa niña tendría que tenerla vigilada, era más de lo que parecía. Delor y Gregor fueron detrás, solo quedaba él, satisfecho y preparándose para lo que pudiese encontrarse una vez en Sundabar.
Se envolvió en su manto de invisibilidad y abrió el portal de camino a la ciudad. ¿Encontraría al ejército tomando la ciudad? ¿habría llegado a tiempo de hacerse con una oportunidad? en unos segundos lo descubriría...
La ciudad conquistada
En cuanto la luz del día lo bañó por completo, tuvo que achinar un momento los ojos para adaptarse al cambio de luz. Y entonces lo vió. La gran ciudad amurallada de Sundabar había sido conquistada por los orcos, no le cabía la menor duda. Desde arriba, con la visión cenital que ahora tenía podía ver cómo los orcos salían por todos lados acabando con los últimos reductos de defensa de la ciudad.
Buscó con la vista a uno que destacase por encima de los demás, Seda lo había descrito como un orco que medía como cuatro normales y el doble de alto, con una gran espada llameante. No tardó en encontrarlo. Ahora confirmaría sus sospechas acerca de algunos de los supuestos "héroes" que habían colaborado en llevar todo eso a cabo.