Los orcos que están por venir

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--Talos--
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

TIEMPO ATRÁS
La barcaza se movía lentamente en contra de la corriente.
Los dos pares de brazos la impulsaban con pértigas, haciéndola avanzar lenta y firmemente sin retroceder.
Tres eran sus ocupantes, pero solo uno echó el pie al muelle cuando llegaron a su destino.

El lugar lleno de gritos, risas y peleas enmudeció poco a poco.
El ojo sano del visitante recorrió el lugar. Una amplia variedad de alcohol, mesas de apuestas y juego, ...

La guardia del lugar se aprestó a acercarse cuando una figura se encaminó hacía el orog.

- No esperaba visitas que no fuesen invitadas.

El orog como única respuesta dejó caer un saco que se abrió al chocar con el suelo, desparramando oro y algunas gemas que brillaban por si solas.

El hombre sonrió levemente y dio un nuevo sorbo a la copa.

- Claro que algunas visitas no invitadas pueden ser bien recibidas. ¿Puedo hacer algo por ti asumo?

- Necesito información. - el orog tuerto avanzó a una mesa y barrió con el grueso brazo lo que había sobre ella, luego dejó un libro y lo abrió por una página ya marcada. El dedo se plantó sobre la hoja. - Sobre donde encontrar esto.

Copa en mano el hombre se acercó . Echó una rápida lectura y miró el saco aún en el suelo.

- Supongo que un favor rápido. - Hizo un gesto y al poco una tiefling trajo un rollo de papel.

La tiefling colocó unas jarras para sostener los pliegues del rollo y un mapa quedó a la vista del orog y el hombre que sostenía la copa.

- Lo que buscas, está aquí - Dijo mientras señalaba un lugar en el detallado mapa.

El Orog observó el punto señalado largamente.

- ¿Estás seguro?

- Dije que era un favor rápido. No que te fuese a resultar sencillo. Esa es la casa.

El Orog asintió y se dio la vuelta sin agregar nada más hasta subir a la barcaza.

- Sundbarr.



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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

La salmodia llegó a su fin.

- No tienen Honor ,ni Fuerza - Bramó el orog levantándose de la mesa donde había estado siendo atendido.

El Chamán emitió un quedo susurro mientras se retiraba.

- ¡Déjame ir de nuevo! Balkorg aún lo tiene marca..agh - Una manaza se cerró sobre el cuello del orog y lo alzó del suelo.

- ¿No he sido permisivo contigo? Pusiste tus condiciones y las he cumplido. - los ojos de Talonar miraron a Cor Zal mientras la mano continuaba asfixiándolo.

Cor Zal asintió como pudo y la presa se aflojó.

- Has tenido tu oportunidad. Si quieres tomar algo más que los despojos del mestizo... hazlo solo.

Cor Zal notó como sus pies tocaban el suelo nuevamente y la mano de Talonar se retiraba.
Hincó una rodilla en el suelo y golpeó con ambos puños el suelo.

- Haré lo que digas... pero él y esa tuerta son míos. Les demostraré lo que es el Honor y la Fuerza.

Una risa sonó a sus espaldas.

- ¿Te han pateado el culo, pringao? - un orog palmeó la cabeza de Cor Zal. - Ya te los pondremos en bandeja si no sabes hacerlo tú.
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

V - Llama ha muerto.
T - ¿Creéis qué lo habrá conseguido?
C - Quien sabe. Si salió de allí...
P - Pero el muy idiota quiso ayudar a Cor Zal o fanfarronearse de él.
C - ¡Yo no le pedí nada!
P - peor para él. Se lo tenía muy creído.
V -¿vais a seguir con tonterías?

Las puertas se abrieron con fuerza mientras Talonar y Balkorg se abrían paso dentro de la ostentosa cámara.
El Orog miró a los cuatro allí reunidos.

- Llama ha cumplido su parte. Lo que sigo sin entender es como os dejáis arrastrar a juegos tan tontos. - Bramó Talonar.
Todos guardaron silencio.

- Bien... Siguiente paso. Prestad atención.
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Devastación.

Ese había sido el resultado.
Los golpes resonaban por los túneles.
La furia del orog no conocía limite en ese momento y todos parecían mantenerse cuanto más lejos mejor.

T- ¿Cómo ha podido matarlo?
P - Creo que eso no entraba en la previsión de sus planes.

Los golpes continuaron mientras las maldiciones seguían.

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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Talonar observó con detenimiento el mapa sobre la mesa.

- Es la hora. - los ojos se dirigieron a los Hermanos. - Cada uno a su objetivo. Yo iré aquí. - señaló un punto en el mapa.

Los orogs Cor Zal, Taark, Vulkg y Praatora asintieron sin decir nada más.

¿El inicio de la Era del Orco?
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Re: Los orcos que están por venir

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Cor Zal.
Inútil. Esa puerta parecía resistir cada golpe. Rechazándolo antes de que el filo golpease la madera.

Gritó con rabia y regresó sobre sus pasos a la planta baja donde sonrió observando la carnicería.
Entró en una sala y se dejó caer sobre el sillón. Pensativo.

Y oyó los pasos.
La puerta abrirse.
Como atendían a la hembra.

Quizás él no pudiese.
Quizás ellos le abriesen el camino.
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Nevesmortas.
Los incidentes en la Mansión Lanzagélida fueron seguidos por una pequeña invasión orca a través de un portal ... que al parecer alguien dejó abierto tras de si.

La villa, ya en estado de alarma por la explosión previa, dio cuenta de los orcos, sufriendo los defensores heridas y muerte.
Auvan, Khelb
Como una marea de espadas, hachas y bastones.
El contingente orco asaltó Auvan, mermando las líneas defensivas.
Una parte..se incursionó en la torre de la Legión que vigila el Paso de Argluna.
El resto, continuaron sin que los gigantes los molestasen hasta la salida del Paso.
El pequeño y desguarnecido poblado de Khelb, vio como los orcos entraban, tomaban presos y ... simplemente... Aguardaban.

Yalanzhar, Puntalhaven.
Devastación.
Salidos de la nada el contigente orco entró a la carga en Yalazhar, logrando entrar en la torre antes de su cierre.
Una parte de este ejercito se atrincheró en ella.
La otra, siguió camino hasta Puntalhaven.
Varios barcos fueron tomados por los orcos, que emprendieron a través de las aguas del Rauvin el resto de su camino.

Felbarr.
Envueltos en sombras y niebla.. el escuadrón apareció en las puertas rúnicas de la ciudadela.
Tomaron al asalto la entrada y se centraron en su objetivo... La Sala del Trono.
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por --Talos-- »

Posó sus ojos sobre la Gema del Norte y esbozó una sonrisa.

No había dejado cabos sueltos a su espalda o eso esperaba.
Ahora que los Hermanos habían cumplido sus movimientos, solo quedaba tomar la Gema.

Sin embargo, sabía que no iba a ser sencillo.

- Deberías deponer tus intenciones, Talonar. - Dijo la achacosa voz.

Ante él se había materializado un anciano. Vestido de rojo, con un amplio sombrero de ala ancha y una pipa humeante en los labios.
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El Orog, examinó con cuidado al anciano, luego río fuertemente.
- ¿Y me lo dice alguien que ni siquiera es capaz de personarse físicamente ante mi?

Los ojos de Talonar se quedaron fijos en la figura del anciano largo rato, a la par que el anciano le observaba a él.
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- No sería muy inteligente por mi parte exponerme a una captura. - Dijo finalmente el anciano.- Pero tampoco lo sería dejar que continuases con tu empeño.

El anciano movió con un quedo gesto la mano hacía la Gema del Norte.

- Sabemos de tus movimientos. Sabemos de tu empeño. Pero los orcos deben cumplir su función, así como los humanos, elfos, medianos y demás razas. Y la tuya, no es gobernar estás tierras, Talonar de los Orogs. - Dio una calada a la pipa esperando alguna respuesta de su interlocutor. Ante el silencio prosiguió. - Magia y metal están listos para hacerte frente. Y pese a tus esfuerzos, has sumado una gran cantidad de bajas en tus filas, Talonar de los Orogs.

- Es posible. Pero cuento con las suficientes para que tú tengas miedo de mi éxito, joven anciano.

El anciano arrugó el ceño sin apartar la mirada de los ojos heterocromáticos del Orog.

- ¿Qué has... hecho?

Talonar sonrió como respuesta antes de volver a hablar.

- He llegado para tomar la Gema del Norte. Y ya estoy listo para ello. Dile a Alustriel que libere mi trono.

El anciano pareció atender a alguien que le hablaba, tomó la pipa y la vació.

- Por Mystra.. -se volvió hacia el inmenso orog- .. ¿qué has hecho? - repitió antes de desvanecerse.


Mientras dos Hermanos caían, uno cumpliendo su objetivo, otro no.
El resto avanzaba y seguía el plan del Lider del Gran Clan.

Talonar se cruzó de brazos y aguardó los reportes. No contaba con que todo saliese bien, pero.. si lo suficiente.
Sin apartar la vista, vio como el bullicio en la Gema del Norte comenzaba.
La ciudad se aprestaba para el asedio... o algo peor.
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Gardus
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por Gardus »

Expedición a Felbarr

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Música ambiental:

La Llegada.
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Tras lo sucedido en Felbarr y volver con el portal que se nos abrió a los aventureros antes que el dichoso orco explotase, los aventureros terminamos en Nevesmortas, confusos gran parte de ellos por lo que había sucedido se nos explicó la situación.

Tras ello Rel no dudó en querer prestar sus dones sanadores en auxilio a los enanos de la ciudadela de Felbarr, cuatro puntos más fueron atacados a la par y me presté a ir con ella ¿Qué raro no? Otros al oír su cometido se unieron a la causa, Eolas un reciente gentil llegado a la villa cuya senda es parecida a la de mi compañera y Colt, alguien que no dudaría en ir en la ayuda de aquel que lo necesitase. Así que un pequeño grupo de aventureros decidimos ir al bastión enano para socorrerlos en la medida de lo posible, Rel, Eolas, Colt y yo.

Cogimos una caravana hacia Súndabar pues no quisimos usar más portales tras lo que parece que ocasionó el último... un error que no se volverá a repetir, en dicha ciudad encontramos a un sujeto llamado Wotan, que no dudo en prestar su ayuda también como sanador, toda mano hábil era bienvenida mientras en el viaje siguiesen mis consejos y guía.

Resumen, tres sanadores y dos escoltas nos dirigimos hacia allí, el camino era largo y la presteza era necesaria así que sin dilataciones tomamos rumbo a nuestro destino.

El viaje fue largo y cansado pero no las ansias de los sanadores por aliviar el dolor de aquellos enanos, la perdida de sus seres queridos ya fue demasiado daño para estos y no querían perder ni un segundo más en dicha labor, la senda fue como se esperaba hasta acercarnos a la fortaleza enana. Nos detuvieron en la entrada de su avanzadilla antes justo de llegar a su sede principal, parece que el golpe fue mayor del que se imaginaba, la gloriosa fortaleza que protegía la entrada a sus territorios apenas contaba con una guarnición y los enanos bravos y tercos como ninguno detonaban un cansancio y deterioro palpable, afortunadamente seguían capaces de empuñar sus hachas y si era necesario dar su vida por su tierra pero esto no es lo que queríamos aquel grupo. Tras contarles nuestro objetivo y ver que no éramos orcos (Aunque eso era obvio) simplemente nos dejaron pasar pues toda mano amiga era más que bienvenida.

Poco tiempo pasó hasta llevarnos la primera sorpresa penetrando sus tierras los orcos habían invadido los túneles y las batallas seguían además de algunos puntos de vigía de la zona superficial sufriendo emboscadas hasta llegar a nuestro objetivo, pudimos abatirlos y evitar a los grandes contingentes, simplemente era reconocer antes el terreno y optar por evitar o reducir al enemigo, la preferencia fue evadirlos pues el objetivo era que los sanadores llegasen, no el eliminar a las alimañas.

Finalmente llegamos, sin lamentarnos de ninguna perdida y de una pieza que es mucho más de lo que podríamos decir de aquella guarnición, nos alegramos al cumplir nuestro objetivo pero solo fue una mentira pasajera al entrar.

¿No iba a ser todo tan fácil no?




Primer día
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Entramos en la ciudadela, nos abrieron aquellos grandes portones de la fortaleza enana, lo primero que se nos visualizó fue la cruda realidad, la plaza resplandeciente y gloriosa de los enanos era un hospital de campaña, un lugar donde la muerte y la vida se abrazaban continuamente, cada segundo resultaba en una perdida o una alegría, lamentos, lloros, festejos y risas por igual, por los fallecidos y los recuperados pero yo solo podía sentir ... pena por ellos. No quería estar en ese lugar más tiempo del necesario, no es mi ámbito y no tenía estómago para ello. Deja a los sanadores obrar y cumplido mi objetivo, procedí con Colt a aceptar la invitación de los enanos a ver el consejo de Felbarr.

Entramos en la sala del trono y por fin una buena noticia el Rey Eremus estaba vivo, aunque también para volver a darme un golpe con la triste realidad de que estaba con aquella herida en el cuello producida por algo que no pudimos evitar, sin sanar y sin saber como, Rel intentó hacerlo, no se que habrá conseguido.

Un tal Filâstro, algo altivo pero no me importaba en ese momento parecía llevar la defensa o recuperación de los túneles inferiores y lo que hiciera falta de la ciudadela, se nos asignó el batallón número cuatro, quería huir de guerras y parece que otra vez vuelvo al servicio militar ¿Es una de tus bromas, maldito destino? Al menos padre me había enseñado bien.

Nos presentamos ante aquel batallón, legionarios y fieros enanos por igual, cansados, fatigados pero sin embargo bravos y con la moral alta pues el Rey no había caído, los maeses ansiosos por recuperar sus tierras y machacar a aquellos indeseables orcos, Colt y yo pronto separamos senda, más bien nos fueron asignados diferentes cometidos, él es más combatiente y yo cumplo otras funciones.

El primer día se me asignaron funciones mayormente de reconocimiento "Ve y dinos cuantos son", "Echa un vistazo y si puedes elimina a algún cabecilla" "Apoya a este escuadrón a recuperar este punto", tareas sencillas que mi arco y yo podríamos hacer sin problemas, siempre que podía y me dejaban descansar de las pequeñas incursiones volvería a ver a Rel, no quiero dejarla sola demasiado tiempo teniendo aquella misión tan importante de recuperar y salvar vidas, aunque la mía es conseguirlo de otra forma. También uno necesita ese apoyo moral que ella me puede ofrecer, quizás sea egoísta de mi parte pero solo un minuto de su tiempo hace que recupere fuerzas para volver a mi cometido, cada vez me siento más afortunado de haberla conocido.

¿Haré todo esto por que ella quería ayudar?



Segundo día
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Música ambiental:


Un pequeño descanso, una eternidad para mi persona, ambrosía para mis músculos diría, no paraban de mandar el día anterior: "Batidor haz esto", "Cornudo te solicitan", "Tú el de los cuernos, ve a mirar esto" ... hasta un maese me pidió que le apañase la ballesta ¿Por qué se me ocurrió siquiera venir aquí? He estado viajando para evitar esto precisamente.

Pero hoy es diferente, los maeses están menos ruidosos, aquel batallón de hombres, mujeres, enanos y enanas, de todo, estaba silencioso, callado, serio ¿Qué ocurría? ¿Y esa tenacidad que presentaban? Me acerqué al capitán del batallón parecía serio y se dispuso a hablarnos... parece que hoy era el momento de cargar contra los orcos, clanes de los orcos que habían tomado los túneles inferiores de la ciudadela los dichosos Cráneo y colmillo rotos, los oriundos de las cuevas colindantes a Felbarr y los del Paso del orco.

Todo el mundo se preparaba como podía para esa batalla, ya había visto perecer o tener que rescatar algún bravo soldado de las pequeñas misiones anteriores, ahora parece que la matanza será mayor y yo solo me pregunto ¿Por qué hago esto? ¿Qué he perdido en este lugar o me hace combatir por ellos? La respuesta es sencilla, no me mueve ese sentimiento de ayudarles a ellos, solo a una persona y creo que me es suficiente.

No dudes Durenverald, no es el momento, tensa tu cuerda, comprueba su dureza, lleva respuestos, examina tus flechas, vigila tus pertrechos y no pienses, haz tu cometido aquello que se te da bien, busca las oportunidades, atosígalos, cázalos y se certero.

El batallón se mueve y yo voy con ellos, varios de los batallones se unen a esta contienda parece que ha llegado el momento de la verdad, la seriedad de los maeses termina y sus hachas golpean sus escudos, sus martillos cargan sin temor contra aquellos orcos que invaden su hogar ¿Cómo lo hacen? Me pregunto con el temor en mis dedos de ver tal contingente de orcos pero no dudo, una flecha una baja, una vida salvada, un paso más a terminar todo... un paso más a sobrevivir, me he convertido en un soldado más y ahora debo velar por mis compañeros, apunta al cuello, ojos, corazón, abátelos antes de que dañen a tus hermanos de armas y contágiate de la tenacidad de los enanos, solo piensa en ello Dure... solo en eso.

El batallón avanza sin frenos, no puedes pararte a pensar, solo sigue disparando, sigue haciendo tu trabajo, ves a hermanos de armas caer pero tu función no es sanarlos, tu cazas Durenverald, tu proteges que no deban sanarlos pero no puedes estar en todos lados, los cuerpos de orcos, legionarios y enanos se apilan por igual pero la moral de estos últimos no decae ¿Es esto lo que produce cuando luchas por tu hogar? Me es imposible saber ese sentimiento.

Visceras, sangre, muerte impregnan los gloriosos túneles de aquellos maeses, el ruido de los filos entrechocando inunda el lugar, la batalla entre aquellas bestias y nosotros no parece terminar pero poco a poco quedan menos de ambos bandos pero afortunadamente parece que menos de aquellas alimañas consigo evitar que me golpeen de seriedad y sigo mi sendero, hombro con hombro con aquellos que en ese momento eran mi familia, mis hermanos de armas, cada vez veo menos orcos, también menos compañeros pero empezamos a superarlos en fuerzas y números, retroceden a los túneles más inferiores ¿Hemos ganado? Miro el resultado y no puedo evitar otra vez sentir pena, pese los gritos victoriosos de aquellos que han sobrevivido mezclados con los lamentos de aquellos que yacen y pueden aún abrir sus ojos o de aquellos que sollozan las perdidas.

¿Esto es la guerra? No se como pudiste padre vivir de ello.




Tercer día
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No he podido descansar, estoy hastiado, tengo hambre y sed, músculos agarrotados sin embargo deseo continuar, quiero terminar esta pesadilla. No he podido volver a la entrada, no he podido evitar más trabajo para ella.

El capitán del escuadrón ha sobrevivido, sonríe y victorea, la hazaña ¿Cómo puede hacerlo con esas perdidas? Supongo que es lo que debe hacer un líder, me estremezco un poco en mis adentros pero intento impregnarme de esa actitud, no es momento para lamentos ese hombre tiene razón.

Nos insta y motiva a un último esfuerzo, una última carga, parece que somos muchos más y solo queda un grupo reducido de orcos ¿Será verdad? ¿Habrá terminado ya esta pesadilla? Los enanos orgullosos alaban la batalla del día anterior y disfrutan de sus hazañas, no dudan en volver a coger sus armas y prepararse para la última carga.

El capitán sin embargo solicita mi audiencia, me reclama y me asigna otra función dentro de esta última carga, simple y lógico, me ha visto moverme por el campo de batalla, hostigando y desvaneciéndome a los ojos enemigos, me asigna a eliminar a sus cabecillas y chamanes, me ordena que me centre solo en ello, da igual que un compañero este en peligro, "Tu haz ese trabajo" dudo por unos instantes pero acepto, no me da explicaciones pero supongo que eso salvará más vidas que centrarme en aquel pobre en peligro, simplemente lo lamento por aquel que no pueda ayudar.

La carga es realizada, esta vez la batalla es más sencilla, tenemos pocas perdidas y cumplo con mi función parece que hemos recuperado los túneles ¿Será verdad? No me lo creeré hasta que pase un tiempo pero por ahora, solo deseo volver a la ciudadela y ver a Rel.

¿Estará bien? Me pregunto ¿Habrá conseguido sanar al Rey? ¿Se llenará de pesar al ver que no puede salvar todas las vidas de ese lugar?

Necesito un descanso, espero que no surjan más impedimentos para ello.
Última edición por Gardus el Jue Sep 22, 2022 4:25 am, editado 1 vez en total.
Daan
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Re: Los orcos que están por venir

Mensaje por Daan »

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Tras la muerte de Taark de los orogs

Nevesmortas

La discusión con Korissa duró poco tiempo tras su regreso. Le había costado solucionar lo que había que solucionar con los enanos de Felbarr, y después con la guardia de la villa. Sin embargo, aunque Korissa ya no le diera importancia, lo cierto que las frases se habían repetido, una y otra vez, como bofetadas, por parte de todos. “Suficiente la has cagado…”, “Intentad la próxima vez no llevarnos al matadero…”, “Lo has torcido todo, Seda”, "Tus planes nunca funcionan bien"...

Y razón no les faltaba. ¡Qué fútil todo hasta el momento! Ni sus argucias de contraespionaje, ni sus intentos de dividir a sus aliados, ni su presencia en los combates o siquiera la información que conseguía a través del dolor del tatuaje había servido para nada. Había muerto gente por todo ello y aquellos que confiaron en Seda habían salido malheridos. Un recordatorio más de que, en el fondo, ella jamás había sido una persona fiable.

En su cabeza, la idea de apartarse de nuevo, eliminar la marca del Gran Clan de su espalda a traves de la magia de Jarol y dejar que otros resolvieran los problemas con Talonar era tentadora. Pero también se había prometido que, por muy poderoso que fuera el orog, aunque no pudiera acabar ella misma con él, se convertiría en el mayor dolor de muelas que pudiera tener el piel gris en lo que le quedara de vida.

Sin embargo, esta vez no pensaba arriesgar a nadie con sus intentos temerarios. (Bueno, era cierto que arriesgaba a Bicho, pero tenía la sensación de que a Bicho también le interesaba librarse de Talonar cuanto antes).

La joven partió aquella misma noche, con las ropas más ligeras que pudo, la mochila cargada de explosivos y venenos, y sin el anillo de la familia Rillyn, que quería mantener a salvo en caso de captura. Sola no podía enfrentarse con los orcos que habían tomado los pasos a Argluna, pero podría hacerles la vida más complicada siempre que no se dejara ver u oír...



Hondonada de Auvan, horas después...

—¡La Paloma está por la zona! ¡Firmes y atentos todos!

Seda maldijo entre dientes en todos los idiomas que conocía mientras bajaba a las profundidades de la torre. Visto que no funcionaban los desplazamientos mágicos, había preparado dinamita para volar la muralla y avisado a los supervivientes para correr a un sitio donde poder transportarlos, pero de alguna forma los orcos habían averiguado que ella estaba allí. ¿Cómo?

Cuando Seda había llegado, los orcos aguardaban en el exterior y las murallas estaban cerradas por fuera, protegidas por barricadas de cadáveres y armas. El interior de Hondonada estaba inquieto, pero las gentes seguían vivas, y aquello trastocaba sus planes. Tenía que encontrar la manera de liberar los rehenes de los orcos, así que había intentado organizar la escapada de la población. Sin embargo, primero tenía que sacar de la cárcel a los jefes de Auvan que quedaban vivos.
Seda extremó precauciones cuando se infiltró en la fortaleza. Forzó las cerraduras, invocó la oscuridad más oscura para cegar a los orogs de guardia, pronunció el habla funesta para destruir la extraña piedra roja que custodiaban en la cárcel (aquello fue un "por si acaso"), y cubrió a los dignatarios con su manto de sombras, para que salieran indemnes con ella. “Corred conmigo”, les dijo. Al menos veía un buen final para ellos.

Hasta que advirtió el brillo de un puñal a su espalda. Aquellos hombres estaban confabulados con los orcos y trataban de matarla (aunque ahora esperarían cubiertos de ámbar a que los orcos lo rompieran en pedazos).

Mientras huía a todo correr, vio al enano con el que había hablado primero gritando “¡BUSCADLA TODOS! ¡SE HACE LLAMAR SEDA!”. Había caído en una trampa por idiota, y además había perdido un barril de dinamita.

Apretó dientes. Invocó, con todas sus fuerzas, el poder del Habla Oscura contra la muralla y los maderos se deshicieron en cenizas, lo suficiente para pasar de un salto y seguir corriendo.

Aunque, ahora, los orcos le preocupaban un poco más y los supervivientes le importaban algo menos.



Sabotaje

Avanzó lo más rápido que pudo sin ponerse en riesgo. Llegaba a los puntos que veía estratégicos, colocaba las cargas para boicotearlos, y partía de nuevo.

La dinamita funcionó para bloquear el acceso al puesto de vigilancia del Paso de Argluna, así como ciertos puentes estratégicos en el camino. Cuando se quedó sin dinamita, derribó árboles con su voz para que obstaculizaran el paso de las tropas orcas y causaran algunas bajas sorpresa. O, al menos, que obligaran a sus chamanes a gastar sus poderes en el camino en vez de en las escaramuzas.

Sin embargo… una idea venía una y otra vez a su mente. Incluso estando en alerta... ¿por qué había tan pocas tropas? ¿Estarían todas en Khelb? El camino estaba despejado, sólo los gigantes rondaban sus cavernas como de costumbre. Esquivándolo todo y a todos, corrió hasta que volvió a hacerse la noche.



La noche sobre Khelb

Los exteriores de Khelb, como los de Hondonada de Auvan, estaban repletos de orcos y orogs. A esas alturas, los cuernos sonaban por todo el paso de Argluna alertados por su presencia. Las tropas que rodeaban el poblado, y la población interior atrincherada, la buscaban. Podía vanagloriarse, al menos, de conservar todavía los recursos para ser como una sombra, aunque a veces extrañara el abrazo de estas.

En cualquier caso, desconocía los motivos de todo el colaboracionismo que habían encontrado los orcos en los locales (¿rehenes, miedo, amenazas?), pero a esas alturas primaba ya otro objetivo. Seda se dedicó sistemáticamente a envenenar toda la comida y bebida almacenada en el pueblo que pudieran aprovechar los orcos. “Tierra quemada”, le habían enseñado sus severos maestros en Puerta de Baldur… Aunque, al final, no sería una tierra tan quemada como pretendía cuando salió de Nevesmortas.

Partió de Khelb, decepcionada porque el fuego (como el que arrasó la mansión cuando huyó de su casa) siempre la había fascinado.





Llegó hasta las cercanías del mythal de Argluna sin encontrar, de nuevo, grandes tropas. Aquello le preocupaba. Si no marchaban por el Paso de Argluna, tendrían que hacerlo con barco desde Puntalhuven, y Eterlund seguía en pie todavía. ¿Podría ser que Argluna no fuera el siguiente movimiento? ¿Serían capaces de abrir sus portales mágicos en la misma Gema del Norte?

Al final, todo eran incógnitas. Seda buscó un refugio en el bosque cercano a Argluna que le permitiera descansar con seguridad, se arrebujó en su capa y siguió pensando hasta quedarse dormida, el tiempo justo para, con las primeras luces del alba, iniciar su siguiente tramo del viaje.

Daan - Perista profesional y lianta ocasional en paradero desconocido
Seda - Brujipícara y juerguista en paradero conocido (cualquier taberna)
Troy - Metomentodo a sueldo de pelo verde
Nin - El ki al servicio de Selûne
Talhoffer - Tan sólo una espada
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