Escritos por las tinieblas

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Zai
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Escritos por las tinieblas

Mensaje por Zai »

La Voz del Camino se frotó la nariz y tras ello los ojos, algo cansada por el trabajo que aquellos cuadernos le estaban dando. Suspiró, mirando por la ventana y encendiendo la lámpara de aceite que tenía a su diestra y tras ello volvió al trabajo. Lo escrito en aquellos cuadernos habría revuelto el estómago de cualquier hijo de la virtud, pero cierto era que no le eran tan desconocidos algunos de los ritos oscuros reflejados en aquellas páginas. Hubo uno, sin embargo, que le llamó especialmente la atención:


[...]La aquí abajo firmante, devota de la Cantora Nocturna, a la que se le otorgó la custodia y autoridad para la ejecución del hereje “Alazais Mirlyn'ner”, por la presente da testimonio de la mencionada ejecución a la Corte de las Tinieblas. Tras varios meses de las más ingeniosas y retorcidas torturas, no había muestra alguna de arrepentimiento en Alazais y tras verlo conversar con su torturador de forma amistosa, se estimó por la Corte de las Tinieblas que debía procederse al sacrificio. Allí, bajo un mar de truenos negros y vientos tenebrosos que se arremolinaba sobre el templo y visto dicho presagio como una bendición de nuestra madre y guía, se le condujo a la hoguera. Un atisbo de duda brilló en los ojos del elfo pero, tras sacudir la cabeza, no pareció darle más importancia.

Yo misma lo aseguré al poste de la hoguera, y mientras aquello ocurría, el elfo fue reo de la locura. Su rostro cambió y se deformó lentamente, sus colmillos se pronunciaron mientras gritaba de dolor y fue entonces cuando lanzó una mirada a la balconada del templo, donde los clérigos de La Noche Eterna observaban. Las gavillas de leña se prendieron bajo sus pies y un fuego negro forjado con sangre broto de ellas. Mientras la ofrenda daba comienzo, habló:
“Sabed mi acólitos que mi tiempo con vosotros no ha expirado ni lo hará, mis crímenes no cesarán, puesto que el espíritu que envié para guiaros sigue entre vosotros, alimentándose del poder que vosotros alimentáis. Mastrar, Abora, yo soy la mirada que hace temblar el mundo, el gran dragón de oscuridad, al lado de quien los dioses de vuestros enemigos palidecen, y vengo hasta vosotros para reflejar vuestra verdadera naturaleza y recordaros que sois. Consumo vuestros corazones usando como cuchillo vuestro odio y vuestro deseo. Abora, Carnala, Soy la devoradora de almas, soy las fauces de las tinieblas que se traga vuestras vidas en un hambre sin fín y que concibe monstruos en vuestras mujeres e hijas. Vorus, Calube. Esparcid las cenizas de este sacrificio mortal a los cuatro vientos como deseáis y así, los ahora nonatos se despertaran marcados por mi roce y mis mandíbulas se cerrarán sobre los reinos en una noche sin fin.”
Tras ello, la mirada tenebrosa que había poseído al elfo se desvaneció y donde antes había una fe ciega en su dios, ahora no eran más que gritos y súplicas. Clemencia pedía pues era consciente más que nunca que su dios lo había abandonado. Continuó gritando durante algún tiempo, más del que la mayoría de los sacrificios solían tardar en asfixiarse, espetando bárbaros y malignos nombres a sus vencedores hasta que su cuerpo se consumió de tal forma que no le quedó hálito con el que poder seguir hablando.[...]


Tras ello, la bardo subrayó algunas líneas y cerró el cuaderno. Copiar aquellos fanáticos textos empezaba a superar sus fuerzas y terminar aquella ardua tarea era algo que iba a tener que esperar.



Trovador, cuentacuentos y escultor de sueños.
La Voz del Camino.
La Sacerdote Fúnebre.
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