Falsas esperanzas.

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AsaMit

Falsas esperanzas.

Mensaje por AsaMit »

Amanecía un día gris, como casi todos los días, estaba lloviendo en esta húmeda región montañosa. El sonido de una suave brisa al mecer los árboles me inquietaba, simulaban unos extraños susurros que quizás me advertían del mal presagio que me esperaba. Sequé mi rostro empapado de las gotas de agua que recorrían mi piel, miré al frente y pude distinguir una difuminada silueta a lo lejos. Cada vez se acercaba más, no dudé en alcanzar disimuladamente la empuñadura de la espada pues no descarté la idea de que fuera un vulgar bandido. Cuál fue mi sorpresa cuando, por primera vez en diez años volví a recordar todo el odiado pasado que permaneció en el olvido hasta ese día. Observé detenidamente sus rasgos y caí en la cuenta de qué realmente era Jach. Sabía que algo buscaba después de tanto tiempo. ¿Qué querrá? Me pregunte a mi mismo. Reconocí el amable trato que recibí de él, las invitaciones para beber buena cerveza y hablar sobre los viejos momentos con la excusa del largo tiempo que estuvo ausente, pero sin más rodeos le pedí que fuera al grano, pues lo único que deseaba en ese momento era librarme de él.

Esbocé una sonrisa tras escuchar las palabras pronunciadas con una voz medida y segura. Esas palabras me llenaron de esperanzas al saber que había traído a mi madre en su barco, pero mi expresión cambio bruscamente cuando Jach alegó que mi madre padecía de una grave enfermedad. En las últimas palabras de Jach se notaba un cierto nerviosismo, el cual no le di ninguna importancia puesto que la vida de mi madre era más importante en ese momento. Lo cierto es que dudé unos instantes al saber el lugar en el que había dejado a mi madre. ¿Por qué en Felbarr? ¿Acaso no hay más lugares cercanos? Me respondió que no quedaban habitaciones en las demás posadas, así que no le di más vueltas. Con un semblante entristecido y algo aturdido por el fuerte impacto de la mala noticia emprendí un largo viaje hacia Felbarr.

Llegó la noche, el silencio se hacía insoportable, el viento helado confundió mis sentidos, las pupilas se fueron adaptando poco a poco a la oscuridad, sentía como si cientos de ojos estuvieran mirándome desde la frondosidad de los bosques. Una y otra vez pensaba en las palabras de Jach, preguntándome qué me deparará cuando el camino finalice y cómo reaccionaré ante la presencia de mi madre. Absorto en mis pensamientos, perdí por unos momentos el destino de mis pasos…de pronto pestañeé lentamente y pude contemplar la virtuosidad asombrosa de las grandes murallas que rodeaban la fortaleza enana. Se apreciaba bastante el cansancio marcado en mi rostro debido al largo viaje, sin embargo, saqué la suficiente fuerza para encontrar la posada en la que estaba hospedada mi madre. Al llegar, una mujer con la mirada ahogada en lágrimas, creo recordar que se llamaba Caty, sí…Caty, se acercó lentamente hacia mi con las manos entrelazadas y con un tono de voz tenue aseguró la grave enfermedad que padecía mi madre, al parecer una extraña enfermedad que la envejecía a pasos agigantados. Desde el primer momento insistía para que no la viese en su estado pues no me llevaría un buen recuerdo de su muerte, perdí la calma ya que aumentaba la inseguridad en mí y las palabras de la mujer no eran muy convincentes. En un último intento, la mujer me entregó una carta que según ella fue escrita por mi madre. En ella se mostraba el gran afecto que tenía hacia mí y su opresión debido a la enfermedad que impedía poder verme en el estado que se encontraba, sinceramente no recordaba la letra de mi madre pero algo en mi interior confirmaba la veracidad de esa carta.




La mujer secó sus lágrimas y con una mirada esperanzadora mencionó que posiblemente hubiera una cura para esa enfermedad, el único inconveniente eran los dificultosos y peligrosos medios para conseguir los ingredientes pues se necesitaban dos escamas y la sangre de una dragona venerable, la cual su guarida se situaba en el mismísimo desierto de Anaurokh. Conocía ese lugar gracias a las recitaciones de los trovadores de posadas en las cuales hacían mención de numerosos aventureros que lograron hallar la entrada al desierto pero nunca encontraron una salida. En ese momento no supe reaccionar…y dudo que alguien pudiera. En un intento para consolarme, la mujer me agarró de las manos, me miró penetrantemente a los ojos y exclamó con voz firme y clara que poseía un mapa. Esas palabras me produjeron un gran alivio, no me agradaba mucho la idea de vagar sin rumbo por un desierto…
Tragué saliva y aferrando fuertemente el mapa me dispuse de nuevo a viajar hacia la posada de transito en la bifurcación. Allí me encontré con Aeris, quien posee grandes poderes mágicos, así que no dude ni un segundo en requerir su ayuda. Ella aceptó no muy convencida, sin embargo, es una mujer a la que le gustan demasiado los retos.
Tras hacernos con los substentos necesarios, emprendimos el viaje hacia las antigüas ruinas de Ascore, lugar habitado por terribles Umbras. Nos vimos sorprendidos por un gran número de ellos y optemos por cruzar de una forma más sutil y segura sin utilizar directamente la fuerza. Aeris empleó su poder para hacernos completamente invisibles y pasar desapercibidos entre la extensa oscuridad que reinaba en las lúgubres ruinas de Ascore.

Finalmente llegamos al desierto donde casualmente nos tropezamos con Elvith, un viejo amigo que se ofreció gustosamente a acompañarnos. El calor era insoportable, se hacía notar en nuestra piel, nos flaqueaban las piernas, la vista se nublaba por momentos, llegué a pensar que no saldríamos vivos de allí…
Tal fue nuestra mala suerte que una gran tormenta de arena se abalanzó sobre nosotros dejándonos la visibilidad prácticamente nula, caímos inconscientes y la tormenta nos arrastró a las profundidades de este temible desierto. Despertamos después de un largo tiempo inconscientes, la sed y el calor se hacían notar aún más, prácticamente no quedaban esperanzas para continuar el camino hasta que nos dimos cuenta de que estábamos encima de unas huellas gigantes. Descansamos lo suficiente y proseguimos el camino guiándonos de las huellas ligeramente marcadas. La senda de huellas acabó, con lo cual estábamos algo confusos al no saber qué camino escoger, pero inesperadamente una sombra gigante se proyectó en la arena, giramos la vista hacia atrás temerosos y contemplamos boquiabiertos aquella bestia alada. En ese momento pensé: “tierra trágame”, mejor dicho, “arena trágame”. Fue una dura batalla, por suerte la salud de la dragona fue una razón de peso para nuestra victoria, estaba gravemente herida y nuestros golpes ágiles fueron muy efectivos. Le arranqué las escamas y embotellé la sangre como si de un trofeo se tratase. Un extraño brillo dorado se distinguía en la lejanía y nos acercamos curiosos hasta llegar al lugar. Nuestra reacción fue tal que los ojos se nos pusieron como platos al encontrarnos con grandes montones de oro esparcidos por el lugar. Cuando disponíamos a llenarnos los bolsillos de oro, repentinamente una voz familiar se escuchó vagamente. Sí…era Jach, entonces descubrí que todo era una burda patraña para quedarse con los tesoros de la dragona. No puedo expresar con palabras lo que sentí en ese momento, el daño que me produjo era equivalente a miles de espinas clavadas en el corazón, me sentí frustrado, engañado, ultrajado… ¿Cómo se puede jugar con los sentimientos de una persona?...Perdí el control sobre mi mismo y le reté a un duelo de vida o muerte.

Me abalancé sobre él para acatarle pero sus habilidades son mucho mejores y se burlaba de mis intentos fallidos para asestarle un golpe. Aeris no aguantó la presión y lanzó un conjuro apresándole definitivamente. Comencé a coger los tesoros, y en el interior de un cofre se encontraba un diamante que me llamó bastante la atención, pero no era un diamante cualquiera, este emitía una intensa luz. Sentía como el diamante debía ser mío, lo deseaba, parecía que estábamos destinados a encontrarnos. En el momento en que lo aferré en mis manos, no podía dejar de mirarlo, todo lo demás no importaba. Sé que de él emana un gran poder, el tiempo lo dirá…
Mientras decidíamos qué hacer con Jach, el muy traidor se las arregló para escaparse y justo antes juró que se vengaría de mi… ¿Volveré a encontrarme con él?...
Chauntea

Mensaje por Chauntea »

Buen relato y muy acorde con la realidad. :wink:
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