Un dia cualquiera, de noche, camino hacia Sundabar....
Shivah, tras sacar unos cuantas gemas en la mina de Nevesmortas consigue ganar unas piezas de oro para comprarse una capa nueva.
Comenzo el viaje al anochecer, cosa en la que Shivah entusiasmada no penso. Antorcha en mano emprendio el viaje hasta Sundabar.
El viaje parecia tranquilo. Ante cualquier ruido Shivah se echaba la mano a la pequeña espada que portaba. Pero eran falsas alarmas, pequeños animales que al escuchar acercarse la gnoma se escondian entre los matorrales. Habia un silencio sepulcral, pero Shivah solo tenia en mente comprarse esa capa para el dia de la Comunion de la Risa.
Pero Shivah al paso por el bosque de Nevesmortas empezo a inquietarse... Tuvo la sensacion de que alguien la seguia, pero por mas que miraba hacia atras no veia a nadie. ¿La estaban siguiendo o era su mente?.
Al llegar a las afueras de Fuerte Nuevo se topo con algunos bandidos arqueros. Se los topo desprevenida, por lo que la pobre Shivah cayo herida de muerte.
Shivah, a los pocos segundos de caer al suelo escucho unos pasos...parecia su dia de suerte...aventureros, o no...
La gnoma con la mirada nublosa consiguio divisar cuatro piernas. Pero pasaban los segundos pero no recivia ayuda alguna. Shivah no hacia mas que pedir ayuda, pero nada. Una de esas personas no hacia mas que hablar, parecia incitar a la otra a que la matara, pero la otra no respondia. Siempre escuchaba la misma voz.
Por suerte para la gnoma, tras unos minutos llego un joven elfo llamado Joran y la mediana Kristine. Shivah no era consciente de casi nada, pero sintio que alguien la cojia en brazos y la tranquilizaba. Mientras Joran cargaba con la pequeña gnoma, Kristine se encargaba de intimidar a esas dos personas.
Tras unos momentos tensos y coincidiendo con el amanecer, los dos extraños seres desaparecieron y Kristine salio en su busca. Mientras, con la ayuda de Garl, la gnoma Shivah se recuperaba de sus heridas y acompañada por Joran llegaron a Sundabar.
Lunas mas tarde Shivah volvio a viajar a Sundabar, pero esta vez con la luz del dia. Al entrar en la ciudad se encontro con Joran y otro guerrero que respondia al nombre de Arkaine. Bien educada de pequeña, Shivah saludo a los presentes sin importarla la presencia de Arkaine.
Tras unos minutos de presentaciones Joran comento que Shivah fue atacada hacia unas lunas. Arkaine se sorprendio y pregunto a Shivah si la habian mordido.
-¿Mordido?!! *se mira por todo el cuerpo en busca de alguna señal*
-Si...es muy importante, ¿te mordieron? -responde Arkaine
-No...no la mordieron.. -rapidamente responde Joran ante la intranquilidad de Arkaine
Shivah cada vez estaba mas asustada. Ante la desesperacion de la gnoma, Arkaine le resolvio las dudas...
Denoche en medio de la nada,preguntando por mordiscos y justo desaparecieron al amanecer...VAMPIROS...
Un Mal Viaje...
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La luna se alzaba solitaria sobre el frondoso bosque. Ahí, escondida entre unos matorrales, una diminuta figura permanecía inmóvil, al acecho de cualquier movimiento o ruido. Su mirada, fija en la alta y oscura torre, reflejaba un inmenso odio.
- No pensaba meterme en esto... pero vosotros lo habéis querido.
Días antes, la persona más preciada por la mediana había resultado ser atacada por los temidos vampiros. Por suerte, no mostraba señal de mordisco, y su alma seguía donde debería estar siempre.
Bajo el resplandor de la luna, Kristine esperó y esperó, sin intención alguna de dejarlo correr. Pensaba vengarse allí mismo, de la misma forma que lo hizo en Puerto Calim.
De pronto, la mediana oyó un leve murmullo. La puerta se había abierto, y ante ella una figura encapuchada, vestida con ropajes negros, parecía inspeccionar la zona con la mirada. Segundos más tarde, el presunto engendro echaba a correr con una velocidad vertiginosa hacia el norte.
Ante el asombro, Kristine reaccionó instantes después, leyendo un pergamino de invisibilidad sobre ella e intentando seguir el rastro del fugitivo.
Por suerte, la luz de la luna permitía descubrir las pisadas con mayor facilidad. Fue en los alrededores de Fuerte Nuevo donde halló de nuevo a la tenebrosa figura. La mediana analizó la situación antes de cometer algún error. Una gnoma yacía en la húmeda hierba. Un pequeño charco de sangre evidenciaba que estaba herida. Al lado, un tipo más que misterioso observaba la escena, mostrando desinterés por el estado de la herida.
Poco después, apareció un elfo en el suceso, el cual hizo un amago de intentar ayudar a la moribunda gnoma. Entonces habló el no-muerto, amenazando de muerte al que intentase acercarse a su presa.
Era momento de actuar. Lentamente, la mediana desenvainó una de sus espadas, y la colocó a la altura de la cintura del vampiro.
- Tú te vas a venir conmigo ahora mismo... y tú, el elfo, ocúpate de la herida.
Con la misma rapidez asombrosa de antes, el ser malvado consiguió zafarse de Kristine, y agarrar al elfo, el cual cargaba a la gnoma en brazos.
- Tú decides... atacarme y que tu conciencia cargue con las muertes de estos dos, o dejarme escapar...
La mediana desprendía ira y odio en cada suspiro. No hacía otra cosa que pensar alguna astuta estrategia que le permitiese hacerse con el control de la situación. Necesitaba tiempo.
- ¡Déjales marchar! ¡Luchemos tú y yo y acabemos con esto!
El vampiro demostró una vez más quien era el más rápido, con un fuerte empujón se derribó al elfo, y seguido desenrolló un pergamino-portal. Pese a que la mediana reaccionó rápidamente, no pudo impedir que el engendro desapareciese al introducirse en la rojiza luz.
Más furiosa que nunca, Kristine buscó por todas las ciudades de la zona con ayuda de los portales, pero fue en vano. Le costó admitir su fracaso, pero juró que no volvería a ocurrir.
- No pensaba meterme en esto... pero vosotros lo habéis querido.
Días antes, la persona más preciada por la mediana había resultado ser atacada por los temidos vampiros. Por suerte, no mostraba señal de mordisco, y su alma seguía donde debería estar siempre.
Bajo el resplandor de la luna, Kristine esperó y esperó, sin intención alguna de dejarlo correr. Pensaba vengarse allí mismo, de la misma forma que lo hizo en Puerto Calim.
De pronto, la mediana oyó un leve murmullo. La puerta se había abierto, y ante ella una figura encapuchada, vestida con ropajes negros, parecía inspeccionar la zona con la mirada. Segundos más tarde, el presunto engendro echaba a correr con una velocidad vertiginosa hacia el norte.
Ante el asombro, Kristine reaccionó instantes después, leyendo un pergamino de invisibilidad sobre ella e intentando seguir el rastro del fugitivo.
Por suerte, la luz de la luna permitía descubrir las pisadas con mayor facilidad. Fue en los alrededores de Fuerte Nuevo donde halló de nuevo a la tenebrosa figura. La mediana analizó la situación antes de cometer algún error. Una gnoma yacía en la húmeda hierba. Un pequeño charco de sangre evidenciaba que estaba herida. Al lado, un tipo más que misterioso observaba la escena, mostrando desinterés por el estado de la herida.
Poco después, apareció un elfo en el suceso, el cual hizo un amago de intentar ayudar a la moribunda gnoma. Entonces habló el no-muerto, amenazando de muerte al que intentase acercarse a su presa.
Era momento de actuar. Lentamente, la mediana desenvainó una de sus espadas, y la colocó a la altura de la cintura del vampiro.
- Tú te vas a venir conmigo ahora mismo... y tú, el elfo, ocúpate de la herida.
Con la misma rapidez asombrosa de antes, el ser malvado consiguió zafarse de Kristine, y agarrar al elfo, el cual cargaba a la gnoma en brazos.
- Tú decides... atacarme y que tu conciencia cargue con las muertes de estos dos, o dejarme escapar...
La mediana desprendía ira y odio en cada suspiro. No hacía otra cosa que pensar alguna astuta estrategia que le permitiese hacerse con el control de la situación. Necesitaba tiempo.
- ¡Déjales marchar! ¡Luchemos tú y yo y acabemos con esto!
El vampiro demostró una vez más quien era el más rápido, con un fuerte empujón se derribó al elfo, y seguido desenrolló un pergamino-portal. Pese a que la mediana reaccionó rápidamente, no pudo impedir que el engendro desapareciese al introducirse en la rojiza luz.
Más furiosa que nunca, Kristine buscó por todas las ciudades de la zona con ayuda de los portales, pero fue en vano. Le costó admitir su fracaso, pero juró que no volvería a ocurrir.