Querido Tomas..
Publicado: Lun Jul 10, 2006 4:28 pm
*Un clérigo camina errante al alba, pues en sus manos lleva un pergamino enrollado, con un nombre escrito como destinatario: Tomas*
Querido Tomas,
Me contaron que tanto vos como Bael, acudisteis al Alataya del Alba con la intención de verme, así que lo primero que hice cuando me vi con algo más de fuerzas fue coger este pergamino y escribiros a ambos, pese a que dicho gesto me cueste el permanecer en cama más días de los que ya llevo.
Ashnar y los clérigos del Atalaya me están cuidando…
Poco recuerdo más que el fatídico día en que emprendí mi viaje a Sundabar, a medio camino me vi sorprendida y asaltada por un grupo de bandidos, y su líder me asestó tal golpe en un descuido, que acabé perdiendo el conocimiento. Lo único que sé a raíz de ahí es que cuando desperté, lo hice aquí, bajo la mirada y supervisión de los clérigos de Lathanther. Me dijeron que había permanecido dormida y empapada en sudor durante varios días. Tomas, oigo los susurros de los clérigos, pronuncian mi nombre, y pese a que dedican sus rezos diarios a mi curación más inmediata, puedo ver como surge en ellos la más grande expectación y temor, ante las dos marcas violaceas que han aparecido inexplicablemente en mi pecho, cuando alguno de ellos abre mi camisón para examinarlas.
Pero lo que más me inquieta son mis sueños, sueños extraños, vividos con una intensidad tal que se mezclan con realidad, y me cuesta discernir si son ciertas dichas sensaciones entre tanta oscuridad. Pues las velas que amablemente me dejan encendidas cada noche, cuando el silencio invade mi lecho, se apagan por una leve brisa, y el balanceo de las finas telas que cubren el ventanal que da paso al pequeño jardín interior del Atalaya del Alba, hacen que me desvele; o así lo creo, despertándome con suma ansiedad.
Sueño levantarme y andar descalza, arrastrando mis pies por el suelo, cuando el crujir de las ventanas me avisa que han sido abiertas repentinamente tras el viento. Y como si de una señal se tratase, me veo a mi misma asomarme y continuar el camino que lúgubremente me es marcado. Tomas, percibo su necesidad, más no me puedo negar ante la tentación de ofrecerle una visita fugaz y acudir a su reclamo. Sueño verme flotar lentamente azotada por el viento que cada vez se hace más fuerte, las nubes corren a ritmo acelerado, cubriendo el cielo como un espeso manto, signo de tempestad, más yo continuo ajena a la tormenta, deslizándome entre los rosales y sus tallos punzantes, que juegan a enredarse por mis piernas, dejando brotar la sangre… las heridas lucen ahora de un rojo tan intenso y brillante bajo la luna, que mi sed… se hace palpable.
Al final del recorrido se extiende un altar de piedra bajo el símbolo de Lathander. Sueño mi cuerpo yacer tumbada en el, y esperarle. Y es entonces cuando una sombra negra se cierne ante mi, abrazándome.
Tomas, más si te expusiera en esta carta la sensación que posteriormente me invade, podrías pensar que perdí mi poca cordura, más no por ello, no he de negar que siento la felicidad más extenuante, un amor inalcanzable…
Sin embargo, dicha sensación desvanece cuando noto que cada día me es más difícil alzarme, abrir los ojos a la luz de la mañana, y por el tono de piel que veo en mis manos semitransparentes, he de suponer que cada día que pasa, mi aspecto es más lamentable.
Mis fuerzas perecen más y más bajo las sabanas …
El único miedo que habita en mi es no volver a veros, pero si los dioses decidieron llevarme consigo, tan solo deciros, que os quise.. Y os querré siempre.
Cuidad el uno del otro, y dadle un beso a Isendel, Aeris, Silfiandor, Iruss, Alan, e incluso a Tale..
Siempre vuestra;
Wuivre.
Querido Tomas,
Me contaron que tanto vos como Bael, acudisteis al Alataya del Alba con la intención de verme, así que lo primero que hice cuando me vi con algo más de fuerzas fue coger este pergamino y escribiros a ambos, pese a que dicho gesto me cueste el permanecer en cama más días de los que ya llevo.
Ashnar y los clérigos del Atalaya me están cuidando…
Poco recuerdo más que el fatídico día en que emprendí mi viaje a Sundabar, a medio camino me vi sorprendida y asaltada por un grupo de bandidos, y su líder me asestó tal golpe en un descuido, que acabé perdiendo el conocimiento. Lo único que sé a raíz de ahí es que cuando desperté, lo hice aquí, bajo la mirada y supervisión de los clérigos de Lathanther. Me dijeron que había permanecido dormida y empapada en sudor durante varios días. Tomas, oigo los susurros de los clérigos, pronuncian mi nombre, y pese a que dedican sus rezos diarios a mi curación más inmediata, puedo ver como surge en ellos la más grande expectación y temor, ante las dos marcas violaceas que han aparecido inexplicablemente en mi pecho, cuando alguno de ellos abre mi camisón para examinarlas.
Pero lo que más me inquieta son mis sueños, sueños extraños, vividos con una intensidad tal que se mezclan con realidad, y me cuesta discernir si son ciertas dichas sensaciones entre tanta oscuridad. Pues las velas que amablemente me dejan encendidas cada noche, cuando el silencio invade mi lecho, se apagan por una leve brisa, y el balanceo de las finas telas que cubren el ventanal que da paso al pequeño jardín interior del Atalaya del Alba, hacen que me desvele; o así lo creo, despertándome con suma ansiedad.
Sueño levantarme y andar descalza, arrastrando mis pies por el suelo, cuando el crujir de las ventanas me avisa que han sido abiertas repentinamente tras el viento. Y como si de una señal se tratase, me veo a mi misma asomarme y continuar el camino que lúgubremente me es marcado. Tomas, percibo su necesidad, más no me puedo negar ante la tentación de ofrecerle una visita fugaz y acudir a su reclamo. Sueño verme flotar lentamente azotada por el viento que cada vez se hace más fuerte, las nubes corren a ritmo acelerado, cubriendo el cielo como un espeso manto, signo de tempestad, más yo continuo ajena a la tormenta, deslizándome entre los rosales y sus tallos punzantes, que juegan a enredarse por mis piernas, dejando brotar la sangre… las heridas lucen ahora de un rojo tan intenso y brillante bajo la luna, que mi sed… se hace palpable.
Al final del recorrido se extiende un altar de piedra bajo el símbolo de Lathander. Sueño mi cuerpo yacer tumbada en el, y esperarle. Y es entonces cuando una sombra negra se cierne ante mi, abrazándome.
Tomas, más si te expusiera en esta carta la sensación que posteriormente me invade, podrías pensar que perdí mi poca cordura, más no por ello, no he de negar que siento la felicidad más extenuante, un amor inalcanzable…
Sin embargo, dicha sensación desvanece cuando noto que cada día me es más difícil alzarme, abrir los ojos a la luz de la mañana, y por el tono de piel que veo en mis manos semitransparentes, he de suponer que cada día que pasa, mi aspecto es más lamentable.
Mis fuerzas perecen más y más bajo las sabanas …
El único miedo que habita en mi es no volver a veros, pero si los dioses decidieron llevarme consigo, tan solo deciros, que os quise.. Y os querré siempre.
Cuidad el uno del otro, y dadle un beso a Isendel, Aeris, Silfiandor, Iruss, Alan, e incluso a Tale..
Siempre vuestra;
Wuivre.