Espejo oscuro
Publicado: Jue Dic 27, 2007 6:31 pm
I. Sombras en el bosque.
Vaho helado, oscuridad cerrada. Una espesa neblina, fría como el hielo, campaba en las profundidades del bosque de Nevesmortas. La noche cubría con su manto a los compañeros.
Fundidos en la espesura animal y elfo guardaban silencio. La pantera macho, negra como el tizón, permanecía encaramada a una vigorosa rama algunos metros por encima de su hermano. El elfo salvaje, sentado ante las grandes raíces del roble, meditaba en silencio.
- No entiendo nada…
Con los ojos cerrados Elenthyl meditaba en completo silencio. Su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. Le costaba entender ciertos temas, relacionar conceptos tan distintos. Todo lo que no fuera caza, persecución, sangre y rama… se le escapaba. Consciente de su incapacidad echaba de menos los destellos brillantes del pensamiento de sus aliados. Cuánto le gustaría contar a su lado con sus viejos amigos, tan capaces… pero Phan, el arrogante archimago, había desaparecido. Aquellas palabras le atormentaban.
- El Padre Árbol… el llanto de la tierra… ¿drows?- Nada tenía sentido para él, tan ajeno a la magia y a los dioses.
Inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, su pecho agitado cedía paso a la calma que precedía a la meditación. Como tantas otras veces que se sentía superado buscaba consuelo y guía en la raíz y la rama. Enterrando jengibre Elenthyl se unía al viejo roble mientras murmuraba palabras tan antiguas como el tiempo y dejaba vagar su mente por los últimos acontecimientos…
…
…todo empezó algunas lunas atrás, cuando los rumores en el viento obligaron al explorador a abandonar sus carreras por los bosques del Norte. Después de su regreso se había confundido de nuevo con la naturaleza vagando sin rumbo, dejándose llevar sin alejarse esta vez de la Marca Argéntea. Esa inquietud del ambiente, ese latido extraño en la tierra, en los pequeños depredadores que tan bien conocía. Desazón que le empujó, sin saber bien porqué, a reaparecer en el pequeño puesto avanzado de la casa Lanzagélida una fría mañana nevada.
Había encontrado a Lynn y Xae, su hermano y su compañera, nada más volver a la civilización. Hablaban de un ataque drow, de extrañas apariciones, de dobles de aventureros que se enfrentaban a sí mismos en terrible igualdad. Nada tenía esto que ver con la sensación de apremio que le bloqueaba el estómago mientras recorría las profundidades de la floresta helada, pero decidió quedarse y asistir a sus aliados. Lynn parecía realmente afectado tras enfrentarse a varios “clones”, o así daban en llamarlos en la villa. Nada sabían de su procedencia pero el ataque drow posterior a estos extraños sucesos dirigió rápidamente las sospechas hacia la antípoda oscura. Sin duda era una artimaña propia de la sucia raza, tan odiada por el cazador y el arcano.
En los días sucesivos los acontecimientos se repitieron, los dobles se aparecieron sin lógica aparente a diferentes personajes, ya fueran reputados y conocidos como simples viajeros y artesanos que por allí pasaban. La Flecha se reunió de nuevo bajo el arco del anciano y se preparaba para una expedición a las profundidades de las montañas, en busca de información. Quería capturar un drow esperando tener la fortuna de que supiera algo al respecto. En su furiosa belicosidad el elfo salvaje había propuesto ideas aún más arriesgadas, planes de dudosa moralidad para las gentes del bien que fluían sin traba por la percepción abierta del explorador. Guerra y combate, artimañas y traiciones para someter al más artero de los pueblos de Faerun… Traición para el traidor, lanzar sobre ellos a sus enemigos… sin embargo no era ese su destino, al menos no por el momento, pues los acontecimientos se precipitaron en una caótica sucesión.
Mientras ultimaban detalles en la, de nuevo, hiperactiva sede de la Flecha del Destino, otras imágenes había hecho su aparición incluso en el árbol sagrado que daba cobijo y sentido a la organización de los amigos del explorador. Era tan extraño que allí apareciesen esos reflejos oscuros, esos dobles del mal… Aquel era un lugar de paz. Uno de ellos había reproducido a una alumna del maestro arcano, Lynn, llegando a confundirlo, acercándose tanto como para rozarle la mejilla dejando una pequeña marca que casi hace enloquecer al buen elfo. Poco después Destino Último había abatido con su canto una deformada copia del anciano explorador. Todo era tan confuso… Sólo la fe inquebrantable en la amistad de sus compañeros y la presencia balsámica de Xae, la sacerdotisa, había conseguido reconducir la mente del arcano a la lucidez de nuevo. Fue entonces cuando el elfo salvaje volvió a la villa esperando encontrar algo de información, y así ocurrió en apariencia, pues distinguidos personajes de la región conversaban en voz queda junto a la helada fuente del cruce de caminos que daba sentido a la villa. Temiendo ser escuchados marcharon a la sede, a los pináculos arbóreos, donde Lynn permanecía recuperándose de su traumática experiencia.
Reunidos bajo la seguridad de hojas y ramas discutían sobre el origen de las extrañas imágenes, sacadas como si de reflejos oscuros en un espejo maldito se tratasen. Kuzadrepa, el fanático seguidor de Tempus, defendía que eran criaturas capaces de adoptar la forma de quien tuvieran delante. Lynn, en cambio, expuso su teoría de reflejos contrarios y moral invertida, algo tan complicado que Elenthyl no era capaz de entender. Discutían sin cesar, alzando la voz por momentos cuando hizo aparición aquel aventurero buscando refugio para la noche, que ya se abatía sobre las elevadas plataformas donde se sostenía la reunión.
El anciano explorador no lo conocía si bien no fue esto lo alarmante… tras el joven venía una imagen suya deformada por una especie de oscuridad. La aparición sorprendió a todos, incluso a quien copiaba, durante unos instantes. Los precisos segundos que tardó la concurrencia en abalanzarse sobre ella. Sin embargo esta vez era diferente pues la sombra no caía y demostraba tener un aguante sobrenatural. Estaban delante de algo distinto, posiblemente el… ¿líder? Nadie supo asegurarlo, la confusión y la desconfianza reinaban sobre las plataformas arbóreas difuminando la paz que normalmente dominaba aquellas alturas. El ser hablaba de su superior, de una divinidad extraña, se burlaba de ellos, los provocaba… todos gritaban, hablaban a la vez en un maremágnum de confusión, nadie obtenía ninguna información clara sobre lo que estaba sucediendo. Sólo Quarrel parecía mantener la calma, analizando todo con frialdad mientras garabateaba trazos en una desgastada libreta.
El ser convocó la imagen de su diosa sin que los aventureros tuvieran oportunidad de esclarecer nada, jugando con ellos, burlándose y disfrutando de la confusión reinante. La aparición dejó a todos sobrecogidos… una inmensa araña de la que brotaba el cuerpo de una hembra drow. Una draña, la representación de Lloth, diosa de los elfos oscuros, se presentaba ante la atónita concurrencia. Intocable, inmune a magia y espada, mantuvo en vilo a los bravos allí reunidos sin que nadie tuviera ocasión de afrontar aquella amenaza. Carreras, gritos llenaron las plataformas de madera viva, un infierno de caos, nadie acertaba a dañar aquella imagen de odio y mal puro. Lynn se esforzaba en negar la existencia a aquel ser, en una especie de lucha mental, asistido por Xae.
Hasta que el desconocido joven que había traído consigo su oscuro reflejo consiguió colarse debajo del espantoso ser, atravesando su abdomen desde atrás y provocando su colapso. La atónita concurrencia presenció cómo con aquel sencillo movimiento el joven había conseguido reducir lo que poderosos guerreros, arcanos y clérigos no había logrado. El fin de la pesadilla, al menos por aquella noche…
La paz volvió al refugio del explorador durante un breve instante, pues después de aquello las discusiones volvieron a turbar el silencio del gigantesco árbol. Confuso y superado por la situación, Elenthyl se había sentado frente a los restos de aquella aparición, mitad araña y mitad drow, desesperado por encontrar una explicación. Una profunda tristeza se abría paso en su corazón. Había algo que le turbaba profundamente… antes de caer el monstruo había mentado al Padre Árbol, al sufrimiento de la tierra, reclamando como suyos aquellos territorios abandonados de la mano de los antiguos dioses y de sus seguidores.
La Flecha reunía a algunos de los mejores artesanos de la Marca y numerosos aprendices pero, de todos era sabido, mantenía el compromiso de sus fundadores de proteger la vida salvaje y el equilibrio natural, asistiendo a la Garra Custodia cuando fueran reclamados. Aquellas elevadas plataformas eran algo más que un refugio para exploradores, canalizaban la angustia que se extendía por los vastos territorios dominados por la naturaleza, latían con la tierra que cimentaba la sede comercial. Sentado frente los restos de la aparición, con las manos ancladas en la plataforma viva, el elfo salvaje se había visto invadido por la pena y la desesperación. La misma sensación que le oprimía el pecho mientras recorría los bosques buscando un sentido a su desasosiego.
Por vez primera en su longeva vida el elfo salvaje no pudo reprimirse y una lágrima helada resbaló por su mejilla, recorriendo rasgos de madera tosca y punta afilada hasta caer al suelo, provocando ondas de estupefacción en el espíritu del explorador. Sus más fieles compañeros habían sentido el cambio en él y lo contemplaban en silencio, sobrecogidos por la primera lágrima del anciano.
- La tierra llora… a través de mi...
Un pequeño remolino de aire y hojas rodeaba al anciano elfo salvaje mientras pronunciaba estas palabras. Un instante después ya no era el explorador, y un pequeño pixie se deslizaba por el aire helado, perdiéndose en el bosque de Nevesmortas mientras una enorme pantera abandonaba las ramas superiores y lo seguía en su camino, toda la noche, hasta detenerse ambos a los pies del viejo roble, donde ahora se encontraban…
…
... inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, en su pecho la calma de la meditación. Pasaron las horas sin que nada les molestara, el sol subió y bajó de la carrera celeste sin que Elenthyl lo percibiera. De nuevo llegó la noche mientras la pantera lo protegía.
Un latido en el roble lo sacó de su ensimismamiento. La sombra reaparecía, las raíces le advertían. Concentrado, precisaba la localización sirviéndose de las raíces que todo lo abarcaban. La imagen de un árbol aparecía en su mente… pero… eran los pináculos arbóreos. ¿La Flecha del Destino? No cabían cuestiones en su determinación. Como el viento que agita las copas nevadas, Elenthyl se lanzó a la carrera volviendo al lugar de donde había partido un par de noches atrás.
La sede estaba desierta, sólo el canto de la brisa a través de ramas y hojas cuando llegó de nuevo a las plataformas élficas. Aún quedaban rastros del combate anterior pero allí no había nada más. Elenthyl no se permitía dudar de su intuición salvaje y espero paciente unos instantes. Y una oscuridad mágica se abatió de nuevo sobre el árbol gigante.
Un pase de mano delante de sus ojos, dos palabras susurradas y sus ojos fueron capaces de penetrar la mágica oscuridad. Allí, en el centro del globo de tinieblas, se encontraba una sacerdotisa drow. Allí mismo… en su refugio…
Turbado, el explorador no sabía que decir, era incapaz de decidir la manera de obtener información de aquella hembra drow. No fue necesario, pues finalmente fue ella la que habló.
- Vaya- decía sonriendo- Renegados e infieles se reúnen bajo el mismo… “techo”.
- ¿Infiel?- el elfo salvaje dominaba su creciente furia, su sed de sangre oscura- Yo no creo más que en mí y en la rama que me cobija, repug…
- Renegado es tu título- la sacerdotisa interrumpía al explorador- pues no sigues al único y verdadero dios. Pero no es a ti a quien busco, salvaje. Ella ha estado aquí…
Atónito, Elenthyl asistía al monólogo de su enemiga ancestral. No pronunció palabra alguna, pues resultaba evidente que no sería respondido. Sus brazos se aseguraron instintivamente en torno a su arco, un par de flechas aparecieron en su mano, su mirada buscaba ya la yugular, su respiración se acompasaba para el disparo.
- La traidora infiel… Ella quiere su cabeza, aplastará a cualquiera que se interponga en nuestro camino- la sacerdotisa recorría con la mirada las plataformas arbóreas.
Destino Último cantó, llenando el aire con su nota, pura y espectral. Dos flechas atravesaron el aire, perdiéndose en el bosque sin encontrar impacto alguno. La sacerdotisa se había desvanecido con un destello rojizo, llevándose con ella su oscuridad, dejando tan sólo nuevas preguntas para el elfo salvaje.
- ¿La infiel?
... continuará
Elenthyl Quart´Hadast
Vaho helado, oscuridad cerrada. Una espesa neblina, fría como el hielo, campaba en las profundidades del bosque de Nevesmortas. La noche cubría con su manto a los compañeros.
Fundidos en la espesura animal y elfo guardaban silencio. La pantera macho, negra como el tizón, permanecía encaramada a una vigorosa rama algunos metros por encima de su hermano. El elfo salvaje, sentado ante las grandes raíces del roble, meditaba en silencio.
- No entiendo nada…
Con los ojos cerrados Elenthyl meditaba en completo silencio. Su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. Le costaba entender ciertos temas, relacionar conceptos tan distintos. Todo lo que no fuera caza, persecución, sangre y rama… se le escapaba. Consciente de su incapacidad echaba de menos los destellos brillantes del pensamiento de sus aliados. Cuánto le gustaría contar a su lado con sus viejos amigos, tan capaces… pero Phan, el arrogante archimago, había desaparecido. Aquellas palabras le atormentaban.
- El Padre Árbol… el llanto de la tierra… ¿drows?- Nada tenía sentido para él, tan ajeno a la magia y a los dioses.
Inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, su pecho agitado cedía paso a la calma que precedía a la meditación. Como tantas otras veces que se sentía superado buscaba consuelo y guía en la raíz y la rama. Enterrando jengibre Elenthyl se unía al viejo roble mientras murmuraba palabras tan antiguas como el tiempo y dejaba vagar su mente por los últimos acontecimientos…
…
…todo empezó algunas lunas atrás, cuando los rumores en el viento obligaron al explorador a abandonar sus carreras por los bosques del Norte. Después de su regreso se había confundido de nuevo con la naturaleza vagando sin rumbo, dejándose llevar sin alejarse esta vez de la Marca Argéntea. Esa inquietud del ambiente, ese latido extraño en la tierra, en los pequeños depredadores que tan bien conocía. Desazón que le empujó, sin saber bien porqué, a reaparecer en el pequeño puesto avanzado de la casa Lanzagélida una fría mañana nevada.
Había encontrado a Lynn y Xae, su hermano y su compañera, nada más volver a la civilización. Hablaban de un ataque drow, de extrañas apariciones, de dobles de aventureros que se enfrentaban a sí mismos en terrible igualdad. Nada tenía esto que ver con la sensación de apremio que le bloqueaba el estómago mientras recorría las profundidades de la floresta helada, pero decidió quedarse y asistir a sus aliados. Lynn parecía realmente afectado tras enfrentarse a varios “clones”, o así daban en llamarlos en la villa. Nada sabían de su procedencia pero el ataque drow posterior a estos extraños sucesos dirigió rápidamente las sospechas hacia la antípoda oscura. Sin duda era una artimaña propia de la sucia raza, tan odiada por el cazador y el arcano.
En los días sucesivos los acontecimientos se repitieron, los dobles se aparecieron sin lógica aparente a diferentes personajes, ya fueran reputados y conocidos como simples viajeros y artesanos que por allí pasaban. La Flecha se reunió de nuevo bajo el arco del anciano y se preparaba para una expedición a las profundidades de las montañas, en busca de información. Quería capturar un drow esperando tener la fortuna de que supiera algo al respecto. En su furiosa belicosidad el elfo salvaje había propuesto ideas aún más arriesgadas, planes de dudosa moralidad para las gentes del bien que fluían sin traba por la percepción abierta del explorador. Guerra y combate, artimañas y traiciones para someter al más artero de los pueblos de Faerun… Traición para el traidor, lanzar sobre ellos a sus enemigos… sin embargo no era ese su destino, al menos no por el momento, pues los acontecimientos se precipitaron en una caótica sucesión.
Mientras ultimaban detalles en la, de nuevo, hiperactiva sede de la Flecha del Destino, otras imágenes había hecho su aparición incluso en el árbol sagrado que daba cobijo y sentido a la organización de los amigos del explorador. Era tan extraño que allí apareciesen esos reflejos oscuros, esos dobles del mal… Aquel era un lugar de paz. Uno de ellos había reproducido a una alumna del maestro arcano, Lynn, llegando a confundirlo, acercándose tanto como para rozarle la mejilla dejando una pequeña marca que casi hace enloquecer al buen elfo. Poco después Destino Último había abatido con su canto una deformada copia del anciano explorador. Todo era tan confuso… Sólo la fe inquebrantable en la amistad de sus compañeros y la presencia balsámica de Xae, la sacerdotisa, había conseguido reconducir la mente del arcano a la lucidez de nuevo. Fue entonces cuando el elfo salvaje volvió a la villa esperando encontrar algo de información, y así ocurrió en apariencia, pues distinguidos personajes de la región conversaban en voz queda junto a la helada fuente del cruce de caminos que daba sentido a la villa. Temiendo ser escuchados marcharon a la sede, a los pináculos arbóreos, donde Lynn permanecía recuperándose de su traumática experiencia.
Reunidos bajo la seguridad de hojas y ramas discutían sobre el origen de las extrañas imágenes, sacadas como si de reflejos oscuros en un espejo maldito se tratasen. Kuzadrepa, el fanático seguidor de Tempus, defendía que eran criaturas capaces de adoptar la forma de quien tuvieran delante. Lynn, en cambio, expuso su teoría de reflejos contrarios y moral invertida, algo tan complicado que Elenthyl no era capaz de entender. Discutían sin cesar, alzando la voz por momentos cuando hizo aparición aquel aventurero buscando refugio para la noche, que ya se abatía sobre las elevadas plataformas donde se sostenía la reunión.
El anciano explorador no lo conocía si bien no fue esto lo alarmante… tras el joven venía una imagen suya deformada por una especie de oscuridad. La aparición sorprendió a todos, incluso a quien copiaba, durante unos instantes. Los precisos segundos que tardó la concurrencia en abalanzarse sobre ella. Sin embargo esta vez era diferente pues la sombra no caía y demostraba tener un aguante sobrenatural. Estaban delante de algo distinto, posiblemente el… ¿líder? Nadie supo asegurarlo, la confusión y la desconfianza reinaban sobre las plataformas arbóreas difuminando la paz que normalmente dominaba aquellas alturas. El ser hablaba de su superior, de una divinidad extraña, se burlaba de ellos, los provocaba… todos gritaban, hablaban a la vez en un maremágnum de confusión, nadie obtenía ninguna información clara sobre lo que estaba sucediendo. Sólo Quarrel parecía mantener la calma, analizando todo con frialdad mientras garabateaba trazos en una desgastada libreta.
El ser convocó la imagen de su diosa sin que los aventureros tuvieran oportunidad de esclarecer nada, jugando con ellos, burlándose y disfrutando de la confusión reinante. La aparición dejó a todos sobrecogidos… una inmensa araña de la que brotaba el cuerpo de una hembra drow. Una draña, la representación de Lloth, diosa de los elfos oscuros, se presentaba ante la atónita concurrencia. Intocable, inmune a magia y espada, mantuvo en vilo a los bravos allí reunidos sin que nadie tuviera ocasión de afrontar aquella amenaza. Carreras, gritos llenaron las plataformas de madera viva, un infierno de caos, nadie acertaba a dañar aquella imagen de odio y mal puro. Lynn se esforzaba en negar la existencia a aquel ser, en una especie de lucha mental, asistido por Xae.
Hasta que el desconocido joven que había traído consigo su oscuro reflejo consiguió colarse debajo del espantoso ser, atravesando su abdomen desde atrás y provocando su colapso. La atónita concurrencia presenció cómo con aquel sencillo movimiento el joven había conseguido reducir lo que poderosos guerreros, arcanos y clérigos no había logrado. El fin de la pesadilla, al menos por aquella noche…
La paz volvió al refugio del explorador durante un breve instante, pues después de aquello las discusiones volvieron a turbar el silencio del gigantesco árbol. Confuso y superado por la situación, Elenthyl se había sentado frente a los restos de aquella aparición, mitad araña y mitad drow, desesperado por encontrar una explicación. Una profunda tristeza se abría paso en su corazón. Había algo que le turbaba profundamente… antes de caer el monstruo había mentado al Padre Árbol, al sufrimiento de la tierra, reclamando como suyos aquellos territorios abandonados de la mano de los antiguos dioses y de sus seguidores.
La Flecha reunía a algunos de los mejores artesanos de la Marca y numerosos aprendices pero, de todos era sabido, mantenía el compromiso de sus fundadores de proteger la vida salvaje y el equilibrio natural, asistiendo a la Garra Custodia cuando fueran reclamados. Aquellas elevadas plataformas eran algo más que un refugio para exploradores, canalizaban la angustia que se extendía por los vastos territorios dominados por la naturaleza, latían con la tierra que cimentaba la sede comercial. Sentado frente los restos de la aparición, con las manos ancladas en la plataforma viva, el elfo salvaje se había visto invadido por la pena y la desesperación. La misma sensación que le oprimía el pecho mientras recorría los bosques buscando un sentido a su desasosiego.
Por vez primera en su longeva vida el elfo salvaje no pudo reprimirse y una lágrima helada resbaló por su mejilla, recorriendo rasgos de madera tosca y punta afilada hasta caer al suelo, provocando ondas de estupefacción en el espíritu del explorador. Sus más fieles compañeros habían sentido el cambio en él y lo contemplaban en silencio, sobrecogidos por la primera lágrima del anciano.
- La tierra llora… a través de mi...
Un pequeño remolino de aire y hojas rodeaba al anciano elfo salvaje mientras pronunciaba estas palabras. Un instante después ya no era el explorador, y un pequeño pixie se deslizaba por el aire helado, perdiéndose en el bosque de Nevesmortas mientras una enorme pantera abandonaba las ramas superiores y lo seguía en su camino, toda la noche, hasta detenerse ambos a los pies del viejo roble, donde ahora se encontraban…
…
... inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, en su pecho la calma de la meditación. Pasaron las horas sin que nada les molestara, el sol subió y bajó de la carrera celeste sin que Elenthyl lo percibiera. De nuevo llegó la noche mientras la pantera lo protegía.
Un latido en el roble lo sacó de su ensimismamiento. La sombra reaparecía, las raíces le advertían. Concentrado, precisaba la localización sirviéndose de las raíces que todo lo abarcaban. La imagen de un árbol aparecía en su mente… pero… eran los pináculos arbóreos. ¿La Flecha del Destino? No cabían cuestiones en su determinación. Como el viento que agita las copas nevadas, Elenthyl se lanzó a la carrera volviendo al lugar de donde había partido un par de noches atrás.
La sede estaba desierta, sólo el canto de la brisa a través de ramas y hojas cuando llegó de nuevo a las plataformas élficas. Aún quedaban rastros del combate anterior pero allí no había nada más. Elenthyl no se permitía dudar de su intuición salvaje y espero paciente unos instantes. Y una oscuridad mágica se abatió de nuevo sobre el árbol gigante.
Un pase de mano delante de sus ojos, dos palabras susurradas y sus ojos fueron capaces de penetrar la mágica oscuridad. Allí, en el centro del globo de tinieblas, se encontraba una sacerdotisa drow. Allí mismo… en su refugio…
Turbado, el explorador no sabía que decir, era incapaz de decidir la manera de obtener información de aquella hembra drow. No fue necesario, pues finalmente fue ella la que habló.
- Vaya- decía sonriendo- Renegados e infieles se reúnen bajo el mismo… “techo”.
- ¿Infiel?- el elfo salvaje dominaba su creciente furia, su sed de sangre oscura- Yo no creo más que en mí y en la rama que me cobija, repug…
- Renegado es tu título- la sacerdotisa interrumpía al explorador- pues no sigues al único y verdadero dios. Pero no es a ti a quien busco, salvaje. Ella ha estado aquí…
Atónito, Elenthyl asistía al monólogo de su enemiga ancestral. No pronunció palabra alguna, pues resultaba evidente que no sería respondido. Sus brazos se aseguraron instintivamente en torno a su arco, un par de flechas aparecieron en su mano, su mirada buscaba ya la yugular, su respiración se acompasaba para el disparo.
- La traidora infiel… Ella quiere su cabeza, aplastará a cualquiera que se interponga en nuestro camino- la sacerdotisa recorría con la mirada las plataformas arbóreas.
Destino Último cantó, llenando el aire con su nota, pura y espectral. Dos flechas atravesaron el aire, perdiéndose en el bosque sin encontrar impacto alguno. La sacerdotisa se había desvanecido con un destello rojizo, llevándose con ella su oscuridad, dejando tan sólo nuevas preguntas para el elfo salvaje.
- ¿La infiel?
... continuará
Elenthyl Quart´Hadast