“El sabio conoce cuanto calla, de la misma manera que el necio no sabe siquiera lo que dice.”
Así reza en el dintel del tercer pórtico septentrional que se alza en el sagrado Templo dedicado a Oghma, en la milenaria ciudad de Suzail. Y éste es, en verdad, el eje sobre el que gira mi vida.
Saludos, lector. Mi nombre es Megyery Iasej Tymisoarh, Megyery el Rojo, Megyery el ignorante. No esperes encontrar verdad o conocimiento alguno en mis palabras, pues no soy digno siquiera de limpiar el suelo sobre el que caminan los sabios.
La minúscula evanescencia de sabiduría que se halla en esta frágil forma mía no despertó hasta bien entrado el ocaso de mis días, siendo ya un hombre maduro y de vuelta de los deseos y las ambiciones connaturales que tan a menudo torturan el voluble espíritu humano. En ese instante, en la penumbra de mis años, cuando mi profesión anodina de comerciante me llevaba una vez más a fatigar los caminos… algo se rompió dentro de mí. Pues más allá de la siguiente encrucijada, aquella que me conducía al meridiano destino de mis pasajeros trabajos, el camino continuaba. Continuaba… Pero ¿a dónde? Me pregunté ¿Qué habría más allá de esa encrucijada? ¿Qué nuevos paisajes mancillarían mis ojos, sorteado el siguiente recodo del camino? Cuántas historias por conocer, montañas por coronar, bosques oscuros que atravesar con el espíritu vacilante y esperanzado… cuántos volúmenes que atesorar como quien atesora las almas y los recuerdos de quienes ya nos han abandonado.
Entonces me di cuenta de lo fugaces que habían sido mis horas. Solo una alternativa – pensé - restaba: caminar. Aquel que no busca algo, tiempo ha murió sin percatarse de ello. Solo sé, pues, una cosa: no estoy muerto. Y ruego a Oghma, el alto, el de infinita sabiduría, que guíe mis pasos en este camino interminable que espero ser digno, por fin, de comenzar a hollar.
Bienhallados, amigos del Server. Éste personaje que comienzo a interpretar es un antiguo comerciante que un día descubrió una vocación inusitada: el conocimiento. Algo, en lo más profundo de su ser, lo impelió a dejarlo todo para comenzar la búsqueda inacabable de toda sabiduría.
A pesar de que es un devoto de Oghma, en sus maneras no parece sino un viajero de lengua vulgar y discutibles modales. A veces huraño y gruñón, siempre asequible, Megyery es un hombre bueno y honesto que recorre el mundo atesorando conocimiento a través de la lectura, la exploración, la charla, la observación… y cualquier otro medio que sea capaz de proporcionarle la menor brizna de sabiduría.
Si bien cuenta con los poderes de un clérigo, difícilmente lo veréis haciendo uso de ellos, salvo quizá los de curación, de cara a mitigar el dolor y los pesares de otros, ya que entiendo – y Megyery entiende – que la Gracia de un dios no puede ser invocada vana y constantemente.
Se siente sometido a la Iglesia de Oghma, y a sus decisiones, si bien su espíritu explorador lo ha alejado de los ajados salones de los escribas. Los caminos le han enseñado que la sabiduría se haya en la vida tanto como en los libros, y los ama y respeta por igual.
Durante su infancia – tras los muros de Candelero, donde su familia servía como suministradores de mercancías -, Megyery fue secuestrado por una partida de orcos, que lo esclavizaron durante cinco largos años. De esa época Megyery conserva dos cosas: unas amargas cicatrices que le deforman la cara (y oculta parcialmente tras una espesa barba) y el dominio de la lengua orca.
Gusta de enunciar proverbios, beber y comer en abundancia – muy lejos del cliché ascético oriental, por cierto -, y estar en compañía de buenos amigos. Retiene ciertas fobias hacia los medianos, merced a su pasado comerciante. Y la visión de los orcos lo conmueve, propiciándole una mezcla extraña de sentimientos que van desde el odio a la comprensión.
Me gustaría contaros algo más, pero me temo que ésto es cuanto sé - a grandes rasgos - sobre Megyery. El resto lo descubriré, junto a vosotros, en el Server.
Un saludo a todos.
Megyery el Rojo
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