Historia de Eriu Selveneth

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Trisquel

Historia de Eriu Selveneth

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Eriu Selveneth

Alineamiento: (Neutral auténtico)

Sexo: Hombre

Edad: 121

Raza: Elfo, Silvano.

Nacionalidad: Nacido y criado en un pueblo del Bosque Alto llamado Reitheillaethor.

Lenguaje y literatura: Elfico, común y Silvano,

Deidad: Silvanus, Chauntea.

Onrol(oficio): Druida aventurero que intenta sobrevivir como puede. Suele pescar unos cuantos peces para poder comer e intenta ganarse la vida vendiendole vetas de minerales cristalinos a un mago llamado Riam.

Offrol: Druida

Onrol (caracter): Desconfiado pero alegre. No es muy inteligente al contrario que sus patriotas elfos. Se deja llevar por el corazón y por la intuición. Sensible, romántico y en armonía con la naturaleza. Suele ser consciente de lo que pasa a su alrededor y esta siempre alerta, pero es un poco simplón. Su amor por el campo y por el druidismo le hace parecer un paleto frente a los demás elfos, que suelen amar la magia arcana y son más recatados que él.

Offrol: Neutral auténtico.

Rol actual en el server:

Eriu ha venido a Nevesmortas en busca de aventuras y más que nada por curiosear. Tiene ganas de conocer mundo. No acaba de entender como los humanos viven entre piedras cuando tienen la naturaleza al alcance de su mano, pero admira los prodigios que han conseguido en los cultivos.

Descripción física:

Robusto, piel cobriza, pelo largo rojizo, y ojos verdes. Débil pero bastante diestro. Suele vestir con ropajes druídicos de color marrón y verde para confundirse en el bosque.

Historia en el server:

Eríu fue expulsado de su círculo druídico injustamente. Desde que llegó a Nevesmortas a hecho poca cosa. Se ha intentado ganar la vida como ha podido. Ha conocido a otros elfos y humanos con los que no acaba de entablar amistad. Su amor por el bosque y la naturaleza no acaba de ser comprendido. Lo raro es que un humano llamado Rock comparte con él estos gustos y por eso, Eriu a veces ha estado limpiando el bosque con él de trasgos y osgos. Ha conocido mucha gente pero solo una persona le ha llamado la atención: Una elfa cleriga… Eriu es joven, es normal. Ha visto como Thomas hacia volver a la vida a muertos putrefactos. Eso no le ha gustado mucho. Un pícaro llamado Bael hace que Eriu sienta algo que no le acaba de cuadrar… la intuición de Eriu le dice que hay algo que no encaja. También ha entablado una enemistad que se va haciendo cada vez más profunda con un tal Canien…
Última edición por Trisquel el Lun May 01, 2006 7:03 pm, editado 4 veces en total.
Trisquel

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Historia de Eriu Selveneth

Había sido una mañana de sol radiante y muy calurosa. Nowinth estaba muy cansado pero había vendido muy bien sus artesanías. Era normal. Era un día muy especial para todos los elfos de Nordahaeril. Las festividades de Verdor en este lugar eran muy populares entre los elfos del Bosque Alto. Habían acudido centenares de ellos para celebrar el culto a la primavera. Nordahaeril era un asentamiento élfico de gran belleza. Los habitantes habían colgado sus casas hechas de madera alrededor de los troncos de los inmensos árboles. Las casas se adaptaban al paisaje del bosque como si esos hogares hubieran nacido de los árboles. Puentes colgantes unían las casas formando calles en las alturas de los árboles. Una ciudad preciosa e inmensa convivía con el resto del bosque en las alturas de las copas de los árboles. Esta belleza inusual era adornada en esos días por las guirnaldas, adornos florales colgantes, banderolas de todos los colores y todo tipo de tenderetes de venta de productos alrededor de las plataformas de las casas colgantes. La música y el griterío de la gente negociando descuentos en las parada no había parado en todo el día.

Nowinth necesitaba un descanso. Hacía mucho rato que su ayudante te había a merodear por las paradas y no sabía si tenía intención de volver pronto. El pobre anciano tenía una silla pero le daba mucha vergüenza tener que despachar a los clientes sentado. En otros tiempos eso no le ocurría, pero la vejez estaba haciendo estragos en él. Él solo se había recorrido medio continente vendiendo sus famosas lámparas de colores talladas en madera de roble. Siempre las había vendido muy bien a los humanos pero entre elfos su arte era mejor comprendido. La elaboración de una lámpara podía llevarle semanas y dependiendo de las formas incluso meses. Eran auténticas joyas esféricas. Las formas naturales y la imitación que hacía de hojas, flores y enredaderas a veces hacían pensar que esas lámparas estaban realmente hechas de ellas. Los cristales los hacía el mismo con arena que compraba a un amigo suyo de Calimshan. Los pigmentos para colorear los cristales los solía recolectar el mismo de diferentes plantas y los fijaba en resinas de árbol para luego aplicarlos a los cristales a la hora de teñirlos. Por fin el viejo elfo vio a su joven ayudante, Norendel. Venía caminando muy contento masticando unas frutas confitadas que había comprado. Nowinth dejó a su joven aprendiz a cargo de la parada mientras iba a tomarse un merecido descanso en uno de los bancos de las plataformas.

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NORDAHAERIL
Última edición por Trisquel el Dom Abr 30, 2006 4:39 pm, editado 4 veces en total.
Trisquel

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No era muy frecuente, pero a veces pasaba. Los padres de Eríu y de Phi les habían dejado ir solos a dar una vuelta por las paradas. Solo había una salida en la ciudad y estaba vigilada. Los guardias no iban a dejar escapar a dos niños de temprana edad por el bosque. Así que como no tenían salida, no iban a poder hacer una de sus famosas escapadas de aventuras. Los dos niños estaban contentísimos viendo tanta gente junta pero sus padres no les habían dado nada de dinero. Tanto Eríu Selveneth como Phi Trisquel eran conocidos por todos los habitantes de Reitheillaethor por sus travesuras. Se podría decir que sus padres no confiaban demasiado en que carámbanos podían invertir el dinero. Un día Eriu apareció en la tienda donde vivían fumando en pipa. A su madre casi le dió un soponcio no ya por el hecho de ver a su niño fumando sino porque decía la criatura que se la había comprado a un mercader nómada por un valor disparatadísimo. El niño se había gastado sus ahorros en un tosco trozo de madera tallada por un humano. Vaya, que le habían vendido un palo curvo agujereado, (desde el punto de vista de un elfo) y sin ningún tipo de ornamentación. Eríu llegó a comprar hasta objetos que tenían mecanismos y se accionaban con palancas. Esas cosas de humanos siempre le habían fascinado. A la enésima vez que Eríu apareció con uno de sus cachibaches comprados a extraños, sus padres dejaron de darle dinero. A Phi sus padres le hicieron lo mismo. El pobre, estaba obsesionado con las hoces. Llegó a tener muchas hoces que sus padres acabaron vendiendo a comerciantes que pasaban por el asentamiento elfo.
Trisquel

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Reitheillaethor era un asentamiento situado al este de Karse. A diferencia de Nordahaeril, era una colonia situada a nivel del suelo del bosque, con tiendas y cabañas muy básicas. Muchos de sus habitantes eran nómadas que se movían por el interior del Bosque Alto refugiándose en ese lugar durante el invierno. Los pocos edificios permanentes eran albergues de madera que parecías crecer entre las raíces de los árboles. Era un campamento circular dispuesto alrededor de una gran construcción central con cuatro grandes robles en sus esquinas. Siete construcciones menores y un anillo de árboles formaban un perímetro alrededor de ese centro, y el resto de asentamiento estaba formado por tiendas individuales y cabañas de construcción temporal. Los habitantes solían ser cazadores y recolectores, aunque también pescadores y artesanos. Algunos habitantes se habían dedicado a la alfarería al aprovechar el excelente barro que les ofrecía el río Sangre de Corazón. Los padres de Eríu se dedicaban a eso. Habían viajado a la ciudad de Nordahaeril para vender sus artesanías en las festividades primaverales. Los padres de Phi aceptaron gustosos que su hijo acompañara a la familia Selveneth y así podrían estar unos días tranquilos.

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REITHEILLAETHOR
Última edición por Trisquel el Dom Abr 30, 2006 4:38 pm, editado 2 veces en total.
Trisquel

Mensaje por Trisquel »

Eriu se paró en una de las paradas a un elfo que hacía botellas de vidrio. Tenía de todos los tamaños. Unas eran para guardar vinos y licores, otras para pociones, había una inmensa que era casi tan grande cómo ellos. La gente te apelotonaba para poder ver como trabajaba el vidrio. Los niños miraban anonadados como el elfo extraía el cristal fundido de un pequeño horno con una vara de metal. Se les puso los ojos como platos cuando vieron cómo el cristal se hinchaba como una burbuja cuando el vidriero empezó a soplar por el extremo de la vara. Lo más sorprendente para ellos fue cuando empezó a hacer formas con unas pinzas sobre el cristal y a moldearlo como si se tratara del barro que moldeaban sus padres. En las paradas habían artesanos de todo tipo: peleteros, vendedores de cestas de mimbre, talladores de madera, herreros, paradas de comida, objetos diversos para el uso doméstico … y unas preciosas lámparas de colores. Eríu se enamoró de ellas. Las formas que tenían lo cautivaron. Las transparencias de colores de los cristales hacían que el niño no pudiera dejarlas de mirar. Era lo más bonito que había visto nunca. Esos colores eran preciosos. Ojalá hubiese tenido dinero. Phi le dio un tirón en la manga y prosiguieron mirando el resto de paradas. Phi se emocionaba con todo lo que veía nuevo pero Eríu solo pensaba en una cosa. No podía irse de allí sin llevarse una de esas lámparas. Con una pequeña ya estaría contento … con una de esas que tenían el tamaño de su puño el sería feliz … quedaría tan bonita colgada en su tienda … Phi hablaba y hablaba mira esto … mira lo otro … era como si no le oyera.

Se dieron varias vueltas por la ciudad mirándolo todo una y otra vez. Cada vez que pasaban por la parada de las lámparas Eríu se quedaba quieto y no podía parar de mirarlas hasta que Phi se lo volvía a llevar. Se sentaron en uno de los bancos de las plataformas. Empezaban a estar cansados de tantas vueltas.

- Phi. Necesito que hagas algo por mi. -dijo Eriu después de haber estado callado largo rato.
-Claro, dime. - le contestó Phi entusiasmado de poder hacer algo más que dar vueltas.
-Quiero una de esas lámparas. Y no tenemos dinero.- dijo Eriu meditativo.
-Pues entonces tu dirás. ¿Qué vas a hacer robarla?- le interrogó con mirada penetrante sin acabar de creerse que le iba a decir que si. Eríu tan solo lo miraba. No le decía nada.- ¿eso es que si?- No se lo creia. -Estas loco amigo. ¡Tan solo son lámparas! No puedes ir robando lo que te apetezca … no esta nada bien eso.
-Lo se.- se limitó a contestar Eriu.
-Pues entonces ya sabes mi respuesta Eriu. Una cosa es hacer gamberradas tipo voy a llenarle de babosas los pantalones al tonto de Rolo y otra es andar robando cosas. - Phi lo miraba enfadado.
-Sí, sí, lo sé. Tranquilo no lo haré.- Volvió a quedarse meditativo mirando las hojas de los árboles.
Trisquel

Mensaje por Trisquel »

Phi se aburría y dejó solo a su amigo sentado en aquel banco. Se fue a ver como un artesano mosraba como se debían de tallar las gemas para que brillasen como el mismo sol. No tenia que preocuparse por su amigo. Siempre se encaprichaba de muchas cosas pero nunca había hecho nada tan terrible como robar algo. Bueno, exceptuando los melones que robaban a los mercaderes, algún que otro melocotón, aquellas ciruelas tan ricas que traían los mercaderes ambulantes de Thezhyr, las manzanas de Cormyr… que buenas estaban aquellas manzanas … Phi empezó a oir una música de trompetas. Vió como la gran mayoría de elfos se giraban y se disponían a ir ver que pasaba. El gobernador Biddel se disponía a dar el habitual discurso de conmemoración de las fiestas de Verdor como cada año. Era un elfo entrado en años con cara de muy buena persona. Todos los elfos de Nordahaeril lo respetaban y amaban. El gobernador subió a una especie de púlpito ornamentado con flores que solían colocar delante de la casa de este . Se aclaró la voz , y el gentío fue callándose.

-Estimados ciudadanos de Nordahaeril.- carraspeó. - Como cada año por estas fechas, me alegro de poderos decir que me alegro de poderos decir que me alegro por poder deciros esto: ¡Vivan las fiestas de Verdor!- Gritó explotando en una risa. La gente aplaudía y reía la misma broma cada año. Biddel era conocido por su buen humor entre todos los elfos del bosque alto. Incluso sus enemigos tenían que reconocer que el elfo era gracioso. Biddel dejó que el pueblo acabara de reír y de atragantarse con los frutos secos que habían comprado en las paradas. Prosiguió.- Este año ha sido un año muy bueno para la recolección de setas en el Bosque Alto. Debido al exceso que padecemos deberíamos ser menos estirados, y el próximo año invitaremos también a nuestros primos Drow a unos pinchos de setas para que se les pase el enfado continuo que tienen. - volvieron a resonar las risas.- ¡no no, lo digo muy en serio!¡Mi mujer las cocina tan bien que seguro que se quedarían a vivir con nosotros!- la gente aplaudía las tonterías que soltaba el gobernador, ya sabían de sobra que lo decía en broma. Siempre venia hacer reír al pueblo para que las tensiones que provocaban los continuos asaltos drow no colapsasen las mentes de los lugareños.
-Pues sí y me han dicho los sabios druidas que preveen una recolección de frutos silvestres muy abundante. ¡Vamos a tener que beber mucho licor de mora! ¡No vaya a ser que se nos ponga malo!- reía con la cara roja como un tomate y contagiaba a los demás que lo escuchaban. -Me ha dicho el gran druida que hasta Turlang va a querer probarlo. - la gente no podía parar de reír. Todos los elfos de Nordahaeril celebraban que Biddel fuera su líder. Todos esperaban que su vida fuera larga y próspera. Él había dado un giro muy importante a las vidas de aquellos elfos. Cuando lo invistieron nadie daba crédito a aquella elección. Era muy joven cuando tomo el cargo y la gran mayoría de habitantes había visto como se habían ido eligiendo al los consejeros más ancianos. El tiempo dio la razón al consejo de ancianos. Biddel fue un gobernador muy sabio y tolerante con los suyos y los extranjeros.

- Phi, mira - El pequeño Phi no se lo podía creer. Eríu estaba enseñándole una pequeña lámpara que había robado de la parada de las lámparas. - Tranquilo, no se ha dado cuenta que lo he robado, estaba demasiado distraido.- reia.

El que no reia era Nowinth, que justamente estaba sentado en un banco cerca de ellos y los miraba muy enfadado.
Última edición por Trisquel el Sab Abr 29, 2006 11:34 pm, editado 1 vez en total.
pegasus1974

Mensaje por pegasus1974 »

Gracias por tu opinion, tu historia es tremendamente buena, es una alegria para mis ojos leerla.

8) :P :wink:
Trisquel

Mensaje por Trisquel »

//entonces prosigamos con el relato :wink:

A partir de ese momento las cosas para los dos pequeños elfos pasaron muy deprisa. Demasiado para unos niños que no tenían planeada ni la escapada de un robo, puesto que ni se esperaban que lo pillaran. Lo único que se les ocurrió fue correr entre la multitud. Nowinth corria tras ellos como podía.

- ¡Norendel! ¡atrapa a esos ladronzuelos! - Gritaba su ayudante mientras intentaba respirar.

Norendel enseguida los vio y empezó a correr tras ellos. El pobre anciano se quedó en la parada observanado la persecución. Phi iba delante corriendo sin sabe más que hacer. Tan solo corría y maldecía a su amigo. Eríu iba esquivando la gente que aún no sabia bien que estaba pasando. De repente cayó en algo en lo que no habían contado. Nordahaeril solo tenía una entrada, y estaban corriendo en dirección contraria a la salida. La salida de Nordahaeril era unas escaleras de caracol que descendían a nivel de suelo, donde habían unas cuadras para caballos.

- ¡Phi! ¡La salida es por el otro lado! - le chilló mientras corría agarrando fuertemente la lámpara de colores.
-¡Ciervos, es verdad! Gritó a su amigo mientras se encaramaba a uno de los bancos, apoyaba el pie en una de las barandillas y giraba en el aire sobre si mismo. -Corre Eríu.- le espetaba mientras caía en el suelo, dio una voltereta rodando por el suelo y pasó rodando como una bola verde casi rozando a Norendel y en dirección contraria a este.

Eríu no era tan bueno como Phi haciendo ese tipo de acrobacias, se limitó a girar como pudo entre la gente y se dirigió hacia la salida. Phi corría ya en dirección a la salida perseguido por el joven ayudante. La gente estaba expectante, incluso alguno que otro creyó que era un espectáculo de los festejos. Éríu corría hacia la salida.

Phi tenia que esquivar como fuera a su perseguidor, ideó hacerlo tropezar con algo. Se dirigió corriendo hacia la salida y divisó una barril. Corrió hacia el todo lo rápido que pudo. Se lo había echo muchas veces a sus perseguidores cuando robaban fruta. Se subía encima del tonel y lo tiraba hacia atrás. El perseguidor se encontraba al tonel rodando hacia él por sorpresa, y no podía esquivarlo. El dueño del peral siempre acababa por los suelos.

Eríu estaba llegando ya a la salida. Ya estaba cerca de poder escapar. Todo había sucedido tan rápido que no se habían percatado que los guardias ya estaban persiguiéndoles. Justo en la salida habían dos guardias con las lanzas cruzadas impidiéndole el paso. Era un niño. Saltó hacia delante e imitó a Phi en una de sus volteretas. Le salió bien, pasó por debajo de las lanzas. Eso sí, después venían las escaleras. Eríu empezó a rodar por ellas dando botes descontroladamente.

Phi estaba apunto de encaramarse al barril. Faltaba poco. Saltó hacia él. Por un momento solo vio setas. Centenares de setas estaban volando por los aires. Phi giraba y giraba sin control en el aire. No entendía de donde había salido tanta seta. Colisionó con algo que emitió un gemido. Phi había chocado contra el bufador de vidrio. El tubo incandescente de éste salió volando y chocó contra uno de los adornos colgantes que adornaban toda la ciudad. Se pegó fuego en las flores de papel. Phi yacía en el suelo viendo como una elfa le daba un sermón a su hija.

- ¡Pero Wuivre! Esque no tienes cuidado nunca por donde vas!¡Siempre corriendo alocada! ¿No has visto lo que has hecho? ¡Ya puedes estar recogiendo todas las setas ahora mismo!- La mujer hablaba de una forma muy rápida.
- Pero, pero madre…- La niña la miraba sin poder decir nada. Iba recogiendo las setas que habían esparcidas por todas partes sin levantar cabeza. Phi entendió porque había visto tanta seta en su cara. Le supo muy mal haber sido él el causante de la riña. Pero se le pasó rápido al ver que la peor riña estaba por venir. Norendel lo estaba levantando por el pescuezo mientras el fuego se iba expandiendo. Los adornos de papel quemaban a una velocidad vertiginosa.
Trisquel

Mensaje por Trisquel »

Eríu cayó y cayó rodando por las larguísimas escaleras que rodeaban al gran árbol. Chocaba contra el tronco, contra la valla y contra los peldaños. En el último rebote, se le escapó de la mano la lámpara y acabó saltando por los escalones rompiéndose en mil trocitos de colores. Eríu quedó tendido. Oyó unos pasos que subían las escaleras y se incorporó como pudo dolorido por todas partes. Estaba rodeado, no tenía escapatoria. Vió triste como la lámpara estaba completamente destrozada y los escalones estaban cubiertos por una manta de cristales multicolores. Levantó la vista y entonces comprendió que estaba muy equivocado. Eríu había creido que lo más bello que habiha visto nunca habia sido esa lámpara, hasta que la vió a ella. Eríu siempre había busado en los objetos creados por cualquier ser, por cualquier tipo de raza, la belleza. Ya de pequeño estaba obsesionado en encontrar la belleza más grande que se pudiera encontrar. Sus padres eran artesanos y se dedicaban a crear belleza a partir de un trozo de barro. Siempre pensó que la belleza solo podía ser creada por las manos, desestimando la realidad que tenía a su alrededor. Eríu Selveneth aquel día comprendió que eso no era así. Delante de él estaba el la cosa más bonita que él había visto en toda su vida, y se movía, no era un objeto. Sus formas eran perfectas, su rostro simétrico enmarcaban dos ojos rasgados que lo miraban con curiosidad. La niña le sonrió. Se agachó y cogió un cristal roto de la lámpara. Eríu no se acordaba ya que era lo que estaba haciendo allí. Quiso recuperar parte de su lámpara y cogió un cristal. Notó algo que tiraba de él hacia arriba.

- Iruss, ¿esta bien señora?- Preguntó un guardia aguantando a Eríu en el aire agarrandolo por la parte trasera de la camisa. La niña asintió mientras veía como se llevaban a Eríu hacia arriba.

Gran cantidad de adornos estaban chamuscados y los magos ya estaban casi acabando de extinguir el fuego que había quemado bastantes pasarelas y puentes colgantes que habían quedado casi impracticables. Llevaron a Eríu y a Phi a la casa del consejo y se les hizo un juicio rápido. Se les condenó a servir desde entonces al círculo druídico del Bosque Alto. Su temprana edad y la benevolencia del Governador Biddel hizo que no acabaran entre las rejas de la prisión de Nordahaeril, puesto que habían puesto en peligro la vida de muchas personas.
Trisquel

Mensaje por Trisquel »

Empezaron desde aquel día una vida que los apartó de sus famílias, las cuales quedaron muy desahogadas por cierto, y los formó como druidas. Al principio fueron aceptados por los druidas con recelo y se dedicaron a hacer labores bastante mundanas dentro de la arboleda. Fueron años muy duros para los druidas del Bosque Alto, tuvieron que soportar muchas bromas sin opción a poder expulsarlos de la arboleda. Con el tiempo se fueron reformando y fueron aceptados como iniciados de la arboleda. Phi no consiguió nunca a ser druida de la arboleda del bosque alto. Hizo algo terrible de lo que se arrepintió toda su vida. Fue expulsado y se fue a vivir al Bosque Luna, donde conoció a un semielfo llamado Rión. Rión fue abandonado por su padre en el bosque Luna y Phi se hizo cargo de él haciéndole su discípulo.

Eríu Selveneth acabó siendo druida del circulo druídico del Bosque Alto. Pasaron muchos años de aprendizaje. Eríu fue comprendiendo día a día que la belleza más grande que hay tan solo la puede crear la madre naturaleza. Aprendió a amarla y a comprender tanto su crueldad como benevolencia. Con el cristal rojo que recogió de los escalones se hizo un colgante circular con un agujero en forma de rombo en medio. Cada noche Eríu cogía el colgante y miraba a través del rombo. Siempre la veía a ella. Siempre veía a esa niña preciosa llamada Iruss.

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