Quest: El Regreso de Talona
Publicado: Vie Jun 27, 2008 8:44 pm
//Aqui va con un poco retraso. Pero es breve y fácil de leer, espero que os guste//
Todo empezó cuando decidí dar un paseo nocturno por la ribera del río, cerca de la puerta norte de Nevesmortas. Al poco de salir de la ciudad, noté el ambiente bastante cargado, un olor a podrido y a polución sin igual bañaba la atmosfera de la zona. Poco después vi a unas señoritas vestidas de raros y oscuros atuendos (extraños ropaje para mi forma de ver las cosas) y les pregunté acerca de de la situación. Aunque con pocas palabras, me dijeron que algo habían notado y que se dirigían al cuartel de la zona para consultar con el oficial. Sin su consentimiento decidí seguirlas, aquello parecía el comienzo de una historia interesante. Algo que un bardo como yo por ningún motivo jamás debería perderse.
Al cabo de un poco llegamos al cuartel, muchos otros aventureros habían entrado en la estancia y escuchaban como un druida de túnica verde debatía con el superior de la guardia.
Me acerqué a ellos y comencé a anotar detalle por detalle. Incluso me dio tiempo de hacerle un retrato al druida que acepto gustoso. Por lo que me enteré, algo así había pasado antes.
Los servidores de la Malvada Diosa del veneno y la enfermedad se habían dedicado a envenenar el río que pasaba cerca de Nevesmortas con el consecuente envenenamiento de la fauna y flora cercanas a él. Los aventureros fueron enviados en ayuda de la ciudad para que encontraran el foco del envenenamiento y de paso que buscasen pistas de los culpables. Además se impuso la prohibición de utilizar el agua de pozos o fuentes de toda la zona por la seguridad ciudadana.
Partimos un grupo de una decena de personas desde Nevesmortas al norte. Por lo que pudimos comprobar, el envenenamiento aumentaba en esa zona, pero no había nada allí que hubiera iniciado la reacción. Los granjeros habían abandonado la zona y los animales estaban comenzando a morir, al igual que las plantas. Era una imagen bastante desoladora.
Volvimos a Nevesmortas y esta vez partimos en dirección a la presa del Este, la que está cerca del poblado gnomo de Sutchar. Cerca de una hora después estábamos allí. Por el camino encontramos cuerpos de humanos podridos empalado. Algo que ni el más fuerte de corazón pudo resistir.
Uno de nosotros entrevistó a una milicia gnoma, después de muchos minutos de diálogo logramos descubrir que unos extraños con ropas y armaduras de la compañía del Puño y la Rosa habían intentado acceder a la presa con permiso gnomo para hacer algún tipo de análisis con el agua. Los gnomos se negaron pero parece que esto no hizo mejorar la cosa. Los maldijeron y por la noche cuando estaban despistados envenenaron la presa. Puede ser que los cuerpos empalados en las colinas fueran de aquellos infelices que estuvieron a punto de descubrir su plan.
Los acontecimientos habían tenido lugar hace poco. Así que pensamos que si nos diéramos prisa quizás lográramos impedir el hecho de que hicieran más mal por la zona. Con este pensamiento volvimos lo más rápido posible a Nevesmortas para dirigirnos a las cataratas del oeste, dónde nacía el río, potencial destino de los talonitas.
Poco rato después llegamos a la zona para encontrarnos una imagen aún más desoladora que todas las anteriores. Varios cráteres surgían por aquí y por allá lanzando asquerosos y mortales vapores que contaminaban agua, aire y suelo. Peinando la zona en busca de pistas encontramos un anillo de altos árboles desnudos. Dentro de los árboles había dibujado una especie de círculo mágico en el cuál había varios cadáveres más empalados. La primera reacción de los aventureros fue bajarlos de allí, pero uno de los clérigos que nos acompañaba nos lo impidió. Dijo que era vital no entrar allí, que quién sabía lo que podía ocurrir.
Una temerosa e ingenua hechicera no hizo caso de las advertencias y entró en el círculo, instantes después perdió su fuerza y cayó al suelo mareada. Decía sentirse mal, ciertamente no le veía muy buen aspecto. Intentábamos tratarla cuando de improviso empezó a soltar bichos por la boca. Los bichos eran muy raros y tenían una especie de púas por el cuerpo. Ya podéis imaginaros los gritos de la mujer cuando vomitaba un bicho. No tengo ganas de dar más detalles de la escena. Casi me desmayo yo al verla incluso. La pobre mujer no daba crédito, se volvió aún más blanca y pálida. Parecía sufrir un ataque de ansiedad. Las cosas pintaban mal pero el clérigo se hizo cargo de la situación y empezó a tratarla. Yo no sabía que más hacer así que corrí en busca de las autoridades. De camino a la ciudad pensaba en la pobre mujer, era un poco borde pero no se merecía tal cosa así que recé en mi interior a Laira para que se recuperase lo antes posible...
Pjs que recuerdo que participaron( si faltan decidmelo) : Kuzadrepa, Dick, Anorien, Lathomel, Lourún,Jud, Blackwood, Drin
Continuará…
Todo empezó cuando decidí dar un paseo nocturno por la ribera del río, cerca de la puerta norte de Nevesmortas. Al poco de salir de la ciudad, noté el ambiente bastante cargado, un olor a podrido y a polución sin igual bañaba la atmosfera de la zona. Poco después vi a unas señoritas vestidas de raros y oscuros atuendos (extraños ropaje para mi forma de ver las cosas) y les pregunté acerca de de la situación. Aunque con pocas palabras, me dijeron que algo habían notado y que se dirigían al cuartel de la zona para consultar con el oficial. Sin su consentimiento decidí seguirlas, aquello parecía el comienzo de una historia interesante. Algo que un bardo como yo por ningún motivo jamás debería perderse.
Al cabo de un poco llegamos al cuartel, muchos otros aventureros habían entrado en la estancia y escuchaban como un druida de túnica verde debatía con el superior de la guardia.
Me acerqué a ellos y comencé a anotar detalle por detalle. Incluso me dio tiempo de hacerle un retrato al druida que acepto gustoso. Por lo que me enteré, algo así había pasado antes.
Los servidores de la Malvada Diosa del veneno y la enfermedad se habían dedicado a envenenar el río que pasaba cerca de Nevesmortas con el consecuente envenenamiento de la fauna y flora cercanas a él. Los aventureros fueron enviados en ayuda de la ciudad para que encontraran el foco del envenenamiento y de paso que buscasen pistas de los culpables. Además se impuso la prohibición de utilizar el agua de pozos o fuentes de toda la zona por la seguridad ciudadana.
Partimos un grupo de una decena de personas desde Nevesmortas al norte. Por lo que pudimos comprobar, el envenenamiento aumentaba en esa zona, pero no había nada allí que hubiera iniciado la reacción. Los granjeros habían abandonado la zona y los animales estaban comenzando a morir, al igual que las plantas. Era una imagen bastante desoladora.
Volvimos a Nevesmortas y esta vez partimos en dirección a la presa del Este, la que está cerca del poblado gnomo de Sutchar. Cerca de una hora después estábamos allí. Por el camino encontramos cuerpos de humanos podridos empalado. Algo que ni el más fuerte de corazón pudo resistir.
Uno de nosotros entrevistó a una milicia gnoma, después de muchos minutos de diálogo logramos descubrir que unos extraños con ropas y armaduras de la compañía del Puño y la Rosa habían intentado acceder a la presa con permiso gnomo para hacer algún tipo de análisis con el agua. Los gnomos se negaron pero parece que esto no hizo mejorar la cosa. Los maldijeron y por la noche cuando estaban despistados envenenaron la presa. Puede ser que los cuerpos empalados en las colinas fueran de aquellos infelices que estuvieron a punto de descubrir su plan.
Los acontecimientos habían tenido lugar hace poco. Así que pensamos que si nos diéramos prisa quizás lográramos impedir el hecho de que hicieran más mal por la zona. Con este pensamiento volvimos lo más rápido posible a Nevesmortas para dirigirnos a las cataratas del oeste, dónde nacía el río, potencial destino de los talonitas.
Poco rato después llegamos a la zona para encontrarnos una imagen aún más desoladora que todas las anteriores. Varios cráteres surgían por aquí y por allá lanzando asquerosos y mortales vapores que contaminaban agua, aire y suelo. Peinando la zona en busca de pistas encontramos un anillo de altos árboles desnudos. Dentro de los árboles había dibujado una especie de círculo mágico en el cuál había varios cadáveres más empalados. La primera reacción de los aventureros fue bajarlos de allí, pero uno de los clérigos que nos acompañaba nos lo impidió. Dijo que era vital no entrar allí, que quién sabía lo que podía ocurrir.
Una temerosa e ingenua hechicera no hizo caso de las advertencias y entró en el círculo, instantes después perdió su fuerza y cayó al suelo mareada. Decía sentirse mal, ciertamente no le veía muy buen aspecto. Intentábamos tratarla cuando de improviso empezó a soltar bichos por la boca. Los bichos eran muy raros y tenían una especie de púas por el cuerpo. Ya podéis imaginaros los gritos de la mujer cuando vomitaba un bicho. No tengo ganas de dar más detalles de la escena. Casi me desmayo yo al verla incluso. La pobre mujer no daba crédito, se volvió aún más blanca y pálida. Parecía sufrir un ataque de ansiedad. Las cosas pintaban mal pero el clérigo se hizo cargo de la situación y empezó a tratarla. Yo no sabía que más hacer así que corrí en busca de las autoridades. De camino a la ciudad pensaba en la pobre mujer, era un poco borde pero no se merecía tal cosa así que recé en mi interior a Laira para que se recuperase lo antes posible...
Pjs que recuerdo que participaron( si faltan decidmelo) : Kuzadrepa, Dick, Anorien, Lathomel, Lourún,Jud, Blackwood, Drin
Continuará…
