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Iruzar. El Guerrero Trastornado

Publicado: Jue Sep 11, 2008 4:23 am
por Trovador
Ante todo quiero señalar que mi fuerte no son las historias, asi que no espereis gran cosa.

CAPITULO I

El Despertar de Aram.


El invierno había sido duro y mortal, nueve personas en el pueblo habían muerto debido al frío y el hambre, otras tres fueron devoradas por los lobos... Lástima que no estuviera su padre entre ellos, pensaba Iruzar. El niño, volvía de el río con dos cubos de agua, tenía el ojo amoratado y un corte en el labio... Una vez de tantas.

Su madre le había mandado a por agua para limpiar los restos de otra borrachera paternal, ya sea el vómito, las heces, como la sangre de su madre, sus hermanos o el mismo.

- Ya he llegado, mamá.- Informó Iruzar, cuando entró en casa. Observó a su madre, que en ese momento remendaba el vestido, roto por el pecho producto de otra violación, una de tantas.

- Gracias cariño, dale un beso a tu madre.- Iruzar se acercó a su madre, y como siempre hacía, la miraba directamente a los ojos, solo a los preciosos verdeazulados ojos que el mismo había heredado, así, no se fijaría en los cortes del pómulo, labios y ceja, así como en los terribles moratones de su cuerpo. Tras dar un sonoro beso en los labios de su madre, dejó un cubo en el suelo, dispuesto a limpiar el desastre.

- No te molestes Iru, ya lo limpiaré yo, ahora vete con tus hermanos.-

- Pero mamá, no puedo dej..- Se quejó el niño.

- Iru, ve con tus hermanos.- No fué imperativo, ni hosco el tono de su voz, más bien agradable y dulce, como siempre se dirigía a sus pequeños. Iru, después de refunfuñar varias veces y recibir un par de besos por parte de su madre, salió corriendo a buscar a sus hermanos.

Aram y Ceille, el chico era parecido a Iruzar, con la tez ligeramente morena y el pelo azabache que ambos heredaron de su padre, aunque sus rasgos eran más afilados y sus ojos marrones, siendo físicamente, la viva imagen de su padre. Ceille en cambio, se parecía a su madre, tenía dos pequeñas trencitas de su cabello dorado rojizo, un color caracteristico, pues se mezclaba en la suave melenita de la niña, al igual que Iruzar, tenía los ojos y la belleza de su madre, pero la tez más clara. Ambos niños, jugaban con dos palos en una carreta abandonada de una caravana perdida y saqueada hace años. Iruzar, se quedó mirandoles con una gran sonrisa en el rostro durante varios minutos, hasta que la pequeña salió corriendo a abrazarlo.

- ¡Iru! - Ceille se lanzó a los brazos del chico de catorce años, tirando de la vieja camisa de este para que se agachase y darle muchos besitos.
- ¡Hermano! - Como siempre, Aram no fué menos y se abalanzó sobre su hermano mayor dandole un fuerte abrazo.
- ¿Juegas? ¿Sí? ¿Verdad que juegas? - Ambos suplicaban a su hermano, tirando de largos brazos hacia la carreta.
- Está bieeen. - Siempre se hacía un poco de rogar, y aceptaba de la misma forma, buscó con la vista un palo y se puso a jugar con ellos, durante varias horas, pasandoselo en grande.
- Es tarde chicos, tenemos que volver a casa.- Iru miraba el atardecer, en unas horas, volvería a empezar la pesadilla, con un suspiro dejó el palo en la carreta y cogió a sus hermanos cada uno con un brazo, antes de oir de nuevo las súplicas de no volver a casa otra vez.

Sentados en la mesa, esperaban a su padre para cenar, que llegó con unas cervezas de más, pero no tan ebrio como de costumbre.

- Hola padre - Saludaron a coro los hijos, sin mucho entusiasmo, la pesadilla empezaría de nuevo.
- ¿Qué tal el día, cariño? - Cabizbaja y temerosa, la madre de Iruzar preguntaba como buenamente podía.
- Bien bien... Vamos a cenar.

Cenaron en silencio, pues su padre se lo exigía, tan solo hablaban lo que él quería que hablasen, si decían una palabra de más, les golpeaba con la cuchara en la mano. Como no pudo encontrar ninguna excusa para pegar a su familia, comenzó a manosear a su mujer, volviendo a rasgar su vestido.

- Pa.. Para ya, por favor.
- Perra, ya te has acostado con otro. - Como era costumbre, se inventaba cosas que no venían a cuento para zurrarla.

Levanto la mano y descargó con furia su mano contra la mujer, o al menos eso intentó, ya que se encontró con la mano de Iruzar en el antebrazo.

- Hoy no padre, hoy se irá a dormir tranquilo.- Hablaba calmado, tranquilo, pero con determinación.
- Estúpido crío, te la has ganado - El borracho descargó un golpe con la otra mano, lo que no sabía es que su hijo, más alto, más fuerte y más ágil pese a solo tener catorce años, si le respondería, así que Iruzar flexionó las piernas y esquivó el terrible puñetazo de su padre, usando la fuerza de estas al incorporarse, golpeó un brutal gancho en la barbilla del hombre, y le golpeó en el hígado con la izquierda. Terminó el día con un puñetazo en la nariz del maltratador con la diestra, dejandolo postrado en el suelo, mirando asustado a su hijo mayor.

- Hoy no, padre... Ni hoy ni nunca. - Iruzar, había dado una lección a su padre y este, arrodillado en el suelo gimoteando aceptó su perdón y juró no volver a hacer daño.

Pasaron tres años, Iruzar consiguió el mejor trabajo que pudo para sacar a delante a su familia, quería que los cuatro, abandonaran a ese maldito borracho, que abofeteaba a su familia en ausencia del ya enorme muchacho. Escoltar a las caravanas que viajaban por las Diez Ciudades para ofrecer las pieles de calidad de la aldea, un trabajo digno, con el que conseguía ahorrar poco a poco unas monedas.

Una noche, volvía agotado del viaje, cuando pasó a su casa y vió la escena. El cadaver de su hermano Aram yacía en el suelo, tenía la cara deformada debido a los brutales golpes que esta recibió, toda la habitación estaba cubierta de sangre de su hermano, Iruzar corrió a auxiliarle, pero era demasiado tarde, su hermanito había fallecido.

Pena, angustia, tristeza, impotencia, todas se mezclaron en el corazón de Iruzar, que siguió un rastro de sangre que daba a la habitación de sus padres. Lo sabía, pero no quería creerlo, se aferraba a que solo era una mala pesadilla, una mala broma de los Dioses o que habían hechado algo en su cantimplora, pero no, su madre había fallecido también, con el vestido destrozado, así como su rostro, manchas de sangre, semen y vómito "adornaban" la pequeña habitación, entonces le vió a él, desnudo y aún excitado. Había matado a su familia, la había matado.

Perdió la conciencia, el raciocinio, perdió toda cordura y calma que reflejaba su rostro, conviertiendose en una espantosa mueca sádica, agresiva, demente y extremamente psicópata. Algo le controloba, pero no quería evitarlo, algo que torturó a su padre, arrancandole partes de su cuerpo, recreandose cruelmente en la matanza, y para finalizar, agarrarle el corazón con una mano, y tirar de él, sacandoselo de su apestoso cuerpo.

Pero ese ente quería más, Iruzar estaba aturdido, confuso. Vió claramente como se adentraba en las otras casas y mataba a todos los demás, armado con su ancha espada, quería evitarlo, tenía que hacerlo, pero no era capaz.

Horas después, estaba perdido en mitad de la helada tundra, recuperó el control y pensó en lo sucedido. Era consciente, al menos setenta aldeanos que dormitaban fueron abiertos en canal, una familia que paseaba por el camino a Diez Ciudades y varios ratones y lobos. Observó su ropa manchada de sangre, al igual que su espada, paladeo su reseca boca y notó un sabor amargo, como el de la sangre. Desolado, se dejó caer en la nieve, donde lloró durante horas, hasta quedarse profundamente dormido, con el atisbo de esperanza de no despertar jamás.

Próximo Capítulo: El Inframundo

Publicado: Jue Sep 11, 2008 8:40 am
por Silvanus
Está muy bien. A veces las narraciones sencillas son las más agradables de leer.

A ver si posteas pronto el siguiente capítulo, que promete.

Publicado: Jue Sep 11, 2008 2:02 pm
por Zborze
Me está gustanta bastante. Sigue asi.

Publicado: Vie Sep 12, 2008 2:14 pm
por Trovador
Aquí va el siguiente capítulo.

CAPITULO II

El Inframundo.


Una caravana de Rothes caminaba despacio escoltada por un variopinto grupo de protectores, ogros, drows, elfos, humanos, enanos grises, gnomos, orcos... La caravana viajaba en absoluto silencio, este, solo perturbado por las pisadas descalzar de "los Guardias" y los animales, asi como el traqueteo y el gruñir de la madera de las carretas que los animales tiraban.

Iruzar despertó de un sueno intranquilo, hacía un par de días, un orco le había enseñado a golpes que no podía moverse de la carreta, no sabía donde estaba, ni a donde iba, ni quien eran esos extraños seres con cara de pulpo que vigilaban atentamente a los presos. Habló un poco con uno de sus compañero de carreta, una joven gnoma de mirada traviesa, apaga también a golpes por otro guardián, aunque esta vez Ogro. Ambos habían charlado y habían sacado en claro que aquellos collares que parecían cepos, de un gusto pésimo, como bien dijo la gnoma, eran algo fuera de lo común, y que sin duda estaban en una caverna muy extensa.

Tras varios dias de viaje, llegaron a una caverna apenas iluminada, donde había dos puertas de arquitectura sobrecargada, elegantes y a la vez inquietantes, típicas de la arquitectura de los seres conocidos como los Azotamentes, pero eso Iruzar no lo sabía, al igual que su nueva amiga, Darial. Las puertas se abrieron y entró la caravana, a una gigantesca caverna iluminada por extraños globos de luz rojiza. Una pareja de Gnolls metían a los integrantes de las carretas en una pequeña puerta. Iruzar entró justo después de Darial, y se inquietó al ver como la gnoma caminaba cabizbaja acompañada por un Humano de rostro pálido e inexpresivo. El Gnoll le agarró con fuerza el brazo, mientras el otro le daba leves pinchazos de advertencia en la espalda hasta que entró por la puerta. Allí encontró a otro "cara de pulpo" de rostro cansado, sentado en una butaca tras una alta mesa, con el codo apoyado en esta y la cabeza en su alargada mano, miró con los lechosos ojos entrecerrados al enorme joven y al momento un enano gris y un semidrow le desvistieron, haciendole sentir vergüenza y pudor.

- Dime tu nombre, humano. - La voz había penetrado en su mente, ¿estaría loco?, ¿de verdad habría hablado?, Iruzar se asustó, y simplemente se quedó callado, creyendo que era su imaginación.
- He preguntado tu nombre. - Aquella voz parecía perder la paciencia, y como advertencia, el semidrow golpeó con fuerza al humano en el estómago, haciendo caer doblado al suelo.
- Iruzar... - Soltó, entre bocanada y bocanada de aire.

El ser continuó su interrogatorio, y el enano fué a una gran estanteria, donde habia ropajes de diferentes colores, blanco, marrón, rojo, negro... Cada una servía para diferenciar en el mercado las aptitudes del esclavo, si servía para matar, picar, cocinar... El enano volvió con un simple calzón azulado que llegaba a la rodilla a Iruzar. El duérgar dió una orden en un idioma extraño y desconocido, pero Iruzar lo supuso, quería que se vistiera, así que se colocó el grueso pantalón azulado y el semidrow le colocó aquel cepo extraño sin tiempo a que reaccionase.

La mente de Iruzar cambió, ya no sentía miedo, ni pena, solo sentía deseos de satisfacer a su nuevo amo, y deseaba hacerle feliz. Salió de la habitación y le esperaba aquel humano que escoltó a su amiga gnoma, tras un par de tuneles y corredores llegó al Mercado y su corazón se emocionó para ver quien seria su proximo amo.

Muy diferente a los mercados que solemos conocer, este, era silencioso, con un escenario donde se subian a los esclavos y tras un intercambio de muecas de los pulpos de ojos lechosos, que en realidad usaban telepatía, el preso conocía a su nuevo amo.

Llegó el turno de Iruzar, y los ojos de los asquerosos seres se entrecerraros, algunos indignados, otros sorprendidos. ¿Cómo un humano iba a desempeñar la función de excavar y cargar piedras? ¡Para eso eran los enanos!. Tras una nueva negociación, Iruzar fué llevado a su nuevo hogar y con su nuevo dueño.

Un año excavando roca, un año escuchando ese apestoso idioma llamado Infracomún, un año sirviendo a sus amos. Iruzar era feliz, pero había un problema con el que no habían contado los pulpos, su otro Yo. El mismo que había masacrado a su poblado y había atacado a un par de esclavos, matandoles cruel y brutalmente y riendo histérico en el charco de sangre.

Quizá sirva para los gladiadores, pensó su amo, y apostando una ínfima cantidad, le hizo vestir con el calzón negro de Gladiador de los illitas. Su primer combate fué algo cómico para los desolladores de mentes, un apestoso y raquítico kobold contra Iruzar. El gigantesco joven se lanzó a por el kobold y lo mató en apenas un minuto reventando su cráneo contra la pared del recinto.

Sucedieron las luchas, e Iruzar perdía el control de sí mismo al entrar en la arena, quizás por eso pudo vencer todos sus duelos durante otro año, quizás porque la extrema demencia y la sed de sangre le hacían casi imparable.

Pero las cosas por el inframundo no iban demasiado bien, y los illitas y drows miraban reacios a los duergars que se extendían a buen paso, debían de forjar una alianza para acongojar a los enanos grises y que estos vieran el potencial de la alianza illita y drow. La Alianza fué un éxito, y se celebraron unos juegos en festejo a esta, Iruzar pelearía contra un Semiorco, ambos parejos en musculatura y altura.

Comenzó el combate, Iruzar hacía amagos, fintas y soltaba algún que otro golpe, el semiorco era más fuerte, aunque también más torpe y lento. El híbrido soltó un gancho horizontal que impactó de lleno en la mandíbula de Iruzar y lo hizo caer al suelo. Se lanzó a la carga con una risa victoriosa para acabar con el guerrero humano, pero algo le frenó, quizás la mueca de odio, ira y demencia absoluta, o quizás la risa histérica y chillona. Suficiente, el semiorco estaba asustado, y su amo le dió órdenes de moverse y acabar con el, pero tardó demasiado en reaccionar, e Iruzar impactó su rodilla en el estómago de aterrado semiorco, aprovechando que se agachaba le rompió la nariz con la misma rodilla, haciendole caer al suelo redondo. Se iba a levantar, pero Iruzar ya le había sacado los ojos, riendo frenéticamente, se los metió al semiorco en la boca y le obligó a tragarlos mientras golpeaba sin piedad el rostro del híbrido. Cuando el semiorco no se movía, muerto ya, se levantó victorioso chillando frenético.

¿Por qué lo llevaban lejos de su amo? No entendía nada de nada. No sabía que su amo había apostado con un mercader drow y se había jugado a su mejor esclavo. Así que fué escoltado en una caravana a una ciudad-mercado, donde había toda clase de mercaderes de todos los rincones de Faerun, ya sea del inframundo o de la superficie.

- Te pago treinta monedas por los dos.-
- Si solo el humano vale doscientas..-
- Cincuenta por ambos. -

Iruzar despertó debido al bullicio de el mercado y vió como dos personas regateaban por un articulo, se froto la cabeza aturdido y comprendió que comerciaban con su vida, se levantó iracundo y los grilletes evitaron que atacara a ambos por semejante ofensa, un asqueroso Gnoll le recordó con el pomo de su espada que sentadito estaría mejor. Suspiró impotente y miró a su derecha, viendo una muchacha hecha un ovillito, no podía ser, era ella, Darial. Iruzar comprobó si estaba dormida, y descubrió con desagrado que no, el Gnoll también la había hecho recordar.

- Darial, soy yo, Iruzar. ¿Me recuerdas?. - Se acercó a su amiga, y habló en susurros roncos.
- ¿Grandote? ¿De verdad eres tú?. - Darial levantó la cabeza aturdida y al ver a Iruzar abrió los ojos como platos. - ¡Por las maravillosas pelotas de bronce de Gond!.
- ¡Calla escoria!. - Había hablado demasiado alto y el Gnoll se disponía a volver a golpear a Darial, pero para ello se tuvo que acercar a Iruzar, y recibir un cabezazo en pleno rostro.
- No la toque. - Se dirigía al gnoll con absoluta tranquilidad, como se dirigió a su padre. El gnoll se llevo la mano a la nariz para taponar el borbotón de sangre que corría de ella, alzó la espada dispuesto a golpear a Iruzar, pero se quedó paralizado y doblandose sobre si mismo calló a plomo en el suelo.
- Como me temía, las de los gnolls no son de bronce - Darial soltó una risotada, había golpeado la entrepierna del Gnoll cuando este iba a atacar a Iruzar.
- ¡Vendidos por doscientas monedas!. - Ambos giraron confundidos, el regateo había finalizado y un nuevo señor les esperaba, por lo que vió, era un humano con cara afilada como la de un pajarraco, de tez más morena que la de Iruzar y bastante escualido. Vestía unas elegantes ropas de tonos chillones e iba escoltado por un enano y un humano de aspecto fiero, poco más bajo que Iruzar, estos se adelantaron y llevaron a ambos a un carruaje. ¿A dónde se dirigían? ¿Cuál sería su nuevo destino? Eso no lo sabía, pero esperaba escapar con su amiga lo antes posible.

Próximo Capítulo: El Encuentro con sus Señoras.

Publicado: Vie Oct 17, 2008 1:04 am
por Trovador
CAPITULO III

El Encuentro con sus señoras

Todo estaba muy oscuro, apenas veía la luz ténue de aquella vela, iluminando pobremente la oscura y fría habitación, un chasquido se escuchó al otro lado de la puerta y varias siluetas de voz grave y fiera sacaban uno a uno a los ocupantes de la habitación.

La luz le cegó y puso como escudo entre aquel destello y sus verdeazulados ojos una gran manaza, con el rítmo y tétrico sonido de las cadenas. Alguien hablaba pero estaba aturdido, recordaba una travesia en barco, donde Darial contaba las historias de Tio Uñasnegras, y demás, hablaba de una Colonia en la que vivian unas primas suyas, fué un viaje ameno gracias a su pequeña compañera, la cual observó a su izquierda, mordisqueando nerviosa sus deditos. También recordó golpes y dolor al llevarle a una oscura habitación, a partir de ahí, no recordó más que oscuridad y el danzar de la vela.

Observó a la derecha a un hombre de gesto apacible, tenía la cara amoratada pero sus ojos brillaban tranquilos y calmados, como pidiendo perdón a los dioses por las almas de sus torturadores, le recordaba del viaje, como Juichi, un monje de la lejana Kara Tur, un hombre poco más bajo que Iruzar, de increible bondad y paciencia. Darial, Juichi e Iruzar se habían hecho muy buenos amigos, se apoyaban entre ellos para permanecer cuerdos en aquel duro momento, algo que no olvidarían.

- Trato hecho.- Aquellas palabras le sacaron del aturdimiento y vió como aquel hombre con cara de pajarraco hacia un gesto a sus matones los cuales empezaron a escoltar a empujones y golpes a varios esclavos, entre ellos los tres compañeros.

Otra vez en barco, otra vez el sonido de las olas, los gritos de los marineros, las historias de la pequeña Darial, la filosofía de Juichi, el cual creía que un hombre, hiciera lo que hiciese, debia aceptar las cosecuencias de sus actos y que... A todo le llegará su momento, bueno o malo, o dicho vulgarmente, "Quien siembra tormentas, recogerá tempestades". Las visitas de Aram, las cuales controlaban su oriental amigo con un golpe que hacia que perdiera la conciencia, o Darial usando los grilletes para golpear donde pillara a Iruzar.

Habían pasado varios años, Iruzar ya contaba con veintitrés inviernos, habían viajado de aquí para allí, comprados, intercambiados o ganados como apuesta, por suerte, seguía contando con sus amigos, Darial, que sus ágiles manos eran perfectas para cualquier tarea, Juichi, que su fortaleza interior le convertía en un gran albañil y artesano e Iruzar, el cual tenía solo dos usos, matar y complacer, hoy tenía que complacer a alguna dama o algún hombre, con asco y sin más remedio, fué escoltado por un pasadizo de su zulo en Puerto Calavera a una taberna de Aguas Profundas, fué bañado, perfumado y vestido con ropas finas, apretadas y escasas.

Recogió una vela aromática y la encendió se dirigió a el pasillo de aquel sótano y se dispuso a recibir a un nuevo torturador, esta vez era una bella mujer, algo distraida y curiosa, por su gesto, adivinó que la chica no tenía ni idea de a que se refería el hombrecillo que la llevó aquí, observó su armadura y la espada cruzando su espalda, sus cabellos dorados y sus ojos azules, era muy bonita, pero Iruzar no era consciente de ello, aprendió a alejar la mente para no recordar aquellos momentos.

Se acercó a la dama y la guió a una de las habitaciones, las cuales estaban alumbradas con una luz rojiza, se dirigió al mueble y sirvió dos copas de Aguamiel, se acercó a la cama, en la cual estaba sentada la chica con una curiosa y divertida mirada. El joven esclavo dejó una copa en una mesita y ofreció otra a aquella mujer, quitandola la armadura con delicadeza y masajeando sus hombros.

- Vaya, no sabía que los camareros de aquí fueran masajistas.- Se notó cierta sorna en la voz de la chica, Iruzar se encogió de hombros y siguió con el masaje - ¿También son mudos para no molestar?.
- No, no lo somos.- Las palabras de Iruzar eran ausentes, careciendo de expresividad o sentimiento.

La noche continuó en una conversación, tras la negativa educada de la joven en acostarse con el hombre, el cual lo agradeció, charlaron y bebieron, pasando una agradable velada, a la mañana siguiente, no recordaba ni siquiera el nombre de la joven, ni nada, como de costumbre, aunque, sería divertido para ambos recordar que aquella guerrera se llamaba "Claire Moore", ¿no?

Varias dekhanas más tarde, Iruzar descansaba junto a Darial y Juichi en el zulo, hablaban animadamente, recordando la libertad y lo que harían al salir de aquella situación, como cada noche en la que Iruzar no era necesitado pasaban una agradable velada, esperando no despertar jamás, o darse cuenta que todo era un pesadilla, pero aquello era muy real, demasiado real.

- ¡Que comience el combate!.

Aquellas palabras hicieron que Iruzar suspirara, otra pelea más, esta vez en un foso secreto, en el sótano de una posada en algún lugar de Aguas Profundas, vió a su rival, un enano gris con tremendas cicatrices en la cara, ambos vestidos simplemente con un simple calzón grueso y ceñido.

El duergar daba vueltas con ojos entrecerrados sobre el enorme joven, este estaba cruzado de brazos riendo histérico y moviendo la legua lascivamente provocando al enemigo, el cual cargó con furia tirando a Iruzar. Golpeó con fuerza su rostro y este solo reia y propinaba golpes en el costado del robusto enano, los ruidos eran como si golpease la piedra. El enano era muy duro y la conciencia de Iruzar empezaba a flaquear, así que creyó que ya era hora de darle su merecido, con un rodillazo en la entrepierna alejó al enano y se puso de pie, su mueca psícopata hizo temblar al duergar el cual tembló, ahora el humano cargaba contra el enano gris y golpeaba frenético alternando los puños, antebrazos, codos, rodillas y espinillas para castigar al enano el cual reculó y se protegía como podía de aquel infierno. Iruzar le agarró del cuello y lo empujó con fuerza haciendolo caer de espaldas, se sentó encima del duergar y empezó su castigo, le arrancó a mechones la barba, le rompió el pulgar de una mano y apoyo la rodilla en la nuez del pequeño y robusto gladiador, el cual golpeaba frenético el cuerpo de Iruzar, el cual vitoreaba y chillaba histérico, animando al público. Cuando el enano empezaba a perder fuerza le rompió la mandibula a golpes y le metió la mano en la boca, haciendo que se atragantase con la lengua e inmovilizandolo, el enano murió ahogado.

Aquella noche, como siempre ocurria, Iruzar no pudo descansar, Juichi y Darial le consolaban, le animaban y decian que no quedaba más remedio, no lo soportaba más... No quería vivir así, no podía. Un semiorco entró en la habitación y sacó a punta de espada al gladiador, le necesitaban... Fue perfumado y lavado, dejando que los moratones y cortes se vieran lo mínimo para darle un aire fiero y aún más exótico y salvaje.

Llegó al pasillo con la vela aromática, cuando preguntó los nombres de las dos jóvenes bellas que querían hablar con el. Una era una elfa de mirada traviesa, su cuerpo era delgado pero fuerte y ágil, con una sonrisilla cruel pintada en los labios, lo único que la diferenciaba de un drow era el color de sus ojos, piel y cabellos, la otra era una mujer delgada y delicada, de tez pálida y pelo púrpura, una mirada fría recorría el cuerpo del guerrero con indiferencia.

"Drémora y Zilbraeth"... Jamás olvidaría esos nombres, sus Señoras, sus salvadoras y torturadoras.

Publicado: Vie Oct 17, 2008 4:04 pm
por Tymora
Aunque ya te lo he dicho mil veces, la historia de Iruzar me encanta. Y la última parte que has escrito para nada está mal. Aver si te animas a seguir escribiendo y no lo digo por ver como aparece Drum en la historia eh!.
Sigue asi.

P.D: "¡Rayos y Retuecanos" ^^

Publicado: Vie Oct 17, 2008 6:08 pm
por Zborze
Apoyo lo dicho.

Pd: Solo que... Con el gitanillo :P

Publicado: Vie Oct 17, 2008 10:09 pm
por Trovador
Eso de escribir mis vivencias en el servidor va a ser más jodido, más que nada porque no sería muy fiel y me equivocaría en linea temporal y demás :oops:

Bueno, la verdad es que esos comentarios me animan mucho, muchas gracias :D

Publicado: Jue Oct 23, 2008 10:08 am
por Trovador
CAPITULO IV

Camino a Nevesmortas

Cabalgaba cerca de la caravana, enfundado en una armadura oscura y una elegante capa púrpura, con gesto ceñudo, miraba a todos los curiosos y la cercania de su mano al pomo de su espada les quitaba de la mente cualquier asomo de curiosidad por ver quien había dentro. Escuchó un carraspeo y acompasó el paso a la caravana, se acercó a esta asomandose por las telas.

- ¿Desean algo las señoras? - Hablaba con sumo respeto, observando a las dos hermanastras.
- Haz que paremos en el proximo pueblo, mi hermana desea darse un baño.
- Sí, mi ama.

Pero, ¿cómo había llegado a esta situación?. Ahora parecía un general de un ejercito, pulcro y limpia hasta en el detalle más liviano, su corcel y sus cabellos ondeando al son del viento mientras dirigía a aquella caravana camino a Argluna. Bueno, será mejor explicar que sucedió más o menos.

- Mi nombre es Drémora.- Respondió la elfa con una cruel sonrisilla, después señaló a su hermana.- Y esta es mi hermanastra Zilbraeth.
- Queremos... Hablar contigo... Sobre cierto trastorno... Mental. - Zilbraeth hablaba despacio, como si le costara hacerlo.
- ¿Cómo saben eso? - Respondió Iruzar poniendose a la defensiva.
- Hemos... Hablado con... Tu dueño y... Hemos obtenido un... Permiso para pasar el resto de la dekhana contigo.

Viajaron a una elegante posada a las afueras de Aguas Profundas, las hermanastras le explicaron que habian visto su último combate y quedaron gratamente sorprendidas por su fuerza. Pasó el resto de los dias complaciendo a las hermanas, hasta que llegó el último día, el cual Zilbraeth avisó a Iruzar con un extraño cuervo que siempre la acompañaba.

- ¿Qué quieres?. - El tono del norteño era cortante y seco, mostrando un gran desprecio por la arcana. Esta se recostó en la butaca y con una mano indicó que se acercara.
- ¿Quieres... librarte de ese... ente? ¿Quieres... controlarlo?. - Iruzar se quedó de piedra, no podía ser cierto, deseaba liberarse de su maligna doble personalidad para siempre, haría cualquier cosa por eso, cualquier cosa... Y eso es lo que sabían las hermanastras, que haría cualquier cosa.
- P-Pero... ¿Cómo...? - Alcanzó a decir Iruzar por fín.
- Yo... Puedo hacerlo... Pero...- Chasqueó los dedos y Drémora le entregó un rollo de pergamino, con una cruel sonrisa se volvió a sentar en la otra butaca.- Debes... Leerlo...

Iruzar leyó el texto completamente confundido, no entendía nada, escrito en común, con la fonética exacta para dedicar un juramento de fidelidad en un idioma arcaico, tras finalizar, enrolló el pergamino y lo dejó en una mesita.

- Y ahora... Preparate.- Dicho esto, los dedos de la arcana se empezaron a mover, extrañas palabras salieron de sus labios, mientras sus bellos y fríos ojos le miraban fijamente, Iruzar notó una gran sacudida y empezó a marearse, notó que era Aram quien tomaba su cuerpo, no recordaba que sucedia.

Unas horas más tarde se despertó con el cuerpo dolorido, buscó a Aram, el cual estaba refugiado en lo más profundo de su mente, notaba su miedo, su terror y una satisfecha sonrisa se dibujó en los labios, desde ese día, Iruzar sería fiel a sus generosas amas.

Podría hablar de lo sucedido entre ambas hermanastras e Iruzar, de lo transcurrido en ese tiempo que cambió al hombre radicalmente, pero es demasiado repetitivo, cruel y vergonzoso para este.

- Pararemos en el próximo pueblo. - Dió instrucciones a los dos mercenarios que encabezaban la caravana, tras ello siguió cabalgando cerca de sus señoras, hasta que un leve carraspeo se escuchó de dentro de esta.
- ¿Desea algo más mi señora? -
- Sí... Tengo una... Misión que encargarte.- Con un leve cabeceo, Iruzar indicó que escuchaba, asi que Zilbraeth siguió diciendo. - Tenemos que... Pasar un... Tiempo desapercibidas. -Fulminó con la mirada a su hermanastra Drémora, la cual jugueteaba con una daga con ojillo de no romper un plato, supuso que el último robo de la joven elfa no le salió tan limpiamente como siempre. Zilbraeth alargó la mano y le tendió un pergamino, sin más, hizo un gesto para que el enorme humano se retirara.

Iruzar abrió el pergamino mientras cabalgaba y leyó curioso el texto de este, explicaba con detalle lo sucedido, por lo visto, Drémora se dejó ver y debían de desaparecer un tiempo, asi que indicaban una misión para el guerrero, debía de buscar un lugar tranquilo, que tuviera una biblioteca o zona de estudia cerca y algun rumor interesante. Iruzar enrolló el pergamino y alzó la vista, había escuchado de un lugar así hablando con un mercenario, estaba a dos jornadas de marcha, así que instó a su caballo y cabalgó hacia Nevesmortas.

Re: Iruzar. El Guerrero Trastornado

Publicado: Mar Jul 07, 2009 1:41 pm
por Trovador
CAPITULO V

La Esperanza.

Era una noche calurosa, el escudero cabalgaba a lomos de un corcel castaño que le había prestado su hermana. Observaba el camino empedrado que comunicaba Suzail con Arabel. La mente del enorme combatiente voló hacia el pasado... Ahora era el Escudero de la capitana Lady Iruss Oira... Pertenecía a la Orden de Caballeros de Nevesmortas, había adoptado a la traviesa Drummeta... Su llegada a Nevesmortas fue la bendición que buscaba en todo momento. Tras expulsar a su hermano de su mente y hacer que tomara forma real, se batió contra él y le mató...

¿Cómo había ocurrido aquello? Ni siquiera Iruzar lo sabía, cuando intenta recordar aquel momento solo viene a su mente las palabras de arrepentimiento de su hermano Aram... Lo demás, hace que su mente se turbe y no consiga ordenar sus pensamientos.

Seguía cabalgando, y una sonrisa brotó de sus labios al pensar en su hermana, ahora era un Dragón Púrpura. De pronto, notó un dolor agudo que recorría su costado izquierdo, bajó la vista y vio una flecha clavada en su carne, traspasando la túnica de malla que portaba. Su inmediata reacción fue llevarse la mano a su espada, pero antes de hacerlo, otra flecha se acercaba silbante hacia el escudero, aún dolorido por la anterior, no pudo ni siquiera pensar en esquivar aquel segundo proyectil, que acabó penetrando en el hombro izquierdo del norteño.

La mueca de asombro fue mayúscula cuando Iruzar notó que el caballo relinchaba y alzaba las patas delanteras, cayendo hacia un lado. Un bandido salió de la maleza armado con una lanza que no dudó en clavar al equino para lanzar evitar la retirada del jinete. Intentó despejar la mente, tenía que reaccionar o acabaría muerto, el humano se alzó imponente desenvainando su acero y plantando cara al villano de la lanza, cargó hacia él pero cuatro bandidos más armados con espadas cubrieron la retirada del lancero, el cual corrió a perderse en la maleza.

Un grito aterrador hizo que los bandidos recularan, el escudero cargó con dureza contra el cuarteto, cerca de ellos, anulaba a los arqueros, ya que no querían herir a sus propios compañeros.

Iruzar paró una estocada con su filo, asestando un puñetazo terrible en la nariz del atacante con su mano libre, rápidamente los otros tres le rodearon. Sonrieron creyendo que el escudero estaba acabado, pero no esperaban aquél movimiento... Y menos de alguien armado con una malla y dos flechas incrustadas en su cuerpo. Iruzar empezó a dar giros a su espada en su mano, flexionó las piernas y empezó a girar dando espadazos a cada bandido, estos empezaron a cubrirse, pero el guerrero aceleraba, a un ritmo frenético, lanzó estocadas precisas y a la velocidad del rayo, acabó asestando un revés con el filo de su arma al último bandido que quedaba en pie, que cayó redondo al suelo, con un corte terrible en el cuello.

Pero los arqueros tenían vía libre, y estaban preparados, dos flechas se clavaron en la muñeca derecha y la espalda... Iruzar dejó caer su arma con gran estrépito, el guerrero rugió con fuerza dispuesto a coger la espada con su otra mano, pero otros dos proyectiles se clavaron en el musculoso y enorme cuerpo del norteño, haciendo que este cayera de rodillas, con extremada rapidez, el lancero salió con un garrote, golpeando la cabeza del arrodillado escudero y haciendo que perdiera el conocimiento.

Dos años después, Iruzar estaba atado de pies y manos, en una jaula de madera dentro de una caverna.

Los bandidos intentaron vender al escudero como esclavo, pero no se atrevieron a hacerlo, una advertencia les persuadió, el guerrero volvería para matarlos a todos. Así que se dedicaron a tenerle ahí, alimentarle de vez en cuando con escasas raciones...

- Sir Hayden... La capitana Lady Oira quiere hablar con vos. –

Iruzar salió de sus pensamientos, se había quedado atolondrado mientras estudiaba un tomo de medicina avanzada. Miró sus hombreras plateadas y sonrió, tras un carraspeo del escudero, alzó la mano.

- Ahora mismo voy, escudero Kornel.

Recogió los pergaminos y los libros de la mesa y se levantó de la silla dirigiéndose al despacho de su capitana y prometida.

¿Cómo había escapado? Pensad en ello y seguro que lo adivinareis... ¿Cómo fue apresado por un grupo de bandidos? Porque los errores y las distracciones en combate se pagan muy caro, a menudo con la vida.

- A sus órdenes, capitana Lady Oira. – El caballero adoptó la pose de firmes, dando un taconazo.
- Descanse, Sir Hayden...

Una historia extraña la de Iruzar Hayden... Era un aldeano medio analfabeto de un pueblo de Valle de Viento Helado, después un esclavo con un grave problema de bipolaridad agresiva... Ahora es un caballero de la Orden de Nevesmortas.

Y es que, al fin y al cabo, Iruzar va a tener razón, pues “la Esperanza es lo único que no nos pueden quitar, lo único que podemos y debemos conservar”.