Amara Onoen
Publicado: Dom Oct 12, 2008 1:06 am
Nombre: Amara Onoen
Raza: Humano
Edad: 18 años
Deidad: Mielikki
Clase: Druida
Historia:
Una suave mordida en su vestido hizo que Amara mirara hacia el suelo, era sutil y delicada, pero lo suficientemente insistente como para percatarse de ella. Erin, su loba y fiel compañera miró fijamente el horizonte "¿Acaso quieres que me dirija hacia allá mi amiga?". En cuanto dijo esto el lobo comenzó a gruñir y caminar siguiendo un sendero... "Así se hará entonces".
Mientras emprendía el paso recordó su infancia y como es que había terminado en este lugar, hija de un granjero y cazador que recorría los bosques en busca de animales exóticos y costosos para sustentar a su familia. Su madre la cuidó con esmero, y poco a poco vio como sus 3 hermanos mayores se volvían cazadores como su padre.
Ella amaba el bosque. Se pasaba horas mirando y contemplándolo, pero su madre jamás le permitió salir a cazar con su padre... "Debes quedarte en casa y ayudarme, ya estoy vieja y necesito tu apoyo"... "con tu padre y tus hermanos basta, ¿para que arriesgar tu vida también?" y así su infancia se volvió muy solitaria, era ella y la naturaleza jugando, acompañándose el uno al otro en un vínculo que solo ellos podían percibir, mirándola siempre con nostalgia, ya que jamás abandonó la secreta esperanza de explorar, ponerse en contacto con sus habitantes y descubrir sus secretos, y por un par de años fue bueno. Todo cambió cuando su padre y sus hermanos jamás volvieron de su último viaje. Su madre injuriaba a los bosques y sus bestias de habérselos tragado, pero ella sabía que no podía ser así, su compañero de juegos, su compañía, su único amigo, no, el jamás podría hacer algo así, si su familia desapareció fue porque hicieron algo para dañar o perjudicar a su compañero, no había otra explicación.
Con el paso del tiempo Amara tuvo que trabajar en una taberna para ayudar a sustentar a su madre. Odiaba aquel trabajo que la mantenía atrapada en ese estrecho y limitado lugar, con ese aire viciado por el alcohol y el hedor de hombres libidinosos de los cuales debía defenderse. Lo único que la mantenía en pie en ese tiempo era escuchar las historias del bardo local, Laushian, ya que sus historias le permitían recorrer lugares fascinantes, repletos de aventuras, de gente interesante y eventos que superaban su imaginación, de esta forma, las historias de Laushian se volvieron su gran compañía en esas horas de agonía y martirio dentro de la taberna, aunque nunca olvidó al bosque, y cada noche pasaba cerca de sus límites a rezar para que el viento y las estrellas guiaran el camino de vuelta de los exploradores y viajeros y nadie más pasara lo que ella había sufrido... y secretamente, rezaba para que su padre y sus hermanos algún día volvieran a casa.
Así Amara soportó su trabajo en aquel lugar hasta la edad de 18 años, hasta que llegó aquella fatídica y fría noche. Al volver de la taberna a casa vio a su madre hablando con Ortan, un horrible delincuente local que controlaba la zona y a sus habitantes. Su madre con ojos llenos de lágrimas le miró y le dijo "Lo siento hija, mis deudas se volvieron demasiado altas... y... y... debes irte con este hombre... perdóname". El horror invadió la cara de Amara, mas aún cuando ese hombre se saboreo y en una siniestra mueca le dijo "Despídete de tus ropas, será la última ves que te veas con algo puesto encima, después de todo, no las necesitaras saltando en mis piernas". Amara no podía creer lo que pasaba, iba a ser prisionera de un horror del cual no podía escapar, todos sus sueños, su deseo de explorar y comprender a la naturaleza, todo se desvanecía. Fue en ese momento cuando una fuerza la envolvió y de cierta forma sintió consuelo mientras una imagen se proyectaba en su cabeza, su añorado bosque. Así fue como salió rápidamente de aquel sitio corriendo al único lugar en el que se sentía protegida. Pensó en su madre y en lo que iba a provocarle esto, pero no podía sacrificar su vida para la comodidad de la de ella, lloró amargamente mientras corría, pero era la única salida que encontraba en ese momento, correr sin parar.
Al llegar al límite del bosque se internó en él sin saber que esperar de su viaje. En ese momento ni siquiera le importaba morir en aquel lugar, al menos se encontraría con sus hermanos y padre y su espíritu sería libre de cualquier prisión que la cárcel de nuestro cuerpo podría imponerle permitiéndole ser una con la naturaleza, nada le importaba, absolutamente nada, solo quería ser libre, quería ser una con la tierra y los árboles. Fue en ese momento cuando llegó a un claro del bosque, bañado por la luz de la luna, tan brillante que casi la cegó, y ante ella apareció una figura, un imponente unicornio estaba en el medio de este claro bañado por lo haces de plata que caían del cielo.
Amara(A): ¿Quién eres?
Unicornio(U): tu sabes quién soy Amara, así como yo se quien eres tu.
La voz era tan familiar como desconocida, ella sabía quien era a pesar de no haberla escuchado nunca.
A: ¿Eres el bosque?.
U: Soy la señora y reina del bosque, soy Mielikki.
La voz hizo eco en aquel claro llenando cada espacio, imponente, pero aún así se podía percibir la bondad y gentileza en lo que decía.
U: Amara, no debes temer más, seré yo quién te proteja y te muestre el camino, pero debo pedir algo a cambio...
A: ¿qué es lo que alguien como tu podría necesitar de una simple mujer como yo?.
U: Tu fidelidad y devoción, rezaras fielmente en mi nombre en la mañana y en la tarde, siempre escuchando el susurro de los árboles y te recompensaré con mis poderes, seguirás mi dogma "Los seres inteligentes pueden vivir en armonía con lo salvaje sin que sea necesaria la destrucción de uno en el nombre de otro. Abraza lo salvaje y no lo temas, porque las sendas salvajes son las correctas. Mantén el Equilibrio y aprende los caminos secretos de la vida, pero pon énfasis en la naturaleza positiva y empática de lo salvaje. No permitas que los árboles sean talados innecesariamente ni que el bosque arda. Vive en el bosque y se parte de él, pero no te enzarces en batallas interminables contra la espesura. Protege la vida del bosque, defiende cada árbol, planta uno nuevo allá donde haya muerto uno y restaura la armonía natural que los que usan el fuego y los leñadores a veces alteran. Vive siendo uno con el bosque, enseña a otros a hacerlo, y castiga y detén a aquellos que cazan por deporte o practica crueldades a las criaturas salvajes.", llevarás mi palabra, protegerás la naturaleza y serás uno de mis brazos en los bosques.
A: no podría haber deseado nada mejor, llevaré tu palabra y seré tu sierva.
U: lo se Amara, he visto tu corazón puro y sincero desde hace años, pero solo ahora que tomaste las riendas de tu vida y decidiste actuar por tu cuenta es que estas capacitada para llevar mi palabra, por ahora Adiós, pero debes saber que mientras tengas fe en mi, siempre estaré contigo.
Luego de esto el unicornio desapareció con un gran resplandor. Al abrir los ojos Amara se dio cuenta de que estaba a las afueras de un bosque, acompañada de un lobo, el cual la miró penetrantemente y comenzó a caminar hacia una ciudad que se divisaba entre las montañas. Así fue como emprendió la marcha guiada siempre por aquel enviado que le dio Mielikki.
"Bienvenido a Nevesmortas" leyó Amara en un letrero a la entrada de la ciudad, "Así que aquí me ha traído tu enviado, señora de los bosques, te prometo seguir tu dogma y traer tu nombre a esta región, esa será mi forma de compensar todo lo que me has dado".
Raza: Humano
Edad: 18 años
Deidad: Mielikki
Clase: Druida
Historia:
Una suave mordida en su vestido hizo que Amara mirara hacia el suelo, era sutil y delicada, pero lo suficientemente insistente como para percatarse de ella. Erin, su loba y fiel compañera miró fijamente el horizonte "¿Acaso quieres que me dirija hacia allá mi amiga?". En cuanto dijo esto el lobo comenzó a gruñir y caminar siguiendo un sendero... "Así se hará entonces".
Mientras emprendía el paso recordó su infancia y como es que había terminado en este lugar, hija de un granjero y cazador que recorría los bosques en busca de animales exóticos y costosos para sustentar a su familia. Su madre la cuidó con esmero, y poco a poco vio como sus 3 hermanos mayores se volvían cazadores como su padre.
Ella amaba el bosque. Se pasaba horas mirando y contemplándolo, pero su madre jamás le permitió salir a cazar con su padre... "Debes quedarte en casa y ayudarme, ya estoy vieja y necesito tu apoyo"... "con tu padre y tus hermanos basta, ¿para que arriesgar tu vida también?" y así su infancia se volvió muy solitaria, era ella y la naturaleza jugando, acompañándose el uno al otro en un vínculo que solo ellos podían percibir, mirándola siempre con nostalgia, ya que jamás abandonó la secreta esperanza de explorar, ponerse en contacto con sus habitantes y descubrir sus secretos, y por un par de años fue bueno. Todo cambió cuando su padre y sus hermanos jamás volvieron de su último viaje. Su madre injuriaba a los bosques y sus bestias de habérselos tragado, pero ella sabía que no podía ser así, su compañero de juegos, su compañía, su único amigo, no, el jamás podría hacer algo así, si su familia desapareció fue porque hicieron algo para dañar o perjudicar a su compañero, no había otra explicación.
Con el paso del tiempo Amara tuvo que trabajar en una taberna para ayudar a sustentar a su madre. Odiaba aquel trabajo que la mantenía atrapada en ese estrecho y limitado lugar, con ese aire viciado por el alcohol y el hedor de hombres libidinosos de los cuales debía defenderse. Lo único que la mantenía en pie en ese tiempo era escuchar las historias del bardo local, Laushian, ya que sus historias le permitían recorrer lugares fascinantes, repletos de aventuras, de gente interesante y eventos que superaban su imaginación, de esta forma, las historias de Laushian se volvieron su gran compañía en esas horas de agonía y martirio dentro de la taberna, aunque nunca olvidó al bosque, y cada noche pasaba cerca de sus límites a rezar para que el viento y las estrellas guiaran el camino de vuelta de los exploradores y viajeros y nadie más pasara lo que ella había sufrido... y secretamente, rezaba para que su padre y sus hermanos algún día volvieran a casa.
Así Amara soportó su trabajo en aquel lugar hasta la edad de 18 años, hasta que llegó aquella fatídica y fría noche. Al volver de la taberna a casa vio a su madre hablando con Ortan, un horrible delincuente local que controlaba la zona y a sus habitantes. Su madre con ojos llenos de lágrimas le miró y le dijo "Lo siento hija, mis deudas se volvieron demasiado altas... y... y... debes irte con este hombre... perdóname". El horror invadió la cara de Amara, mas aún cuando ese hombre se saboreo y en una siniestra mueca le dijo "Despídete de tus ropas, será la última ves que te veas con algo puesto encima, después de todo, no las necesitaras saltando en mis piernas". Amara no podía creer lo que pasaba, iba a ser prisionera de un horror del cual no podía escapar, todos sus sueños, su deseo de explorar y comprender a la naturaleza, todo se desvanecía. Fue en ese momento cuando una fuerza la envolvió y de cierta forma sintió consuelo mientras una imagen se proyectaba en su cabeza, su añorado bosque. Así fue como salió rápidamente de aquel sitio corriendo al único lugar en el que se sentía protegida. Pensó en su madre y en lo que iba a provocarle esto, pero no podía sacrificar su vida para la comodidad de la de ella, lloró amargamente mientras corría, pero era la única salida que encontraba en ese momento, correr sin parar.
Al llegar al límite del bosque se internó en él sin saber que esperar de su viaje. En ese momento ni siquiera le importaba morir en aquel lugar, al menos se encontraría con sus hermanos y padre y su espíritu sería libre de cualquier prisión que la cárcel de nuestro cuerpo podría imponerle permitiéndole ser una con la naturaleza, nada le importaba, absolutamente nada, solo quería ser libre, quería ser una con la tierra y los árboles. Fue en ese momento cuando llegó a un claro del bosque, bañado por la luz de la luna, tan brillante que casi la cegó, y ante ella apareció una figura, un imponente unicornio estaba en el medio de este claro bañado por lo haces de plata que caían del cielo.
Amara(A): ¿Quién eres?
Unicornio(U): tu sabes quién soy Amara, así como yo se quien eres tu.
La voz era tan familiar como desconocida, ella sabía quien era a pesar de no haberla escuchado nunca.
A: ¿Eres el bosque?.
U: Soy la señora y reina del bosque, soy Mielikki.
La voz hizo eco en aquel claro llenando cada espacio, imponente, pero aún así se podía percibir la bondad y gentileza en lo que decía.
U: Amara, no debes temer más, seré yo quién te proteja y te muestre el camino, pero debo pedir algo a cambio...
A: ¿qué es lo que alguien como tu podría necesitar de una simple mujer como yo?.
U: Tu fidelidad y devoción, rezaras fielmente en mi nombre en la mañana y en la tarde, siempre escuchando el susurro de los árboles y te recompensaré con mis poderes, seguirás mi dogma "Los seres inteligentes pueden vivir en armonía con lo salvaje sin que sea necesaria la destrucción de uno en el nombre de otro. Abraza lo salvaje y no lo temas, porque las sendas salvajes son las correctas. Mantén el Equilibrio y aprende los caminos secretos de la vida, pero pon énfasis en la naturaleza positiva y empática de lo salvaje. No permitas que los árboles sean talados innecesariamente ni que el bosque arda. Vive en el bosque y se parte de él, pero no te enzarces en batallas interminables contra la espesura. Protege la vida del bosque, defiende cada árbol, planta uno nuevo allá donde haya muerto uno y restaura la armonía natural que los que usan el fuego y los leñadores a veces alteran. Vive siendo uno con el bosque, enseña a otros a hacerlo, y castiga y detén a aquellos que cazan por deporte o practica crueldades a las criaturas salvajes.", llevarás mi palabra, protegerás la naturaleza y serás uno de mis brazos en los bosques.
A: no podría haber deseado nada mejor, llevaré tu palabra y seré tu sierva.
U: lo se Amara, he visto tu corazón puro y sincero desde hace años, pero solo ahora que tomaste las riendas de tu vida y decidiste actuar por tu cuenta es que estas capacitada para llevar mi palabra, por ahora Adiós, pero debes saber que mientras tengas fe en mi, siempre estaré contigo.
Luego de esto el unicornio desapareció con un gran resplandor. Al abrir los ojos Amara se dio cuenta de que estaba a las afueras de un bosque, acompañada de un lobo, el cual la miró penetrantemente y comenzó a caminar hacia una ciudad que se divisaba entre las montañas. Así fue como emprendió la marcha guiada siempre por aquel enviado que le dio Mielikki.
"Bienvenido a Nevesmortas" leyó Amara en un letrero a la entrada de la ciudad, "Así que aquí me ha traído tu enviado, señora de los bosques, te prometo seguir tu dogma y traer tu nombre a esta región, esa será mi forma de compensar todo lo que me has dado".