La Flecha del Destino.
Publicado: Sab Ene 03, 2009 2:54 am
- ¿Cómo pretendéis colgar eso? – Decía el escriba a cargo del tablón de Nevesmortas.
- ¿Hm? –
El elfo pelirrojo miró el cartel que había confeccionado él mismo, la letra en un trazo bien definido y elegante, no parecía ser la causa del asombro del humano, sin embargo, el pergamino usado para el escrito no era ni mucho menos el apropiado. La textura del pergamino era estriada, sin duda había sido bañada múltiples veces por agua, gracias en parte al inclemente tiempo que azotaba permanentemente la región.
- No es adecuado ¿Decís? – Terminó por preguntar el Maestro de Estoques.
- Pues no, no lo es. Si queréis colgarlo… tendréis que adecentarlo un poco… -
- No tengo más pergamino que éste. – Respondió Göyth, frunciendo el ceño.
- Puedo hacerlo yo, traed. – Dijo el Escriba, agarrando el pergamino que portaba el elfo pelirrojo.
- Como queráis… -
El escriba, tomando el original con ambas manos, comenzó a transcribirlo a un pergamino mucho más estilizado y apto para el tablón. Tras unos minutos, se sonrió, observando triunfalmente el buen trabajo que sin duda había realizado. Llevó su mano a la frente, suspirando largamente.
- Ya está. – Dijo el escriba.
- Está bien. ¿Ahora podría hacerme cincuenta copias? – Preguntó Göyth, si el carácter del taciturno elfo fuera otro, en aquél momento hubiera sonreído socarronamente.
- ¡¿Qué?! - Exclamo mientras giraba el humano, sorprendido ante el comentario de Göyth.
El que antaño era conocido como el Maestro de Estoques sostenía entre sus manos una bolsa. La lanzó al aire, volviéndola a coger antes de que llegara al suelo, haciendo resonar el metálico material que mantenía, oro, sin duda. El escriba abrió los ojos de par en par atraído por el tintineo metálico de lo que contenía la bolsa, y es que la avaricia de los hombres no conocía límites.
- ¿Lo haréis? Necesito colgar esto en varios lugares… - Dijo Göyth, mientras lanzaba una y otra vez la bolsa al aire, siguiéndola con los ávidos ojos el humano.
El joven escriba entornó los ojos, comprendiendo la jugada del elfo pelirrojo, que, desde un principio tenía en mente aquél encargo y que sin duda hubiera sido rechazada desde un principio.
- Está bien… está bien… ¡Pero tardaré un poco, eh! – Replicó el humano, terminando con un gran suspiro.
- Tengo todo el tiempo del mundo… -
El sol comenzaba a ceder terreno frente la Luna y su séquito estrellado, que traían consigo el abrigo de la noche… y algo más. En las principales calles de Nevesmortas, Sundabar e incluso Argluna, colgaban unos carteles bien detallados y de fino trazo, en los cuáles permanecía el sello de lo que un día fue una esplendorosa Compañía, y la cuál negaba a caer en el olvido:
“La compañía de la Flecha del Destino anuncia que mantiene sus puertas abiertas para nuevos artesanos que deseen obtener las ventajas de la mejor compañía comercial de la Marca Argéntea. Reducción en los precios de materias primas, obtención de artículos exclusivos de la Flecha del Destino, inclusión en caravanas comerciales en busca de nuevos materiales, así como de un magnífico elenco de servicios únicamente disponibles para miembros de la misma, así como zonas dedicadas especialmente para el cultivo de algunos de los oficios más intrínsecos y complicados de la Región. Los beneficios por pertenecer a nuestra Compañía comercial aparte de las ventajas antes mencionadas son el reconocimiento público de pertenecer a la más reputada agrupación de artesanos, así como la seguridad de poder realizar vuestro oficio de una forma segura, cómoda y económica.
Fdo.: La compañía de la Flecha del Destino“
- ¿Hm? –
El elfo pelirrojo miró el cartel que había confeccionado él mismo, la letra en un trazo bien definido y elegante, no parecía ser la causa del asombro del humano, sin embargo, el pergamino usado para el escrito no era ni mucho menos el apropiado. La textura del pergamino era estriada, sin duda había sido bañada múltiples veces por agua, gracias en parte al inclemente tiempo que azotaba permanentemente la región.
- No es adecuado ¿Decís? – Terminó por preguntar el Maestro de Estoques.
- Pues no, no lo es. Si queréis colgarlo… tendréis que adecentarlo un poco… -
- No tengo más pergamino que éste. – Respondió Göyth, frunciendo el ceño.
- Puedo hacerlo yo, traed. – Dijo el Escriba, agarrando el pergamino que portaba el elfo pelirrojo.
- Como queráis… -
El escriba, tomando el original con ambas manos, comenzó a transcribirlo a un pergamino mucho más estilizado y apto para el tablón. Tras unos minutos, se sonrió, observando triunfalmente el buen trabajo que sin duda había realizado. Llevó su mano a la frente, suspirando largamente.
- Ya está. – Dijo el escriba.
- Está bien. ¿Ahora podría hacerme cincuenta copias? – Preguntó Göyth, si el carácter del taciturno elfo fuera otro, en aquél momento hubiera sonreído socarronamente.
- ¡¿Qué?! - Exclamo mientras giraba el humano, sorprendido ante el comentario de Göyth.
El que antaño era conocido como el Maestro de Estoques sostenía entre sus manos una bolsa. La lanzó al aire, volviéndola a coger antes de que llegara al suelo, haciendo resonar el metálico material que mantenía, oro, sin duda. El escriba abrió los ojos de par en par atraído por el tintineo metálico de lo que contenía la bolsa, y es que la avaricia de los hombres no conocía límites.
- ¿Lo haréis? Necesito colgar esto en varios lugares… - Dijo Göyth, mientras lanzaba una y otra vez la bolsa al aire, siguiéndola con los ávidos ojos el humano.
El joven escriba entornó los ojos, comprendiendo la jugada del elfo pelirrojo, que, desde un principio tenía en mente aquél encargo y que sin duda hubiera sido rechazada desde un principio.
- Está bien… está bien… ¡Pero tardaré un poco, eh! – Replicó el humano, terminando con un gran suspiro.
- Tengo todo el tiempo del mundo… -
El sol comenzaba a ceder terreno frente la Luna y su séquito estrellado, que traían consigo el abrigo de la noche… y algo más. En las principales calles de Nevesmortas, Sundabar e incluso Argluna, colgaban unos carteles bien detallados y de fino trazo, en los cuáles permanecía el sello de lo que un día fue una esplendorosa Compañía, y la cuál negaba a caer en el olvido:
“La compañía de la Flecha del Destino anuncia que mantiene sus puertas abiertas para nuevos artesanos que deseen obtener las ventajas de la mejor compañía comercial de la Marca Argéntea. Reducción en los precios de materias primas, obtención de artículos exclusivos de la Flecha del Destino, inclusión en caravanas comerciales en busca de nuevos materiales, así como de un magnífico elenco de servicios únicamente disponibles para miembros de la misma, así como zonas dedicadas especialmente para el cultivo de algunos de los oficios más intrínsecos y complicados de la Región. Los beneficios por pertenecer a nuestra Compañía comercial aparte de las ventajas antes mencionadas son el reconocimiento público de pertenecer a la más reputada agrupación de artesanos, así como la seguridad de poder realizar vuestro oficio de una forma segura, cómoda y económica.
Fdo.: La compañía de la Flecha del Destino“