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Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Vie Feb 13, 2009 7:49 pm
por Malar
//Hilo oficial de la quest en marcha, aquí podéis colgar vuestros escritos "on rol" sobre lo que os ha sucedido y os va a suceder...
No uséis barras, por favor. ¡Ánimo! Se considerarán los escritos para que aporten experiencia directa al personaje.
P.D: No podeis cambiar de área...
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Lun Feb 16, 2009 12:05 am
por YueYang
*Informe para la Orden de Magos y Hechiceros*
Avistamiento en Fuerte Nuevo de un Pegaso:
Un gran grupo de gentes del lugar, aventureros y simples curiosos se reunieron por Fuerte Nuevo ante los rumores de avistamientos de un Pegaso por aquella zona, las preguntas a sus habitantes nos dieron un testimonio: una menuda figura, una elfa presumiblemente, vestida con una capa dorada, que habló con el Pegaso para después desaparecer ambos.
Finalmente y para nuestra sorpresa, aparecieron tres brillantes globos de luz en los exteriores de fuerte nuevo, el señor Kirath, pastor y druida de los bosques, explicó que nada debíamos temer, pues eran servidores de Mielikki.
El Heraldo:
Estas luces comenzaron a moverse, reuniéndose con otras tres compañeras, anunciando la llegada de un Pegaso majestuoso, tras posarse, el druida se atrevió a dirigirle la palabra, en la lengua de los bosques, se comunicó con Kirath, tras su extensa conversación, el pastor nos comunicó que un grupo de orcos y trasgos estaban preparando una alianza, en la región de Vérluzh, el Pegaso nos había pedido ayuda para evitarlo a toda costa, unos por recompensa, otros por redención y algunos por devoción, todos nos dispusimos a ayudar en la tarea.
Fuerte Vérluzh:
Bajo el liderazgo del Cronista Jacksown y el Druida Kirath, nos dispusimos a viajar hasta el lugar, tras un viaje sin apenas incidente llegamos al siniestro lugar, la caza daba comienzo.
Pequeños grupos de orcos y trasgos de Vérluzh se enfrentaron a nosotros durante el ascenso, en una sombra de la alianza entre estas criaturas, motivo por el cual nos sentíamos impulsaba a continuar sin descanso para desbaratarla, durante la lucha tomamos buena nota de sus tatuajes en el tobillo, a modo de sello protector, un Colmillo Ensangrentado lucían en sus pieles los orcos.
Tras arduos combates y penosas dificultades, nos encontramos en las cuevas, donde notamos que los orcos, habían dejado avituallamientos allí, con el favor de los trasgos aparentemente, para poder viajar ligeros y volver a reabastecerse cuando gustaran, este hecho también nos advertía de que no todas las nauseabundas criaturas se encontraban allí en ese momento.
Finalmente la cueva quedo limpia de todo vestigio orco y trasgo, dando por concluida nuestra tarea, pero no nuestra aventura, tal y como advirtieron el señor Blackwood al regresar de explorar los alrededores, y gracias a la magia de vigilancia dejada por el cronista, supimos de un gran grupo que volvía hacia las cuevas, nos dispusimos a vender caras nuestras vidas, en lo que podría ser un ultimo combate desesperado.
Las Cazadoras Elficas:
En una carga hacia las posiciones orcas, intentando evitar vernos atrapados en aquellas cuevas, nos vimos ampliamente superados en numero y con numerosas bajas, sin embargo, cuando parecía estar todo perdido, un considerable grupo de elfas aparecieron desde los bosques, con eficacia mortal despacharon al grupo orco, salvando nuestras vidas.
Tras atender nuestros heridos, hizo acto de presencia la líder de las cazadoras, una elfa de capa dorada, quien dio datos reveladores sobre lo que nos atañe, supimos entonces que el Clan Colmillo Ensangrentado, era un numeroso grupo de orcos del norte del Bosque Alto, sus brujas son especialmente temidas, en cuanto al grupo de Elfas, habían fijado como objetivo propio el exterminio de este clan orco, sus pegasos del bosque alto llevaban días rastreando los grupos que se separaron del resto en su huida.
Dejando bien claro que era un asunto de los elfos y no querían ayuda de extraños, sin embargo misteriosamente hizo alusión a un asalto final y el honor de algunos agraciados que podrían asistir en la ofensiva.
Consideraciones Finales:
En la seguridad de mi estudio en la Orden Arcana, puedo asegurar que hay diferencias obvias con los fuegos fatuos que hemos estado encontrando, mientras que unos preceden a los pegasos y estuvieron presentes cuando aparecieron las Elfas, otras esferas permanecían junto a los orcos y los ayudaban en combate, presumiblemente un medio de vigilancia y apoyo orquestado por las Brujas del clan orco Colmillo Sangriento.
*Fdo. Nebiros Crisopeya*
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Lun Feb 16, 2009 12:54 am
por YueYang
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Lun Feb 16, 2009 8:25 pm
por hitman007
*Zenhit abre su diario escribiendo lo que ha pasado esos días*
Todo inicio desde ese día que aparecieron esos asquerosos orcos por Nevesmortar.
Junto a muchos otros aventureros. Preocupados por nevesmortas decidimos partir donde se avistaron por ultima vez esos orcos. Al pasar por la cueva de los trasgos notamos que tenían demasiada protección a esa cueva, por este motivo decidimos ingresar a verificar.
No tenían una gran bienvenida aun así mas al fondo de esa cueva se encontraba una gran cantidad. Mas preocupados por que atacaran a nevesmortas no dejamos rastro de ellos con muchas quedando con muchas incógnitas
El Primer Pegaso
Salia de nevesmortas después de un largo día de herrería, cuando vi todos rodeando un caballo con alas. Era una maravillosa criatura pero herida. Me acerque a preguntar que pasaba. motivo extraño ver una criatura de esas por nevesmortas.
Un arcano demasiado joven intento curarlo pero el muy torpe lo que hizo fue incinerarlo sacando llamas de sus manos. La majestuosa criatura cayo al suelo muerta, por suerte la señorita nerea se encontraba en ese lugar y resucito la criatura, Lógicamente esta se fue volando al norte.
El Pegaso es un Heraldo
Escuche un rumor de que en Fuerte Nuevo se avisto el pegaso. Seguramente buscaba ayuda y en nevesmortas no lo atendieron muy bien. Me enfurece recordar como lo chamuscaron.
Llegue junto a otros aventureros con los que partí desde nevesmortas, llegando ahí vi un montón de aventureros mas. Conversamos un rato sobre el tema tomando la desinficione de ir a indagar por todo fuerte nuevo y otros quedarnos si algo pasaba. Sorpresa nos llevamos cuando esas luces llega parti segun el señor ander llamados lamparcontes, o algo así los contrarios de los que acompañan a los orcos en este caso seres pacificos al parecer.
Las luces mantenían una danza como un ritual para que llegara el pegaso, cosa que me pareció un poco ridícula pensándolo bien, la urgencia del momento no era para modales ni vistosas llegadas o actos ceremoniales.
Cuando al fin bajo esta hermosa criatura hablo con el señor kirath, una suerte contar con este druida que nos transmitió la preocupación del Heraldo para nosotros actuar en beneficio de todos proteger las tierras, aun que otros era por simple aventura.
Con esas arengas del mediano Jacksown nos llenaba de fuerza para seguirlo y completar la misión puesta por el heraldo junto la sabiduría de kirath.
Al Fuerte Vérluzh
Pensativo me encuentro camino a fuerte veluzh. el heraldo comentando sobre un pacto que se debía impedir. Juzgando por las anteriores batallas son muy numerosos. temía que si fallábamos tendríamos desde sundabar a nevesmortas una gran invasión de estos asquerosos orcos. Por suerte triunfamos con errores tácticos por todas partes con locos y pocos cobardes a los lados logramos triunfar todos juntos. Limpiamos la cueva de orcos aun así buscando pistas de que nos llevaran a saber mas del enemigo, esto sin suerte.
Las Misteriosas Cazadoras
Al salir nos esperaban demasiados orcos. la cantidad parecía pasar los cien. nuevamente con las arengas del mediano fuimos animados a la batalla. pasados en numero viéndonos rodeados por todas partes llegaron estas elfas con hermosas curvas y fuertes. Como si fuera una estrategia los tomaron por atrás dispersándolos, cosa que nos dio oportunidad de salir victoriosos.
Al terminar esta batalla nos comentaron algo sobre ellas incluyendo información sobre estos orcos.
Colmillos sangrientos, un extenso clan que rompía el equilibrio, como dijo el heraldo.
Terminando este escrito dejo mi preocupación de que se pueden estar acercando mas de estos enemigos peligrosos, mi peor temor una guerra total contra estos.

Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Lun Feb 16, 2009 11:24 pm
por Unairg
Era una taberna, en poco se diferenciaba con las demás: Gente alegre, camareras atareadas, y aventureros que disfrutaban de los rumores a la vera de una jarra de cerveza. Irrumpieron en la sala dos individuos más, un hombre y una mujer de ropajes reconfortantes y botas de cuero, al parecer, viajeros. Los presentes los observaron un momento, pero bastó sólo para interrogarlos y volver a sus asuntos, pues Nevesmortas era una villa de tránsito, y los habitantes ya estaban acostumbrados a cruzar sus miradas con forasteros que a menudo portaban objetos que ellos no conocían, como un amuleto de Argluna, o quizás un anillo procedente de Sundabar.
La curiosa pareja se sentó en uno de los asientos centrales, en el lado derecho. La camarera, abrumada por el trabajo que presentaban las tardes, en las que los artesanos y campesinos acudían al lugar, atendió con poco ímpetu. Así pues, ambos viajeros compartieron opiniones una vez la mujer se alejó de su mesa.
- Ark, ¿no te parece que esta villa está un poco asolada?- susurró la mujer.
- Comprende que es un lugar pequeño. Las gentes tienen como consigna la tranquilidad, el trabajo, y una vida duradera.
- Es una lástima.- dijo la mujer con tono solemne.- Pensaba que iba a disfrutar de una buena historia en mi paso por éste lugar.
- ¿Acaso he oído que no encontráis buenas historias, señorita?- una voz apareció, transformándose en persona a su lado en pocos segundos.
Los dos viajeros giraron la cabeza hacia su izquierda. Se trataba de un mediano de aspecto extravagante, pues los trovadores a su lado casi llegaban a parecer gente de a pie: Su traje era de un color púrpura que se diferenciaría a kilómetros de distancia, con un torso holgado y unos pantalones típicos del mundo bárdico. Sus zapatos a juego le venían ciertamente grandes, aunque los lucía con gracia. Su rostro expresaba una sonrisa de perpetua felicidad que daba a entender que se trataba de una persona bondadosa, y en su hombro, su melena reposaba atada en una coleta, con un pelo color marrón oscuro. Su bigote se movía al son de sus palabras, y en su cabeza se colmaba un sombrero del mismo color del traje, con una pluma enorme. En sus manos había una guitarra, al parecer, clásica.
- Por su aspecto, diría que vos nos vais a esclarecer nuestras dudas, mediano.- el hombre gesticuló una sonrisa al verlo en su plenitud.
- ¡De hecho, es mi deber hacerlo, buen viajero!- la sonrisa del trovador se amplió, y dió un giro, atrayendo la atención de los presentes.- ¡Acérquense, por favor, les prometo que disfrutarán!
Si había algo que podía con la tranquilidad, era sin duda la curiosidad. Poco a poco, los presentes dejaron sus sus sillas y lugares, y se arremolinaron en torno a los dos desconocidos, quienes poseían un puesto privilegiado. Algunos se mantenían en pie, mientras que los más suertudos habían podido tomar asiento de cara al mediano.
- ¡Mantengan sus oídos atentos!.- comenzó el espectáculo el mediano, acompañando sus palabras de delicados punteos de las cuerdas de su intrumento.- ¡Pues tengo el honor de traer a esta villa una historia que perdurará en sus mentes, abrirá sus corazones y hará más bravas sus esperanzas!
Aquél mediano que tanta confianza transmitía sólo desde sus ojos tan peculiares y, diríase perfectos, esperó unos instantes para dar intriga a su actuación. Después de ello, se pronunció.
- ¡Beshaba me tome si aún no hay algún habitantes de esta villa que no recuerden los rumores sobre los avistamientos de caballos alados hace tan sólo unas dekhanas, pues sólo esa esperanza es la prueba de que mi relato no es un cuento para animar un lugar como éste, sino que se trata de una realidad!
Hubo un murmullo degenral en el lugar, así como asentimientos por parte de los autóctonos de la zona.
- ¡Entonces sobreentenderé que no han olvidado el rumor sobre el último avistamiento, cerca de aquí, en Fuerte Nuevo!- no esperó a una respuesta, y tras un instante, prosiguió.- ¡Y sin embargo...! ¿Cuántos de los presentes sabían que un pecuilar grupo de aventureros acudieron al lugar para comprobar lo sucedido?
Se creó el silencio en la cámara. El trovador les miraba a su público sonriente, mientras que ellos le intercambiaban expresiones interrogativas y espectantes. El mediano se posicionó en el centro del lugar, dió un giro, y volvió hacia ellos.
- ¡Mi nombre es Jacksown, y ésta es mi historia!
"Bien sabido era que los curiosos rumores en La Marca Argéntea caminaban a la velocidad de una serpiente por el bosque, expandiéndose hasta allí donde podían llegar. Sin embargo, sólo algunas almas de verdadero espíritu aventurero, incluso temerario, eran capaces de darlos caza acechando entre los hilos de voz. Ésta vez el rumor en cuestión atrajo la atención de todo el gentío que llegó a detectarlo: Se decía que un Pegaso, aquellos majestruosos caballos alados de piel blanca como la misma Luna, se había dejado ver por tierras cercanas, en especial, en el humilde pueblo de Fuerte Nuevo. Sólo los dioses sabían cuáles iba a ser en ésta ocasión las almas que acudirían a la llamada de la aventura.
Poco tiempo pasó hasta que, a las puertas de la localidad, se reunieron nuestros protagonistas: El druida del Bosque de Nevesmortas, llevado por su deber de mantener el Equilibrio, y su fiel aprendiz; un explorador ducho en el rastreo y, en general, en el conocimiento del terreno donde se encontraban, quien siempre mantenía una pipa con tabaco cargado; dos enanos, los cuáles se trataban como verdaderos hermanos, movidos por su curiosidad y, posiblemente, por su sed de sangre; un callado y observador hombre de capucha roja, al parecer, procedente de tierras lejanas, en busca de los nuevos retos que le ofrecían su nuevo hogar; un poderoso mago, aunque algo alocado y de trato coloquial se unió, aportando su conocimiento arcano; un experimentado y sereno guerrero de anchos músculos ofreció su maestría en la guerra por los acontecimientos que pudiesen suceder; un elfo cazador prestó su habilidad con el arco y la búsqueda de huellas para el grupo; un joven aprendiz de La Orden de Magos y Hechiceros de Nevesmortas, curioso como pocos e inteligente como muchos menos para su tierna edad apareció en el lugar; y a su lado, el encargado de confirmar si las historias eran ciertas, un trovador que no pudo negar su instinto temeroso y unirse al espectáculo.
Tras una charla entre los once individuos, decidieron sellar un pacto en el que formarían un grupo con el fin de averiguar qué era lo que estaba ocurriendo. Sin perder el tiempo, se adentraron en Fuerte Nuevo y se dividieron en busca del rastro del suceso que había podido perdurar en las mentes de los lugareños. Su intención fue compensada, pues descubrieron, además de que el rumor ciertamente se trataba de una realidad, que al alado ser se le había visto haciendo lo que parecía mantener una conversación con una extraña elfa de oscuros ropajes, aunque con una llamativa capa dorada.
Algunos aventureros insistieron en seguir preguntando a las gentes sobre qué sabián de lo sucedido, pero poco tiempo se mantuvo así, pues los compañeros que habían acudido de nuevo a la salida del pueblo para descansar o, simplemente, pasar un tranquilo rato, les alertaron de que algo extraño estaba ocurriendo allí donde ellos habían llegado a parar. Así pues, los diez protagonistas traspasaron las puertas de Fuerte Nuevo, y observaron con atención.
Habían aparecido en la parte Oeste de la salida unas extrañas luces en las que todo el grupo reparó. Tres eran, y permanecían por el momento inmóviles, mientras el sabio druida explicaba que se trataban de vigilantes al servicio de Mielikki, y aunque ello no despejó la duda sobre qué podían estar haciendo en ese lugar, un sentimiento de tranquilidad y seguridad se respiró en el aire. Y así fue hasta que, ante la mirada atenta de los aventureros, aquellos luceros resplandecientes incluso a la luz del día comenzaron a desplazarse a la par, sin perder la extraña formación en triángulo que habían adoptado, hacia la parte opuesta en la que se encontraban. Una vez llegaron a la parte Este, seguidas a distancia por las curiosas miradas de los allí presentes, se econtraron con tres vigilantes más, y las seis unidas comenzaron a pulular por el área, como si de una reunión se tratase, hasta que finalmente y de manera lenta, formaron, a ojos de los diez hombres, un círculo por el que de manera prontía se empezó a emitir la oscuridad de una sombra, lo que les hizo alejarse más de ellas. El sonido de unas grandes alas batir comenzó a invadir sus oídos, y cuando alzaron la vista al cielo, quedaron cegados y a la ver impresionados con la apareción de un enorme caballo blanco, el cuál delicada y grácilmente descendió hasta aterrizar en el lugar que las servidoras de La Reina del Bosque le habían reservado.
Resultaba gracioso cómo ante tal evento, la primera reacción que tuvieron los valientes aventureros fue acercarse al corcel alado, pero como si averiguasen sus intenciones, los vigilantes abandonaron su círculo y crearon un muro entre el animal mágico y los hombres, impidiendo su paso. Se mostraron impotentes, pero los aventureros aún no habían sopesado la alternativa que ante ellos se presentó instantes después cuando, al parecer, los luceros abrieron un estrecho camino hacia quien más adelantado se encontraba en ese momento: el druida. Éste camino con paso lento y apacible hacia el Pegaso, mostrando su confianza hacia tal esplendor, y una vez cruzó las barreras de los custidios, éstos volvieron a cerrarse ante los demás viajeros.
Todos observaban espectantes, aunque algunos mantenían la calma y otros se mostraban nerviosos y a la vez curiosos, más aún cuando el Pegaso comenzó a emitir un dialecto, en primera instancia, sólo conocido por el druida, quien parecía responder a sus palabras con el mismo vocablo incomprensible. Mientras transcurría la extraña conversación, el caballo alado fijaba sus ojos en el Norte, y relinchaba cuál furiosa e indomable montura. Y justo cuando la inquietud de los nueve aventureros que aguardaban estaba a punto de desbordarse, vieron como las alas del caballo blanco comenzaron a batirse, y en su mismo sitio, sus patas delanteras comenzaron a alzarse, seguidas del resto del cuerpo, hasta levantarse unos palmos del suelo y emprender un feroz vuelo hacia la inmensidad, donde en un momento dado, el grupo lo perdió de vista.
El druida se giró hacia sus compañeros y les informó de la situación que había tratado con el mágico ser, y aunque el grupo se componía por individuos más valientes que otros, ninguno pudo evitar gesticular una mueca de temor: un clan de orcos y los trasgos habitantes de las Montañas Rauvin habían establecido una peligrosa alianza en pos del poder, y amenazaban a las tierras. El Pegaso les había pedido ayuda a los presentes para poner freno a la reunión que en ese momento se estaba celebrando en el Fuerte Vérluzh, y por fin habiendo encontrado lo que sus corazones ansiaban realmente, se encaminaron hacia las colinas. La aventura comenzaba.
Su despliegue se formaba por dos rastreadores abriendo la marcha, unos pasos alejados del grupo, y atentos por si las circunstancias les obligaban a avisarlos y retroceder. Siguiéndoles desde la distancia, dos guerreros hacían sus veces de muro de carga frontal, con sus armas desenfundadas, y protegiendo a los arcanos que se resguardaban en el interior del grupo, junto al trovador que los animaba con alguna historia popular. Tres guerreros más protegían la retaguardia con cautela y atención, y el druida caminaba a su aire, libre de tal formación, y observando el horizonte con tranquilidad, con su aprendiz a la zaga.
Tomaron rumbo Este hacia el sendero que dirigía al fuerte trasgoide, el cuál se había formado por las propias pisadas de los viajeros que allí habían acudido, y por los que habían vuelto. Por el camino hacia Nevesmortas todo permanecía tranquilo, pues ni siquiera los bandidos habituales que asaltaban los caminos habían dejado rastro de su presencia, ni actual ni pasada. Quizás era la característica paz y tranquilidad que precedían a la sangrienta guerra, pero aún no podían comprobarlo.
Se detuvieron al pie de las colinas, donde el sabio druida les pidió que rodeasen a un robusto árbol cercano, y utilizó esa fuente de poder para conjurar sus dones en nombre de Silvanus sobre los aventureros, quienes agradecieron las mejorías que éstos supusieron en sus cuerpos y mentes, potenciando habilidades que sin duda les haría falta para hacer frente al batallón. Seguidamente, el explorador del grupo apagó su pipa y accedió a adelantarse para rastrear el terrero, en busca de las hordas que estarían defendiendo Vérluzh y quizás sopesar con sus datos la opción de tenderles una emboscada si fuese posible. Aceptando su tarea, apretó su arco son fuerza y se deslizó con sigilo entre la maleza, hasta perderse de vista.
Los nueve restantes esperaron durante unos momentos su llegada, pero la inquietud se empezaba a apoderar de sus cuerpos, pues eran conscientes de que su posición no era precisamente apropiada, y los más agudos de vista habían detectado movimientos en las partes altas, lo que probablemente se tratasen de arqueros. Sin embargo, el tiempo pasaba, y el explorador no aparecía, y cuando el druida notó que sus compañeros se mostraban nerviosos y el atisbo de miedo se podía olfatear, decidió que el grupo se encaminara con cautela hacia las montañas, y que ellos mismos se bastarían para hacer frente a la próxima amenaza.
Se desplegaron de una manera caótica, encabezando los guerreros que aguantaban como podían su sed de sangre, y los magos detrás, preparando sus manos y humedeciendo sus labios para un conjuro urgente. Poco a poco, las figuras se fueron haciendo más claras, y fueron alertados en el momento en el que un crujido de cuerda rompió el silencio.
La batalla había comenzado.”
// Perdón por la barras pero voy colgando esto para ir abriendo boca, mañana estará el resto. Un saludo.
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Mar Feb 17, 2009 3:53 am
por Malar
//GROOAARGH !!!
Brutal, me encanta, una descripciónn hermosa y veraz.
Espero tu siguiente post y alguno de las últimas escenas, continuaremos este fin de semana, así os da tiempo a compartir información "on rol", por supuesto.
Las Brujas se acercan...
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Mar Feb 17, 2009 6:58 am
por hitman007
Merlinius Amaya
*Se encierra en la habitacion de la posada, abre su diario, inicia su escritura. esta un poco alterado cosa que no lo deja concentrar muy bien*
,,,,. Después de la noche de borrachos con astinus.. aun no se como termine bebiendo con él, terminamos el negocio y él me comento sobre unos bárbaros con objetos mágicos espectaculares. yo pensé en ese momento que era una tienda de bárbaros brujos o algo de ese tipo. Acepte ir pero antes tenia que comprar unas cuantas cosas. En la puerta de las caravanas nos encontramos con ferm. un poco antipático *subraya antipático*. Parece que es viejo amigo de astinus, aun no entiendo por que algunas veces le dice Dae.
Partimos a visitar a los bárbaros, pero sorpresa cuando vi que atacaban a cualquiera... Me sentí un poco tonto al pensar que era una tienda, en fin, después de atacar a esos desquiciados buscamos el camino a los gigantes de hielo. No me negué en aceptar ya que quería conocer esos lejanos terrenos.
Peligrosos Enemigos
No se si estábamos cerca de nuestro destino cuando cambio el ambiente, parecía peligroso seguramente, buscamos un lugar donde poder descansar pero solo un poco preocupados aun de los posibles peligros que nos rodeaban.
Después de un corto descanso astinus y yo nos miramos recordando aquel día cuando el cochero nos comento que era el día del cazador, refrescando la memoria de ferm ese dia.
Seguramente teníamos que luchar con las mismas panteras de aquel día pero estábamos equivocados, ferm y yo sentimos esa magia poderosa llegando en hondas, era tan fuerte que nos dejaba vibrando,era la misma del otro día pero aun mas fuerte. aun no se si es mas poderosa que antes o era por que nos encontrábamos mas cerca. Analizando la situación creímos que no podíamos escapar de eso, solución; atacar la fuente de igual forma no escaparíamos con vida si nos seguía
Intentamos ir lo mas sigiloso posible, infortunadamente nos escucharon esos malditos orcos rodeándonos ellos no sabían bien quien andaba por ahí pero nos rodearon. Teniamos que encontrar la forma de zafarnos, Astinus dio la orden para Lanzar oscuridad, lugar donde astinus tiene una enorme ventaja, sin pensarlo dos veces use conocimientos metamagicos para prolongar este conjuro llenando parte de esta. astinus atacando ferm igualmente y yo lanzando conjuros a lo que podía, eran bastantes pero salimos victoriosos, error que cometimos... dejar un orco vivo, pero gracias a este error creo que tenemos información importante.
Como era de esperarnos llegaron sus refuerzos, una mayor cantidad llegaba a nosotros. La solución era ya fácil, usar la misma táctica. acabamos con todos ellos.
Revisamos los cuerpos notando una señal en particular. Un colmillo ensangrentado en uno de sus tobillos junto a un libro relacionado con un patético maligno Dios llamado Bahgtru. Tal vez mi deidad aun me escuche, aun que estoy un poco descarriado por el camino sin querer retomar el anterior, pero esas pistas son como ninguna, tal vez esto me lleve a saber quien desprende tal energía tan poderosa sin contar, peligrosa.
Salimos de ese lugar por medio de un portal directo a nevesmortas no sabia que hacer con toda esa información, analizando, Soy amante de la ley, temiendo que caiga imperio de esta a manos de esos orcos decidí transmitirle la información a la escudera radha comentándole un pequeño resumen comentándole las pistas y entregándole el libro que encontré en ese orco.
Estoy seguro de que esa es la deidad de esos orcos, son la maldad pura. si los comparo con un demonio lo hacen parecer un trasgo torpe con tratos ridículos. Seguiré estudiando lo de este dios, pero entre más me entero mas creo que seguro terminaran formando una tropa para acabarlos, son demasiado peligrosos, sin incluir esa magia extremadamente peligrosa y fuerte que los rodea. Si sigue creciendo ese poder oculto, seria un problema grave hasta para la misma urdimbre, aunque solo es un temor, espero que esté temor solo sea eso, un temor.
Terminando como le comente a la señorita radha. La religión de estos orcos es una señal de peligro para las tierras y mas cuando he escuchado que ya han estado cerca de nevesmortas y fuerte nuevo. Quien sabe de donde mas.
*Guarda su diario y sale a la biblioteca de Sundabar*
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Mar Feb 17, 2009 5:22 pm
por Dae
Al medio día, sentados en el campamento de Will, el mercader herrante de bifucración, se avista un grupo de figuras con aires de ser poco amigos de la civilización. Entre ellos se pueden notar un hombre enorme, musculoso por demás y con los aires de ser el líder. Una capa de pieles se posa sobre sus anchos hombros y su cabellera larga y roja destaca de entre los demás. Se ven también a tres figuras con los mísmos aires barbáricos, estos tres con cierto semblante de familiaridad. Hermanos definitivamente, cada uno sosteniendo su arma con orgullo y porte digno de bravos guerreros.
Un poco alejado del grupo se encuentra un enano, quizá algo desconfiado de los "patas largas". Más su hacha está presente, y su mera presencia es dificil de obviar.
Una última figura, encapuchada, es quien habla. Su complexión es diferente a la del resto, y su tono es sereno mientras habla. Parece estar narrando ciertos sucesos recién ocurridos.
-
!No quedó uno solo vivo Erik! ¿Qué, crees que soy tan torpe?- Se escuchaba hablar al semielfo.
-
!Comienza desde el inicio entonces Astinus!- Le replicó el gigante de cabellera roja.
-
Como veas... - Tras acomodarse de una manera un poco más comoda en el tronco en el que se sentaba, y tomar un poco de aire, el montaráz retomó la historia, esta vez desde el principio.
-
Todo inició mientras yo, junto a dos "brujos", Merlinius y Fern, estabamos de cacería en las tierras de tu amigo Zhandurf. Decidimos acampar por unos instantes para recobrar un poco de fuerzas antes de proseguir la marcha. Fui el último al despertar, y lo primero que noté al hacerlo fue esta extraña niebla roja. - Su mirada cruzandose con cada una de las que le rodean, los pensamientos del semielfo secretamente reprochando que la niebla por misteriosamente presentarse tan a menudo. -
Y luego ambos de mis compañeros decidieron que era buen momento para decir que una fuerte aura mágica se aparecía en la zona. Recuerdo que apuntaron hacia el oeste, lo recuerdo porque de aí veniamos. En fin... - prosiguió sin dar mucha importancia -
Decidimos, tontamente si me lo preguntas ahora, ir a revisar la "extraña aura mágica".
-
Adorable fue nuestra sorpresa al escuchar algo acercarse desde el suroeste. Rápidamente logramos volvernos uno con el entorno, haciendonos invisibles. Sí gigantón, con brujería. - Dedicandole una rápida pero cínica mirada al gigante de cabellera roja y a las miradas de reproche de los tres hermanos. -
En todo caso, no tengo indea de como, pero nos rodearon, flanqueandonos y cortandonos las salidas. -En ese momento era evidente el descontento del montaráz por ser rodeado -
Los tres rodeados, no tuvimos más opción que defendernos. Tras la convocación de una nube de negrura que cegó a los orcos, comenzamos a cortar cabezas.
-
De este primer asalto sobrevivieron dos, un orco que huyó a dar la señal... Y un huargo. - Los segundos pasaban mientras el narrador recordaba ese momento, donde intentó acceder a los pensamentos y recuerdos de la bestia, donde pudo observar borrosas creaturas. Creaturas regordetas, con plumas. Toda una visión por demás confusa.
Al notar las miradas inquisitivas de sus actuales compañeros, su decisión fue la de continuar. -
Del segundo asalto no sobrevivió nadie. Pero encontramos entre sus restos libros como este - Dijo mientras sacaba y mostraba un libro, en cuya carátula figuraba el retrato de un fémur roto.
Fue entonces que un chispazo de conocimiento divino cayó sobre el clérigo, recordando las muchas lecturas que había hecho sobre esa deidad: Bahgtru, el hijo de Gruumsh el Tuerto. Rápidamente, el chamán de estos bárbaros se dispuso a explicarles los detalles de tal figura bélica.
_______________________________________
Horas después, en la soledad del refugio, el montaráz se hundía en sus pensamientos.
"¿Como sacarle provecho a todo esto? Fern se niega a buscar una alianza con esta nueva tribu, aunque eso signifique conseguir las ganancias de la venta de armas a tanto los nuevos orcos, como a las tribus con los que se enfentarán. ¿Que no comprende que luego de destruirse entre ellos podremos llegar a recolectar las ganancias y bienes de los caidos?"
Acostado entre la paja del establo, el semielfo se dejó divagar, y eventualmente cayó entre sueños, sediento ante la exaustión. Sus sueños, sin embargo, fueron muy productivos.
Vio en sus sueños visiones de Aranel, un abrazo amistoso que simbolizaba años aparte entre ellos. Recordó por unos instantes lo que era sentirse parte verdadera de un grupo, donde podía profesar confianza. Luego, en cuestión de segundos (O quizá horas, ¿quién sabe con los sueños?), vió como se ponía en pié rápidamente, solicitando la compañía de todos los presentes para seguir algo, "
algo que ni mis propios ojos pudieron divisar".
Las imágenes pasaban por su mente a la velocidad del rayo. Todos corriendo tras un lobo, todos deteniendose en el Puente Lanzagélida para ver un caballo alado, todos siguiendo nuevamente al lobo, el pegaso sobrevolando y aterrizando el Bosque Legendario...
Luego de eso palabrerías, el pegaso hablando sobre saludar a los cazadores, avisando sobre un grupo que se dirgía a ese preciso bosque a romper el balance. Y la bruja.
Las memorias fluían como el agua en los rápidos más caudalosos. El corte de dos cimitarras, el volar de flechas, gritos de dolor mientras armas impactaban, hachazos cortando cabezas y rompiendo armas. Y por fin: el cuerpo sin vida de una bruja. LA bruja.
Sin desearlo el montaráz se acercó a observar el cuerpo, a ver esos ojos sin vida. Tras posar la primera mirada en el rostro del orco muerto sintió como ese vacío en esos ojos le succionaba. Le hacía caer en ellos sin manera de detenerse. Caia.... caia... caia...
Sentandose rápidamente, Daedelath sintió el frío sudor recorrer su espalda. ¿Pero a quien le interesa eso cuando por fín lorgas deducir como podía sacar provecho de una posible nueva guerra entre tribus?
//si olvidé algo, me disculpo.

Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Mar Feb 17, 2009 7:39 pm
por Malar
//La segunda parte me ha puesto la piel de gallina.
¡Bravo! Os voy a preparar las escenas que os merecéis... ¡si señor!
Re: Cazadores del Norte: el Colmillo Ensangrentado.
Publicado: Mar Feb 17, 2009 8:19 pm
por Unairg
"Los guerreros hicieron carrera hacia las privilegiadas posiciones de los arqueros con sus escudos por delante, evitando las certeras flechas que seguramente habrían sufrido en ocasiones anteriores. Los gritos orcos se apoderaron del lugar, dando la alerta a los compañeros que aún no estaba prevenidos del ataque, y cuando los seres armados con sus toscos filos comenzaron a desfilar colina abajo, todos vivieron un segundo de silencio antes de los primeros rugidos de espada.
Los dos enanos avezados en el combate los despachaban con soltura, de modo que se encaraban contra grupos de orcos que les triplicaban en número en algunas ocasiones, seguidos por el guerrero humano de ropas grises, quien hacía alarde de una increíble habilidad en el campo de batalla. A sus espaldas, los tres combatientes recibían apoyo de los arcos del rastreador que aún perduraba en el grupo, de los dos druidas, de los cuáles es maestro atacaba con flechas y conjuros de clima por igual, y del forastero de capucha roja, quien permanecía en silencio y sereno mientras disparaba. La ayudaba no terminaba ahí, pues los dos arcanos comenzaban a conjurar su surtido de sortilegios que agredía o obstaculizaba el ataque enemigo, y el trovador animaba a su grupo cantando a pleno pulmón una melodía animada, mientras que a la vez maldecía musicalmente a los orcos, aminorando sus ánimos de batalla.
Muchos habían sido los que habían descendido hasta llegar a nuestros protagonistas, pero la suerte no les había sonreído en aquél primer encuentro. Los cuerpos inhertes de orcos y trasgos jinetes de arañas enormes poblaban ahora la zona boscosa que allí terminaba para convertirse en la fría piedra que ascendía hasta la cima. Por otra parte, sus huargos sirvientes habían sucumbido a la voluntad del sabio druida y así, mientras que unos se habían decantado por tomar parte en la refriega de lado de los aventureros, los demás habían optado por mantenerse neutrales y observar el horror, algo que a esos animales sin duda les llegaba a satisfacer. El disperso grupo se arrejuntó de nuevo, y tras comprobar que por el momento no había daños mayores, pusieron su confianza en el habilidoso elfo de quien esperaban un rastreo e información de la situación más allá de donde se encontraban. Mientras el batidor se adelanta a explorar, el grupo avanzaba lentamente, pero unido, teniendo la idea de establecer un área de alarma que les alertaría de cualquier reagrupamiento.
Siguiendo las indicaciones más tarde dadas, ascendieron por la parte Este, pues parecía ser que era la parte menos vigilada de las aproximaciones del Fuerte Vérluzh. Cuando llegaron al pie de la costosa subida, divisaron las defensas trasgoides, y se detuvieron a plantearse si una buena acción de sigilo les sería propicia, pero la anterior pelea sólo había abierto la boca de los guerreros que con la sangre de sus enemigos disfrutaban y se sentian en paz hasta la siguiente, y sin poseer la voluntad para acallarla, se abalanzaron raudos hacia ellos, comenzando el ascenso con la fuerza del frénesi. Hicieron frente a los jinetes trasgoides que les plantaron cara, mientras que el resto de grupo subía con más dificultad por la garganta, algunos maldiciendo por no haber atendido a sus ideas, pero aceptando la realidad y cercionándose del combate. Como si de un poderoso escuadrón de la Legión Argéntea se tratase, se abrieron paso a golpe de espada y con el favor de la Urdimbre, creando la estampa de una orgía de sangre de la que Tempus hubiese estado orgulloso, aunque en esta ocasión se trataba de El Equilibrio el que estaba en juego.
Su paso aminoró cuando ante ellos se presentaba la tosca entrada al fuerte. El más benévolo paladín, el más sabio sacerdote o el más poderoso archimago habrían visto únicamente en su interior lo único que predominaba y devoraba lo demás, la oscuridad, y los aventureros no fueron menos. Sus pies se detuvieron, y aspiraron el último aire puro que iban a recibir en los próximos momentos, pues las batallas habían sido duras y sus mentes comenzaban a cansarse, y aquél lugar era símil a una apestosa cloaca escondida bajo el suelo de las grandes ciudades. Hablaron entre ellos unos momentos, organizándose y dando ánimos, a la vez que algunos, de forma solapada y desconfiados de sus actuales posibilidades, se despedían agradeciendo el honor que les suponía dar la vida por La Marca Argéntea. Accedieron a la primera cámara, y observaron.
Hasta donde llegaban sus ojos, todo se mantenía pétreo, sin ninguna muestra de que tuviesen que estar alertados por el momento. Era un lugar húmedo con un olor pudriento en el aire, lo que les ayudaba al grupo a mantenerse despiertos cuando sus pensamientos de que la muerte estaba cerca les comenzaban a fallar. Pero, para sorpresa de muchos y disgusto de todos, la cueva se dividía en dos caminos: Uno, largo y estrecho que bien adentrado se hacía abierto, conducía a una amplia cámara situada al Norte; el otro se desviaba hacia el Este, obstaculizado por grandes telas de araña, y como fin, una pequeña estancia.
En aquél momento, su rezagado compañero hizo acto de presencia mientras prendía su famosa pipa y los miraba a todos con gesto aliviado. Aseguró que los había perdido de vista cuando se habían adelantado hasta la colina, pero su siguiente confesión encogió los corazones de todos los presentes: el explorador había avistado a un numeroso grupo de orcos que hacia allí se dirigían, y que en pocas horas los alcanzarían sin dudarlo.
Tras las explicaciones, y aunque con discrepancias por parte de algunos intregrantes del grupo, decidieron dividirse para abarcar más terreno en menos tiempo, pues la idea de una emboscada orca sólo podía fatigarlos más: Los dos druidas, los fortachones enanos, el curtido mago y el rastreador elfo tomaron camino hacia el Norte con cautela, mientras que el explorador fumador, el joven arcano, el forastero, el guerrero de ropajes claros y el trovador decidieron inspeccionar el Este.
El último grupo nombrado no encontró grandes retos en su camino: el avezado guerrero abría el camino entre las telarañas con su espada, y junto con los demás, batieron a las arañas enormes que aún se habían escondido en ese infecto lugar en vez de abandonarlo por miedo a su caza. Así pues, llegaron a la última sala, donde varias pieles, alimentos, agua y útiles varios para el viaje reposaban. En ese momento, la afirmación del explorador se hice más verosímil, pues una estampa así sólo podía sugerir que aquellos recursos se mantenían allí hasta que alguien volviese a por ellos para abastecerse. Pero su inspección se vio interrumpida por algo que los hizo mirarse con apremio, unos gritos desgarradores que retumbaban en la lóbrega cueva, un tintineo que sólo llegaba hasta allí, pero que se trataría de una confrontación metros más allá. La batalla se estaba librando, y sus compañeros estaban aguantando sin ellos.
Despreocupadamente y arrastrando con el cansancio que cada vez se hacía más percatable en ellos, retrocedieron a trote y tomaron el camino que el otro grupo había seguida, con la esperanza de que aún continuasen vivos. Por primera vez en el transcurso de aquella aventura, la felicidad los invadió al ver que en un desvío hacia el Este, donde el estrecho se convertía en un camino con pendiente a ambos lados, las seis figuras permanecían en pie, aunque los enanos jadeaban y maldecían por lo bajo. Cuando se efectuó la reunión, les explicaron que la estancia estaba plagada de orcos y trasgos, y que habían tenido que retroceder al verse superados en fuerzas. Sin embargo, cuando todos se miraron y se encontraban de nuevo juntos, su pesimismo desapareció, pues al unísono todos pensaron que ahora que el grupo volvía a estar unido en su totalidad, sus fuerzas aumentaban considerablemente.
Entonces, el plan surgió. Los enanos se armaron con sus armas y con su fuerte odio hacia aquella asquerosa raza, y formaron un muro en aquel estrecho pasadizo, seguidos de su compañero guerrero, del callado viajero de capucha roja y de los rastreadores, quienes descolgaron su arco y cargaron una flecha dispuestos a todo. Los magos se frotaron las manos con rapidez, dando calor a sus habilidades de conjuración, y el sabio druida, ante todos, se transformó en un poderoso oso de admirable tamaño, mientras su fiel discípulo saco su fiereza a flote. Y en última posición, el más débil y más protegido trovador, quien poco podía hacer ya por sus compañeros, pues su voz se había quebrado y no podía realizar más conjuros, aparte de que era el más afectado por el cansancio, y nadie allí presente sabía cómo podía aún mantenerse en pie.
Con un grito de guerra, avanzaron de nuevo a por la segunda revuelta, ésta vez más animados por el calor del compañerismo y el olor a muerte que se cataba en el aire. Allí, a la entrada de la cámara donde se formaban, los ruines seres les esperaban, pero su formación se vio turbada cuando los dos enanos a base de empujones se adentraron para combatir desde el interior, mientras que el resto del grupo hacía frente a los orcos más próximos y los arqueros disparaban a sus rivales a través del abismo. Por otro lado, los magos conjuraban los sortilegios que consideraban más apropiados, aunque la primera batalla les había alertado tanto que habían gastado gran parte de sus poderes, y en pocos momentos sólo se mostraban como frías estatuas con expresión de impotencia, quienes intentaban esquivar las flechas enemigas que con rapidez se deslizaban en el aire. El gran oso se abría paso con su descomunal fuerza, protegiendo a su grupo y enviando al vacío a los orcos con furiosos embistes,y cerrando la marcha, el bardo observaba todo cuanto sucedía mientras se exponía al ataque.
La épica batalla adquirió su máximo esplendor. Los gritos de guerra y horror podrían haber acongojado a los corazones más valientes, y el resbaladizo suelo a causa de la sangre que emanaba de los yacidos cuerpos, como si no quisiera permanecer más a su servicio, y huyera libre, era una imagen con la que muchos guerreros habían soñado ver. Toda la cueva se volvió ensordecedora, y el fragor de la batalla impedía pensar con claridad, pues en el combate de nada servía ello, sólo se debía actuar con rapidez para salvar la vida. El destino de los protagonistas no estaba claro, sólo los dioses podían discernir algo entre la incertidumbre de la vistoria y la derrota, de la gloria o la desdicha, de la vida o la muerte.
Y entonces… los gritos fueron cesando, las espadas empezaban al volver al cobijo de sus vainas con lentitud, y comenzaban a oirse los jadeos de aquellos que aún podían respirar. Muchos habían sido los aventureros que habían sobrevivido, más para su disgusto, no todos: El mago de tierna edad y el hombre de extraño acento habían sucumbido a la arquería orca, y el trovador, aunque poseía un atisbo de vida en su cuerpo, también había caído al suelo rendido. El oso de grandes dimensiones que se había ocupado de apartar y defenderlos rugía con fiereza cuando la tranquilidad volvía al lugar, avisando de la desgracia que llevaba arrastras, pero aofrtunadamente los miembros del grupo disponían de recursos para volver a levantar sus cuerpos, y así se hizo una vez se reuniron lejos de la sangre y la fiereza del combate, donde ahora sólo quedaba una mera sombra de él.
Asegurando el perímetro, y agotados por el tiempo y el esfuerzo, se propusieron descansar. Acababan de vivir seguramente la escena que más los calaría en sus vidas, pero la impresión de que habían cumplido con el trabajo, de que su gesta había mantenido El Equilibrio y de que les valdría para redimir sus errores pasados acabó por hacerles sonreír. Pero era entonces el momento en el que exponían sus alimentos a merced de todos y estaban ansiosos de brindar por tal victoria cuando se percataron de que aunque su labor había terminado, no así los problemas: las alarmas que habían implantado en la subida de la montaña comenzaban a advertir de que el grupo de orcos se avecinaba.
Ni siquiera los más sabios habrían podido dar explicación a lo sucedido, pero tras un largo camino, batallas llenas de obstáculos y la arrebatada sensación de felicidad, los aventureros iban a luchar. Lucharían por sus familias y seres queridos, lucharían por El Equilibrio, por el bien o por la gloria.
Lucharían por La Marca Argéntea.
Cuando restablecieron sus ánimos y sus cuerpos a través de un rápido bocado y algo de descanso, tomaron las posiciones habituales y abandonaron ese lugar maldito, el cuál sus paredes iban a recordar la grandiosa batalla que se allí se había librado. El descenso les hizo caminar con rapidez, y en menos tiempo de lo estimado se encontraba de nuevo al pie de la montaña, mientras pedían a sus armas otra oportunidad para aguantar la embestida. Una vez en suelo firme, su paso deceleró, como una marcha fúnebre en honor a sus propias muertes, dado que aún no sabían cuál iba a ser aquel día su último reto. El explorador, quien se había dado el lujo de fumar quizás su última pipa de tabaco, alzó una mano hacia ellos y los detuvo una vez llegaron al verde paisaje. Fijó su vista al suelo y los demás lo imitaron, observando el leve e intermitente movimiento coordinado de las hierbas y las flores, y más tarde alzaron su vista al horizonte oscurecido por una negra zanja desigual que se acercaba a ellos a pasos agigantados y emitían un sonido seco con sus pisadas.
En silencio, los arqueros cargaron una flecha extraída del carcaj, y los magos crujieron sus entumecidos dedos. Cuando el sonido musical de una guitarra alegró sus oídos, supieron que ése era el momento, y todo el grupo unido por la aventura se lanzó al combate con sus armas de antemano, y sus corazones ensanchados.
Poco fue el tiempo hasta que las primeras espadas se cruzaron. Desmintiendo todos los comentarios acerca de la estupidez orca, los malvados seres se desplegaron y rodearon al grupo, dispuestos a cavar su tumba en aquél lugar, sin piedad ni compasión. Las espaldas de los aventureros se chocaron pidiendo una retaguardia segura, y sus escudos pronto se convirtieron en el único utensilio capaz de usarse ante la masiva ofensiva, pero el ánimo aún no decaía entre los hombres.
No obstante, poco bastó para que sus fuerzas y sus cuerpos decayesen también. Los corpulentos músculos de los orcos eran una precisa imagen de su fuerza, y los más duchos en el combate dejaron sin aliento y más tarde se deleitaron con dejar sin vida a varios de sus rivales, aunque aún no conseguían derribar por completo el muro defensivo que el reducido grupo había formado gracias a la experiencia táctica de los combates vividos. Pero no había ningún tipo de suerte que les sonriese ya, los orcos se arrejuntaban reduciendo su espacio de maniobra, y poco a poco sólo las pieles y las armas fueron lo único que su vista podía detectar. La suerte estaba echada, el destino, claro.
¿O no? Se preguntaron cuando las últimas filas del pelotón orco comenzaron a sufrir una extraña perturbación. Al percatarse de que algo no iba a su favor, los despiadados seres se giraron y contemplaron los cuerpos inhertes de su horda, y les invadió la duda de cómo podían haber muerto en aquella situación, hasta que ellos mismos fueron los que comenzaron a perecer ante las sombras que danzaban entre los árboles con rapidez, despidiendo proyectiles precisos y mortales hacia sus puntos vitales, y arrebatándoles la vida. Incrédulos por la escena que vivían, los aventureros vacilaron un instantes, pero en el momento en el que se vieron como el furtivo golpe que podía acabar con sus enemigos ahora, retomaron sus armas y, con un grito de guerra, lanzaron un contraataque, acabando con relativa facilidad con aquellos orcos.
Poco a poco aquellas rápidas figuras con la habilidad digna de los propios dioses comenzaron a hacerse más nítidas. Se trataban de elfas de ropajes que les ayudaban a ocultarse en el bosque, cada una portando un arco de calidad inigualable y belleza innegable. Mientras algunas continuaron con la emboscada, un pequeño grupo se retiró hacia los cuerpos caídos de los aventureros, sanando sus heridas y devolviéndolos al plano al que aún debían pertener si era necesario. Cuando los presentes quisieron darse cuenta, el último orco había caído con una flecha en el cuello, pero nadie había quedado poco saciado del calor de la batalla. Con tranquilidad, aunque con una sombra de desconfianza por parte de todos, las elfas y los aventureros se reunieron esquivando los cadáveres. A fin de cuentas, ellas habían sido su salvación.
Luceros brillantes comenzaron a invadir el lugar, y todos observaron cómo innumerables vigilantes al servicio de Mielikki revoloteaban con libertad, llevando el mensaje de que, por ahora, El Equilibrio había sido restablecido. Más se alertaron con rapidez cuando el más sabio de aquél grupo, el druida que había velado porque aquella imagen fuese una realidad, cayó debilitado, y su cuerpo, ahora etéreo, se comenzaba a desvanecer sin razón aparente para el conocimiento de sus compañeros. Afortunadamente, todo pareció una falsa alarma, aunque tal hecho sólo les hizo dudar de qué era lo que los dioses estaban tramando.
Entablaron conversación con el grupo élfico, que se identificó como las cazadoras que andaban tras el rastro de aquellos orcos, ahora, pasto de la muerte. Esclarecieron sus dudas contándoles que se trataban del clan de El Colmillo Ensangrentado, nombre que encogió a algunos de nuestros protagonistas, pues habían oído hablar de que allí en Bosque Alto, su lugar de procedencia, las brujas afiliadas a esa horda eran temidas de poderosas. Una vez aclaradas las cuestiones, aconsejaron que nunca más volviesen a entromenterse en aquella pelea, en su pelea, aunque la líder, una elfa de capa dorada y misterioso semblante, la cuál identificaron como la que había hablado con el Pegaso tiempo atrás, no pudo evitar preguntarse en voz alta quiénes de ellos serían los elegidos para librar el combate final.”
La gente de la taberna despertó aturdida. Habían estado viajando por las Montañas Rauvin junto con once valerosos viajeros, y habían librado una batalla que ahora lamentaban que sólo se tratase del estímulo a su imaginación que el mediano les había inculcado.
-¿La batalla final?- dijo una voz entre el gentío.
-¡Desde luego, damas y caballeros!- el mediano habló hacia todos los presentes.- ¿Quién se atreve a presagiar el final de ésta historia?
-¡Cuéntanosla ahora!- otra voz se alzó hacia el trovador.
-¡Desde luego que ese es mi deseo, pero aún deberá labrarse! ¿O acaso no recuerdan que esta narración es una historia real?
Los clientes de la taberna de La Rosa y El Martillo intercambiaron miradas tanto espectantes como incrédulas. ¿Se trataría de una treta para atraer la atención del público hasta otra ocasión, o realmente lo que contaba aquel bardo era verdad?
El mediano deslizó su guitarra hasta su espalda, y reverenció a sus queridos espectadoras retirando su sombrero. Acto seguido, se dirigió hacia la salida de aquella posada, pero una voz lo detuvo.
-¿Cuándo volverás para contarnos ese desenlace?
Con una sonrisa, el trovador se giró sobre sus pies y dijo, levantando un dedo.
-¡El día en el que acuda a esta posada con mi guitarra y pida una jarra de agua fresca para aclarar mi voz, será el día en el que pueda decir que ya existe un final, y que he llegado a conocerlo!
Todos volvieron a mirarlo, maravillados de sus palabras. Definitivamente, parecía una persona que sabía ganarse a la gente.
Cuando el mediano abrió la puerta y olfateó el aire puro del exterior, susurró algo que sólo él y los dioses pudieron escuchar.
“Espero que los dioses me concedan tal favor.”
Aquella historia que había nacido en una villa como Nevesmortas pronto se propagó por las ciudades del Norte, inundando tabernas y recitales, y agradando las vidas de nobles y gente adinerada. Nunca se había dejado constancia del nombre de aquél relato, pero pronto la voz popular empezó a conocerla como…
… Los Cazadores del Norte
// Espero que os haya gustado, y daros las gracias a los que hayan tenido el valor de leerlo, y si acaso, el número de un oculista. Agradecer a Málar la tremenda quest y demostrar con éste relato cómo son éstas, y no me refiero a largas (que también), sino que vale la pena vivirlas. Un saludo.