Tindra Be'te'tner
Publicado: Mié Mar 11, 2009 7:30 pm
Quiero ser Faern. Dije por primera vez cuando mi cabeza no llegaba a las caderas de mi hermana mayor.
Y mis hermanas, tías y madre empezaron a reírse como la tontería de la más pequeña de las nacidas en la casa. Todas se rieron, menos una.
Quiero ser Faern. Seguía diciendo cuando ya jugaba con mis hermanas a hacer patrullas y por "accidente" algún yingil se rompía.
Déjalo Tindra, mira que eres pesada algunas veces, serás lo que madre diga. Y ella dirá lo que diga la Yathatllar de la casa. Además, a lo sumo llegarás a elg'caress y todas mis hermanas se echaban a reír.
Quiero ser Faern. Dije en los aposentos de mi madre cuando me llamó siendo ya era como una vara, espigada, alta para mi familia, pero fina, demasiado.
¿Porqué? restalló la voz de madre. Y me ruboricé y maldije mi incontinencia verbal. Tengo el don, Ilhar. No pude reprimir de nuevo.
No es lo que tu quieras, es lo que quiera la voluntad de la Ultrine. Pero lo llevas en la sangre, no se puede negar, tanto el don como el descaro.
Quiero ser Faern. Dije ante Elroth, quelfaeruk de Freth en la ciudad de Ched Nasad.
No es lo que tu quieras, es lo que puedas, aún eres una criaja para saber si serás capaz. Y se echó a reír.
Pero pasé a ser wanre de Elroth. Durante lo que duró, Elroth no fue un mal maestro, tampoco bueno, te dejaba mirar, hacer y estudiar, pero no se preocupaba por enseñar. Sólo estaba obsesionado con sus experimentos, hacía años que había dejado atrás las invocaciones de seres de la superficie que le habían dado tanto prestigio y ahora se dedicaba a invocaciones más oscuras. Pero cometió el error de intentar que le hiciera de mensajera con yathrins renegadas. Y ante el olor de la herejía a Kiaransalee acudí a madre. Fui interrogada y probada minuciosamente y cuando tuvieron la certeza que decía la verdad cayeron sobre él. Desapareció y nadie más supo de él aunque muchos insinuasen que había caído en desgracia importunando a la Yathatllar.
Me salvó ser hija de mi madre, pero eso no evitó que se me quitase nombre, casa y ciudad.
Sólo quedaría como una shebali que había escogido un maestro equivocado.
Tindra Be'te'tner shebali, pero faern.
Así que sin nada mejor, decidí partir en busca de los faern de los que los mercaderes más hablaban al volver de sus viajes, ya que por fortuna ambos vivían en la misma ciudad. Bel'Aragh, un puesto de frontera lejos de muchos sitios y sin nada especial, excepto que allí habitaban Alyssrae y Abisail.
Busqué a la primera, cansada de jaluks, pero tras unos ciclos de búsqueda sin encontrarla topé con Abisail. Y a él me dirigí con la mejor de mis sonrisas. No parecía entusiasmado en coger aprendices, menos una jalil, pero por sus ojos debió pasar algún cálculo porque temporalmente me tomó bajo su manto. No duró mucho, pues en un sitio tan cerrado como Bel'Aragh a las yathrin de la casa dominante no les pareció correcto y decidieron que Alyssrae decidiese si era válida para ser su aprendiz y quizás de su casa.
Y en ello estoy, en mostrar lo faern que soy.
Y mis hermanas, tías y madre empezaron a reírse como la tontería de la más pequeña de las nacidas en la casa. Todas se rieron, menos una.
Quiero ser Faern. Seguía diciendo cuando ya jugaba con mis hermanas a hacer patrullas y por "accidente" algún yingil se rompía.
Déjalo Tindra, mira que eres pesada algunas veces, serás lo que madre diga. Y ella dirá lo que diga la Yathatllar de la casa. Además, a lo sumo llegarás a elg'caress y todas mis hermanas se echaban a reír.
Quiero ser Faern. Dije en los aposentos de mi madre cuando me llamó siendo ya era como una vara, espigada, alta para mi familia, pero fina, demasiado.
¿Porqué? restalló la voz de madre. Y me ruboricé y maldije mi incontinencia verbal. Tengo el don, Ilhar. No pude reprimir de nuevo.
No es lo que tu quieras, es lo que quiera la voluntad de la Ultrine. Pero lo llevas en la sangre, no se puede negar, tanto el don como el descaro.
Quiero ser Faern. Dije ante Elroth, quelfaeruk de Freth en la ciudad de Ched Nasad.
No es lo que tu quieras, es lo que puedas, aún eres una criaja para saber si serás capaz. Y se echó a reír.
Pero pasé a ser wanre de Elroth. Durante lo que duró, Elroth no fue un mal maestro, tampoco bueno, te dejaba mirar, hacer y estudiar, pero no se preocupaba por enseñar. Sólo estaba obsesionado con sus experimentos, hacía años que había dejado atrás las invocaciones de seres de la superficie que le habían dado tanto prestigio y ahora se dedicaba a invocaciones más oscuras. Pero cometió el error de intentar que le hiciera de mensajera con yathrins renegadas. Y ante el olor de la herejía a Kiaransalee acudí a madre. Fui interrogada y probada minuciosamente y cuando tuvieron la certeza que decía la verdad cayeron sobre él. Desapareció y nadie más supo de él aunque muchos insinuasen que había caído en desgracia importunando a la Yathatllar.
Me salvó ser hija de mi madre, pero eso no evitó que se me quitase nombre, casa y ciudad.
Sólo quedaría como una shebali que había escogido un maestro equivocado.
Tindra Be'te'tner shebali, pero faern.
Así que sin nada mejor, decidí partir en busca de los faern de los que los mercaderes más hablaban al volver de sus viajes, ya que por fortuna ambos vivían en la misma ciudad. Bel'Aragh, un puesto de frontera lejos de muchos sitios y sin nada especial, excepto que allí habitaban Alyssrae y Abisail.
Busqué a la primera, cansada de jaluks, pero tras unos ciclos de búsqueda sin encontrarla topé con Abisail. Y a él me dirigí con la mejor de mis sonrisas. No parecía entusiasmado en coger aprendices, menos una jalil, pero por sus ojos debió pasar algún cálculo porque temporalmente me tomó bajo su manto. No duró mucho, pues en un sitio tan cerrado como Bel'Aragh a las yathrin de la casa dominante no les pareció correcto y decidieron que Alyssrae decidiese si era válida para ser su aprendiz y quizás de su casa.
Y en ello estoy, en mostrar lo faern que soy.