La Pérdida

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vientoligero

La Pérdida

Mensaje por vientoligero »

“Tener algo es el primer paso para perderlo.”
Extracto del credo de Shar.

Rayne apenas rondaba la adolescencia cuando tuvo que abandonar su querido hogar en Siempreunidos debido a los desafortunados actos de sus parientes. Pertenecía a una rama del linaje Nimesin, aunque sus padres carecían del rango de nobles, mantenían una buena posición en la isla élfica. Pero la presión que ejercían los detractores de los Nimesin pudo con el espíritu de Aiün Nimesin, su padre, y decidió partir hacia el continente.
El viaje por barco a través del Mar de las Espadas provocó en Rayne la chispa de la aventura y el descubrimiento. Disfrutó haciendo escala en Aguas Profundas, la Ciudad de los Esplendores, lugar de mil gentes y culturas. Quedó prendada del majestuoso Bosque Alto y sobrecogida al contemplar las fronteras del aterrador Bosque Tenebroso. Así era Faerûn, atractivo y peligroso, capaz de colmar los sueños de un niño y de atestar las pesadillas del más valiente.
Con la aventura metida en sus venas la doncella elfa llegó a su nuevo hogar, una coqueta casita que su madre poseía en Evereska. Su talento para la magia había quedado patente al final de su niñez, al poder conjurar algunos trucos sencillos, su unión al Tejido era más fuerte de lo normal en los elfos. Así que fue aceptada sin ningún problema en la Academia Mágica de Evereska.

Al cumplir la mayoría de edad se unió a las patrullas fronterizas donde adquirió sus primeras experiencias como maga combatiente. Pronto fue ascendida y llegó a liderar una de estas patrullas. Pero la llamada de la aventura se hizo tan intensa que decidió partir en busca de nuevos retos. Pasó por varias compañías de buscadores de tesoros antes de formar parte de los Corceles Veloces, un grupo itinerante de Caballeros del Dragón Púrpura. La variopinta banda deambulaba por el norte Cormyr haciendo lo posible para que la buena gente del Reino Bosque a la que protegían se sintiera mejor. Acogió a la joven doncella tras la trágica muerte de su mago y líder en un enfrentamiento contra un chamán ogro. Su llegada evitó la disolución de la banda. Los Corceles eran Lucilda Aweston, Goldor Hachahumeante, Rosco Piesinquietos y August Truesilver, paladín de Torm y nuevo capitán de la escuadra.
August era un hombre noble y bueno, justo y tierno, encantador y atractivo. En sus correrías la llama del amor brotó entre ambos, haciendo a la pareja inmensamente feliz.

Al cabo de cuatro años su amor era tan intenso que decidieron casarse. El paladín, como noble caballero acudió a Evereska para pedir la mano de su amada. -¿Me concedería el honor de entregarme la mano de su hija?- preguntó al elfo.
-Un mal nacido y degenerado humano se atreve a humillarme pidiendo mi bendición en una unión tan blasfema- contestó Aiün airado
-Pero padre, ¡nos amamos!- dijo Rayne entre sollozos.
-¡Nunca! No permitiré que mi primogénita contraiga matrimonio con alguien que no sea del Pueblo. Esto es más intolerable que aquella vez que coqueteaste con aquel gris.-aclamó su padre, soltando una bofetada a su hija.
Rayne rompió a llorar en ese instante mientras le decía a su padre -No creí que el odio irracional que corrompe a nuestros familiares pudiera existir en ti. Espero que recapacites y te des cuenta de lo que pierdes con esta actitud, voy a casarme con el hombre al que amo aunque todos los dioses confabulen para impedirlo. Añadió guiando a la puerta a su futuro esposo. -Lamento profundamente lo sucedido, pero no te sientas culpable. Perdona su actitud y no te atormentes por sus palabras.-
Rayne se fue y nunca más volvió a saber de su familia. Pero tan enamorada estaba de August que no tardó en considerar los hechos como una anécdota, -tendrán tiempo de reconsiderarlo- pensó la maga.

La boda fue todo un acontecimiento social en Arabel, el capitán de Los Corceles mantenía una finca de su familia en la ciudad y sus hazañas eran famosas. La belleza y simpatía de los novios hicieron el resto. La ceremonia resultó muy emotiva y la Luna de Miel culminó el día más feliz de la vida de la elfa. A pesar de sus coqueteos continuos los dos habían llegado vírgenes al matrimonio, merced a los votos del caballero, pero este acontecimiento no fue molestia. Pasaron los meses y la joven maga quedó embarazada, la dicha de la pareja no parecía tener fin. El caballero fue ascendido de rango y dirigía un pequeño acuertelamiento cercano a sus tierras. Lo que le permitía no ausentarse de casa por más de cuatro jornadas.
Participó en el desmantelamiento de un grupo de asesinos, formado por nobles contrarios al trono y que habían atentado contra su majestad Azoun IV. Además de prestigio, la redada en Arabel le había granjeado un mortal enemigo.

En la víspera de las fiestas de verano un asesino encapuchado entró en la casa de los Truesilver, hundió una daga en el pecho del paladín y apuñaló con saña a su mujer. Con su último aliento August canalizó el poder de Torm para curar a su agonizante mujer. Rayne salvó su vida, pero los gemelos que albergaba en su vientre fallecieron, al igual que su amado esposo. Pasó varias semanas recuperándose de tan vil acto. Cuando se recuperó un ataque de ira y frustración recorrió su ser y comenzó a gestar su venganza.
El resentimiento, drama y desesperación vividos por Rayne atrajeron la atención de la deidad maligna más antigua de todas, Shar. La Señora de la Pérdida se regodeaba en el sufrimiento, la pérdida y el olvido, eran su esencia. Promovían tales sentimientos su poder e influencia y lo más importante abrían el corazón de la elfa a una nueva fe. Shar decidió mandar a Nya, una de sus elegidas para convertir a tan potencial seguidora.

13 de Myrtul del año de la Bandera, 1368 C.V.
El día era soleado y los habitantes de Arabel disfrutaban de cierta tranquilidad tras varias semanas de conmoción. Las posadas volvían a bullir con el ajetreo de comerciantes y aventureros, la cerveza corría a raudales y el mundo parecía un lugar mejor. Rayne ultimaba los preparativos para su marcha en pos de venganza cuando una joven humana, vestida con unos elegantes pantalones negros, una blusa púrpura de delicado tejido y una capa añil entró en la taberna. Todos los presentes le dedicaron una mirada, pues un aura de majestuosidad y misterio envolvía a la mujer. Su tez pálida típica del norte y sus ojos de un azul oscuro e intenso escudriñaban la sala común del establecimiento y un brillo de reconocimiento asomó en ellos cuando se cruzó con la mirada de la maga elfa. Con paso señorial fue acercándose al mesonero, dejó unas monedas y se retiró a una mesa alejada y oscura, del tipo que eligen los que no quieren ser molestados.
Una voz en su subconsciente instaba a la elfa a acercarse a aquella mujer, pese a la fuerza de voluntad alcanzada en sus largos viajes no consiguió deshacerse de esa sensación y al cabo de unos minutos se acercó a hablar con la misteriosa mujer.
-Bienhallada- dijo la maga
-Agua dulce y brisa fresca hasta que volvamos a vernos- dijo la figura tras la sombra, haciendo alusión a una fórmula de despedida élfica, dejando claro que la conversación había terminado.
-Disculpad señora, no era mi intención molestar, tan sólo pretendía darle la bienvenida a nuestra ciudad. Rogó la elfa tras tan tajante comentario.
-No disculpad vos, no quería resultar tan brusca. He estado viajando día y noche, apenas sin descansar y ando algo irascible. Sentaos y mantengamos esa charla de bienvenida, olvidando mi falta de modales. Dijo la mujer mientras se acercaba a la luz.
Conversaron durante horas, intercambiando anécdotas de aventuras pasadas y recordando sucesos trágicos. También estuvieron intercambiando información sobre conjuros ya que ambas eran magas de cierta experiencia. Algo en la historia de la humana despertó un sentimiento de empatía en la elfa.

La pareja formada por magas dejó Arabel, encaminándose a las Tierras Pétreas. Seguían al asesino de August gracias a los poderes clarividentes de Nya. Durante el viaje la humana aprovechaba las noches para instruir a la elfa en su fe. Relataba las hazañas conseguidas por sus seguidores, el poder que conseguían sus adoradores y lo más importante, como deshacerse del sentimiento de culpa, la pérdida de las cosas queridas y del dolor que producían. La elfa, tan experimentada en este campo no tardó en asimilar sus enseñanzas. La noche anterior a dar caza a su presa Rayne elevó al cielo su primera plegaria a la Dama de la Noche.
Lo sorprendieron en un campamento de rateros y salteadores de caminos. El antes noble malvivía alquilando sus talentos homicidas al jefe de la banda. La llegada de dos mujeres de atractivo indiscutible a su reducto llamó la atención de todos los maleantes, sus ojos reflejaban crueldad y lujuria. La sorpresa desdibujo sus rasgos cuando una tormenta de energía mágica barrió su cuartel, incinerando a todos los que se cruzaban en su camino, sólo quedó uno, el asesino de los gemelos. En los restos calcinados de su escondite comenzó la agonía del cuchillo de fuego. Fue torturado hasta la muerte en un proceso lento y doloroso en el que sus captoras se regodeaban. Todos los nervios de su cuerpo experimentaron dolor y el liberador abrazo de la muerte tardó tres días en llegar.

Rayne y Nya abandonaron Cormyr y se dirigieron al oeste, hacia la Costa de la Espada para empezar una nueva vida en cualquier ciudad que les diera la bienvenida. La elfa se había convertido en un adalid de Shar, la oscuridad y el mal rodeaban su corazón y su mente, el olvido había engullido a su familia, su terrible asesinato era un total secreto y por último había perdido todo rastro de amor, compasión y dulzura.
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